sábado, 29 de febrero de 2020

Otro oso iraní

La Berlinale da el Oro a Irán, fiel al compromiso político

Gemma Casadevall


Berlín, 29 feb (EFE).- El cine iraní levantó el Oso de Oro, esta vez con "There is no Evil", un film marcado por la ausencia forzosa de su director, Mohammad Rasoulof, en una Berlinale que sigue fiel al compromiso político, pero que empieza a marcar las pautas de su renovación.
La entrega del máximo premio a Rasoulof, entre frases de aliento al cineasta al que Teherán impidió viajar, recordaba inevitablemente a la edición de 2015, en que la sobrina de Jafar Panahi recogió el Oro por "Taxi". Ambos filmes se rodaron burlando la inhabilitación para rodar dictada por las autoridades de su país.

Bildergebnis für Mohammad Rasoulof berlinale

La película -cuatro capítulos sobre otros tantos hombres que deben ejecutar condenas a muerte- no estaba entre las favoritas al Oro, en un festival que ha empezado a cambiar premisas para introducir más cine de autor. Pero, por lo menos, el equipo de Jeremy Irons, presidente del jurado, trató de equilibrar el resto del palmarés con galardones compensados.
El Premio Especial del Jurado, Oso de Plata, se fue para el valiente alegato abortista de "Never Rarely Sometimes Always" dirigido por Eliza Hittman, una película que impactó en el festival y cumplió las expectativas de apertura hacia el cine independiente de Estados Unidos.
El tercer premio en el escalafón fue para el surcoreano Hong Sangsoo, al que como es habitual en todo festival se esperaba con los brazos abiertos, y que ofreció una exquisita película de corte minimalista: "The Woman who Ran".
Tampoco se olvidó el jurado de la única cinta que hizo reír de verdad al festival: "Effacer l'Historique, una comedia de los belgas Benöït Delépine y Gustave Kervern, sobre seres enganchados al teléfono móvil, que ganó el Oso de Plata Especial creado para esta edición aniversario de la Berlinale, la número 70.
Los premios a la interpretación se repartieron también equilibradamente entre la alemana Paula Beer, protagonista del "Undine" de Christian Petzold -un reincidente en ese festival, siempre con mujeres enigmáticas- y el italiano Elio Germano, por su prodigiosa recreación del pintor Antonio Ligabue, en "Volevo Nascondermi".
El Oso de Plata a la mejor contribución artística fue para la cámara de la rusa "Dau/Natasha", una película que forma parte del proyecto cinematográfico de Ilya Khrzhanovsky y Jekaterina Oertel, fruto de tres años de rodaje en una réplica construida en Ucrania de una central soviética.
Sus duras escenas de sexo y tortura la convirtieron en piedra de escándalo en la Berlianle, mientras otros la celebraban como prodigio escénico.
Dos películas que sonaban para el Oro -la italiana "Favolacce", de Fabio y Damiano D'Innocenzo", y la franco-camboyana "Irradiés", de Rithy Panh- obtuvieron la Plata por el mejor guión y documental, respectivamente.
Quedaron fuera del palmarés otras películas que apuntaban a todo, como "First Cow", de Kelly Reichardt, y "Days", del taiwanés Tsai Ming-Liang. Ambas estaban en posiciones punteras en las quinielas oficiosas de la crítica que siguió el festival.
La Berlinale es de palmarés generoso. Pero obviamente no hay lugar para todos, especialmente en una edición en que la calidad de la competición fue más la más alta en años.

CAMBIO DE ÉPOCA EN CURSO

La 70 edición de la Berlinale fue la primera bajo la dirección colegiada del italiano Carlo Chatrian y la holandesa Mariette Rissenbeek. El nuevo dúo tomó el relevo con el compromiso de renovar el festival, tras 18 años de dirección en solitario a cargo de Dieter Kosslick.
La sección oficial quedó así reducida a 18 títulos -en la "era Kosslick" solían ser 22 filmes-, con un fuerte protagonismo al cine independiente y de autor. Ello revirtió en un festival más manejable, pero con menos estrellas internacionales sobre su alfombra roja y, por tanto, con menor atractivo mediático.
El español Javier Bardem, a concurso con "The Roads Not Taken" -también sin lugar en el palmarés-, y la británica Helen Mirren, Oso de Oro de Honor, fueron los rostros más internacionales que acudieron al festival estos días.
Les reforzaron desde secciones a exhibición Johnny Depp y Sigourney Weaver. Pero de todos modos la dosis de estrellato fue más que discreta, impensable en los tiempos en que Kosslick aún trataba de competir con Cannes.
Se consideraba este año como de transición, pero ya con una innovación reveladora sobre el acento que quieren darle su dirección bicéfala: la sección "Encounters", destinada a los nuevos lenguajes cinematográficos, que discurre en paralelo a la oficial.
En "Encounters" compitió "Los conductos", del colombiano Camilo Restrepo, ganador del premio a la mejor ópera prima con una cinta que lleva al espectador hasta Medellín, la ciudad colombiana donde nació, en 1975, y donde vivió hasta los 22 años.
La Berlinale se comportó un año más como un festival popular, abierto al público corriente. En sus primeros seis días -del total de diez- se vendieron más de 272.000 localidades para sus distintas secciones, unas 20.000 más que el año anterior. EFE
gc/cr
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viernes, 28 de febrero de 2020

Balance



Irán cierra la lucha por el Oso en ausencia forzosa de su director

Gemma Casadevall

Berlín, 28 feb (EFE).- Irán cerró el desfile de aspirantes al Oso de la Berlinale con "There is no Evil", presentado en ausencia de su director Mohammad Rasoulof por imperativos de Teherán, una situación reincidente para los cineastas iraníes en festivales europeos.

