Un video casero resucita al cine alemán
Berlín, 12 feb (EFE).- El cine alemán
"resucitó" con "Halbe Treppe", una película rodada como un vídeo casero en la
deprimida Alemania del este, que cautivó por su sencillez a una Berlinale decidida a no tomarse en
serio la lluvia de candidaturas al Oscar de "A beautiful mind".
Los 105
minutos de imágenes en cámara digital, aparentemente sin guión y sobre un
adulterio entre dos matrimonios amigos de clase obrera, fueron un bálsamo para
los que temían otra dosis de cine germano como el que hasta ahora se había visto
en este Festival.
El escenario elegido por su director, Andreas Dresen, no
es precisamente favorecedor: la inhóspita Fráncfort del Oder, ciudad fronteriza
con Polonia, cuya imagen más característica son las largas colas de camiones que
aguardan ante la aduana.
Los protagonistas no ofrecen el menor atisbo de
"glamour": el propietario de un puesto de salchichas entre bloques de viviendas
prefabricadas -llamado "Halbe Treppe" o "A media escalera"-, un locutor-estrella
de una radio local y sus respectivas esposas.
Pero Dresen, quien hace dos
años ya pasó por la Berlinale con
"Nachtgestalten", saca el mejor partido a ese material y los pocos aditamentos
que se permite, como la banda callejera que pone música y calor humano a la fría
escalera urbana donde está el bar.
"La constelación de los personajes estaba
pre-establecida, pero el resto fue improvisación", explicó Dresen en la
conferencia de prensa, donde fue acogido por los medios alemanes con una ovación
al "héroe" que salva el pabellón nacional.
La 52 Berlinale se abrió con un flojo "Heaven", de Tom Tykwer,
y la cosa fue a mucho peor con "Der Felsen", de Dominik Graf. Se temía que el
pseudo-vídeo casero de "Halbe Treppe" fuera un exponente de cine experimental
farragoso, a la espera de lo que traerá la cuarta y última película alemana a
concurso, "Baader", de Christopher Roth.
"Halbe Treppe" despertó mucho más
que la mera simpatía hacia el producto de bajo presupuesto que, además, juega en
casa y pasó a engrosar la lista de filmes "sospechosos" a llevarse un premio.
La película arrancó risas y tocó la fibra, no solo del público berlinés -más
receptivo a los guiños domésticos-, sino también de los medios internacionales,
que agradecieron ese soplo de brisa fresca, libre de tópicos y filmado en la
Alemania más pobre.
También se saltó los pronósticos -aunque en sentido
inverso- "A beautiful mind", de Ron Howard, que se exhibía fuera de competición,
pero se anunciaba como uno de los platos fuertes de la Berlinale.
La producción sobre el genio de las
matemáticas John Nash, que pasa de la esquizofrenia absoluta al Premio Nobel,
había sido estratégicamente colocada en el programa este martes, coincidiendo
con el anuncio de las candidaturas a los Oscar de Hollywood.
El número de
designaciones a la estatuilla sí respondió a las expectativas -un total de ocho,
entre ellas la del mejor actor, para Russell Crowe-, pero el tipo de cine que
representa dista mucho de lo que se espera encontrar en un festival, sobre todo
en Europa.
Se trata de una película "típicamente americana" -en su sentido
peyorativo- plagada de clichés, donde se pisotea sin miramientos los hechos y
personajes reales en que está basado el guión.
La interpretación de Crowe es
un recital de tics, que van en aumento a medida que el actor "envejece" a golpe
de maquillaje.
El film de Howard no encajó en los gustos de la Berlinale, pero sirvió para dar por
aceptable a "Iris", de Richard Eyre, la segunda película a concurso de la
jornada, tras "Halbe Treppe".
Judi Dench, la actriz que da vida a la anciana
escritora Iris Murdoch, está entre las candidatas al Oscar como mejor actriz por
este film.
Su interpretación de esa escritora inteligente y brillante, que
de pronto descubre que se le escapan las palabras y los recuerdos por culpa del
Alzheimer, fue el reverso de la medalla -en cuanto a moderación- al
esquizofrénico que supuestamente es Crowe.
El reparto de papeles entre Dench
y Kate Winster, que interpreta a una Murdoch joven y llena de vida, resultó
reconfortante, en contraste con el despilfarro cosmético que separa al John Nash
joven y al anciano, ambos interpretados por Crowe. EFE gc/dm/mr
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