sábado, 14 de febrero de 2009

Gigantes latinos

sábado, 14 de febrero de 2009


Latinoamérica se zanpó los Osos

Canto quechua de "La teta asustada" ganó el Oro y "Gigante" cautivó a Berlín



Gemma Casadevall 

Berlín, 14 feb (EFE).- La Berlinale se rindió al canto quechua de la hispano-peruana "La teta asustada", de Claudia Llosa, ganadora del Oso de Oro de ese festival, erigido en plataforma del nuevo cine latinoamericano al dar otros tres premios a la uruguayo-argentina "Gigante", de Adrián Biniez.
El jurado presidido por la actriz escocesa Tilda Swinton, con la directora española Isabel Coixet entre sus miembros, optó por las cinematografías aún por explorar y dio su máximo honor a "La teta asustada", primer film de Perú a competición en la historia de la Berlinale y, además, hablado en un 40 por ciento en quechua.
"Gigante", rodada en Montevideo, ganó el Gran Premio del Jurado -compartido con la alemana "Alle anderen", de Maren Ade-, el galardón como mejor ópera prima y el Alfred Bauer, en memoria del fundador del festival, asimismo ex aequo con "Tatarak", del veterano Andrzej Wajda.
Biniez cautivó con la historia de su enorme vigilante de hipermercado enamorado de una empleada y subió hasta tres veces al escenario del Berlinale Palast a por sus sucesivos premios, primero emocionado, luego atónito y finalmente dando un alarido.
Llosa, emocionada hasta las lágrimas, dedicó su premio a Perú y recordó que el determinante papel de los coproductores españoles como plataforma de una cinematografía que difícilmente sale de sus fronteras. Su actriz principal, Magaly Solier, embelesó al auditorio al cantar una pieza en quechua, emotiva y mágica como en el filme.
La directora, de 32 años, nacida en Lima y afincada en Barcelona, representaba a una cinematografía debutante, la peruana, desde la magia de la lengua indígena. Biniez, nacido en Buenos Aires en 1974 y residente en Montevideo, acudía a Berlín con su primera película.
"La teta asustada" es una película enigmática, que transcurre entre agrestes paisajes de los barrios más pobres de Lima y que remite al drama de las miles de mujeres peruanas violadas o torturadas en los años de guerra y terrorismo.
Cuenta esa historia a través de Fausta, el papel que interpreta Solier, una muchacha que trata de dar un entierro digno a su madre, violada como miles de mujeres más en las dos décadas de guerra y terrorismo.
La película toma el nombre de la misteriosa enfermedad que, según el decir popular, transmiten a sus hijos a través de la leche materna las mujeres que fueron violadas o torturadas en el embarazo.
Coixet y Switon eligieron esa película, de corte sencillo, cargada de simbolismos y algo hermética, en un festival que plagado de grandes personajes femeninos y que recibió un buen desfile de divas, como Michelle Pfeiffer, Demi Moore y René Zerweger.
Ninguna gran estrella recibió premio, sino que los galardones, de acuerdo asimismo al sello personal de Swinton y resto de los miembros del jurado optaron por los independientes.
El Oso de Plata al mejor actor fue para el africano Sotigui Kouyate, por "London River", la película de Rachid Bouchareb a la que todas las apuestas daban como favorita, principalmente por el gran papel de Brenda Blethyn, que se quedó sin premio. La Plata a la mejor actriz fue para Birgit Minichmayr, por "Alle Anderen", segundo premio para el cine anfitrión.
El Oso al mejor director fue para el iraní Ashgar Farhadi, por "Darbareye Elly" ("About Elly"), otro de los favoritos que sí se llevó su merecidísimo premio. Otra película que encabezaba apuestas a los Osos, "The Messenger", del estadounidense Oren Moverman, tuvo que conformarse con una Plata al mejor guión.
Llosa y Biniez no fueron los únicos cineastas hispanoamericanos que se fueron con premio de la Berlinale. El Teddy, al cine de contenido homosexual, fue para "Rabioso sol, rabioso cielo", del mexicano Julián Hernández. La película vasca "Ander", de Roberto Castón, se llevó el premio de la Confederación Internacional de Cine de Arte y Ensayo.
La sección oficial de la Berlinale se cerró con la gala de la entrega de los galardones y la proyección, fuera de concurso, de "Eden in West", del director griego Costa-Gavras.
El domingo se prolongará aún el festival con el denominado día del espectador, con el que la Berlinale cumple con su tradición de festival más popular del mundo en su categoría.
En sus diez días de existencia, se proyectaron 282 películas, distribuidas en 1.238 sesiones y se vendieron un total de 270.000 entradas al público de a pie, lo que según cifras oficiales supone un nuevo récord de visitantes. EFE
gc/fpa
(foto)

La teta ganadora

Llosa: "La Berlinale es una escalera al futuro para el cine peruano"



