sábado, 24 de febrero de 2024

Dahomey y el hipopótamo Pepe

 La descolonización de los museos africanos se alzó con el Oro de la Berlinale

Joana Serra





La Berlinale repartió sus premios principales entre dos filmes que saltan del colonialismo al desarraigo: el Oso de Oro fue para la franco-senegalesa “Dahomey”, de la directora Mati Diop, una película en formato de falso documental que recorre la restitución de 26 obras de arte desde París a Benín. Y el Oso de Plata al mejor director fue para el dominicano Nelson Carlos de los Santos Arias por su fascinante historia del hipopótamo fantasmal “Pepe”. En la primera, la narración corresponde a una de esas piezas que retorna a África desde el expolio; en la segunda, la voz corresponde al animal fugado del zoo del patrón de la droga colombiana, Pablo Escobar. El jurado presidido por la actriz keniano-mexicana Lupita Nyong’o, con el director alemán Christoph Petzold y el español Albert Serra en su equipo, premió así estas dos formas de cine radical entre los 20 filmes seleccionados para su competición oficial.

También radical era “L’Empire”, de Bruno Dumont, que obtuvo el Premio del Jurado con un filme que juega a la ciencia ficción y convierte la parisina Notre Dame en una nave espacial. Menos arriesgado fue el Gran Premio Especial del Jurado para el coreano Hong Sangsoo, un habitual del festival alemán, que presentó su nuevo ejercicio de minimalismo titulado “A traveler´s needs” e interpretado por Isabelle Huppert.

El resto del palmarés incluyó al cine anfitrión a través de “Sterben”, del alemán Matthias Glasner, Oso de Plata al mejor guión; dio a la británica Emily Watson otra Plata como actriz de reparto por su cruel monja de “Small things like these”; y el correspondiente al mejor protagonista al estadounidense Sebastian Stan por “A different man”. La austriaca “Des teufels bad”, un magnífico filme sobre los estragos del fanatismo religioso en la Austria de 1750, ganó la siguiente plata para su impactante fotografía.

Apoyos a Gaza desde el corazón de Alemania

Pero el mensaje más político del festival se fue a Gaza. Fueron varios los miembros del jurado o premiados con los Osos quienes pidieron desde el escenario un alto el fuego inmediato. Y, en lo que concierne al palmarés, recibió el premio al mejor documental “No other land”, del duo israelí-palestino Yuval Abraham y Basel Adra. Se trata de una dura denuncia de la demolición de poblaciones palestinas de Cisjordania por Israel. El galardón plasmó la apuesta política de la Berlinale, especialmente destacable por ser Alemania un país donde, por responsabilidad histórica, su clase política evita criticar al gobierno israelí.

No fue el único alegato por Gaza sobre el escenario: la directora brasileña Juliana Rojas reclamó el alto el fuego al recoger su premio a la mejor dirección por “Cidade, Campo”, de la sección Encounters. Y el equipo entero de “Direct Action”, de Guillaume Cailleau, subió al escenario con el pañuelo palestino para recibir el de mejor filme de esa misma sección, dedicada a los nuevos lenguajes del cine.





No había películas españolas entre las 20 aspirantes a los Osos. Pero sí se colaron en el palmarés del festival dos producciones procedentes de la península, ambas dirigidas por mujeres. Fueron Anna Cornudella, cuyo film “The Human Hibernation” ganó el premio de la crítica internacional Fipresci, mientras que la producción hispano-costarricense "Memorias de un cuerpo que arde", de Antonella Sudasassi, ganó el premio del público de la sección Panorama.

Sin estar en la sección oficial, sino en las paralelas, perpetuaron el buen balance dejado en 2022 -con el Oro a “Alcarràs”, de Carla Simón- y en 2023 -con la Plata a Sofía Otero por “20.000 especies de abejas”-.

The Human Hibernation” se exhibía en la sección Forum, destinada al cine experimental. Plantea la posibilidad de una hibernación humana por efecto del cambio climático. La costarricense Sudasassi reflexiona sobre la mujer y su liberación sexual, a través de tres personajes femeninos.

