La Berlinale lanza su desafío virtual con un puzzle sobre la guerra del Líbano
Gemma Casadevall
Berlín, 1 mar (EFE).- La 71 Berlinale arrancó con "Memory Box", un gran puzle sobre la guerra del Líbano y la primera revelación entre las 15 aspirantes a los Osos de un festival virtual que desafía los obstáculos impuestos por la covid al sector del cine.
La pregunta de cómo presentar una película en estos tiempos planeará inevitablemente sobre el que, de acuerdo al calendario, es el primero de los grandes festivales europeos.
El tándem libanés formado por Joana Hadjithomas y Khalid Joreige lo resuelve con un fascinante rompecabezas entre recuerdos ocultos y el presente, alrededor del conflicto al que, en 2008, se habían consagrado ya en "Quiero ver" ("Je veux voir", 2008), con Catherine Deneuve.
Componen su filme miles de imágenes captadas en los 80 con la polaroid o un último carrete que nunca se llevó a revelar. Ahí están también viejas cintas de casete o cuadernos en papel, que toman nueva vida y se ensamblan con archivos de imagen o audio, captados con el Iphone y compartidos por wasap o Instagram.
La "Memory Box" se abre cuando una adolescente, Alex -Paloma Vauthier- ve llegar a su casa de Montreal un paquete enorme, dirigido a su madre -Rim Turki-. Son los miles de cartas, fotos, etc, dirigidos desde Beirut a la amiga con quien prometió compartir todos sus secretos, mientras el Líbano quedaba envuelto en bombas.
Alex ignora la orden de mantener embalada la caja. Irá así revelándose ante sus ojos la muchacha que fue su madre, tan parecida a la adolescente que es ella. Su confortable Montreal bloqueado por intensas nevadas poco tiene que ver con un Beirut cayéndose a pedazos. Pero sí lo tienen las pasiones y miradas de ambas mujeres.
La clave de todo la tiene una tercera, la abuela -Clémence Sabbagh-. Una libanesa que se sigue manejando mejor con el árabe que con el francés en el Canadá al que llegó hace décadas para enterrar el recuerdo de las bombas -y del marido muerto-. Maia, la madre, recupera los abrazos y risas adolescentes; Téta, la abuela, atrapará desde el Montreal nevado un rayo de sol libanés.
"Memory Box" es, como siempre en esta pareja de cineastas, una película muy personal. Está tejida sobre fotos y cuadernos como los que Hadjithomas compartió con una amiga, entre 1982 y 1988. Con Joreige ha compuesto este puzle, donde conviven técnicas extintas con la digitalización y la avidez difusora actual.
Ha habido alguna proyección previa, con aforo de menos de veinte personas, pero la mayoría de las películas se ofrecerá por enlaces u otras plataformas a profesionales del sector registrados en el European Film Market (EFM) o los medios acreditados.
Los cines berlineses están cerrados desde noviembre. La Potsdamer Platz, sede del festival, es un desierto; nadie corre de un pase al siguiente; cada uno sigue los filmes en su ordenador.
"El objetivo es descongestionar el atasco actual de películas ya terminadas. Que se vean, que empiecen a moverse a escala de distribuidores. Y que hablen de ellas quienes las vieron", comentó a Efe Kristian Müller, responsable de comunicación del EFM.
ALEMANIA, PODEROSO ANFITRIÓN
Cuatro de ellos están físicamente en la capital alemana, pero no Rasoulof -quien en 2020 ganó en ausencia el máximo premio con "La vida de los demás" ("There is no Evil") y sigue sin ser autorizado a salir del país- ni tampoco Lapid, afectado por las restricciones a los viajes.
A lo largo de esta primera jornada se levantó asimismo el embargo a tres representantes del cine anfitrión en lucha por los Osos: "Ich bin dein Mensch" -"I'm your Man"-, dirigida por la actriz Maria Schrader; "Fabian", de Dominik Graf, y "Nebenan" -"Next Door"-, el debut como director del actor hispano-alemán Daniel Brühl.
El máximo imán mediático se lo aseguró Brühl con una comedia en que se interpreta a sí mismo -un actor de éxito internacional-, colgado de la barra de un bar en el único local no gentrificado de Prenzlauer Berg, uno de los barrios de la modernidad del Berlín actual.
