sábado, 24 de febrero de 2018

Palmarés 2018



 

Latam triunfando en un palmarés sin complejos

  
La Berlinale impactó con el Oro a Rumanía y convenció con las Platas a Latinoamérica
Gemma Casadevall



Berlín, 24 feb (EFE).- El jurado de la Berlinale, presidido por el director alemán Tom Tykwer, optó por el riesgo al dar su Oso de Oro a la rumana "Touch me not" y demostró su firme apuesta por los nuevos talentos de América Latina con dos platas para Paraguay, que debutó con "Las Herederas", y otra para la mexicana "Museo".
El premio a "Touch me not", de Adina Pintilie, está destinado a sembrar polémica, ya que su estreno desató deserciones del público ante las largas escenas de sexo y sadomasoquismo o los monólogos de seres incapacitados para el tacto humano, pese a no faltarles nada, o impedidos que viven en plenitud su sexualidad.
Al equipo de Tykwer habrá que reconocerle coraje por una decisión difícil, pero que, de alguna manera, encaja en su apuesta por el cine nuevo que llega tanto del este de Europa como de América Latina.
"Las herederas", dirigida por el debutante Marcelo Martinessi y el primer filme de Paraguay a competición en una Berlinale, ganó el premio Alfred Bauer, en memoria del fundador del festival, y una merecidísima plata para su protagonista femenina, Ana Brun, quien dedicó el premio a las mujeres de su país.
Es un filme valiente, acorde con la declarada defensa de la diversidad de ese festival, donde Brun brilla interpretando a una mujer que, tras años en pareja con su dominante compañera debe aprender a manejarse sola.
La película del mexicano Alonso Ruizpalacios, interpretada por Gael García Bernal y basada en el robo real de 143 piezas del Museo Nacional de Antropología, en 1985, obtuvo la Plata al mejor guión, segundo premio para ese director en la Berlinale, tras el que recibió en 2014 a la mejor ópera prima por "Güeros".
El Gran Premio del Jurado fue para "Twarz" (Mug), de la polaca Malgorzata Szumowska, otro joven talento con experiencia en el palmarés, ya que en 2015 ganó la Plata a la dirección por "Body".
Solo hubo un Oso para un consagrado, el del estadounidense Wes Anderson por su dirección en el filme de animación "Isle of Dogs".
Alemania, que tenía cuatro películas a concurso, se fue de vacío, lo mismo que "Ang panahon ng halimaw" (Season of the Devil), del filipino Lav Diaz, un director acostumbrado a irse de los festivales con premio con sus películas de, al menos, cuatro horas de duración.
Los premios a las interpretaciones están fuera de toda discusión tanto en el caso de Brun, como de Anthony Bajon, Plata al mejor actor por "La Prière", en el papel de joven drogadicto que se redime por la vía de la oración.
El Oro a Pintilie, que también obtuvo el premio a la mejor ópera prima, era la apuesta de un jurado determinado a no dejarse influir por las preferencias de críticas o público.
Ese máximo premio, unido a la sequía de Osos para el cine anfitrión -las mejor valoradas fueron "Transit", de Christian Petzold, y "In der Gängen", de Thomas Stuber- están destinados a incrementar la presión sobre el director de la Berlinale, Dieter Kosslick, tras 17 años en el cargo.
España logró un par de premios paralelos al festival para "El silencio de los otros", dirigida por Almudena Carracedo y Robert Bahar. Cinta protagonizado por un grupo de querellantes del proceso que investiga en Argentina crímenes de lesa humanidad durante la dictadura franquista.
La película recibió el premio de la Paz de la Fundación Heinrich Böll entre los filmes incluidos en la Berlinale y el de la audiencia entre los documentales de la sección Panorama de ese festival.
La 68 edición de la Berlinale se había abierto con al aire enrarecido por la polémica en torno al futuro del festival, después de que un colectivo de destacados cineastas alemanes apremiara a buscar una sucesión transparente para Kosslick.
A esa situación siguieron las primeras decepciones por algunas de los 19 filmes incluidos a competición, por debajo del nivel que se espera de un festival de primera categoría internacional.
Por si fuera poco, hubo aún menos presencia de estrellas sobre su alfombra roja que otros años, uno de los déficits recurrentes del evento berlinés respecto a Cannes y Venecia, este año más evidente que nunca.
El sello de identidad de la Berlinale y lo que la diferencia de la elitista Cannes, es su condición de festival para el público, ya que se ponen a la venta -y se agotan- 300.000 entradas entre todas sus secciones, incluidas las galas de estreno.
La presente edición del festival cumplió un año más con este requisito, pero ello no ha aliviado las presiones sobre Kosslick, cuyo contrato expira en mayo de 2019, por lo que se supone que la transición hacia su sucesor empezó ya con este palmarés. EFE
gc/cr







