lunes, 15 de febrero de 2016

Microcosos balcánico

lunes, 15 de febrero de 2016


Desde la azotea del Hotel Europa



El Sarajevo de Tanovic traslada a la Berlinale el hervidero balcánico


Gemma Casadevall

Berlín, 15 feb (EFE).- El director bosnio Danis Tanovic trasladó hoy la Berlinale al hervidero de los Balcanes con "Smrt u Sarajevu. Mort à Sarajevo", un filme que parte del atentado de 1914 para retratar los abismos persistentes en esta parte de Europa que aspira a ingresar en la UE. 
El microcosmos del "Hotel Europa", un establecimiento que vivió su esplendor en las Olimpiadas de 1984, es el lugar elegido por Tanovic para un filme que impactó en el festival y eclipsó a su gran rival del día, "Alone in Berlin", interpretado por Emma Thompson. 
"El proyecto nació a propósito del centenario del atentado de Sarajevo. La idea inicial era adaptar una pieza teatral. Pronto vimos que necesitábamos más espacio", explicó Tanovic, quien reservó ese reducto teatral inicial -una habitación- a un gran actor, Jacques Weber, ensayando un discurso para el centenario. 
El hotel es el protagonista y ahí discurre uno de esos guiones en los que nada es superfluo y donde cada escena encierra un mundo. 

El Sarajevo de Tanovic traslada la Berlinale al hervidero balcánico

La azotea es un plató donde un equipo de televisión hace circular un invitado tras otro, de historiadores a políticos, para evocar el asesinato de Francisco Fernando de Austria, el 28 de junio de 1914, hasta que a la entrevistadora le cae como interlocutor un serbio llamado Gavrilo Princip, el mismo nombre del autor del atentado. 
Mientras, entre la cocina y el sótano se masca una huelga, aprovechando que ese día habrá invitados ilustres, con personajes que dicen todo sólo con moverse, desde la perfecta y esbelta recepcionista y su madre, empleada de la lavandería, a los matones que tienen arrendada la discoteca y puticlub. 
Desde el primer plano al último es una joya, fílmica y de contenido, y con ella Tanovic regresó a la competición de un festival en el que en 2013 ganó el Premio Especial del Jurado y un Oso de Plata para el actor Nazif Mujic con "An Episode in the Life of an Iron Picker" ("La mujer del chatarrero"). 
La acompañaba, además del magnífico actor Weber, el filósofo y escritor francés Bernard Henry-Levy (la película está basada en su obra, "Hotel Europe"), quien entendió en la rueda de prensa que el protagonista no era él, sino Tanovic y se limitó a recordar que este mismo lunes Bosnia pedía el ingreso en la Unión Europea (UE). 
