miércoles, 7 de febrero de 2001

El guapo francotirador Jude

Gemma Casadevall

Berlín, 7 feb (EFE).- La 51 edición de la Berlinale se estrenó con "Enemy at the Gates", una película de amor y guerra con aires de "cine de toda la vida", anunciada como el filme más caro jamás rodado en Europa, pero que tiene el sabor de producto hollywoodiense. 
El duelo entre dos tiradores de precisión -un inexperto soldado soviético y un oficial alemán cargado de condecoraciones-, en el Stalingrado acosado por los nazis, abrió el fuego cinematográfico del Festival Internacional de Berlín. 
Para su director, Jean-Jacques Annaud, la película es el resultado de la afición de sus años estudiantiles "por el cine épico ruso" y un intento de reflejar la guerra desde "una perspectiva íntima de unas personas en conflicto", según explicó en la conferencia de prensa posterior al pase de la película.



Annaud se propuso filmar una nueva versión de la más sangrienta derrota de las tropas nazis y "levantó" para ello un nuevo Stalingrado en las inmediaciones de Berlín, entre los remozados estudios Babelsberg y algunos escenarios naturales del estado de Brandeburgo. 
"Elegí Berlín para el rodaje entre un total de otras 18 posibles candidatas, entre otras cosas porque así tuve oportunidad de contar con numerosos extras alemanes y emigrantes rusos", continuó el director. 
De Alemania procedió, asimismo, el 70 por ciento del capital necesario para una coproducción franco-germana-estadounidense presupuestada en 90 millones de dólares. 
Pero ni los escenarios, ni el dinero alemán, ni los extras han sido suficientes para borrar del resultado final la sensación de que es una tópica "visión made in USA" de los 180 días de acoso de Hitler a la ciudad de Stalin. 
El reparto de protagonistas está formado por guapos y guapas del firmamento estadounidense: Jude Law, en el papel de tirador ruso; Joseph Fiennes, como su rival de amores; Rachel Weisz, en el de la chica en liza. 
El tirador de elite nazi es un frío y marcial Ed Harris que paladea vino del Rhin, mientras un genial y casi caricaturesco Bob Hoskins, en el papel de Kruschev, apremia a sus subordinados a gritos de: "Podemos permitirnos el lujo del caviar y del vodka, pero no de perder el tiempo". 
Para el espectador alemán, en "Enemy at the Gates" hay pocos trazos germánicos y mucha atmósfera de lo que, durante décadas, han sido las producciones norteamericanas sobre la II Guerra Mundial. 
"No he puesto actores alemanes interpretando a nazis o a rusos para los soviéticos porque quería huir de clichés engorrosos y también por razones de idioma, ya que quería una película de habla inglesa, sin acentos poco naturales", se justificó el director. 
Además del poco sabor europeo y el exceso de convencionalismos, en la película de Annaud se echa de menos la intensidad de títulos anteriores del director, como "El nombre de la rosa". 
"Enemy at the Gates" toma el duelo entre los dos tiradores de precisión enemigos como referente para el otro gran combate entre Hitler y Stalin. 
Coloca, además, a dos compañeros de filas al borde de la traición a su amistad y a la bandera, por culpa de la mujer que -lógicamente- prefiere al guapo héroe de ojos azules que es Law, frente al galán en la retaguardia que interpreta Fiennes. 
Pero, finalmente, toda la encrucijada de conflictos personales y guerreros se queda en el terreno de lo más "previsible" dentro del género bélico, con atisbos de duelo entre "cow-boys". 
Annaud acudió a Berlín acompañado de Law, Hoskins y Weisz y su conferencia de prensa, la primera de esta Berlinale, entró también en el terreno de lo más habitual. 
Todos los actores hicieron gala de estar "encantados" con el "honor" de haber trabajado en ese filme, mientras Annaud, a su vez, manifestaba su admiración por sus intérpretes. 
"Enemy at the Gates" inauguró la Berlinale, pero su proyección tenía solo carácter de exhibición, ya que la fase de competición se abrirá mañana, jueves, con "La ciénaga", de la argentina Lucrecia Martel, a la que seguirá "Traffic", con Michael Douglas. EFE gc/dm/mt/cbm

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