Ana Brun se sumó a la nómina de mujeres fuertes de la Berlinale
Gemma Casadevall
Berlín, 24 feb (EFE).- Paraguay debutó en la Berlinale con un éxito fulminante, al ganar "Las Herederas", de Marcelo Martinessi, dos Osos de Plata y un premio de la crítica internacional, en un filme que ha catapultado a la actriz Ana Brun al olimpo de heroínas que tanto aprecia este festival.
Brun, quien había emocionado ya a los medios de la Berlinale en el estreno del filme, al reconocer entre lágrimas que el papel que interpreta es "arrancado" de su propia vida, dedicó hoy su Oso de Plata a la mejor actriz a "todas las mujeres" de su país.
Fue uno de los galardones del filme de Martinessi, quien recogió el premio Alfred Bauer, en memoria al fundador del festival, y que el viernes había recibido ya el de la Federación Internacional de la Crítica de Cine -FIPRESCI-.
"Ser premiado en Berlín es abrirnos posibilidades inmensas para que esta película viaje y se estrene, más allá de Paraguay", indicó el cineasta a Efe, entre premio y premio.
"Paraguay lleva décadas de oscuridad, en lo que al cine se refiere. No hay apenas producciones independientes y, lo poco que se ha hecho en los últimos años, suele verse solo en Paraguay, no fuera. La Berlinale es una grandiosa pantalla para nosotros", añadió el realizador.
"Las herederas" es el primer largometraje que dirige Martinessi (Asunción, 1973) y prácticamente el primer papel de Brun en el cine, tras años de trayectoria en el teatro.
La actriz paraguaya tenía ante sí como potenciales aspirantes a la Plata entre las 19 películas a concurso a la francesa Isabelle Huppert, con la gélida "Eva" de Benoit Jacquot, así como a la alemana Marie Bäumer, quien resucita a Romy Schneider en la película "3 Tage in Quiberon".
Ana Brun se impuso, custodiada por el resto de mujeres poderosas de la película de Martinessi -Margarita Irún y Ana Ivanova-.
Cautivó en su papel de Chela, la mujer que tras años de relación de pareja con la dominante Chiquita -el papel de Irún- debe emanciparse como consecuencia del ingreso de esta en la cárcel y mientras vende pieza a pieza los enseres de la casa que heredaron.
Es una película de encierros y liberaciones, en la que Chela encuentra su puerta de salida como taxista oficiosa de un grupo de señoronas de clase alta o de la atractiva hija de una de ellas.
La Plata a su interpretación la sitúa en la nómina de grandes papeles femeninos procedentes de América Latina a las que la Berlinale reconoció anteriormente y catapultó a su palmarés.
En esa lista estaban ya Magaly Solier, la indígena peruana de "La teta asustada", el Oso de Oro que ganó para Perú Claudia Llosa.
Le siguió el premio a la mejor actriz logrado en 2013 por la chilena Paulina García con "Gloria", dirigida por Sebastián Lelio, quien en 2017 regresó a la Berlinale para llevarse su siguiente Oso de Plata al mejor guión con "La mujer fantástica", la transgénero interpretada por Daniela Vega.
La Berlinale sabe reconocer a las mujeres fuertes y rompedoras procedentes de América Latina, capaces de imponerse a entornos dominados por el machismo, como la que interpreta Brun.
Junto a la Plata de Brun y el premio FIPRESCI, "Las herederas" obtuvo el galardón de los lectores en la gala de los Teddy, orientados a los filmes con especial sensibilidad para la comunidad LGTB. EFE
gc/cr

