Gente como nosotros
Una Deneuve dando tumbos cerró el desfile de la Berlinale
Gemma Casadevall
Berlín, 14 feb (EFE).- El filme "Elle s'en va", con Catherine Deneuve dando tumbos a por cigarrillos, más lo último del coreano Hong Sangsoo, cerraron hoy la Berlinale y dispararon la caza del Oso, con la chilena "Gloria" y otras mujeres poderosas a la cabeza.
Deneuve, otra mujer al volante y sobre los 60, sólo que sin la fuerza positivista que desprende la protagonista de Sebastián Lelio, cerró el desfile de las 19 aspirantes de la competición del festival, consagrado como nunca a retratar mujeres sin complejos.
"Ella s'en va" es un filme escrito por su directora, Emmanuelle Bercot, expresamente para su diva y ésta responde con un recital de su característico rictus de hastío, pero también lágrimas que la humanizan y risas que la rejuvenecen.
Es el retrato de una mujer que fue y sigue siendo hermosa, a la que el azar hace ejercer de buena abuela -pese a que se saltó la etapa de ser una buena madre- y que, como Paulina García -la "Gloria" de Lelio-, disfrutará del sexo.
El filme de Bercot da algunos tumbos, como la Deneuve, pero fue un honroso colofón para una Berlinale dominada por la mujer, desde el jurado -cuatro de sus siete miembros los son- a las actrices, directoras y temáticas abordadas.
Deneuve compartió la última jornada a concurso con "Nugu-ui ttal-do anin Haewon" -"Nobody's Daughter Haewon"-, otra incursión del celebrado cineasta coreano Hong Sangsoo en las redes del amor, en ese estilo aparentemente simple de Éric Rohmer.
Se centra en una hermosa chica soñadora, que se siente abandonada por todos -incluida su madre, que se va a Canadá-, que es amable con todos y que se deja cortejar fácilmente, lo que la hace ir sumando pretendientes.
Si Deneuve representa a una exMiss Bretaña desengañada que deja plantados a su anciana madre, restaurante y deudas, la linda Haewon podría ser la futura Miss Corea, opina su mamá en la despedida.
Ambos filmes cerraron el ciclo con más exponentes de retratos femeninos en un festival saturado de ellos, lo que podría afectar el ánimo del jurado, presidido por el realizador chino Wong Kar Wai.
De seguir las puntuaciones de la revista diaria del festival, "Screen", el Oso sería para Lelio, que además de juntar las preferencias de la crítica internacional y el público provocó un alud de pretendientes en el European Film Market.
El mismo "Screen" revelaba en su último número que la película chilena ha encontrado en ese mercado -que discurre paralelo al festival- distribuidor en EEUU, Reino Unido, Holanda, Francia, Alemania, Suiza, España, Grecia, Chipre, Brasil y Colombia.
El juicio soberano del equipo de Wong puede ignorar estas preferencias, ya que de un jurado se esperan criterios no siempre coincidentes con la mayoría o incluso afán de controversia.
Ha habido muchos personajes femeninos y a cargo de espléndidas actrices -de Juliette Binoche, al frente de "Camille Claudel", a la joven Pauline Étienne, de "La Religieuse", o la rumana Luminitja Gheorghis, otra fumadora empedernida, como Deneuve y García.
También hubo grandes revelaciones, como el debutante kazajo Emir Baigazin, que presentó el filme más bello e inquietante de la Berlinale, "Uroki Garmonii" ("Harmoni Lessons").
El iraní Jafar Panahi concursó con "Pardé", una película que burló la prohibición de hacer cine impuesta por Teherán y que para muchos no es cine, sino teatro filmado, pero con una carga política muy acorde con la línea de la Berlinale.
Se vio mucho cine del este de Europa, dramas gitanos -Danis Tanovic- y una sola representante del cine anfitrión -"Gold"- así como cine muy "made in USA" -Gus Van Sant y Steven Soderbergh-.
Y no compitieron cinematografías "clásicas" europeas -a excepción de Francia-, sean mediterráneas, escandinavas o británicas.
El director del festival, Dieter Kosslick, advirtió al abrir la Berlinale que los efectos de las crisis globales llegan a las pantallas de tres a cinco años después de azotar otros ámbitos.
