sábado, 19 de febrero de 2011

Cine, a pesar de todo

ábado, 19 de febrero de 2011


Un oso iraní

Berlinale se rindió al Irán de Farhadi, gran cazador de Osos de Oro y Plata 

 
Gemma Casadevall

Berlín, 19 feb (EFE).- La 61 edición de la Berlinale se rindió a la película iraní "Jodaeiye Nader az Simin" ("Nader and Simin. A Separation"), de Asghar Farhadi, y le entregó su Oso de Oro, además de la Plata al conjunto de sus intérpretes, exponente de los seres de carne y hueso que habitan el Irán de hoy.
El jurado presidido por la actriz y directora italiana Isabella Rossellini no se anduvo por las ramas y colmó de galardones una película que había llegado al fin de la 61 edición de la Berlinale como máxima favorita a ganarlo todo.
Con ello se dio, indirectamente, un último mensaje de apoyo al director iraní Jafar Panahi, miembro "en ausencia" del jurado del festival que cumple condena por conspiración en su país.
Más allá de esa señal de solidaridad al colega encarcelado, el premio múltiple a Farhadi estaba justificado con creces. En pocas ediciones de la Berlinale se recuerda tanta unanimidad en cuanto a la condición del favorito, tanto de la crítica como del público.
Farhadi acudía a la Berlinale dos años después de haberse llevado el Oso de Plata a la mejor dirección con su excelente "Elly", y se le esperaba con expectación, máxime cuando la competición contaba con apenas 16 títulos y no había grandes nombres entre los aspirantes.
El director iraní no defraudó y se convirtió en el héroe que precisaba el festival con su lección de cómo llevar al cine seres de carne y hueso, inmersos en un Irán complejo y en dilemas morales que no difieren tanto de los que sacuden a cualquier occidental ante problemas como, por ejemplo, cómo atender a un padre con alzhéimer.
El segundo gran premiado fue el húngaro Béla Tarr, con la Plata del Premio Especial del Jurado a "A Torinoi Lo" ("The Turin Horse").
Tarr era el gran veterano y se colocó asimismo de inmediato en la cabecera de las quinielas con su difícil filme en blanco y negro, sin apenas diálogo, que arranca de Nietzsche y retrata con maestría el mundo agónico de un padre y una hija, en una barraca ininterrumpidamente azotada por un vendaval.
El filme iraní fue aclamado por unanimidad, mientras que Tarr dividió opiniones entre quienes le adoran y quienes le repudian.
Rossellini dividió los máximos galardones entre los dos grandes del cine y reservó el resto del palmarés a los nuevos talentos.
El filme "El premio", dirigido por la argentino-mexicana Paula Markovitch y centrado en los estragos de la dictadura en Argentina, ganó un Oso de Plata a la mejor aportación artística, por el trabajo de su cámara, Wojciech Staron, y de su diseñadora, Barbara Enriquez.
El cine anfitrión obtuvo la Plata al mejor director, para Ulrich Köhler por "Schlafkrankheit" (Sleeping Sickness), así como el Alfred Bauer, en memoria del fundador del festival, para "Wer wenn nicht wir" (If not us who), de Andres Veiel, centrado en las raíces de la banda terrorista Fracción del Ejército Rojo (RAF).
Mientras Rossellini repartía sus triunfos entre los pocos grandes nombres a competición y algún nuevo talento, el público dio el premio de la sección Panorama a "También la lluvia", de la directora española Icíar Bollaín.
La segunda clasificada en el voto del público fue la argentina "Medianeras", el debut al frente de un largometraje de Gustavo Taretto, mientras que su compatriota Marco Berger ganó con "Ausente" el premio "Teddy", dedicado al cine de temática homosexual.
Se cerró así una edición de la Berlinale caracterizada por la falta de brillo en su sección a competición, no sólo por el mermado número de aspirantes a Oso -lo habitual son entre 18 y 22 aspirantes-, sino también por la falta de grandes estrellas sobre la alfombra roja.
En medios berlineses se especulaba estos días con un final prematuro de la "era Dieter Kosslick", el director de la Berlinale, que ocupa el cargo desde 2001 y cuyo contrato expira el 2013.
El propio Kosslick ha salido al paso a esos rumores y afirmado que piensa seguir hasta cumplir su contrato, por lo menos, mientras arrecian los rumores de dimisión tras el festival.
Con estrellas o sin ellas, la Berlinale revalidó su título de festival "popular" por excelencia.
Este año se alcanzó un nuevo éxito en la venta de entradas al público, con más de 300.0000 entre todas sus secciones y sesiones.
A diferencia de la competencia europea -Venecia y Cannes-, el peso del festival sigue siendo el público, como siempre sostiene Kosslick, y es al ciudadano a la que se consagra la jornada del domingo, "Día del Espectador", con proyecciones de sus mejores títulos en salas repartidas por toda la ciudad. EFE
gc/is
(foto)

