miércoles, 15 de febrero de 2006

Drogadicto enamorado

Descenso a los infiernos con Heath Ledger

Gemma Casadevall 

Berlín, 15 feb (EFE).- El descenso a los infiernos de una pareja de heroinómanos, en la película australiana "Candy", y los vaivenes de un bombero enamorado, en la alemana "Sehnsucht", marcaron hoy la competición de la Berlinale, que tras el cine político de días pasados entró en el terreno de las más o menos bajas pasiones. 
Por un lado, Heath Ledger, el vaquero homosexual de "Brokeback Mountain", convertido en romántico heroinómano en la película de Neil Armfield; por el otro, Andreas Müller, un bombero de un pueblo del "Este profundo", en Brandeburgo, en un conflicto de pasiones. 
La pareja de Ledger es Abbie Cornish, tan preciosa y enamorado como él, pero igualmente esclava de la droga; Müller se debate entre dos sonrisas de mujer enamorada: la de su esposa y la de la mujer que ha conocido en una excursión con toda su muchachada, tan buena gente como su cónyuge y como él mismo. 
Armfield repasa el cielo que sus personajes creen rozar con las manos en sus primeros tanteos con la droga; luego pasan a poner los pies en el suelo al descubrir lo que su dependencia conlleva -incluida la prostitución para pagarse la adicción- y finalmente acaban en el infierno, por separado y como pareja. 
Es un retrato que por momentos responde al título del film -es decir, algo cándido-, pero de alguna manera convincente, gracias a los atractivos y buena labor interpretativa de ambos actores. 
Ledger, candidato al Oscar por su "cowboy" de la película dirigida por Ang Lee, da el tono justo de dramatismo sin caer en lo patético a su drogadicto enamorado, mientras que la hermosa Cornish está magnífica en su papel de preciosa chica de papá venida abajo por la droga. 
El film de Valeska Grisebach, en cambio, es exponente de cine de bajo presupuesto, rodado en el mundo rural de Brandeburgo -Estado que envuelve Berlín- y con actores arrancados de ese entorno, que trazan un triángulo sin pretensiones, con algún momento memorable del bombero, bailando abrazado a sí mismo al son Robbie Williams. 
Lo mejor de "Sehnsucht" está probablemente en los tres o cuatro minutos finales del film, en que un grupo de escolares comenta el desenlace de los amoríos del bombero doblemente enamorado. 
En su conjunto es una película con el encanto de lo sencillo, aunque algo sosita, que trata de demostrar que para rodar una bonita historia no hace falta viajar mucho, sino que a veces los rostros más interesantes están a la vuelta de la esquina. 
"Rodamos en familia, como entre amigos", explicó Grisebach, que para encontrar esos rostros "arrancados de Brandeburgo" hizo exactamente esto: recorrerse el estado haciendo audiciones entre actores y semiactores, hasta que dio con Müller, de profesión mecánico. 
Parte de sus comparsas es la propia gente del pueblo, así como algunos auténticos bomberos. 
La tercera película de la jornada a competición, "Romanzo criminale", de Michele Placido, provocó una de esas estampidas a ritmo lento, pero continuado, habituales en la Berlinale hacia mitad del festival y cuando la jornada se consolida como floja. 
Si "Candy" presenta el lado más o menos salvable del mundo de la droga -una pareja de adictos que de alguna manera lucha por salir del círculo vicioso-, el film de Placido se mueve en la típica batalla campal de acciones de castigo entre bandas mafiosas, en Roma, y con un par de toques de documento político. 
Todo se mueve alrededor de una banda de traficantes, iniciados desde la más tierna infancia en el delito y convertidos con el paso del tiempo en compañeros del alma, que un buen día cometen un secuestro y matan a su víctima. 
Placido alterna las masacres entre mafias, evocando casi dos décadas de sangrantes episodios criminales, entre 1977 y 1992, con imágenes del secuestro del ex primer ministro Aldo Moro y el atentado de la estación de Bolonia, en agosto de 1980, en una Italia sacudida por el extremismo de izquierda de las Brigadas Rojas. 
Las dos horas y cuarto de película se hicieron excesivas, apenas llevaderas pese a la exposición de guapos gánsteres -Kim Rossi Stuart y Claudio Santamaria- y de sus, asimismo, hermosas novias, Anna Mouglalis y Jasmine Trinca. EFE gc/rs/egn

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