La sequía de esas cinematografías puede entenderse como que el tsunami tocó tierra, al menos en lo que a la Berlinale se refiere.
Para alegrar los corazones y los flashes, la última jornada incorporó, a exhibición, de "The Croods", el filme de animación en 3D, cuyo estreno mundial trajo la "voz" de Nicolas Cage. EFE
gc/jcb/me
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miércoles, 13 de febrero de 2013
Tanovic y el mundo gitano
La Berlinale se cobija en la amistad
Gemma Casadevall
Berlín, 13 feb (EFE).- La Berlinale se refugió hoy en la amistad, como puerta de emergencia cuando el mundo no funciona como debería, desde la perspectiva de una comedia estadounidense a medio gas, "Prince Avalanche", y desde el duro cine gitano de Danis Tanovic.
Dos hombres de edad y aspiraciones antagónicas -el joven Emile Hirsch y el algo más maduro Paul Rudd-, metidos a trazar la línea discontinua de una carretera en medio de un bosque incendiado: este es el punto de partida del filme de David Gordon Green.
Un gitano de Bosnia Herzegovina, a cuya esposa embarazada ningún hospital quiere extraerle el feto muerto, si no pone sobre la mesa el dinero de la operación, ya que no pagan seguro médico: esta es la cruda realidad de "Epizoda u Zivotu Beraca Zeljeza" ("An Episode in the life of an Iron Picker"), de Tanovic.
Dos filmes en las antípodas uno del otro, pero con el nexo de la amistad entre hombres condenados a entenderse, sea porque comparten una tienda de campaña y un trabajo en el bosque, sea porque su único cobijo es la solidaridad, en medio de su desolada situación.
"Entre la destrucción de un bosque quemado renace la vida. Y entre dos personalidades que se detestan también crece la empatía, si uno es capaz de buscarla", apuntó Gordon Green respecto a su filme, una revisión de "Either way", de Hafstein Gunnar Sigurösson.
Menos lacónico que su precedente islandés y con un toque de comedia melancólica, Gordon Green retrata las margaritas que crecen entre troncos quemados o la complicidad que surge entre un joven, ansioso de sexo indiscriminado, y su colega, necesitado de silencio.
El trío formado por el director y sus dos actores compareció ante la Berlinale con caras de buenos chicos y pose de grandes amigos, a modo de extensión de la comedia de buenos sentimientos que defendían, una de las 19 aspirantes a los Osos del festival.
Nada es irreparable, ni siquiera el hecho de haber dejado embarazada a una mujer de 47 años -el joven Hirsch, de 27 años-, en una de las excursiones a la ciudad, o que al adulto Rudd ambicioso de silencios le plante por carta su novia -la hermana de su compañero, para mayor molestia-.
Nada es irreparable, tampoco, en el mundo sin concesiones de la familia de gitanos bosnia, por mucho que estén en situación extrema y sin recursos, ni siquiera para la mujer a la que se niega atención médica, esté o no a las puertas de la muerte.
No son gitanos errantes, sino asentados como el resto de sus vecinos, que se ganan el sustento desguazando autos o escarbando en vertederos en busca de chatarra.
Pese a todo, su situación es de absoluta precariedad, tanto como el motor del viejo Opel Kadett que se quedó helado entre la nieve y que no arranca en medio de la emergencia.
"No es solo un retrato del desamparo y la exclusión, sino también de la solidaridad, la pertenencia a un colectivo que solo se tiene a sí mismo", explicó Tanovic.
El director acudió a la Berlinale apuntalado en el prestigio de "No man's land", el drama bélico de los Balcanes, que en 2001 le dio la Palma de Oro en Cannes y el Óscar a la mejor película en lengua no inglesa.
Así como Gordon Green defendió su filme con sus dos "amigos", Tanovic lo hizo acompañado de los intérpretes de su duro filme, Senada Alimanovic y Nazif Mujic, que se llaman igual que sus personajes porque no son actores, sino seres arrancados de la vida que cuentan su propia historia.
