La Berlinale se olvida del cine de hoy para sumergirse en Metròpolis
Berlín, 16 feb (EFE).- La
Berlinale se olvidó por unas horas
de su propósito de mostrar lo más nuevo del cine para sumergirse en
"Metrópolis", la obra maestra de Fritz Lang, que el festival alemán recuperó en
la versión más extensa y fiel al original que se ha visto en los últimos setenta
años.
Alrededor de un millar de espectadores se sumaron anoche al núcleo de
privilegiados que, en 1927, asistieron el estreno de esta joya del cine mudo
alemán tal y como la quiso hacer Lang.
La proyección de la versión
reconstruida de "Metrópolis" gracias a la técnica digital fue al apogeo del
homenaje al genio de Lang de esta 51
Berlinale, cuyo programa incluye una exhaustiva
retrospectiva del cineasta.
El
Berlinale Palast, corazón del festival, se llenó a
rebosar para ver esa filigrana técnica con un nueva banda musical, interpretada
en directo por la Orquesta Sinfónica de la Radio berlinesa.
Se trataba de
una ocasión única para contemplar un "Metrópolis" lo más parecido posible al que
filmó Lang entre 1925 y 1926, ya que desde 1927 y hasta ahora las copias que se
pueden ver en filmotecas, televisión o vídeo corresponden a versiones
posteriores a la "amputación" que sufrió por razones comerciales.
Al
original de Lang, con 153 minutos de duración y 4.189 metros, se le recortó una
cuarta parte tras su estreno, en Berlín, porque a sus productores de Ufa les
parecía excesivamente larga e imposible de comercializar dentro o fuera de las
fronteras alemanas.
La producción más cara de la historia del cine alemán de
la época quedó no solo rebajada en cuanto imágenes, sino también en contenido
-se quitó parte del texto, por atribírsele "tendencias comunistas"-, pero lo
peor del caso fue que se destruyó el original.
La
Berlinale de este 2001 tuvo el honor de retroceder en el
tiempo hasta 1927 para presentar un producto fruto de años de investigación a
cargo de Enno Patalas, al que se califica de "detective del cine".
El millar
largo de berlineses e invitados internacionales se sentaron en el
Berlinale Palast con una mezcla de
veneración y curiosidad ante el prodigio, para soltarse progresivamente a la
espontaneidad a lo largo de los 147 minutos de proyección -6 menos que el
original, a pesar de todo-.
Por mucho rigor histórico y ánimo general de
homenaje, más de uno no pudo evitar soltar risas en los momentos más dramáticos
de la película ante la gesticulación propia del cine mudo y algunos "efectos
especiales", que al espectador de hoy le provocan cierta dosis de hilaridad o
ternura.
La orquesta, colocada "a pie de pantalla" para interpretar la nueva
banda obra del compositor berlinés Bernd Schultheis, daba al conjunto más aire
de solemnidad todavía, pero el público también necesitó su tiempo para
acostumbrarse a la presencia de unos músicos "intrusos" e ignorar el crujir del
paso de sus partituras.
A pesar de esos detalles distorsionadores, el
"Metrópolis" reconstruido arrancó una ovación entusiasta e iluminó los rostros
más cansados de críticos y profesionales, algo fatigados ya en la recta final de
un festival con más de 680 películas dentro.
El aplauso final se dirigía
tanto a la labor de Patalas, como a la posterior de Martin Koerber, el
responsable del montaje último y de la incorporación de prodigios digitales que
han permitido a "Metrópolis" recuperar la nitidez perdida con el paso del
tiempo.
Patalas consiguió tener prácticamente montado su rompecabezas de
fragmentos y partituras, casi milimétricamente fiel, en 1986.
El equipo de
Koerber ha continuado el trabajo hasta enriquecer visualmente ese conjunto y
recuperar el máximo el trabajo de los cámaras de entonces, Karl Freund y Günter
Rittau.
La rebelión de los esclavos humanos y la avalancha que se abate
sobre la visionaria metrópolis creada por Lang y su esposa, Thea Von Harbou,
revivieron así para la
Berlinale.
La exhibición de este clásico se enmarcó en la retrospectiva de completa de
Lang, el director más emblemático de la República de Weimar de entreguerras,
quien se exilio a Hollywood tras la irrupción en el poder de Hitler.
No es
que fuera un "perseguido" del nazismo -el Tercer Reich le ofreció un puesto de
dirección para la industria del cine y su esposa ingresó en el partido nazi-,
pero Lang sintió que no era en esa órbita donde quería plasmar su genio.
El
ciclo ha discurrido simultáneamente al festival, aunque el homenaje al cineasta
empezó antes de la apertura de la
Berlinale -el 7 de febrero- y se prolongará también más
allá del cierre de éste -el domingo-.
Desde enero y hasta abril, el Museo
del Cine de Berlín exhibe una exposición monográfica, confeccionada con material
de su propio fondo museístico, que recorre toda su obra, desde los visionarios
"Dr. Mabuse" o "Mujer en la Luna", a su estancia en Hollywood y su retiro del
cine, en los 60, así como su fugaz reaparición, de la mano de Jean-Luc Godard,
para "El desprecio". EFE gc/mcd/pq
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