Cuando un western habla en alemán
Nina Hoss cabalgó por la Berlinale
Gemma Casadevall
Berlín, 9 feb (EFE).- El cine alemán entró hoy en competición en la Berlinale con "Gold", con una Nina Hoss cabalgando en busca de oro por abruptas montañas canadiense, en un festival volcado en mostrar el valor de la tierra en tiempos de pioneros o ante los usurpadores del presente.
A Hoss, una "musa berlinesa" asidua del festival, le correspondió defender el pabellón alemán con una película angosta, única representante del cine anfitrión a concurso y compartiendo jornada con la rusa "Dolgaya schastlivaya zhizn" ("A Long and Happy Life").
Fueron dos exponentes distintos de lo que el director del festival, Dieter Kosslick, anunció como uno de los ejes de la 63 edición de la Berlinale: el destino de los desarraigados del planeta, sea por propia voluntad o por designio ajeno.
Dirigida por Thomas Arslan, "Gold" se centra en un grupo de inmigrantes alemanes que, en 1898, pasan de Estados Unidos a Canadá, dispuestos a recorrer 2.500 intrincados kilómetros en busca de oro.
La misma Hoss que en 2012 interpretó a una médico acosada por la Stasi -policía política de la Alemania comunista- en "Barbara" o a la fantasmal "Yella", dos años atrás, es ahora el centro de esos alemanes a los que Arslan mueve por las montañas.
Mantienen los gestos, frialdad y frases secas propias de empleados de una oficina de Correos en Bremen o Hannover, su lugar de origen, sólo que lugar de estampar sellos amputan con un serrucho la pierna de uno de ellos al borde de la gangrena.
A la hora de la proyección, entre un cúmulo de tópicos robados de cualquier "western", empezaron a desatarse las impaciencias o carcajadas de los asistentes.
El propósito de Arslan no era la parodia, sino retratar a unos pioneros entre los seis millones de alemanes que entre 1830 y 1900 llegaron a Estados Unidos y que forman parte de su paisaje actual.
Cuando un filme desata risas ahí donde no debe es que algo no funciona, por mucho que al final se dispensaran a aplausos de cortesía al único anfitrión entre los 19 filmes a concurso.
"Me pareció interesante reflejar ese otro lado de los alemanes afectados por las migraciones. Es decir, donde ellos mismos son quienes emigran, o al revés". explicó Arslan, director alemán de origen turco, de cuya filmografía destaca "Dealers".
Bastante mejor le fue "Dolgaya schastlivaya zhizn", del ruso Boris Khlebnikov, con una historia parecida a la de "Promised Land" proyectada el día anterior y con Matt Damon, solo que sin los edulcorantes propios del cine estadounidense.
También aquí se centra el filme en un colectivo de campesinos, esta vez de la península de Kola, a los que los poderosos pretenden quitar de sus tierras a precio de estafa.
El filme ruso se unió a la tónica de "Promised Land", sólo que en lugar de ladrones de guante blanco -un consorcio energético- aquí quien pretende desterrar a los vecinos es el aparato estatal.
Una muy buena alternativa, en lo cinematográfico, a "Gold" y, sobre todo, a la tercera película a competición de la jornada, "The Necessary Death Of Charly Countryman", dirigida por el sueco Fredrick Bond e interpretada por Shia LaBeouf.
La película de Bond empieza con un delirio, el del personaje interpretado por LaBeouf, y va a más, entre paseos por "hostels" y clubes nocturnos de Bucarest.
A LaBeouf no se le borra la expresión de bobo enamorado -de Rachel Wood- en toda la película, con un Mads Mikkelsen empeñado en quitarle a la chica de sus sueños.
Mientras la competición llevo a a alfombra roja a Hoss, heroína local, y LaBeouf, con muchas fans en Berlín, los filmes fuera de concurso dejaron otra dosis de guapas y guapos: entre otros, Anne Hathaway, representando a "Les Misérables" en la sección Berlinale Special, y James Franco y Amanda Seyfried, en "Lovelace", de Panorama. EFE
Gemma Casadevall
Berlín, 9 feb (EFE).- El cine alemán entró hoy en competición en la Berlinale con "Gold", con una Nina Hoss cabalgando en busca de oro por abruptas montañas canadiense, en un festival volcado en mostrar el valor de la tierra en tiempos de pioneros o ante los usurpadores del presente.