Gemma Casadevall
Berlín, 14 feb (EFE).- La directora Claudia Llosa, ganadora del Oso de Oro de la Berlinale con "La teta asustada", acudió a Berlín consciente de que es una "escalera al futuro para el cine peruano", una cinematografía que debutó así en la sección a competición y lo hizo, además, utilizando el quechua.
"En mi película hay muchos símbolos adoptados de mitos y tradiciones peruanas. Como la escalera al futuro sobre la que se colocan los novios que van a casarse. Eso es para nuestro cine la Berlinale: una escalera al futuro", explicó a EFE la directora, de 32 años.
Para Llosa, nacida en Lima y afincada en Barcelona desde hace cinco años, el cine de su país "sale poco al exterior y, cuando lo hace, es de forma dispersa, sin continuidad".
Que su película llegara a la sección oficial de la Berlinale se debe, dice, a que es una coproducción española -intervinieron TVE, TV3, además de Wanda Visión-.
"Sin ese apoyo no estaríamos aquí, con una película hablada en un 40 por ciento en quechua", dijo. "La teta asustada" contó asimismo con el apoyo previo del World Cinema Fund, el fondo que destina la Berlinale a proyectos cinematográficos en Latinoamérica, África y Oriente Medio, entre otras regiones.
"Primero nos dijeron que veníamos aquí, pero pensé que sería en Forum o Panorama. Hasta hace un par de semanas no sabíamos que íbamos a competición", explicó. A la emotiva acogida que le brindó el festival, en el estreno el pasado jueves, siguió el viernes el premio de la crítica internacional FIPRESCI. Hoy, sábado, el triunfo fue redondo.
"La teta asustada" está centrado en el personaje interpretado por Magaly Solier, Fausta, una muchacha que lucha por dar un entierro digno a su madre. A través de ella se recorre el drama de miles de mujeres violadas en los años del terrorismo en Perú, entre 1980 y 2000.
"Es una película contra la impunidad". No se puede pasar página sobre las víctimas del terror, los muertos no pueden esconderse bajo una sábana blanca", apuntó Llosa.
"La teta asustada" toma el nombre de una extraña enfermedad que transmiten a sus hijos, a través de la leche materna, esas madres que han sido violadas o torturadas durante el embarazo.
"A esas víctimas se les ha negado hasta la identidad. Muchos no tienen ni carné de identidad. No nacieron, no murieron. Sin identidad, no hay recuerdo". añade.
Se estima que las dos décadas de guerra y terrorismo generaron 70.000 víctimas. "Fue un periodo negro, aún por explorar", explica.
"La teta asustada" es la segunda película de Llosa, tras "Madeinusa", de 2006, asimismo de coproducción española.
Llosa, emparentada con el escritor Mario Vargas Llosa -primo segundo de su padre-, se siente orgullosa de haber introducido un lenguaje hasta ahora inédito en la Berlinale, el quechua.
"Es un lenguaje que puede sonar aquí un poco enigmático. De eso se trata: de jugar con enigmas y con símbolos", resumió. Símbolos como la escalera al futuro, un mensaje de esperanza para los novios a punto de casarse, ahora ampliado a todo el cine peruano. EFE
gc/fpa

viernes, 13 de febrero de 2009


Latinoamérica, en el esprint

Wajda cerró la competición y se desató el baile de apuestas por el Oso



Gemma Casadevall Berlín, 13 feb (EFE).- La película "Tatarak", de Andrzej Wajda, puso hoy punto final a la sección a competición de la Berlinale y se desató el baile de las apuestas de quién se llevará el Oso, con "London River" y "The Messenger" como claros favoritos, seguidos del cine iraní y sin descartarse alguna sorpresa para Latinoamérica.
La quiniela de "Screen" -el magazine diario del festival- da como ganadora a "London River", de Rachid Bouchareb, seguida del film de Oren Moverman.
Son dos películas poderosas, la primera sobre padres que buscan a sus hijos entre las víctimas de los atentados de Londres de 2005; la segunda sobre un dúo de oficiales de EEUU, mensajeros que comunican a los familiares la muerte de cada soldado en Irak.
En ambos casos, además, magníficamente interpretados por Brenda Blethyn, la primera, y Woody Harrelson y Ben Foster, la segunda. No habría abucheos a tales Osos, de producirse.
Pero el jurado de la Berlinale no debe dejarse dirigir ni por la opinión general ni por el afán de complacer a todos, sino que entre sus cometidos está dar con su propia película.
Ha sido una Berlinale con grandes personajes femeninos, con muchas divas en acción -Michelle Pfeiffer, Demi Moore, Renée Zellweger-, todas ellas deslumbrantes y muy en su papel en la película, y con heroínas menos vistosas, pero con interpretaciones impactantes, como la citada Blethyn.
La última película, "Tatarak", aportó otra gran actriz, Krystina Janda, interpretando a una mujer madura prendada de un jovencito, uno de los temas recurrentes en esta Berlinale.
El jurado está dominado por dos mujeres: la actriz escocesa Tilda Swinton, su presidenta, más la directora española Isabel Coixet. Ambas, representantes del cine independiente, emotivo, de temas poderosos y ajenos a las historias consabidas.
Las acompañan el escritor sueco Henning Mankell, el director estadounidense-hongkonés Wayne Wang, y el de Burkina Fasso Gaston Kaboré, así como el dramaturgo y cineasta alemán Christoph Schlingensief, y la cocinera y "activista culinaria" estadounidense Alice Waters.
Mankell, seguido de Kaboré y Schlingensief, lanzó al abrirse la Berlinale una proclama a favor de África, del cine de contenido y beligerante y de abrir la mirada a cinematografías por explorar.
El cine iraní no puede quejarse de escasa atención en festivales europeos -ha sido presencia habitual en las últimas Berlinales- y "Darbareye Elly", de Asghar Farhadi, gustó a público y crítica.
Latinoamérica fue la gran vencedora en la anterior edición, con el Oso de Oro a la brasileña "Tropa de Elite" de Jose Padilha, y el premio Alfred Bauer y también de la crítica FIPRESCI a "Lake Tahoe", del mexicano Fernando Eimbcke.
Tras años de dominio argentino, brasileño y mexicano, la presente Berlinale exploró en Uruguay y Perú, por primera vez a competición.
La uruguaya-argentina "Gigante", de Adrián Biniez, cautivó por su historia sencilla de un colosal guardia de seguridad de hipermercado enamorado de una empleada.
La hispano-peruana "La teta asustada", de Claudia Llosa, dejó al festival bajo el impacto del drama de los miles de mujeres violadas en las décadas de guerra civil y terrorismo, en los 80. Ambas tienen buenas y más que merecidas opciones a premio.
Un claro peligro para todas las aspirantes viene, por supuesto, por parte del cine anfitrión, especialmente de "Storm", de Hans Christian Schmid, apuntalado en la excelente Kerry Fox.
El jurado es, por definición, independiente, aunque en los últimos años el palmarés ha llevado siempre el sello del director del Festival, Dieter Kosslick, quien no se corta al explicar que cada uno de sus miembros son "amigos", suyos y de la Berlinale.
Teóricamente, todas las películas a concurso son "sus" películas, las de Kosslick. Pero las que más insistentemente citó, previo al Festival, fueron "Storm" y la danesa "Lille Soldat", de Annette Olesen, centrada en los traumas postraumáticos de una soldado de regreso de Irak y de una prostituta africana. Otras dos mujeres para la Berlinale más femenina que se recuerda. EFE
gc/jcb/ibr

