Un samurai encandiló a una Berlinale exhausta
Berlín, 15 feb (EFE).- El japonés Yoji Yamada
encandiló a la Berlinale con su
romántico y rebelde samurái de "Kakushi Ken Oni No Tsume" y endulzó una jornada
marcada por la extenuante evocación del Holocausto de "Fateless", basada en una
novela de Imre Kertész, y la depresiva película alemana "Gespenster".
Yamada
abrió la ronda de cine asiático con una revisión del mundo agónico de los
samuráis del siglo XIX, contenidos en 132 bellos minutos de los cuales muy pocos
se dedican a combates, haraquiris y demás rituales y la gran mayoría a un
guerrero de corazón atípico "En la era de los clanes, los samuráis no tenían
felicidad ni vida privada. Sólo conocían los deberes de su casta. Mi samurái
rompe con esa norma", explicó el director.
Hace dos años, Yamada "regaló" ya
al respetable de la Berlinale una
primera entrega de esa misma temática, con "Tasogare seibei", la melancólica
historia de un samurái que no quiere serlo y que sabe que la era de los
guerreros se acerca a su fin.
Esta vez, su personaje es un luchador que
asiste al deterioro de las reglas de su casta y la irrupción de la artillería
como método rápido de liquidar querellas. Visto lo visto, rompe él también las
normas para seguir los mandatos del corazón.
La poética japonesa planeó así
sobre un festival que tradicionalmente mima el cine asiático, que en esta 55
edición tiene otros dos filmes a concurso, "Tian Bian yi Duo Yun", del chino
Tsai Ming Liang, y "Kong Que", de su compatriota Gu Changwei.
Asimismo
habitual en Berlín es la mirada al horror nazi. En este año de conmemoraciones
-sexagésimo aniversario del fin de la Segunda Guerra Mundial-, el festival no
podía dejar de rendir su tributo a las víctimas del Holocausto.
"Fateless",
del debutante húngaro Lajos Koltai, fue incluida en el último minuto en el
programa oficial -apenas 48 horas antes de abrirse la Berlinale- y llegó apuntalada en la novela "Sin destino"
de Kertész, premio Nobel de Literatura 2002, en la que está inspirada.
Auschwitz, Buchenwald y el regreso a casa de un muchacho judío deportado
desde Budapest ocupan este drama en formato extenuante -136 minutos de film en
tono sepia- e introspectivo.
El Holocausto de Koltai no es el de las
ejecuciones en masa y crematorios. Es el Holocausto lento de los condenados a
trabajar hasta caer muertos, vistos desde la mirada introspectiva del chico.
El ansia desesperada de un cazo de sopa, los confinados obligados a
permanecer firmes e insomnes hasta que el sueño los vence, la rodilla a punto de
gangrena, son los recuerdos de ese muchacho, que a fin de cuentas no sabe si lo
vivido fue o no "tan brutal" como le preguntan, puesto que para él era "lo
normal" de un campo nazi.
Necesariamente dura y hasta agotadora es la
película con la que debuta como director Koltai, considerado uno de los mejores
directores de fotografía de hoy, que ha contado para el film con una banda
sonora tan intensa como la compuesta por Ennio Morricone.
Entre los 132
minutos de Yamada y los 136 minutos de Koltai, estaba incluida en el programa de
hoy la película "Gespenster", del alemán Christian Petzold, la más corta entre
las veintidós aspirantes a los Osos, con apenas 85 minutos de duración.
Ni
ligero ni relajante: el film de Petzold, un joven director que dice escribir sus
guiones en noviembre porque ese es el mes más deprimente del año, no alivió la
jornada más que a los que optaron por "recortarlo" e irse de la sala sin esperar
al final.
La historia de la amistad con tintes lésbicos de dos muchachas
descarriadas que se encuentran un día en el parque Tiergarten de Berlín, con el
contrapunto de una mujer torturada por la pérdida de su hija, entró mal pie en
el Festival.
Para los medios alemanes, Petzold no es un desconocido, sino lo
que se suele llamar un "valor interesante", especializado en filmes sombríos y
deprimentes, como su anterior "Wolfsburg". Para los medios internacionales, la
película era más propia de la sección Fórum de Jóvenes Cineastas que de la
competición.
"Que se ría la gente no siempre significa que se divierta",
respondió Petzold a la pregunta de por qué jamás se ve a sus personajes de sus
filmes riendo o sonriendo.
"Gespenster" dejó la impresión de producto a
medias, rodado entre el Tiergarten y otras zonas vecinas de la Berlinale, como si a última hora a
alguien se le hubiese ocurrido improvisar un film exponente del "nuevo cine
alemán" para incluirlo en el programa.
"Gespenster" cerró el turno de cine
alemán, tras "One Day in Europe", de Hannes Stoehr, y "Sophie Scholl", de Marc
Rothemund. EFE gc/cv/eg
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