A Hoss, una "musa berlinesa" asidua del festival, le correspondió defender el pabellón alemán con una película angosta, única representante del cine anfitrión a concurso y compartiendo jornada con la rusa "Dolgaya schastlivaya zhizn" ("A Long and Happy Life").
Fueron dos exponentes distintos de lo que el director del festival, Dieter Kosslick, anunció como uno de los ejes de la 63 edición de la Berlinale: el destino de los desarraigados del planeta, sea por propia voluntad o por designio ajeno.
Dirigida por Thomas Arslan, "Gold" se centra en un grupo de inmigrantes alemanes que, en 1898, pasan de Estados Unidos a Canadá, dispuestos a recorrer 2.500 intrincados kilómetros en busca de oro.
La misma Hoss que en 2012 interpretó a una médico acosada por la Stasi -policía política de la Alemania comunista- en "Barbara" o a la fantasmal "Yella", dos años atrás, es ahora el centro de esos alemanes a los que Arslan mueve por las montañas.
Mantienen los gestos, frialdad y frases secas propias de empleados de una oficina de Correos en Bremen o Hannover, su lugar de origen, sólo que lugar de estampar sellos amputan con un serrucho la pierna de uno de ellos al borde de la gangrena.
A la hora de la proyección, entre un cúmulo de tópicos robados de cualquier "western", empezaron a desatarse las impaciencias o carcajadas de los asistentes.
El propósito de Arslan no era la parodia, sino retratar a unos pioneros entre los seis millones de alemanes que entre 1830 y 1900 llegaron a Estados Unidos y que forman parte de su paisaje actual.
Cuando un filme desata risas ahí donde no debe es que algo no funciona, por mucho que al final se dispensaran a aplausos de cortesía al único anfitrión entre los 19 filmes a concurso.
"Me pareció interesante reflejar ese otro lado de los alemanes afectados por las migraciones. Es decir, donde ellos mismos son quienes emigran, o al revés". explicó Arslan, director alemán de origen turco, de cuya filmografía destaca "Dealers".
Bastante mejor le fue "Dolgaya schastlivaya zhizn", del ruso Boris Khlebnikov, con una historia parecida a la de "Promised Land" proyectada el día anterior y con Matt Damon, solo que sin los edulcorantes propios del cine estadounidense.
También aquí se centra el filme en un colectivo de campesinos, esta vez de la península de Kola, a los que los poderosos pretenden quitar de sus tierras a precio de estafa.
El filme ruso se unió a la tónica de "Promised Land", sólo que en lugar de ladrones de guante blanco -un consorcio energético- aquí quien pretende desterrar a los vecinos es el aparato estatal.
Una muy buena alternativa, en lo cinematográfico, a "Gold" y, sobre todo, a la tercera película a competición de la jornada, "The Necessary Death Of Charly Countryman", dirigida por el sueco Fredrick Bond e interpretada por Shia LaBeouf.
La película de Bond empieza con un delirio, el del personaje interpretado por LaBeouf, y va a más, entre paseos por "hostels" y clubes nocturnos de Bucarest.
A LaBeouf no se le borra la expresión de bobo enamorado -de Rachel Wood- en toda la película, con un Mads Mikkelsen empeñado en quitarle a la chica de sus sueños.
Mientras la competición llevo a a alfombra roja a Hoss, heroína local, y LaBeouf, con muchas fans en Berlín, los filmes fuera de concurso dejaron otra dosis de guapas y guapos: entre otros, Anne Hathaway, representando a "Les Misérables" en la sección Berlinale Special, y James Franco y Amanda Seyfried, en "Lovelace", de Panorama. EFE
Salvadnos de los salvadores
El haitiano Raoul Peck sacude con el despropósito de la ayuda humanitaria
Gemma Casadevall
Berlín, 9 feb (EFE).- El director haitiano Raoul Peck sacudió hoy la Berlinale con su documental "Assistance mortelle", filmado tras el terremoto que dejó 250.000 muertos y un millón de damnificados en su país y en el que denuncia los despropósitos de la ayuda humanitaria.
"Por favor, salvémonos de quienes dicen que vienen a salvarnos", exclamó el realizador, sin acritud pero contundente, tras la proyección de su filme, recibido con fuertes ovaciones en su estreno en la sección Berlinale Special, fuera de concurso.
