lunes, 25 de febrero de 2008
sábado, 16 de febrero de 2008
martes, 12 de febrero de 2008
En el lago de Eimbcke
martes, 12 de febrero de 2008
Un enervante mundo feliz
Mike Leigh refresca la Berlinale con un delicioso elogio a la felicidad
Gemma Casadevall
Berlín, 12 feb (EFE).- El británico Mike Leigh refrescó hoy la Berlinale con "Happy-Go-Lucky", un elogio a la felicidad por mucho que las criaturas felices puedan enervar al resto del mundo, en una jornada compartida con el documental "Standard Operating Procedure", sobre las torturas a presos iraquíes en Abu Ghraib.
"El mundo no es maravilloso, por eso es importante responder con optimismo al negativismo de la vida", afirmó Leigh sobre el mundo que retrata en su comedia, construida sobre una joven londinense empeñada en ser feliz incluso cuando le roban la bicicleta.
Poppy, interpretado por Sally Hawins, es esa muchacha inmune a la amargura que viste como vive, en colorines. El reverso de la moneda es Scott -Eddie Marsan-, un profesor de autoescuela torturado y "torturante", enfermo de su propia bilis interior.
Del cruce de ambos surge un film delicioso con escenas magistrales, como una clase de flamenco impartida por una sevillana que trata de inculcar a su alumnado el secreto del taconeo como arma para marcar el territorio, en la vida y en el amor.
"El flamenco es sexy, rabia, fuerza y pasión. Incluimos la escena mientras desarrollábamos el personaje porque pensamos que cuadraba en el esquema vital de Poppy, ahí la catapultamos", explicó Leigh.
"Poppy es una muchacha que ama la vida", resumió Hawins. El acierto de Leigh consiste en reflejarlo y a la vez demostrar que no es una "Party Girl" sin cerebro, sino un ser dotado de una enorme sensibilidad para captar traumas ajenos y dar respuestas adultas, cuando la situación lo requiere.
Leigh encandiló a la Berlinale con una película que se aparta de su estilo más social o dramático, como "Secretos y mentiras" (1996) o "El secreto de Vera Drake" (2004). "No es una película de seres blancos o negros, es una película con seres dominados por el lado oscuro o por el lado positivo, pero sin unilateralidad", dijo Leigh.
El mundo en colorines de Poppy arrancó risas y ovaciones, en una jornada marcada por el pase del film de Errol Morris, el primer documental a competición en la historia del festival.
Morris secciona en su película, con la meticulosidad de un médico forense, las fotografías que en 2003 sacudieron al mundo, en que se mostraba a soldados estadounidenses humillando y torturando a presos iraquíes y posando sonrientes junto a sus cuerpos.
Dispone de un material de excepción: los testimonios de sus protagonistas, como la soldado Lynndie England, la de la famosa fotografía con un preso atado como un perro, o su compañera Sabrina Harman, que sonreía haciendo la señal de la victoria.
Ambas cuentan a la cámara hasta el último detalle cómo y por qué fueron tomadas esas imágenes. England relata su experiencia en un ejército donde la mujer no puede mostrar flaquezas y explica que se dejó hacer esas fotos para impresionar a su novio, Charles Graner.
Morris plantea lo ocurrido en Abu Ghraib como parte de una "Standard Operating Procedure" -o sea, procedimiento habitual con presos iraquíes-, en que el acto de desnudar a los reclusos y hacerlos posar ante mujeres soldado era una forma de vejación sexual.
La cárcel iraquí, como otras instalaciones del ejército de EEUU en ese país, se levantó de acuerdo a un plan, y lo ocurrido no fue obra de un grupo de soldados, más o menos embrutecidos, sino que respondía a una estrategia concreta refrendada desde arriba, según la película.
El problema es que los 118 minutos de frío documental, en que se combinan el relato de sus testigos con las fotografías, más las escenas de ficción representando algunas torturas, no despiertan la empatía. Una autopsia puede establecer la causa de una muerte, pero no el móvil del asesino.
Completó la jornada "Bam Gua Nat" -"Day and Night"-, del coreano Hong Sangsoo. Como es habitual en la Berlinale con las películas asiáticas, se proyectó en la disuasoria sesión de las nueve de la mañana y sus 145 minutos no impulsaban a hacer el esfuerzo de madrugar.
Quienes cumplieron con su obligación se encontraron con un film algo hueco, pero agradable, sobre el diario de un coreano huido a París por un problema policial.
El hombre alterna las conversaciones nocturnas con su esposa, en Seúl, con largos paseos con una bolsa de plástico por un mundo que no le pertenece, donde ni se roza con los franceses y donde su único reducto son los compatriotas.
Pasan por él una sucesión de mujeres -de la propia a las que va conociendo-, todas coreanas, todas idénticas, todas mentirosillas, hasta que una de esas mentiras le hace volver a Seúl. EFE gc/jcb/ibr
lunes, 11 de febrero de 2008
El "Lake Tahoe" de Fernando
Eimbcke: "Uno se ve increíblemente bien representando al cine mexicano hoy"
Gemma Casadevall
Berlín, 11 feb (EFE).- El director Fernando Eimbcke devolvió el cine mexicano a la sección a competición de la Berlinale con "Lake Tahoe", un film que la crítica internacional considera ya uno de los descubrimientos de ese festival, tras varios años de sequía en lo que respecta a México.
