Un pastel de nieve entre un autista y un hombre atormentado abre la Berlinale
Berlín, 9 feb (EFE).- La película "Snow
Cake", de Marc Evans, abrió hoy el Festival de Cine de Berlín y llevó a la
alfombra roja a un espléndido Alan Rickman y a Sigourney Weaver para una
historia de arranque poderoso: la aparentemente imposible relación entre un
hombre atormentado y una mujer autista.
Rickman, en el papel de un hombre de
por sí taciturno, metido en la tesitura de comunicarse con una madre autista
-Weaver- cuya hija acaba de morir en accidente en el automóvil que él conducía.
Ese es el detonante de un film inmerso en un bello pastel de nieve, Ontario,
cuyo sabor es lo más parecido a un orgasmo para la protagonista.
El galés
Evans, autor de "Resurrection Man" (1998) y "Trauma" (2004), parte de un sólido
guión escrito por Angela Pell, a su vez madre de un niño autista, de quien
aprendió "lo enervante y mágico" -en palabras de la guionista- que es convivir
con una persona con esa enfermedad.
El propósito de todo el equipo, desde el
director a la guionista y, por supuesto, Weaver, es retratar el autismo desde la
perspectiva de la "dignidad humana que se merece", según Evans.
"No es un
film sobre una autista, sino sobre una mujer extraordinaria que aporta
experiencias extraordinarias", atajó Weaver.
Meterse en el personaje no fue
fácil. Weaver dedicó a ello "mucho tiempo, empeño mental y esfuerzo físico",
según explicó tras el pase de prensa, que le hizo llegar a una conclusión: "No
hay un único autismo, cada autista es un ser especial en sí mismo".
El
resultado es una interpretación más que meritoria, pero que queda eclipsada por
Rickman, el taciturno y sarcástico inglés de maneras impecables, recién salido
de la cárcel por haber matado a un hombre y que deja subir en su automóvil, a
regañadientes, a una extravertida adolescente -Emily Hampshire, también
excelente-.
La adolescente logrará arrancar la primera sonrisa, al parecer
en años, a su rostro atormentado. Unos segundos después, la adversidad se cruza
en su camino en forma de camión de gran tonelaje.
"Snow Cake" toma el
esquema de película melancólica pero esperanzadora, poblada por personajes
castigados por la adversidad, a los que sin embargo éstas no han arruinado la
capacidad de afecto.
Weaver es una fanática del orden -al parecer, un factor
común dentro de las especificidades múltiples de los autistas- y también del
sabor de la nieve, que come a bocados.
La amistad entre esa mujer
incapacitada para expresar dolor por la muerte de su hija -de la que es
perfectamente consciente- y el viajero de paso se plasmará en un pastel de
nieve, vehículo de comunicación definitivo entre ambos.
"Sigourney dio la
medida de la autenticidad a mi interpretación", dijo, todo modestia, Rickman.
Algo menos de autenticidad respiran algunos episodios metidos con calzador,
como el tierno romance del viajero con una estupenda vecina (Carrie-Anne Moss).
También resulta algo forzado el empeño de Evans de cerrar, como a presión,
el círculo de casualidades e infortunios que une a los personajes.
Aun así,
"Snow Cake" dio una buena apertura del festival, a la medida de lo que quiere su
director, Dieter Kosslick: buen cine y presencias atractivas sobra la alfombra
roja.
También ahí cumplió con su cometido Weaver, quien lució ante la prensa
un generoso escote, rompedor con la imagen de mujer físicamente poco agraciada
que da en la película.
A "Snow Cake" le correspondió el honor de abrir el
desfile de diecinueve aspirantes a los Osos, entre las que deberá elegir el
jurado encabezado por la actriz británica Charlotte Rampling.
"Estoy
orgullosa de presidir el jurado de un festival como éste, comprometido
políticamente y con el cine de calidad. Justo el cine que me interesa", afirmó
Rampling en la presentación de su equipo, integrado por ocho miembros, entre
ellos el actor Armin Müller-Stahl.
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