viernes, 16 de febrero de 2001

De 1927 a 2001





La Berlinale se olvida del cine de hoy para sumergirse en Metròpolis

Por Gemma Casadevall 

Berlín, 16 feb (EFE).- La Berlinale se olvidó por unas horas de su propósito de mostrar lo más nuevo del cine para sumergirse en "Metrópolis", la obra maestra de Fritz Lang, que el festival alemán recuperó en la versión más extensa y fiel al original que se ha visto en los últimos setenta años. 
Alrededor de un millar de espectadores se sumaron anoche al núcleo de privilegiados que, en 1927, asistieron el estreno de esta joya del cine mudo alemán tal y como la quiso hacer Lang. 
La proyección de la versión reconstruida de "Metrópolis" gracias a la técnica digital fue al apogeo del homenaje al genio de Lang de esta 51 Berlinale, cuyo programa incluye una exhaustiva retrospectiva del cineasta. 
El Berlinale Palast, corazón del festival, se llenó a rebosar para ver esa filigrana técnica con un nueva banda musical, interpretada en directo por la Orquesta Sinfónica de la Radio berlinesa. 
Se trataba de una ocasión única para contemplar un "Metrópolis" lo más parecido posible al que filmó Lang entre 1925 y 1926, ya que desde 1927 y hasta ahora las copias que se pueden ver en filmotecas, televisión o vídeo corresponden a versiones posteriores a la "amputación" que sufrió por razones comerciales. 
Al original de Lang, con 153 minutos de duración y 4.189 metros, se le recortó una cuarta parte tras su estreno, en Berlín, porque a sus productores de Ufa les parecía excesivamente larga e imposible de comercializar dentro o fuera de las fronteras alemanas. 
La producción más cara de la historia del cine alemán de la época quedó no solo rebajada en cuanto imágenes, sino también en contenido -se quitó parte del texto, por atribírsele "tendencias comunistas"-, pero lo peor del caso fue que se destruyó el original. 
La Berlinale de este 2001 tuvo el honor de retroceder en el tiempo hasta 1927 para presentar un producto fruto de años de investigación a cargo de Enno Patalas, al que se califica de "detective del cine". 
El millar largo de berlineses e invitados internacionales se sentaron en el Berlinale Palast con una mezcla de veneración y curiosidad ante el prodigio, para soltarse progresivamente a la espontaneidad a lo largo de los 147 minutos de proyección -6 menos que el original, a pesar de todo-. 
Por mucho rigor histórico y ánimo general de homenaje, más de uno no pudo evitar soltar risas en los momentos más dramáticos de la película ante la gesticulación propia del cine mudo y algunos "efectos especiales", que al espectador de hoy le provocan cierta dosis de hilaridad o ternura. 
La orquesta, colocada "a pie de pantalla" para interpretar la nueva banda obra del compositor berlinés Bernd Schultheis, daba al conjunto más aire de solemnidad todavía, pero el público también necesitó su tiempo para acostumbrarse a la presencia de unos músicos "intrusos" e ignorar el crujir del paso de sus partituras. 
A pesar de esos detalles distorsionadores, el "Metrópolis" reconstruido arrancó una ovación entusiasta e iluminó los rostros más cansados de críticos y profesionales, algo fatigados ya en la recta final de un festival con más de 680 películas dentro. 
El aplauso final se dirigía tanto a la labor de Patalas, como a la posterior de Martin Koerber, el responsable del montaje último y de la incorporación de prodigios digitales que han permitido a "Metrópolis" recuperar la nitidez perdida con el paso del tiempo. 
Patalas consiguió tener prácticamente montado su rompecabezas de fragmentos y partituras, casi milimétricamente fiel, en 1986. 
El equipo de Koerber ha continuado el trabajo hasta enriquecer visualmente ese conjunto y recuperar el máximo el trabajo de los cámaras de entonces, Karl Freund y Günter Rittau. 
La rebelión de los esclavos humanos y la avalancha que se abate sobre la visionaria metrópolis creada por Lang y su esposa, Thea Von Harbou, revivieron así para la Berlinale. 
La exhibición de este clásico se enmarcó en la retrospectiva de completa de Lang, el director más emblemático de la República de Weimar de entreguerras, quien se exilio a Hollywood tras la irrupción en el poder de Hitler. 
No es que fuera un "perseguido" del nazismo -el Tercer Reich le ofreció un puesto de dirección para la industria del cine y su esposa ingresó en el partido nazi-, pero Lang sintió que no era en esa órbita donde quería plasmar su genio. 
El ciclo ha discurrido simultáneamente al festival, aunque el homenaje al cineasta empezó antes de la apertura de la Berlinale -el 7 de febrero- y se prolongará también más allá del cierre de éste -el domingo-. 
Desde enero y hasta abril, el Museo del Cine de Berlín exhibe una exposición monográfica, confeccionada con material de su propio fondo museístico, que recorre toda su obra, desde los visionarios "Dr. Mabuse" o "Mujer en la Luna", a su estancia en Hollywood y su retiro del cine, en los 60, así como su fugaz reaparición, de la mano de Jean-Luc Godard, para "El desprecio". EFE gc/mcd/pq


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