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Una silla vacía y el letrero del nombre del director reprodujeron lo vivido con Jafar Panahi, ganador con "Taxi" del Oso de Oro en 2015, premio que recogió entre lágrimas su sobrina. "There is no Evil" era la última película de la sección oficial, en una jornada compartida con la franco-camboyana "Irradiés", de Rithy Panh, una denuncia del horror de la guerra.
"Cada uno tiene en la vida, también en dictadura, la posibilidad de decir no. Con todo lo que ello implica", explicó en nombre de Rasoulof uno de sus productores, Kaveh Farnam, presente en Berlín con varios de sus actores. El dilema entre decir no o ejecutar es lo que se plantea en ese filme a través de cuatro verdugos.
Cumplir la orden abre la puerta a una vida próspera o a premios. No hacerlo es convertirse en un proscrito o un huido. Rasoulof reparte el dilema en cuatro episodios: el de un buen padre que mima a su hija, obedece a su esposa y atiende amorosamente a su madre; el soldado que tiembla ante la primera ejecución; el que acata y el que huyó a la montaña.
Rasoulof, como hizo Panahi, logró sortear la inhabilitación y rodar su película -"con ayuda de sus amigos", dijo Farman-. No está encarcelado ni cumple arresto domiciliario, pero se le retiró el pasaporte en 2017, de regreso de Cannes, donde presentó "A Man of Integrity". "La situación en Irán, lamentablemente, no ha cambiado en estos años", apuntó el productor.
"There is no Evil" -"Sheytan vojud nadarad", en su título original- no busca la mirada del condenado. Se concentra en el designado para ejercer de verdugo. Hombres que deben retirar el taburete bajo los pies del condenado o darle al botón que dejará suspendido en el aire al ahorcado.

UN DURO DOCUMENTAL CON SELLO DE PAHN

"Irradiés", único documental a la competición en esta Berlinale, llevó al festival un ejercicio de maestría de Rithy Panh. En 2003 sacudió al espectador con "S21, la machine de la mort Khmére rouge", sobre la maquinaria exterminadora ejercida bajo los Jémeres Rojos, entre 1975 y 1979. Ahora extiende la denuncia a otros genocidios del siglo XX a través de sus guerras.
"Tengo la impresión de que actualmente las imágenes van demasiado rápidas. No hay tiempo para mirar. Frente a eso apuesto por la repetición, a dar espacio a la reflexión", explicó el cineasta.
Su película parte la pantalla en tres, con secuencias paralelas que confluyen entre sí, mayoritariamente en blanco y negro. Son imágenes de archivo reales, sean de bombardeos sobre Dresde o Hiroshima, sea de cuerpos de niños retorcidos por sus bombas o adultos sometidos a experimentos humanos.
Desfiles de sumisión a Hitler, población devota o fanatizada por otros dictadores que les condujeron a la destrucción. "El cuerpo no olvida. Las quemaduras quedan de por vida al superviviente. Los descendientes heredarán el testimonio de los que murieron", explicó Rithy Panh.

ESTADOS UNIDOS, ASIA E ITALIA COMO FAVORITOS

Con Irán y el último representante del cine asiático se cerró la ronda de aspirantes, sobre los que decidirá el jurado que preside el actor británico Jeremy Irons. En la Berlinale no suele haber pronósticos de ganadores fiables. Es un festival con reputación de imprevisible.
En esta edición, la número 70, los intentos de quiniela son aún más complejos. Es el primero bajo la dirección compartida entre Carlo Chatrian y Mariette Rissenbeek, a los que se atribuye cierto trato preferencial para el cine de autor.
La película mejor puntuada por la crítica internacional de la revista especializada "Screen" es la estadounidense "Never Rarely Sometimes Always", el alegato abortista de Eliza Hittman. Le sigue "Rizi", el cine sin palabras del malayo-taiwanés Tsai Ming-Liang.
Entre la crítica alemana -"Berliner Zeitung" y "Der Tagesspiegel"- las preferencias se decantan hacia la italiana "Favolacce", los cuentos crueles de Fabio y Damiano D'Innocenzo, y "First Cow", exponente del cine independiente de EEUU como Hittman.
Si el jurado de Irons opta por no complicarse la vida puede dar el Oso para cualquiera de estas películas. Más arriesgado sería apostar por "DAU/Natasha", un filme que ha dividido opiniones entre quienes lo adoran y quienes lo tachan de excesivo, sea por sus escenas de sexo explícito y tortura o porque se rodaron sin guion.
Entre los actores mejor valorados están el italiano Elio Germano -protagonista tanto de "Favolacce" como de "Volevo Nascodermi"-, así como Javier Bardem, por "The Roads Not Taken". El duelo entre las actrices podría estar entre las alemanas Nina Hoss -"Schwesterlein"- y Paula Beer -"Undine", además de la argentina Erica Rivas -"El prófugo"- o las mujeres de la surcoreana "The woman who ran". EFE
gc/jam/icn
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Los altibajos de una Berlinale que cumplió los 70

Gemma Casadevall

Berlín, 28 feb (EFE).- La Berlinale cumplió los 70 años con una nueva dirección bicéfala -Carlo Chatrian y Mariette Rissenbeek- de la que se esperaba algo de renovación y cine de autor. Cumplieron esas expectativas en la competición oficial y con la introducción de la sección "Encounters" para nuevos lenguajes del cine.


MÁS CINE DE AUTOR, MENOS ESTRELLATO


La sección oficial aportó sorpresas buenas o, sobre todo, no incluyó productos descabellados como ocurrió en los últimos tiempos de los 18 años bajo el liderazgo de Dieter Kosslick.

