ábado, 19 de febrero de 2011
Un oso iraní
Berlinale se rindió al Irán de Farhadi, gran cazador de Osos de Oro y Plata
Gemma Casadevall
Gemma Casadevall
Berlín, 19 feb (EFE).- La 61 edición de la Berlinale se rindió a la película iraní "Jodaeiye Nader az Simin" ("Nader and Simin. A Separation"), de Asghar Farhadi, y le entregó su Oso de Oro, además de la Plata al conjunto de sus intérpretes, exponente de los seres de carne y hueso que habitan el Irán de hoy.
El jurado presidido por la actriz y directora italiana Isabella Rossellini no se anduvo por las ramas y colmó de galardones una película que había llegado al fin de la 61 edición de la Berlinale como máxima favorita a ganarlo todo.
Con ello se dio, indirectamente, un último mensaje de apoyo al director iraní Jafar Panahi, miembro "en ausencia" del jurado del festival que cumple condena por conspiración en su país.
Más allá de esa señal de solidaridad al colega encarcelado, el premio múltiple a Farhadi estaba justificado con creces. En pocas ediciones de la Berlinale se recuerda tanta unanimidad en cuanto a la condición del favorito, tanto de la crítica como del público.
Farhadi acudía a la Berlinale dos años después de haberse llevado el Oso de Plata a la mejor dirección con su excelente "Elly", y se le esperaba con expectación, máxime cuando la competición contaba con apenas 16 títulos y no había grandes nombres entre los aspirantes.
El director iraní no defraudó y se convirtió en el héroe que precisaba el festival con su lección de cómo llevar al cine seres de carne y hueso, inmersos en un Irán complejo y en dilemas morales que no difieren tanto de los que sacuden a cualquier occidental ante problemas como, por ejemplo, cómo atender a un padre con alzhéimer.
El segundo gran premiado fue el húngaro Béla Tarr, con la Plata del Premio Especial del Jurado a "A Torinoi Lo" ("The Turin Horse").
Tarr era el gran veterano y se colocó asimismo de inmediato en la cabecera de las quinielas con su difícil filme en blanco y negro, sin apenas diálogo, que arranca de Nietzsche y retrata con maestría el mundo agónico de un padre y una hija, en una barraca ininterrumpidamente azotada por un vendaval.
El filme iraní fue aclamado por unanimidad, mientras que Tarr dividió opiniones entre quienes le adoran y quienes le repudian.
Rossellini dividió los máximos galardones entre los dos grandes del cine y reservó el resto del palmarés a los nuevos talentos.
El filme "El premio", dirigido por la argentino-mexicana Paula Markovitch y centrado en los estragos de la dictadura en Argentina, ganó un Oso de Plata a la mejor aportación artística, por el trabajo de su cámara, Wojciech Staron, y de su diseñadora, Barbara Enriquez.
El cine anfitrión obtuvo la Plata al mejor director, para Ulrich Köhler por "Schlafkrankheit" (Sleeping Sickness), así como el Alfred Bauer, en memoria del fundador del festival, para "Wer wenn nicht wir" (If not us who), de Andres Veiel, centrado en las raíces de la banda terrorista Fracción del Ejército Rojo (RAF).
Mientras Rossellini repartía sus triunfos entre los pocos grandes nombres a competición y algún nuevo talento, el público dio el premio de la sección Panorama a "También la lluvia", de la directora española Icíar Bollaín.
La segunda clasificada en el voto del público fue la argentina "Medianeras", el debut al frente de un largometraje de Gustavo Taretto, mientras que su compatriota Marco Berger ganó con "Ausente" el premio "Teddy", dedicado al cine de temática homosexual.
Se cerró así una edición de la Berlinale caracterizada por la falta de brillo en su sección a competición, no sólo por el mermado número de aspirantes a Oso -lo habitual son entre 18 y 22 aspirantes-, sino también por la falta de grandes estrellas sobre la alfombra roja.