Rodado en Puerto Príncipe y otras zonas devastadas por el seísmo del 12 de enero de 2010, el documental se adentra en "la otra catástrofe que siguió a la catástrofe", en un país donde las viviendas de millón y medio de personas quedaron en ruinas.
"La comunidad internacional prometió miles de millones de dólares en ayuda humanitaria. En lugar de un auxilio controlado se vino sobre nosotros el caos, a veces por negli gencia, a veces por afán de hacer negocio con nuestra tragedia", sostuvo el director.
De la promesa de ayuda urgente, transparente y con implicación haitiana, se pasó a un despropósito de ONGs actuando en paralelo y en medio del despliegue mediático alrededor de la elite política internacional -como el expresidente de EEUU Bill Clinton- y estrellas comprometidas, desde Angelina Jolie a George Clooney.
Peck acudió con este documental a la Berlinale desde su posición de viejo amigo del festival, pues en 2002 fue miembro del y en 2005 compitió por los Osos con "Sometimes in april", sobre el genocidio ruandés de 1994.
Explicó que su propósito no es "dejar en evidencia a colegas, ONGs, ni otros estamentos comprometidos de corazón con la causa", sino incidir en la necesidad de replantearse lo que se entiende por ayuda humanitaria.
El cineasta, exministro de Cultura en Haití, se presentó como un ciudadano de mundo que ha vivido en África, Estados Unidos y Europa y alternó el creole de su país de origen con el francés, el inglés y el alemán -estudió cine en Alemania-.
"Haití también pasó su hora cero", explicó el cineasta, en alusión a cómo quedó Alemania tras la Segunda Guerra Mundial y la capitulación del Tercer Reich.
"Assistance mortelle" es un documento con el que pretende "disuadir" al espectador de hacer donativos irreflexivos a "cualquier ONG, por simple afán de bondad" o lo que califica de "ayudar por ayudar".
Con un formato estricto, sin concesiones al espectador, el filme recoge los argumentos tanto de los "sufridores" de la ayuda -haitianos comunes- como de quienes tratan de canalizarla honradamente, ya sean responsables de altos organismos o pequeñas organizaciones.
"Los haitianos somos en ese engranaje como piezas de un escenario que es el país más pobre del mundo", sobre el que de pronto llueve miles de millones de dólares, lo que no impide que cientos de miles de ellos sigan viviendo hoy bajo carpas de plástico.
Ejemplo de esta situación son escenas como las que muestra al responsable del departamento de Ingeniería haitiano dirigiendo las labores de sus cien empleados, descalzos sobre el lodazal de canalizaciones infestadas, a metros de cuatro cooperantes de una ONG protegidos de pies a cabeza con el mejor equipo.
Apenas cinco de las veinte grandes organizaciones que operaron en Haití presentaron "cuentas claras" de su gestión.
Para tareas prioritarias, como las labores de desescombro, no había dinero, pero sí lo hubo para invitar al país a políticos y periodistas de todo el mundo, dispuestos a relatar lo que la comunidad internacional "hacía con Haití", apunta Peck.
Los 99 minutos del documental son el resultado de 500 horas de película, rodadas en los dos años siguientes al seísmo y financiadas por varios canales de la televisión pública franco-alemana, Arte, entre otras ayudas. EFE
gc/cr
Explicó que su propósito no es "dejar en evidencia a colegas, ONGs, ni otros estamentos comprometidos de corazón con la causa", sino incidir en la necesidad de replantearse lo que se entiende por ayuda humanitaria.
El cineasta, exministro de Cultura en Haití, se presentó como un ciudadano de mundo que ha vivido en África, Estados Unidos y Europa y alternó el creole de su país de origen con el francés, el inglés y el alemán -estudió cine en Alemania-.
"Haití también pasó su hora cero", explicó el cineasta, en alusión a cómo quedó Alemania tras la Segunda Guerra Mundial y la capitulación del Tercer Reich.
"Assistance mortelle" es un documento con el que pretende "disuadir" al espectador de hacer donativos irreflexivos a "cualquier ONG, por simple afán de bondad" o lo que califica de "ayudar por ayudar".
Con un formato estricto, sin concesiones al espectador, el filme recoge los argumentos tanto de los "sufridores" de la ayuda -haitianos comunes- como de quienes tratan de canalizarla honradamente, ya sean responsables de altos organismos o pequeñas organizaciones.
