Boorman mostró una Sudáfrica endulzada y Howard emuló a Marlboro
Berlín, 7 feb (EFE).- La Berlinale incidió en las heridas de Sudáfrica y los Balcanes, de la mano de John Boorman y Vinko Bresan, y completó la jornada a concurso con un western de Ron Howard, tres filmes que evidencian que el despliegue de actores y buenas intenciones no son garantía de filme redondo.
"Country of my Skull", la esperada película de Boorman, con Juliette Binoche y Samuel L. Jackson, llegó al Festival Internacional de Cine de Berlín amparada en el áurea de cine de alto voltaje político y con el desafío de estar a la altura del gran tema que aborda: la reconciliación en la Sudáfrica de Nelson Mandela.
El trasfondo es ambicioso: el trabajo de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación, explicado por una comprometida periodista blanca sudafricana -Binoche- y un algo cínico enviado especial del diario Washington Post -Jackson-.
"Es un filme con un mensaje claramente esperanzador, de apoyo al trabajo de comisiones como la instituida en Sudáfrica como vía a la auténtica reconciliación", dijo Boorman, por segunda vez en la Berlinale, tras "The Taylor of Panama", en 2001.
"Sudáfrica marcó el camino a seguir con esa comisión, que brindó a los culpables de atroces crímenes la posibilidad de pedir perdón y ser amnistiados, caso de demostrarse que cumplieron órdenes. Es un ejemplo para cerrar las heridas en tantos otros conflictos, como Irlanda del Norte, Oriente Medio, Bosnia", apuntó el director.
Un filme cargado de buenas intenciones, con un atractivo reparto dominado por la presencia de Binoche y espléndidamente filmado, que sin embargo quedó por debajo de lo esperado en una Berlinale que había anunciado la búsqueda de la reconciliación en la Sudáfrica de Mandela como plato fuerte temático del Festival.
Boorman ofrece un retrato infantilista de los negros sudafricanos, a los que presenta como seres ingenuos, cantando y bailando o bebiendo hasta caer tumbados.
Probablemente por un afán de no caer en el linchamiento cinematográfico de la minoría blanca, convierte las sesiones públicas de la Comisión de la Verdad en una especie de juicios populares con mujeres desmayándose de dolor y niños abrazando a los verdugos de sus padres, siempre en aras de la reconciliación.
Todo en el filme es previsible: el romance entre el avezado corresponsal del Washington Post y la bienintencionada periodista blanca que nunca atisbó que entre los torturadores hubo algunos de sus seres queridos, la hiriente verdad familiar que sale a flote, etcétera.
Y, puestos a confesar y asumir verdades de crímenes contra la humanidad, también habrá que afrontar las mentiras privadas, por encima del dolor que causen y si hay o no amnistía para ellos, es el mensaje de Boorman.
El despliegue de medios, fotografía y, en general, inteligentes actores al servicio de Boorman no da como resultado el filme poderoso que pretendía el festival.
En el extremo opuesto se encuentra "Svejedoci", del croata Vinko Bresan, una película de bajo presupuesto, sobre un crimen perpetrado por tres soldados en un pueblo de Croacia en el que nadie quiere escarbar puesto que el muerto es serbio.
Bresan, un director de 39 años que hace cuatro presentó en Berlín, fuera de concurso, "Marshall Tito's Spirit", construye una sensible historia que también habla de reconciliación, de heridas y de cicatrices por cerrar en el campo aún minado de Bosnia.
"Es un filme hecho desde varios puntos de vista entrecruzados, porque así son los Balcanes", explicó Bresan acerca de los saltos en el tiempo y perspectivas, a modo de puzzle para el espectador.
Y ya lejos de los conflictos de estos tiempos, Howard presentó en la Berlinale su "The Missing", un western con Tommy Lee Jones convertido en indio de adopción en misión de rescate junto a su hija blanca que abandonó años atrás -Cate Blanchett-.
Largos y bellísimos planos de caballos y jinetes cabalgando por las montañas, en el mejor estilo de los anuncios de Marlboro, alternados con cruentas escenas de lucha entre perseguidos y perseguidores forman una especie de balada al hombre de espíritu libre.
Howard saca un excelente partido de sus actores, lo mejor de la película, además de esas escenas "marlboronianas" que invitan a dar la espalda a la civilización. EFE gc/ih/egn
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