En medios berlineses se especulaba estos días con un final prematuro de la "era Dieter Kosslick", el director de la Berlinale, que ocupa el cargo desde 2001 y cuyo contrato expira el 2013.
El propio Kosslick ha salido al paso a esos rumores y afirmado que piensa seguir hasta cumplir su contrato, por lo menos, mientras arrecian los rumores de dimisión tras el festival.
Con estrellas o sin ellas, la Berlinale revalidó su título de festival "popular" por excelencia.
Este año se alcanzó un nuevo éxito en la venta de entradas al público, con más de 300.0000 entre todas sus secciones y sesiones.
A diferencia de la competencia europea -Venecia y Cannes-, el peso del festival sigue siendo el público, como siempre sostiene Kosslick, y es al ciudadano a la que se consagra la jornada del domingo, "Día del Espectador", con proyecciones de sus mejores títulos en salas repartidas por toda la ciudad. EFE
gc/is
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Berlinale, buena onda
Markovitch siguió con su Plata la buena sintonía entre Berlín y Latinoamérica
Gemma Casadevall
Berlín, 19 feb (EFE).- La directora argentino-mexicana Paula Markovitch se sumó hoy, con el Oso de Plata a la mejor contribución artística por "El premio", a la buena onda entre Latinoamérica y la Berlinale, que repartió asimismo galardones entre los argentinos Marco Berger y Gustavo Taretto.
El filme de Markovitch, que lanza una visión literaria plasmada en cine los estragos de la dictadura Argentina, obtuvo el Oso de Plata ex aequo a su cámara, Wojciech Staron, y su diseñadora, Barbara Enriquez.
La directora, nacida en Buenos Aires y afincada en México, acudía al festival con una producción de procedencia algo dispersa -México, Polonia, Alemania y Francia-, filmada en San Clemente de Tuyú (Argentina) y apuntalada en una mujer -Laura Agorreca- y su hija de siete años -Paula Galinelli Hertzog-.
El filme discurre entre una casa en medio de unas dunas azotadas por el viento, y una escuela destartalada, con una pequeña que debe responder a quien le pregunte que su papá vende cortinas en Buenos Aires, cuando la realidad es que está huido.
El filme de la niña que escribe una redacción escolar sobre qué es el ejército y, para horror de su madre, gana el premio de la escuela, cautivó al jurado presidido por la actriz y directora italiana Isabella Rossellini.
Los máximos éxitos fueron para el director iraní Asghar Farhadi, cuyo filme "Jodaeiye Nader az Simin" ("Nader and Simin. A Separation") ganó el Oso de Oro y los de Plata al conjunto de sus actores, así como para el veterano húngaro Béla Tarr, con el Especial del Jurado a "A Torinoi Lo" ("The Turin Horse").
La Plata al filme de Markovitch recompensa el trabajo de esa realizadora, que debutaba en la dirección tras haber sido guionista de "Lake Tahoe", el film del mexicano Fernando Eimbke que, en 2008, ganó el premio Alfred Bauer del festival.
Junto a ese galardón del jurado oficial, se fue asimismo con premio de Berlín el argentino Berger, que ganó la 25 edición del "Teddy" dedicado al cine de temática homosexual con su segundo largometraje, "Ausente".
"Medianeras", de su compatriota Taretto, quedó segunda -tras "También la lluvia", de la española Icíar Bollaín- en la votación del público a los filmes de la sección Panorama, mientras la chilena María José San Martín recibió un premio del Servicio Alemán de Intercambio Académico (DAAD) por el cortometraje "La ducha".
La 61 edición de la Berlinale tenía una profusa representación de cine latinoamericano. Sólo a concurso había dos títulos -"El mundo misterioso", del argentino Rodrigo Moreno, junto a Markovitch-, a lo que se sumaba la representación en Forum, Panorama y Generation.
La presencia latinoamericana se extendía por todas las secciones y ciclos -incluido el Cine Culinario, donde se mostró "El camino del vino" del argentino Nicolás Carrera-, mientras que en Co-Production Market acudieron sus compatriotas Lucía Puenzo y Martín Desalvo.