"Los haitianos somos en ese engranaje como piezas de un escenario que es el país más pobre del mundo", sobre el que de pronto llueve miles de millones de dólares, lo que no impide que cientos de miles de ellos sigan viviendo hoy bajo carpas de plástico.
Ejemplo de esta situación son escenas como las que muestra al responsable del departamento de Ingeniería haitiano dirigiendo las labores de sus cien empleados, descalzos sobre el lodazal de canalizaciones infestadas, a metros de cuatro cooperantes de una ONG protegidos de pies a cabeza con el mejor equipo.
Apenas cinco de las veinte grandes organizaciones que operaron en Haití presentaron "cuentas claras" de su gestión.
Para tareas prioritarias, como las labores de desescombro, no había dinero, pero sí lo hubo para invitar al país a políticos y periodistas de todo el mundo, dispuestos a relatar lo que la comunidad internacional "hacía con Haití", apunta Peck.
Los 99 minutos del documental son el resultado de 500 horas de película, rodadas en los dos años siguientes al seísmo y financiadas por varios canales de la televisión pública franco-alemana, Arte, entre otras ayudas. EFE
gc/cr
viernes, 8 de febrero de 2013
Desposeídos, uníos
Matt Damon le puso rostro a la usurera industria energética
Gemma Casadevall
Berlín, 8 feb (EFE).- El actor estadounidense Matt Damon llevó hoy a la Berlinale el rostro de la estafa ecológica en "Promised Land", un filme de Gus Van Sant sobre la usura voraz de la industria energética que convierte a granjeros en desposeídos de su tierra.
Damon, con su eterna cara de chico bueno pese a interpretar a un engatusador profesional, acaparó los flashes de la primera jornada a competición, compartida con el excelente filme "W Imie" ("In the name of"), sobre homosexualidad y sacerdocio en la católica Polonia.
"Es un personaje en dilema, que trata de no escuchar a su conciencia, aunque sabe el alto coste que implica ignorarla", explicó el actor, el imán mediático de la jornada en un papel diseñado a su medida y en un filme del que es además coguionista y productor.
"Promised Land" arranca con la llegada de Damon y Frances McDormand a un pueblo de granjeros perdido en EEUU que el consorcio "Global" pretende perforar en busca del gas, por mucho que conlleve envenenar el subsuelo de los prados donde pacen las vacas.
Se trata de perforaciones a kilómetros de profundidad -el controvertido método "Fracking"-, para el que se insuflan productos químicos y que "Global" quiere llevar adelante estafando con un contrato subvalorado a los granjeros.
"No es filme de héroes y villanos. En nuestro mundo, también el de los consorcios sin escrúpulos, uno puede pasar de un lado al otro sin dejar de ser la misma persona", apuntó Van Sant, presente en la Berlinale como nombre de peso entre los 19 aspirantes a Oso.
Damon y McDormand serán exponente del principio de que "nada es sólo blanco o negro" -en palabras del actor-, ni siquiera en el mundo sin escrúpulos del que proceden.
Llegarán al pueblo pensando que será una pieza fácil y se toparán con un viejo maestro, ingeniero de elite ya jubilado y líder de la resistencia en tanto que suficientemente viejo para permitirse el lujo de morir con dignidad, en lugar de venderse barato.
A partir de ahí empezarán a hacerlo todo mal, desde comprar al alcalde a tratar de hacerlo con un activista ecologista -John Krasinski- tan engatusador como los enviados del consorcio, por mucho que les acose a ellos y al pueblo entero con carteles de "Global go home".
Van Sant se permite una pequeña sorpresa, cuando todo parece cuadrar demasiado y el dilema de Damon tiende a resolverse en una dirección excesivamente esperable.
"Trato de hacer filmes en los que creo y que a la vez sean realistas, cinematográficamente", defendió Damon, en alusión al corte convencional de la película, en la que no falta el romance con la linda maestra del pueblo.
"Promised Land" dio un buen arranque, en lo mediático, a la primera jornada a competición, aunque en lo cinematográfico la mejor acogida se la llevó el filme dirigido por Malgoska Szumowska, representante del nuevo cine polaco.
"W Imie..." se recibió como una de esas pequeñas joyas del cine de bajo presupuesto, con unos actores excelentes y trazado sobre otro tipo de dilema: el de un cura de una parroquia rural al cargo de un grupo de muchachos difíciles.