"Uno se ve increíblemente bien como representante del cine mexicano de hoy. Por supuesto que es una gran responsabilidad, pero también un orgullo que debo al impulso dado por gente como (Alfonso) Cuarón, (Carlos) Reygadas o (Alejandro) González Iñarritu", explicó Eimbcke, en entrevista con Efe.
De la escasez de anteriores Berlinales se pasó a tres filmes, ya que junto a Eimbke se exhiben "La frontera infinita", de Juan Manuel Sepúlveda, y "Sleep Dealer", de Alex Rivera, ambas en Panorama.
"Mis compañeros dieron el tirón, ahora nos beneficiamos todos. Aunque lo cierto es que creo que, incluso sin ese impulso o la confianza que me dio la Berlinale, mi película habría llegado tarde o temprano donde está, Europa", añadió, sin falsa modestia.
Eimbcke, a quien el festival berlinés presentó como un autor salido de su cantera porque hace unos años participó en su Talent Campus, aborda en "Lake Tahoe" la adolescencia, un tema recurrente en su anterior largometraje, "Temporada de patos".
"Es la etapa de tu vida que más te marca. De ahí surgen las principales relaciones que te acompañan parte de tu vida. También ahí se forja tu sentimiento distinto de la familia, la de los amigos, una especie de familia elegida", afirma.El film de Eimbcke acompaña a un muchacho, Juan, de taller en taller, en busca de una pieza de recambio para el automóvil que acaba de estrellar contra un poste. En su recorrido se desgrana ante el espectador de una familia por la muerte del padre.
"Partí de una idea parecida al Principito, el solitario en busca del amigo. A ello se añadió la confluencia de dos experiencias propias, la mía y la de Paula Markovitch (la guionista), ya que ambos habíamos perdido a nuestros padres", dice Eimbcke.
Se trata de un tema autobiográfico, aunque sólo en parte, surgido del proceso de "enfrentarse a algo que llevaba tiempo mordiendo por dentro, pero también tomando distancia".
El Juan de 16 años, personaje interpretado por Diego Cataño, no es Eimbcke ni su guionista, sino "alguien nuevo surgido de dos experiencias a su vez distintas, pese al paralelismo".
"Lake Tahoe" es un film en que su director saca partido a su gusto por jugar con elementos mínimos, pero donde "todo está planeado, muy planeado, muy medido. Soy muy meticuloso".
Juan, el muchacho que ha perdido al padre, se verá confrontado no sólo a esa muerte, sino que además experimentará a través de un bebé que alguien le coloca en los brazos la idea de una vida nueva.
"Algo muere, algo nace. Esa es la idea. Y también otra manera de afrontar la relación padre-hijo, desde la perspectiva de quien hasta ese momento sólo ha sido hijo y que de pronto piensa que puede ser un buen padre", afirma el director, de 38 años.
Eimbcke recurre en su segundo largometraje a un "instrumento de expresión" que ya utilizó en "Temporada de patos": La pantalla fundida en negro en momentos de especial intensidad, donde el espectador deja de ver la acción, pero sigue escuchándola.
"Es casi una señal de identidad. A algunos les parecerá excesiva, a mí me gusta experimentar, pienso que el cine debe ser para eso, para expresarse y tomarse la libertad de experimentar", dice.
El escenario elegido -"no por mí, sino por mi camarógrafo, Alexis (Zabé)"- es Puerto Progreso, en Yucatán. "Yo quería hacerlo en Toluca, cerca del Distrito Federal, porque es una ciudad industrial, de paredes grandes, sórdido y agreste, que me venía bien a la idea".
Zabé impuso Puerto Progreso "y eso acentuó un aspecto para mí importante. La película habla de muerte, pero en realidad tiene mucha vida. Así es el lugar donde rodamos: paredes desgastadas, donde surge la vida, matorrales que asoman entre resquicios".
En ese entorno, entre el desgaste y la vida que surge entre carreteras agrietadas y cruces de caminos se desarrolla un film de 85 minutos y a ritmo lento.
"Es el ritmo de la hora de la siesta, de la cultura de la gente que se siente y observa. A alguno le parecerá que es el tópico del México donde nadie quiere trabajar. En realidad es otra forma de percibir el tiempo".
Eimbcke dedicó "tres o cuatro años" a hacer esa película y afirma ahora no tener un proyecto cuajado para su siguiente film. "Lo que más me gusta es el proceso de edición, porque ahí es donde ves si llegaste o no donde querías. Tal vez haga un documental, es ahí también donde se decide todo". EFE gc/ih/ibr
domingo, 10 de febrero de 2008
Salvando el pabellón Coixet
Penélope y Kingsley, un gran domingo para la alfombra roja
Por Gemma Casadevall
Berlín, 10 feb (EFE).- La española Penélope Cruz y el británico Ben Kingsley brindaron hoy un gran domingo de cine sobre la alfombra roja de la Berlinale con "Elegy", de Isabel Coixet, una reflexión sobre un amor que nace moribundo porque surge del miedo a envejecer.
