Alfombra roja para los presos de Guantánamo
Berlín, 14 feb (EFE).- La Berlinale desplegó hoy su alfombra
roja para dos ex presos de Guantánamo presentes en el festival de la mano de
Michael Winterbottom y su nuevo exponente de cine denuncia, "The Road to
Guantanamo", acompañando la desesperanzadora visión de Irán que es "Zementan",
de Rafi Pitts.
Winterbottom regresó a Berlín, tres años después de llevarse
el Oso de Oro con "In this World", determinado a plasmar en buen cine una
realidad que clama justicia inclusive ya desde el edificio de la ONU: la
ilegalidad de la cárcel construida por EEUU en territorio cubano.
"Si hace
cuatro, cinco años, hubiese hablado de un lugar así, con centenares de presos
retenidos por el Gobierno de EEUU fuera de toda legalidad, nadie lo hubiese
creído posible (...) Hoy estoy aquí con dos antiguos presos", dijo el director
británico, recibido con rango de héroe tras la proyección para la prensa.
Los antiguos presos arrancados de las jaulas de Guantánamo y presentes sobre
la alfombra roja son Ruhel Ahmed y Shafiq Rasul, dos de los cuatro
británico-paquistaníes que en septiembre de 2001 salieron de Birmingham en
dirección a Karachi para asistir a la boda de uno de ellos.
De Pakistán
pasaron a Afganistán siguiendo la llamada de un imán "para ayudar a nuestros
hermanos en su dolor", explicó Rasul.
Empezó un largo viaje de Karachi a
Kandahar, luego a Kabul, a Kunduz, hasta caer prisioneros de la Alianza del
Norte, primero, y de EEUU, después.
Para entonces ya eran sólo tres, puesto
que el más joven del cuarteto fue separado del grupo y nunca más supieron de él.
"The Road to Guantanamo" fusiona los testimonios del trío de muchachos
paquistaníes, más escenas rodadas con actores que muestran el genio de
Winterbottom para convertir la ficción en documento, e imágenes de televisión
"made in USA" sobre los bombardeos de Afganistán y las acciones contra objetivos
talibanes.
Arranca de una conferencia de prensa de George W. Bush y Tony
Blair, con el presidente de EEUU afirmando que los presos de Guantánamo "no son
buena gente". El testimonio de los paquistaníes que salieron de Birmingham para
una boda trata de probar lo contrario.
La pregunta no es cuántos "errores"
como ésos hay entre los centenares de presuntos fanáticos miembros de Al Qaeda
en Guantánamo; tampoco se pretende demostrar que se encerró ahí a cientos de
inocentes.
La cuestión es si Guantánamo no es, simplemente, un producto de
otro tipo de fanatismo, independientemente de a quiénes se ha torturado ahí.
Cuántas convenciones internacionales se rompen desde el momento en que se
empaqueta a un preso, tapándole la cabeza con una bolsa de cartón con un número
y hasta que se le mete como un animal en una jaula.
Los tres muchachos que
iban de boda pasaron más de dos años en la isla de Cuba hasta su regreso a
Londres, donde, tras un nuevo interrogatorio, fueron absueltos de todo cargo.
Ellos se convirtieron hoy en la voz de los centenares de presos que pasaron
o siguen ahí, sin un pasaporte occidental que les respalde.
"The Road to
Guantanamo" no fue el único testimonio de la jornada. "Zemestan" -"It's Winter",
en su versión internacional inglesa- supuso el regreso a la Berlinale, tras tres décadas de
ausencia, de un film iraní a concurso, lo que de por sí tenía un mensaje
político.
La película de Rafi Pitts, que sí ha representado anteriormente a
su país en los festivales de Venecia, París y Locarno, es todo lo contrario al
cine amable o fácil de ver.
Desde el principio se asiste al paisaje de la
más absoluta pobreza, con un protagonista, Marhab (Ali Nicsolat) andando de
arriba abajo, junto a una vía de un tren, en busca de trabajo, una esposa, una
simple perspectiva.
La pobreza sin paliativos acompañan cada imagen, cada
escena. Aparentemente no ocurre nada, más allá del incesante discurrir de Marhab
andando sobre la nieve, sobre las piedras del andén.
El sentido del film
queda contenido en una muleta: la del esposo cuyo lugar ocupa ahora Marhab, un
hombre que un día emigró en busca de una vida mejor para los suyos y que un
invierno después se da cuenta de que nunca podrá recuperar el hogar que dejó.
El heroico film de Winterbottom y la heroicidad misma que supone hacer cine
en Irán ocuparon la jornada a concurso, complementada con un "thriller"
tailandés, "Invisible Waves", de Pen-ek Ratanaruang, una cinta hermosa y
relajante, que probablemente poco o ningún espacio encontrará en las crónicas de
la jornada, colmada de emociones. EFE gc/ih/egn
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