La alfombra desgastada
Isabella Rossellini y Mueller-Stahl, dos grandes en una Berlinale sin brillo
Gemma Casadevall
Gemma Casadevall
Berlín, 17 feb (EFE).- La actriz y directora italiana Isabella Rossellini y el actor alemán Armin Mueller-Stahl son los dos grandes del cine a los que homenajea entre hoy y mañana el festival, cuya 61 edición se ha caracterizado por la modesta presencia en competición de estrellas y de nombres de relieve internacional.
Rossellini, presidenta del jurado, y Mueller-Stahl, Oso de Oro de Honor de la Berlinale, serán los encargados de compensar, a fuerza de carisma y en la recta final de la muestra, el escaso brillo que la ha acompañado, a la espera de la entrega de premios del sábado.
La actriz y directora, vieja amiga del director del festival, Dieter Kosslick, es la protagonista este jueves de la gala especial en que se proyectará la película "Late Bloomers", de Julie Gavras, hija del director Costa-Gavras.
Se trata de un filme en que Rossellini y William Hurt interpretan a un matrimonio que, tras treinta años casados, se ven confrontados a la realidad del paso del tiempo, lo que en ella se manifiesta en una pérdida de memoria que teme se trate de los primeros síntomas de demencia.
Del propio Costa-Gavras se proyectará, mañana viernes, el filme "Music Box", de 1989, interpretado por Mueller-Stahl y Jessica Lange, en la gala de homenaje tras la que el actor, recién cumplidos los 80 años, recibirá su Oso de Oro de Honor.
La Berlinale reconocerá así la labor de uno de los grandes del cine alemán, que irrumpió en las pantallas de la Alemania comunista en los años 70, como el "James Bond del Este", por su papel en una serie de agentes de televisión.
Actor en más de 120 filmes y series de televisión, Mueller-Stahl desarrolló parte de su carrera en el este de Alemania, hasta que se pasó al oeste y empezó a trabajar con directores como Rainer Werner Fassbinder y Jim Jarmusch.
Con estas galas de homenaje se llegará al fin del festival, abierto el pasado día 10 con "True grit" -"Valor de Ley"-, el film de los hermanos Joel y Ethan Cohen -fuera de concurso- que trajo sobre la alfombra roja a Jeff Bridges, Josh Brolin y la revelación de este "western", la actriz de 14 años Hailee Steinfeld.
Siguió un desfile de estrellas menos intenso que en anteriores ediciones, pese a las presencias de Ralph Fiennes, Kevin Spacey, Jeremy Irons y Colim Firth, entre los invitados.
Madonna, de paso en la ciudad para promocionar su último film, "W.E.", no se dejó ver por el festival.
La lista de 16 aspirantes a los Osos fue más reducida que lo habitual -entre 18 y 22- y estuvo marcada por la nutrida presencia de nuevos talentos y debutantes, como la argentino-mexicana Paula Markovitch y los estadounidenses JC Chandor y Victoria Mahoney.
El más veterano entre los presentes fue el húngaro Bela Tarr, que junto con el iraní Asghar Farhadi encabeza la lista de favoritos de la crítica de la revista del festival "Screen".
A Rossellini le ha correspondido, en su calidad de presidenta del jurado, la tarea de animar con su presencia, día a día, los pases de las películas a competición.
Tanto ella como Kosslick se han encargado, asimismo, de rendir homenaje solidario al director iraní Jafar Panahi, miembro del jurado "en ausencia", por estar encarcelado en Teherán donde cumple condena por conspiración.
Kosslick, en el cargo desde 2001, confía seguir en el puesto más allá de 2013, en que expira su contrato, según recuerda "Screen"
EFE
gc/ea
miércoles, 16 de febrero de 2011
Berlinale culinaria y argentina
La Berlinale saboreó el vino mendocino con el argentino Carreras
Gemma Casadevall
Berlín, 16 feb (EFE).- La Berlinale saboreó el buen vino de Mendoza con la proyección de "El camino del vino", el filme del argentino Nicolás Carreras, proyectado en el ciclo Cine Culinario y que dio ocasión de comer y beber y de ver las desventuras del "sommelier" Charlie Arturaola, en crisis de identidad y de gusto.