Espléndida y felina, Penélope, e impecable como siempre, Sir Kingsley, la pareja protagonista de Coixet dejó el festival con la gratificante sensación de haber entrado en la vía del gran cine, efecto al que contribuyó otro film a concurso, la iraní "Avaze Gonjeshk-Ha", de Majid Majidi.
"Elegy" reproduce una "inteligente y sutil forma", en palabras de Coixet, de reflejar la agonía que se plantea en la novela de Philip Roth "The Dying Animal", sobre la que está tejido el guión.
Vive en un mundo de seres mimados, que conducen buenos autos, comen en buenos restaurantes y tienen, además, una novia de su edad estupenda, lo que no les impide ser infieles. Esta vez, la elegida será una muchacha de origen cubano, Consuela, o sea Penélope, lo que evidentemente deja de ser un caso más.
Si cada episodio amoroso era un intento de tomarse un antídoto contra la vejez, esta vez se genera el efecto contrario. Irse a la cama con una estudiante treinta años más joven significa empezar a contar desde el primer día cuándo se le irá con un hombre de su edad.
El cáustico profesor con respuestas rápidas para cualquier pregunta incómoda -matrimonio, fidelidad- queda incapacitado para la reacción y se convierte en un amante enfermo de celos.
Coixet, quien en 1994 estuvo en la Berlinale con "Cosas que nunca te dije" y en 2002 compitió con "Mi vida sin mi", regresó así con otro film rodado en inglés que exhibe maestría, además del cuerpo hermoso de Cruz, y apuntalado en el texto de Roth.
"Tuvo un contacto muy estrecho. Me llamó, el día antes de empezar a rodar, y me dijo que tuviera en cuenta que el cuerpo tiene más memoria que el cerebro", explicó Coixet.
En el cuerpo de Penélope empieza todo y ahí regresa también la atención, cuando la relación parecía haberse extinguido. "No es una película sobre la enfermedad, sino sobre la belleza y la pérdida de ello", explicó Coixet, sobre la inversión de los papeles que finalmente se genera, evidencia de que no todo se decide en función de los polos vejez-juventud.
"Elegy" compartió el primer domingo de la Berlinale con la iraní "Avaze Gonjeshk-Ha" -The Song of Sparrows", en inglés- un film que se mueve en la línea de la poética cinematográfica habitual en esa cinematografía.
Rodada en parte en el bullicioso Teherán, en parte en el campo, el film de Majidi refleja las vicisitudes de un padre de familia que pierde su empleo en una granja avícola por culpa de un avestruz indómito y que se busca la vida como taxista en moto en las calles de la capital.
Se trata de todo un ejercicio fotográfico, desde el filosófico y fotogénico movimiento del avestruz de su desespero a los múltiples pasajeros que le salen al paso, transporte de antenas de televisión o frigoríficos incluidos.
Tras la perfección estética se encuentra la filosofía del hombre confrontado a la tentación de vender su alma buena a la avaricia, de la que se libra gracias a un infortunado accidente, seguido del regreso al corral del bendito avestruz. EFE gc/sc
Por Gemma Casadevall
Berlín, 10 feb (EFE).- La española Penélope Cruz y el británico Ben Kingsley brindaron hoy un gran domingo de cine sobre la alfombra roja de la Berlinale con "Elegy", de Isabel Coixet, una reflexión sobre un amor que nace moribundo porque surge del miedo a envejecer.
Espléndida y felina, Penélope, e impecable como siempre, Sir Kingsley, la pareja protagonista de Coixet dejó el festival con la gratificante sensación de haber entrado en la vía del gran cine, efecto al que contribuyó otro film a concurso, la iraní "Avaze Gonjeshk-Ha", de Majid Majidi.
"Elegy" reproduce una "inteligente y sutil forma", en palabras de Coixet, de reflejar la agonía que se plantea en la novela de Philip Roth "The Dying Animal", sobre la que está tejido el guión.
"Tuve la mejor pareja de baile que uno pueda tener para perder miedos a que algo pueda salir mal", apuntaló Penélope, en dirección a Kingsley, en un tono que iba más allá del piropeo habitual entre compañeros de rodaje. "Es un monstruo", resumió luego la actriz, respecto a un actor al que le cuadra perfectamente el título de Sir.
Fue un "trabajo intenso", dijo Kingsley, en pos de plasmar "nuestras "vulnerabilidades", en lo que el actor británico dijo haberse sentido "paulatinamente más seguro, respaldado por esas dos mujeres". O sea, Coixet y Cruz.
"Elegy" parte de una situación más que previsible: él es un profesor y crítico televisivo de literatura, acostumbrado a acostarse con una estudiante en cuanto acaba la relación docente, por eso de no meterse en líos.Vive en un mundo de seres mimados, que conducen buenos autos, comen en buenos restaurantes y tienen, además, una novia de su edad estupenda, lo que no les impide ser infieles. Esta vez, la elegida será una muchacha de origen cubano, Consuela, o sea Penélope, lo que evidentemente deja de ser un caso más.
Si cada episodio amoroso era un intento de tomarse un antídoto contra la vejez, esta vez se genera el efecto contrario. Irse a la cama con una estudiante treinta años más joven significa empezar a contar desde el primer día cuándo se le irá con un hombre de su edad.
El cáustico profesor con respuestas rápidas para cualquier pregunta incómoda -matrimonio, fidelidad- queda incapacitado para la reacción y se convierte en un amante enfermo de celos.