A la iraní My favorite cake”, proyectada en ausencia de sus directores, Maryam Moghaddam y Behtash Sanaeeha, por imperativos del régimen de Teherán, se le reservó el Fipresci correspondiente a la sección oficial, así como el premio del jurado ecuménico. ERa la favorita de las quinielas, pero finalmente solo obtuvo galardones de estos jurados independientes.

Cambio de ciclo

La presente Berlinale cierra el ciclo de cuatro años bajo la dirección colegiada del italiano Carlo Chatrian y la neerlandesa Mariette Rissenbeek, a los que relevará la estadounidense Tricia Tutlle. Su gestión quedó marcada en su primer año por las restricciones por la pandemia y termina salpicada decríticas. En ese periodo el festival alemán ha perdido relevancia y visibilidad mediática frente a sus grandes rivales europeas, Cannes y Venecia.

También ha perdido algo de lo que fue su señal de identidad, el sello de festival popular. A diferencia del elitista festival francés, Berlín pone a la venta entradas para todas sus galas -unas 300.0000-. Las salas siguen llenándose, pero se critica que se haya suprimido la venta en taquilla de las localidades, ya que ahora solo pueden adquirirse online. Ello margina a quienes no dominan la dura competición por hacerse con las más preciadas -que se agotan en minutos-. Elimina, además ese “espacio de encuentro” que formaban los que guardaban cola ante la taquilla, algunos de ellos con sus termos de café, lo que daba aire de “normalidad ciudadana” a los diez días de vida del festival.


viernes, 23 de febrero de 2024

Será niño, será niña

 La Berlinale, ante un Oso que tanto puede llamarse Pepe como Mahin

Joana Serra



La Berlinale cerró su desfile de 20 aspirantes al Oso con una hermosa y feminista película nepalí, “Shambhala”. Queda por desvelar quién recibe este sábado el Oro de esta 74 edición del festival alemán, que podría decantarse por un hipopótamo llamado “Pepe” como por la vital viuda iraní Mahin.

Nunca hay quinielas fiables en el festival alemán. Se atribuye al jurado la tarea de encontrar su propia película, dar la sorpresa y acarrear con el disgusto general, si resulta que el palmarés no complace a la mayoría. El jurado de la presente edición está presidido por la actriz keniano-mexicana Lupita Nyong’o, pero los motores del veredicto final pueden ser dos cineastas de su equipo: el alemán Christoph Petzold y el español Albert Serra. Ambos representan una perspectiva del cine radical e innovadora, lo que favorece al dominicano “Pepe”. La película, dirigida por Nelson Carlos de los Santos Arias, convierte en narrador al fantasma de un hipopótano huido del zoo del patrón de la droga colombiano Pablo Escobar. Es una historia fascinante, centrada en el destino de un ejemplar entre los centenares de hipopótamos diseminados por el río Magdalena, descendientes de congéneres africanos.

No es una película para todos los gustos. Mucho más fácil para el equipo de Nyong’o sería optar por la iraní “My favorite cake” y su liberada viuda de 70 años que no renuncia al amor. Fue proyectada en ausencia de sus directores, Maryam Moghaddam y Behtash Sanaeeha, por imperativos del régimen de Teherán. Seguiría así la estela de anteriores Oros que la Berlinale ha entregado al cine iraní “resistente”: en 2020 lo ganó "There is no Evil" sin la presencia de su director, Mohammad Rasoulof, mientras que en 2015, fue la sobrina de Jafar Panahi, inhabilitado para rodar, quien recogió el Oro por "Taxi".

Entre las películas favoritas de la crítica internacional, según recoge la revista “Screen”, está la austríaca “The devil’s bath”, con un impresionante Anja Plaschg poniendo el rostro de una mujer sometida al fanatismo religioso y ancentral del siglo XVIII. La alemana “Sterben” bien situada por el trabajo de sus actores, entre ellos Lars Eilinger. Es una cinta de tres horas por capítulos entorno a la demencia, la vejez, el alcoholismo y el suicido, que curiosamente no aboca al espectador a la depresión.

