Entre la defensa del cine iraní y la sutileza japonesa
Gemma Casadevall
Berlín, 4 mar (EFE).- La Berlinale reeditó hoy, en la recta final de su edición virtual, su defensa del golpeado cine iraní y también su pasión por la sutilidad japonesa, presentes en la lucha por los Osos con "Ballad of a White Cow" y "Wheel of Fortune and Fantasy", de Ryusuke Hamaguchi.
Un año después de entregar el Oro a "There is no Evil", dirigida por Mohammad Rasoulof, el festival reincidió en lo de incluir a competición un filme incómodo para Teherán, dirigido por Behtash Sanaeeha y Maryam Moghadam y que parece retomar el hilo de la anterior.
De nuevo, la ejecución de una condena a muerte, convertida en labor de rutina en Irán, con el agravante de que el ejecutado es inocente. A su viuda le corresponde encajar un año después el reconocimiento de la justicia iraní de que su esposo fue sentenciado por error.
A la explicación seguirá una promesa de indemnización y, a esta, algo más de dinero procedente de un hombre que se presenta como alguien que quedó en deuda con el ejecutado.
Si Rasoulof presentaba en su película a un buen padre de familia ejerciendo de verdugo, Sanaeeha y Moghadam ponen en escena a un juez hundido en un drama familiar y sumido en los remordimientos por esa sentencia errada.
Rasoulof, quien el año pasado no pudo acudir a recoger el Oro por imperativo de Teherán, es este año miembro -asimismo ausente- del jurado.
El dúo de cineastas actual se inscribe en la línea del cine que desafía a Teherán y con el peligro de ser inhabilitados, como Jafar Panahi, ganador de un Oro en 2015 con "Taxi".
Los rostros compungidos de la viuda y el juez parecen directamente extraídos de esa línea sucesoria. La propia Moghadam da vida a la protagonista, mientras que el papel masculino lo asume Alireza Sanifar, de la escuela de Panahi.
Ella pasará de ciudadana abnegada a romper varios tabús. A través del personaje masculino se plasmará la crueldad del régimen iraní, lo de menos es si una ejecución fue o no arbitraria y por culpa de quién, ya que lo grave es la rutina con que se aplica. La vaca blanca a la que alude el título remite al inocente que espera su turno en penales saturados.
UN TRÍPTICO DONDE NADA ES LO QUE PARECE
Hamaguchi -habitual en los festivales europeos, de San Sebastián a Locarno, además de Cannes y Venecia- acudía a la sección oficial con un exponente de delicadeza japonesa, pero donde nada es lo que aparenta.
Son tres historias -un triángulo, una seducción, el encuentro de dos excompañeras de clase- cada una con engranajes internos nada triviales, que se van revelando frase a frase. Toman forma de pieza teatral en tres actos, con estructuras temporales que conviene no desatender.
Lo que, de entrada, toma la apariencia de un filme algo ñoño va in crescendo. El diálogo inicial de dos amigas, en el taxi, una contándole a la otra los encantos del nuevo amor, deriva en resentimientos no tan propios de gente joven. Un profesor y autor de éxito cae en desgracia por un audio que va a parar donde no debe, algo parecido a lo que le ocurre al vídeo sexual de la maestra en el film de Radu Jude, pero sin porno visual.
Las dinámicas humanas no siempre se mueven como corresponde. Sus mujeres -clase media, impecables, acomodadas- van cayendo en infortunios por torpeza, desmemoria o por recordar demasiado. Tras "Passion" (2008) y "Asako I & II", dos de los filmes presentados en otros festivales por este cineasta, Hamaguchi prueba ahora en una Berlinale que presume de buen olfato para el cine asiático.
EL MEXICANO RUIZPALACIOS, EL ÚLTIMO DISPARO
La 71 edición de la Berlinale es la más rara de la historia de ese festival, como lo son todos los eventos internacionales del cine en tiempos de pandemia. Ha quedado obligada a lo virtual, sin alfombra roja ni proyecciones, ya que los cine alemanes llevan desde noviembre cerrados.
La competición oficial se limitó a quince filmes -normalmente son una veintena- que se han comprimido en cuatro jornadas -de las diez usuales- y presentado por screening.
La esperanza de la organización es poder retomar el contacto con el público en un formato presencial, en junio.
Queda una concursante por conocer, "Una película de policías", del mexicano Alonso Ruizpalacios.
La organización de la Berlinale le ha reservado la última jornada de su ronda de screenings virtuales, este viernes, jornada en que el jurado dará a conocer su veredicto.