Completó la jornada, aunque fuera de competición, "Night train to Lisbon", basado en el best-seller de Pascal Mercier y con un Jeremy Irons interpretando al melancólico profesor de Berna que un día sube a un tren nocturno en dirección a Lisboa en busca del protagonista del libro que le dejó la muchacha a la que apartó del suicidio.
De la melancolía existencial del maestro a la portuguesa, de la mano del director Bille August y con secundarios como Christopher Lee, tan draculiano como siempre aunque no sea esa la idea, o Charlotte Rampling, convertida en una anciana. EFE
gc/jcb/agf
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El WCF busca talentos caribeños
La cantera de la Berlinale se reorienta hacia Cuba
Gemma Casadevall
Berlín, 13 feb (EFE).- El World Cinema Fund (WCF), los fondos de la Berlinale de apoyo a nuevos cineastas, se reorienta hacia el cine de Cuba en busca de proyección exterior, con el reto de conciliar el "caos con sistema" de la isla y el amor al orden alemán.
Vincenzo Bugno, responsable del programa WCF y miembro del equipo programador para América Latina, presentó hoy a Cuba, junto con Vietman, como nuevos horizontes privilegiados para esos fondos, creados en 2004 para apoyar cinematografías periféricas.
"En Cuba confluyen una sólida escuela de cinematografía con la fuerza creativa de la apertura. Algo está cambiando en la isla, hay que apoyar ese momento", explicó a EFE Bugno.
Carlos Machado Quintela, director de la cubana "La Piscina", así como su productor, Sebastián Barriuso, hablaron de este trabajo, un filme rodado en una piscina abandonada del barrio de Miramar que retrata un día de entreno de cuatro discapacitados y arranca bajo una tormenta hasta que surge el intenso azul del cielo caribeño.
"Era un proyecto hecho a medida para el WCF. Recibió los apoyos y ahora es exponente de la reorientación hacia Cuba", indicó Bugno.
"La Piscina" lleva el sello del Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC), pero está rodado "como cine independiente", explicó Machado Quintela.
La historia gira en torno a cuatro discapacitados -una muchacha con una pierna amputada, un muchacho con síndrome de Down, otro con parálisis y un cuarto que simplemente no habla-, más el entrenador.
El eje es ella, Diana, que no parece sufrir la ausencia de la pierna, coquetea con todos y a todos hace ir de cabeza.
Se trata de un filme rodado con muchos planos fijos, que se recrea tanto en el agua de la piscina como el cielo de La Habana, así como en el chiringuito vecino donde va a merendar el grupo.
El tema, para Machado Quintela, es la certeza de que "a todos nos falta algo", incluido a ese entrenador no discapacitado que aparentemente es el "entero" del grupo.
El WCF actuó de palanca para un proyecto que nació en 2007, cuando el guión ganó un concurso de la Muestra Joven de la Habana.
Recibieron la ayuda inicial del ICAIC -20.000 euros, 26.721 dólares- y luego el proyecto quedó estancado hasta que tomó impulso en 2012, con el aporte del WCF.
De esa misma factoría han surgido filmes como "La teta asustada", de la peruana Claudia Llosa, Oso de Oro en 2009, así como "El otro", del argentino Ariel Rotter; "El custodio", de su compatriota Rodrigo Moreno; y "El abrazo partido", de Daniel Burman.
Su ámbito va de los guiones a la posproducción, con montos que oscilan de los 15.000 (20.000 dólares) hasta los 100.000 euros (133.000 dólares) y siempre para proyectos de bajo presupuesto (entre 200.000 y hasta un millón de euros; entre 267.000 y hasta 1.336.000 de dólares).
El foco de atención, en los primeros cuatro años del programa -del 2004 al 2012-, en lo que América Latina se refiere, se situó en Argentina, Brasil y México, luego pasó a Colombia, Uruguay y Perú y ahora alcanza Cuba y Venezuela.
"La Piscina" se estrenó en Panorama y es uno de los seis debutantes de América Latina que aspira al premio a la mejor ópera prima, como "Workers", del mexicano José Luis Valle, también apoyado por el WCF.