"Toda rutina laboral tiene sus peligros, incluida la del 'sommelier'. Alguno se imaginará que pasarse la vida tomando vino en ambientes y hoteles de lujo es agradable. En realidad es un sujeto tan susceptible de pedir un 'break' como un cajero del 'shopping'", explicó Carreras hoy a EFE, tras la proyección, de su filme.
Acompañado en Berlín por Arturaola, el catador de vinos uruguayo real que inspira su película, Carreras vivió en la capital alemana su estreno internacional, fuera de las fronteras de Argentina, tras el paso del filme por el Festival de Mar del Plata en noviembre de 2010.
"Tenía gran curiosidad por ver cómo encajaría en Europa mi película. Fue una experiencia formidable. El público realmente degustó tanto la película como lo que vino a continuación", indicó el director, quien estuvo anteriormente en la Berlinale, en 2003, en la sección Talent Campus.
"El camino del vino", en formato documental aunque en realidad es cine de ficción, recordó Carreras, se proyectó en la sala del Martin Gropius Bau, uno de los museos de programación más interesante de la capital alemana, que acoge durante la Berlinale el European Film Market.
De acuerdo con la tradición en todo el ciclo de Cine Culinario, a la proyección siguió una abundante cena -"asado incluido, muy rico, la verdad", según el realizador-, acompañada por vinos de Mendoza.
La región mendocina es el punto de partida del documental y también ahí surgió la idea del filme -"un primo mío que conocía a Charlie me contó de él y a partir de ahí entramos en contacto", cuenta Carreras.
Arturaola, con 25 años en su elitista profesión, se representa a sí mismo como "sommelier" atacado por una doble crisis, personal y de gusto, lo que le aboca a dejar a su selecta clientela literalmente boquiabierta, por sus demoledores juicios.
"Fue fantástico, íbamos filmando, cámara en mano, Carreras siguiéndome por todos lados y todo el mundo pensando que era un documental real. Yo ahí soltaba que tal vino sabía a rayos y el anonadado cosechero creía así arruinada su reputación", recuerda Arturaola.
"La gracia era esa: nadie sabía, excepto nosotros, que estábamos escenificando. De esas reacciones, más la personalidad increíble de Charlie, un 'showman' nato, se alimenta mi película", explicó Carreras.
El ciclo de Cine Culinario fue introducido por el director de la Berlinale, Dieter Kosslick, un par de años atrás, y se ha consolidado en ese tiempo entre los más populares del festival, además de como uno de los preferidos de su artífice.
A la proyección de "El camino del vino" seguirá "También la lluvia", de la directora española Icíar Bollaín, incluida en el ciclo por abordar la temática de la guerra del agua de Cochabamba (Bolivia).
La película de Bollaín está incluida, además, en la sección Panorama, la segunda en importancia del festival, fuera de concurso. EFE
gc/jcb/is
Moreno, la modestia del virtuoso
Moreno:"Sin 'El Custodio' mi película no estaría en la Berlinale"
Gemma Casadevall
Berlín, 16 feb (EFE).- El director argentino Rodrigo Moreno se presentó hoy en la Berlinale consciente de que su película a concurso, "Un mundo misterioso", es un filme "difícil para el público" y de que sin el éxito conseguido en su título anterior, "El Custodio", no habría sido seleccionado para el festival.
"Es una película que renuncia a todo virtuosismo visual y que, de no haber sido porque venía empujada por 'El Custodio', no habría encontrado eco entre los programadores del festival", indicó el realizador, en entrevista a EFE, tras la presentación de su cinta.
"El Custodio" le dio a Moreno el premio Alfred Bauer, en 2006, en la Berlinale y a partir de ahí "se hizo posible que vuelva a estar acá", indicó.