Es la segunda vez que este cineasta compite por los Osos, tras haber ganado hace tres años el de Plata al mejor guion con "Museo", sobre el expolio artístico en México e interpretada por Gael García Bernal.
A medio camino entre el documental y la ficción, "Una película de policías" denuncia la corrupción policial en México D.F. EFE
gc/jam/acm
(foto)La Berlinale, ante su jurado más raro
Gemma Casadevall
Berlín, 4 mar (EFE).- Hacer pronósticos de favoritos al Oso de Oro en una Berlinale siempre es tarea compleja; en los últimos diez o veinte años, los jurados optaron por ignorar las preferencias de la crítica. En esta 71 edición, virtual, el jurado está formado por seis directores que ya ganaron el máximo galardón, todos ellos cineastas ajenos a convenciones.
El órgano "quinielístico" tradicional de toda Berlinale es la puntuación que difunde a diario la revista "Screen", elaborado por la valoración de críticos internacionales.
En esta ocasión, la cabecera se la disputan la alemana "Herr Bachmann und seine Klasse" -documental de Maria Speth sobre un veterano maestro de provincias- e "Introduction", del surcoreano Hong Sang-soo.
Su perseguidora es "Fabian", del alemán Dominik Graf, y la georgiana "What do we see when we look at the Sky". Asimismo bien colocadas están "Petite Maman", de Céline Sciamma, y la rompedora "Bad Luck Banging or Loony Porn", del rumano Radu Jude.
Las quince cintas incluidas en la sección oficial han sido presentadas en apenas cinco jornadas, a la espera de que mañana se comunique el veredicto del jurado.
La lista de "Screen" no incluye a las últimas películas presentadas este jueves por el festival -la iraní "Ballad of a White Cow", la japonesa "Wheel of Fortune and Fantasy" y la mexicana "Una película de policías"- teóricas firmes aspirantes también.
El órgano "quinielístico" tradicional de toda Berlinale es la puntuación que difunde a diario la revista "Screen", elaborado por la valoración de críticos internacionales.
En esta ocasión, la cabecera se la disputan la alemana "Herr Bachmann und seine Klasse" -documental de Maria Speth sobre un veterano maestro de provincias- e "Introduction", del surcoreano Hong Sang-soo.
Su perseguidora es "Fabian", del alemán Dominik Graf, y la georgiana "What do we see when we look at the Sky". Asimismo bien colocadas están "Petite Maman", de Céline Sciamma, y la rompedora "Bad Luck Banging or Loony Porn", del rumano Radu Jude.
Las quince cintas incluidas en la sección oficial han sido presentadas en apenas cinco jornadas, a la espera de que mañana se comunique el veredicto del jurado.
La lista de "Screen" no incluye a las últimas películas presentadas este jueves por el festival -la iraní "Ballad of a White Cow", la japonesa "Wheel of Fortune and Fantasy" y la mexicana "Una película de policías"- teóricas firmes aspirantes también.
DE LA BOSNIA ZBANIC AL IRANÍ RASOULOF
No ha habido oportunidad en esta Berlinale virtual, sin alfombra roja ni comparecencias ante los medios, de tantear las preferencias de los miembros del jurado. Su única intervención fue en formato zoom, en un debate a distancia moderado por el director del festival, Carlo Chatrian.
No hay un presidente del jurado y tampoco se sigue el esquema clásico -algún director de cine, un actor o actriz, más productores. Todos sus miembros tienen el mismo rango o teórico poder decisorio.
Uno de ellos, el iraní Mohammad Rasoulof, ni siquiera pudo acudir a una sesión fotográfica previa con sus colegas en la sede del festival, ya que las autoridades de Teherán le impidieron salir del país.
Rasoulof ganó el Oro en 2020 con "There is no Evil", un premio que no pudo recoger personalmente, retenido en Teherán, y que se interpretó como un reconocimiento a la capacidad de resistencia de los cineastas iraníes a las imposiciones del régimen.
El filme de Rasoulof se centraba en cuatro verdugos -el que cumple porque es su trabajo, el que tiembla ante la ejecución, el que huye y el que obedece-. No era el favorito, pero tampoco levantó indignación.
Un año antes, el israelí Nadav Lapid recogió con "Synonymes" un Oro que parecía destinado a François Ozon por "Gràce à Dieu", una denuncia sobre el silencio de la iglesia frente a la pederastia, al que se reservó el Gran Premio del Jurado.
En su diálogo con Chatrian, Lapid recordó que compartió vuelo con Ozon tras recibir el premio y cómo ambos comentaron el inesperado veredicto del jurado, presidido por la actriz francesa Juliette Binoche, que al parecer no hizo inclinar la balanza a favor de su compatriota.