Berlinale, buena onda


Markovitch siguió con su Plata la buena sintonía entre Berlín y Latinoamérica 

Gemma Casadevall

Berlín, 19 feb (EFE).- La directora argentino-mexicana Paula Markovitch se sumó hoy, con el Oso de Plata a la mejor contribución artística por "El premio", a la buena onda entre Latinoamérica y la Berlinale, que repartió asimismo galardones entre los argentinos Marco Berger y Gustavo Taretto.
El filme de Markovitch, que lanza una visión literaria plasmada en cine los estragos de la dictadura Argentina, obtuvo el Oso de Plata ex aequo a su cámara, Wojciech Staron, y su diseñadora, Barbara Enriquez.
La directora, nacida en Buenos Aires y afincada en México, acudía al festival con una producción de procedencia algo dispersa -México, Polonia, Alemania y Francia-, filmada en San Clemente de Tuyú (Argentina) y apuntalada en una mujer -Laura Agorreca- y su hija de siete años -Paula Galinelli Hertzog-.
El filme discurre entre una casa en medio de unas dunas azotadas por el viento, y una escuela destartalada, con una pequeña que debe responder a quien le pregunte que su papá vende cortinas en Buenos Aires, cuando la realidad es que está huido.
El filme de la niña que escribe una redacción escolar sobre qué es el ejército y, para horror de su madre, gana el premio de la escuela, cautivó al jurado presidido por la actriz y directora italiana Isabella Rossellini.
Los máximos éxitos fueron para el director iraní Asghar Farhadi, cuyo filme "Jodaeiye Nader az Simin" ("Nader and Simin. A Separation") ganó el Oso de Oro y los de Plata al conjunto de sus actores, así como para el veterano húngaro Béla Tarr, con el Especial del Jurado a "A Torinoi Lo" ("The Turin Horse").
La Plata al filme de Markovitch recompensa el trabajo de esa realizadora, que debutaba en la dirección tras haber sido guionista de "Lake Tahoe", el film del mexicano Fernando Eimbke que, en 2008, ganó el premio Alfred Bauer del festival.
Junto a ese galardón del jurado oficial, se fue asimismo con premio de Berlín el argentino Berger, que ganó la 25 edición del "Teddy" dedicado al cine de temática homosexual con su segundo largometraje, "Ausente".
"Medianeras", de su compatriota Taretto, quedó segunda -tras "También la lluvia", de la española Icíar Bollaín- en la votación del público a los filmes de la sección Panorama, mientras la chilena María José San Martín recibió un premio del Servicio Alemán de Intercambio Académico (DAAD) por el cortometraje "La ducha".
La 61 edición de la Berlinale tenía una profusa representación de cine latinoamericano. Sólo a concurso había dos títulos -"El mundo misterioso", del argentino Rodrigo Moreno, junto a Markovitch-, a lo que se sumaba la representación en Forum, Panorama y Generation.
La presencia latinoamericana se extendía por todas las secciones y ciclos -incluido el Cine Culinario, donde se mostró "El camino del vino" del argentino Nicolás Carrera-, mientras que en Co-Production Market acudieron sus compatriotas Lucía Puenzo y Martín Desalvo.
Con ello se perpetuó la buena sintonía entre la Berlinale y Latinoamérica, que tomó fuerza en 1998 con el Oso de Oro a la brasileña "Central do Brasil", de Walter Salles, y se ha acentuado desde que Dieter Kosslick asumió la dirección del festival, en 2001.
A lo largo de la llamada "era Kosslick", el cine latinoamericano ha acumulado premios y ganado presencia en la Berlinale.
La argentina Lucrecia Martel ganó el premio a la opera prima con "La ciénaga" ese 20001. Siguió, en 2004, "El abrazo partido", de su compatriota Daniel Burman, Gran Premio del Jurado y Oso de Plata al actor Daniel Hendler.
Dos años después "El Custodio", de Rodrigo Moreno, obtuvo el Alfred Bauer y, al siguiente, "El otro", del argentino Ariel Rotter, ganó el Premio del Jurado y la Plata a su actor Julio Chávez.
En 2009, "Gigante", de Adrián Biniez, acumuló el Gran Premio del Jurado, el Alfred Bauer y el de mejor opera prima, mientras la peruana Claudia Llosa lograba el Oso de Oro con "La teta asustada".
Varias de estas producciones ganadoras, como la de Llosa y ahora Markovitch, contaron con la ayuda previa del fondo World Cinema, creado por la Berlinale para apoyar el cine de Latinoamérica, África y Oriente Medio. EFE
gc/is
(foto)

viernes, 18 de febrero de 2011


Fin del desfile

La dura Albania de Marston cierra la lista de "cazadores" del Oso  
 
Gemma Casadevall
Berlín, 18 feb (EFE).- El filme "The forgiveness of Blood", del estadounidense Joshua Marston, cerró hoy el desfile de aspirantes al Oso de Oro de la Berlinale, con las quinielas apuntando al iraní Ashgar Farhadi, como gran favorito a cazar la pieza, con permiso del húngaro Béla Tarr.
Las duras leyes internas de la Albania rural, filmadas por el realizador neoyorquino que en 2004 ganó el premio Alfred Bauer con su debut -"María, llena eres de gracias"-, es el entorno en que se desarrolla este drama de sangre y venganza, desatado tras una contienda vecinal por un camino.
"No me interesa hacer un retrato de violencia, en sí misma, sino de lo que ésta esconde", explicó el realizador, de regreso en el festival que le catapultó a él y a la actriz de su primer filme, la colombiana Catalina Sandino-Moreno, a primera línea internacional.
También esta vez se apuntala Marston en dos rostros adolescentes, Tristan Halilaj y Sindi Lacej, los dos hermanos a los que les viene encima la tarea de sacar a su familia adelante, cuando el padre huye para escapar tanto a la justicia rural como a la oficial.
Rudina, la muchacha, deja aparcados sus estudios para salir a vender pan, en una carreta tirada por un caballo, único sustento familiar; Nick, su hermano, busca una salida desde la situación de arresto domiciliario que se le impone, de acuerdo a la ley albana y mientras el padre no haya zanjado su deuda.
Corresponderá a los muchachos y a su madre resolver la situación a que el mundo de los hombres adultos, anquilosados en unas reglas inquebrantables, parecen destinarlos.
Marston se llevó con su filme la segunda gran ovación del festival -tras la de Farhadi-, en una Berlinale algo fatigada ya tras un desfile de 16 candidatas muy poblada de nombres jóvenes y en la que figuran como favoritos a cazar el Oso los dos únicos veteranos a concurso -el iraní, más el húngaro-.
Las quinielas de los premios del festival son múltiples y, como todo el mundo sabe, el jurado es el órgano soberano al que compete repartir los triunfos de acuerdo a unos criterios que no tienen por qué coincidir con los del público o la crítica.
En la directora y actriz italiana Isabella Rossellini, como presidenta del jurado, recae principalmente la responsabilidad y, como siempre dice el director del festival, Dieter Kosslick, todos los concursantes pueden llevarse el Oro, inclusive aquellos que fueron abucheados o cosecharon las peores críticas.
El claro favorito es Farhadi, con su magnífica "Jodaeiye Nader az Simin" ("Nader and Simin. A Separation"), un filme que coloca al espectador en el Teherán de hoy, habitado por seres de carne y hueso, con todas sus diferencias y cercanías a los ciudadanos occidentales.
Sería el Oso "fácil", contra el que no rechistaría nadie, pero que difícilmente se quitaría del todo la etiqueta de premio políticamente correcto, como mensaje de solidaridad a su compatriota Jafar Panahi, miembro "ausente" del jurado por cumplir una condena por conspiración en su país.
La condición de claro favorito no quita que a Rossellini y su gremio se les pueda ocurrir apostar por opciones complejas, como por ejemplo el filme de Tarr, "A Torinoi Ló" ("The Turin Horse"), exponente de cine difícil que algunos adoran y otros repudian.
Tanto la revista de la Berlinale, "Screen", como distintos ranquings en la prensa de la Berlinale sitúan a ese dúo en cabeza de las preferencias de los críticos, seguidos de títulos como "Schlafkrankheit", un excelente filme alemán que discurre en Africa.
El filme de Marston no entra en esas cábalas, puesto que se proyectó hoy, pero la ovación con que se le recibió lo coloca cuando menos en posición de presunta sorpresa de última hora.
Entre los dos filmes latinoamericanos a competición, "El Premio", de la argentino-mexicana Paula Markovitch, y "Un mundo maravilloso", del argentino Rodrigo Moreno, se da a la primera como muy probable ganadora de algún galardón, salvo sorpresas.
Otros candidatos que suenan en las quinielas, en este caso a Oso de Plata de interpretación, están desde Ralph Fiennes, por su impactante "Coriolanus", a la tropa de magníficos actores de "Margin Call", encabezados por Kevin Spacey, o el joven ruso Anton Shagin, protagonista del filme sobre la catástrofe de Chernobyl.
Las apuestas acerca de las actrices son más confusas. Ahí está el dúo protagonista de la israelí "Odem", la misma Lacej del filme de Marston o, por qué no, a la alemana Lena Lauzemis, por su papel de Gudrun Ensslin, la novia del fundador de la Fracción del Ejército Rojo (RAF), Andreas Baader. EFE
gc/jcb/ea