La película fue aclamada en el pase de prensa, en una jornada en que se esperaba también a competición "Alone in Berlín", dirigida por el suizo Vincent Perez y con Emma Thompson de regreso a ese festival, tras años de ausencia en la Berlinale. 
Basada en una novela del escritor suizo Hans Fallada "Jeder stirbt für sich allein", Thompson y su "esposo", Brendan Gleeson, se ponen en la piel del matrimonio nazi que pasa a idear su propia resistencia al caer en combate su único hijo. 
"Es un matrimonio que de pronto despierta del silencio de años y se reencuentra en medio del dolor", resumió Thompson. Su respuesta es depositar las postales anónimas que escribe meticulosamente el marido en distintos puntos de la capital del Tercer Reich, alertando de la monstruosidad del nazismo. 
Hasta 285 llegarán a escribir antes de caer detenidos, rehabilitados como un matrimonio que superó el silencio de años y preparados para "morir en paz", explicó Thompson. 
Al reto de adaptar al cine una novela como la de Fallada se une que el filme nace con el pecado original de haber rodado en inglés una historia muy alemana, en el Berlín de Adolf Hitler. 
Ni siquiera la magnífica Thompson y su igualmente espléndido marido consiguen que se les haga perdonar algo que Perez -hijo de alemana y español, según recordó varias veces- trató de justificar ante los medios con el internacionalismo del mundo actual, el suyo propio, el del cine o el de su equipo. 
"De habernos decidido a rodarla en alemán ahora solo estaría aquí Daniel Brühl", dijo respecto a este actor, de nacionalidad germano-española, a quien en la Berlinale se le reprochó que no acababa de encajar como policía nazi expresándose en inglés. 
No es eso lo único que no funciona. La interpretación, fuera del dúo protagonista, no es creíble, como tampoco lo es la puesta en escena en un Berlín en que a cada escena aparecen subiendo o bajando escaleras dos o tres oficiales o soldados nazis, como si se tuviera que recordar a cada rato de qué se trata ahí. 
La tercera película a competición de la jornada, "Chang Jiang Tu", del director chino Yang Chao, actuó de bálsamo, uno de esos exponentes de película de prodigiosa fotografía que sigue el discurrir de una barcaza por el Yangtsé permanentemente en brumas. 
Mucha poética visual y diálogos escuetos, en uno de esos filmes asiáticos donde el espectador acaba dejándose mecer y olvidándose del argumento. EFE 
gc/nl/agf 
(foto) (vídeo)