jueves, 12 de febrero de 2009


Estreno en quechua


Berlinale se emocionó con el oculto mundo quechua y se refrescó con Zellweger 

 
Gemma Casadevall

Berlín, 12 feb (EFE).- La Berlinale se emocionó hoy con el mundo oculto del quechua a través de "La teta asustada", de Claudia Llosa, primera película peruana a competición en la historia del festival, y se refrescó con la deliciosa Renée Zellweger de "My One and Only", un bálsamo contra cualquier crisis.
Sencilla, dura, algo hermética y cargada de simbolismos, "La teta asustada" sumergió al festival berlinés en el drama de las mujeres violadas en Perú en las dos décadas de guerra y terrorismo que sacudieron el país a partir de los 80 del siglo pasado y que dejaron cerca de 70.000 víctimas.
De producción hispano-peruana y rodada principalmente en zonas pobres de Lima, "La teta asustada" se centra en una muchacha, Magaly Soler, que acaba de perder a su madre y que quiere enterrarla dignamente, como un grito contra la impunidad de esos crímenes.
Con ella, con sus cantos en quechua, su rostro hermoso, pero agreste como el paisaje, el espectador llega a la historia de esas mujeres traumatizadas y de la llamada enfermedad de la "teta asustada", que éstas transmitirán a sus hijos, a través de la leche.
"No se puede enterrar a las víctimas bajo un manto de silencio, hay que recuperar su historia, la identidad perdida de toda una generación de personas que, por no tener, no tienen ni carné de identidad, simplemente porque no consta que nacieron", explicó Llosa, nacida en Lima y afincada en Barcelona desde hace cinco años.
Sin la co-producción española la película no estaría en la Berlinale, enfatizó la directora ante el estreno internacional de su segundo largometraje tras "Madeinusa".
"La teta asustada" está hablada en un cuarenta por ciento en quechua, un lenguaje hermético no sólo para la Berlinale, sino también para los peruanos que, como la señora para la que trabaja Fausta, la muchacha, pertenecen a otra clase, la ajena al mundo indígena.
El quechua se habla en Perú, Ecuador, Bolivia y parte de Argentina, recordó Llosa, pero la comunicación entre los indígenas y los que no lo son puede llegar a ser nula. "Entre Fausta y la señora la llegará a haber. Y se romperá, cuando la muchacha crea haber salvado el abismo".
A Fausta le está reservada la pobreza de las alturas de Lima, donde los matrimonios son colectivos, porque no hay dinero, y donde se va de boda en boda sin cambiar de traje.
Una historia a la que acompañan algunas piezas musicales de Margaly Soler, cantante y compositora, que embelesó a los presentes en la conferencia de prensa cantando en directo una tonada en quechua.
También embelesó, pero de otra manera, Zellweger y su "My One an Only", dirigida por Richard Loncraine, donde borda el papel de una madre que abandona al marido infiel y se marcha a bordo de un Cadillac con dos hijos adolescentes en busca de un suplente.
Zellweger, una rubia platino de labios pintados de rojo carmesí, va de mudanza en mudanza por medio país, a ritmo de "Big Band". Viaja en pos de esa suplencia y constata que, a partir de cierta edad, a una mujer sólo le pedirán en matrimonio hombres arruinados, calenturientos o incluso débiles mentales.
Triste conclusión para la mujer, en una Berlinale consagrada a grandes personajes femeninos, a menudo a vueltas con la edad o que viven tórridos romances con jovencitos, como fue el caso de Michele Pfeiffer -"Chéri"- o Kate Winslet -"The Reader"-.
"La independencia de una mujer consiste en saber cuidarse de una misma", sentenció Zellweger, tan deliciosa en directo como en el filme, con un rubio platino algo rebajado e idénticas muecas con sus labios de fresa y sus ojos diminutos.
"My One and Only" es una de esas refrescantes comedias que uno tiene la sensación de haber visto trescientas veces, pero donde toda la maquinaria funciona a la perfección.
Todo un bálsamo contra la crisis, no sólo la financiera mundial, sino la que más de uno habrá vivido en la Berlinale ante la acumulación de filmes extremadamente duros.
A falta de la última película, "Tatarak", de Andrzej Wajda, las quinielas apuntan a "London River" -de Rachid Bouchareb-, seguida de "The Messenger" -Oren Movernman-, la iraní "Darbareye Elly" -Asghar Farhadi- y la argentino-uruguaya "Gigante", de Adrián Biniez.
De imponerse la favorita, el éxito del director sería compartido con su actriz Brenda Blethyn, puntal de una película con otro gran personaje de mujer, para una Berlinale de dominio femenino. EFE
gc/jcb/agf