jueves, 17 de febrero de 2011


Rutina política en la Berlinale


La RAF alemana y Oriente Medio, en la recta final de la Berlinale 
 
Gemma Casadevall
Berlín, 17 feb (EFE).- El desfile de aspirantes al Oso de la Berlinale entró hoy en su recta final con "Wer wenn nicht wir", una nueva incursión del cine alemán en las raíces de la extinta Fracción del Ejército Rojo (RAF), y la israelí "Odem", una peculiar visión del conflicto de Oriente Medio a través de dos palestinas.
El cine anfitrión presentó su segunda película a concurso -"If not us who", en inglés-, dirigida por Andres Veiel y centrada en el paso a la lucha armada de Gudrun Ensslin, la que se convertiría en novia de Andreas Baader, fundador con Ulrike Meinhof de la RAF, el grupo terrorista más mortífero de Alemania.
"No es sólo una película sobre un capítulo negro de la historia alemana o la rebelión de una generación con el pasado nazi de la anterior, sino una reflexión sobre unas personas que trataron, por el camino equivocado, de cambiar algo en la sociedad", afirmó Veiel.
El filme arranca desde la primera pareja de Ensslin -interpretado por Lena Lauzemis- el hijo de un escritor nazi, Bernhard Vesper -August Diehl- la fundación de una editorial que hacen juntos y se pretende comprometida, y de su relación con los intelectuales del Grupo 47.
Sigue con precisión cronológica la radicalización de Ensslin, recorre con un par de imágenes de archivos el trasfondo político alemán e internacional, incluido el asesinato de un estudiante durante la manifestación contra la visita del Sha de Persia a Berlín -en 1967- hasta desembocar en las revueltas del 68.
La radicalización política discurre pareja a la progresión de infidelidades, por ambos lados, de una pareja que además de la rebelión política contra la generación de sus padres lleva a la práctica la revolución sexual.
Son jóvenes, guapos, inteligentes, crecidos en el seno de familias burguesas, cada una con su correspondiente vínculo pasado con el nazismo, en cuyas vida irrumpe de pronto el detonante: Baader, el macho que desprecia la literatura y ama los automóviles deportivos, con los que Ensslin da el paso a la lucha armada.
Nada que no se haya visto ya en películas como la reciente "Der Baader Meinhof Komplex", con la diferencia de que ésta se detiene justo ahí donde aparecería en escena Ulrike Meinhof, en 1969, con la pareja de Ensslin y Vesper totalmente pulverizada.
"Tratamos de limitar el contingente de episodios relacionados con la RAF a esas raíces, a ese grupo de personas que del repudio a Vietnam y el capitalismo pasaron a la lucha armada", prosiguió el director, hasta ahora realizador de documentales.
Su incorporación a competición cumplió la norma no escrita en los últimos años de Berlinale de incluir en la sección oficial una aportación alemana a la historia de la RAF, junto a la inevitable dosis de cine sobre el nazismo -este año, limitado a la comedia "Mein bester Feind", proyectada ayer fuera de concurso-.
"Odem" cumplió esa otra tradición de incluir un representante del nuevo cine israelí, Jonathan Sagall, quien centra su incursión en las heridas del conflicto de Oriente Medio en dos mujeres, dos palestinas, y un oscuro capítulo pasado de sus vidas, la relación fugaz de una de ellas con un soldado israelí.
Fue a la salida de un cine en Jerusalén, la noche en que la lanzada Inam y su más retraída amiga Lara se saltaron los controles, en plena Intifada, para ir a ver una película americana. El recuerdo de lo que ocurrió está en la línea floja entre dos versiones -sexo consentido o violación- y alrededor de ellas se teje ese filme.
El director de la Berlinale, Dieter Kosslick, la había anunciado como uno de los filmes "a tener en cuenta" y la interpretación de ambas protagonistas -Clara Khoury y Nataly Attiya- apunta a un Oso.
El otro filme a competición, el coreano "Saranghanda, Saranghaji Anneunda" -"Come Rain, Come Shine"-, de Lee Yoon-ki, confrontó a la Berlinale con su tercer título -tras la argentina "Un mundo misterioso", de Rodrigo Moreno, y la estadounidense "The Future", de Miranda July- de una pareja que agoniza.
Compartía con las otras dos esa situación de partida, más la personalidad entre embobada y abúlica de jóvenes acomodados, ciudadanos de sociedades dichas avanzadas, que se comportan como perfectos incompetentes para la vida normal.
Otros paralelismos: la aparición de un gato, tanto en la coreana como en la de July, como hipotético salvador de parejas con goteras.
Como le ocurrió a Moreno, el director coreano escuchó algunos abucheos en su presentación a los medios.
La Berlinale entró así en la recta de esprint, a falta de que se presente mañana "The forgiveness of blood", de por Joshua Marston, quien regresa al festival tras "María, llena eres de Gracia". EFE
gc/jcb/ea
(foto)