domingo, 14 de febrero de 2016


Savoir faire a la francesa y dramón alemán


Techiné iluminó la Berlinale con su convulsa adolescencia

Gemma Casadevall



Berlín, 14 feb (EFE).- El director francés André Téchiné iluminó hoy la competición de la Berlinale con "Quand on a 17 ans", un retrato de la convulsa adolescencia, a modo de contrapunto en un domingo dominado por la nostalgia portuguesa y un drama alemán sin concesiones. 

Un muchacho magrebí, en una granja perdida en la montaña bajo toneladas de nieve, y su compañero de escuela, hijo único en un hogar perfecto, es el dúo elegido por Téchiné para desarrollar su filme sobre el "descubrimiento" mutuo entre dos seres desiguales, que hasta que no se zurran de verdad no empiezan a entenderse. 
"Un flechazo a lo Romeo y Juliea es algo instantáneo. El reconocimiento de la homosexualidad es un proceso", indicó el director, sobre la evolución de sus dos adolescentes, interpretados por Kacey Mottet Klein y Corentin Fila. 
El hilo conductor es Sandrine Kiberlain, una madre perfecta de un hogar perfecto, empeñada en obligarlos a ser amigos. El nudo argumental será el proceso de acoso o seducción, según se mire, del muchacho que sale primero del armario respecto al otro. 
"Fue difícil vencer el miedo a rodar esa escena, teníamos que romper muchos tabús. Nos ayudó una larga conversación a dos una tarde, y que André nos dejara luego total libertad", explicó Mottet Klein, respecto a la escena de sexo con su compañero de rodaje. 
Todo ello se envuelve en un juego de paradojas, entre el teórico desarraigado, el magrebí adoptado por una familia lugareña que afirma ser feliz en su entorno remoto y nevado, y el niño mimado, dos adolescentes sobre los que Téchiné traza un filme que escapa al esquema preconcebido. 
El director francés, presente en competición en la Berlinale en 2005 con "Les temps qui changent" y de nuevo en 2007 con "Les témoins", jugó la baza de la veteranía con un filme rodado en los Pirineos franceses y en una jornada compartida con dos jóvenes talentos, portugués y alemán. 
"24 Wochen" -"24 semanas"- es el título de la película dirigida por la cineasta Anne Zora Berrached, en referencia al punto en el que una embarazada en Alemania puede o no decidirse a abortar en una situación extrema, como la suya: una mujer cuyo bebé vendrá al mundo, de hacerlo, con un corazón enfermo y síndrome de Down. 
La mujer es Julia Jentsch, heroína de la Berlinale desde que en 2005 presentó "Sophie Scholl", personaje real de la resistencia contra Adolf Hitler. 
Su personaje es una humorista deslenguada acostumbrada a triunfar sobre el escenario, cuyo tándem perfecto es su manager y compañero, que decide con ella llevar adelante el embarazo. 
Son una pareja moderna, con una hija sana y sin problemas económicos, determinada a capear la situación con la naturalidad algo forzada de quien se agarra a la valentía para no derrumbarse. 
"Es un dilema extremo, ante el que no hay una decisión única, porque esa decisión va a ir cambiando tal vez día a día, mientras en ti sientes crecer y moverse a tu bebé", apuntó la directora. 
La película discurre entre los distintos estamentos médicos por los que pasa -doctores, asesorías, comadronas, otras embarazadas, etc-, donde el entorno queda exageradamente engullido ante ese único dilema del sí o no a superar la semana 24. 
Anne Zora Berrached no concede ni un momento de dispersión, en un filme donde se demuestra que ni el entorno más favorable -familiar, social o sanitario- puede aliviar esa dolorosa situación. 
"24 Wochen" es la única representante del cine alemán a concurso -al margen de algunas coproducciones de participación germana- y fue acogido entre ovaciones al coraje, en lo fílmico y lo personal. 
Completó la jornada "Cartas da Guerra", de Ivo M. Ferreira, rodada en blanco y negro y sobre la guerra de Angola, en 1971. 
"Es una película de amor y supervivencia", explicó Ferreira acerca de la historia del joven médico António, quien escribe hermosas cartas a su esposa, embarazada en Portugal. 
Su correspondencia es una forma de sobrevivir en un país donde se mata y se muere por designio del poder colonial. 
Son hermosas cartas de amor -no en vano se basa en las que escribió Antonio Lobo Antunes-, que llegan al espectador a través de la voz de ella, su lectora y destinataria. 
En medio está el día a día de los soldados que escuchan en sus trincheras una transmisión del partido de fútbol del Benfica o que patrullan conscientes de que en cualquier tramo de carretera puede estallar la mina que enterró su enemigo. 
Se escuchan fugazmente otras voces radiofónicas, como las del Movimiento Popular para la Liberación de Angola (MPLA), que primero se tachan de propaganda heredada del Che Guevara y que poco a poco van despertando comprensión en el médico y poeta portugués. 
Es un diario de guerra más bien incruento, donde la voz femenina acentúa esa melancolía intrínseca a todo lo portugués. EFE 
gc/nl/psh/emm