viernes, 23 de febrero de 2018

Sprint

El humor negro polaco y la Alemania pobre cierran una Berlinale sin favoritos
Gemma Casadevall
Berlín, 23 feb (EFE).- Un exponente del humor negro polaco y una historia de amor en la Alemania empobrecida pusieron hoy punto final a la competición de la 68 edición de la Berlinale, integrada por 19 aspirantes, cuyo desfile se cerró sin un claro favorito al Oso.
"In der Gängen" ("In the Aisles"), dirigida por Thomas Stuber e interpretada por dos rostros emergentes del cine alemán -Sandra Hüller y Franz Rogowski- dejó en buena posición al anfitrión, con una película sencilla, que dice mucho de la Alemania real de hoy.
Todo discurre en un macro-centro comercial de la desangelada zona este post-reunificación, entre bailes de grúas hidráulicas, donde la jerarquía entre los empleados como Christian (Rogowski) la marca la destreza en el manejo de la carretilla elevadora.
En los tatuajes de Christian se intuye que el joven, cumplidor y silencioso empleado tiene un pasado convulso; en el personaje de Hüller se adivina a la esposa de un maltratador; el tercer puntal, el veterano colega que instruye al nuevo (Peter Kurth), es un antiguo camionero degradado por la deslocalización de su empresa a ser "conductor" de una elevadora.
"Es la Alemania de la precariedad, del ciudadano que siente que la prosperidad macroeconómica no le alcanzó a él", defendió Stuber, el cuarto director alemán a concurso en esta Berlinale -tras Christian Petzold, Emily Atef y Philip Gröning-, que hace circular sus carretillas de hipermercado al son del "Danubio Azul".
Alemania cerró así con solidez su abultada presencia en Berlín, mientras que Polonia presentó otra historia convincente, "Twarz" ("Mug"), dirigida por Malgorata Szumowska y que, casualidad o no, también arranca de un centro comercial.
Szumowska, Oso de Plata en 2015 a la mejor dirección por "Body", transporta al espectador a la Polonia donde conviven catolicismo acérrimo con consumismo desbordado y nacionalismo xenófobo.
Todo empieza entre clientes en bragas y sujetador o calzoncillos, a codazos por hacerse con uno de los televisores de plasma que ofrece un comercio a quien se presente en ropa interior.
De ahí se pasa a la construcción del enorme Jesucristo con el que la población de Swiebodzin pretende emular a Río de Janeiro y al accidente de uno de sus obreros, amante del heavy y enamorado, que salvará su vida, pero con el rostro trasplantado.
El trasplante de cara es un éxito quirúrgico y un acontecimiento mediático, tras el cual el chico guapo y "cool" pasa a ser un ser penoso, al que ni su madre, ni menos aún su novia, reconocen.
Con esos dos filmes sencillos, filmados por cineastas jóvenes del este de Alemania y de la Polonia rural se cerró una Berlinale cuya sección oficial ha sido de las más flojas que se recuerdan desde que Dieter Kosslick asumió la dirección del festival, hace 17 años.
No hay un claro favorito para el Oso de Oro que entregará mañana el jurado presidido por el director alemán Tom Tykwer, aunque hay coincidencia entre la crítica en que lo mejor llegó de la mano de cineastas jóvenes.
Paraguay se estrenó en lucha por el Oso con "Las herederas", del debutante Marcelo Martinessi, que se ganó el favor de la Berlinale, mientras que también tuvo buena acogida "Museo", del mexicano Alonso Ruizpalacios, ganador en 2014 del premio a la mejor opera prima con "Güeros".
La máxima puntuación de "Screen", la revista del festival, es para "Isle of Dogs" ("Isla de perros"), la película de animación de Wes Anderson, empatada a puntos con "Dovlatov", del ruso Alexey German, así como "Transit", de Petzold.
Este ránking no incluye, sin embargo, las películas de las últimas jornadas, en la que se proyectaron las celebradas "Season of the Devil", del filipino Lav Diaz, o "Don't worry, he wont't get far on foot", de Gus van Sant.
Otra candidata a premio es el noruega "Utoya", sobre el doble atentado del ultraderechista Anders Breivik, mientras que del cine francés destacó "La Prière", de Cédric Kahn, e Italia impactó con "Figlia mia", de Laura Bispuri.
El jurado de Tykwer no tiene por qué guiarse por los ránking de favoritos, sino que puede entender que su misión es buscar su propia película. No se descarta un honor para la rumana "Touch me not", que provocó deserciones tanto en su pase para los medios como en la gala de su estreno, atribuidas a cierto exceso de escenas de sexo y sadomasoquismo. EFE
gc/agf
(foto) (vídeo)
Alemania mostró sus mejores rostros en una Berlinale de transición
Gemma Casadevall
Berlín, 23 feb (EFE).- El cine alemán mostró este año sus mejores rostros en la Berlinale, con cuatro filmes entre los diecinueve aspirantes al Oso, en una edición marcada por los apremios a acelerar el traspaso de poderes del festival, tras diecisiete años con Dieter Kosslick como director.
Sandra Hüller, protagonista de "In der Gängen" ("In the Aisles"), la película de Thomas Stuber con que se cerró hoy la lucha por el Oso, acudió a la Berlinale apuntalada en el éxito alcanzado por "Toni Erdmann", cinta que compitió en 2016 en la competencia, Cannes.
Su compañero de reparto, Franz Rogowski, estuvo por partida doble en la competición berlinesa, ya que, además de coprotagonista en la película de Stuber, lo fue también en "Transit", dirigida por Christian Petzold y estrenada en la primera mitad del festival.
Si en "In der Gängen" interpreta a un empleado de un hipermercado del económicamente deprimido este de Alemania, en "Transit" era el "usurpador" de la identidad de un escritor, cuya esposa trata de escapar en Marsella del acoso de la ocupación, en una cinta que traslada el nazismo de los años 40 al mundo actual, entre tropas de elite antiterroristas y perseguidos.
La protagonista de Petzold no era esta vez Nina Hoss, como en "Yella" y "Barbara", sino Paula Beer, aunque su interpretación parece calcada de las de la anterior musa del cineasta.
Otro rostro poderoso fue el de Marie Bäumer, quien "resucitó" para el espectador a una Romy Schneider bipolar, de la depresión a la euforia, en el filme de Emily Atef "3 Tage in Quiberon" ("3 Days in Quiberon").
Completó la presencia alemana "Mein Bruder heisst Robert und ist ein Idiot" ("My brother's name is Robert and he is an idiot"), de Philip Gröning, una película que aportó otros dos rostros jóvenes, Josef Mattes y Julia Zange, en el papel de unos adolescentes gemelos de mente maligna.
El cine alemán llevaba años sin una presencia tan notable en un festival al que se le habían escapado varios exitosos títulos a escala internacional: "Das Leben der Anderen" ("The lives of others"), Oscar en 2007, o el mencionado "Toni Erdmann".
A Kosslick, director de la Berlinale desde 2001, se le ha reprochado no tener buen olfato para el cine de su país, lo que pesa sobre su gestión al frente de un festival fuertemente apoyado por la ciudad-estado de Berlín y el Gobierno federal alemán.
Por si ello fuera poco, la presente edición estuvo precedida por la publicación de una carta firmada por cineastas como Akin y Ade, además de Doris Dörrie y Volker Schlöndorff, reclamando un "relevo transparente" en la dirección del certamen.
El festival alemán ha perdido terreno respecto a sus directas competidoras europeas, Cannes y Venecia, apuntaban los firmantes, algunos de ellos invitados habituales de esta cita.
El argumento de que, a diferencia del elitista Cannes, la Berlinale es un festival orientado al público en el que se ponen a la venta 300.000 entradas para todas sus categorías y secciones, no sirvieron para acallar esas críticas.
En Berlín, con más de tres millones de habitantes, suele ser un éxito de taquilla cualquier evento cultural de relevancia y un festival de rango internacional no puede alimentarse solo de su ciudadanía, por preciada que esta sea.
El nivel de la competición en la presente edición ha sido bajo, a juicio de quienes siguen el festival, y además ha sido escasa la presencia de estrellas de relevancia sobre su alfombra roja, lo que ha hecho más audibles aún estas críticas.
El jurado internacional, presidido por el director alemán Tom Tykwer, quien no se unió a ese manifiesto, entregará así mañana sus premios, en medio de las muy audibles exigencias de renovación.
A Kosslick se le acaba el contrato en mayo de 2019, de modo que aún tiene ante sí una edición del festival. EFE
gc/acm