jueves, 17 de febrero de 2011

Modestia argentina

La alfombra desgastada

Isabella Rossellini y Mueller-Stahl, dos grandes en una Berlinale sin brillo 
 
Gemma Casadevall

Berlín, 17 feb (EFE).- La actriz y directora italiana Isabella Rossellini y el actor alemán Armin Mueller-Stahl son los dos grandes del cine a los que homenajea entre hoy y mañana el festival, cuya 61 edición se ha caracterizado por la modesta presencia en competición de estrellas y de nombres de relieve internacional.
Rossellini, presidenta del jurado, y Mueller-Stahl, Oso de Oro de Honor de la Berlinale, serán los encargados de compensar, a fuerza de carisma y en la recta final de la muestra, el escaso brillo que la ha acompañado, a la espera de la entrega de premios del sábado.
La actriz y directora, vieja amiga del director del festival, Dieter Kosslick, es la protagonista este jueves de la gala especial en que se proyectará la película "Late Bloomers", de Julie Gavras, hija del director Costa-Gavras.
Se trata de un filme en que Rossellini y William Hurt interpretan a un matrimonio que, tras treinta años casados, se ven confrontados a la realidad del paso del tiempo, lo que en ella se manifiesta en una pérdida de memoria que teme se trate de los primeros síntomas de demencia.
Del propio Costa-Gavras se proyectará, mañana viernes, el filme "Music Box", de 1989, interpretado por Mueller-Stahl y Jessica Lange, en la gala de homenaje tras la que el actor, recién cumplidos los 80 años, recibirá su Oso de Oro de Honor.
La Berlinale reconocerá así la labor de uno de los grandes del cine alemán, que irrumpió en las pantallas de la Alemania comunista en los años 70, como el "James Bond del Este", por su papel en una serie de agentes de televisión.
Actor en más de 120 filmes y series de televisión, Mueller-Stahl desarrolló parte de su carrera en el este de Alemania, hasta que se pasó al oeste y empezó a trabajar con directores como Rainer Werner Fassbinder y Jim Jarmusch.
Con estas galas de homenaje se llegará al fin del festival, abierto el pasado día 10 con "True grit" -"Valor de Ley"-, el film de los hermanos Joel y Ethan Cohen -fuera de concurso- que trajo sobre la alfombra roja a Jeff Bridges, Josh Brolin y la revelación de este "western", la actriz de 14 años Hailee Steinfeld.
Siguió un desfile de estrellas menos intenso que en anteriores ediciones, pese a las presencias de Ralph Fiennes, Kevin Spacey, Jeremy Irons y Colim Firth, entre los invitados.
Madonna, de paso en la ciudad para promocionar su último film, "W.E.", no se dejó ver por el festival.
La lista de 16 aspirantes a los Osos fue más reducida que lo habitual -entre 18 y 22- y estuvo marcada por la nutrida presencia de nuevos talentos y debutantes, como la argentino-mexicana Paula Markovitch y los estadounidenses JC Chandor y Victoria Mahoney.
El más veterano entre los presentes fue el húngaro Bela Tarr, que junto con el iraní Asghar Farhadi encabeza la lista de favoritos de la crítica de la revista del festival "Screen".
A Rossellini le ha correspondido, en su calidad de presidenta del jurado, la tarea de animar con su presencia, día a día, los pases de las películas a competición.
Tanto ella como Kosslick se han encargado, asimismo, de rendir homenaje solidario al director iraní Jafar Panahi, miembro del jurado "en ausencia", por estar encarcelado en Teherán donde cumple condena por conspiración.
Kosslick, en el cargo desde 2001, confía seguir en el puesto más allá de 2013, en que expira su contrato, según recuerda "Screen"
EFE
gc/ea

miércoles, 16 de febrero de 2011

Berlinale culinaria y argentina


La Berlinale saboreó el vino mendocino con el argentino Carreras 
 
Gemma Casadevall

Berlín, 16 feb (EFE).- La Berlinale saboreó el buen vino de Mendoza con la proyección de "El camino del vino", el filme del argentino Nicolás Carreras, proyectado en el ciclo Cine Culinario y que dio ocasión de comer y beber y de ver las desventuras del "sommelier" Charlie Arturaola, en crisis de identidad y de gusto.
"Toda rutina laboral tiene sus peligros, incluida la del 'sommelier'. Alguno se imaginará que pasarse la vida tomando vino en ambientes y hoteles de lujo es agradable. En realidad es un sujeto tan susceptible de pedir un 'break' como un cajero del 'shopping'", explicó Carreras hoy a EFE, tras la proyección, de su filme.
Acompañado en Berlín por Arturaola, el catador de vinos uruguayo real que inspira su película, Carreras vivió en la capital alemana su estreno internacional, fuera de las fronteras de Argentina, tras el paso del filme por el Festival de Mar del Plata en noviembre de 2010.
"Tenía gran curiosidad por ver cómo encajaría en Europa mi película. Fue una experiencia formidable. El público realmente degustó tanto la película como lo que vino a continuación", indicó el director, quien estuvo anteriormente en la Berlinale, en 2003, en la sección Talent Campus.
"El camino del vino", en formato documental aunque en realidad es cine de ficción, recordó Carreras, se proyectó en la sala del Martin Gropius Bau, uno de los museos de programación más interesante de la capital alemana, que acoge durante la Berlinale el European Film Market.
De acuerdo con la tradición en todo el ciclo de Cine Culinario, a la proyección siguió una abundante cena -"asado incluido, muy rico, la verdad", según el realizador-, acompañada por vinos de Mendoza.
La región mendocina es el punto de partida del documental y también ahí surgió la idea del filme -"un primo mío que conocía a Charlie me contó de él y a partir de ahí entramos en contacto", cuenta Carreras.
Arturaola, con 25 años en su elitista profesión, se representa a sí mismo como "sommelier" atacado por una doble crisis, personal y de gusto, lo que le aboca a dejar a su selecta clientela literalmente boquiabierta, por sus demoledores juicios.
"Fue fantástico, íbamos filmando, cámara en mano, Carreras siguiéndome por todos lados y todo el mundo pensando que era un documental real. Yo ahí soltaba que tal vino sabía a rayos y el anonadado cosechero creía así arruinada su reputación", recuerda Arturaola.
"La gracia era esa: nadie sabía, excepto nosotros, que estábamos escenificando. De esas reacciones, más la personalidad increíble de Charlie, un 'showman' nato, se alimenta mi película", explicó Carreras.
El ciclo de Cine Culinario fue introducido por el director de la Berlinale, Dieter Kosslick, un par de años atrás, y se ha consolidado en ese tiempo entre los más populares del festival, además de como uno de los preferidos de su artífice.
A la proyección de "El camino del vino" seguirá "También la lluvia", de la directora española Icíar Bollaín, incluida en el ciclo por abordar la temática de la guerra del agua de Cochabamba (Bolivia).
La película de Bollaín está incluida, además, en la sección Panorama, la segunda en importancia del festival, fuera de concurso. EFE
gc/jcb/is

Moreno, la modestia del virtuoso


Moreno:"Sin 'El Custodio' mi película no estaría en la Berlinale" 
 