Ya en la última jornada, “Shambhala” fascinó con su historia de una embarazada recorriendo a pie el pedregal nepalí para explicarse a uno de sus esposos -tiene tres, aunque solo uno ejerce de marido-. Su antecedente en el palmarés sería “La boda de Tuya”, Oro en 2007 y rodada en escenarios parecidos, pero en Mongolia. Otra firme candidata a premio estrenada en el tramo final fue la tunecina “Who do I belong to”, una dramática historia de una familia partida por el terrorismo islámico y la brutalidad yihadista contra la mujer.

Han sido varias las historias femeninas de este festival. Entre ellas, la italiana “Gloria”, de Margherita Vicario. Dio alas al festival, especialmente en lo musical, a través de las muchachas de la escuela de música de San Ignacio, en la Venecia de 1800, que descubren el “Pianoforte” y estrenan ante el Papa una pieza pop que podría ir al festival de Eurovisión de Malmö.

El resto del cine europeo aportó sólidas películas como la danesa “Vogter”, con una impactante funcionaria de prisiones ajustando las cuentas a un preso. La francesa “L’Empire” hizo las delicias de los devotos de Bruno Dumont con un irónico tributo a pie de playa de la “Guerra de las Galaxias” o “Juego de Tronos”. No se descarta un puesto en el palmarés para “Langue étrangere”, de la francesa Clarie Burguer, una inteligente película que combina los dilemas de la adolescencia actual con los del mundo adulto.

Menos convincentes resultaron “Small things like these”, pese a la presencia del irlandés Cillian Murphy, o “Hors du temps”, de Olivier Assayas, que acudía a la Berlinale como teórico favorito.

Algo parecido ocurrió con otros dos directores habituales de la Berlinale, el mexicano Alonso Ruizpalacios, que compitió con su multiétnica “La cocina”, o el coreano Hong Sangsoo, con su “A traveleer’s needs”, interpretado por Isabelle Huppert.

La gala de los Osos cerrará el sábado un festival sin títulos españoles a competición. Tras el Oro en 2022 a “Alcarrás”, de Carla Simón, y la Plata de 2023 a Sofía Otero, por “20.000 especies de abejas”, al cine de la península le correspondió mirar el desfile de aspirantes desde la barrera.

jueves, 22 de febrero de 2024

Del astronauta Sandler a la pasión lésbica Steward

  Egoyan „psicoanaliza” el abuso sexual a través de Amanda Seyfeld

Joana Serra






El director armenio-canadiense Atom Egoyan presentó en la Berlinale uno de sus psicoanálisis cinematográficos, esta vez aplicado al trauma de los abusos sexuales y con Amanda Seyfried de protagonista. “Seven veils”, la película del cineasta, se exhibía fuera de concurso, pero era el plato fuerte al menos en lo mediático de la penúltima jornada a competición.

“Es una especie de ajuste de cuentas entre los traumas del presente y los del pasado, entre la pérdida dejada por la muerte de un mentor y amante y las secuelas que aún arrastra de la figura del padre”, explicó Seyfried. “La historia de Salomé es fascinante. Confluyen en este mito del deseo y el ansia ante lo que te falta y crees que necesitas”, resumió por su parte Egoyan, de nuevo en la Berlinale tras haber sido hace veinte años presidente de su jurado internacional.

“Seven veils” es una revisión del mito de Salomé a través de la historia en que se tejen la realidad y la ópera que trata de poner en escena el personaje que interpreta Seyfried. Es una directora escénica con problemas con su esposo, con sus solistas, con la sombra del mentor fallecido y con la personalidad de su padre. La crisis matrimonial es un precipicio más al que se asoma, aunque probablemente lo más perturbador es el trauma que arrastra desde su infancia. Para Egoyan, la película es un reencuentro con una versión anterior de esa misma ópera de Richard Strauss que dirigió en 1996. Es su octava incursión en ese mito bíblico y la obsesión por el deseo.

Seyfried se convirtió en el ser más buscado de la jornada sobre la alfombra roja. Su filme se proyectó en la sección Berlinale Special, principal fuente de estrellato en el festival, mientras que la sección oficial a competición ha sido más bien discreta en cuanto a celebridades.

En esa misma sección fuera se concurso se proyectó el “Spaceman” protagonizado por Adam Sandler, que abandona la comedia para convertirse en un astronauta solitario y deprimido que ha perdido la conexión con su mujer -Carey Mulligan-. Ambos, Sandler y Mulligan, acapararon los flashes del miércoles. Unos días antes, el máximo imán mediático fue Kristin Steward -presidenta del jurado en 2023-, protagonista ahora de una explícita historia de amor lésbico con una culturista -Katy O'Brian-, en “Love Lies Bleeding”.