sábado, 13 de febrero de 2016


De pronto, Fuocoammare


El día a día de Lampedusa sacude con un golpe de realidad a la Berlinale

Gemma Casadevall


Berlín, 13 feb (EFE).- El día a día de Lampedusa, la isla italiana cuyas costas han visto llegar a 400.000 refugiados, vivos o muertos, sacudió hoy con un golpe de realidad a la Berlinale, en una jornada que, en lo cinematográfico, estaba diseñada para el lucimiento de Isabelle Huppert. 
Dos mundos paralelos -el de los barcos de la Marina que a veces rescatan cadáveres y otras consiguen salvar vidas, más el de la población de esa isla de apenas 20 kilómetros cuadrados- constituyen el núcleo de "Fuocoammare", dirigida por el italiano Gianfranco Rosi. 
"No pretendo dar un acento político a mi película, nunca lo hago. Solo reflejo una tragedia que se desarrolla a diario ante nuestros ojos", afirmó Rosi, quien además de la dirección asumió las labores de cámara y sonido para un filme cuyo rodaje le ha llevado dos años. 
Se trata de la "mayor tragedia que vive la humanidad desde el Holocausto", añadió el cineasta, quien inicialmente se planteó hacer un breve documental, para darse cuenta a medida que avanzaba de que el tema era "demasiado complicado" para comprimirlo en ese formato. 
El resultado es un filme a medio camino entre el documental y la ficción -con los riesgos que eso entraña-, en el que las imágenes de los cuerpos que la Marina rescata del Mediterráneo conviven con los habitantes de la isla, como el niño Samuele, empeñado en cazar pájaros con su tirachinas. 
Rosi sumerge al espectador en una tragedia que se desarrolla a ritmo tedioso, como la vida en la isla, y con la perspectiva de que ese niño o el pescador submarinista en busca de erizos acabarán topándose con esa realidad paralela del refugiado, vivo o muerto. 
La cámara de Rosi salta de las ecografías a una embarazada -de gemelos- que sí llega con vida, a las imágenes de subsaharianos deshidratados agonizando sobre la borda del barco de la Marina. 
Son imágenes reales, africanos que mueren ante esa cámara o se salvan y unos días después juegan a fútbol en su campamento, de acuerdo a la dinámica que relataba hoy ante los medios de la Berlinale el doctor de Lampedusa Pietro Bartolo. 
"Estoy ahí desde 1990, vi llegar el primer barco, he seguido viendo todos estos años a los que van llegando. He visto de todo. Niños muertos, embarazadas... He sido entrevistado por todo tipo de equipos de televisión. Y cada vez que hablo de ello me duele", contó Bartolo en Berlín. 
Esos africanos, sirios o eritreos anónimos de la película son reales; el niño hipocondríaco que se autodiagnostica ante el doctor alivia el conjunto y arranca alguna sonrisa, en una película acogida con una fuerte ovación, pero también algún abucheo. 
No es un producto a gusto de todos, no solo por lo que refleja, sino por cómo funciona cinematográficamente, y se agradece que Rosi opte por no cargar tintas, consciente de que con su retrato basta y sobra. 
Rosi, ganador en 2013 del León de Oro de Venecia con otro documental "Sacro Gra", entró así a competición con un filme que viene como anillo al dedo a una Berlinale decidida a brindar su gran pantalla a la tragedia de los refugiados. 
El contrapunto de la jornada a concurso lo ofreció Isabelle Huppert con "L'Avénir", la película que la directora Mia Hansen-Love parece haberle hecho a medida, donde todo gira alrededor de una profesora de filosofía convencida de que "la respuesta a todo lo que le ocurre tiene que venir de su interior", en palabras de la actriz. 
Más estirada y delgada que nunca, Huppert no se desprendió ante los medios de la carga de hostilidad que desprende en pantalla. 
"Eso no es cosa suya", atajó a una primera pregunta sobre si compartía las experiencias o sentimientos del personaje, una mujer desengañada del marido, agobiaba por una madre que la somete a la extorsión sentimental constante, que no quiere ataduras ni de un gato y que tantea el flirteo con su alumno preferido. 
"Algunos de esos sentimientos son cercanos a mí", concedió a continuación, tal vez consciente de que había exagerado el tono de su respuesta, para extenderse en las múltiples rupturas que asaltan a la mujer que interpreta, aún atractiva, intelectual y físicamente. 
La directora de "Tout est pardonné" regresa con "L'Avénir" a la fórmula del retrato de un personaje o de personajes determinados, esta vez para lucimiento casi exclusivo de Huppert, quien responde de acuerdo a sus capacidades interpretativas: con absoluta perfección. EFE 
gc/nl/psh 
(vídeo) (foto)

