"El mar" trae a la Berlinale un cine intenso y de difícil digestión
Por Gemma Casadevall Berlín, 15 feb (EFE).- La cinematografía
española se estrenó hoy en la sección a concurso del Festival de Berlín con la
proyección de "El Mar", de Agustí Villaronga, única representante hispana a
competición en esta Berlinale y
exponente de un cine intenso, extraordinariamente bien filmado, pero de difícil
digestión.
Rodada en la Mallorca que apenas se conoce ya, la de tierra
adentro y desde la que no se ve el mar, y con el escenario de un sanatorio para
tuberculosos en la postguerra, el filme es todo lo contrario a una excursión
turística por las maravillas de la isla.
"El Mar" no ahorra al espectador
escenas desagradables y hasta repulsivas, desde el punto de vista de contenido y
también formal, hasta el punto de sugerir la sensación de que Villaronga tiene
cierta predilección por las imágenes escabrosas.
"Es una película violenta,
dura, porque así tenía que ser", defendió el director, con el argumento de que
la suya es una cinta de "atmósfera", que trata de reflejar el mundo contenido en
la novela del fallecido Blai Bonet.
La homosexualidad sumergida y la
explícita, la obsesión por la religión, por la muerte, el diablo y la tentación
son el contrapunto argumental de la historia de dos amigos que, siendo niños,
fueron testigos del fusilamiento de los hombres del pueblo y "cómplices pasivos"
del asesinato de un chico de su misma edad.
La novela de Bonet ha sido
adaptada al cine por otro escritor mallorquín, Biel Mesquida, en colaboración
con Villaronga y un tercer co-guionista, Tony Aloy, y se apoya en la excelente
interpretación de un terceto de jóvenes actores, Bruno Bergonzini, Roger
Casamajor y Antónia Torrens, secundados por Angela Molina.
El trío de
representantes de la nueva generación reconoció tener poco que ver con la
relación morbosa con la religión de que hacen gala sus protagonistas.
Para
Villaronga, esa es la realidad que se vivía en la Mallorca inmediatamente
anterior a la llegada del turismo y aún perceptible en el interior de la isla.
"Es una Mallorca distinta de la de sol y playa que conocen los alemanes de
hoy", dijo el director, "pero es la que viví en mi infancia y la que Blai Bonet
reflejó en su novela".
"En Dios se puede creer o no, pero no es posible
ignorarlo", apuntó la veterana Angela Molina, quien el pasado año presidió el
jurado del Festival y en esta quincuagésima edición fue recibida con la ovación
que se dedica a una diva.
"El Mar" se proyectó en su versión original en
catalán insular, con subtítulos en inglés, y dejó en el espectador un sabor más
que amargo en su primer pase del día para la prensa, a primera hora de la
mañana.
Se trata de una película difícil de aconsejar a nadie, por la
violencia de su contenido y la crudeza de sus escenas, porque no concede ni un
resquicio de alivio argumental y porque, desde su butaca, el espectador sabe que
dureza de partida solo puede conducir a un final aún peor.
Las situaciones
que presentan podrían caer en la caricatura, de puro violentas, si no fuera
porque está extraordinariamente bien filmada y porque Villaronga demuestra sacar
un gran partido de sus actores.
A diferencia de muchas de las películas que
se proyectan en esta Berlinale,
la de Villaronga se exhibió con carácter de auténtico estreno.
La mayoría de
las producciones de Estados Unidos incluidas en el Festival ya circulan en las
salas de cine de ese país o por lo menos han sido vistas por la crítica
internacional.
Sin embargo, "El Mar" no había sido previamente proyectada ni
siquiera para el grueso de la prensa especializada española, en parte porque se
acabó con el tiempo justo para llegar al festival.
Angela Molina dijo no
haber visto la película acabada hasta hoy mismo y la definió como un filme
difícil de comentar incluso para ella misma, porque "necesito tiempo para
hacerme con él".
Isona Passola, representante de la productora Massa d`Or,
explicó a EFE que el comité de la Berlinale seleccionó la película tras visionarla "en
crudo", es decir, antes de que se puliese el montaje, sin música y "con los
últimos flecos por recortar".
Villaronga había estado anteriormente en la Berlinale, aunque no en la sección
oficial a concurso, con su película "Tras el cristal", filmada en 1985, y el
festival lo considera como uno de los realizadores surgidos de su cantera. EFE
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