Nadie, sin embargo, llenó tanto la Berlinale como el director Martin Scorsese, Oso de Oro de Honor de la Berlinale, quien además de acudir para recibir ese galardón participó en actos paralelos junto a Sharon Stone, su protagonista de “Casino”.

La Berlinale se cerrará el sábado con la entrega de sus preciados Osos entre los 20 aspirantes incluidos en la sección a concurso.



miércoles, 21 de febrero de 2024

Pañuelos palestinos y exclusión ultra

 


Gaza sacude una Berlinale „políticamente correcta“



Joana Serra





Un grupo de activistas pro-Palestina afeando a la exsecretaria de Estado de EEUU, Hillary Clinton, su fidelidad al compromiso con la defensa de Israel; una película grabada en octubre que denuncia el „apartheid“ que, a juicio de sus autores, se practica contra los palestinos; o varios manifestantes irrumpiendo en el European Market al grito de „Free Palestine“: son algunos de los problemas que está teniendo una Berlinale que presume de festival político, pero que no acaba de afrontar los conflictos que no son „políticamente correctos“ para el establisment alemán.

Año a año, el festival alemán defiende la presencia del cine iraní en su sección oficial, incluidos los directores perseguidos por el régimen de Teherán. Apuesta asimismo fuertemente por Ucrania, víctima de la agresión rusa. Pero no acaba de resolver sus dilemas internos cuando se trata de Israel o teme que cualquier crítica a su gobierno sea instrumentalizada por el antiseminismo, en pleno auge ultraderechista.

Clinton, invitada a la gala del „Cinema for Peace“ respondió a la provocación activista con un „si Hamás liberara a sus rehenes, mañana tendríamos una tregua“. Siete manifestantes que se habían infiltrado en la sesión, un acto en paralelo a la Berlinale, fueron expulsados de la sala, mientras la excandidata a la Casa Blanca expresaba su „comprensión“ por las emociones que desata la guerra en Gaza en el mundo occidental.

Algún tumulto ha provocado asimismo el estreno de „No Other Land“, una película firmada por un colectivo palestino-israelí que se proyecta en la Berlinale fuera de concurso. Describe la expulsión de los palestinos de una población de Cisjordania y fue filmada en octubre del año pasado, aunque apenas incluye alguna alusión a los ataques y secuestros de la organización terrorista Hamás.

La dirección del festival, ejercida por el dúo formado por Carlo Chatrian y Mariette Rissenbeek, había tenido ya sus problemas con la ministra de Cultura, la verde Claudia Roth, defensora como Clinton del compromiso cerrado con el estado de Israel. Es también la línea que tradicionalmente ha seguido a rajatabla los sucesivos gobierno y el conjunto de la clase política de Alemania por responsabilidad histórica con el destino de los judíos.

La dirección de la Berlinale quiso incidir de algún modo en una temática ineludible en un festival políticamente comprometido como es la Berlinale, a través del llamado „Tiny House Project“, o „Proyecto de la Casa Pequeña, un remolque con capacidad para seis personas que invita a reflexionar sobre la guerra de Gaza. Es obra del activista israelí Shai Hoffmann y el palestino Ahmad Dakhnous y se plantea ser una opción íntima para el diálogo sobre una situación que, en Alemania, desata las tensiones y genera temores a una instrumentalización antisemita. Cualquier manifestación pro-palestina puede derivar en Berlín u otras partes del país en proclamaciones de apoyo a Hamás o negación del derecho a la existencia de Israel, lo que para el país del que partió el Holocausto es intolerable.

Un desfile de cineastas proclamando su apoyo a Gaza, como la que se vio en la gala de la entrega de los Premios Goya en Valladolid, generaría un fuerte debate en Alemania. Mientras en España, se apoya mayoritariamente, también desde la clase política dominante, a Palestina, en Alemania ocurre exactamente lo contrario.