La homosexualidad, tabú en todo el ámbito católico y más aún en un país casi al cien por cien confesional como es Polonia, es la tortura interior y exterior del sacerdote, que se gana el aprecio de los chicos con su imagen moderna y hasta el acoso de la atractiva y desorientada esposa de un instructor de la escuela.
Szumowska aborda el tabú sin tapujos, en un película rica en detalles reveladores y que huye de los tópicos.
La tercera a competición fue "Paradies: Hoffnung" ("Paradise: Hope"), la última pieza de la trilogía del austríaco Ulrich Seidl -tras sus anteriores "paraísos" dedicados al amor y a la fe-.
También se introduce en las tentaciones adultas -esta vez, un médico- por una muchacha, esta vez en un campamento de vacaciones al que los padres envían a sus hijos con sobrepeso a adelgazar.
La muchacha es una "Lolita" gorda empeñada en seducir al adulto, el tercer personaje en dilema en una misma jornada, y el resultado un filme sin la intensidad de su compañera a competición polaca ni el factor mediático de la de Van Sant. EFE
gc/jcb/cr
(foto) (vídeo)
"Promised Land" arranca con la llegada de Damon y Frances McDormand a un pueblo de granjeros perdido en EEUU que el consorcio "Global" pretende perforar en busca del gas, por mucho que conlleve envenenar el subsuelo de los prados donde pacen las vacas.
Se trata de perforaciones a kilómetros de profundidad -el controvertido método "Fracking"-, para el que se insuflan productos químicos y que "Global" quiere llevar adelante estafando con un contrato subvalorado a los granjeros.
"No es filme de héroes y villanos. En nuestro mundo, también el de los consorcios sin escrúpulos, uno puede pasar de un lado al otro sin dejar de ser la misma persona", apuntó Van Sant, presente en la Berlinale como nombre de peso entre los 19 aspirantes a Oso.
Damon y McDormand serán exponente del principio de que "nada es sólo blanco o negro" -en palabras del actor-, ni siquiera en el mundo sin escrúpulos del que proceden.
Llegarán al pueblo pensando que será una pieza fácil y se toparán con un viejo maestro, ingeniero de elite ya jubilado y líder de la resistencia en tanto que suficientemente viejo para permitirse el lujo de morir con dignidad, en lugar de venderse barato.
A partir de ahí empezarán a hacerlo todo mal, desde comprar al alcalde a tratar de hacerlo con un activista ecologista -John Krasinski- tan engatusador como los enviados del consorcio, por mucho que les acose a ellos y al pueblo entero con carteles de "Global go home".
Van Sant se permite una pequeña sorpresa, cuando todo parece cuadrar demasiado y el dilema de Damon tiende a resolverse en una dirección excesivamente esperable.
"Trato de hacer filmes en los que creo y que a la vez sean realistas, cinematográficamente", defendió Damon, en alusión al corte convencional de la película, en la que no falta el romance con la linda maestra del pueblo.
"Promised Land" dio un buen arranque, en lo mediático, a la primera jornada a competición, aunque en lo cinematográfico la mejor acogida se la llevó el filme dirigido por Malgoska Szumowska, representante del nuevo cine polaco.
"W Imie..." se recibió como una de esas pequeñas joyas del cine de bajo presupuesto, con unos actores excelentes y trazado sobre otro tipo de dilema: el de un cura de una parroquia rural al cargo de un grupo de muchachos difíciles.
La homosexualidad, tabú en todo el ámbito católico y más aún en un país casi al cien por cien confesional como es Polonia, es la tortura interior y exterior del sacerdote, que se gana el aprecio de los chicos con su imagen moderna y hasta el acoso de la atractiva y desorientada esposa de un instructor de la escuela.
Szumowska aborda el tabú sin tapujos, en un película rica en detalles reveladores y que huye de los tópicos.
La tercera a competición fue "Paradies: Hoffnung" ("Paradise: Hope"), la última pieza de la trilogía del austríaco Ulrich Seidl -tras sus anteriores "paraísos" dedicados al amor y a la fe-.
También se introduce en las tentaciones adultas -esta vez, un médico- por una muchacha, esta vez en un campamento de vacaciones al que los padres envían a sus hijos con sobrepeso a adelgazar.
