Descenso a los infiernos con Heath Ledger
Berlín, 15 feb (EFE).- El descenso a los
infiernos de una pareja de heroinómanos, en la película australiana "Candy", y
los vaivenes de un bombero enamorado, en la alemana "Sehnsucht", marcaron hoy la
competición de la Berlinale, que tras el cine político de días pasados entró en
el terreno de las más o menos bajas pasiones.
Por un lado, Heath Ledger, el
vaquero homosexual de "Brokeback Mountain", convertido en romántico heroinómano
en la película de Neil Armfield; por el otro, Andreas Müller, un bombero de un
pueblo del "Este profundo", en Brandeburgo, en un conflicto de pasiones.
La
pareja de Ledger es Abbie Cornish, tan preciosa y enamorado como él, pero
igualmente esclava de la droga; Müller se debate entre dos sonrisas de mujer
enamorada: la de su esposa y la de la mujer que ha conocido en una excursión con
toda su muchachada, tan buena gente como su cónyuge y como él mismo.
Armfield repasa el cielo que sus personajes creen rozar con las manos en sus
primeros tanteos con la droga; luego pasan a poner los pies en el suelo al
descubrir lo que su dependencia conlleva -incluida la prostitución para pagarse
la adicción- y finalmente acaban en el infierno, por separado y como pareja.
Es un retrato que por momentos responde al título del film -es decir, algo
cándido-, pero de alguna manera convincente, gracias a los atractivos y buena
labor interpretativa de ambos actores.
Ledger, candidato al Oscar por su
"cowboy" de la película dirigida por Ang Lee, da el tono justo de dramatismo sin
caer en lo patético a su drogadicto enamorado, mientras que la hermosa Cornish
está magnífica en su papel de preciosa chica de papá venida abajo por la droga.
El film de Valeska Grisebach, en cambio, es exponente de cine de bajo
presupuesto, rodado en el mundo rural de Brandeburgo -Estado que envuelve
Berlín- y con actores arrancados de ese entorno, que trazan un triángulo sin
pretensiones, con algún momento memorable del bombero, bailando abrazado a sí
mismo al son Robbie Williams.
Lo mejor de "Sehnsucht" está probablemente en
los tres o cuatro minutos finales del film, en que un grupo de escolares comenta
el desenlace de los amoríos del bombero doblemente enamorado.
En su conjunto
es una película con el encanto de lo sencillo, aunque algo sosita, que trata de
demostrar que para rodar una bonita historia no hace falta viajar mucho, sino
que a veces los rostros más interesantes están a la vuelta de la esquina.
"Rodamos en familia, como entre amigos", explicó Grisebach, que para
encontrar esos rostros "arrancados de Brandeburgo" hizo exactamente esto:
recorrerse el estado haciendo audiciones entre actores y semiactores, hasta que
dio con Müller, de profesión mecánico.
Parte de sus comparsas es la propia
gente del pueblo, así como algunos auténticos bomberos.
La tercera película
de la jornada a competición, "Romanzo criminale", de Michele Placido, provocó
una de esas estampidas a ritmo lento, pero continuado, habituales en la Berlinale hacia mitad del festival y
cuando la jornada se consolida como floja.
Si "Candy" presenta el lado más o
menos salvable del mundo de la droga -una pareja de adictos que de alguna manera
lucha por salir del círculo vicioso-, el film de Placido se mueve en la típica
batalla campal de acciones de castigo entre bandas mafiosas, en Roma, y con un
par de toques de documento político.
Todo se mueve alrededor de una banda de
traficantes, iniciados desde la más tierna infancia en el delito y convertidos
con el paso del tiempo en compañeros del alma, que un buen día cometen un
secuestro y matan a su víctima.
Placido alterna las masacres entre mafias,
evocando casi dos décadas de sangrantes episodios criminales, entre 1977 y 1992,
con imágenes del secuestro del ex primer ministro Aldo Moro y el atentado de la
estación de Bolonia, en agosto de 1980, en una Italia sacudida por el extremismo
de izquierda de las Brigadas Rojas.
Las dos horas y cuarto de película se
hicieron excesivas, apenas llevaderas pese a la exposición de guapos gánsteres
-Kim Rossi Stuart y Claudio Santamaria- y de sus, asimismo, hermosas novias,
Anna Mouglalis y Jasmine Trinca. EFE gc/rs/egn
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