No es este el único conflicto político al que se enfrentan Chatrian-Rissenbeek. Su decisión de retirar las invitaciones a sus galas los representantes de la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD), presionados por las protestas procedentes del ámbito cultural, ha topado con la incomprensión de algunos cineastas presentes en el festival. Directores como el alemán Andreas Dresen, representante del cine dicho social originario del este del país, han explicado, preguntados por la cuestión, que no ven del todo procedente esa exclusión. Otro cineasta del país, ahora miembro del jurado, Christian Petzold, consideró asimismo que habría sido „más oportuno“ tenerlos entre los invitados, en tanto que representantes políticos elegidos democráticamente.

La AfD es la segunda fuerza en intención de voto a escala nacional. A diferencia de lo que ocurre en España, donde Vox es socio de gobierno del PP en algunas comunidades, en Alemania el resto del espectro parlamentario actual excluye a la AfD como aliado en cualquier constelación a nivel nacional o regional. La exclusión de los representantes de ese partido se produce en medio de las manifestaciones multitudinarias que se han registrado en todo el país contra la ultraderecha, precipitadas por las revelaciones de una reunión entre neonazis en que se abordó la expulsión masiva de millones de ciudadanos de origen extranjero.

La reunión, a la que asistieron representantes de la AfD, tuvo lugar en Potsdam (este del país) el pasado noviembre, pero fue revelada recientemente por un equipo periodístico de investigación. Para muchos alemanes, fue el toque de alerta definitivo de la realidad y corrientes internas de un partido con escaños en el Bundestag (Parlamento federal) y en 14 de las 16 cámaras regionales del país.
 

martes, 20 de febrero de 2024

El gran Martin y una foto triunfal

 


Scorsese: “El cine no muere: se transforma”


Joana Serra




La presente Berlinale tal vez está ofreciendo poco brillo sobre la alfombra roja en su competición oficial. Pero al menos se aseguró un espacio de lujo para el Oso de Oro de Honor del año: Martin Scorsese. El director estadounidense compareció ante los medios vital, simpático y dispuesto a responder cualquier pregunta, aunque esquivando la cuestión de si volvería a rodar con “The Rolling Stones”.

“El cine no muere, solo se transforma. La tecnología evoluciona, ello implica cambios… Pero lo importante es no temerle, ni a la tecnología ni a los cambios. No somos sus esclavos”, respondió Scorsese, ante una sala de prensa abarrotada, por primera vez en esta edición del festival berlinés.

Decenas de teléfonos móviles en alto le recibieron. Quien más quien menos, todos querían llevarse su foto “individual”, independientemente de las que transmitirían al mundo el muro de cámaras profesionales de la prensa gráfica en primera fila.

“El ego estorba”, aseguró en otro momento, a propósito de cómo se siente alguien que ha recibido todos los premios posibles. “Cuando era joven lo tuve. Y no se acaba de perder nunca. Pero hay que tener una relación saludable con él”, añadió entre risas, custodiado por el presidente de la Berlinale, Carlo Chatrian.

La presencia de Scorsese en la Berlinale era el plato fuerte de esta edición. Nadie, menos aún Chatrian, se molestó en tratar de enumerar algunos de los títulos míticos del maestro -de Taxi Driver” (1975), “Cape Fear” (1991), “Casino” (1995) o “Gánsters de Nueva York” (2002) hasta “Los asesinos de la luna” (2023). Es un director longevo y en activo, cuyo último filme es, según Steven Spielberg -Oro de Honor de 2023-, el mejor de su carrera.

Las respuestas del director estadounidense fueron de lo personal -”mi plato preferido es la lasaña. Y nadie las cocinaba mejor que mi madre”- a los planes para el futuro -”tengo 81 años, gestionar el tiempo es importante para mi”-. Reaccionó con irónicas sonrisas a un periodista búlgaro que trató de “improvisar” una imitación de una escena de Jack Nicholson en “Departed”. Y aludió a su dentista cuando alguien le preguntó si volvería a rodar con Mick Jagger.

Scorsese fue recibido como un amigo en la capital alemana. No solo por representar por sí solo una página grandiosa de la historia del cine, sino porque sus útimas apariciones en otras ediciones de la Berlinale llevaron sobre la alfombra roja a máximas figuras: en 2010 lo hizo acompañado de Leonardo di Caprio para presentar su “Shutter Island”; dos años antes había acudido con los “Rolling” al completo, los protagonistas de su icónico documental “Shine a light” que puso la Berlinale patas arriba.