jueves, 22 de febrero de 2018

Y entre abrazos llegó Gael

Ruizpalacios traza en la Berlinale un "road movie" sobre el expolio mexicano

 
Gemma Casadevall
 


Berlín, 22 feb (EFE).- El director mexicano Alonso Ruizpalacios sedujo hoy a la Berlinale con "Museo", un "road movie" sobre el expolio que sufre México, tanto artístico como de identidad, interpretado por Gael García Bernal y en un festival ansioso de refrescarse con nuevos talentos.
"Nos damos cuenta de lo que tenemos cuando lo perdemos, cuando estamos ante una vitrina vacía", explicó el realizador, de regreso en el festival berlinés, donde en 2014 ganó el premio a la mejor ópera prima con su debut como realizador, "Güeros".
"Museo" es, a la vez, la historia de un robo de los tesoros de arte maya en el Museo Nacional de Arqueología u otros saqueos a su patrimonio, pero también un filme sobre la amistad entre dos estudiantes, Wilson y Juan, y la búsqueda mutua entre padre e hijo.
Su puntal es García Bernal -Juan-, su hilo conductor y también el rostro más mediático, quien apareció repentinamente en plena rueda de prensa cuando ya no se contaba con él, recién aterrizado en Berlín y dispuesto participar en la presentación de una "película hecha entre amigos", como dijo Ruizpalacios.
"Estaba claro que quería hacer esta película, somos amigos desde hace años, quería volver a rodar en México, como quería hoy estar aquí", explicó el actor, tras disculparse una y otra vez por el aire de despiste con que respondía a las preguntas, de nuevo invitado a un festival del que ha sido visitante habitual.
"Museo" parte de un saqueo real, ocurrido en 1985, el año del devastador terremoto en ese país, y del que las autoridades mexicanas responsabilizaron a mafias de traficantes de arte extranjeras y no a los presentados como responsables en el filme, dos muchachos de Ciudad Satélite, a 23 kilómetros de la capital, recordó su productor, Ramiro Ruiz.
El Juan de García Bernal, un estudiante de veterinaria, es una especie de saboteador de festejos navideños familiares, lo que un mexicano definiría de "pendejo" o eterno Peter Pan.
Acompañado de Wilson -Leonardo Ortizgris- perpetra un robo que, a ojos de su padre, solo puede ser obra de "miserables traidores" al país y su patrimonio.
Es un traición múltiple, también al padre, en la que arrastra al amigo, del que solo se desprenderá para caer en un tugurio llamado "Puertas del Paraíso" y que no es lo que su nombre indica.
"Nosotros mismos, los mexicanos, no sabemos por qué nos robamos o dejamos que nos roben, por qué dejamos de ser lo que somos", explicó el realizador, cuya cámara se mete primero en la navidad familiar para saltar al saqueo y discurrir luego entre carreteras, de Ciudad Satélite a Acapulco, en busca de comprador.
Juan y Wilson irán dando tumbos, un poco a lo "Thelma and Louise", pero sin el arrojo de los personajes de Susan Sarandon y Geena Davis en el mítico filme rodado por Ridley Scott en 1991.
"Museo" no tiene el brío de "Güeros", el "road movie" e historia entre amigos del primerizo Ruizpalacios, sobre el trasfondo de las protestas juveniles mexicanas por el derecho a la educación.
Pero tuvo una acogida cálida en el pase para los medios, coronada por el abrazo fraterno en la conferencia de prensa entre García Bernal, su director y resto del equipo.
La Berlinale había entrado en el penúltimo día de su competición necesitada de algo de frescura juvenil y nuevos cineastas, como el mexicano.
Ruizpalacios compartió su jornada en la sección oficial con "Touch me not", dirigida por la rumana Adina Pintilie y cuyo argumento gira en torno a una mujer que busca el sexo, pero está incapacitada para el contacto físico.
Pintilie se convierte en una especie de terapeuta que recorre distintos personajes, desde un hombre con graves malformaciones físicos que sin embargo vive su sexualidad en plenitud a esa mujer a la que no le falta nada, pero que no soporta una caricia.
El filme discurre entre largas secuencias de exposición de esas terapias, monólogos y algún episodio de sexo en grupo o sadomasoquismo, tratadas con pulcritud de laboratorio.
Fue un producto difícil de encajar en la sección oficial de la Berlinale, que mañana entrará en su esprint final con las dos últimas películas a concurso: la polaca "Twarz" -"Mug"-, de Malgorzata Szumowska, y la alemana "In den Gängen" -"In the aisles"-, de Thomas Stuber. EFE
gc/agf

(vídeo) (foto)

miércoles, 21 de febrero de 2018

El imperio del I



Soderbergh eclipsa con su iPhone la competición de la Berlinale



Gemma Casadevall
Berlín, 21 feb (EFE).- El director estadounidense Steven Soderbergh eclipsó hoy con "Unsane", rodado con un iPhone y exhibida fuera de concurso, la jornada a competición de la Berlinale, integrada por un filme de humor negro iraní y una larga reflexión alemana sobre la pubertad.
"Unsane", un psico-thriller con Claire Foy atrapada en la red fraudulenta dinale que ha visto ya catorce de las 19 aspirantes al Oso, pero sigue esperando su gran película.
El siempre inquietante Soderbergh -Palma de Oro de Cannes con "Sex, Lies, and Videotape", en 1989, y el Óscar al mejor director por "Traffic", en 2000- ha sido visitante asiduo del festival, donde compitió en 2007 con "The Good German" y en 20e un seguro médico y también en las de un acosador, fue el plato fuerte del día, en una Berl13 con "Side effects".
Esta vez se presentó a exhibición, con una cinta basada donde Sawyer -el personaje de Foy- va de pánico en pánico desde el momento en que entra en una clínica en busca de una terapia liberadora, para verse sometida a la condición de ingresada entre locos.
La mente de Soberbergh idea para esa mujer empeñada en que ella no es como los otros paciente sucesivas trampas, físicas y psíquicas, hasta llegar a un psicópata -Joshua Leonard-, convertido en el "administrador" del cóctel ded fármacos destinados a neutralizar toda resistencia.
Pánico, tensión, terrores internos y externos, es el recorrido con el que el iPhone de Soderbergh persigue a Sawyer, a modo del Jack Nicholson de "One Flew Over the Cuckoo's Nest" (1973).
Fue la película del día, pese a que obviamente no estará en el palmarés de la 68 edición de la Berlinale, cuya séptima jornada decepcionó.
Irán es una filmografía potente en el festival berlinés, que en años sucesivos convirtió su gran pantalla en expresión del exilio al que Teherán somete a sus creadores críticos.
Esta vez acudió representando al cine iraní "Khook" ("Pig"), de Mani Haghighi, sobre las tribulaciones de un cineasta enfundado en camisetas de AC/DC y deprimido porque a él no le acosa el régimen.
Hasan, el personaje Masan Majuni, asiste con horror, primero, y humillación, después, a la serie de asesinatos de sus colegas, que aparecen decapitados en diversos lugares, mientras a él le ignoran los enemigos de la libertad de expresión.
Los asesinos no tienen criterio ni saben cuáles deberían ser sus "prioridades", se lamenta Hasan a su madre, quien trata de consolarle asegurándole que tarde o temprano le decapitarán.
"Es una película de mujeres fuertes porque, aunque en el exterior no se cea, Irán es un país de mujeres fuertes", defendió Haghighi ante el festival, donde en 2016 compitió con "A dragon arrives".
La Berlinale ha sido plataforma amiga para el cine "libre" iraní, con exponentes como el Oso de Oro obtenido en 2015 por "Taxi", el filme con el que Jafar Panahí burló su inhabilitación profesional convertido en taxista que filma lo que le cuentan sus pasajeros.
Cuatro años antes, su compatriota Asghar Farhadi se había llevado ya el oro con "Nader and Simin. A Separation", otra película de mujeres fuertes, como el filme de Haghighi.
"Khook" adopta perfiles de humor negro que recuerdan al español Alex de la Iglesia, pero sin la mordacidad continuada de éste.
No convenció en la Berlinale, como tampoco lo hizo "Mein Bruder heisst Robert und ist ein Idiot" -traducible por "Mi hermano se llama Robert y es un idiota"-, 174 minutos dirigidos por el alemán Philip Gröning en torno a dos gemelos, envuelto en diálogos de pubertad y campos de trigo, junto a una gasolinera perdida.
De la contemplación de las hormigas paseando entre las piernas de la chica, Elena, que se apuesta con su hermano a que tendrá sexo antes de su examen de reválida en filosofía, se pasa ya en el tramo final del filme a un delirio violento.
Las preguntas de los medios, esencialmente alemanes, al final de la proyección se dirigían esencialmente a la extensión de la película y a cómo piensan sus productores justificar ese derroche de medios, en una película de digestión más que difícil. EFE
gc/agf
(foto) (vídeo)