Gemma Casadevall

Berlín, 16 feb (EFE).- El director argentino Rodrigo Moreno se presentó hoy en la Berlinale consciente de que su película a concurso, "Un mundo misterioso", es un filme "difícil para el público" y de que sin el éxito conseguido en su título anterior, "El Custodio", no habría sido seleccionado para el festival.
"Es una película que renuncia a todo virtuosismo visual y que, de no haber sido porque venía empujada por 'El Custodio', no habría encontrado eco entre los programadores del festival", indicó el realizador, en entrevista a EFE, tras la presentación de su cinta.
"El Custodio" le dio a Moreno el premio Alfred Bauer, en 2006, en la Berlinale y a partir de ahí "se hizo posible que vuelva a estar acá", indicó.
"Está claro que estoy aquí porque gustó, no hay un automatismo que garantice a nadie repetir a competición. Pero no me imagino debutando en una sección oficial de un festival como éste con una película como 'Un mundo misterioso'", explicó, sin alardes de falsa modestia.
Ambas cintas tienen en común el ritmo lento y el hecho de estar apuntaladas en el trabajo de "dos muy buenos actores". Es decir, Julio Chávez, el primero, "inmenso, como siempre", y Esteban Bigliardi, ahora.
Parten, sin embargo de dos situaciones personales divergentes: el personaje del guardaespaldas de Chávez era un individuo "con una bomba interior, en situación de agobio laboral, entre otras cosas, que un día estalla"; el de Boris que interpreta Bigliardi es alguien que opta por el camino opuesto al anterior.
"Es un individuo que, ante una situación que creía estable y de pronto se rompe -su pareja- opta por brindarse al ejercicio de la libertad errática", explicó.
Boris, el protagonista de "Un mundo misterioso", es ese joven al que un buen día su pareja le pide un "break", por espacio indeterminado, y que ante esa situación se muda a un hotel y empieza así un viaje errático en un destartalado automóvil que se estropea continuamente.
El auto en cuestión es un "Tokha", al que en el filme se sitúa de fabricación rumana, pero que en realidad no existe. "Es una marca inventada, a modo de la serie de coches del Este que llegaron a la Argentina tras la caída del Muro de Berlín", explicó Moreno.
Las continuas averías que sufre su automóvil son "una forma de marcar el tiempo", explica el director argentino, para quien más que adoptar una especie de "papel protagónico" paralelo, el "Tokha" se convierte en "el nexo de Boris con el sentido de la realidad tal vez perdida", además de "el vehículo de su viaje errático".
Entre "El Custodio" de 2006 y "Un mundo misterioso" distan cinco años, en los que Moreno, además de co-dirigir la producción televisiva "La señal de R.D. Kell", estuvo inmerso, explicó, "en un vendaval" interior.
Entre "Un mundo misterioso" y su próxima película "no distarán otros cinco años", promete Moreno, puesto que trabaja ya en su siguiente proyecto cinematográfico: un filme que llevará por título "Reimon" y cuyo personaje central será, esta vez, una mujer, Ramona.
Se trata de una empleada doméstica, que un día limpiando se encuentra con un guarda de seguridad.
Moreno espera que en el trayecto hacia ese proyecto no interfiera mucho el eventual éxito o fracaso de "Un mundo misterioso".
"Me siento tranquilo, relajado, sé que el estrés de hoy es cosa de un día. Mañana volveremos a estar todos tranquilos", afirmaba Moreno, de entrevista en entrevista en una de las "lounges" del Hotel Hyatt de Berlín, entre la proyección del filme en el pase para los medios, la comparecencia ante la prensa y el pase de gala para el estreno oficial de su película. EFE
gc/ea
(foto)

martes, 15 de febrero de 2011

Irán, grandioso y real


El Irán real entró por la puerta grande en Berlinale con Farhadi 

 
Gemma Casadevall

Berlín, 15 feb (EFE).- El Irán real entró por la puerta grande en la Berlinale hoy con Asghar Farhadi, que dio una lección de cómo llevar al cine seres de carne y hueso, mientras el húngaro Béla Tarr trazó uno de sus bellos ejercicios fílmicos con una cinta de más dos horas, en blanco y negro, casi muda y con Nietzsche como arranque.
Si los Osos se decidieran por aclamación, a Farhadi le correspondería el de Oro, vista la ovación que se dispensó a "Jodaeiye Nader az Simin" y a él mismo, en su comparecencia tras el pase ante los medios, que lo recibieron como al héroe que necesitaba la 61 Berlinale.
Irán era de por sí un plato fuerte en este festival, que mantiene como miembro del jurado "en ausencia" al cineasta Jafar Panahi, encarcelado en su país.
La ovación a Farhadi iba, sin embargo, más allá de los meros mensajes solidarios a los cineastas de ese país, que pese a todos los obstáculos genera directores como ambos.
A Farhadi se le esperaba con expectación en la Berlinale, que en 2009 le dio el Oso de Plata a la mejor dirección por "Elly", su anterior lección de cómo trasladar a la pantalla a unos iraníes de a pié, con problemas o dilemas tan parejos a los de cualquier ciudadano occidental, por encima de las disparidades.
"Jodaeiye Nader az Simin" abunda en esa dirección y se mete en un retrato social de los seres que habitan el Teherán de hoy, donde conviven el chador y el lavavajillas y donde un cabeza de familia con un padre con Alzheimer puede verse tan desbordado para atenderle en casa como lo estaría un europeo.
La situación de partida es la petición de divorcio de su esposa, que quiere salir del país, y la decisión del marido de no dejar solo a su padre.
Necesita ayuda doméstica, la halla en una mujer que por supuesto no sabe si es acorde o no al dogma islámico desnudar y lavar a un abuelo que se orinó. A partir de ahí se suceden un nudo de conflictos éticos, sociales y también prácticos en tantas direcciones como alcance a imaginar el espectador.
Los conflictos morales, la verdad y la mentira, culpabilidad o inocencia son los ejes de su filme, cuya grandeza está en la capacidad de generar empatía hacia cualquiera de los personajes en conflicto, con un manejo de los actores que roza la perfección.
Con expectación se aguardaba asimismo la segunda película a concurso hoy, "A torinoo lo" ("The Turin Horse") de Tarr, el más veterano entre los 16 aspirantes a Oso de la Berlinale y del que se esperaba una de sus lecciones de mutismo y belleza visual.
El punto de partida es lo ocurrido la mañana del 3 de enero de 1889, cuando Nietzsche sale de su hotel de Turín, ve a un cochero castigando con el látigo a un caballo, se interpone y a partir de ahí rompe definitivamente con la humanidad. Pronuncia una última frase a su madre y cae irremisiblemente en la locura.
Tarr dedica al episodio el arranque, que relata una voz en off. El núcleo del film son los días sucesivos del cochero, su hija y el caballo, en una casa mísera y aislada, entre patatales azotados por vendavales, que relata con extrema minuciosidad.
El viento es invariable, el plato diario que comen padre e hija, también -una patata hervida cada uno-, como lo es el resto de sus rutinarios movimientos de vestirse, calzarse, ir a por agua al pozo y comunicarse monosilábicamente, sólo cuando es imprescindible.
Un ejercicio visual y fílmico de esos que solo se pueden vivir en un festival o en una escuela de cine, sólo recomendable a quienes se dejan arrastrar a la fascinación por la lentitud y el repertorio de grises, en toda su variedad.
La decepción de la jornada a concurso fue "The Future" dirigido y protagonizado por Miranda July, Cámara de Oro en Cannes en 2005 por su primera película, "Me and you and everyone we know".
De July se esperaba algo más refrescante que un filme que discurre entre ensoñaciones bobas y sustentado en una pareja de seres clónicos -ella y Hamish Linklater-, que además de compartir peinado, adicción a internet y redes sociales sufren de parecido aburrimiento.
Puestos a buscar un sentido a su existencia, y tras muchas reflexiones, deciden adoptar un gato enfermo. Una gran responsabilidad para esos seres inermes, que echará por tierra July el día en que, de tanto aburrirse en casa, se busca otra compañía. EFE
gc/jcb/cr
(foto)