En la presente edición le corresponde el papel de máximo homenajeado del año. Para la entrega del Oso de Oro de Honor se programó una gala con la proyección de la película “Departed” (2006), una historia tejida sobre uno de sus géneros favoritos -las películas de gansters- y con Di Carpio, Nicholson, Matt Damon, Martin Sheen y Mark Wahlberg. Tras esa sesión de gala, tendrá lugar este miércoles una conversación entre el director y la cineasta Joanna Hogg en el apartado “Talents” del festival, a modo de taller para jóvenes creadores.


Un gran homenajeado para un año de transición

Los dos co-directores de la Berlinale, Carlo Chatrian y Mariette Rissenbeek, se despedirán este año de su cargo tras cuatro años de liderazgo bicéfalo que han sido un poco de capa caída para la Berlinale. Lo que se ha visto hasta ahora de sus 20 aspirantes al Oso no ha sido muy brillante y ha incluido algunas decepciones. Se recibió casi como un bálsamo al coreano Hong Sangsoo, porque además de satisfer a los amantes de su cine minimalista acudió junto a Isabelle Huppert, su protagonista. Otras presencias esperadas, como el francés Olivier Assayas, no acabó de convencer. A falta de lo que se estrena en las tres últimas jornadas, encabeza las quinielas de la revista “Screen” para el Oso del festival la película iraní “My Favorite Cake”. Sus directores, Maryam Moghaddam y Behtash Sanaeeha, no pudieron acudir a Berlín por imperativo del régimen de Teherán. De la falta de grandes películas a concurso se responsabiliza al tándem formado por Chatrian y Rissenbeek. Pero al menos dejaron para el album de su último festival un Oso honorífico irreprochable, además de carismático y pletórico, a sus 81 años.




lunes, 19 de febrero de 2024

Los herederos de Carlos

  

La Berlinale da nuevo brío a „Deprisa, deprisa“, el Oro de Saura con registro

 „quinqui“


Joana Serra




Hace un año, unos pocos días después de la muerte de Carlos Saura, la Berlinale improvisó un homenaje al cineasta español con la proyección de „Las paredes hablan“, su último largometraje documental. Para la presente edición, el festival alemán programó en su sección „Retrospectiva“ una versión restaurada de „Deprisa, deprisa“, el filme con registro „quinqui“ que dio a Saura el Oso de Oro en 1981.

„Tenemos una película muy bien restaurada, con el equipo de Enrique Cerezo y Video Mercury, que nos permite ver una copia exactamente igual o mejor que la original“, explicó a El Correo Antonio Saura, hijo del cineasta, ante su estreno en la Academia de las Bellas Artes de Berlín.

La Berlinale fue un festival „determinante“ para Saura, quien ya en 1966 ganó el Oso de Plata con „La Caza“ y que luego obtuvo el máximo galardón con „Deprisa, deprisa“. „Sigue siendo una película maravillosa, rodada con actores naturales -no profesionales-, lo que por entonces era una innovación en el cine español“, prosigue Antonio Saura.

„La percepción de una película es muy distinta dentro o fuera de tu país. Aquí vieron una España del extrarradio que nunca había sido retratada en el cine español, con gente bienintencionada que te robaba un banco o quemaba el coche“, explica su hijo.

En lo que respectaa España, „de pronto se llenaron los cines de gente que nunca habría ido a ver una película de Saura“ y donde se escuchaba una música „maravillosa“, que hasta entonces se escuchaba solo en las gasolineras, identificada con la marginalidad „quinqui“. „La música de ‚Deprisa, deprisa‘ es una joya del cine español“, resume.


Una fundación para preservar el multitalento del padre


Al estreno en Berlín de la nueva copia acudieron Antonio y su hermana Anna con un proyecto en ciernes: la creación de una Fundación Carlos Saura. „Estamos en fase inicial aún, pero esperamos que en los próximos meses podamos ponerla en fase turno. No será exactamente un museu, sino una fundación o entidad X destinada a preservar y promover todo el legado de nuestro padre“, explica Anna Saura.