Coixet, quien en 1994 estuvo en la Berlinale con "Cosas que nunca te dije" y en 2002 compitió con "Mi vida sin mi", regresó así con otro film rodado en inglés que exhibe maestría, además del cuerpo hermoso de Cruz, y apuntalado en el texto de Roth.
"Tuvo un contacto muy estrecho. Me llamó, el día antes de empezar a rodar, y me dijo que tuviera en cuenta que el cuerpo tiene más memoria que el cerebro", explicó Coixet.
En el cuerpo de Penélope empieza todo y ahí regresa también la atención, cuando la relación parecía haberse extinguido. "No es una película sobre la enfermedad, sino sobre la belleza y la pérdida de ello", explicó Coixet, sobre la inversión de los papeles que finalmente se genera, evidencia de que no todo se decide en función de los polos vejez-juventud.
"Elegy" compartió el primer domingo de la Berlinale con la iraní "Avaze Gonjeshk-Ha" -The Song of Sparrows", en inglés- un film que se mueve en la línea de la poética cinematográfica habitual en esa cinematografía.
Rodada en parte en el bullicioso Teherán, en parte en el campo, el film de Majidi refleja las vicisitudes de un padre de familia que pierde su empleo en una granja avícola por culpa de un avestruz indómito y que se busca la vida como taxista en moto en las calles de la capital.
Se trata de todo un ejercicio fotográfico, desde el filosófico y fotogénico movimiento del avestruz de su desespero a los múltiples pasajeros que le salen al paso, transporte de antenas de televisión o frigoríficos incluidos.
Tras la perfección estética se encuentra la filosofía del hombre confrontado a la tentación de vender su alma buena a la avaricia, de la que se libra gracias a un infortunado accidente, seguido del regreso al corral del bendito avestruz. EFE gc/sc
sábado, 9 de febrero de 2008
Un grandioso "Beacause the night"
Patti Smith habló, cantó y llamó a movilizarse "porque la música no basta"
Gemma Casadevall
Berlín, 9 feb (EFE).- Patti Smith se convirtió hoy en heroína de la Berlinale, donde ofreció un improvisado mini-concierto en directo, guitarra al hombro, y desde donde llamó a movilizarse por la paz, "porque en la situación actual la música protesta no basta".
Cercana y a la vez diva, la cantante estadounidense protagonizó una sabrosa conferencia de prensa para presentar "Dream of Life", el documental que lleva como estandarte desde hace once años. En la rueda de prensa, Smith demostró tener tiempo y capacidad para todo, así como que ella no cabe en una etiqueta.
"Es cosa de periodistas vagos llamarme reina del punk o del punk-rock. Yo siempre estuve más allá de las etiquetas, las que sean. Empecé antes que el rock, soy además fotógrafa, poeta, amo muchas músicas, también el "Parsifal" de Wagner", explicó.
Pacifista de por vida, o así se define, Patti Smith convirtió la plataforma de la Berlinale en tribuna política para asegurar que, a pesar de no tener definido su candidato para las elecciones de EEUU -"tienen que trabajar aún para convencerme"-, sí sabe "el mal que ha hecho (el presidente George W.) Bush en Irak".
"En la situación mundial como la actual, la canción protesta no es suficiente. Hay que pasar a la acción. Con boicots, con marchas pacifistas, de muchas maneras. La poesía es inspiradora, pero nada más", afirmó.
Patti Smith no se limitó a hablar. También se escenificó a sí misma, jugando a fotografiar al despliegue de prensa con una vieja cámara de fotos, poniéndose y quitándose las gafas de sol o incluso cantando, sin más aditamento que su voz, una estrofa del "Because the night".
Luego, ya para cerrar, se colocó la guitarra y cantó entera "My Blakeen Year", como regalo a sus muchos seguidores que a buen seguro no irán al concierto berlinés, paralelo al festival.En medio, tuvo asimismo tiempo para hacer lo debido: hablar del filme que la ha llevado a la Berlinale, proyectado en la sección Panorama.
Se trata de una película nacida de varias experiencias dolorosas, la muerte de su padre y de su esposo, en 1995. "Tenía que recuperar fuerzas, volver al escenario, luchar por mis dos hijos. Y necesitaba nuevas y buenas fotografías".
Fue así, a través de un amigo, como entró en contacto con Steven Sebring, el cámara que además de fotografiarla la ha seguido durante once años hasta compactarlo todo en el documental de 109 minutos presentado en el festival.
"Es un documental íntimo. Nos hicimos amigos de inmediato, conectamos y este es el resultado", explicó Sebring.
Muchas imágenes en blanco y negro, preferentemente, y más intimidad que escenas de concierto: eso es lo que busca el documental, que incluye, según confesaron Smith y Sebring, alguna "escena robada", como una fugaz aparición de Bob Dylan.
"Sencillamente, no estábamos autorizados a grabarlo. El se dio cuenta, pero hizo como que no", explicó la cantante, quien en la Berlinale evidenció hasta qué punto es capaz de aceptar y regalar cercanías, sin traicionar a la diva que lleva dentro.
Para sus días en Berlín tiene en agenda no sólo la presentación del filme y su concierto paralelo, sino también hacer algo que le gusta: visitar la tumba de Bertolt Brecht.