Con ello se perpetuó la buena sintonía entre la Berlinale y Latinoamérica, que tomó fuerza en 1998 con el Oso de Oro a la brasileña "Central do Brasil", de Walter Salles, y se ha acentuado desde que Dieter Kosslick asumió la dirección del festival, en 2001.
A lo largo de la llamada "era Kosslick", el cine latinoamericano ha acumulado premios y ganado presencia en la Berlinale.
La argentina Lucrecia Martel ganó el premio a la opera prima con "La ciénaga" ese 20001. Siguió, en 2004, "El abrazo partido", de su compatriota Daniel Burman, Gran Premio del Jurado y Oso de Plata al actor Daniel Hendler.
Dos años después "El Custodio", de Rodrigo Moreno, obtuvo el Alfred Bauer y, al siguiente, "El otro", del argentino Ariel Rotter, ganó el Premio del Jurado y la Plata a su actor Julio Chávez.
En 2009, "Gigante", de Adrián Biniez, acumuló el Gran Premio del Jurado, el Alfred Bauer y el de mejor opera prima, mientras la peruana Claudia Llosa lograba el Oso de Oro con "La teta asustada".
Varias de estas producciones ganadoras, como la de Llosa y ahora Markovitch, contaron con la ayuda previa del fondo World Cinema, creado por la Berlinale para apoyar el cine de Latinoamérica, África y Oriente Medio. EFE
gc/is
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viernes, 18 de febrero de 2011
Fin del desfile
La dura Albania de Marston cierra la lista de "cazadores" del Oso
Gemma Casadevall
Berlín, 18 feb (EFE).- El filme "The forgiveness of Blood", del estadounidense Joshua Marston, cerró hoy el desfile de aspirantes al Oso de Oro de la Berlinale, con las quinielas apuntando al iraní Ashgar Farhadi, como gran favorito a cazar la pieza, con permiso del húngaro Béla Tarr.
Las duras leyes internas de la Albania rural, filmadas por el realizador neoyorquino que en 2004 ganó el premio Alfred Bauer con su debut -"María, llena eres de gracias"-, es el entorno en que se desarrolla este drama de sangre y venganza, desatado tras una contienda vecinal por un camino.
"No me interesa hacer un retrato de violencia, en sí misma, sino de lo que ésta esconde", explicó el realizador, de regreso en el festival que le catapultó a él y a la actriz de su primer filme, la colombiana Catalina Sandino-Moreno, a primera línea internacional.
También esta vez se apuntala Marston en dos rostros adolescentes, Tristan Halilaj y Sindi Lacej, los dos hermanos a los que les viene encima la tarea de sacar a su familia adelante, cuando el padre huye para escapar tanto a la justicia rural como a la oficial.
Rudina, la muchacha, deja aparcados sus estudios para salir a vender pan, en una carreta tirada por un caballo, único sustento familiar; Nick, su hermano, busca una salida desde la situación de arresto domiciliario que se le impone, de acuerdo a la ley albana y mientras el padre no haya zanjado su deuda.
Corresponderá a los muchachos y a su madre resolver la situación a que el mundo de los hombres adultos, anquilosados en unas reglas inquebrantables, parecen destinarlos.
Marston se llevó con su filme la segunda gran ovación del festival -tras la de Farhadi-, en una Berlinale algo fatigada ya tras un desfile de 16 candidatas muy poblada de nombres jóvenes y en la que figuran como favoritos a cazar el Oso los dos únicos veteranos a concurso -el iraní, más el húngaro-.
Las quinielas de los premios del festival son múltiples y, como todo el mundo sabe, el jurado es el órgano soberano al que compete repartir los triunfos de acuerdo a unos criterios que no tienen por qué coincidir con los del público o la crítica.
En la directora y actriz italiana Isabella Rossellini, como presidenta del jurado, recae principalmente la responsabilidad y, como siempre dice el director del festival, Dieter Kosslick, todos los concursantes pueden llevarse el Oro, inclusive aquellos que fueron abucheados o cosecharon las peores críticas.