Más cincuentonas e imponente sopor


Bellezas y ronquidos sobre la alfombra roja de la Berlinale





Gemma Casadevall

Berlín, 12 feb (EFE).- Renée Zellweger, Michelle Pfeiffer, Demi Moore y Kate Winslet han sido las reinas sobre la alfombra roja de la Berlinale, que en esta 59 edición que entró hoy en la recta final ha estado dominada por grandes divas irradiando belleza y sabios consejos y por algún que otro ronquido en las salas de proyección.
Por supuesto ninguna reveló si pasó o no por cirugía o recurrió al bótox, sino que dieron sensatas recomendaciones a favor de la vida sana, la felicidad conyugal, el equilibrio entre el yin y el yang y asuntos parecidos.
Pfeiffer, cumplidos los cincuenta y maravillosa como siempre, dijo que lo principal es ser feliz. Moore, a los 46 e igualmente espléndida, que en esta vida lo importante es sentar prioridades y la suya son su esposo y su familia.
Zellweger, de 39 y divorciada, afirmó no tener prisa en encontrar marido. Y Winslet, de 33 y casada con el director Sam Mendes, hizo gala de llevar con total naturalidad los desnudos de sus películas, esté rellenita, como en "Titanic", o esbelta, como en "The Reader".
Hermosas, sin complejos ni a los cincuenta ni a los treinta, maravillosas, sonrientes y equilibradas. La Berlinale no tuvo esta vez ni una diva esquiva o malhumorada -al estilo de Catherine Deneuve- y nadie se quejó de su suerte en el amor o el desamor.
Tema recurrente fue la edad, no tanto por malsana curiosidad periodística, sino por exigencias del guión. Tanto Winslet como Pfeiffer interpretan en las películas a mujeres maduras -unas más que otras- que se meten en la cama con adolescentes.
Zellweger da cuerpo a una atractiva rubia platino que abandona al marido infiel y se lanza en busca de un sustituto, para constatar que el paso del tiempo no es buen aliado para la mujer.
Ni Winslet ni Pfeiffer tienen futuro con sus amantes jóvenes y Zellweger ni siquiera encuentra pareja, joven o vieja.
Todas ellas compensaron con creces ese algo desesperanzador mensaje global para la mujer a fuerza de lucir espléndidas.
Las relaciones entre mujeres maduras y hombres claramente más jóvenes es tema creciente en Hollywood, lo que para Pfeiffer es "algo positivo, en la dirección correcta". Menos positivo será que tales licencias sólo se les permitan a las hermosamente conservadas, no al común de las mortales.
Sobre la alfombra roja, la única que trajo un ejemplo de relación estable con un esposo claramente más joven fue Moore, quien apareció feliz y acompañada del suyo, Ashton Kutcher, de 31 años.
Los maliciosos seguirán preguntándose si la piel tersa de unas y otras es real o asunto del bisturí y si el amor entre Moore y Kutcher tiene futuro, vista la diferencia de edad en contra de ella.
Reales fueron, como en toda Berlinale, los ronquidos que salpicaron algunas proyecciones, en aumento a medida que avanza un festival donde se proyectan 390 películas en todas sus secciones.
Algunos se abandonan al sueño sin contemplaciones, otros, más considerados, aprovechan las pausas entre película y película.
"Nosotros tratamos de entrar siempre en cuando abren la sala para echar una cabezadita hasta que empieza la película", comentaba Margareth Luke, neozelandesa acreditada en el European Film Market como su esposo, David, ambos desperezándose justo a tiempo para el inicio de la proyección, tras dormitar en su butaca tomados de la mano. Amor real, también en la Berlinale. EFE
gc/nvm/agf

miércoles, 11 de febrero de 2009


Claudia, la sacudida


Llosa: "No se puede pasar página sobre las víctimas del terror y la guerra" 
 
Gemma Casadevall

Berlín, 11 feb (EFE).- La directora de cine Claudia Llosa llevará mañana a competición "La teta asustada", primera película de Perú que concursa por los Osos en una Berlinale y que explora en las víctimas de la guerra y el terrorismo en su país, así como en la lucha contra la impunidad.
"No se puede pasar página sobre las víctimas del terror, los muertos no pueden esconderse bajo una sábana blanca, porque, si no se aborda el pasado sin miedo, éste vuelve a salir a flote", explicó a EFE Llosa, ante el estreno de su película en el Festival de Cine.
"La teta asustada" toma el nombre de una extraña enfermedad que transmiten a sus hijos, a través de la leche materna, las madres que han sido violadas o torturadas durante el embarazo.
"Fausta, mi protagonista, quiere dar un entierro digno a su madre. Pero ello no es posible si se le niega la posibilidad de recuperar su recuerdo, si se pretende ignorar la existencia de esas víctimas", indicó la directora, de 32 años y nacida en Lima.
La película, una co-producción hispano-peruana, incide en la recuperación del recuerdo y la lucha contra la impunidad sobre el telón de fondo de las cerca de 70.000 víctimas de la guerra y el terrorismo en su país entre 1980 y 2000.
"Fue un periodo negro, por explorar, sobre todo políticamente. Es responsabilidad de los políticos hacerlo, pero también nuestra, de los ciudadanos, cineastas o no, impulsar esa recuperación de la memoria de nuestras víctimas", indicó.
"La teta asustada" es la segunda película de Llosa, tras "Madeinusa", de 2006, asimismo coproducida por la española Wanda Films.
"Que esté yo en Berlín, compitiendo, tiene mucho que ver con lo bien que funcionó esa película y con mi relación con esa productora. Perú tiene una industria pequeña, de unos diez o doce títulos al año. No es una potencia como Argentina, Brasil o México", indicó.
Para Llosa, a ese poco volumen de títulos se une que las películas de su país "salen poco al exterior y lo hacen muy espaciadamente, con grandes intervalos de tiempo".
La sección a competición de la Berlinale había estado dominada en los últimos años, en lo que se refiere al cine latinoamericano, por Argentina y Brasil.
La presente edición se abrió al cine uruguayo con "Gigante", de Adrián Biniez, película íntegramente filmada en Montevideo, a la que ahora se sumó "La teta asustada", rodada en Lima.
Llosa, emparentada con el escritor Mario Vargas Llosa -primo segundo de su padre- y residente en Barcelona desde hace unos años, define la película con la que lucha por los Osos del festival como un filme "lleno de simbología" y elementos mágicos.
"Empezando por el quechua, el lenguaje que utilizan en un 40 por ciento mis personajes, todo puede sonar aquí un poco enigmático. De eso se trata: de jugar con enigmas y con símbolos", resumió.
Admite que parte de la carga simbólica puede perderse en el camino, por desconocimiento de la realidad de su país, pero confía en que, a cambio, salga enriquecida "por las nuevas lecturas que aquí se le den". EFE
gc/jcb/agf