"Me gustan los cementerios y las tumbas. Siempre que puedo los visito. Sean de poetas cercanos, como Rimbaud o Brecht, sean de conocidos. En los cementerios no veo muerte, sino vida. La de aquellos que me acompañaron y acompañan", explicó. EFE gc/chs
Etiquetas: berlinale 2008, cine, efe
sábado, 9 de febrero de 2008
Satisfaction
Mucho minimalismo
Mexicano Eimbcke convenció como exponente cine latinoamericano con voz propia
Gemma Casadevall
Berlín, 9 feb (EFE).- El mexicano Fernando Eimbcke convenció a la Berlinale con "Lake Tahoe", exponente del cine latinoamericano con voz propia, en una jornada en que México estuvo presente además como escenario de "Julia", un recital de Tilda Swinton como alcohólica.
"Es una película nacida de un proceso doloroso, la muerte de mi padre, en que me di cuenta de cómo el tiempo corre de otra manera", explicó Eimbcke, director que en su segundo largometraje se consagra como estilista de su "gusto por trabajar con elementos mínimos".
Tales mínimos son esencialmente un muchacho, Juan, en busca de una pieza de recambio del automóvil que acaba de estrellar contra un poste, entre talleres cerrados o mecánicos absortos en la desgana.
Cruces de carretera estáticos, en cámara fija, combinados con fundidos en negro -"me di cuenta que a ellos corresponde lo más importante del film", dijo Eimbcke- forman parte de esos "mínimos".
Trabajar entre escaseces no significa, en Eimbcke, falta de miniciosidad. Nada en los 85 minutos del film es casual, todo responde al empeño de reflejar cómo cada uno transporta su dolor.La mano de la madre asomando tras la cortina de la bañera, fumando, llorando y rodeada de álbumes familiares, bastan a Eimbcke para reflejar el desgarro de esa mujer. Para la proyección en el cine del barrio de una película de Bruce Lee recurre a otro mínimo preferente: la pantalla en negro, con los ruidos de kung-fu fondo.
Eimbcke regresó así a la Berlinale que conoció unos años atrás, como invitado del Talent Campus, taller para jóvenes talentos, donde se forjó su "Temporada de patos", el primer largometraje.
Rodada en Puerto Progreso, Yucatán, "Lake Tahoe" acudió a la Berlinale defendida por el director y por sus actores Diego Cataño, el protagonista, junto a Juan Carlos Lara y Daniela Valentine.
"Aprendí mucho haciendo el personaje. Trabajar en la película me ayudó a crecer", dijo Cataño, intérprete ya en "Temporada de patos".
"Lake Tahoe" no sale del reducto por momentos precario y anclado en el tiempo lento de Puerto Progreso, mientras que el México que refleja "Julia", de Erick Zonca, es escenario de una persecución policial disparada de ritmo y dramatismo.
El tema de la película es de difícil manejo: una mujer que fue hermosa, al borde del derrumbe físico por el alcohol -papel que le viene como anillo al dedo a Swinton- y convertida en secuestradora y maltratadora de un niño de ocho años, de madre mexicana.
Kate del Castillo, fuera de sus orígenes telenovelesco, es la madre que le encarga el secuestro de su niño, del que le han quitado la custodia por lo mismo que se lo quitarían a Swinton, de tenerlos.
Se conocen de las sesiones de alcohólicos anónimos y en la tarea no las una empatía alguna, sino que cada una ve en la otra un vehículo: ganar dinero y recuperar al niño, respectivamente.
A Zonca se le escapan de las manos cuestiones como credibilidad -como reprochó en la conferencia de prensa algún medio mexicano- y Swinton va salvando escenas, decidida a ganarse el Oscar.
"No sé por qué se insiste en decir que es un 'remake' de la 'Gloria' de John Cassavetes. No es cierto, no lo pretendimos nunca", enfatizó Swinton, sin demasiado éxito en sus ansias de convencer.
México fue un común denominador en "Lake Tahoe" y "Julia", mientras que la película de Swinton y la tercera a competición, "Gardens of the night", de Damian Harris, compartían algo de temática: secuestros infantiles.
La película de Harris, en que John Malkovich desempeña un pequeño papel, arranca del secuestro de una preciosa niña rubia camino de la escuela y deriva en los bajos fondos de la prostitución y la droga.
A la parte de la infancia se le da un tratamiento "light", puesto que el tema de la pederastia es suficientemente duro como para no necesitar planos extremos.
Cuando entran en la adolescencia, Harris apuesta por una pareja de preciosidades, Gillian Jacobs y Evan Ross. Un dúo de caras bonitas -blanca y rubia, ella, negro, él-, más creíble para un anuncio de moda juvenil que para representar a quienes, a esas alturas, deberían estar al menos ajados por la droga. EFE gc/sc
viernes, 8 de febrero de 2008
Chupa de cuero, una espléndida sonrisa
Shah Ruhk Khan, un lindo intruso de Bollywood en la Berlinale
Gemma Casadevall
Berlín, 8 feb (EFE).- El actor indio Shah Ruhk Khan, la máxima estrella de Bollywood, encandiló hoy a su paso por la Berlinale con un derroche de sonrisas para acompañar "Om Shanti Om", una película típica de su género y por tanto una intrusa en un festival de cine.