El estreno en Berlín estuvo acompañado por el espíritu de "caos con sistema" y sentido de improvisación, en palabras de Barriuso, con que los cubanos resuelven los problemas que van surgiendo. EFE
gc/ram
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martes, 12 de febrero de 2013
El día de Soderbergh, Panahi y Binoche
La Berlinale juntó a tres platos fuertes
Gemma Casadevall
Berlín, 12 FEB (efe).- La Berlinale juntó hoy tres platos fuertes de sabor desigual: el iraní Jafar Panahi burlando la tenaza de Teherán, Juliette Binoche como la cautiva Camille Claudel y Steven Soderbergh con un "thriller" que indaga en la farmacología criminal.
"Parde" -"Closed Curtain"-, el filme rodado por Panahi, pese a su inhabilitación profesional por el régimen iraní, aportó el alegato político.
"Camille Claudel 1915" brindó un sensacional recital de Binoche en estado puro, a las órdenes de Bruno Dumont.
Y Soderbergh puso en "Side Effects" aquello que el espectador común espera cuando entra en un cine a ver un "thriller": una trama novedosa, un conjunto de buenos y atractivos actores, como Jude Law, Rooney Mara y Catherine Zeta-Jones, y un desenlace inesperado.
La combinación de tres formas distintas de hacer cine, arropadas con grandes nombres, convierte en compleja la tarea de elegir lo mejor de la jornada, aunque el rostro de Binoche, como Camille Claudel entre locas desdentadas, acabe decantando las preferencias.
"Camille Claudel 1915" vuelve sobre la figura interpretada en 1988 por Isabelle Adjani, ahora en un formato casi insufrible para el espectador, al que no se da ni una secuencia de alivio, por mucho que se asista a una genial interpretación de Binoche.
Una artista sepultada en vida entre oligofrénicos o autistas, con la sola visita de su hermano Paul, interpretado por Jean-Luc Vincent, es el eje del filme, en el que Dumont captura el caudal inagotable de recursos de Binoche, en arriesgados primerísimos planos.
Paul, el poeta católico que sólo tiene ojos para sus textos o para Dios, pero no para auxiliar a su hermana, es una anécdota que no reporta, ni a Camille ni al espectador, la mínima distensión en el negro panorama del convento en que está recluida.
Se regresó al cine más asequible con Soderbergh, en un "thriller" que mezcla farmacología y especulación bursátil, con una depresiva que asesina a su esposo -Rooney Mara-, lo que complica a su psiquiatra -Jude Law-, quien cándidamente recurre a su antecesora en la terapia -Catherine Zeta-Jones- para salir del lío.
"La industria farmacológica es un muy buen material para los criminólogos", dijo el realizador, acompañado por dos de sus atractivos actores, Law y Mara, ambos tan perfectos en el filme como en la labor de captar "flashes" en el festival.
Soderbergh confirmó lo que ya se sabía, que piensa tomarse "una larga pausa" tras este "thriller" en el que se decidió por un tema con "tirón": la complicidad entre dos entes sin escrúpulos, la farmacología y la Bolsa.
Fue su cuarto filme a concurso en la Berlinale, tras "Traffic", en 2001, "The goog German", en 2007, y "Haywire", en 2012.
Completó la jornada el experimental "Parde" de Panahi, Oso de Plata en 2006 con "Offside" y en 2011 miembro del jurado "en ausencia" de la Berlinale por estar bajo arresto domiciliario.
Panahi está inhabilitado para rodar filmes, y "Pardé", la película que ofreció, semeja teatro filmado, centrado en un creador, Partovi, refugiado en una hermosa casa junto al mar, cuyos ventanales tapa con gruesas cortinas.
No está solo sino que le acompaña su perro, que no debe salir al exterior ya que el régimen sacrifica a estos animales, considerados indignos. En la casa se refugia una noche una mujer, perseguida por haberse divertido y bebido en una fiesta, la siguiente prohibición.
"Pardé" es un conjunto de ensoñaciones de Panahi, que se mueve por su casa entre carteles de sus películas u otros recuerdos, como el del Festival de Cine de Valladolid de 1997.
Le amenaza no solo el régimen, sino también la locura o la tentación del suicidio al que le invita la mujer, sea descorriendo las cortinas y poniéndole en peligro, sea adentrándose en el mar.
