Berlín, 7 feb (EFE).- La 51 edición de la Berlinale se estrenó con "Enemy at
the Gates", una película de amor y guerra con aires de "cine de toda la vida",
anunciada como el filme más caro jamás rodado en Europa, pero que tiene el sabor
de producto hollywoodiense.
El duelo entre dos tiradores de precisión -un
inexperto soldado soviético y un oficial alemán cargado de condecoraciones-, en
el Stalingrado acosado por los nazis, abrió el fuego cinematográfico del
Festival Internacional de Berlín.
Para su director, Jean-Jacques Annaud, la
película es el resultado de la afición de sus años estudiantiles "por el cine
épico ruso" y un intento de reflejar la guerra desde "una perspectiva íntima de
unas personas en conflicto", según explicó en la conferencia de prensa posterior
al pase de la película.
Annaud se propuso filmar una nueva versión de la más sangrienta derrota de las tropas nazis y "levantó" para ello un nuevo Stalingrado en las inmediaciones de Berlín, entre los remozados estudios Babelsberg y algunos escenarios naturales del estado de Brandeburgo.
"Elegí
Berlín para el rodaje entre un total de otras 18 posibles candidatas, entre
otras cosas porque así tuve oportunidad de contar con numerosos extras alemanes
y emigrantes rusos", continuó el director.
De Alemania procedió, asimismo,
el 70 por ciento del capital necesario para una coproducción
franco-germana-estadounidense presupuestada en 90 millones de dólares.
Pero
ni los escenarios, ni el dinero alemán, ni los extras han sido suficientes para
borrar del resultado final la sensación de que es una tópica "visión made in
USA" de los 180 días de acoso de Hitler a la ciudad de Stalin.
El reparto de
protagonistas está formado por guapos y guapas del firmamento estadounidense:
Jude Law, en el papel de tirador ruso; Joseph Fiennes, como su rival de amores;
Rachel Weisz, en el de la chica en liza.
El tirador de elite nazi es un frío
y marcial Ed Harris que paladea vino del Rhin, mientras un genial y casi
caricaturesco Bob Hoskins, en el papel de Kruschev, apremia a sus subordinados a
gritos de: "Podemos permitirnos el lujo del caviar y del vodka, pero no de
perder el tiempo".
Para el espectador alemán, en "Enemy at the Gates" hay
pocos trazos germánicos y mucha atmósfera de lo que, durante décadas, han sido
las producciones norteamericanas sobre la II Guerra Mundial.
"No he puesto
actores alemanes interpretando a nazis o a rusos para los soviéticos porque
quería huir de clichés engorrosos y también por razones de idioma, ya que quería
una película de habla inglesa, sin acentos poco naturales", se justificó el
director.
Además del poco sabor europeo y el exceso de convencionalismos, en
la película de Annaud se echa de menos la intensidad de títulos anteriores del
director, como "El nombre de la rosa".
"Enemy at the Gates" toma el duelo
entre los dos tiradores de precisión enemigos como referente para el otro gran
combate entre Hitler y Stalin.
Coloca, además, a dos compañeros de filas al
borde de la traición a su amistad y a la bandera, por culpa de la mujer que
-lógicamente- prefiere al guapo héroe de ojos azules que es Law, frente al galán
en la retaguardia que interpreta Fiennes.
Pero, finalmente, toda la
encrucijada de conflictos personales y guerreros se queda en el terreno de lo
más "previsible" dentro del género bélico, con atisbos de duelo entre
"cow-boys".
Annaud acudió a Berlín acompañado de Law, Hoskins y Weisz y su
conferencia de prensa, la primera de esta Berlinale, entró también en el terreno de lo más
habitual.
Todos los actores hicieron gala de estar "encantados" con el
"honor" de haber trabajado en ese filme, mientras Annaud, a su vez, manifestaba
su admiración por sus intérpretes.
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