viernes, 12 de febrero de 2016


Más de Daniel



Burman regresó a la Berlinale, el festival que le vio crecer

Gemma Casadevall


Berlín, 12 feb (EFE).- El director argentino Daniel Burman abrió hoy la sección Panorama Special de la Berlinale con "El rey del Once", un filme con el que retorna a sus orígenes y al ciclo marcado por "El abrazo partido", desde el festival que le ha visto "crecer" como director, resalta en una entrevista con Efe. 
"La primera proyección internacional de mi primera película fue aquí", recordó Burman sobre la exhibición ahí de su film debut, "Un crisantemo estalla en cinco esquinas", proyectada en 1998, asimismo fuera de competición y en Panorama. 
Cuatro años después regresó a Berlín con "Las azafatas van al cielo", a lo que siguió en 2004 "El abrazo partido", ya en competición y ganadora del Gran Premio del Jurado y el Oso de Plata a su actor, Daniel Hendler. 
Burman (Buenos Aires, 1973) siente que ha "crecido" como director en este festival, al que acudió muy joven, "sin saber muy bien lo que era hacer una película y lo que era el publico", pero de la que conserva la costumbre de ver sus filmes "a través de las pupilas de la gente" que asiste a ellos. 
"Es tremendamente emocionante volver con la película que es una vuelta al origen, a cierta manera de contar", apunta, respecto a "El rey del Once", centrado en el barrio (Once) en el que se concentra la comunidad judía de Buenas Aires, como "El abrazo partido" y "Derecho de Familia", exhibido en Berlín en 2006. 
Regresa, explica, a "ciertos tópicos" de comportamiento que ya atravesó en otras películas, pero que ahora ve "de otra manera". Regresa también al tema de la relación padre-hijo o la del hijo en pos del padre perdido. 
El hijo es ahora Alan Sabbagh -Ariel en el filme- que parte de Nueva York a Buenos Aires en busca de un padre demasiado atareado ayudando a todo el mundo como para atenderle a él. 
Es un abandono distinto al de "El abrazo partido", tras el que se esconde una reflexión sobre la relación padre-hijo de Burman. 
"Por mas vueltas que le demos al asunto, nunca vamos a terminar de resolver nada. La construcción de la paternidad, la circulación del nombre, del padre al hijo, es un universo fascinante porque es pura ficción" afirma. 
Tal ficción no existe para la madre: "Ves a una mujer que acaba de parir, en un hospital, que agarra un bebé y sabe que es madre. El padre en cambio le habla al hijo y pareciera como si le tuviera que convencer a través de la palabra de que tienen algún vínculo diferente al del enfermero". 
De eso y mucho más habla "El rey del Once", un film que, de nuevo, recorre cámara en hombro Buenos Aires, un lugar donde la vida fluye, acomodada a un guion que Burman califica de imprescindible. 
"La película es una ficción que se apoya sobre la realidad, muy suavemente, como para no deformarla. Es como una sábana sobre una cama llena de ropa. La película es algo así, nunca quiso aplastar lo que está debajo, sino respetar esa forma que es la vida, la que le da forma y emoción" reflexiona. 
Burman regresó a un festival donde este año, contrariamente a la pauta en anteriores ediciones de la Berlinale, no cuenta con representantes de América Latina entre las 18 aspirantes a los Osos a competición. 
Rehuye, sin embargo, hablar de un final del "idilio" de la Berlinale con América Latina, como el que durante años marcaron Argentina y Brasil o, más recientemente, México y Chile. 
"La Berlinale es un espacio muy democrático y a la vez muy estricto. Ambos términos conviven muy bien. Yo hice diez películas, con cinco vine y con cinco no vine. No hay espacios ganados o espacios para favoritos", reflexiona. 
La Berlinale decide "cuáles son las películas a concurso, cuál va a ser la impronta de ese año", prosigue. "Tal vez algunos años la producción de América Latina no encaja en el conjunto del festival". 
A "El rey del Once" le correspondió el honor de abrir la sección Panorama pero, independientemente de la suerte que acompañe al filme, para el director ahí terminó un ciclo. 
"Creo que por muchísimos años no volveré a hacer una película en el Once. Volví al origen para buscar esas herramientas que uno olvidó después de usar. A partir de ahora voy a ir a otro lugar", explicó. 
Ese otro lugar puede ser España, país donde desde hace años aspiraba a rodar, no por querer dejar de hacerlo en Argentina, sino porque ahí discurre su siguiente proyecto. 
"Recién adquirí los derechos de la novela de Milena Busquets 'También esto pasará'. Es una novela que me ha alucinado con un universo del que me dio placer apropiarme", explica. 
Cambio de escenario -el libro se desarrolla en Cadaqués (España) y también giro en la perspectiva paterno-filial, ya que en él la escritora aborda su relación con su madre, la fallecida editora Esther Tusquets. EFE 
gc/nl/agf 
(foto) (vídeo)

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