Reparto salomónico entre denuncia y diversión
Berlín, 17 feb (EFE).- La 52 Berlinale partió salomónicamente en
dos su Oso de Oro, que se fue ex aequo para el político "Bloody Sunday", de Paul
Greengrass, y a los dibujos animados de "Spirited Away" de Hayao Miyazaki,
mientras que reservó su Premio Especial al cine "anfitrión", con "Halbe Treppe",
del alemán Andreas Dresen.
El jurado del Festival Internacional de Cine,
presidido por la directora india Mira Nair, hizo un esfuerzo de concentración
para responder a su propósito de "mimar" a lo innovador, al cine de alto voltaje
político y, además, a la maravillosa "Lundi matin", de Otar Iosseliani, que se
llevó el Oso de Plata al director Los premios de interpretación, a la actriz
Halle Berry, por "Monster`s Ball", y a Jacques Gamblin, por "Laissez-passer",
eran una manera indirecta de distinguir al alegato antirracista de Marc Forster,
así como de no hacer marchar de vacío a Bertrand Tavernier, a pesar de que su
película no convenció.
"El Oro a `Bloody Sunday` me llena casi de orgullo,
porque de alguna manera esa película no sólo refleja el conflicto norirlandés,
jamás extinguido, sino también otros conflictos de muchas partes del mundo y
muchas cosas que pasan ahora mismo en Argentina ", explicó a EFE la directora
argentina Lucrecia Martel, miembro del jurado.
La película de Paul
Greengrass, filmada en formato de documental, cámara en mano, y con un reparto
mixto entre actores profesionales y testigos presenciales, relata el baño de
sangre en que derivó la carga del ejército británico, en 1972, en Derry.
"El
otro Oro para Miyazaki es asimismo muy satisfactorio, por la pequeña revolución
que implica premiar a los dibujos animados en un gran festival internacional",
añadió Martel, quien calificó a su director de "Lewis Carroll japonés".
"Por
un lado, hemos premiado a la pura diversión; por la otra, el cine de alto
contenido político", explicó por su parte el director alemán Oskar Roehler,
asimismo miembro del jurado.
En un aparte, tras darse a conocer los premios
de esta 52 Berlinale, Martel
confesó asimismo que el premio que "más me ha salido del corazón" es el de
Iosseliani, quien el día anterior se llevó el premio de la Asociación de la
Crítica Internacional.
"Lundi matin", una película donde aparentemente no
ocurre nada y que tiene aires de Aki Kaurismaki, mezclado con Jacques Tati, es
un mosaico de personajes "que te quedan dentro y que reflejan un mundo con una
sonrisa, a veces un gesto", explicó Martel.
La directora, quien en 2001 se
llevó el Premio Alfred Bauer al mejor debut, con "La ciénaga", destacó asimismo
la importancia del Premio Angel Azul a la mejor película europa que recibió la
danesa Annette K. Olesen, por su primera película, "Minor Mishaps".
Martel
evitó diplomáticamente -tal como establece el reglamento del jurado
internacional de la Berlinale-
caer en "indiscreciones" sobre luchas internas del tribunal para el reparto de
premios.
Algo más explícito fue su compañero Roehler, quien pese a dejar
claro que "no se ha premiado a ninguna película que haya sido rechazada de plano
por uno de nosotros", sí que admitió la existencia de "ciertas presiones" en las
decisiones.
La 52 edición de la Berlinale era el "estreno" de Dieter Kosslick como
director del festival, debut que se caracterizó por la abultada presencia de
cine alemán, ya que los cuatro realizadores incluidos a concurso suponían la
mayor presencia germana desde 1990.
Se daba por hecho que el cine anfitrión
se iba a llevar un premio importante y "Halbe Treppe" -una excelente película
rodada como un vídeo doméstico en el económicamente deprimido este del país- se
recibió como un posible Oro para Alemania, que desde "Stammheim", de Reinhard
Hauff, en 1986, no se ha llevado el máximo galardón.
La película de Dresen
cayó bien entre el jurado -y se acentuó así la presión psicológica-, pero "nos
desprendimos elegantemente de argumentos ajenos para dejar vencer nuestra
intuición", explicó a EFE, oficiosamente y en tono irónico, un miembro de ese
tribunal.
Menos sutiles fueron los "argumentos" a favor de "8 femmes", la
película de Francois Ozon con Catherine Deneuve, Fanny Ardant y otras seis
divas, que trajo el mayor desembarco de "glamour" y risas de esta Berlinale y a la que Kosslick quería
ver con premio.
La deliciosa comedia "kitsch" lideraba desde hacía días las
quinielas de diversos medios alemanes acerca de quién se llevaría el Oro de
Berlín.
Todo quedó en un Oso de Plata para la "contribución artística
individual al conjunto de sus actrices", una denominación de por sí ambigua, con
aire de premio de consolación para una película contra la que, al parecer, se
cuadraron varios miembros del jurado. EFE gc/dm/egn/cbm
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