Recuerda la hija del director que la obra de su padre va „mucho más del cine“, ya que consagró su talento „todos los días de su vida, a todas horas“ a otras disciplinas, como el dibujo, la fotografía o la escritura, además de coleccionar cámaras de foto -“muchas de ellas, compradas en sus viajes a Berlín, donde recorría cada tienda del ramo“, añade Antonio-.

„Será de ámbito multidisciplinar, como fue mi padre“, resume Anna, que aún no se decide a etiquetar ese proyecto como „Casa Saura“ u otro término similar.


Censura y exclusión


La presencia de los hermanos Saura en Berlín se produce en un momento de debate en torno a la oportunidad de excluir o no a representantes de la ultraderecha parlamentaria de galas y actos culturales. Ese fue el caso de la ceremonia inaugural de la Berlinale. La dirección del festival optó por retirar las invitaciones a cinco miembros de Alternativa para Alemania (AfD), segundo partido en intención de voto a escala nacional, presionada por las protestas procedentes del ámbito cultural a su prevista presencia.

„Mi padre era un demócrata de izquieras, odiaba todo lo que tenía que ver con el fascismo, pero no estaba cerrado a que los fascistas entraran en determinadas cosas si aceptaban las reglas del juego“, responde Antonio Saura, tras unos segundos de reflexión, a la pregunta de qué opinaria su padre sobre esa cuestión. „Es una pregunta compleja, un tema peligroso. La ultraderecha, una vez dentro de las estructuras del poder, quiere cambiar las reglas del juego. Lo vemos ahí donde Vox está gobernando con el PP: aplican política regresivas de sesgo ideológico“, prosigue Antonio

„NO estoy seguro de qué diría Carlos Saura. Pero yo creo es mejor que estén dentro. Pese a esos peligros“, concluye, para repasar a continuación la expansión de la ultraderecha por Europa: „Tenemos ya a (Giorgia) Meloni en Italia, Alemania da mucho miedo, España da mucho miedo, parece que Portugal se salvará… Pero Francia va a girar aún más a la derecha. Y ahí tienes a (Donald) Tusk, en Polonia, que ni siquiera es de izquierda, pero trata de corregir las barbaridades de sus antecesores“, argumenta.

El estreno de la copia restaurada de „Deprisa, deprisa“ tiene lugar en la quinta jornada de la Berlinale. En la sección oficial a competición de este año, la 74 edición, no producciones españolas entre los títulos seleccionados para la lucha por los Osos. El veredicto del jurado se conocerá el próximo sábado, tras diez días de intenso cine y mucho debate, también político.

sábado, 17 de febrero de 2024

De la cocina de Ruizpalacios al magnético Gael

 El romanticismo futurista de García Bernal


Joana Serra




No hay garantía de presencia en la lucha por los Osos de la Berlinale para el cine español, ni siquiera tras dos exitosos años consecutivos -en 2022, con el Oro a “Alcarrás” de Carla Simón y un año después con el de Plata para la actriz Sofía Otero por “20.000 especies de abejas”. Pero, a falta de representantes del cine español, México intercaló al medio su idioma en la sección a concurso, a través de dos películas multilingües: “La Cocina”, dirigida por Alfonso Ruizpalacios, y “Another End”, del italiano Piero Messina y con Gael García Bernal en el papel protagonista.

La primera sumerge al espectador en el caos entre pucheros de un restaurante neoyorquino en hora punta. Se mezclan un español de múltiples acentos latinos con el árabe, el francés o el inglés; la segunda es una “fábula futurista de ciencia ficción muy romántica”, en palabras del actor mexicano, quien fue recibido como un amigo de la casa, ya que es la quinta vez que acude al festival alemán.

A Ruizpalacios le avalaba la buena acogida recibida en 2018 con “Museo” -interpretada precisamente por García Bernal-, a lo que siguió el premio al Mejor Documental recibido en 2022 con “Una película de policías”. Por “La Cocina” discurren todo tipo de excesos, casi tantos con las nacionalidades de los empleados sinpapeles del restaurante. Busca deliberadamente el desorden emocional y físico alrededor de dos personajes -el latino Pedro Ruiz, exponente de la masculinidad tóxica, y la rubia camarera que quedó embarazada. Recorre a partir de ellos el racismo, la indefensión, la lucha por el poder o las reglas de las jerarquías de su microcosmos. “El cine con inmigrantes mexicanos se ha convertido en un género. Yo lo abordo no desde la perspectiva del que lucha por alcanzar Estados Unidos, sino de la soledad de quien llegó hace años y se estableció ahí”, explicó Ruizpalacios.