Cappellari, rinconeando por Berlín


"In Berlin", un paseo por la ciudad con mirada argentina 

Gemma Casadevall

Berlín, 11 feb (EFE).- El director y guionista argentino Ciro Cappellari presentó hoy en la Berlinale "In Berlin", un documental incluido en la sección Special, firmado a dos manos con el camarógrafo alemán Michael Ballhaus y que recorre la capital y sus personajes con una mirada porteña.
"Es una obra hecha entre dos, Michael y yo, pero hay algo en la forma de llevar la cámara, de acercarse a los personajes, muy argentina, más humana, menos fría de lo que sería aquí", explicó a Efe Cappellari, afincado en Berlín desde hace veinte años.
"In Berlin" repasa, a través de una veintena de personajes, la realidad cambiante de la capital alemana de hoy -"veinte años después de la caída del Muro", recuerda el director- y surgió por encargo de la radio-televisión pública de Berlín y Brandeburgo, el estado circundante.
"Es una ciudad que a todo visitante le da la impresión de estar aún en proceso de cambio constante, de movimiento, de ir haciéndose día a día", opina Cappellari.
Los personajes elegidos van de la actriz Angela Winkler -"El tambor de hojalata", entre otros- y su hija Nele, con síndrome de Down y tras los pasos interpretativos de su madre, al alcalde de la ciudad, el socialdemócrata Klaus Wowereit, o a tenderos turcos.
La cámara de Cappellari se mete por los rincones de una ciudad algo "enamorada de sí misma" y de su caos, de su aparente falta de armonía, y retrata su vida oficial, cultural, callejera y también pasiones futbolísticas, "tanto de los alemanes-alemanes como de los turco-alemanes".
Imágenes de la pasada Eurocopa, alternadas con paseos por la ciudad acompañados por artistas. Barbacoas primaverales, en el parque del Tiergarten, combinadas con panorámicas aéreas. Mientras Nele ensaya su primera pieza en el teatro Volksbühne, su madre interpreta a Bertolt Brecht en el de la Berliner Ensemble, dirigida por Bob Wilson.
Wowereit, interpelado por una ciudadana ante el Ayuntamiento o comprando flores con su novio, Jörg, es uno de los protagonistas institucionales más presentes. "Me sorprendió ver su accesibilidad, su dominio de la situación, entre amigos, en casa o bajo la lluvia de abucheos de manifestantes", dijo Cappellari.
Para Ballhaus, nacido en 1935 y de los más prestigiosos camarógrafos alemanes con tres nominaciones a Óscar -"Broadcast News" (1987), "The Fabulous Baker Boys" (1989), y "Gangs of New York" (2002)-, no tenía hasta ahora experiencia en dirección.
"Yo, que siempre había dirigido en solitario, también me estrené como codirector", cuenta el argentino. "Y no fui elemento fácil, hay que decirlo", admite.
"Yo llevaba la cámara, él dirigía. El aportó unos cuantos personajes amigos, yo los míos. Más o menos a partes iguales, aunque en ocasiones por separado, para finalmente juntarnos de nuevo en un montaje complejo, acompañado de múltiples discusiones, no siempre tan relajadas", se confiesa el argentino.
El resultado es un documental amable, en el que se presenta al Berlín más multiétnico y tolerante, sin aristas.
Cappellari, premio en el Festival de Sundance (EE.UU.) en 1996 al mejor guión, por "Sin Querer", tiene más carrera detrás de sí en Alemania que en su país, Argentina.
"Claro que me gustaría filmar ahí de nuevo. Me lo planteo para el año próximo, veremos", dice. Para ello, deberá terminar antes un proyecto en el que lleva trabajando desde el Mundial 2006, en Alemania, en que recorre varios proyectos sociales de fútbol callejero de todo el mundo.
"Espero acabarlo con el siguiente Mundial, el del próximo año, en Sudáfrica. Veremos", admite.
EFE
gc/ih/agf

miércoles, 11 de febrero de 2009

De Ahmadineyad al desfile de cincuentonas

Cartas a Mahmud


La imagen de Ahmadineyad, a través de las cartas de su gente, en la Berlinale 

Gemma Casadevall

Berlín, 11 feb (EFE).- El presidente iraní, Mahmud Ahmadineyad, estuvo hoy en la Berlinale en "Letters to the President", un controvertido documental del checo-canadiense Petr Lom que presenta al líder de Teherán y su régimen a través de las cartas de su pueblo.
El exilio iraní había pedido la cabeza del director del Festival de Cine, Dieter Kosslick, por programar un filme que, a su parecer, da una versión demasiado "humana" de Ahmadineyad, como héroe venerado de un pueblo que le escribe cartas expresándole deseos privados o aspiraciones de prosperidad para la república.
El documental llegó a Berlín entre protestas de la oposición, que acusaba a Kosslick de colocar la alfombra roja para Ahmadineyad.
"Letters to the President" fue finalmente estrenada hoy, en la sección Forum, con la sala a rebosar para el pase de prensa.
Lo que se proyectó fue un documental de 74 minutos, en el que las cartas que millones de iraníes escriben a su líder son la base para seguir al presidente en su campaña electoral de 2008.