Pero el cine de autor no suele aportar grandes presencias sobre la alfombra roja. Hubo menos empujones ante el Berlinale Palast y también una pérdida de visibilidad mediática en el festival que parece resignado a dejar ese cometido a su rival, Cannes.


UN SUSTO DE ENTRADA

La edición número 70 estuvo precedida por el escándalo en torno al pasado nazi de su fundador, Alfred Bauer. Unas semanas antes de la apertura salió a relucir su papel en la industria del cine del Tercer Reich. La dirección retiró de inmediato el premio instituido en su memoria, el tercero en importancia del palmarés. Y encargó investigar su pasado a historiadores independientes.

LOS CAZADORES DE OSOS


Un total de 18 filmes aspiran a los Osos que el sábado repartirá el jurado presidido por el actor británico Jeremy Irons. La crítica que sigue el festival repartió ya elogios o varapalos entre los concursantes. A continuación, un resumen (por orden de proyección):
"El Prófugo": la argentina Natalia Meta abrió la competición con una película apuntalada en su actriz, Érica Rivas. Pero no llegó a convencer en su indefinición entre el género de terror y lo onírico.
"Volevo Nascondermi": el italiano Giorgio Diritti tocó la fibra con su retrato del pintor Antonio Ligabue. Su baza es el actor Elio Germano, en su papel de discapacitado que se reivindica en el arte.
"Le sel des Larmes": dirigida por Philippe Garrel, la película en torno a los amores de un ligón por el extrarradio parisino se vio como una floja reedición de Erich Rohmer o François Truffaut.
"First Cow": Kelly Reichardt, procedente del cine independiente de EEUU, cautivó con un anti-western ecológico sobre la amistad de dos pioneros que buscan fortuna amasando galletas de leche y miel.
"Undine": el quinto intento del alemán Christian Petzold en la competición de la Berlinale. Esta vez, con Paula Beer, como una moderna ninfa acuática. Técnicamente perfecta, pero fría.
"Todos os mortos": de Caetano Gotardo y Marco Dutra, traza un retrato del Brasil que deja atrás la esclavitud, pero donde arraigan los abismos sociales, a través de un convincente grupo de mujeres.
"Siberia": el estadounidense Abel Ferrara acudía a la Berlinale como uno de los nombres de peso. El filme es una sucesión de delirios, a los que da cuerpo su alter-ego, Willem Dafoe.
"Effacer l'historique": el dúo belga Benoït Delépine y Gustave Kervern alegró el festival con su comedia sobre una comunidad de vecinos adictos a las redes. Una brillante sucesión de chistes, a la que se echa de menos un eje argumental sólido.
"Schwesterlein": drama suizo-alemán donde lo más destacable es la actriz de Nina Hoss, una mujer desbordada por un amor hacia un hermano gemelo agónico que desbarata su familia.
"The woman who ran": un ejercicio minimalista del celebrado surcoreano Hong Sangsoo. Se ganó sin dificultades la complicidad del espectador, en un filme sustentado en un grupo de mujeres.
"Favolacce": dirigida por Fabio y Damiano D'Innocenzo, se colocó entre las aspirantes al Oro con su cuento cruel alrededor de unos adultos empeñados en hacer de sus hijos un clon de su brutalidad.
"Never Rarely Sometimes Always": segunda producción del cine independiente de EEUU a concurso y también clara favorita a premio. Es un alegato por el aborto libre, sustentada en la interpretación de Sidney Flanigan, una de las revelaciones de este festival.
"Berlin Alexanderplatz": nueva versión, algo desigual, de la novela de Alfred Döblin en el Berlín actual y con un refugiado como el hombre que quiere una vida decente y cae en las redes del mal.
"The Roads Not Taken": dirigida por Sally Potter, con Javier Bardem en el papel de un hombre roto por la demencia y traumas pasados. Pese a Bardem, Potter no logra llevar a puerto su filme.
"DAU/Natasha": la película más polémica de la Berlinale, en que el ruso Ilya Khrzhhhanovsky lleva a la práctica su visión radical del cine. Una obra de arte, para algunos. Un polémico despliegue de sexo explícito y torturas, para otros.
"Rizi": un ejercicio magistral de cine sin diálogo del malayo-taiwandés Tsai Ming-Liang alrededor de un encuentro sexual entre dos hombres. Otro de los grandes favoritos al Oso.
"Irradiés": documental del camboyano Rithy Panh en torno a los genocidios del siglo XX. Fue proyectada en la última jornada a competición y ascendió de inmediato en las quinielas.
"There is no Evil": del iraní Mohammad Rasoulof, ausente en la Berlinale por imperativos de Teherán. Representa a una de las cinematografías mimadas por el festival alemán. EFE
gc/ess
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jueves, 27 de febrero de 2020

Sin palabras

La Berlinale reedita su fidelidad al cine asiático a través del silencioso Tsai Ming-Liang

Gemma Casadevall

Berlín, 27 feb (EFE).- El cine sin palabras del malayo-taiwanés Tsai Ming-Liang acaparó la jornada a competición de la Berlinale hoy, la penúltima de un festival que año a año ha reeditado su fidelidad hacia el cine asiático.
El homenaje de la 70 edición fue para la actriz británica Helen Mirren, a quien el festival entregó el Oso de Oro de Honor a su carrera. La sección oficial se consagró a "Rizi", el último exponente de poética silenciosa del director asiático.

