lunes, 14 de febrero de 2005

Suicidas palestinos impactan en la Berlinale

Gemma Casadevall 


Berlín, 14 feb (EFE).- Dos palestinos a punto de perpetrar un atentado suicida, antesala del paraíso frente al infierno de los territorios ocupados, causaron impacto en la Berlinale, en una jornada complementada por un crepuscular Francois Mitterrand empeñado en prepararse su panteón político. 
"Paradise Now", dirigida por Hany Abu-Assad, llevó a la Berlinale la crudeza de Oriente Medio, de la mano de una película desnuda de cortesías al espectador y que presenta un retrato sensible y detallado de dos terroristas dispuestos a la acción. 
"No es un film pro palestino. Jamás haría una película con ese mensaje predeterminado. Pero sí creo que la ocupación es la culpable de todo y trato de reflejar lo que esa ocupación puede hacer de una persona, en qué puede convertirla", explicó el realizador. 
Said y Jaled -interpretados por Kais Nesif y Ali Suliman- son los elegidos para el ataque suicida. Reciben la orden de actuar con apenas tiempo para pasar la última noche con su familia, que, según sus instructores, no debe apercibirse de lo que les espera. 
La cámara de Abu-Assad les acompaña en sus últimas horas. Jaled duda sobre la legitimidad de la acción; Said, hijo de un colaborador ejecutado por traidor, no duda del camino elegido, pero le tiembla el pulso ante un atentado en el que morirán inocentes. 
El ritual del musulmán que se prepara para "matar al enemigo", incluida la lectura de su testamento ante un torpe cámara que debe repetir la toma porque no quedó grabada, forma parte de los preparativos de una acción para la que no habrá repetición posible. 
De la Naplusa de edificios derruidos y fachadas raídas pasarán al Tel Aviv con rascacielos cubiertos de anuncios sobredimensionados y mujeres paseando en bikini. Será el momento del ahora o nunca. 
"Puede que el paraíso solo esté en mi cabeza. Pero es mejor que el infierno en que vivo", concluye uno de los elegidos para morir, convertido en una bomba humana. 
El rodaje fue "más que difícil, peligroso", explicó Abu-Assad, quien acudió a la Berlinale acompañado de su equipo al completo, incluido Amil Harel, productor de la parte israelí. 
Distribuirlo en Oriente Medio se presenta complejo: "Sería estupendo pasarlo en Naplusa, pero ahí no hay cine y su suerte en Israel dependerá de si hay o no atentados cuando se estrene", dijo el director. 
Al crudo testimonio del joven director palestino, primer film de competición acogido por la Berlinale como "candidato a Oso" tras el pase de prensa, siguió el Mitterrand de "Le promeneur du Champ de Mars", de Robert Guediguian. 
También ahí, se trata de un hombre preparándose para morir. Pero su órbita está a años luz del infierno de Naplusa. 
Un megalómano Mitterrand -Michel Bouquet-, convencido de que es el "último gran presidente que tendrá Francia", relata ante un periodista de 30 años lo que aspira que sea el libro de su vida. 
Debilitado por la enfermedad y los años, el presidente no quiere un periodista, sino un escribano. Antoine -Jalil Lespert- responde a ese patrón y, encima, su existencia parece más decrépita y crepuscular que la del propio patriarca socialista. 
Sólo de vez en cuanto osará "importunar" a su entrevistado con la recurrente pregunta de qué hizo Mitterrand en el Vichy de la colaboración. Ni Francia ni él tuvieron nunca que ver con eso, es la respuesta de "monsieur le President". 
"Nunca hubiera hecho este film sin Michel Bouquet", afirmó Guediguian. El actor se incrusta en la piel de ese presidente que reflexiona y pasea por una otoñal playa o que se deshace de placer cuando una adolescente le para por la calle para pedirle un beso. 
"La familia de Mitterrand vio el film y están de acuerdo con su tratamiento", sostuvo el director, especialmente en lo que concierne a su viuda, Danielle, y su hija ilegítima Mazarine Pingeot. 
La veteranía de Bouquet es un grado en la película de Guediguian, de la misma manera que lo es la dirección tripartita de Ermanno Olmi, Abbas Kiarostami y Ken Loach en "Tickets", una pequeña maravilla presente en la sección oficial, aunque fuera de concurso. 
La historia de varios "extraños en un tren", dividida en tres episodios pero con un hilo conductor, cuenta con la gratificante presencia de Valeria Bruni Tedeschi. 
Muestra, además, cómo tres batutas distintas, como las del director italiano, el iraní y el inglés puede dar una película redonda. EFE gc/cv/eg


Olmi, Kiarostami y Loach, tres cocineros en un tren

Gemma Casadevall 

Berlín, 14 feb (EFE).- El italiano Ermanno Olmi, el iraní Abbas Kiarostami y el británico Ken Loach dieron en la Berlinale una lección de maestría a través de "Tickets", película que transcurre en un tren y en la que los tres realizadores se pasan el relevo, en una imaginativa "cocción" tripartita. 
"Nos cocinamos la película los tres juntos y los tres la saboreamos después", explicó Olmi, alma mater del proyecto. 
"Bueno, en realidad creo que comimos más que cocinamos", apuntó Loach, quien consideró "mucho más interesante" el experimento de hacer un film con sus dos colegas que meterse cada uno en su propia película. 
Meditativo y sentimental es el episodio de Olmi, que cuenta con la gratificante presencia de Valeria Bruni Tedeschi; con sabor italiano y una estupenda Silvana de Santis haciendo de insoportable viuda cascarrabias es el capítulo correspondiente a Kiarostami. 
Finalmente, Loach aporta ese toque de retrato social que caracteriza su cine, de la mano de tres adolescentes hinchas del Celtic, en viaje a Roma para seguir a su equipo en partido de la Liga de Campeones. 
Esos son los ingredientes de esa joya sin pretensiones y genial que es "Tickets", film que arranca de Austria, en un abarrotado vagón restaurante, con un viejo profesor enamorado que encarna Carlo Delle Piane. 
Las ensoñaciones del profesor se enlazan con la impertinencia de una viuda que tiraniza a medio tren -incluido el revisor- y desembocará en las broncas de los tres muchachos enfundados en la camiseta del Celtic y solidarizados con refugiados albaneses. 
"Son historias entrelazadas, con sus conflictos, sus malos entendidos y sus situaciones caóticas", explicó Loach. 
"Un tren es un espacio en movimiento. Las historias que se tejen en sus vagones expresan esa realidad en movimiento", apuntó Kiarostami. 
Olmi puso en marcha el film, Kiarostami aceleró su característico ritmo lento y Loach le puso el griterío de esos tres muchachos escoceses, cuyos continuos "fucking..." merecen la ayuda de los subtítulos en inglés, también para el público de su país, para desentrañar su fuego cruzados de exabruptos. 
"Tickets" se exhibió en la sección oficial, aunque fuera de concurso, en una jornada en que la Berlinale se vio sacudida por el impactante "Paradise Now" sobre dos terroristas suicidas palestinos. 
La película de dirección tripartita reconfortó el ánimo de un Festival de Cine que hoy llegó a su quinta jornada y que, hasta ahora, ha dado lo mejor de sí con las películas fuera de competición. Es decir, "Tickets" y "Hotel Rwanda", de Terry George. 
EFE gc/cv/eg

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