"Está claro que estoy aquí porque gustó, no hay un automatismo que garantice a nadie repetir a competición. Pero no me imagino debutando en una sección oficial de un festival como éste con una película como 'Un mundo misterioso'", explicó, sin alardes de falsa modestia.
Ambas cintas tienen en común el ritmo lento y el hecho de estar apuntaladas en el trabajo de "dos muy buenos actores". Es decir, Julio Chávez, el primero, "inmenso, como siempre", y Esteban Bigliardi, ahora.
Parten, sin embargo de dos situaciones personales divergentes: el personaje del guardaespaldas de Chávez era un individuo "con una bomba interior, en situación de agobio laboral, entre otras cosas, que un día estalla"; el de Boris que interpreta Bigliardi es alguien que opta por el camino opuesto al anterior.
"Es un individuo que, ante una situación que creía estable y de pronto se rompe -su pareja- opta por brindarse al ejercicio de la libertad errática", explicó.
Boris, el protagonista de "Un mundo misterioso", es ese joven al que un buen día su pareja le pide un "break", por espacio indeterminado, y que ante esa situación se muda a un hotel y empieza así un viaje errático en un destartalado automóvil que se estropea continuamente.
El auto en cuestión es un "Tokha", al que en el filme se sitúa de fabricación rumana, pero que en realidad no existe. "Es una marca inventada, a modo de la serie de coches del Este que llegaron a la Argentina tras la caída del Muro de Berlín", explicó Moreno.
Las continuas averías que sufre su automóvil son "una forma de marcar el tiempo", explica el director argentino, para quien más que adoptar una especie de "papel protagónico" paralelo, el "Tokha" se convierte en "el nexo de Boris con el sentido de la realidad tal vez perdida", además de "el vehículo de su viaje errático".
Entre "El Custodio" de 2006 y "Un mundo misterioso" distan cinco años, en los que Moreno, además de co-dirigir la producción televisiva "La señal de R.D. Kell", estuvo inmerso, explicó, "en un vendaval" interior.
Entre "Un mundo misterioso" y su próxima película "no distarán otros cinco años", promete Moreno, puesto que trabaja ya en su siguiente proyecto cinematográfico: un filme que llevará por título "Reimon" y cuyo personaje central será, esta vez, una mujer, Ramona.
Se trata de una empleada doméstica, que un día limpiando se encuentra con un guarda de seguridad.
Moreno espera que en el trayecto hacia ese proyecto no interfiera mucho el eventual éxito o fracaso de "Un mundo misterioso".
"Me siento tranquilo, relajado, sé que el estrés de hoy es cosa de un día. Mañana volveremos a estar todos tranquilos", afirmaba Moreno, de entrevista en entrevista en una de las "lounges" del Hotel Hyatt de Berlín, entre la proyección del filme en el pase para los medios, la comparecencia ante la prensa y el pase de gala para el estreno oficial de su película. EFE
gc/ea
(foto)
martes, 15 de febrero de 2011
Irán, grandioso y real
El Irán real entró por la puerta grande en Berlinale con Farhadi
Gemma Casadevall
Berlín, 15 feb (EFE).- El Irán real entró por la puerta grande en la Berlinale hoy con Asghar Farhadi, que dio una lección de cómo llevar al cine seres de carne y hueso, mientras el húngaro Béla Tarr trazó uno de sus bellos ejercicios fílmicos con una cinta de más dos horas, en blanco y negro, casi muda y con Nietzsche como arranque.
Si los Osos se decidieran por aclamación, a Farhadi le correspondería el de Oro, vista la ovación que se dispensó a "Jodaeiye Nader az Simin" y a él mismo, en su comparecencia tras el pase ante los medios, que lo recibieron como al héroe que necesitaba la 61 Berlinale.
Irán era de por sí un plato fuerte en este festival, que mantiene como miembro del jurado "en ausencia" al cineasta Jafar Panahi, encarcelado en su país.
La ovación a Farhadi iba, sin embargo, más allá de los meros mensajes solidarios a los cineastas de ese país, que pese a todos los obstáculos genera directores como ambos.