Su inclusión en la competición fue un tributo a Panahi de un festival que en la última década ha ejercido de gran pantalla para el mejor cine iraní, con filmes como "Nader and Simin. A Separation", de Asghar Farhadi, Oso de Oro dos años atrás. EFE
gc/ram
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Gemma Casadevall
Berlín, 12 FEB (efe).- La Berlinale juntó hoy tres platos fuertes de sabor desigual: el iraní Jafar Panahi burlando la tenaza de Teherán, Juliette Binoche como la cautiva Camille Claudel y Steven Soderbergh con un "thriller" que indaga en la farmacología criminal.
"Parde" -"Closed Curtain"-, el filme rodado por Panahi, pese a su inhabilitación profesional por el régimen iraní, aportó el alegato político.
"Camille Claudel 1915" brindó un sensacional recital de Binoche en estado puro, a las órdenes de Bruno Dumont.
Y Soderbergh puso en "Side Effects" aquello que el espectador común espera cuando entra en un cine a ver un "thriller": una trama novedosa, un conjunto de buenos y atractivos actores, como Jude Law, Rooney Mara y Catherine Zeta-Jones, y un desenlace inesperado.
La combinación de tres formas distintas de hacer cine, arropadas con grandes nombres, convierte en compleja la tarea de elegir lo mejor de la jornada, aunque el rostro de Binoche, como Camille Claudel entre locas desdentadas, acabe decantando las preferencias.
"Camille Claudel 1915" vuelve sobre la figura interpretada en 1988 por Isabelle Adjani, ahora en un formato casi insufrible para el espectador, al que no se da ni una secuencia de alivio, por mucho que se asista a una genial interpretación de Binoche.
Una artista sepultada en vida entre oligofrénicos o autistas, con la sola visita de su hermano Paul, interpretado por Jean-Luc Vincent, es el eje del filme, en el que Dumont captura el caudal inagotable de recursos de Binoche, en arriesgados primerísimos planos.
Paul, el poeta católico que sólo tiene ojos para sus textos o para Dios, pero no para auxiliar a su hermana, es una anécdota que no reporta, ni a Camille ni al espectador, la mínima distensión en el negro panorama del convento en que está recluida.
Se regresó al cine más asequible con Soderbergh, en un "thriller" que mezcla farmacología y especulación bursátil, con una depresiva que asesina a su esposo -Rooney Mara-, lo que complica a su psiquiatra -Jude Law-, quien cándidamente recurre a su antecesora en la terapia -Catherine Zeta-Jones- para salir del lío.
"La industria farmacológica es un muy buen material para los criminólogos", dijo el realizador, acompañado por dos de sus atractivos actores, Law y Mara, ambos tan perfectos en el filme como en la labor de captar "flashes" en el festival.
Soderbergh confirmó lo que ya se sabía, que piensa tomarse "una larga pausa" tras este "thriller" en el que se decidió por un tema con "tirón": la complicidad entre dos entes sin escrúpulos, la farmacología y la Bolsa.
Fue su cuarto filme a concurso en la Berlinale, tras "Traffic", en 2001, "The goog German", en 2007, y "Haywire", en 2012.
Completó la jornada el experimental "Parde" de Panahi, Oso de Plata en 2006 con "Offside" y en 2011 miembro del jurado "en ausencia" de la Berlinale por estar bajo arresto domiciliario.
Panahi está inhabilitado para rodar filmes, y "Pardé", la película que ofreció, semeja teatro filmado, centrado en un creador, Partovi, refugiado en una hermosa casa junto al mar, cuyos ventanales tapa con gruesas cortinas.
No está solo sino que le acompaña su perro, que no debe salir al exterior ya que el régimen sacrifica a estos animales, considerados indignos. En la casa se refugia una noche una mujer, perseguida por haberse divertido y bebido en una fiesta, la siguiente prohibición.
"Pardé" es un conjunto de ensoñaciones de Panahi, que se mueve por su casa entre carteles de sus películas u otros recuerdos, como el del Festival de Cine de Valladolid de 1997.
Le amenaza no solo el régimen, sino también la locura o la tentación del suicidio al que le invita la mujer, sea descorriendo las cortinas y poniéndole en peligro, sea adentrándose en el mar.