Los WCF de la Berlinale, una "fábrica de Osos" con olfato para América Latina


Gemma Casadevall
Berlín, 21 feb (EFE).- El World Cinema Fund (WCF), el programa de ayudas de la Berlinale, se ha consolidado como una fábrica de sueños o hasta de Osos para nuevos cineastas, en un festival con especial olfato para América Latina y con una notable nómina de aciertos.
"De entrar o no en el programa puede depender que un proyecto despegue y que, una vez materializado, la película no muera tras pasar por uno o dos festivales", apuntó a Efe Marcelo Martinessi, director de "Las Herederas", película paraguaya surgida de la cantera de los WCF y a competición en la presente Berlinale.
"La Berlinale ha sido durante años nuestra gran pantalla europea. Es un festival con sensibilidad hacia nuestro cine y un alto porcentaje de aciertos", añadió el productor uruguayo Fernando Epstein, implicado en el filme de Martinessi, primero de Paraguay que compite en la Berlinale.
"Las herederas" es una de las dos representantes latinoamericanas a concurso en la 68 edición del festival, recibida con elogios de la crítica y el público tras su estreno el pasado viernes, mientras que mañana se proyectará "Museo", del mexicano Alonso Ruizpalacios.
Antes de las ayudas de la Berlinale a "Las Herederas", su primer largometraje, Martinessi había acudido a Berlín como invitado del Talent Campus, un foro de intercambio para nuevos cineastas.
Con los WCF, fundados hace 13 años y dotados con una partida anual de 300.000 euros, se ha apoyado a 180 películas procedentes de América Latina, Asia y África -"los focos de interés regional o temático se van revisando año a año", explica el director del programa, el ítalo-alemán Vincenzo Bugno.
De esa cantera surgieron filmes y talentos con la peruana Claudia Llosa, quien en 2006 recibió una ayuda de 10.000 euros para su primera película, "Madeinusa", y luego alzó el Oso de Oro, en 2009, con "La teta asustada", asimismo impulsada desde el WCF.
Unos años antes, los éxitos del WCF se fueron a Argentina: en 2004, "El abrazo partido", de Daniel Burman, ganó el Gran Premio del Jurado y la plata para el actor Daniel Hendler, mientras que "El Custodio", de Rodrigo Moreno, obtuvo el Alfred Bauer; en 2005, "El otro", de Ariel Rotter, ganó el Gran Premio del Jurado y la plata al actor Julio Chávez.
"Estamos hablando de películas que no han nacido y muerto en éste u otro festival, sino que se estrenaron y distribuyeron en salas comerciales. Esto en esencial para nosotros", prosigue Epstein, quien lamenta que no todos los filmes apoyados por otros programas europeos similares tengan esa misma fortuna.
Al margen de los filmes incluidos en la competición, la presente Berlinale ofrece una larga lista de producciones apoyadas desde el WCF en sus secciones paralelas, como las argentinas "Teatro de guerra", de Lola Arias, "La cama", de Mónica Lairana, o la brasileña "O processo", de Maria Augusta Ramos.
El monto de las ayudas han oscilado entre los 15.000 euros (18.500 dólares) y los 100.000 (123.500 dólares) y siempre para proyectos de bajo presupuesto. La producción de "Las herederas" fue apoyada con 40.000 euros (49.400 dólares).
"La Berlinale es un festival abierto a lo recóndito", apunta Epstein, quien el pasado martes participó en las sesiones de debate del Instituto Iberoamericano de Berlín, en paralelo al festival, y que hoy estuvo con Martinessi en el "Día del WCF", centrado en el programa que dirige Bugno.
Con o sin apoyos del WCF, a lo largo de los diez días de festival, en la capital alemana se habrán proyectado casi 40 filmes procedentes de las cinematografías latinoamericanas, sea en la gran pantalla del Berlinale Palast, donde discurre la sección oficial o en salas paralelas.
Dos de ellas, "Las Herederas" y "Museo", aspiran a los Osos que entregará el próximo sábado el jurado internacional presidido por el director alemán Tom Tykwer.
Otras sueñan con un premio de los jurados independientes o los destinados a la sección Generation, como "Mochila de plomo", del argentino Darío Mascambroni, o "Unicornio", del brasileño Eduardo Nunes.
Todas ellas, como la mexicana "Los débiles", de Raúl Rico y Eduardo Giralt Brun, de la sección Forum, habrán logrado su estreno europeo. EFE
gc/ig