A Farhadi se le esperaba con expectación en la Berlinale, que en 2009 le dio el Oso de Plata a la mejor dirección por "Elly", su anterior lección de cómo trasladar a la pantalla a unos iraníes de a pié, con problemas o dilemas tan parejos a los de cualquier ciudadano occidental, por encima de las disparidades.
"Jodaeiye Nader az Simin" abunda en esa dirección y se mete en un retrato social de los seres que habitan el Teherán de hoy, donde conviven el chador y el lavavajillas y donde un cabeza de familia con un padre con Alzheimer puede verse tan desbordado para atenderle en casa como lo estaría un europeo.La situación de partida es la petición de divorcio de su esposa, que quiere salir del país, y la decisión del marido de no dejar solo a su padre.
Necesita ayuda doméstica, la halla en una mujer que por supuesto no sabe si es acorde o no al dogma islámico desnudar y lavar a un abuelo que se orinó. A partir de ahí se suceden un nudo de conflictos éticos, sociales y también prácticos en tantas direcciones como alcance a imaginar el espectador.
Los conflictos morales, la verdad y la mentira, culpabilidad o inocencia son los ejes de su filme, cuya grandeza está en la capacidad de generar empatía hacia cualquiera de los personajes en conflicto, con un manejo de los actores que roza la perfección.
Con expectación se aguardaba asimismo la segunda película a concurso hoy, "A torinoo lo" ("The Turin Horse") de Tarr, el más veterano entre los 16 aspirantes a Oso de la Berlinale y del que se esperaba una de sus lecciones de mutismo y belleza visual.
El punto de partida es lo ocurrido la mañana del 3 de enero de 1889, cuando Nietzsche sale de su hotel de Turín, ve a un cochero castigando con el látigo a un caballo, se interpone y a partir de ahí rompe definitivamente con la humanidad. Pronuncia una última frase a su madre y cae irremisiblemente en la locura.
Tarr dedica al episodio el arranque, que relata una voz en off. El núcleo del film son los días sucesivos del cochero, su hija y el caballo, en una casa mísera y aislada, entre patatales azotados por vendavales, que relata con extrema minuciosidad.
El viento es invariable, el plato diario que comen padre e hija, también -una patata hervida cada uno-, como lo es el resto de sus rutinarios movimientos de vestirse, calzarse, ir a por agua al pozo y comunicarse monosilábicamente, sólo cuando es imprescindible.
Un ejercicio visual y fílmico de esos que solo se pueden vivir en un festival o en una escuela de cine, sólo recomendable a quienes se dejan arrastrar a la fascinación por la lentitud y el repertorio de grises, en toda su variedad.
La decepción de la jornada a concurso fue "The Future" dirigido y protagonizado por Miranda July, Cámara de Oro en Cannes en 2005 por su primera película, "Me and you and everyone we know".
De July se esperaba algo más refrescante que un filme que discurre entre ensoñaciones bobas y sustentado en una pareja de seres clónicos -ella y Hamish Linklater-, que además de compartir peinado, adicción a internet y redes sociales sufren de parecido aburrimiento.
Puestos a buscar un sentido a su existencia, y tras muchas reflexiones, deciden adoptar un gato enfermo. Una gran responsabilidad para esos seres inermes, que echará por tierra July el día en que, de tanto aburrirse en casa, se busca otra compañía. EFE
gc/jcb/cr
(foto)
Rodrigo Moreno, ahora en vacío
El argentino Moreno vuelve a la Berlinale con "Un mundo misterioso"
Gemma Casadevall
Berlín, 15 feb (EFE).- El cine argentino compitió hoy en la Berlinale con "Un mundo misterioso", un retrato de la absoluta apatía dirigido por Rodrigo Moreno, compartiendo jornada a concurso con la turca "Bizim Büyük Caresizligimiz" ("Our grand despair"), mientras el festival esperaba a Colin Firth sobre su alfombra roja.