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Un hombre con la mirada perdida tras un ventanal, con un vaso de agua sobre la mesa impoluta, que no tocará, mientras se oye el rumor de una lluvia incesante, que a veces arrecia y a veces amaina: así son los seis minutos en plano fijo con que arranca "Rizi".

Otro hombre, más joven, en una vivienda algo roñosa y sin muebles, limpia su ensalada, corta un pepino y luego remoja el pescado en el barreño que luego usará en su ducha: así presenta el director al co-protagonista de su filme.
Kang -Lee Kang-Sheng- es el hombre del ventanal, aquejado de unos dolores de cervicales, que trata de aliviar con acupuntura y otros remedios de la medicina tradicional. Non -Anong Houngheuangsy- es un joven inmigrantes de Laos que trabaja en lo que puede, incluidos los masajes con servicio sexual incluido.
"Transporto al lenguaje del cine los ruidos que nos rodean", explicó el realizador, nacido en Malasia y asiduo en los festivales europeos. En la Berlinale estuvo ya en 1993, 1995, 1997 -en que ganó un Oso de Plata con "The River". De Venecia recogió en 2014 el León de Oro con "Vive l'amour".
Que en "Rizi" no se precisen subtítulos en ningún idioma -como se advierte irónicamente en los títulos de créditos- ya no extraña a nadie. Forma parte de su amor por el silencio, o más bien la ausencia de diálogos, en este caso llevado al extremo: los dos protagonistas no se cruzarán ni una frase.
A Kang, el hombre de la mirada perdida, le corresponde el papel pasivo en el encuentro sexual que seguirá, vía masaje en una habitación de hotel; el inmigrante asume el activo.
Al diálogo sin palabras seguirá un regalo del cliente agradecido al muchacho, una cajita de música en que suena "Candilejas", a modo de clave en la relación entre ambos y un homenaje al mítico film 1952. "Chaplin era de otro planeta. Nos vino a visitar y nos dejó sus regalos. 'Candilejas' fue uno de ellos", explicó el cineasta.
Los rumores ambientales, sea la lluvia, el tráfico de Bangkok, o de sus restaurantes de comida rápida suplen a las palabras. "Reproduzco sonidos existentes en la realidad", explicó el cineasta.
Hay un plano que parece detenerse en el silencio absoluto. La cámara queda estática sobre el lateral de un edificio destartalado. "También ahí hay banda de sonido, aunque aparentemente no haya ruido ambiental", explicó Tsai Ming-Liang.
"Mi personaje soy yo, es mi vida, la de muchos inmigrantes. Trabajamos, comemos y dormimos", explicó el actor laosiano, en cuyas reparadoras manos de masajista querría caer algún asistente al festival -independientemente de su orientación sexual-, tras ocho días en régimen de sesión continua.
El filme de Tsai Ming-Liang era el único a competición en esta penúltima jornada de su sección oficial. Todo un contraste respecto al miércoles, con dos filmes sobre las tres horas -el alemán "Berlin Alexanderplatz" y el ruso "DAU/Natasha"-, además de "The Road Not Taken", dirigido por Sally Potter e interpretado por el español Javier Bardem.


EL "YO LO VI PRIMERO" BERLINÉS


La película del maestro taiwanés es la segunda de las tres representantes asiáticas en la competición de esta 70 Berlinale. En los días pasados se vio "The woman who ran", del maestro surcoreano Hong Sangsoo, que sedujo a la Berlinale con una película de corte minimalista volcada en la mujer.
El desfile de las 18 aspirantes a los Osos se cerrará este viernes, en que se proyecta "Irradiés", del camboyano Rithy Panh.
"La sensibilidad hacia el cine asiático despertó en la Berlinale antes que en otros festivales. No digamos ya que en Hollywood", comentó a Efe, hace unos días, Mariette Rissenbeek, co-directora del festival junto con el italiano Carlo Chatrian.
El certificado de nacimiento de esa sensibilidad se sitúa en el Oso de Oro que ganó Zhang Yimou en 1987 con "Sorgo Rojo". La mítica película abrió las puertas del festival europeo al cine asiático.
Zhang regresó a competición con filmes como "Happy Times" (2002), "Hero" (2003) o "Una mujer, una pistola y una tienda de fideos" (2010). China ha sido durante años casi omnipresente en los palmarés de la Berlinale -en 2014 obtuvo otro Oro "Black Coal, Thin Ice, mientras que en 2019 ganaron la plata los actores Wang Jingchun y Yong Mei por "So long, my son".
Este año, el primero con Rissenbeek y Chatrian en Berlín, no hay director chino a competición. Estaba prevista la incorporación del gigante asiático, con un gran pabellón, en el European Film Market (EFM). Pero se canceló su presencia por la crisis del coronavirus.
Las tres representantes a concurso son testigo, según Rissenbeek, de la "fidelidad de la Berlinale" hacia Ásia. Al fin y al cabo, la china no es la única cinematografía asiática con "derecho a Oso": en 2007 conquistó el Oro "Tuya's Marriage", rodada en la remota Mongolia. En la nómina de las platas recientes están, entre otros, el surcoreano Kim Ki-Duk -2004- y el filipino Lav Diaz -2016-. EFE
gc/jam/ma
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miércoles, 26 de febrero de 2020