Rodrigo Moreno, ahora en vacío

El argentino Moreno vuelve a la Berlinale con "Un mundo misterioso"

Gemma Casadevall

Berlín, 15 feb (EFE).- El cine argentino compitió hoy en la Berlinale con "Un mundo misterioso", un retrato de la absoluta apatía dirigido por Rodrigo Moreno, compartiendo jornada a concurso con la turca "Bizim Büyük Caresizligimiz" ("Our grand despair"), mientras el festival esperaba a Colin Firth sobre su alfombra roja.
Cinco años después de ganar el Premio Alfred Bauer de la Berlinale con su magnífico "El Custodio", Moreno presentó su segundo largometraje en esa misma plaza, con un filme que el director del festival, Dieter Kosslick, había anunciado como un "elogio a la lentitud".
Si en "El Custodio", el director bonaerense seguía con su cámara a un individuo solitario para acabar trazando un impecable retrato de la soledad, en su versión más radical, aquí apuesta por una fórmula parecida, sólo que el sujeto al que sigue ahora es un ser vacío.
Boris, interpretado por Esteban Bigliardi, es un joven al que su pareja pide "una pausa por un tiempo", a lo que sucede un deambular sobre un destartalado "Tokha", un auto de fabricación rumana que arrebata el protagonismo a la teórica figura central del filme.
Se trata de un ser apático, rodeado de seres igualmente apáticos, lo que acabará contaminando por completo el filme. La única tarea en que parece ser capaz de concentrarse Boris es lograr que el auto funcione, lo que no le impide asistir con la máxima apatía al momento en que lo pierde, como perdió a su chica.
La Berlinale está avezada en recibir todo tipo de filmes, los que cautivan a todo el festival -como el iraní "Nader az Simin" de Asghar Farhadi, ayer- o los que sólo son asequibles a una exquisita minoría -como las dos horas largas de mutismo en blanco y negro del "A torinoi lo" del húngaro Béla Tarr, también la jornada anterior-.
Los filmes programados para la sección a competición hoy, tras esas dos grandes -y distintas- lecciones de cine de Farhadi y Tarr lo tenían difícil para ganarse la atención del festival.
El apático "Mundo misterioso" de Moreno no sólo no lo logró, sino que se llevó, en el pase previo para la prensa diaria, algunos abucheos, los primeros del festival, al que no se puede conquistar sólo con un hábil etiquetaje, como el de "elogio a la lentitud" de Kosslick o el buen sabor de boca que dejó "El Custodio".
El Premio Alfred Bauer, instituido en memoria del fundador del festival, se otorga a la innovación y la búsqueda de nuevos lenguajes en el cine, recordaba un cronista de un medio berlinés "Der Tagesspiegel" presente en la sala.
Moreno representó ese espíritu en su anterior filme, no en éste, pero ello no implica que no pueda recuperar esa categoría en el siguiente, razonaba el cronista alemán, ya que su película sigue llevando el sello de la generación de buenos cineastas argentinos a la que pertenece.
Mejor acogida recibió el filme turco a competición, una conmovedora historia de amor y de amistad dirigida por Seyfi Teoman, que se mueve en el Estambul de nuestros días y principalmente entre un terceto de jóvenes estudiantes que comparten piso.
Todo gira en torno a la chica, Günes Sayin, una muchacha encantadora a la que por supuesto los dos compañeros masculinos tratarán como a una princesa -ella acaba de perder a sus padres en un accidente- y de la cual se enamorarán ambos, como no podría ser de otro modo.
Nada en el argumento escapa a lo previsto, pero de alguna manera resultó gratificante comprobar cómo las llamadas cinematografías periféricas -es decir, tanto Farhadi como Teoman- colocan a la Berlinale ante seres reales, confrontados a grandes o menores problemas igualmente auténticos.
En dirección opuesta, las cinematografías del mundo llamado más avanzado -ayer, Miranda July, hoy Moreno- sitúan al espectador ante jóvenes inermes o apáticos, encandilados en su vacío.
A todo esto, la Berlinale se preparaba para recibir sobre la alfombra roja, para la sesión de gala de la noche, al oscarizable Colin Firth, cuyo "The King's Speech" se proyectaba fuera de concurso, en Berlinale Special, lo que no le quitaba rango de imán mediático. EFE
gc/rz/cr