Cinco años después de ganar el Premio Alfred Bauer de la Berlinale con su magnífico "El Custodio", Moreno presentó su segundo largometraje en esa misma plaza, con un filme que el director del festival, Dieter Kosslick, había anunciado como un "elogio a la lentitud".
Si en "El Custodio", el director bonaerense seguía con su cámara a un individuo solitario para acabar trazando un impecable retrato de la soledad, en su versión más radical, aquí apuesta por una fórmula parecida, sólo que el sujeto al que sigue ahora es un ser vacío.
Boris, interpretado por Esteban Bigliardi, es un joven al que su pareja pide "una pausa por un tiempo", a lo que sucede un deambular sobre un destartalado "Tokha", un auto de fabricación rumana que arrebata el protagonismo a la teórica figura central del filme.
Se trata de un ser apático, rodeado de seres igualmente apáticos, lo que acabará contaminando por completo el filme. La única tarea en que parece ser capaz de concentrarse Boris es lograr que el auto funcione, lo que no le impide asistir con la máxima apatía al momento en que lo pierde, como perdió a su chica.
La Berlinale está avezada en recibir todo tipo de filmes, los que cautivan a todo el festival -como el iraní "Nader az Simin" de Asghar Farhadi, ayer- o los que sólo son asequibles a una exquisita minoría -como las dos horas largas de mutismo en blanco y negro del "A torinoi lo" del húngaro Béla Tarr, también la jornada anterior-.
Los filmes programados para la sección a competición hoy, tras esas dos grandes -y distintas- lecciones de cine de Farhadi y Tarr lo tenían difícil para ganarse la atención del festival.
El apático "Mundo misterioso" de Moreno no sólo no lo logró, sino que se llevó, en el pase previo para la prensa diaria, algunos abucheos, los primeros del festival, al que no se puede conquistar sólo con un hábil etiquetaje, como el de "elogio a la lentitud" de Kosslick o el buen sabor de boca que dejó "El Custodio".
El Premio Alfred Bauer, instituido en memoria del fundador del festival, se otorga a la innovación y la búsqueda de nuevos lenguajes en el cine, recordaba un cronista de un medio berlinés "Der Tagesspiegel" presente en la sala.
Moreno representó ese espíritu en su anterior filme, no en éste, pero ello no implica que no pueda recuperar esa categoría en el siguiente, razonaba el cronista alemán, ya que su película sigue llevando el sello de la generación de buenos cineastas argentinos a la que pertenece.
Mejor acogida recibió el filme turco a competición, una conmovedora historia de amor y de amistad dirigida por Seyfi Teoman, que se mueve en el Estambul de nuestros días y principalmente entre un terceto de jóvenes estudiantes que comparten piso.
Todo gira en torno a la chica, Günes Sayin, una muchacha encantadora a la que por supuesto los dos compañeros masculinos tratarán como a una princesa -ella acaba de perder a sus padres en un accidente- y de la cual se enamorarán ambos, como no podría ser de otro modo.
Nada en el argumento escapa a lo previsto, pero de alguna manera resultó gratificante comprobar cómo las llamadas cinematografías periféricas -es decir, tanto Farhadi como Teoman- colocan a la Berlinale ante seres reales, confrontados a grandes o menores problemas igualmente auténticos.
En dirección opuesta, las cinematografías del mundo llamado más avanzado -ayer, Miranda July, hoy Moreno- sitúan al espectador ante jóvenes inermes o apáticos, encandilados en su vacío.
A todo esto, la Berlinale se preparaba para recibir sobre la alfombra roja, para la sesión de gala de la noche, al oscarizable Colin Firth, cuyo "The King's Speech" se proyectaba fuera de concurso, en Berlinale Special, lo que no le quitaba rango de imán mediático. EFE
gc/rz/cr
Gemma Casadevall
Berlín, 15 feb (EFE).- El cine argentino compitió hoy en la Berlinale con "Un mundo misterioso", un retrato de la absoluta apatía dirigido por Rodrigo Moreno, compartiendo jornada a concurso con la turca "Bizim Büyük Caresizligimiz" ("Our grand despair"), mientras el festival esperaba a Colin Firth sobre su alfombra roja.