Javier, empaquetado entre mamotretos


Bardem impacta en la Berlinale con su retrato de un hombre roto

Gemma Casadevall

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Berlín, 26 feb (EFE).- El actor español Javier Bardem impactó hoy en la Berlinale con su retrato de un hombre roto, atravesado por culpas del pasado y la demencia actual, en una jornada a concurso marcada por el escándalo en torno a la rusa "Dau/Natasha".
Bardem, junto con sus compañeras de rodaje Ella Fanning y Salma Hayek, recibió la ovación del festival con "The Roads Not Taken". Una película de la británica Sally Potter, cuyo argumento discurre entre México, Grecia y el atronador Nueva York.
"Ha sido una película de digestión difícil", afirmó la cineasta. Trabajaba en este proyecto la última vez que acudió a la Berlinale con un filme a concurso, "The Party", en 2017. En el camino se incorporó en el papel protagonista a Bardem.
"Me vi sumergido en situaciones que por momentos pensaba que no podría dominar", explicó el actor. El Leo que interpreta es un escritor mexicano-estadounidense, en Nueva York desde hace 30 años, padre de Molly -Fanning- y divorciado de Rita -Laura Linney-, que a menudo se ve tratado aún como un inmigrante sin papeles.
Es un hombre de ojos inermes. Su hija le lleva de consulta en consulta, del dentista al oftalmólogo. En su cabeza discurren imágenes del desierto mexicano donde vivió con Dolores -Hayek- o la isla griega donde trató de escribir un libro, además de seguir a una joven de la edad de su hija.
El escritor que quería capturar el mundo con la palabra apenas puede balbucear ahora alguna frase. La desbordada Molly le rescata in extremis de cada confusión en la que cae. En medio surgirá el drama oculto, la culpa, de un hombre roto desde antes de caer en la demencia.
"Los actores tenemos la suerte de poder volver a nuestra vida. Yo regreso siempre a mi familia. Leo también tiene esa oportunidad", explicó Bardem. El actor volvió así a un festival que visitó varias veces como actor y en 2013 como productor de "Hijos de las nubes. La última colonia", un filme comprometido con la causa sahariana.
Ahora acudía con una película de corte muy distinto a la genial comedia pre-brexit que presentó Potter hace tres años. Su equipo, con Hayek exhibiendo temperamento mexicano, un Bardem de sonrisa contagiosa y una Fanning de frescura casi adolescente dio brillantez interpretativa en pantalla y estrellato sobre la alfombra roja.

EL REFUGIADO DE HOY EN EL "BERLIN ALEXANDERPLATZ" DE DÖBLIN

La programación de la Berlinale hizo que "The Roads Not Taken" quedase empaquetado entre las dos películas más densas del festival: un "Berlin Alexanderplatz" de 183 minutos y "DAU. Natasha", de 145. La primera traslada la novela de Alfred Döblin al Berlín actual. Franz -o Francis, interpretado por Welket Bungué- es un africano que ha visto ahogarse en aguas del Mediterráneo a su compañera.
Reinhold, el falso amigo tóxico que le recluta del albergue de asilados y le convierte en "dealer" -traficante-. Mieze, la prostituta de lujo a cuyo cuidado queda tras perder el brazo.
El director afgano-alemán Burhan Qurbani se suma así a la lista de nombres que llevaron al cine a Döblin. Entre ellos, Heinrich George y Bernhard Minetti, en 1931, dos años después de publicarse el libro. O Rainer Werner Fassbinder, con su serie de 1980.
"We are all migrants", era la frase que llevaba estampada en su chaqueta Bungué, actor germano-guineano popular en Alemania. Su filme -repartido en cinco capítulos, como la novela, más un epílogo- fue acogido con simpatía, aunque también escuchó algún abucheo.
Ni la extensión ni la hora en que se proyectó a los medios -08.15, hora berlinesa- eran propicios para los aplausos.

CON RUSIA LLEGÓ EL ESCÁNDALO

La tercera cinta a concurso de la jornada, "DAU. Natasha", dirigida por Ilya Khrzanovskiy y Jekaterina Oertel, llegó a la Berlinale envuelta en secretismos. Se trata de una parte en un proyecto de estos realizadores, que pretenden filmar 13 filmes.
Al de Natasha seguirá, en la sección Berlinale Special, el llamado "DAU. Degeneratsia", que amplía a 355 minutos su extensión.
El filme a competición se sitúa en una academia científica de la Unión Soviética, entre prácticas y torturadores de métodos estalinistas. Su protagonista es una camarera que de acostarse con un científico extranjero pasa a torturada por la policía secreta.
La inclusión de sexo explícito no sería piedra de escándalo en un festival donde, edición tras edición, se ha visto ya mucha exposición de genitales en acción. El problema es que, al parecer, las escenas más drásticas se rodaron sin guion previo.
Es decir, sin conocimiento explícito de su actriz, Natalia Berezhnaya, según avanzaban medios alemanes estos días, a la espera del desembarco del filme y sus directores en Berlín. EFE
gc/icn