El claro favorito es Farhadi, con su magnífica "Jodaeiye Nader az Simin" ("Nader and Simin. A Separation"), un filme que coloca al espectador en el Teherán de hoy, habitado por seres de carne y hueso, con todas sus diferencias y cercanías a los ciudadanos occidentales.
Sería el Oso "fácil", contra el que no rechistaría nadie, pero que difícilmente se quitaría del todo la etiqueta de premio políticamente correcto, como mensaje de solidaridad a su compatriota Jafar Panahi, miembro "ausente" del jurado por cumplir una condena por conspiración en su país.
La condición de claro favorito no quita que a Rossellini y su gremio se les pueda ocurrir apostar por opciones complejas, como por ejemplo el filme de Tarr, "A Torinoi Ló" ("The Turin Horse"), exponente de cine difícil que algunos adoran y otros repudian.
Tanto la revista de la Berlinale, "Screen", como distintos ranquings en la prensa de la Berlinale sitúan a ese dúo en cabeza de las preferencias de los críticos, seguidos de títulos como "Schlafkrankheit", un excelente filme alemán que discurre en Africa.
El filme de Marston no entra en esas cábalas, puesto que se proyectó hoy, pero la ovación con que se le recibió lo coloca cuando menos en posición de presunta sorpresa de última hora.
Entre los dos filmes latinoamericanos a competición, "El Premio", de la argentino-mexicana Paula Markovitch, y "Un mundo maravilloso", del argentino Rodrigo Moreno, se da a la primera como muy probable ganadora de algún galardón, salvo sorpresas.
Otros candidatos que suenan en las quinielas, en este caso a Oso de Plata de interpretación, están desde Ralph Fiennes, por su impactante "Coriolanus", a la tropa de magníficos actores de "Margin Call", encabezados por Kevin Spacey, o el joven ruso Anton Shagin, protagonista del filme sobre la catástrofe de Chernobyl.
Las apuestas acerca de las actrices son más confusas. Ahí está el dúo protagonista de la israelí "Odem", la misma Lacej del filme de Marston o, por qué no, a la alemana Lena Lauzemis, por su papel de Gudrun Ensslin, la novia del fundador de la Fracción del Ejército Rojo (RAF), Andreas Baader. EFE
gc/jcb/ea
Gemma Casadevall
Berlín, 18 feb (EFE).- El filme "The forgiveness of Blood", del estadounidense Joshua Marston, cerró hoy el desfile de aspirantes al Oso de Oro de la Berlinale, con las quinielas apuntando al iraní Ashgar Farhadi, como gran favorito a cazar la pieza, con permiso del húngaro Béla Tarr.
Las duras leyes internas de la Albania rural, filmadas por el realizador neoyorquino que en 2004 ganó el premio Alfred Bauer con su debut -"María, llena eres de gracias"-, es el entorno en que se desarrolla este drama de sangre y venganza, desatado tras una contienda vecinal por un camino.
"No me interesa hacer un retrato de violencia, en sí misma, sino de lo que ésta esconde", explicó el realizador, de regreso en el festival que le catapultó a él y a la actriz de su primer filme, la colombiana Catalina Sandino-Moreno, a primera línea internacional.
También esta vez se apuntala Marston en dos rostros adolescentes, Tristan Halilaj y Sindi Lacej, los dos hermanos a los que les viene encima la tarea de sacar a su familia adelante, cuando el padre huye para escapar tanto a la justicia rural como a la oficial.
Rudina, la muchacha, deja aparcados sus estudios para salir a vender pan, en una carreta tirada por un caballo, único sustento familiar; Nick, su hermano, busca una salida desde la situación de arresto domiciliario que se le impone, de acuerdo a la ley albana y mientras el padre no haya zanjado su deuda.
Corresponderá a los muchachos y a su madre resolver la situación a que el mundo de los hombres adultos, anquilosados en unas reglas inquebrantables, parecen destinarlos.
