miércoles, 12 de febrero de 2003

Norton y Auteuil, el arte de llenar pantallas

Dos actores eclipsando a sus directores

Gemma Casadevall

Berlín, 12 feb (EFE).- La sección a competición de la Berlinale quedó marcada hoy por dos grandes interpretaciones: la de Edward Norton, un condenado a la espera de ingresar en la cárcel en "25th Hour", y Daniel Auteuil, recreando en "Petites coupures" el papel de un hombre al que cualquier mujer definiría como un gusano. 
Norton y Auteuil, cada uno a su manera, eclipsaron a sus directores, Spike Lee y Pascal Bonitzer, y contribuyeron a hacer "perdonar" algunas lagunas de sus respectivas películas. 
Auteuil borda literalmente un papel como hecho a su medida: Bruno, un ex comunista pseudointelectual y seductor que va de mujer en mujer, traiciona relaciones y ni siquiera está a la altura de lo que requiere la amistad. 
No es malvado. Más bien un buscador de amor, uno de esos individuos de los que uno no debe fiarse, especialmente si se es del sexo femenino, porque incluso él cree que lo suyo es auténtico, sin importarle la celeridad con que salta de episodio en episodio. 
"Sí, yo también me he encontrado este tipo de hombres en mi vida, de esos que se merecen una bofetada", confesó tras la proyección Kristin Scott-Thomas, una de las varias mujeres a las que Bruno regala el anillo de su ex esposa, a modo de prueba de amor, en las poco menos de 48 horas en las se desarrolla la acción. 
"Mi propósito no era hacer ni un drama ni un vodevil. Quizás buscar la mezcla entre ambos términos, un puente entre lo dramático y lo grotesco de esta vida", afirmó Bonitzer. 
"Petites coutures" -"Pequeñas heridas"-, a menudo incluso físicas, es lo que Bruno cree que va causando en cada una de sus "víctimas" y también las que se lleva él mismo, cada vez que se siente tocado por el amor. 
"Eres un gusano y tú lo sabes", acaba resumiendo una de sus mujeres, que con ello sintetiza el sentir general. 
Junto a la interpretación de Auteuil destaca la de Scott-Thomas, en su papel de aparentemente distante pero en el fondo apasionada esposa de un anciano agónico. 
"Es una actriz perfecta para mi película por su capacidad natural para saltar de lo cómico al drama, de la distancia a la locura", explicó Bonitzer. 
La ausencia de Auteuil de la Berlinale deslució algo la presentación del tercer filme francés a concurso, tras "La fleur du mal" de Claude Chabrol y "Son frere", de Patrice Chereau. 
Sobre todo porque, de no ser por el trabajo del actor, la película de Bonitzer no pasaría de ser una más en la tradición de comedias de lo grotesco "a la francesa", deliciosas pero ligeras. 
Algo parecido ocurre con el otro filme a concurso, "25th Hours" la desigual -como tantas veces- película de Lee, un asiduo de la Berlinale, que el año pasado ya compitió con "Bomboozled" y fue vapuleado por la critica. 
Edward Norton se pone en la piel de Monty, un traficante de drogas de lujo condenado a siete años de cárcel, en su última jornada antes de ingresar en prisión. Un paseo por sus reflexiones, su reencuentro con viejos amigos, con el padre, y también con su estupenda esposa, Rosario Dawon, quien supuestamente está en la lista de "sospechosos" de haberle delatado. 
Norton y Auteuil, convierten en bueno todo -o casi todo- lo que tocan. En ambos casos se cumplió en esta Berlinale esta tradición. 
La película de Lee tiene buenos momentos, fundamentalmente los que quedan en manos de Norton. 
La larga secuencia en que Monty suelta todo su odio ante el espejo de un lavabo, maldiciendo a todo bicho viviente -desde vendedores de fruta orientales a judíos, negros o rusos-, en el mejor estilo de un rapero del Bronx, es toda una prueba de fuego para un actor. 
Por contra, lo que depende del director -por ejemplo, el saber cortar a tiempo esa misma escena- estropea el conjunto de una película con un punto de partida más que interesante, pero que acaba resultando excesivamente discursiva. 
La tercera película de la jornada fue uno de esos productos asiáticos destinados a no hacer historia en la Berlinale, "Mang Jing" -traducible por "Golpe ciego"-, una producción entre Hong Kong, China y Alemania. 
Li Yang, su director, opta por la linealidad absoluta para relatar la historia de una pareja de mineros que recluta a un muchacho sin dinero con el propósito de hacerlo pasar por el sobrino de uno de ellos, matarlo en la mina y cobrar la correspondiente indemnización del minero. 
Cuanto más tiempo pasan juntos, mas difícil resulta llevar adelante el plan, no porque el muchacho descubra el propósito, sino porque la propia inocencia de un chico que se resiste a ser hombre es su mejor arma contra el crimen. EFE gc/ih/egn

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