lunes, 14 de febrero de 2011

La excelsa Pina, en brazos de Wim

Destrozando a Shakespeare


El "Coriolanus" reciclado de Fiennes y Chernobyl sacudieron la Berlinale 
 
Gemma Casadevall

Berlín, 14 feb (EFE).- El "Coriolanus" de Shakespeare, reciclado por Ralph Fiennes, sacudió a la Berlinale, con una versión libre del militar inquebrantable convertido en enemigo del pueblo en la Roma de hoy, compartiendo la jornada a competición con "V Subbotu" sobre ese sábado de 1986 en que se resquebrajó Chernobyl.
Trasladar a Shakespeare y la falsa democracia romana a las guerras de nuestros días no es tarea fácil, por mucho que ayude el impecable inglés shakespeariano de Fiennes y Vanessa Redgrave.
Tampoco lo es traducir al lenguaje actual la tragedia del militar capaz de ganar todas las batallas, pero no el corazón del plebeyo, a merced de patricios manipuladores decididos a convertir su torpe discurso de soldado en desprecio hacia el pueblo.
Fiennes lo intentó en el filme donde debuta como director y ejerce además de protagonista. "Coriolanus" se mueve entre fragores de guerra y ejercicios de declamación, entre tanquetas policiales sofocando al pueblo y duelos a muerte contra el enemigo insurgente.
"A Shakespeare podemos verle muchas lecturas. La Roma de entonces estaba sacudida por el hambre, la revuelta popular era una revuelta por el pan, como muchas de las que vivimos hoy", sostuvo Fiennes, quien acudió acompañado por Redgrave y Gerard Butler.
El Coriolanus de Shakespeare y sus recelos hacia el mundo romano "nos ayudan a formularnos provocadoras preguntas, como el sentido de la democracia, la capacidad de ciertos políticos para malversarla y el papel del poder militar", añadió el actor y director.
Redgrave, impecable como la madre del Coriolanus más militarizada que su propio hijo, fue recibida en Berlín como la gran dama que es, mientras que Fiennes se vio algo eclipsado por la presencia de su rival en la cinta, el atractivo Gerard Butler.
"No crecí leyendo a Shakespaere, pero veo en él algo más que esas tragedias ancladas en un mundo que ya no existe. Son textos inmersos en personajes con una fuerza interior que nos siguen sacudiendo", afirmó con pasión Butler.
"En nuestros cuerpo a cuerpo hay una componente erótica", afirmó Fiennes, para quien eso no es contrario al espíritu de Shakespeare.
El combate del Coriolanus con el cráneo ensangrentado y luchando a cuchilladas con el Aufidius de Butler es uno de los hitos del filme, como lo es el duelo persistente entre la brutal mirada de Fiennes y los impactantes ojos azules de Butler.
"Sus rivales a muerte y, a la vez, seres que se admiran, probablemente los únicos que pueden entenderse entre sí, como dos samurais que por encima del combate se respetan más entre sí que a cualquiera de las personas que aman", afirmó Fiennes.
Tras la sacudida de Fiennes llegó el turno de "V Subbotu" ("Innocent Saturday"), de Alexander Mindadze, un filme que sitúa al espectador en el 26 de abril de 1986 cuando estalló la mayor catástrofe atómica de la historia nuclear civil.
Un joven funcionario del Partido, Valery, está ahí cuando todo ocurre. Huye a todo correr carretera arriba, mientras responsables políticos y técnicos optan por silenciar la que se avecina.
Se desarrolla a partir de ahí un vertiginoso catálogo de lo que no se debe hacer ante una catástrofe nuclear: primero, dejarse llevar por el pánico; segundo, perder el tiempo en nimiedades.
Lo primero que hace el muchacho es ir en busca de su chica, una de esas preciosidades capaces de que se les perdone torpeza tras torpeza. Su intención es salir de la ciudad de inmediato antes de que se extienda la noticia de la inminente catástrofe nuclear.
La chica empieza perdiendo el pasaporte, luego se le quiebra el tacón en la huida hacia la estación y, ya puestos, no se le ocurre nada mejor que ir a una zapatería a por repuestos.
De ahí saltamos a un banquete nupcial, entre borrachos amigos del muchacho empeñados en besarle; ella se coloca al frente de una banda de música con sus zapatos nuevos para animar la fiesta, a lo que siguen más y más amigos igualmente bebidos que convierten a Valery en suplente del batería, por supuesto borracho.
Todo, en un ambiente de caos sólo comparable con el nivel de radiación desencadenado por Chernobyl, rodado cámara al hombro y con la inmediatez de quien parece realmente saber por dónde salir de ahí.
"Coriolanus" dividió opiniones -en parte, porque no todo el mundo confiesa abiertamente la impenetrabilidad del texto de Shakespeare-, mientras que "V Subbotu" de Mindadze fue recibida por los medios como presunto "candidato a premio". EFE
gc/jcb/cr 

domingo, 13 de febrero de 2011

Pina, Wim


Pina Bausch renace con Wenders en un domingo Berlinale a pleno 3D 
 
 
Gemma Casadevall

Berlín, 13 feb (EFE).- La Berlinale vivió hoy su domingo a pleno 3D con el homenaje a la fallecida coreógrafa Pina Bausch filmado por Wim Wenders, la inmersión en las cuevas de Ardéche de Werner Herzog y la poética "Les contes de la nuit", primer filme de animación y en técnica tridimensional admitido a concurso en ese festival.
La esquelética Pina Bausch que danzaba con los ojos cerrados entre las sillas del "Café Müller" renació con Wenders, decidido a rendir tributo al mito y recordar no sólo lo que la coreógrafa aportó al mundo, desde su teatro de Wuppertal (oeste de Alemania), sino también lo que éste perdió con su muerte, en junio de 2009.
"Pina veía a través de los seres, nada escapaba a su mirada, pero de alguna manera hacía que uno no se sintiera desnudo ante ella, al contrario. Nos arropaba. Sobre esa mirada hicimos el filme", explicó Wenders, acompañado en la presentación por algunos de los bailarines de la coreógrafa, como Julie Shanahan y Barbara Kaufmann.
El filme nació de la conmoción por la muerte de Bausch, de un cáncer fulminante a los 68 años, lo que llevó a Wenders a recuperar material de archivo y ensamblarlo con nuevas tomas de los miembros de su compañía, perpetuadores y a la vez huérfanos de la creadora.
El filme recorre los míticos "Café Müller" o "Consagración de la Primavera", dentro y fuera del teatro fundado por Bausch, en Wuppertal, y les extrae en formato tridimensional toda la fuerza generada desde la aparente fragilidad extrema de la coreógrafa.
Los ojos que todo lo veían y taladraban, incluso cuando los tenía cerrados, son parte del espectáculo, grabado con dos cámaras por Wenders -"uno de ellos, en una grúa en formato dinosaurio", explicó el realizador- y convertido en documental en tres dimensiones.