Al zoom con Rasoulof y Lapid se unió el de la tercera integrante del jurado la rumana Adina Pintilie, ganadora en 2018, también contra pronóstico, con "Touch me not", una producción que rompía unos cuantos cánones. Su estreno en el festival había producido deserciones del público, entre largas escenas de sexo, diálogos con personas incapacitadas para ejercerlo o discapacitados que disfrutan en plenitud su sexualidad.
La cuarta integrante del equipo, Oro en 2017, es la húngara Ildiko Enyedi, que ganó el máximo premio con "On Body and Soul", otro filme que había sido recibido con calidez, pero que no partía como favorito, sobre el hermoso cuento de un jefe y una empleada de un matadero que comparten sueños.
Gianfranco Rosi -incluido en el jurado, aunque ausente en la presentación con Chatrian- ganó el Oro en 2016 con su "Fuocoammare", sobre el drama migratorio en aguas del Mediterráneo. Una película que impactó en la Berlinale, un año después de la crisis migratoria que llevó a Alemania a casi un millón de refugiados. Fue probablemente el pronóstico menos inesperado de los últimos tiempos, debido al jurado presidido por la actriz estadounidense Meryl Streep.
Cierra el círculo del jurado la realizadora bosnia Jasmila Zbanic, quien se llevó el Oro en 2006 con su drama sobre la violación como arma de guerra "Grbavica". Era entonces una debutante y se presentaba con un filme rodado desde la absoluta sobriedad, con un equipo mínimo y total desnudez de medios. EFE
gc/jam/acm
No hay un presidente del jurado y tampoco se sigue el esquema clásico -algún director de cine, un actor o actriz, más productores. Todos sus miembros tienen el mismo rango o teórico poder decisorio.
Uno de ellos, el iraní Mohammad Rasoulof, ni siquiera pudo acudir a una sesión fotográfica previa con sus colegas en la sede del festival, ya que las autoridades de Teherán le impidieron salir del país.
Rasoulof ganó el Oro en 2020 con "There is no Evil", un premio que no pudo recoger personalmente, retenido en Teherán, y que se interpretó como un reconocimiento a la capacidad de resistencia de los cineastas iraníes a las imposiciones del régimen.
El filme de Rasoulof se centraba en cuatro verdugos -el que cumple porque es su trabajo, el que tiembla ante la ejecución, el que huye y el que obedece-. No era el favorito, pero tampoco levantó indignación.
Un año antes, el israelí Nadav Lapid recogió con "Synonymes" un Oro que parecía destinado a François Ozon por "Gràce à Dieu", una denuncia sobre el silencio de la iglesia frente a la pederastia, al que se reservó el Gran Premio del Jurado.
En su diálogo con Chatrian, Lapid recordó que compartió vuelo con Ozon tras recibir el premio y cómo ambos comentaron el inesperado veredicto del jurado, presidido por la actriz francesa Juliette Binoche, que al parecer no hizo inclinar la balanza a favor de su compatriota.
Al zoom con Rasoulof y Lapid se unió el de la tercera integrante del jurado la rumana Adina Pintilie, ganadora en 2018, también contra pronóstico, con "Touch me not", una producción que rompía unos cuantos cánones. Su estreno en el festival había producido deserciones del público, entre largas escenas de sexo, diálogos con personas incapacitadas para ejercerlo o discapacitados que disfrutan en plenitud su sexualidad.
La cuarta integrante del equipo, Oro en 2017, es la húngara Ildiko Enyedi, que ganó el máximo premio con "On Body and Soul", otro filme que había sido recibido con calidez, pero que no partía como favorito, sobre el hermoso cuento de un jefe y una empleada de un matadero que comparten sueños.
Gianfranco Rosi -incluido en el jurado, aunque ausente en la presentación con Chatrian- ganó el Oro en 2016 con su "Fuocoammare", sobre el drama migratorio en aguas del Mediterráneo. Una película que impactó en la Berlinale, un año después de la crisis migratoria que llevó a Alemania a casi un millón de refugiados. Fue probablemente el pronóstico menos inesperado de los últimos tiempos, debido al jurado presidido por la actriz estadounidense Meryl Streep.
Cierra el círculo del jurado la realizadora bosnia Jasmila Zbanic, quien se llevó el Oro en 2006 con su drama sobre la violación como arma de guerra "Grbavica". Era entonces una debutante y se presentaba con un filme rodado desde la absoluta sobriedad, con un equipo mínimo y total desnudez de medios. EFE
gc/jam/acm
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