martes, 20 de febrero de 2018

Entre cabezaditas de Joaquin



Phoenix brilla en la Berlinale con terapia de un kamikaze en silla de ruedas

Gemma Casadevall



Berlín, 20 feb (EFE).- El actor Joaquin Phoenix brilló hoy en la Berlinale con "Don't worry, he won't get far on foot", un filme dirigido por la mano maestra de Gus Van Sant y centrado en la rehabilitación de un kamikaze en silla de ruedas, adicto al alcohol y otros abismos.
"Nos ceñimos en lo posible al personaje real, desde al accidente que le deja paralítico a su superación personal", explicó el director estadounidense sobre su filme, basado en la biografía de John Callahan, quien a los 21 años quedó en silla de ruedas y al que su cáustico sentido del humor redimió como exitoso dibujante.
Van Sant, de regreso en la Berlinale tras haber estado en la sección oficial de ese festival con "Good will hunting" (1998), "Finding Forrester" (2003) y "Promised Land" (2013), sitúa al espectador en los primeros veinte minutos bajo la tensión de un joven Callahan en su últimos día de "vida andante".
La tragedia le acecha en cualquier esquina desde el momento en que sale a comprar la primera botella del día, recién salido de la ducha, hasta que muchas horas y botellas después se topa con alguien tan sediento como él -Jack Black-, en busca de la mejor fiesta.
De ahí salta al momento en que un médico le da el diagnóstico y sentencia -parálisis de por vida-, para empezar el largo camino de terapias y recaídas, entre litúrgicas sesiones de alcohólicos anónimos y lecciones sobre lo que a partir de entonces va a ser su sexualidad.
Van Sant administra su perfil del santo bebedor con sabias dosis de momentos agridulces o directamente amargos, brisas de aire fresco con su rehabilitadora-azafata -Rooney Mara- y con un genial terapeuta -Jonah Hill- que nació nadando en oro y acrecienta esa riqueza innata con sesiones para exalcohólicos ricos.
Fue difícil, en la presentación a los medios, arrancarle alguna frase a Phoenix, que parecía interesado en demostrar que no le gustan los festivales ni hablar de sus caracterizaciones, ni la actual, ni otras anteriores, como la de Johnny Cash en "Walk de Line".
"No tengo buenas respuestas a preguntas 'cool'", dijo, interrogado sobre sus silencios interpretativos, mientras el veterano Udo Kier, uno de los secundarios en la película de Van Sant, compensaba un poco su parquedad con alguna anécdota.
"Don't worry, he won't get far on foot" era el reencuentro de la Berlinale no solo con Van Sant, sino también entre este y Kier, intérprete del filme con el que el director estadounidense debutó en Berlín con "Mala Noche" (1986), entonces fuera de concurso.
Es asimismo un nuevo trabajo conjunto entre Van Sant y Phoenix, tras "To die for", en 1996, pero tampoco a este respecto se explayó mucho su protagonista, más allá de expresar su satisfacción.
Para Phoenix, lo que hay que contar está expresado suficientemente en el filme, uno de esos productos de corte 'made in USA' sobre la capacidad de superación personal cuando todo falla, pero se sigue pudiendo usar correctamente la cabeza.
La biografía del Callahan rehabilitado es la segunda redención de un adicto en competición en esta Berlinale, tras la proyección el pasado domingo de "La Prière", dirigida por el francés Cédric Kahn y centrada en la rehabilitación, por la vía del rezo, en una estricta comunidad católica de los Alpes franceses.
El filme de Kahn se apuntalaba en otro genial actor, el joven Anthony Bajon. Se trata de dos películas de corte y recursos distintos, unidas por la mano maestra de sus respectivos directores y sus impecables actores.
Completó la competición hoy la película del filipino Lav Diaz "Ang Panahon Ng Halimaw" -"Season of the Devil"-, una muestra más del sentido del espacio y el tiempo de este realizador, especializado en películas hechas de planos fijos y mucha épica, que no bajan de las cuatro horas.
Si el año pasado compitió en la Berlinale con "Hele sa Hiwagang Hapis" -"A Lullaby to the Sorrowful Mystery"-, de ocho horas de duración y centrada en la lucha contra la opresión colonial, ahora invierte 234 minutos en relatar el horror impuesto por el control militar sobre una población del archipiélago en los años 70.
Obviamente excesiva, como la anterior, pero al mismo tiempo maravillosa, dejó en la Berlinale una muestra de la pasión de Diaz por el estricto blanco y negro, dulcificado por poética musical. EFE
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lunes, 19 de febrero de 2018