Ahmadineyad llegando a un pueblo polvoriento en un coche blanco corriente -nada de limusinas, nada de lujo-, cercano a su gente, aupado materialmente por sus compatriotas, o en un gran mitin en Teherán, entre muestras de fervor popular sin límites.
"Muera América, muera Israel, tenemos derecho a la bomba atómica", son las consignas más frecuentes, en la aldea alejada o en la capital. El discurso de Ahmadineyad es el consabido: ataques a Israel, a EEUU y apoyo al pueblo palestino.
Nada que no se sepa, ni tampoco comentario alguno a lo que dice ese pueblo ante otras cámaras. Mujeres que sostienen que la auténtica libertad es llevar el velo islámico, hombres que afirman que Israel es un estado ilegal que tortura a los palestinos, etc.
Los iraníes se acercan al líder para entregarle sus cartas o se las dan a sus custodios. Tampoco ahí hay nada especialmente transgresor ni que pueda calificarse de mera propaganda.
Lom fue autorizado por el propio régimen a filmar esas escenas. De otro modo no habría película. Es ahí donde se sustentan las sospechas del exilio: cómo, un cineasta desconocido, nacido en 1968 en Praga y afincado en Canadá, ha podido conseguir ese permiso.
Para el exilio, hay dos opciones: o Lom es un incauto que ha sido utilizado por la propaganda iraní o forma parte de ella. En cualquier caso, para ellos, la película no debería estar en el festival.
Las protestas, iniciadas semanas atrás, han perdido virulencia en cuanto el propio presidente de EEUU, Barack Obama, ha tendido puentes de diálogo con Teherán.
La película, en definitiva, ni idealiza ni humaniza al líder. Pocos de los iraníes que hablan a cámara se atreven más que a veladas críticas al presidente, algo suficientemente ilustrativo.
Apenas un par de jóvenes de Teherán se atreven a decir que las cartas no las lee él, sino su hermano, un inútil y un trepa. Y otro más, joven con melenas, va más allá y critica la falta de libertades cívicas del país.
Tampoco ahí nada nuevo, más allá del valor documental de escuchar esos testimonios y seguir al presidente por paisajes de pobreza. EFE
gc/agf

Cincuentonas sobre la alfombra roja

Demi Moore presenta en la Berlinale una floja comedia agridulce  
 
Gemma Casadevall

Berlín, 11 feb (EFE).- La actriz Demi Moore se unió hoy al desfile de señoras estupendas por la Berlinale con "Happy Tears", una comedia agridulce familiar sobre dos hermanas dispares, de pronto unidas para atender a un padre con demencia senil.
Moore, convertida en la rústica hermana de Parker Posey, una chica de ciudad a lo "Sex in the City", acaparó los flashes de la jornada a competición -una de las más flojas hasta ahora-, como en los días pasados lo hicieron Michelle Pfeiffer y Kate Winslet y mañana lo hará, si no hay imprevisto, René Zellweger.
"Happy Tears", dirigida por Michell Lichtenstein e incluida en la sección a competición en el último minuto, es una de esas comedias convencionales que se dejan ver, animada en este caso por la presencia de Ellen Barkin, la yonqui amante del padre que juega a enfermera, y Rip Zom, un patriarca enfermo entre tanta mujer.
Moore, abnegada y hecha a la situación -ya llevó el peso de la enfermedad de la madre, fallecida de cáncer-, y Posey, soñadora clientela de zapaterías de lujo que acaba de gastarse 2.800 dólares en unas botas, se llevan mejor de lo que parece.
"Dos hermanos pueden ser las dos caras de una medalla. Ella es la consciente, yo la inconsciente", resumió Posey. Las alucinaciones de ésta ayudan a salpicar la película con notas de humor, la familia permanece unida, a la busca de un tesoro y encima alguna acaba encontrando el amor verdadero.
Moore está muy en su papel, pero por momentos desaparece tras Posey, cuyo su personaje es más brillante y vistoso, lo mismo que sus zapatos. "La película se centra en Parker, la mujer que no sabe adaptarse a la realidad. El resto rueda a su alrededor", explicó el director.
A falta de algo más sólido, la presencia de Moore dio para dar un par de consejos de bellezas, a añadirse a los que ayer brindó Pfeiffer ("Chéri").
Si la rubia Pfeiffer explicó que su secreto es la felicidad, Moore explicó que lo suyo es haber sabido "dar prioridad a la familia, luego a la carrera y encontrar ahí el equilibrio interior", junto a un esposo (Ashton Kutcher) "que me reconforta y apoya, en mi carrera y fuera de ella".
Dos respuestas socorridas, para un par de señoras estupendas en las que, especialmente en el caso de Moore -por lo que se sabe- el factor genético no es lo único que las hace lucir como lucen.
A años luz de todo ese mundo se situó la segunda película de la jornada a competición, "Katalin Varga", una producción húngaro-rumana dirigida por Peter Strickland, también alrededor de una mujer, esposa y madre, pero con problemas muy distintos a los de Moore y su hermana y en un ambiente dominado por la brutalidad.
Katalin es una mujer que se ve obligada a atravesar los Cárpatos en una carreta tirada por un caballo con su hijo, tras enterarse su esposo de que no es el padre biológico del muchacho.
Se trata de un filme agreste, como el paisaje brumoso en que discurre todo, centrado en el ansia de venganza de esa mujer contra los hombres que la atacaron.
Nada que pudiera alegrar la mañana -menos en el primer pase de prensa de la jornada, a las nueve-, en un Berlín que despertó hoy con una fina, pero persistente nevada, azotado por un viento helado.
Fuera de concurso se exhibió, también en la sección oficial, "Notorious B.I.G.", de George Tillman Jr., tributo biográfico a la leyenda entre el mundo de los raperos de "Biggies", el número uno indiscutible de Los Ángeles en los 90.
La película llevó a la Berlinale la brutal guerra entre raperos, dentro de los estudios discográficos y fuera de ellos, además de la presencia de Angela Basset, en el papel de la valerosa madre del rapero, que consigue apartarle del mundo de los camellos, de muchacho, ni menos aún de la brutal guerra rapera que acabará con su vida. EFE
gc/jcb/agf