Su inclusión en la competición fue un tributo a Panahi de un festival que en la última década ha ejercido de gran pantalla para el mejor cine iraní, con filmes como "Nader and Simin. A Separation", de Asghar Farhadi, Oso de Oro dos años atrás. EFE
gc/ram
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Panahi, de nuevo ausente
La Berlinale reeditó su compromiso con los cineastas iraníes
Gemma Casadevall
Berlín, 12 feb (EFE).- La Berlinale brindó hoy su gran pantalla a los cineastas silenciados por Teherán a través de Jafar Panahi, uno de las 19 aspirantes al Oso de un festival que "reincide" año a año en las muestras de solidaridad hacia los cineastas iraníes.
"Pardé" (Closed Curtain), un filme dirigido por Panahi pese a los 20 años de inhabilitación a que está condenado en Teherán, llegó a la Berlinale entre gestiones in extremis del gobierno de Angela Merkel por lograr que el propio director acudiera a presentarlo.
Los intentos mediadores no tuvieron los efectos deseados, y el filme fue presentado en ausencia de su autor, mientras grupos de manifestantes protestaban ante el Berlinale Palast.
"Ich sollte hier sein!" (Yo debería estar aquí) era la frase estampada sobre fotos en tamaño natural de Panahi portadas por los manifestantes, alusiva a la prohibición de salir del país.
"Jafar Panahi es una persona que arriesga su vida para mostrar al mundo que Irán es tierra de grandes cineastas libres", afirmó la cineasta iraní Shirin Neshat, miembro del jurado del festival.
Panahi, Oso de Plata en 2006 con "Offside" y en 2011 miembro del jurado "en ausencia" de la Berlinale -estaba bajo arresto domiciliario-, no pudo acudir a defender su filme, y la tarea quedó para su codirector, Kamboziya Partovi, y la actriz Maryam Moghadam.
"Es una película rodada para romper el bloqueo y con la que pretendíamos plasmar lo que implica prohibir trabajar a un director", indicó Partovi, quien en "Pardé" se alterna con el propio Panahi en el papel del creador "silenciado".
La película arranca con un hombre, Partovi, que se refugia en una hermosa casa junto al mar, tras cubrir los grandes ventanales con gruesas cortinas para no ser visto desde el exterior.
No está solo, sino que le acompaña su perro, a los que el régimen sacrifica por considerarlos indignos.
Una noche llega a la casa una mujer, también huyendo de unos perseguidores que la acusan de haberse divertido y bebido en una fiesta.
Es la siguiente prohibición a que se alude, a lo que seguirán una serie de ensoñaciones del personaje de Partovi, a medio camino entre la realidad y la ficción, hasta que aparece en escena Panahi.
El director, y propietario de la casa, se moverá entre esos personajes a los que no ve, rodeado de carteles de sus películas y otros recuerdos, como el del Festival de Cine de Valladolid de 1997.
Le amenaza no solo el régimen, sino también la locura o la tentación del suicidio al que le invita la mujer, sea descorriendo las cortinas y poniéndole en peligro, sea adentrándose en el mar.
El director de la Berlinale, Dieter Kosslick, la incorporó al programa oficial de acuerdo a la dinámica emprendida a favor del cine iraní en el festival desde el inicio de su gestión, en 2001.
Kosslick llama "amigo" a Panahi desde que estuvo en Berlín en 2006 y recibió el Oso por su película sobre las muchachas que se disfrazan para poder entrar en un estadio de fútbol, cosa por supuesto también prohibida en Irán.
En 2011, el Oso de Oro fue para "Nader and Simin. A Separation", de Asghar Farhadi, mientras que en anteriores ediciones fueron a concurso filmes de Raffi Pitts, entre otros.
Además, paralelamente al festival se han celebrado, año tras año, a lo largo de esta "era Kosslick", debates sobre la situación del cine en Irán.
Entre las curiosidades que también se vieron en la gran pantalla de la Berlinale estuvo, en 2009, el filme fuera de concurso "Cartas a un presidente", del director checo Petr Lom, en torno al presidente iraní, Mahmud Ahmadineyad.