Estando en todo


Brendemühl y Brühl, dos multitalentos hispano-alemanes en la Berlinale


Gemma Casadevall


Berlín, 19 feb (EFE).- La sección oficial de la Berlinale juntó en su 68 edición a los actores hispano-alemanes Alex Brendemühl y Daniel Brühl, ambos dotados de gran versatilidad y representantes de una "multiplicidad de identidades" e idiomas que les permite diversificar su presencia en el cine europeo.
Brühl, protagonista de "7 Days in Entebbe", del brasileño Jose Padilha, alterna en esa cinta el inglés dominante en el filme, que reproduce el dramático secuestro de un avión de Air France en 1976, con el alemán propio de su personaje, un terrorista de Fráncfort.
Mientras que Brendemühl es un cónsul mexicano en Marsella (Francia) en "Transit", del director Christian Petzold e incluida en la lucha por los Osos, y en "La Prière", de Cédric Kahn, es un cura francés al frente de una comunidad religiosa a la que acuden drogadictos en busca de su desintoxicación.
"En la Berlinale empezó todo para mí, con 'Goodbye, Lenin'", recordó Brühl en la presentación del filme de Padilha -que se exhibe fuera de concurso-, en relación a su papel protagonista en esa película, en la competición de 2003, lo que supuso su plataforma internacional.
"Estuve aquí el año pasado, en el 'Django' que inauguró la Berlinale. Este año estoy por partida doble en dos filmes a concurso, una con un papel pequeñito, la alemana, mientras que en la francesa tengo ya un rol destacado", explicó a Efe Brendemühl.
Los filmes en los que interviene Brendemühl se proyectaron el pasado sábado y ayer domingo, respectivamente, y ambos suenan como destinatarios de alguno de los premios que otorgará el día 24 el jurado que preside el director alemán Tom Tykwer.
"La multiplicidad de identidades es mi patria. Siempre me he sentido un poco extranjero en todas partes y en casa en cualquier lado. Me siento muy barcelonés, porque ahí nací y sigo teniendo mi casa. Pero trabajo más en Alemania o Francia que en España", afirmó Brendemühl.
"Es más fácil explicar algo así aquí, en Berlín, que hacerlo en otros lados, donde si hablas de patria e identidades te la juegas", añadió, en tono irónico, este actor de padre alemán, en alusión al debate político en torno a Cataluña.
"Crecí en una familia mixta en la que habías distintas percepciones sobre la misma cuestión", recordó por su parte Brühl, en la conferencia de prensa de su filme, preguntado sobre su capacidad para sentir empatía por su personaje, el terrorista alemán.
Brühl nació en Barcelona en 1979, mientras que Brendemühl lo hizo en 1972. Ambos pueden manejarse en catalán, además de en español o en alemán paterno, así como en inglés y francés.
"Los actores no tenemos identidad. Nos desdoblamos por imperativos del trabajo", prosigue Brendemühl, quien admite que esa multiplicidad le ayudó a encontrar papeles fuera de España cuando la crisis económica más castigó al cine.
"Tuve suerte. Coincidiendo con el estallido de la crisis empezaron a llamarme mucho de Francia y Alemania y he podido labrarme un camino ahí, me he abierto un camino fuera", explica el protagonista de "Trafic" y "La Prière".
Brendemühl advierte que la crisis, que amainó a escala de la economía general, "tardará aún resolverse" en el sector del cine: "ha hecho un daño que costará mucho reparar. Cerraron muchísimas productoras, que sacaban proyectos de presupuesto mayor o menor", lo que llevará "tal vez años" remontar.
Respecto a las posibilidades de premio de los dos filmes con los que está en la competición de la Berlinale, Brendemühl se limita a responder que "Transit" es alemana, lo que teóricamente le da el bono de jugar es casa, mientras que la francesa "ha despertado mucho interés", por el peso del tema que toca.
"Transit" discurre en una Francia ocupada por el fascismo, solo que traslada el nazismo de los años 40 al mundo actual, entre tropas de elite antiterroristas y perseguidos que tratan de exiliarse hacia México o Venezuela.
"La prière" refleja la redención de un drogadicto por la vía de la religión y la férrea disciplina impuesta por el cura de Brendemühl, hasta acabar en otro tipo de adicción, la de la fe y el rezo. EFE
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Regreso a "Utøya"


Noruega plasma en la Berlinale el trauma colectivo del neofacista Breivik




Gemma Casadevall
Berlín, 19 feb (EFE).- Noruega impactó hoy en la Berlinale con "Utøya", un filme rodado en una sola toma y surgido del trauma colectivo dejado por el ultraderechista Anders Breivik tras los 72 minutos que duró su matanza en un campamento juvenil de una idílica isla vecina a Oslo.
"Lo ocurrido ese 22 de julio no puede transmitirse en palabras. Tenemos el rostro de Kaja para vivir la angustia, el miedo, el desconcierto de quienes murieron o sobrevivieron a la tragedia", explicó su director, Erik Poppe, sobre una película incluida en el último momento entre las 19 aspirantes al Oso.
Kaja, interpretado por la jovencísima Andrea Berntzen, es la muchacha a la que sigue la cámara de Poppe en todo el filme desde una primera llamada de su madre, a las 17:06 de la tarde, reproduciendo en tiempo real lo vivido ese día de verano de 2011.
"No te preocupes, estamos en la isla más segura del mundo", le responde Kaja, mientras desde Oslo llegan las primeras informaciones del atentado con bomba perpetrado en el barrio gubernamental, apenas dos horas antes.
El espectador sabe que la explosión de Oslo, donde murieron 8 personas, fue el primero de los dos atentados perpetrados por Breivik, un fundamentalista neofascista, que del barrio gubernamental se trasladó a Utøya para matar a sangre fría a 69 personas, en su mayoría adolescentes o hasta niños.
La siguiente escena muestra a Kaja riñiendo a su hermana menor, Emille, en una tienda de campaña envuelta en el caos; poco después empiezan a escucharse algunos disparos, que primero se interpretan como fuegos artificiales o algún tipo de entrenamiento.
Ninguno de los muchachos y muchachas con que se topa Kaja sabrá en todo el filme quién es su atacante. La cámara apenas mostrará un par de veces a una sombra, la única que no trata de esconderse ni corre, ya que es el asesino, mientras uno de esos adolescentes que se lo topó explica que quien dispara "es la policía".
Breivik actuó solo, sabe el espectador de hoy, y efectivamente llevaba un uniforme policial. Los muchachos y muchachas que huyen despavoridos por el bosque o entre el lodo que rodea el lago no logran entender por qué nadie acude en su auxilio.
Solo tienen de su lado su instinto de superviviente o el azar, que hará que estén o no en el punto de mira de Breivik.
"Es un proyecto colectivo en el que he contado con los testimonios de tres supervivientes de la tragedia. Opté por la ficción, no por reproducir un caso concreto, por razones de ética. Para Noruega es un trauma nacional. Pienso que es mejor que nadie vea ahí a su hijo o hija, a su novio o amigo", explicó Poppe.
El realizador ofreció su conferencia de prensa acompañado de su actriz protagonista, de 19 años, y de otros de los actores, profesionales o no, que interpretan a otros adolescentes, así como los tres supervivientes de la tragedia.
Todos ellos compartieron el aplauso de los medios, para una película que, como insistió Poppe, surgió como proyecto de un país traumatizado por la existencia de un monstruo surgido de modelo de sociedad con altísimos niveles de bienestar y que se creía perfecta.
La crítica a la gestión policial -que se demoró hasta lo inexplicable, como reconstruyó luego una comisión investigadora- queda plasmada con las últimas víctimas que habrían salvado sus vidas si las fuerzas de seguridad hubieran llegado antes.
"Ni una sociedad avanzada como la nuestra está a salvo de los monstruos que genera. La ultraderecha avanza en Europa en forma de lobos solitarios o de partido. El Estado o sus fuerzas están obligados a protegernos como es debido", apuntó Poppe.
Al total de 77 víctimas mortales del doble atentado se sumaron unos 300 heridos y muchos de ellos siguen precisando ayuda psicológica, recuerda el epílogo del film.
Noruega dejó en la Berlinale el rostro de la joven actriz como vehículo transmisor de una tragedia narrada sin concesiones.
El otro rostro de la jornada a competición fue el de Marie Bäumer, la actriz que da vida a Romy Schneider en el filme "3 Tage in Quiberon" ("3 Days in Quiberon"), dirigido por la alemana Emily Atef.
Se trata de una recreación de los tres días pasados por la actriz austríaca con una amiga y dos reporteros en un hotel, en 1981, teóricamente para sanearse anímica y físicamente.
Es un retrato que busca la plena identificación, incluso física, con una Romy a la que se presenta como un ser bipolar, que va de la depresión a bailar en un bar entre copas de "Moet Chandon" con esos periodistas -nada escrupulosos- o un perfecto desconocido. EFE
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"Pino" Solanas: feliz cumpleaños en la Berlinale de un "narrador militante"