La muchacha es una "Lolita" gorda empeñada en seducir al adulto, el tercer personaje en dilema en una misma jornada, y el resultado un filme sin la intensidad de su compañera a competición polaca ni el factor mediático de la de Van Sant. EFE
gc/jcb/cr
(foto) (vídeo)
jueves, 7 de febrero de 2013
Tanta belleza aburre
Kung fu sobre la alfombra roja
Gemma Casadevall
Berlín, 7 feb (EFE).- El director chino Wong Kar Wai abrió hoy la Berlinale con "The Grandmaster", un homenaje al genio del kung-fu Bruce Lee que en lugar de ritmo, acción y golpes se plasma en filosófica y trascendente belleza.
"Bruce Lee fue el héroe de mi infancia, sí. Sólo que las artes marciales además de golpes certeros y mortales encierran principios, honor y mucha filosofía", afirmó Wong, quien además de inaugurar el festival llegó a Berlín como presidente de su jurado internacional.
"The Grandmaster", fuera de competición, es un espectáculo que va de la fascinación coreográfica por el kung-fu, entre hermosos paisajes helados y combates callejeros bajo inclementes diluvios, a la búsqueda de la esencia del honor y la traición a ese principio.
"Las artes marciales son un código que se trasmite de generación en generación y que cada generación enriquece con nuevas prácticas", explicó el director.
"The Grandmaster" arranca de la China de 1936, año de la invasión japonesa, donde el enemigo no es solo ese invasor extranjero, sino también la hostilidad norte-sur entre dos clanes. Abarca hasta finales de los cincuenta, con el personaje principal, Ip Man, convertido en gran maestro para Bruce Lee.
En medio, una historia de amor entre el perfecto luchador y la Miss Gong, única rival que alcanza a vencerlo con una forma de lucha específica de su clan, el llamado juego de las 64 manos.
Wong coloca al frente de su filme a dos superestrellas del cine asiático, Tony Leung -protagonista de "In The Mood For Love", del mismo director- y Zhang Ziyi -de "Tiger & Dragon" y "The Geisha"-.
El director regresó así a la Berlinale, como director y encabezando a un jurado del que forman parte también Tim Robbins, el director alemán Andreas Dresen y la iraní Shirin Neshat, exponente de los cineastas de su país bajo la tenaza de las restricciones de Teherán.
El cineasta chino se presentó junto a sus compañeros de jurado dispuesto a colocarse "al servicio" de los 19 aspirantes a los Osos.
Él homenajeó a Lee, mientras que la Berlinale le recibió como al genio al que vio debutar y que regresa con la aureola de maestro.
Wong, de 54 años, presentó en ese mismo festival, en 1988 su ópera prima, "As tears go by", entonces en el Foro del Cine Joven.
Ocho años después regresó con "Fallen Angels" y en 1997 se llevó de la competencia, el Festival Cannes, el premio al mejor director con "Happy together".
Recibió el César francés en 2001, con "In the mood for love", la película a la que inevitablemente remiten las secuencias más bellas de "The Grandmaser". Y en 2004, la Academia del Cine Europeo, con sede en su Berlín "amigo", le premió por su película "2046".
Tras la exhibición del mágico kung-fu de Wong se abrirá mañana el desfile de los 19 filmes aspirantes al Oso, con grandes nombres como el iraní Jafar Panahí, los estadounidenses Steven Soderbergh y Gus Van Sant, junto a nuevos talentos, como el chileno Sebastián Lelio.
Sobre su alfombra roja se espera ver a un desfile de estrellas, como las divas francesas Catherine Deneuve, Juliette Binoche e Isabelle Hupert, así como a Matt Damon, Jude Law, Nicolas Cage, Jeremy Irons, el cantante-actor Shia LaBeouf y a un Ethan Hawke, una vez más, como pareja de Julie Delpy.
Acudirán asimismo Isabella Rossellini, expresidenta del jurado que ahora recibirá una Cámara de Oro, así como Anika Ekberg, dando lecciones en el Talent Campus, Jane Fonda, invitada por la firma patrocinadora del festival, y Sharon Stone, en la gala "Cinema por Peace".
Mañana llegará la primera aportación del cine español, "La Plaga", de Neus Ballús, que refleja los efectos de la crisis global sobre cinco personajes y que se exhibe en la sección Forum.
