martes, 12 de febrero de 2002

Dieter, ante su estreno

Kosslick: "Si las películas alemanas no gustan, mala suerte"

Gemma Casadevall Berlín, 12 feb (EFE).- Dieter Kosslick se ha estrenado como director de la Berlinale dispuesto a defender cada una de las 23 películas que luchan por los Osos de Oro, por encima de las malas críticas recibidas, especialmente, por el cine alemán, a las que responde con un: "Si los filmes alemanes no gustan, mala suerte". 
"Pongo la mano en el fuego por cada film a competición, no me arrepiento de ninguno y cada cual está ahí para representar a un ámbito concreto del cine de hoy", manifestó Kosslick a EFE, a la pregunta de por qué tanto representante alemán a concurso, hasta el momento con balance más bien pobre. 
La sección a concurso de la 52 Berlinale incluye la más numerosa presencia germana desde 1992, lo que responde a una apuesta personal de Kosslick en favor de la industria nacional. 
Transcurrida ya la mitad del festival, la acogida a tal empeño ha ido de la decepción a la indignación, pasando por las acusaciones de proteccionismo mal entendido. 
"Haeven", de Tom Tykwer, fue recibida como un producto flojo para la inauguración de un festival, mientras que con "Der Felsen", de Dominik Graf, se produjeron los primeros abucheos del festival. 
La tercera entrega "nacional" llega hoy, con "Halbe Treppe", de Andreas Tresen, rodada en una desolada ciudad germano-oriental, a lo que seguirá "Baader", de Christpoher Roth, sobre la figura del fundador de la Fracción del Ejército Rojo (RAF), Andreas Baader. 
"Nadie está obligado a verlas. No está escrito en ninguna Carta de las Naciones Unidas. Si a este o aquel crítico no le gustan o indignan, que se las salte", responde. 
Su respuesta es contundente, aunque dulcificada por el tono campechano y sin acritud de este hombre cordial y decidido a romper -también ahí- los moldes de su envarado predecesor, Moritz de Hadeln, director de la Berlinale durante más de 20 años. 
"Mire: uno selecciona entre lo que hay. No puedo traer cosas que ya han sido estrenadas o no están terminadas", admite, a pesar de insistir en que todas esas producciones -incluso las más vapuleadas- son dignas "de pisar la alfombra roja del festival". 
Kosslick, de 53 años, se colocó al frente de la Berlinale tras veinte años entre productoras alemanas. Se le califica de "manager" suelto, decidido a apostar por la diversión en el más gris -desde el punto de vista climatológico- de los grandes festivales europeos. 
"El 11 de septiembre dio un vuelco a ese propósito inicial. Ahí me di cuenta de que, por lo menos este año, la Berlinale debía contribuir al entendimiento entre los pueblos", explica. 
Kosslick anunció entonces una fuerte presencia de producciones que hicieran reflexionar acerca de lo sucedido en Nueva York -"no hay películas directamente relacionadas con los atentados, puesto que no están aún listas", explica- y también de otros conflictos. 
"Filmes como `Bloody Sunday` -sobre el dramático baño de sangre de Irlanda del Norte, en 1972- nos demuestran hasta qué punto es difícil apagar un conflicto que aflora de repente y que 30 años después sigue latente", continúa. 
El director se propuso que su "estreno" en el cargo ofreciera una dosis equilibrada entre cine independiente y grandes productoras y en evitar el eterno conflicto entre Europa y Estados Unidos. 
"También ahí he seguido la línea del `fair play`", dice, para lamentar no haber podido dar cabida en la sección oficial a industrias desfavorecidas, como la latinoamericana. 
"No tenía dónde seleccionar...", insiste, en alusión a que no puede mostrar más que producciones puntualmente terminadas. 
A modo de compensación, incluyó en el jurado a la argentina Lucrecia Martel -premio Alfred Bauer en 2001 por su primera película, "La ciénaga"-. 
"Le rogué que accediera a estar aquí, como apoyo simbólico al ámbito latinoamericano", explica, para declararse a continuación un entusiasta del cine de esa región. 
Pese al traspiés del cine alemán y de los inevitables problemas iniciales de coordinación -"cada cinco o diez minutos tengo un asunto protocolario que atender"-, Kosslick se siente satisfecho, también respecto al tema "glamour". 
A la Berlinale se la tacha de festival poco frecuentado por las grandes estrellas -sobre todo en contraste con Cannes-, pero Kosslick da por bueno el desfile de estrellas logrado hasta ahora

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