DAU, un filme de sexo explícito y tortura, sin guión, en la Berlinale

Gemma Casadevall

Berlín, 26 feb (EFE).- Rusia llegó a la lucha por los Osos de la Berlinale con "DAU/Natasha", un filme radical y hasta excesivo, por extensión y por sus escenas de tortura y sexo explícito, sin guion previo, de acuerdo al dogma de su director, Ilya Khrzhanovsky.
"No hay un texto previo escrito. Todo ocurre sobre la escena. Quien está en ella procede según le dicta su intuición o propósito", afirmó el cineasta en su presentación ante el festival sobre una película que entró en competición envuelta en el secretismo.
"Los que entramos a escena somos dueños de nosotros mismos y de nuestros actos. Sabemos lo que nos hacemos", añadió su protagonista, Natalia Berezhnaya. Una actriz no profesional -era vendedora en un mercado ucraniano-, llegada al cine tras un multitudinario castin.
No había guion para la larga escena de sexo entre Natasha -la camarera de la cantina de un centro secreto soviético- y un científico francés invitado a exponer sus experimentos -Luc Bigé-.
Al sexo con el científico, al que Natasha califica de "dulce", en comparación con su rudo novio, seguirá la tortura en una celda de aislamiento con paredes acolchadas de la KGB.
Un oficial someterá a Natasha a la tortura psicológica; luego la obligará a desnudarse; luego le introducirá una botella en la vagina, simulando un coito. Es su castigo por haberse acostado con un extranjero.
Quien interpreta al hombre de la KGB es Vladimir Azhippo, otro actor no profesional que fue empleado de una cárcel ucraniana.
"DAU/Natasha", de 145 minutos, fue prohibida en Rusia bajo la acusación de difundir pornografía y propaganda. La Berlinale la incluyó en su sección oficial.
Hay una segunda entrega, llamada "DAU/Degeneratsia", de unas seis horas de duración, que se exhibirá también en el festival, aunque fuera de concurso y en la sección Berlinale Special.
"Todos nosotros formamos parte de un proyecto, un colectivo. Quien entra en él lo hace voluntariamente y voluntariamente se incorpora a nuestro viaje", explicó Khrzhanovsky. En "Natasha" ha formado tándem en la dirección con Jekaterina Oertel, miembro de DAU desde hace diez años.
El proyecto en sí mismo es controvertido. Teóricamente desde que empezaron con el experimento han acumulado material para 13 cintas, de extensión diversa. Todas recrean ese centro secreto soviético.
La escenografía juega con elementos arcaicos -especialmente para reproducir los experimentos científicos. La cantina de Natasha es el lugar en que ella y su compañera más joven -Olga Shkabarnya- terminan la jornada profusamente borrachas de vino, cerveza y vodka, a veces salpicadas por peleas a bofetadas y tirones de pelo -"las escenas de agresiones físicas también surgían sin guion", subrayó el cineasta.
La inclusión de sexo explícito no causa ya escándalo en un festival donde desde hace unas cuantas ediciones se han visto ya muchos genitales en acción. Pero rodar escenas drásticas sin guion es otro nivel.
Las cifras que mueve el proyecto son desbordantes. El equipo del cineasta reprodujo para llevarlo a cabo un complejo soviético que existió entre 1938 y 1968. Construyó un monumental estudio de 12 000 metros cuadrados en la ciudad ucraniana de Charkiw.
Los 400 voluntarios integrados en el proyecto debían reproducir ahí esquemas de vida y comportamientos de personas sometidas a regímenes totalitarios. "Natasha" es una parte de esas grabaciones.
El resultado de esos rodajes, completados entre 2009 y 2011, es un cine radical, que su impulsor defiende como análisis de los totalitarismos. En medios rusos -y alemanes- se le atribuye dinámicas sectarias; también aparecieron acusaciones de malos tratos, a las que el cineasta ha quitado legitimidad porque afirma eran "anónimas"

LA FRUSTRADA RECONSTRUCCIÓN DEL MURO

La inclusión de "DAU/Natasha" entre las 18 aspirantes a los Osos de esta 70 edición del festival sigue a la réplica de una parte del muro de Berlín por el centro de la capital alemana que Khrzhanovsky trato de llevar adelante en 2018.
Iba a ser una reproducción parcial y por cuatro semanas de la llamada Franja de la Muerte, el muro que entre 1961 y 1989 partió la ciudad.
Entre unas 900 piezas de hormigón iban a proyectarse las 700 horas de material fílmico acumulado por el proyecto DAU. Finalmente, no obtuvo el permiso de las autoridades berlinesas. EFE
gc/icn
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martes, 25 de febrero de 2020

Probablemente la mejor jornada

Minimalismo surcoreano en una jornada volcada en la mujer

Gemma Casadevall

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Berlín, 25 feb (EFE).- El minimalismo del surcoreano Hong Sangsoo sedujo a la Berlinale, en una jornada volcada en la mujer, tanto por parte de quien acudía como primer representante del cine asiático a concurso como del que planteaba, procedente de EEUU, un alegato en favor del aborto legal
"The woman who ran" -"Domangchin Yeoja", en su título original- brindó 77 minutos de conversación entre cuatro amigas, plagados de sutilezas e ironías, en un Seúl raramente sosegado. "Es un título que expresa un sentimiento. Todas las mujeres de mi filme huyen de algo, de las presiones o de la insatisfacción", explicó Hong.
De acuerdo con la señal de identidad de este director, cada imagen, cada frase responde a un propósito concreto. Sea en una cortés pero implacable discusión entre vecinos, con un gato de protagonista, o en las variaciones sobre idénticas preguntas que se lanzan entre sí las vecinas y amigas.
Cuenta con una merecida complicidad del espectador, que adivinará cada una de las ironías o chistes segundos antes de verlos en pantalla.
Parte de una mujer -Kim Minhee- que visita a sus amigas aprovechando un viaje de negocios de un marido del que no se había separado ni un día en cinco años. Cada una de ellas estará viviendo su propia separación, radical o no, todas ellas en viviendas perfectas donde nunca entró ni entrará una mota de polvo.
"Me acerco tranquilo a las cosas. Hago que las cosas se acerquen a mi trabajo, que vengan a mi", explicó Hong. Con más de 24 filmes a sus espaldas, fue presentado ante los medios del festival como un histórico en la casa. La Berlinale parecía ansiosa por destacar que había descubierto su cine -como el otros surcoreanos- antes de que Hollywood se volcara en el "Parasite" de Bong Joon-ho.
Hong debutó ya en 1996 en la sección Forum con "The Day a Pig Fell Into the Well"; su última incursión a concurso fue en 2017, con "On the Beach at Night Alone", Oso de Plata a Kim Minhee.
Ahora regresó con una película sin apenas rostros masculinos, donde cada minuto cuenta y cada secuencia está medida al milímetro.