Marston se llevó con su filme la segunda gran ovación del festival -tras la de Farhadi-, en una Berlinale algo fatigada ya tras un desfile de 16 candidatas muy poblada de nombres jóvenes y en la que figuran como favoritos a cazar el Oso los dos únicos veteranos a concurso -el iraní, más el húngaro-.
Las quinielas de los premios del festival son múltiples y, como todo el mundo sabe, el jurado es el órgano soberano al que compete repartir los triunfos de acuerdo a unos criterios que no tienen por qué coincidir con los del público o la crítica.
En la directora y actriz italiana Isabella Rossellini, como presidenta del jurado, recae principalmente la responsabilidad y, como siempre dice el director del festival, Dieter Kosslick, todos los concursantes pueden llevarse el Oro, inclusive aquellos que fueron abucheados o cosecharon las peores críticas.
El claro favorito es Farhadi, con su magnífica "Jodaeiye Nader az Simin" ("Nader and Simin. A Separation"), un filme que coloca al espectador en el Teherán de hoy, habitado por seres de carne y hueso, con todas sus diferencias y cercanías a los ciudadanos occidentales.
Sería el Oso "fácil", contra el que no rechistaría nadie, pero que difícilmente se quitaría del todo la etiqueta de premio políticamente correcto, como mensaje de solidaridad a su compatriota Jafar Panahi, miembro "ausente" del jurado por cumplir una condena por conspiración en su país.
La condición de claro favorito no quita que a Rossellini y su gremio se les pueda ocurrir apostar por opciones complejas, como por ejemplo el filme de Tarr, "A Torinoi Ló" ("The Turin Horse"), exponente de cine difícil que algunos adoran y otros repudian.
Tanto la revista de la Berlinale, "Screen", como distintos ranquings en la prensa de la Berlinale sitúan a ese dúo en cabeza de las preferencias de los críticos, seguidos de títulos como "Schlafkrankheit", un excelente filme alemán que discurre en Africa.
El filme de Marston no entra en esas cábalas, puesto que se proyectó hoy, pero la ovación con que se le recibió lo coloca cuando menos en posición de presunta sorpresa de última hora.
Entre los dos filmes latinoamericanos a competición, "El Premio", de la argentino-mexicana Paula Markovitch, y "Un mundo maravilloso", del argentino Rodrigo Moreno, se da a la primera como muy probable ganadora de algún galardón, salvo sorpresas.
Otros candidatos que suenan en las quinielas, en este caso a Oso de Plata de interpretación, están desde Ralph Fiennes, por su impactante "Coriolanus", a la tropa de magníficos actores de "Margin Call", encabezados por Kevin Spacey, o el joven ruso Anton Shagin, protagonista del filme sobre la catástrofe de Chernobyl.
Las apuestas acerca de las actrices son más confusas. Ahí está el dúo protagonista de la israelí "Odem", la misma Lacej del filme de Marston o, por qué no, a la alemana Lena Lauzemis, por su papel de Gudrun Ensslin, la novia del fundador de la Fracción del Ejército Rojo (RAF), Andreas Baader. EFE
gc/jcb/ea
jueves, 17 de febrero de 2011
Rutina política en la Berlinale
La RAF alemana y Oriente Medio, en la recta final de la Berlinale
Gemma Casadevall
Berlín, 17 feb (EFE).- El desfile de aspirantes al Oso de la Berlinale entró hoy en su recta final con "Wer wenn nicht wir", una nueva incursión del cine alemán en las raíces de la extinta Fracción del Ejército Rojo (RAF), y la israelí "Odem", una peculiar visión del conflicto de Oriente Medio a través de dos palestinas.
El cine anfitrión presentó su segunda película a concurso -"If not us who", en inglés-, dirigida por Andres Veiel y centrada en el paso a la lucha armada de Gudrun Ensslin, la que se convertiría en novia de Andreas Baader, fundador con Ulrike Meinhof de la RAF, el grupo terrorista más mortífero de Alemania.