Gemma Casadevall
Berlín, 19 feb (EFE).- El político y cineasta argentino Fernando "Pino" Solanas celebró en la Berlinale el estreno internacional de su "Viaje a los pueblos fumigados", un documental sobre los estragos de la agricultura industrializada, donde ejerce de "narrador militante".
"Me encontré ante un público muy receptivo ante lo que está ocurriendo en el campo argentino, la deforestación, el desplazamiento de los indígenas", afirmó el director, en entrevista a Efe, tras el pase de su filme, incluido en la sección Berlinale Special y proyectado unos días después de cumplir los 82 años.
Con "Viaje a los pueblos fumigados" regresaba al festival del que, en 2004, recibió el Oso de Oro de Honor, entonces coincidiendo con el estreno de lo que denomina su "primera parte de una misma película", la "Memoria de un saqueo".
"He empeñado años en documentar lo que veo. Lo he dividido en capítulos, porque serían 17 horas de largometraje. 'Memoria del saqueo' fue el inicio", explicó en relación a esa cinta, en la que recorría la historia de Argentina, desde el final de la dictadura, en 1983, hasta la caída del gobierno de Fernando de la Rúa en 2001.
Le siguió "La Dignidad de los nadies", donde "narré cómo se defendieron las víctimas del modelo neoliberal de los años 90. Ahora vino el desastre agrario", prosigue.
En "Viaje a los pueblos fumigados", Solanas orienta su compromiso político y cinematográfico hacia los estragos ecológicos derivados del uso de herbicidas como los glisofatos de la trasnacional Monsanto, así como el desplazamiento forzoso de los indígenas.
"No puedo plantearme salvar el mundo. Lo más que puede hacer una película es lograr que algo de lo que cuento quede, que se entienda", argumentó Solanas, en cuyo filme se documentan asimismo las consecuencias sobre la población de esos pueblos fumigados, incluido malformaciones de bebés.
Para Solanas, el principal responsable de lo que ocurre en el campo argentino es "la dirigencia (clase dirigente) política" de su país, a la que imputa no haber establecido "los controles necesarios".
"La dirigencia política que gobierna nuestros países defiende la producción agrícola industrial. Todos saben cuáles son sus consecuencias. Todos callan", denuncia.
Hay un "hermanamiento entre poder político y poder económico", afirma, una connivencia con las grandes trasnacionales, en detrimento de la población indígena de lugares como la provincia de Salta, en el norte de Argentina, donde arranca su filme.
"Se echa el bosque abajo, caiga quien caiga. Se arrasan las chácaras (granjas) y se desplaza al chacarero (campesino), que si luego quiere regresar se va encontrar que su casa ya no existe", lamenta.
Rodar ese documental le llevó "tres o cuatro años", de los que resultaron "horas y horas de conversaciones", que finalmente hubo que reducir a unos 100 minutos "porque nadie aguanta más que ese tiempo" en una película de esas características.
Solanas ejerce de director, cámara y a la vez personaje, ya que su presencia es constante en las imágenes: "Soy un narrador militante, un militante. Un senador nacional, como yo, debe implicarse, debe hacer que se le vea, como motor de una lucha de todos. Sería ridículo no hacerlo", concluye.
El cineasta argentino no solo logró que en el público berlinés "se quedara" con el mensaje de su filme, sino que además escuchó de ese público un colectivo "cumpleaños feliz", unos pocos días después de llegar a los 82 años -"el viernes, creo que fue", dice.
Su "Viaje a los pueblos fumigados" es una de las representantes de Argentina en la presente 68 edición de la Berlinale, que también cuenta con "Teatro de guerra", dirigido por Lola Arias, y "La omisión", de Sebastián Schjaer.
La película de Arias, proyectada en la sección Forum, fuera de concurso, se centra en un encuentro entre veteranos, argentinos y británicos, de la guerra de las Malvinas.
"La omisión", que se exhibe en la sección Panorama, está centrada en los derechos de la mujer o la falta de éstos en sociedades como la argentina.
La cinta gira en torno a Paula, una joven que viaja al frío sur de Argentina para trabajar durante la temporada de invierno en empleos ocasionales con el fin de reunir dinero y emigrar a Canadá. EFE
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