martes, 10 de febrero de 2009

"Londor River", por encima de la Chéri Michelle


Michelle Pfeiffer iluminó la Berlinale y Brenda Blethyn le imprimió carácter 
  
Gemma Casadevall

Berlín, 10 feb (EFE).- La belleza dorada de Michelle Pfeiffer iluminó hoy la Berlinale desde "Chéri", de Stephen Frears, y Brenda Blethyn la imprimió carácter desde "London River", como la madre que busca a su hija entre las víctimas de los atentados del metro de Londres de 2005, un filme erigido en sólido aspirante a los Osos.
La jornada de hoy en la sección de competición fue de esas en que resulta difícil decantarse por una de las películas en liza, muy distintas de contenido y dominadas por espléndidas actrices.
De un lado, la rubia, brillante y falsamente frágil Pfeiffer, de nuevo comandada por Frears 21 años después de sus "Amistades peligrosas" (1988), ahora a vueltas con la belleza que se marchita, incluso en una mujer que nunca dejará de ser hermosa.
Del otro, Blethyn, intachable en su papel de viuda a la que ningún hombre miraría ni un segundo por la calle, que deja la isla donde vive ante las imágenes de los atentados del 7 de julio de 2005 y visto que su hija, en Londres, no contesta al teléfono.
"London River", dirigida por el francés Rachid Bouchareb, presenta a una mujer que pasa del susto de ver que su hija vive sobre una carnicería musulmana al horror de enterarse de que aprende árabe y tiene novio africano. Todo ello, mientras va de la comisaría de policía a los hospitales o a los depósitos de cadáveres y sigue sin una llamada de vuelta de su hija.
"Chéri" sitúa a Pfeiffer en la "belle epoque" de las novelas de Colette, que se convierte como todas las mujeres de su entorno en amante de un joven de 19 años. Formarían la pareja ideal, de no ser por el error de haber nacido con décadas de distancia.
"Es un paso en la dirección correcta", respondió Pfeiffer, a la pregunta de por qué hay de pronto tantas películas de mujeres maduras cuyos amantes son hombres jóvenes. "Cuánto mayor me hago, tanto más jóvenes que yo son mis compañeros de rodaje. Pero lo llevo bien", añadió, a la segunda pregunta en la misma dirección.
En Hollywood será más y más frecuente ver a actrices estupendas, pasadas los 50, en la cama con amantes jóvenes, pero al parecer el tema produce cierto desasosiego, a juzgar por las reiteradas preguntas en esa dirección.
"Chéri" incide en la cuestión, no sólo a través de las arrugas mínimas de Pfeiffer, sino también de unos diálogos impecables, en los que entre el sarcasmo y la crueldad no dista ni un milímetro.
"Qué bien huele usted. El perfume se impregna mejor cuando la piel pierde su tersura", le suelta a Pfeiffer la horrenda madre -Kathy Bates- de su joven amante -Rupert Friend-. Uno de los múltiples dardos que se lanzan los personajes del filme, todos riquísimos, todos exquisitos, casi todos venenosos.
Seis años de relación es un récord en tal correlación de edad. En un mundo que no fuera el de Colette, adoptado por Frears, la perdedora de la ruptura impuesta por las convenciones sería ella. Aquí, la pérdida es a pares y mientras ella busca alivio en el lujo de Biarritz él se convierte en un cascarrabias de 25 años.
"Chéri" es brillante, como Pfeiffer y el resto de actores. Pero era difícil concentrarse en esa película tras el impacto de "London River".
Blethyn domina el filme de principio a final, aunque comparte su drama de madre que no entiende nada con el de un padre africano, asimismo en busca de su hijo tras los atentados y que teme lo peor: que el niño que dejó con seis años para emigrar a Francia sea ahora uno de los integristas islámicos que colocó una de las bombas.
"Son padres que de pronto descubren que no conocen a sus hijos. Es un tragedia personal en medio de los atentados de Londres, como podrían ser los de Madrid o los de EEUU", explicó Bouchareb.
"London River" dejó a la Berlinale con la sensación de haber encontrado su película. O, como mínimo, su actriz. "Sin Brenda no existiría película", afirmó Bouchareb, sin que tal elogio sonara a consabido, sino real y compartido por todos los presentes.
"London River" y "Chéry" compartieron jornada a competición con "Forever Enthralled", una nueva y épica película de Chen Kaige -"Mi querida concubina"- sobre un solista de ópera, hombre de voz femenina, y una solista mujer interpretando papeles masculinos.
La impaciencia se apoderó del público, de por sí asustado ante los 147 minutos de la cinta. A cada nueva escena operística se veían un montón de sombras abandonando el cine, mientras otros se lo tomaban con humor y se reían, discretamente o no, en la butaca. EFE
gc/jcb/agf