"Llevo 17 años en esto, pero por primera vez en mi vida me siento un actor de verdad", saludó el actor, enfundado en una chaqueta de cuero y metiéndose en el bolsillo frase a frase a la prensa del festival, generalmente hostil hacia lo que se consideran subgéneros.
"Las películas indias son así: ruidosas y de colorines, porque así somos también nosotros, ruidosos, tanto cuando nos reímos como cuando lloramos", añadió, respecto a la singular estética, acústica y coreografía de los musicales de Bollywood.
Estridente es "Om Shanti Om", una superproducción de cerca de tres horas, en la que Khan hace de todo: de ingenuo actorcillo sin fortuna, de estrella consagrada al amor de la fama, de papá, de supermán, de héroe enamorado y de vengador de la amada traicionada.
Para ello, nada como la reencarnación, algo tan asumido en la cultura india como, al decir de Khan, las películas de Bollywood.
"Es la evasión pura para la gente sencilla. La única manera de acceder a un mundo feliz, como en sueños", afirmó el actor.
Khan no se plantea siquiera, dijo, la posibilidad de pasar a la auténtica fábrica de sueños, Hollywood."Eso no es para mi. Mi inglés no es suficientemente bueno y además tampoco encajaría con algunos papeles de exótico, porque no sé bailar la salsa", dijo, desatando a cada uno de sus teóricos alardes de modestia sonrisas y aplausos.
Khan no aspira a Hollywood, sino a seguir en la India: "Si al final de mi carrera puedo llegar a decir que efectivamente he contribuido a acercar mi país al resto del mundo, me doy por satisfecho", afirmó.
"Om Shanti Om" se exhibía fuera de concurso, en la sección Panorama Special, y acudió a la Berlinale como una apuesta personal de su director, Dieter Kosslick.
Desde hacía unas semanas, el director del festival iba cacareando que Khan es la única estrella del mundo con mil millones de aficionados, decenas de miles de los cuales habían emprendido viaje a Berlín en autocar, desde Nueva Delhi.
Fue una de las bromas más repetidas por Kosslick antes de la Berlinale que ayer abrió sus puertas, pero de alguna manera parece que cuajó entre el público.
La crítica más severa ignoró el pase de "Om Shanti Om" y su proyección en la Berlinale tuvo un carácter anecdótico.
A escala popular, fue un éxito total, puesto que las entradas a disposición del público quedaron agotadas a los seis minutos de abrirse la taquilla.
Adolescentes berlinesas que habían madrugado para hacerse con su entrada quedaron defraudadas y lloraban ante las cámaras de los reporteros de televisión.
Muchas de ellas siguieron hoy en directo, desde la pantalla gigante ante el Berlinale Palast, la conferencia de prensa en que Khan revalidó el título del más lindo de Bollywood. EFE gc/rz/dm
"Es la evasión pura para la gente sencilla. La única manera de acceder a un mundo feliz, como en sueños", afirmó el actor.
Khan no se plantea siquiera, dijo, la posibilidad de pasar a la auténtica fábrica de sueños, Hollywood.
"Eso no es para mi. Mi inglés no es suficientemente bueno y además tampoco encajaría con algunos papeles de exótico, porque no sé bailar la salsa", dijo, desatando a cada uno de sus teóricos alardes de modestia sonrisas y aplausos.
Khan no aspira a Hollywood, sino a seguir en la India: "Si al final de mi carrera puedo llegar a decir que efectivamente he contribuido a acercar mi país al resto del mundo, me doy por satisfecho", afirmó.
"Om Shanti Om" se exhibía fuera de concurso, en la sección Panorama Special, y acudió a la Berlinale como una apuesta personal de su director, Dieter Kosslick.
Desde hacía unas semanas, el director del festival iba cacareando que Khan es la única estrella del mundo con mil millones de aficionados, decenas de miles de los cuales habían emprendido viaje a Berlín en autocar, desde Nueva Delhi.
Fue una de las bromas más repetidas por Kosslick antes de la Berlinale que ayer abrió sus puertas, pero de alguna manera parece que cuajó entre el público.
La crítica más severa ignoró el pase de "Om Shanti Om" y su proyección en la Berlinale tuvo un carácter anecdótico.
A escala popular, fue un éxito total, puesto que las entradas a disposición del público quedaron agotadas a los seis minutos de abrirse la taquilla.
Adolescentes berlinesas que habían madrugado para hacerse con su entrada quedaron defraudadas y lloraban ante las cámaras de los reporteros de televisión.
Muchas de ellas siguieron hoy en directo, desde la pantalla gigante ante el Berlinale Palast, la conferencia de prensa en que Khan revalidó el título del más lindo de Bollywood. EFE gc/rz/dm
Para ello, nada como la reencarnación, algo tan asumido en la cultura india como, al decir de Khan, las películas de Bollywood.
"Es la evasión pura para la gente sencilla. La única manera de acceder a un mundo feliz, como en sueños", afirmó el actor.
Khan no se plantea siquiera, dijo, la posibilidad de pasar a la auténtica fábrica de sueños, Hollywood.
