martes, 15 de febrero de 2000

Intransitable cine mallorquín



"El mar" trae a la Berlinale un cine intenso y de difícil digestión

Por Gemma Casadevall Berlín, 15 feb (EFE).- La cinematografía española se estrenó hoy en la sección a concurso del Festival de Berlín con la proyección de "El Mar", de Agustí Villaronga, única representante hispana a competición en esta Berlinale y exponente de un cine intenso, extraordinariamente bien filmado, pero de difícil digestión. 
Rodada en la Mallorca que apenas se conoce ya, la de tierra adentro y desde la que no se ve el mar, y con el escenario de un sanatorio para tuberculosos en la postguerra, el filme es todo lo contrario a una excursión turística por las maravillas de la isla. 
"El Mar" no ahorra al espectador escenas desagradables y hasta repulsivas, desde el punto de vista de contenido y también formal, hasta el punto de sugerir la sensación de que Villaronga tiene cierta predilección por las imágenes escabrosas. 
"Es una película violenta, dura, porque así tenía que ser", defendió el director, con el argumento de que la suya es una cinta de "atmósfera", que trata de reflejar el mundo contenido en la novela del fallecido Blai Bonet. 
La homosexualidad sumergida y la explícita, la obsesión por la religión, por la muerte, el diablo y la tentación son el contrapunto argumental de la historia de dos amigos que, siendo niños, fueron testigos del fusilamiento de los hombres del pueblo y "cómplices pasivos" del asesinato de un chico de su misma edad. 
La novela de Bonet ha sido adaptada al cine por otro escritor mallorquín, Biel Mesquida, en colaboración con Villaronga y un tercer co-guionista, Tony Aloy, y se apoya en la excelente interpretación de un terceto de jóvenes actores, Bruno Bergonzini, Roger Casamajor y Antónia Torrens, secundados por Angela Molina. 
El trío de representantes de la nueva generación reconoció tener poco que ver con la relación morbosa con la religión de que hacen gala sus protagonistas. 
Para Villaronga, esa es la realidad que se vivía en la Mallorca inmediatamente anterior a la llegada del turismo y aún perceptible en el interior de la isla. 
"Es una Mallorca distinta de la de sol y playa que conocen los alemanes de hoy", dijo el director, "pero es la que viví en mi infancia y la que Blai Bonet reflejó en su novela". 
"En Dios se puede creer o no, pero no es posible ignorarlo", apuntó la veterana Angela Molina, quien el pasado año presidió el jurado del Festival y en esta quincuagésima edición fue recibida con la ovación que se dedica a una diva. 
"El Mar" se proyectó en su versión original en catalán insular, con subtítulos en inglés, y dejó en el espectador un sabor más que amargo en su primer pase del día para la prensa, a primera hora de la mañana. 
Se trata de una película difícil de aconsejar a nadie, por la violencia de su contenido y la crudeza de sus escenas, porque no concede ni un resquicio de alivio argumental y porque, desde su butaca, el espectador sabe que dureza de partida solo puede conducir a un final aún peor. 
Las situaciones que presentan podrían caer en la caricatura, de puro violentas, si no fuera porque está extraordinariamente bien filmada y porque Villaronga demuestra sacar un gran partido de sus actores. 
A diferencia de muchas de las películas que se proyectan en esta Berlinale, la de Villaronga se exhibió con carácter de auténtico estreno. 
La mayoría de las producciones de Estados Unidos incluidas en el Festival ya circulan en las salas de cine de ese país o por lo menos han sido vistas por la crítica internacional. 
Sin embargo, "El Mar" no había sido previamente proyectada ni siquiera para el grueso de la prensa especializada española, en parte porque se acabó con el tiempo justo para llegar al festival. 
Angela Molina dijo no haber visto la película acabada hasta hoy mismo y la definió como un filme difícil de comentar incluso para ella misma, porque "necesito tiempo para hacerme con él". 
Isona Passola, representante de la productora Massa d`Or, explicó a EFE que el comité de la Berlinale seleccionó la película tras visionarla "en crudo", es decir, antes de que se puliese el montaje, sin música y "con los últimos flecos por recortar". 
Villaronga había estado anteriormente en la Berlinale, aunque no en la sección oficial a concurso, con su película "Tras el cristal", filmada en 1985, y el festival lo considera como uno de los realizadores surgidos de su cantera. EFE gc/dm-op

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