Cinco años después de ganar el Premio Alfred Bauer de la Berlinale con su magnífico "El Custodio", Moreno presentó su segundo largometraje en esa misma plaza, con un filme que el director del festival, Dieter Kosslick, había anunciado como un "elogio a la lentitud".
Si en "El Custodio", el director bonaerense seguía con su cámara a un individuo solitario para acabar trazando un impecable retrato de la soledad, en su versión más radical, aquí apuesta por una fórmula parecida, sólo que el sujeto al que sigue ahora es un ser vacío.
Boris, interpretado por Esteban Bigliardi, es un joven al que su pareja pide "una pausa por un tiempo", a lo que sucede un deambular sobre un destartalado "Tokha", un auto de fabricación rumana que arrebata el protagonismo a la teórica figura central del filme.
Se trata de un ser apático, rodeado de seres igualmente apáticos, lo que acabará contaminando por completo el filme. La única tarea en que parece ser capaz de concentrarse Boris es lograr que el auto funcione, lo que no le impide asistir con la máxima apatía al momento en que lo pierde, como perdió a su chica.
La Berlinale está avezada en recibir todo tipo de filmes, los que cautivan a todo el festival -como el iraní "Nader az Simin" de Asghar Farhadi, ayer- o los que sólo son asequibles a una exquisita minoría -como las dos horas largas de mutismo en blanco y negro del "A torinoi lo" del húngaro Béla Tarr, también la jornada anterior-.
Los filmes programados para la sección a competición hoy, tras esas dos grandes -y distintas- lecciones de cine de Farhadi y Tarr lo tenían difícil para ganarse la atención del festival.
El apático "Mundo misterioso" de Moreno no sólo no lo logró, sino que se llevó, en el pase previo para la prensa diaria, algunos abucheos, los primeros del festival, al que no se puede conquistar sólo con un hábil etiquetaje, como el de "elogio a la lentitud" de Kosslick o el buen sabor de boca que dejó "El Custodio".
El Premio Alfred Bauer, instituido en memoria del fundador del festival, se otorga a la innovación y la búsqueda de nuevos lenguajes en el cine, recordaba un cronista de un medio berlinés "Der Tagesspiegel" presente en la sala.
Moreno representó ese espíritu en su anterior filme, no en éste, pero ello no implica que no pueda recuperar esa categoría en el siguiente, razonaba el cronista alemán, ya que su película sigue llevando el sello de la generación de buenos cineastas argentinos a la que pertenece.
Mejor acogida recibió el filme turco a competición, una conmovedora historia de amor y de amistad dirigida por Seyfi Teoman, que se mueve en el Estambul de nuestros días y principalmente entre un terceto de jóvenes estudiantes que comparten piso.
Todo gira en torno a la chica, Günes Sayin, una muchacha encantadora a la que por supuesto los dos compañeros masculinos tratarán como a una princesa -ella acaba de perder a sus padres en un accidente- y de la cual se enamorarán ambos, como no podría ser de otro modo.
Nada en el argumento escapa a lo previsto, pero de alguna manera resultó gratificante comprobar cómo las llamadas cinematografías periféricas -es decir, tanto Farhadi como Teoman- colocan a la Berlinale ante seres reales, confrontados a grandes o menores problemas igualmente auténticos.
En dirección opuesta, las cinematografías del mundo llamado más avanzado -ayer, Miranda July, hoy Moreno- sitúan al espectador ante jóvenes inermes o apáticos, encandilados en su vacío.
A todo esto, la Berlinale se preparaba para recibir sobre la alfombra roja, para la sesión de gala de la noche, al oscarizable Colin Firth, cuyo "The King's Speech" se proyectaba fuera de concurso, en Berlinale Special, lo que no le quitaba rango de imán mediático. EFE
gc/rz/cr
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