ALEGATO SILENCIOSO POR EL ABORTO EN EEUU

El siguiente exponente de cine volcado en la mujer fue "Never Rarely Sometimes Always", de Eliza Hittman. Una película que retrata el viaje de una adolescente embarazada -Sidney Flanigan- desde Pennsylvania a Nueva York.
Le acompaña su prima -Talia Ryder- cajera de supermercado como ella, quien expresará en gestos clave y sin aspavientos, su solidaridad, en un viaje cuyo destino es una clínica abortista.
Hittman, cineasta surgida del festival Sundance, traza un road movie hecho con pocas frases y con una escena que se clavará en el espectador: el rostro de Flanigen mientras responde al cuestionario preceptivo para proceder al aborto.
Las preguntas van de lo sencillo -nombre, edad, cuándo tuvo sexo por primera vez, cuántos hombres se ha acostado en los últimos meses- a lo doloroso -fue sexo consentido, se sintió alguna vez intimidada, ha sufrido alguna vez violación-. Deberá responderlas con los cuatro adverbios del título -"nunca", "raramente", "a veces", "siempre"-.
Cine duro, en un Nueva York donde sí es posible el aborto legal para una menor, pasadas las diez semanas de embarazo y en clínicas atendidas por doctoras y asistentes amables. Ilustrativo de lo que es ese mismo trauma para mujeres que no tienen al lado de una prima o amiga, en lugares donde el aborto está prohibido.

CUENTOS CRUELES EN UN TÓRRIDO VERANO ITALIANO


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Fue una jornada a concurso intensa, completada por "Favolacce", de Fabio y Damiano D'Innocenzo, que acudían a la Berlinale en formato "hermanos Coen italianos", con cuentos brutales.
Sus protagonistas son niños, hijos de padres frustrados, laboral y humanamente. Los adultos parecen empeñados en hacer de ellos clones de su brutalidad y obsesiones sexuales. A la constelación se une un maestro resentido, que pervierte o libera, según se mire.
"No es una venganza generacional", respondió Fabio D'Innocenzo, respecto a la respuesta de esos niños a los imperativos adultos. Son personajes "como los que vemos en la realidad", "adultos con un monstruo en su interior, a punto de estallar", en palabras de Elio Germano, uno de los padres de la película.
Germano había deslumbrado ya en esta Berlinale en "Volevo Nascondermi", centrada en la figura del pintor Antonio Ligabue. Si ahí interpreta a un ser condenado a la marginación social, desde su condición de discapacitado, en el filme de los D'Innocenzo es la mecha incendiaria de un tórrido "ferragosto" italiano. EFE
gc.fch
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lunes, 24 de febrero de 2020

Del extrarradio belga al siberiano Willem



La Berlinale se ríe de los algoritmos del demonio y sufre con los demonios de Ferrara

Gemma Casadevall

Berlín, 24 feb (EFE).- La Berlinale brindó la oportunidad de reirse de los algoritmos del demonio, para pasar a continuación a sufrir bajo el "Siberia" de Abel Ferrara, en una jornada a concurso donde, en lo interpretativo, brilló la actriz alemana Nina Hoss.
"Éffacer l'historique", de los belgas Benoït Delépine y Gustave Kervern, trajo a concurso un factor a menudo escaso en un festival: una comedia entre seres atenazados por la adicción al teléfono móvil y la trampa de sus aplicaciones.
El título remite a algo que no siempre es posible, borrar el historial y las huellas de todo aquello a lo que se dio el "ok". El derecho a olvidar, a hacer que Google suprima un vídeo sexual robado o los créditos suscritos a impacto de la voz sensual de la vendedora online.
"No, no es una película antiamericana", respondió Delépine a la pregunta de si su comedia pretende denunciar el imperio del mal de las multinacionales estadounidense a las que se regalan datos personales. "El diablo de internet no conoce fronteras", apuntó a su lado Kervern.
El dúo de directores belgas regresaba al festival con un filme sin los rostros mediáticos de anteriores incursiones a competición ("Mamouth", en 2010, o "Saint Amour", en 2016, ambas con Gérard Dépardieu).
Sus héroes son habitantes de una comunidad de casas unifamiliares en un extrarradio de provincias, endeudados y enganchados a internet, en todas sus variedades. Viven entre vecinos que fotografían y cuelgan con el móvil la basura del otro, adictos a Netflix, padres cuyos hijos sufren ciberacoso escolar, madres víctimas de la extorsión, también en internet.
"Gente como todos nosotros", resumió Kervern.
Son ciudadanos corrientes, interpretados por actrices como Blanche Gardin y Corinne Masiero, más Denis Podalydés. Rostros sin aditamentos ni maquillaje, que no tratan de disimular ni las ojeras o los rastros del alcohol, capaces de brindar monólogos geniales -como el de Masiero, la adicta a las series.

DELIRIOS SIBERIANOS DE DAFOE

A los vecinos del extrarradio de provincias siguió Willem Dafoe, de nuevo convertido en alter-ego cinematográfico del estadounidense Ferrara. "Siberia", su sexta película juntos, traslada la exploración de la locura a cuevas sombrías y paisajes gélidos.
Dafoe es el hombre perseguido por sí mismo, por las mujeres que amó o creyó amar, por el hermano, por el padre o la madre, que sirve vodka a la escasa clientela de su remota barraca bajo las nieves. Su relación más humana es con los perros que tiran de su trineo.
También a Ferrara se le recibía en la Berlinale como a un viejo conocido, aunque la última vez que compitió por los Osos queda ya lejos: 1996, con "The Addiction".
Su presencia en Berlín se relacionaba con el nuevo director artístico del festival, Carlo Chatrian, exresponsable del festival de Locarno, donde Ferrara recibió en 2011 el Leopardo de Honor.
"Siberia" es un nuevo ejercicio de amistad fílmica con Dafoe, cuyo rostro encaja a la perfección con los demonios de Ferrara.