"No es sólo una película sobre un capítulo negro de la historia alemana o la rebelión de una generación con el pasado nazi de la anterior, sino una reflexión sobre unas personas que trataron, por el camino equivocado, de cambiar algo en la sociedad", afirmó Veiel.
El filme arranca desde la primera pareja de Ensslin -interpretado por Lena Lauzemis- el hijo de un escritor nazi, Bernhard Vesper -August Diehl- la fundación de una editorial que hacen juntos y se pretende comprometida, y de su relación con los intelectuales del Grupo 47.
Sigue con precisión cronológica la radicalización de Ensslin, recorre con un par de imágenes de archivos el trasfondo político alemán e internacional, incluido el asesinato de un estudiante durante la manifestación contra la visita del Sha de Persia a Berlín -en 1967- hasta desembocar en las revueltas del 68.
La radicalización política discurre pareja a la progresión de infidelidades, por ambos lados, de una pareja que además de la rebelión política contra la generación de sus padres lleva a la práctica la revolución sexual.
Son jóvenes, guapos, inteligentes, crecidos en el seno de familias burguesas, cada una con su correspondiente vínculo pasado con el nazismo, en cuyas vida irrumpe de pronto el detonante: Baader, el macho que desprecia la literatura y ama los automóviles deportivos, con los que Ensslin da el paso a la lucha armada.
Nada que no se haya visto ya en películas como la reciente "Der Baader Meinhof Komplex", con la diferencia de que ésta se detiene justo ahí donde aparecería en escena Ulrike Meinhof, en 1969, con la pareja de Ensslin y Vesper totalmente pulverizada.
"Tratamos de limitar el contingente de episodios relacionados con la RAF a esas raíces, a ese grupo de personas que del repudio a Vietnam y el capitalismo pasaron a la lucha armada", prosiguió el director, hasta ahora realizador de documentales.
Su incorporación a competición cumplió la norma no escrita en los últimos años de Berlinale de incluir en la sección oficial una aportación alemana a la historia de la RAF, junto a la inevitable dosis de cine sobre el nazismo -este año, limitado a la comedia "Mein bester Feind", proyectada ayer fuera de concurso-.
"Odem" cumplió esa otra tradición de incluir un representante del nuevo cine israelí, Jonathan Sagall, quien centra su incursión en las heridas del conflicto de Oriente Medio en dos mujeres, dos palestinas, y un oscuro capítulo pasado de sus vidas, la relación fugaz de una de ellas con un soldado israelí.
Fue a la salida de un cine en Jerusalén, la noche en que la lanzada Inam y su más retraída amiga Lara se saltaron los controles, en plena Intifada, para ir a ver una película americana. El recuerdo de lo que ocurrió está en la línea floja entre dos versiones -sexo consentido o violación- y alrededor de ellas se teje ese filme.
El director de la Berlinale, Dieter Kosslick, la había anunciado como uno de los filmes "a tener en cuenta" y la interpretación de ambas protagonistas -Clara Khoury y Nataly Attiya- apunta a un Oso.
El otro filme a competición, el coreano "Saranghanda, Saranghaji Anneunda" -"Come Rain, Come Shine"-, de Lee Yoon-ki, confrontó a la Berlinale con su tercer título -tras la argentina "Un mundo misterioso", de Rodrigo Moreno, y la estadounidense "The Future", de Miranda July- de una pareja que agoniza.
Compartía con las otras dos esa situación de partida, más la personalidad entre embobada y abúlica de jóvenes acomodados, ciudadanos de sociedades dichas avanzadas, que se comportan como perfectos incompetentes para la vida normal.
Otros paralelismos: la aparición de un gato, tanto en la coreana como en la de July, como hipotético salvador de parejas con goteras.
Como le ocurrió a Moreno, el director coreano escuchó algunos abucheos en su presentación a los medios.
La Berlinale entró así en la recta de esprint, a falta de que se presente mañana "The forgiveness of blood", de por Joshua Marston, quien regresa al festival tras "María, llena eres de Gracia". EFE
gc/jcb/ea
(foto)
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