Schrader no se quedaba atrás: su filme presenta a una científica del Museo Pergamon que recibe durante tres semanas al hombre de sus sueños, un humanoide de tacto y besos reales, diseñado para hacerla feliz de acuerdo a los algoritmos almacenados sobre sus apetencias.
"Fabian" es una producción de la televisión pública alemana ZDF basada en el clásico de Erich Kästner y que coloca a su protagonista entre burdeles de la república de Weimar. Sexo fácil, amor real, en la Alemania de entreguerras que sepultó la llegada de Adolf Hitler. EFE
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Berlín, 1 mar (EFE).- El cineasta mexicano Carlos Alfonso Corral abrió la ronda de cineastas latinoamericanos de la 71 edición de la Berlinale con "Dirty Feathers",un documental incluido en la sección Panorama que retrata "la grandeza, a veces oculta, del homeless (sintecho)".
"Puede que un día te reciban con amor, porque están de buena onda, y que al siguiente no te quieran ni hablar. O te gritan. Todo eso está en mi película", explicó en entrevista telemática a Efe este cineasta, nacido en 1989 entre El Paso (EE.UU) y Ciudad Juárez (México) y afincado en Los Angeles.
Tan fronterizos como el origen del cineasta son los sentimientos de empatía o rechazo que, admite, pueden cruzarse en el espectador ante su filme, una coproducción estadounidense-mexicana. "En mí domina el amor. Ni la lástima ni el repudio. Pero no a todo el mundo le es igual de fácil este acercamiento sentimental", admite.
Hay quien únicamente ve en personajes como los que retrata "la suciedad o la sordidez"; sin embargo, lo que mueve a este director es el ansia de transmitir "sus sueños, sus esperanzas y su corazón", mostrar que "gente sin hogar no significa gente sin dignidad o proyectos".
Sus personajes son seres como Brandon y Reagan, ambos adictos, embarazada ella de ocho meses; tras haber sido expulsados del albergue por sus reincidentes peleas, se buscan la vida en la calle. O veteranos que duermen bajo un puente, expresos, almas buenas y adolescentes; el eje común es que ninguno tiene un hogar.
"El rodaje me llevó poco tiempo, apenas 11 días, en 2016. De ahí salieron 14 horas de grabación; luego las fui madurando hasta que recién hace unas semanas terminamos el montaje", explica este realizador ante el estreno de su filme que, por imperativo de la pandemia, se hará en el segmento virtual de la Berlinale.
Entre los "homeless" de El Paso hay negros, hispanos y "algún blanco". En ellos se mezclan acentos, del mismo modo que tras ellos se cruzan sonidos de jazz, boleros, rap y algún clásico.
Algunos frecuentan el Opportuny Center, el albergue para sintecho de El Paso. Otros "esquivan todo lo que consideran una autoridad, incluida la caritativa" y prefieren la calle.
"Dirty Feathers" los retrata "como lo que son: gente con los bolsillos vacíos", que apuran como un tesoro medio cigarrillo y a los que sus conciudadanos que sí tienen casa mirarán con desprecio.
"Claro que no es lo mismo que nos hablemos por zoom y que presente mi película a personas sentadas ante la computadora a que lo haga en la sala del cine, compartiendo la experiencia", explica. Su película, de 75 minutos y en riguroso blanco y negro -"es mi forma de expresión", dice este cineasta, originariamente fotógrafo-, está "imaginada" para ser compartida.
Es un filme surgido tras la muerte de un pariente que vivía en la calle. La pieza fundamental para culminarlo es Roberto Minervini, productor que le ha acompañado en toda su carrera.
Carlos Alfonso Corral tendrá que esperar aún a ver la reacción del público en la Berlinale del próximo junio o en una sala de cine. Sí ha compartido su película con algunos de sus personajes, ante los que la proyectó hace unas semanas.
"Fue hermoso y a la vez triste. Me recibieron con corazón y amor. Pero algunos de ellos ya no estaban ahí, su vida había cambiado, uno había muerto", cuenta. Brandon y Reagan tuvieron su bebé, pero quedó bajo custodia de las autoridades de protección de menores.
MÉXICO, TAMBIÉN A COMPETICIÓN
Será el regreso del cineasta a la competición de ese festival europeo, tras haber ganado hace tres años un Oso de Plata al mejor guion con "Museo", sobre el expolio artístico en México e interpretada por Gael García Bernal. A medio camino entre el documental y la ficción, "Una película de policías" denuncia de la corrupción policial en México D.F. EFE
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