HOSS, LA INMENSA HERMANA PEQUEÑA

El rostro que acabó ganando la partida en esta jornada fue el de Nina Hoss, actriz mimada por ese festival, ahora con "Schwesterlein"("My Little Sister"), de las suizas Stéphanie Chuat y Véronique Reymond.
Comparte protagonismo con Lars Eidinger, su hermano gemelo en el filme. "Dos seres simbióticos", explicó la actriz.
Una simbiosis entre dos gemelos, ambos inmersos en el mundo del teatro, sobre la que pesa la fecha de caducidad. Sven, el bebé que vino al mundo dos minutos antes que su hermana, sufre leucemia.
Quiere llevar una vez más al escenario su "Hamlet". Pero ni el trasplante de médula ni la terapia posterior en Suiza ni los planes del teatro berlinés donde trabajó toda la vida lo permitirán.
"A algunos directores les parecerá muy escénico llevar a un actor terminal al escenario. A otros les resulta obsceno", explicó Chuat.
El filme no trata de retratar la agonía del enfermo. Se centra en Hoss, esa mujer desbordada y con un marido perfecto, que no puede recurrir a su madre, también teatrera, que siempre fue inservible.
Ni el entorno familiar más óptimo, en cuanto a nivel de ingresos, cultural o de tolerancia ante las excentricidades del hermano sale indemne de la prueba. Hoss absorbe el filme, desde el minuto cero al final, al son de la música de Johannes Brahms y su "Schwesterlein, Schwesterlein". EFE
gc/icn

Dafoe, extensión obediente de Abel Ferrara


Gemma Casadevall


Berlín, 24 feb (EFE).- El actor estadounidense Willem Dafoe acudió hoy a la Berlinale como una "extensión" del director Abel Ferrara, con quien ha trabajado ya en seis ocasiones, la última de las cuales al frente de "Siberia", en la sección oficial a competición.

"Soy un actor obediente", explicó Dafoe ante los medios que siguen el festival. "Soy una extensión de lo que Abel trata de expresar", añadió el intérprete, considerado una especie de "alter ego" fílmico del director.

"Siberia" es una co-producción ítalo-alemana-mexicana, rodada entre paisajes nevados y cuevas lúgubres. Para Dafoe supone un nuevo "desafío", encajado con agrado. "Me gustan las cosas desafíos. Solo así se aprende, solo así se tiene la posibilidad de transformarse", afirmó.

La película de Ferrara, una de las 18 cintas incluidas en la competición oficial de la 70 edición del Berlinale, coloca al espectador ante imágenes a veces tortuosas, a veces bellas, con un Clint -el personaje de Dafoe- recorriendo en procesión sus fantasmas interiores.
Es un personaje en que se mezclan "locura y espíritu de supervivencia", explicó Ferrara. Una película al servicio de la versatilidad de Dafoe, en un entorno siberiano que significa, para el director, "exilio, soledad y lejanía".


INCÓGNITAS RUSAS


El Clint de Dafoe es un hombre perseguido por sí mismo, por las mujeres que amó o creyó amar, incluida una exesposa, por el hermano, por el padre o la madre. Sirve vodka a la escasa clientela que acude a su remota barraca bajo las nieves.

Su relación más humana es con los perros que tiran de su trineo. De su clientela simplemente intuye lo que le piden, ya que no habla su idioma -el ruso-.

También al espectador le corresponde la tarea de tratar de entender. Ferrara optó por no incluir subtítulos en ese idioma -"no me gustan", explicó el director, para añadir que, si su personaje no entiende lo que le dicen tampoco debe hacerlo el público-.

Que ni Clint ni el espectador comprendan esa parte de los diálogos no significa que sean irrelevantes, a juzgar por los comentarios y algunas risas que se escuchaban entre el público o representantes de los medios rusos presentes en la sala.



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EL AMIGO WILLEM

El enigma de esos fragmentos en ruso es solo una de las incógnitas que dejó la película. Ferrara hace discurrir a Dafoe entre imágenes oníricas, delirios y cambios de paisaje, con incursiones desérticas.

El festival recibió a ambos, actor y director, como amigos. En el caso del cineasta, la relación es algo remota, ya que la última vez acudió a Berlín para competir por los Osos queda ya lejos: 1996, con "The Addiction".

Dafoe, en cambio, ha sido una presencia casi constante en los últimas años en ese festival, en el que incluso ejerció como jurado en 2007 y del que recibió un Oso de Oro de Honor al conjunto de su carrera, en 2018.

La de este año es su undécima visita a la Berlinale, nueve de ellas defendiendo una película. La antecesora de "Siberia" a competición fue "The Grand Budapest Hotel", de Wes Anderson, en 2014, que recibió el Premio Especial del Jurado-.

Independientemente de lo que le ocurra a "Siberia" en la lucha por los Osos, la característica sonrisa de oreja a oreja de Dafoe tenía más que asegurada la bienvenida del festival.
Él se mostró simpático y accesible, como siempre se le vio en Berlín. Esta vez, sonriente bajo un enorme bigote e intercambiando guiños de complicidad no solo con los medios, sino con su amigo, Ferrara. EFE
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