Last minuto

Al cine con Keanu Reeves, Michelle Pfeiffer o Kate Winslet por 5,5 euros 

 
Gemma Casadevall

Berlín, 10 feb (EFE).- Compartir cine con Keanu Reeves, Michelle Pfeiffer o Kate Winslet es posible en la Berlinale para el berlinés de a pie y a 5,5 euros, con las entradas "último minuto" que salen a la venta por "cuenteo a dedo" mientras las estrellas desfilan por la alfombra roja.
A más de un visitante de la Berlinale le sorprenderá ver a los asistentes de sala contando una a una las butacas que quedan libres mientras el público toma asiento, minutos antes de la proyección de sus películas a competición y con los grandes de Hollywood entrando en el cine, bajo los flashes de los fotógrafos.
"Por favor, que levanten la mano quienes tengan un asiento vacío al lado", preguntan discretamente, hilera a hilera, o por micrófono, mientras el público recibe con aplausos a Reeves, Pfeiffer o Winslet.
Son los artífices de la venta último minuto, que transmiten por móvil a la taquilla exterior el cómputo de plazas libres.
La Berlinale tiene reputación de ser el festival más popular del mundo entre los de primera categoría internacional ya que más de la mitad del contingente de 450.000 localidades disponibles para las 390 películas se ponen a la venta al público. El resto es para prensa y profesionales del sector, además de invitados.
La mayoría se adquieren en las taquillas regulares, a precios que van de los 11 -para las de gala- a los 6 euros. Son precios de por sí populares, que se reducen a la mitad en la "Abendkasse" -"taquilla de tarde"- y con las entradas "last minute".
"No hay una cantidad clara. Pueden ser dos entradas, pueden ser 200, depende de las que hayan quedado libres", explicó a EFE Ernst K., uno de los taquilleros de esa "Abendkarte".
Se ponen a la venta una media hora antes de que empiece la sesión y su número depende principalmente de las devoluciones -"gente de prensa o del European Film Market que se lo piensan y las devuelven, en general", cuenta el cajero-.
A esas se suman las "ultimísimo minuto", como las denomina Ernst, resultantes del cómputo a mano de las butacas por ocupar.
"Eso retrasa algo la gala. Pero como en las sesiones de estreno hay presentación de las estrellas, el espectador ni lo nota", explica Michael Grimm, responsable de la venta de entradas.
La Abendkasse de Ernst tiene su clientela fiel, berlineses avezados al último minuto. "No, no: no escribas de eso, que no se entere nadie", dice Hanna, una de las habituales.
"Ernst es muy eficiente, domina el oficio y nos dice si ese día vale o no la pena guardar cola. Pero no es sobornable. No reserva ni tiene favoritos", sostiene a su lado Oliver, otro habitual.
Mientras la clientela de la Abendkasse espera su suerte, a veces a la intemperie, en las terrazas de las cafeterías berlineses y visitantes toman copas de vino o café, envueltos en mantas rojas del local y al resguardo de grandes calefactores.
"La Berlinale es especial. No hay el ambiente agresivo de Cannes, no hay guardas que te tratan a empujones, no hay que ir de etiqueta a los estrenos, hay gente normal", comenta un crítico argentino, asiduo al festival desde hace década y media.
"Esto parece más mediterráneo que Cannes o Venecia. Aquí se improvisa, si no se empieza al minuto no pasa nada y la gente va vestida a la suya", añade otro colega, catalán, sorprendido por estas peculiaridades en su primera Berlinale.
A diferencia de Cannes o Venecia, el festival berlinés tiene lugar en una capital con más de tres millones de habitantes. La Berlinale es de todos ellos. O de todos los que tengan paciencia suficiente para guardar cola. EFE
gc/nvm/agf

lunes, 9 de febrero de 2009

La carta de defunción


Harrelson transmitió a la Berlinale el dolor y cinismo de la guerra de Irak 
 
Gemma Casadevall

Berlín, 9 feb (EFE).- El actor Woody Harrelson transmitió hoy a la Berlinale todo el dolor y el cinismo de la guerra de Irak con su papel de encargado de comunicar a las familias la muerte de cada soldado de EEUU, en "The Messenger", hasta ahora la película más impactante a competición en este festival.
"Pretendo explicar las terribles consecuencias de la guerra sobre las personas, un dolor que es universal, más allá de ésta u otra guerra", dijo su director, el debutante Oren Moverman, acompañado por Harrelson y su co-protagonista, Oven Foster.
"No se trata solo de los soldados de Irak, son los de todas las guerras y es un dolor universal, ante el que no podemos más que sentir respeto y compasión", dijo Harrelson, que ante la prensa se desprendió de la piel de curtido oficial que enseña a un primerizo "el peor oficio del ejército", para mostrarse humano y pacifista.
La rabia, el odio, la desesperanza, la resignación o las meras lágrimas: cualquier reacción es posible, le explicará Harrelson en el filme al sargento recién regresado del frente, obligado a asumir una función que pocos desearían para sí.
Los destinatarios de la noticia son jóvenes esposas embarazadas o padres patriotas que colgaron la bandera de EEUU en la puerta de casa, y que no siempre tendrán a su lado a alguien a quien abrazarse cuando vean cruzar su jardín dos oficiales condecorados.
Puede ser que quieran de ellos el consuelo del desconocido -que no está autorizado más que a estrecharles la mano- o descargar la rabia contra el representante del Estado que les robó a su hijo en una guerra que ya nadie entiende.
Para algunos, su presencia será la constatación de una muerte anunciada que presintieron en cuando su soldado salió de casa. Para otros, algo que se niegan a aceptar.
Todo esto le explica Harrelson a su pupilo, sin contemplaciones, salpicando los consejos profesionales con botellas de cerveza y algún desahogo sexual.
Harrelson desarrolla con solidez un papel que le viene como anillo al dedo, ante el que al espectador no le queda más que esperar a que se resquebraje su máscara de cinismo.
Foster saca adelante impecablemente un papel con múltiples facetas, el del joven sargento, teórico héroe, que regresó a casa por una lesión ocular mientras un compañero saltaba por los aires. Será un mensajero distinto, también para una de las viudas -Samantha Morton, tan impecable como él-.
Moverman refleja en un par de secuencias, con maestría, cada uno de esos entornos familiares y cómo era la relación de quién con quién, y lo hace desde el quicio de la puerta.
"The Messenger" no es ni patriótico ni antiamericano. El director ha asumido, como sus personajes, la misión de transmisor de la tragedia humana de la guerra.
La labor del mensajero es algo intrínseco a cualquier guerra, pero nadie como Harrelson para sintetizar la componente cínica que, además, encierra la de Irak.
Compartió jornada con "The Messenger" la segunda película alemana a competición, "Alle Anderen" -"Everyone Else"-, un ejercicio sustentado prácticamente en dos únicos personajes, interpretados por Lars Eidinger y Birgit Minichmayr.
Lo que refleja es una especie de crisis preventiva de pareja. Es decir, la crisis persistente en unas vacaciones en Cerdeña entre dos personas empeñadas en ser novios, aunque en realidad no encajan.
Ella aspira al amor incondicional y se aferra a él en busca de una declaración de amor, lo que no significa tampoco que esté dispuesta a escucharle cuando él pretende hablarle de lo que realmente le inquieta, la profesión.
Simplemente quiere escuchar de él la palabra amor, mientras él quiere saber cómo salir del pozo de la nula creatividad laboral. En ese círculo vicioso se mueven ambos, con alguna incursión de una pareja amiga que no hace más que acentuar su crisis. Allá ellos. EFE
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