"Eso no es para mi. Mi inglés no es suficientemente bueno y además tampoco encajaría con algunos papeles de exótico, porque no sé bailar la salsa", dijo, desatando a cada uno de sus teóricos alardes de modestia sonrisas y aplausos.
Khan no aspira a Hollywood, sino a seguir en la India: "Si al final de mi carrera puedo llegar a decir que efectivamente he contribuido a acercar mi país al resto del mundo, me doy por satisfecho", afirmó.
"Om Shanti Om" se exhibía fuera de concurso, en la sección Panorama Special, y acudió a la Berlinale como una apuesta personal de su director, Dieter Kosslick.
Desde hacía unas semanas, el director del festival iba cacareando que Khan es la única estrella del mundo con mil millones de aficionados, decenas de miles de los cuales habían emprendido viaje a Berlín en autocar, desde Nueva Delhi.
Fue una de las bromas más repetidas por Kosslick antes de la Berlinale que ayer abrió sus puertas, pero de alguna manera parece que cuajó entre el público.
La crítica más severa ignoró el pase de "Om Shanti Om" y su proyección en la Berlinale tuvo un carácter anecdótico.
A escala popular, fue un éxito total, puesto que las entradas a disposición del público quedaron agotadas a los seis minutos de abrirse la taquilla.
Adolescentes berlinesas que habían madrugado para hacerse con su entrada quedaron defraudadas y lloraban ante las cámaras de los reporteros de televisión.
Muchas de ellas siguieron hoy en directo, desde la pantalla gigante ante el Berlinale Palast, la conferencia de prensa en que Khan revalidó el título del más lindo de Bollywood. EFE gc/rz/dm
Demoníaco petrolero
Berlín, 8 feb (EFE).- La película "There Will Be Blood", de Paul Thomas Anderson, acaparó la primera jornada a competición de la Berlinale, apuntalada en un grandioso Daniel Day-Lewis encarnando la maldad del capitalismo petrolero y otros diablos de este mundo.
Anderson, Oso de Oro por "Magnolia" en el 2000, dejó claro que lo suyo no es la falsa modestia: "Por supuesto esperamos todos los Oscar, incluso aquellos para los que no somos candidatos", dijo el director, bromeando con sus ocho designaciones a estatuilla. "The Will Be Blood", principal rival del "No Country For Old Men" de los hermanos Cohen en la carrera por los Oscar, tampoco entra en el concepto de lo modesto. Day-Lewis no escatima en interpretación, sino que personifica hasta lo demoníaco su papel de hombre que casi se deja la vida perforando pozos de petróleo y a quien por tanto no interesa la integridad de la ajena. "A veces cuesta lo suyo, pero con Anderson uno acaba encontrando el camino para explicar lo que quiere", dijo el actor, quien en Berlín demostró que no sólo arriesga en la interpretación, sino también en el atuendo: una llamativa camisa blanca y negra, con grandes flores rojas estampadas. "Hacer un film es como perforar un pozo petrolífero. Uno no sabe si saldrá algo, pero sigue perforando, como si le fuera la vida en ello", dijo el director. "There Will Be Blood" refleja un capitalismo petrolero que el único principio al que atiende es al de embaucar al hombre del campo y comprarle la tierra a precio de prado de perdices para extraer oro negro. Lo importante es sentir un océano de petróleo bajo sus pies, el resto es material de desecho. Un negocio que sólo puede funciona desde la absoluta falta de escrúpulos y que florece si se pacta con el diablo. Es decir, el fanatismo religioso, encarnado en la película por la Iglesia de la Tercera Revelación aunque podría ser también cualquier otro fundamentalismo engatusador. La película de Anderson reposa sobre la espalda poderosa de Day-Lewis, a su vez viejo conocido de la Berlinale, que en 1993 tuvo también su Oso de Oro por "En nombre del padre" de Jim Sheridam. "Por favor, borren de su cerebro todo lo que han leído o escuchado de mi", dijo, ante el alud de preguntas sobre cómo preparaba sus impactantes interpretaciones. A su lado, Paul Dano, asimismo magnífico en su papel de diabólico predicador, trataba de explicar qué se siente como co-protagonista con Day-Lewis: "Siempre trata uno de prepararse al máximo. Más aquí, donde era imposible no sentir que se quedó uno corto". "There Will Be Blood" y Day-Lewis eran el plato fuerte de la primera jornada a competición en una Berlinale que ayer tuvo un poderoso arranque con los Rolling Stones de "Shine a Ligh", fuera de concurso. Sus compañeras de jornada -entre las 21 que compiten por los Osos- apenas han podido darle réplica. Por un lado, "Zou You" -"In love we trust", en inglés-, del chino Wang Xiaoshuai, que parte del dilema de una pareja que dejó de serlo hace años pero que ahora se ve en la tarea de tener que procrear de nuevo para dar con el donante idóneo para su hija enferma. Por el otro, la finlandesa "Musta Jaa" -"Black Ice"-, de Petri Kotwica, que acudía al festival anunciado como un film alejado del estilo de los hermanos Kaurismäki, Aki y Mikka. La primera sorprendió, por su estilo occidentalizado y por abordar un tema complejo, con seriedad y sin lloriqueos, que parte de una situación difícil, al borde de lo imposible, y va resolviéndose de buena manera. La segunda dejó la sensación de que, al margen de la elección de dos buenas actrices -Outi Maenpaa y Ria Kataja- el film no reunía los mínimos para ir a un festival, menos a competición. El hilo argumental arranca de un triángulo amoroso sin más misterios, que cae en lo grotesco escena a escena, como si el guionista realmente fuera improvisando qué hacer al siguiente plano antes de decidirse por el punto final. EFE gc/rz/agf |
jueves, 7 de febrero de 2008
Bailando con Mick
Berlín, 7 feb (EFE).- La Berlinale arranca mañana más movida y bailable que nunca con los Rolling Stones, a los que seguirá el bullicio de Bollywood, el rock de Patti Smith y la música Neil Young, salpicando un desfile de veintiún aspirantes a los Osos que traerá la presencia de Penélope Cruz.