También en la crisis, y sobre un formato aún más doméstico -una pareja-, se centra la última película de Isabel Coixet, "Ayer no termina nunca", con Javier Cámara y Candela Peña, que se exhibirá el domingo, fuera de concurso, en Panorama. EFE
gc/jcb/cr
(foto) (vídeo) (audio)
Gemma Casadevall
Berlín, 7 feb (EFE).- El director chino Wong Kar Wai abrió hoy la Berlinale con "The Grandmaster", un homenaje al genio del kung-fu Bruce Lee que en lugar de ritmo, acción y golpes se plasma en filosófica y trascendente belleza.
"Bruce Lee fue el héroe de mi infancia, sí. Sólo que las artes marciales además de golpes certeros y mortales encierran principios, honor y mucha filosofía", afirmó Wong, quien además de inaugurar el festival llegó a Berlín como presidente de su jurado internacional.
"The Grandmaster", fuera de competición, es un espectáculo que va de la fascinación coreográfica por el kung-fu, entre hermosos paisajes helados y combates callejeros bajo inclementes diluvios, a la búsqueda de la esencia del honor y la traición a ese principio.
"Las artes marciales son un código que se trasmite de generación en generación y que cada generación enriquece con nuevas prácticas", explicó el director.
"The Grandmaster" arranca de la China de 1936, año de la invasión japonesa, donde el enemigo no es solo ese invasor extranjero, sino también la hostilidad norte-sur entre dos clanes. Abarca hasta finales de los cincuenta, con el personaje principal, Ip Man, convertido en gran maestro para Bruce Lee.
En medio, una historia de amor entre el perfecto luchador y la Miss Gong, única rival que alcanza a vencerlo con una forma de lucha específica de su clan, el llamado juego de las 64 manos.
Wong coloca al frente de su filme a dos superestrellas del cine asiático, Tony Leung -protagonista de "In The Mood For Love", del mismo director- y Zhang Ziyi -de "Tiger & Dragon" y "The Geisha"-.
El director regresó así a la Berlinale, como director y encabezando a un jurado del que forman parte también Tim Robbins, el director alemán Andreas Dresen y la iraní Shirin Neshat, exponente de los cineastas de su país bajo la tenaza de las restricciones de Teherán.
El cineasta chino se presentó junto a sus compañeros de jurado dispuesto a colocarse "al servicio" de los 19 aspirantes a los Osos.
Él homenajeó a Lee, mientras que la Berlinale le recibió como al genio al que vio debutar y que regresa con la aureola de maestro.
Wong, de 54 años, presentó en ese mismo festival, en 1988 su ópera prima, "As tears go by", entonces en el Foro del Cine Joven.
Ocho años después regresó con "Fallen Angels" y en 1997 se llevó de la competencia, el Festival Cannes, el premio al mejor director con "Happy together".
Recibió el César francés en 2001, con "In the mood for love", la película a la que inevitablemente remiten las secuencias más bellas de "The Grandmaser". Y en 2004, la Academia del Cine Europeo, con sede en su Berlín "amigo", le premió por su película "2046".
Tras la exhibición del mágico kung-fu de Wong se abrirá mañana el desfile de los 19 filmes aspirantes al Oso, con grandes nombres como el iraní Jafar Panahí, los estadounidenses Steven Soderbergh y Gus Van Sant, junto a nuevos talentos, como el chileno Sebastián Lelio.
Sobre su alfombra roja se espera ver a un desfile de estrellas, como las divas francesas Catherine Deneuve, Juliette Binoche e Isabelle Hupert, así como a Matt Damon, Jude Law, Nicolas Cage, Jeremy Irons, el cantante-actor Shia LaBeouf y a un Ethan Hawke, una vez más, como pareja de Julie Delpy.
Acudirán asimismo Isabella Rossellini, expresidenta del jurado que ahora recibirá una Cámara de Oro, así como Anika Ekberg, dando lecciones en el Talent Campus, Jane Fonda, invitada por la firma patrocinadora del festival, y Sharon Stone, en la gala "Cinema por Peace".
Mañana llegará la primera aportación del cine español, "La Plaga", de Neus Ballús, que refleja los efectos de la crisis global sobre cinco personajes y que se exhibe en la sección Forum.
También en la crisis, y sobre un formato aún más doméstico -una pareja-, se centra la última película de Isabel Coixet, "Ayer no termina nunca", con Javier Cámara y Candela Peña, que se exhibirá el domingo, fuera de concurso, en Panorama. EFE
gc/jcb/cr
(foto) (vídeo) (audio)
No hay comentarios:
Publicar un comentario