jueves, 13 de febrero de 2003

El samurai enamorado

Crepúsculo japonés embellece una Berlinale exhausta de dramas

Gemma Casadevall 

Berlín, 13 feb (EFE).- El crepúsculo de un samurai enamorado, del japonés Yoji Yamada, y un nuevo drama de refugiados en el este de Europa, del esloveno Damjan Kozole, centraron hoy la competición de la Berlinale, que entra en su recta final algo exhausta tras una semana larga de cine intenso y muchas lágrimas. 
La 53 edición del Festival de Berlín quedará registrada en la memoria de los habituales al certamen como una de las mejores de los últimos años en cuanto a la calidad media de los filmes, pero también como una de las más concentradas en la muerte. 
La dirección de la Berlinale parece haber puesto un empeño especial en programar, para la sesión matinal, películas centradas en seres humanos enfrentados a una muerte inminente. 
Ese fue el caso de las excelentes "The Hours", de Stephen Daldry, alrededor de la figura de Virginia Woolf; de "My Life Without Me", de la española Isabel Coixet; o la dolorosa "Son frere", de Patrice Chéreau, sobre la decadencia física y agonía de un hombre enfermo. 
En todas ellas, la muerte del protagonista es el punto de arranque del film. Todas ellas -intercaladas con otros dramas- se proyectaron a las nueve de la mañana, ante una prensa que llegaba al cine con los ojos enrojecidos por el sueño o el frío berlinés, a varios grados bajo cero estos días. 
Por si fuera poco, el cine más vibrante se concentró en las primeras jornadas, con el desembarco de filmes estadounidenses, mientras que hacia el final se entró en la órbita del cine más reposado, preferentemente francés o asiático. 
En estas circunstancias, la programación de la jornada de hoy se perfilaba de pocas alegrías. 
"Rezervni deli" -título que podría traducirse como "Piezas de recambio"-, de Kozole, apuntaba a un drama de refugiados, tras los buenos ejercicios sobre el tema ofrecidos por Michael Winterbottom ("In This World") y el alemán Hans Christian Schmid ("Lichter"). 
El segundo filme a concurso era "Tasogare seibei" -traducible como "Samurai en el crepúsculo"-, de Yoji Yamada, que por el título hacía pensar en algo parecido a "Ying xiong" (estrenada en inglés como "Hero"), la irrupción en las artes marciales de Zhang Yimou, aunque probablemente sin la magia visual del maestro chino. 
Por lo menos en el caso del segundo, los pronósticos negativos fallaron. La melancólica historia de un samurai que no quiere serlo, porque sabe que la era de los guerreros se acerca a su fin, se ganó el aplauso de una Berlinale cansada, pero no insensible ante el bello filme japonés. 
Iguchi, el samurai en cuestión, no es un guerrero de rostro impávido y precisión mortal en sus golpes, como mandan los cánones, sino un padre todo ternura, viudo, que trabaja de sol a sol y cuya máxima preocupación es sacar adelante a sus hijas. 
Las estrictas reglas de honor y castas le impiden consagrarse a ver crecer a esas niñas o vivir un nuevo amor, como quisiera. 
La era feudal toca a su fin, pero ello no le servirá para obviar los últimos combates, que tanto él como sus contendientes saben inútiles. 
Por contra, la historia de Kozole sobre un cínico camionero marcado por el cáncer -de nuevo, una muerte anunciada- que noche a noche transporta emigrantes ilegales desde la frontera croata a Italia apenas consiguió ganarse la atención del Festival. 
La ronda de las veintidós aspirantes a premio de la 53 edición de la Berlinale se cerrará mañana con los pases de "Der alte Affe Angst", de Oskar Roehler, última de las tres películas alemanas a concurso, y "Alexandra`s Project", del australiano Rolf de Heer. EFE gc/rz/egn

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