jueves, 16 de febrero de 2006

Impecable Huppert

Chabrol y Lumet: la veteranía es un grado incluso en la Berlinale

Gemma Casadevall 

Berlín, 16 feb (EFE).- La Berlinale demostró hoy que la veteranía es un grado y que un film de Claude Chabrol con Isabelle Huppert no puede fallar, de la misma forma que tampoco puede pinchar Sidney Lumet, aunque su "Find me Guilty" sea la enésima recreación de un juicio contra una banda de mafiosos. 
Chabrol brinda en "L'ivresse du pouvoir" un papel hecho a medida para Huppert: una juez apodada "la piraña", que aplica a sus interrogatorios el instinto de una glacial torturadora y que tiene la oportunidad de "salir en los papeles" al frente de un asunto de corrupción inspirado en el caso Elf Aquitaine. 

Lumet convierte a Vin Diesel en protagonista del mayor juicio de la Historia criminal de EEUU, contra veinte miembros de una banda de gánsteres -por supuesto, italiana- de los cuales es el único que ya está preso y también el único que decide defenderse por sí mismo. 
Por si no quedara claro el perfil de la implacable juez, Chabrol le enfunda unos guantes de piel rojos y le coloca como marido -por cierto, en declive- un médico que repasa los casos de salmonella o sida con menos ahínco que el imprimido por ella en combatir las infecciones de este corrupto mundo. 
"Isabelle fue mi primera elección. No escribí el papel ex profeso para ella, pero a medida que avanzaba veía claramente que era la actriz ideal para él", admitió Chabrol tras el pase para la prensa. 
"Un film se descubre mientras se va rodando. Por supuesto, leo el guión, por curiosidad y por información. Pero es la propia experiencia la que hace la película", añadió Huppert, por si no quedaba claro que "L'ivresse du pouvoir" es ella y sólo ella. 
Bildergebnis für isabelle huppert berlinale 2006El título del film (literalmente, "La embriaguez del poder") es de doble dirección: tan ebria de poder está la juez, orgullosa de que le coloquen a dos guardaespaldas, pese a que ello precipite la ruptura matrimonial, como los políticos, presidentes de consorcios y entorno judicial. 
La trama es lo de menos, a pesar de que Chabrol coquetee abiertamente con el caso de la petrolera Elf Aquitaine al colocar sobre el film la frase de que "todo parecido con personas vivas o muertas es coincidencia". Lo importante es la caricatura de toda la clase política-judicial-empresarial. 
¿Pueden convivir dos pirañas en un mismo acuario? ¿Puede conformarse una piraña con merendar con yogur cuando le quitan de delante la gran pieza? Son algunas de las preguntas colaterales de un film al que el único reproche que se le ve es que sólo revalida una perfección atribuida de antemano. 
Lumet tampoco se lanza a experimentos. Su "Find me Guilty" es una película sobre un proceso interminable, con un montón de ocurrentes episodios, cruce de réplicas entre el mafioso metido a abogado y ex colegas de "famiglia", así como alguna paliza carcelaria. 
Diesel borda su papel, sin llegar a la exquisitez de Huppert, y Lumet compone una constelación de gánsteres y abogados a millas de distancia de la glacial juez de Chabrol. 
"Find me Guilty" es un chiste largo en el que la veintena de mafiosos, traficantes de droga y asesinos aparece como una panda de simpáticos abuelitos a los que el espectador desea que se declare inocentes. 
Pocos experimentos y mucho "savoir faire", como corresponde a una jornada consagrada a dos maestros -Chabrol, 75 años; Lumet, 81- que se unieron a la estela de veteranía de Robert Altman -a punto de cumplir los 81-, asimismo entre los aspirantes a los Osos con "A Prairie Home Companion". 
Completó la jornada "Isabella", de Pang Ho-cheung, una producción de Hong-Kong y China a la que al handicap de compartir jornada con Chabrol y Lumet se le sumó el de llegar a la Berlinale etiquetada como "la china de las nueve de la mañana". Es decir: para quedarse en la cama. 
La etiqueta era injusta, como a veces ocurre. "Isabella" empieza como la historia de un policía de Macao al que de pronto una muchacha con la que acaba de acostarse le dice que es su hija. 
Lo que parecería un argumento folletinesco y forzado reserva un par de buenas sorpresas y hermosas imágenes, hasta llegar a un fado portugués, síntesis del Macao agónico punto de quedar adscrito a la República Popular China. EFE gc/rs/egn

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