"Elegy", la película dirigida por Isabel Coixet con Cruz y Ben Kingsley como protagonista masculino, es un exponente de cine en que se mezclan "sexo y poder, erótica y muerte", según el programa del festival, y también una de las que más público arrastrará al cine. Así lo avanza el director de la Berlinale, Dieter Kosslick, en entrevista hoy al popular diario "Bild", donde afirma que "por supuesto" hay máxima demanda para ver a Stones, seguido del de Young y "Elegy", sin olvidar al popular Bollywood. Kosslick quería un arranque con garra y se lo aseguró al prometer la presencia de los Stones defendiendo "Shine a Light", la película dirigida por Martin Scorsese que inaugura el 58 Festival de Cine. El documental se exhibe fuera de concurso, como también "CSNY Dejâ vu", sobre Young, y "Dream of Life", donde la cámara sigue a Patti Smith a lo largo de once años. También a exhibición irá "Filth and Wisdom", debut de Madonna como directora, que según Kosslick se "auto-invitó" mediante una postal para presentarse en Berlín. Otro gran revuelo mediático espera Kosslick para la proyección de "Om Shanti Om", con la presencia de la superestrella de Bollywood Shah Rukh Khan, único actor del mundo que, al decir de Kosslick, tiene mil millones de seguidores. Los berlineses entendieron el chiste y agotaron en seis minutos cronometrados las entradas para ver la producción india, revalidando así la fama del festival como el más popular del mundo, ya que pone a disposición del público de a pie 220.000 localidades. Otra cosa es cómo se tome la crítica severa tanta incursión al espectáculo. Hasta ahora, en sus entrevistas, Kosslick, que se confiesa "viejo rockero", ha hablado más de los Stones que de las veintiún películas que lucharán por los Osos, la esencia del festival. Preside el jurado el realizador griego Constantin "Costa" Gavras, custodiado por la actriz francesa Sandrine Bonnaire. La selección de concursantes va de "Elegy" al documental "Standard Operating Procedure", sobre las torturas a iraquíes en Abu Ghraib. Es la primera vez que se incluye en Berlín un documental a concurso, lo que no significa que sea el único film político. El gran tema del festival será, según Kosslick, el destino de los niños soldado y la delincuencia juvenil. La brasileño-argentina "Tropa de elite", de José Padilha, incide en la lucha de las favelas, mientras que "Lake Tahoe", del mexicano Fernando Eimbcke, sigue a un muchacho de dieciséis años confrontado con la realidad de la vida tras la muerte de su padre. Estados Unidos compite con "Ballast", de Lance Hammer, un retrato de familia sobre un trasfondo de droga y violencia, así como "There Will Be Blood", de Paul Thomas Anderson, con Daniel Day-Lewis, otro plato fuerte en la sección a competición. "Gardens of the Night", con John Malkovich y dirigida por Damian Harris, completa la ronda de cine estadounidense a concurso. Europa acude comandada por tres películas francesas: "Il y a longtems que je t'aime", de Philippe Claudel, con Kristin Scott Thomas; "Julia", de Erick Zonca, y "Lady Jane", de Robert Guédiguian, así como la británica "Happy Go Lucky", de Mike Leigh. Del anfitrión alemán compiten "Feuerherz", de Luigi Faloni -un drama sobre niños soldados-, y "Kirschblüten-Hanami", de Doris Dorrie, mientras que Italia estará con "Caos calmo", de Antonello Grimaldi. Irán concurre con "Avaze Gonjeshk-ha" -"The song of Sparronws", en inglés-, de Majid Majidi, y Finlandia lo hace con "Mustra Jaa", de Petri Kotwica. Completan la lista la israelí "Restless", de Amos Kollek; la china "Sparrow", de Johnnie To; la japonesa "Kabei", de Yoji Yamada; "Zuo You" (In Love We Trust) del chino Wang Xiaoshuai, y la coreana "Bam gua Nat" -"Nigt and Day"-, de Hong Sangsoo. Kosslick complementa esas cintas con varias películas fuera de competición e incluidas en la sección oficial, que le garantizan otro desfile de estrellas sobre la alfombra roja. Scarlett Johansson y Natalie Portman presentarán "The Other Boleyn Girl", de Justin Chadwic, mientras que cerrará el festival "Be Kind Rewind", de Michel Gondry, con Jack Black y Mia Farrow. Por confirmar está la visita de Julia Roberts, al frente de "Fireflies in the Garden", de Dennis Lee. EFE gc/jcb/msc/ac |
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