Berlín, 10 feb (EFE).- La guerra del Golfo y
los bombardeos de la OTAN sobre Belgrado centran la atención de la segunda
jornada del Festival de Cine de Berlín, con la proyección de "Three Kings", una
superproducción estadounidense con Georges Clooney de protagonista, seguida de
una modesta película serbia.
David O. Russell, ex realizador
"independiente", se trajo a la
Berlinale el primer exponente del cine cien por cien
hollywoodiense con una parábola sobre los Reyes de Oriente cruzando el desierto
y salvando a los pobres.
En este, los Magos son tres soldados
estadounidenses, que empiezan corriendo tras un botín de oro y acaban
convertidos en héroes.
El filme, que Russell define como "antibelicista",
reúne muchos de los tópicos y grandezas del cine espectáculo, desde la buena
dosis de moralina -en este caso, disfrazada de ironía- a la acción trepidante y
sin fisuras, y reparte algún que otro cachete simpático a la "otra" guerra del
Golfo, la de los medios de comunicación.
Todo arranca en marzo de 1991, con
el ejército de Saddam Hussein teóricamente doblegado al de George Bush, en que
el sargento Archie Gates (Clooney), prototipo del oficial ligón de
corresponsales femeninas de guerra, se toma la guerra por su cuenta y parte con
una brigada de soldados en busca de un tesoro.
Tienen en su poder un plano
de búnkers en el desierto, que uno de sus prisioneros llevaba escondido en el
recto, y su objetivo es una fortuna en lingotes de oro y joyas, expoliado por el
dictador iraquí a Kuwait.
A partir de ahí, empieza su travesía, primero en
jeep militar, a ritmo de música de Johannes Bach y The Beach Boys, y más tarde
en limusinas que les prestan los rebeldes a Saddam, con acompañamiento musical
de "Bee Gees".
Los 112 minutos de película transcurren entre elementos
típicos del género: oficiales dando órdenes a gritos, soldados histéricos de
miedo reclamando instrucciones, refugiados acogiendo a los americanos como
héroes y profusión de detonaciones de minas o armas químicas.
Cuando la
moralina sube de tono y se pierde el hilo de si el mensaje va en serio o es
irónico, Russell desliza un par de ocurrentes "gags".
"No hemos querido ser
más patriotas de lo que realmente somos los americanos. La población sabe ahora
que la guerra no fue como se la presentaron", explicó el director
norteamericano, en la rueda de prensa posterior a la proyección para los
periodistas.
Russell acudió a Berlín custodiado por sus tres soldados,
Clooney, Mark Wahlberg y Ice Cube, a quien en el reparto de papeles entre los
"Tres Reyes" le adjudica la maliciosa prensa el de Baltasar, por el color de su
piel.
Clooney repartió sonrisas y galantes miradas, revalidando así la
impresión de que, por encima de los recelos morales que suscita el filme, lo que
es está fuera de toda duda es su impresionante atractivo físico, dentro y fuera
de la película.
El jovencito Wahlberg apareció con una larga melena, que dio
pie a una precisión sobre su físico: "El pelo es mío, pero ni los muertos de
esta película, ni el pene que tenía en `Boogie Nights` lo son", dijo, en alusión
a las proporciones que se le adjudicaban en ese film, donde interpretaba a un
actor de cine porno.
A pesar de venir con sus tres soldados, Russell no se
trajo a Berlín a las representantes de la otra guerra presente en su film, dos
corresponsales de guerra de dos cadenas de televisión -NBS y NRG-, rivales no
sólo informativamente, sino también en su pugna por los favores del sargento
Gates.
"Three Kings", incluida en la sección oficial, pero solo en calidad
de exhibición, dejó paso a la otra cara de la moneda en cuanto a filmes
anti-belicistas, la representada por la película de Ljubisa Samardzic, "Nebeska
Udica" ("Sky Hook), que sí concurre en competición.
Rodada con pocos medios
y con la primera fase de los bombardeos sobre Belgrado, en abril de 1999, la
película es un alegato declarado a favor de la población civil serbia.
Un
padre, cuyo hijo de corta edad ha perdido el habla por el miedo, es el
protagonista de la historia, que ocurre casi íntegramente en una cancha de
baloncesto destruida por las bombas, en un suburbio de la capital serbia.
El
propósito del cabeza de familia es reconstruir la canasta y para que su hijo
recupere la ilusión de vivir, mientras la madre hace gestiones para conseguir
sacarlo del país, en dirección Italia.
La película discurre en un ámbito
eternamente polvoriento, a pesar de los esfuerzos de reconstrucción, y
magistrales muestras del deporte nacional, el baloncesto, por parte de los
vecinos del suburbio que han ido quedando sin trabajo por la destrucción.
"Nebeska Udica" no consigue diluir la sensación de que se está haciendo
apología de la "causa serbia", pero es un también un filme que despierta
simpatía, sobre todo por su carácter de producto modesto, en un festival de
superpoderosos. EFE gc/dm/mcd-op
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