El documental seguía al presidente a lo largo de una gira por tres provincias en 2007 y estaba salpicado de la lectura de cartas al mandatario por sus conciudadanos con los más variados mensajes. EFE
gc/ram
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lunes, 11 de febrero de 2013
Cielo cubano sobre Berlín
La Berlinale se abre a Cuba con La Piscina
Gemma Casadevall
Berlín, 11 feb (EFE).- La Berlinale se abrió hoy a Cuba con "La Piscina", una película que recoge un día de entreno de cuatro discapacitados bajo el cielo de La Habana, exponente de un cine de nuevo cuño de la isla, hasta ahora poco explorada por el festival.
"Cuba está cambiando. De pronto vinimos con un proyecto que hace unos pocos años habría sido impensable estrenar acá", explicó a EFE Carlos Machado Quintela, director del filme, incluido en Panorama Special, segunda sección del festival.
La película lleva el sello del Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC) y está por tanto auspiciado por el oficialismo, pero tiene factura de cine "independiente" -"dentro de lo que eso puede significar en Cuba", indica el cineasta.
La historia gira en torno a cuatro discapacitados -una muchacha con una pierna amputada, un muchacho con síndrome de Down, otro con parálisis y un cuarto que simplemente no habla- más su entrenador.El eje es ella, Diana -"una mujer fatal chiquitita", en definición del director- que no parece sufrir la ausencia de la pierna, coquetea con todos y a todos hace ir de cabeza.
"El eje es lo que nos falta, porque nadie es un ser pleno. Al profesor, sin ningún problema físico, también vemos que le falta algo, también es un ser incompleto", explica Macho Quintela.
Rodado con muchos planos fijos, "La piscina" se recrea en el cielo de La Habana tanto con densos nubarrones, como si el fin del mundo fuera inminente, como mediante un azul intenso, como "si nunca hubiera conocido la existencia de una nube".
El escenario es una vieja instalación deportiva del barrio de Miramar, en otros tiempos un club de yates de lujo, ahora abandonada, que el equipo de Machado reactivó y que ahora, terminado el rodaje, volvió a quedar en desuso.
"Estamos hablando de un proyecto que nació en 2007, aún en tiempos de Fidel (Castro), cuando ganamos un concurso de guiones de bajo presupuesto de la Muestra Joven de la Habana", explica Sebastián Barriuso, productor y compañero de estudios del director.
Ahí recibieron una ayuda de 20.000 euros (26.721 dólares) del ICAIC, luego el proyecto se estancó hasta que tomó impulso en 2012, con el apoyo del World Cinema Fund (WCF), los fondos creados por la Berlinale en 2004 para apoyar jóvenes talentos de cinematografías periféricas.
De esa factoría salieron filmes como "La teta asustada", de la peruana Claudia Llosa, Oso de Oro en 2009, así como "El otro", del argentino Ariel Rotter; "El custodio", de su compatriota Rodrigo Moreno; y "El abrazo partido", de Daniel Burman, todos ellos premiados en ediciones anteriores del festival.
El foco de atención se desplazó ahora a Cuba y otras cinematografías poco exploradas por este festival, después de que en años pasados se centrara en Argentina, México, Colombia y Perú.
Machado Quintela es uno de los seis debutantes procedentes de América Latina que aspira al premio a la mejor ópera prima del festival, entre ellos "Workers", del mexicano José Luis Valle, asimismo apoyado por el WCF.
El director se quedó sin poder acudir al primer pase de su película en el cine Internacional, en el antiguo sector este de Berlín, "porque me perdí y no lo encontré", confiesa.
Llegó a Berlín sumando recursos, como el resto del equipo, entre apoyos públicos y privados -"tengo un hermano viviendo aquí".
Raúl Capote, actor que interpreta al entrenador, casi se quedó a medio camino "porque en Sevilla se me acabó el dinero", cuenta, desde el expositor del cine finlandés del European Film Market.
Ahí, acompañados de unas "amigas finlandesas", tiene el equipo de "La Piscina", el apoyo oficioso pero individualizado del festival.
Además de "La Piscina", Cuba tiene en el programa de la Berlinale otros tres títulos -"Por primera vez", de Octavio Cortázar; "Arturo", de Pilar Álvarez; y "Lessons in proces", coproducción con Canadá, todas ellas en la experimental Forum Expanded. EFE
gc/ram
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