Compareció el director mexicano con Raúl Briones, el actor que interpreta al broncas machista que es Pedro, aunque en la vida real se presenta como persona de identidad sexual no binaria. Junto a ellos, la actriz Rooney Mara, la camarera que hará estallar la olla a presión o precario equilibrio de una cocina que no puede dejar de funcionar.

Another End”, la fábula en que García Bernal combina su idioma con el italiano dominante, es una enrevesada película que coloca al protagonista en un futuro donde es posible reencontrarse con el ser querido perdido a través de otro cuerpo. Tiene poco que ver con la cultura mexicana de la muerte, reconoció el actor, y deja una cierta sensación de despropósito. Messina, a quien se presentó como un “alumno ejemplar de Paolo Sorrentino”, se vio confrontado a reiteradas preguntas sobre la intencionalidad filosófica o hasta biológica de una película dotada de buenos actores -acompañan al mexicano Bérénice Bejo, Olivia Williams y Renate Reinsve-, pero muchas incongruencias.

Ambas películas, la de Ruizpalacios y la que protagoniza García Bernal, luchan por los Osos de esta 74 edición de la Berlinale, que abrió el jueves el drama irlandés “Small things like these”, interpretada por Cillian Murphy. La presencia de este actor, aspirante a los Oscar por “Oppenheimer”, alegró la alfombra roja inaugural de un festival que el próximo martes entregará su Oso de Oro de Honor al director estadounidense Martin Scorsese.

La Cocina” compartió la jornada a competición con la iraní “My favourite cake”, una hermosa historia alrededor de una viuda de 70 de años -magistralmente interpretada por Lily Farhadpour-. Es una mujer que no desiste de su vida amorosa y que se topa en su búsuqeda con un taxista. El filme se presentó en ausencia de sus directores, Maryam Moghaddam y Behtash Sanaeeha, a los que las autoridades iraníes retiraron el pasaporte.

La situación no es nueva en la Berlinale, un festival que lleva años apostando por el sólido cine iraní y muy especialmente con los cineastas que desafían la censura impuesta por su régimen. En 2020, "There is no Evil" levantó el Oso de Oro en ausencia de su director, Mohammad Rasoulof, al que el régimen de Teherán impidió viajar. En 2015, fue la sobrina de Jafar Panahi quien recogió de nuevo el Oro, ahora por "Taxi", que había sido rodada burlando la inhabilitación profesional impuesta al director.

La historia de la viuda y el taxista cautivó a la Berlinale, mientras que otra aspirante a concurso, “A different Man”, causó división de opiniones, pero no dejó a nadie indiferente. Es la tercera película que el neoyorquino Aaron Schimberg presenta en el festival alemán y pone en escena a un hombre con el rostro totalmente deformado por múltiples tumores, pero seguro de sí mismo, frente a otro que, con una malformación algo menos acusada, consigue convertirse en “bello” gracias a un tratamiento experimental, aunque su vida seguirá siendo frustrante. El primero está interpretado por Adam Pearson y el segundo por Sebastian Stand. “Yo también me he tenido que preguntar a menudo hasta qué punto una malformación define a una persona, cómo afecta su vida o su personalidad”, explicó Schimberg, afectado por una malformación labial mucho menor que sus protagonistas. “En mi película, la malformación va más allá de lo físico”, resumió.

Alemania, finalmente, entró a competición con “In liebe, Eure Hilde”, dirigida por Andreas Dresen -otro cineasta habitual en la Berlinale- e interpretada por Liv Lisa Fries, protagonista de la exitosa serie “Babylon Berlin”. Describe la vida de una joven de la resistencia contra el nazismo y coloca al espectador en la labor de identificase tanto con quienes combatieron el Tercer Reich como con quienes se convirtieron en sus cómplices.