Es un homenaje a la coreógrafa, a la ciudad de Wuppertal y, por extensión, a la colindante Cuenca del Ruhr, la nada coqueta región minera alemana, cuna de algunos de los talentos innovadores del país, como Bausch, Wenders y el cineasta y dramaturgo Christoph Schlingensief, muerto el pasado año de cáncer.
"Wuppertal estaba en una situación inusual: lucía el sol, lo que no suele ocurrir. Una buena manera de presentarla al mundo", ironizó el director, respecto a las partes del filme rodadas en sus calles. Wenders conmovió en la Berlinale con un filme que repasa los cuerpos permanentemente expuestos a caer exhaustos de Pina y los suyos, mientras que Herzog se adentró en las profundidades de las cuevas de Ardeche (Francia) para mostrar sus pinturas de 30.000 años de antigüedad, en "Cave of forgotten Dreams".
Herzog, presidente del jurado de la Berlinale en 2010, es de los privilegiados que han podido entrar en esas cuevas, descubiertas en 1994 y consideradas las más antiguas hasta ahora exploradas.
Herzog y Wenders no acudieron al festival como aspirantes al Oso, ya que sus filmes se exhibieron fuera de competición, al contrario que el director Michel Ocelot, que presentó "Les contes de la nuit" a concurso esta película de animación.
Su filme recrea las mil maneras de conquistar el corazón de la princesa, sea como galán transmutado en lobo o en chico del tam-tam, en Africa, sobre imágenes mágicas mezcla del teatro de sombras chinescas entre frutas y flores exóticas.
Todo ello sale de una nueva "fábrica de sueños", instalada en un cine que se muere, y donde se refugian los diseñadores de tanta magia, en busca de la fórmula del futuro.
Recrean ahí, una y otra vez, la historia del galán en pos de la linda hija del rey, al que se reserva un final algo atípico a la tradición de los cuentos de príncipes y princesas.
Cabe preguntarse si "Les contes de la nuit" se ganará también el corazón de la princesa, la presidenta del jurado Isabella Rossellini, una amante de los nuevos recursos, así como el favor del rey, el director de la muestra, Dieter Kosslick.
Fue iniciativa de Kosslick introducir a competición un filme de animación en 3D y a Rossellini le gusta experimentar, como demostró en sus cortos disfrazada de luciérnaga o mosca para hablar del sexo de los insectos, presentado en 2008.
Sea porque las gafas del 3D pueden ser algo torturante, especialmente a quienes llevan ya de por vida sus propios anteojos de miope, o porque alguno entró en el cine recién salido de una fiesta y con resaca, el caso es que al tercer o cuarto cuento empezaron las deserciones.
Calarse las gafitas de plástico a las 09.00 de la mañana y seguir con ellas para el pase de la tercera película, está bien para las fotos, pero excede a la paciencia de algunos. EFE
gc/jpm/fr 
(foto)

sábado, 12 de febrero de 2011

Antídoto turco a Sarrazin


La inmigración turca alegró la opaca jornada de la Berlinale 

 
Gemma Casadevall

Berlín, 12 feb (EFE).- La inmigración turca alegró hoy con "Alemanya. Willkommen in Deutschland" una jornada algo opaca de la Berlinale en la que el país anfitrión presentó "Schlafkrankheit", un retrato del desarraigo del cooperante en África, y EEUU concursó con "Yelling to the Sky", con Zoe Kravitz jugando a "Precious".
La historia de Hüseyin, un turco que entra en Alemania detrás del portugués Armando Rodrigues -el famoso inmigrante un millón al que se regala una moto-, convertida por sus nietas Yasemin y Nersin Samdereli -directora y guionista, respectivamente- en una comedia bienintencionada, desengrasó el sábado y hizo soltar risas y alguna lágrima al personal.
La película, exhibida en la sección oficial aunque fuera de concurso, desembarcó en la Berlinale como antídoto a las tesis islamófobas de Thilo Sarrazin, el ex directivo del Bundesbank que dejó su puesto tras el revuelo causado por su best-seller en el que anuncia la "descomposición de Alemania" a causa de su islamización.
Guste o no, el libro de Sarrazin es récord de ventas de la última década en el género no-ficción. El film de las hermanas Samdereli venía apadrinado por el director del festival, Dieter Kosslick, para quien "Alemanya" sirve para mostrar "lo que los alemanes nos perdemos, por eso de no ser medio turcos".
Es decir, alegría y saber saborear, no sólo ricas especialidades turcas, sino también ese bien llamado familia profusa en hijos, justo eso de lo que están tan necesitados los países de mínimos índices de natalidad, con lo que ello implica en su tejido social.



Es una comedia familiar y multigeneracional, que a veces roza la astracanada y que, a medida que avanza, pierde la frescura inicial, pero que permite echar unas risas y también entender los miedos de una familia de Anatolia en un país donde, les dicen, se cuelgan en las paredes hombres crucificados y sólo se comen patatas.
"Es una película plagada de anécdotas reales, como el pavor al crucifijo o la extrañeza de los niños, llegados de Anatolia, ante esos alemanes que sacan a pasan al perro atadito a una cadena", explicó Yasemin, la directora.
La frase "queríamos trabajadores y vinieron personas", del escritor suizo Max Frisch, preside la película, en la que se pasa de puntillas sobre los aspectos más ásperos de la integración.
Se trata de un filme de esos "para reírnos juntos" -alemanes y semialemanes- de los tópicos, afirmó la directora, y que, además del viaje de ida de Hüseyin a Alemania, recorre el de regreso a la Anatolia de que ahora sus hijos germanizados casi se avergüenzan.
Más profunda, y de digestión difícil, es la reflexión que ofrece "Schlafkrankheit" -literalmente, "La enfermedad del sueño"-, de la situación del cooperante en África, desarraigado e integrado a la vez, que hace equilibrios entre el no comportarse como un neocolonialista más y no dejar que se le tome el pelo.
Dirigida por Ulrich Koehler, el filme contrapone dos personajes: el médico europeo que tras veinte años en Camerún se encuentra que su mujer se vuelve a Europa porque lo impone su hija; y un inexperto colega francés de origen congoleño al que la Organización Mundial de la Salud envía a inspeccionar su proyecto.
"Es un filme sobre europeos en África que dice mucho de Europa", afirmó el director, quien ha pasado media vida en el Zaire y, por tanto, sabe de qué habla cuando retrata al médico "africanizado", que no puede dejar de ser blanco y que no sabe volver.
El filme, primera aportación a concurso de la cinematografía anfitriona, fue acogido con cierta frialdad en el pase para la prensa, pero al menos se evitó la desbandada que provocó, también en la proyección previa para los medios, "Yelling to te Sky".
Dirige esta producción estadounidense la debutante Victoria Mahoney, que coloca en su película a Zoe Kravitz -hija de Lenny- junto a Gabourey Sidibe -la descomunal protagonista de "Precious"- al servicio de un argumento que incide en la marginalidad y la droga en las escuelas, sobre el fondo de una familia desestructurada.
Kravitz se mete en la piel de esa nueva "Precious", mientras Sidibe ejerce de mala, sin más, en una historia de desolación y falta de perspectivas que no acaba de encontrar el hilo conductor. EFE
gc/is