lunes, 24 de febrero de 2020

Del extrarradio belga al siberiano Willem



La Berlinale se ríe de los algoritmos del demonio y sufre con los demonios de Ferrara

Gemma Casadevall

Berlín, 24 feb (EFE).- La Berlinale brindó la oportunidad de reirse de los algoritmos del demonio, para pasar a continuación a sufrir bajo el "Siberia" de Abel Ferrara, en una jornada a concurso donde, en lo interpretativo, brilló la actriz alemana Nina Hoss.
"Éffacer l'historique", de los belgas Benoït Delépine y Gustave Kervern, trajo a concurso un factor a menudo escaso en un festival: una comedia entre seres atenazados por la adicción al teléfono móvil y la trampa de sus aplicaciones.
El título remite a algo que no siempre es posible, borrar el historial y las huellas de todo aquello a lo que se dio el "ok". El derecho a olvidar, a hacer que Google suprima un vídeo sexual robado o los créditos suscritos a impacto de la voz sensual de la vendedora online.
"No, no es una película antiamericana", respondió Delépine a la pregunta de si su comedia pretende denunciar el imperio del mal de las multinacionales estadounidense a las que se regalan datos personales. "El diablo de internet no conoce fronteras", apuntó a su lado Kervern.
El dúo de directores belgas regresaba al festival con un filme sin los rostros mediáticos de anteriores incursiones a competición ("Mamouth", en 2010, o "Saint Amour", en 2016, ambas con Gérard Dépardieu).
Sus héroes son habitantes de una comunidad de casas unifamiliares en un extrarradio de provincias, endeudados y enganchados a internet, en todas sus variedades. Viven entre vecinos que fotografían y cuelgan con el móvil la basura del otro, adictos a Netflix, padres cuyos hijos sufren ciberacoso escolar, madres víctimas de la extorsión, también en internet.
"Gente como todos nosotros", resumió Kervern.
Son ciudadanos corrientes, interpretados por actrices como Blanche Gardin y Corinne Masiero, más Denis Podalydés. Rostros sin aditamentos ni maquillaje, que no tratan de disimular ni las ojeras o los rastros del alcohol, capaces de brindar monólogos geniales -como el de Masiero, la adicta a las series.

DELIRIOS SIBERIANOS DE DAFOE

A los vecinos del extrarradio de provincias siguió Willem Dafoe, de nuevo convertido en alter-ego cinematográfico del estadounidense Ferrara. "Siberia", su sexta película juntos, traslada la exploración de la locura a cuevas sombrías y paisajes gélidos.
Dafoe es el hombre perseguido por sí mismo, por las mujeres que amó o creyó amar, por el hermano, por el padre o la madre, que sirve vodka a la escasa clientela de su remota barraca bajo las nieves. Su relación más humana es con los perros que tiran de su trineo.
También a Ferrara se le recibía en la Berlinale como a un viejo conocido, aunque la última vez que compitió por los Osos queda ya lejos: 1996, con "The Addiction".
Su presencia en Berlín se relacionaba con el nuevo director artístico del festival, Carlo Chatrian, exresponsable del festival de Locarno, donde Ferrara recibió en 2011 el Leopardo de Honor.
"Siberia" es un nuevo ejercicio de amistad fílmica con Dafoe, cuyo rostro encaja a la perfección con los demonios de Ferrara.

HOSS, LA INMENSA HERMANA PEQUEÑA

El rostro que acabó ganando la partida en esta jornada fue el de Nina Hoss, actriz mimada por ese festival, ahora con "Schwesterlein"("My Little Sister"), de las suizas Stéphanie Chuat y Véronique Reymond.
Comparte protagonismo con Lars Eidinger, su hermano gemelo en el filme. "Dos seres simbióticos", explicó la actriz.
Una simbiosis entre dos gemelos, ambos inmersos en el mundo del teatro, sobre la que pesa la fecha de caducidad. Sven, el bebé que vino al mundo dos minutos antes que su hermana, sufre leucemia.
Quiere llevar una vez más al escenario su "Hamlet". Pero ni el trasplante de médula ni la terapia posterior en Suiza ni los planes del teatro berlinés donde trabajó toda la vida lo permitirán.
"A algunos directores les parecerá muy escénico llevar a un actor terminal al escenario. A otros les resulta obsceno", explicó Chuat.
El filme no trata de retratar la agonía del enfermo. Se centra en Hoss, esa mujer desbordada y con un marido perfecto, que no puede recurrir a su madre, también teatrera, que siempre fue inservible.
Ni el entorno familiar más óptimo, en cuanto a nivel de ingresos, cultural o de tolerancia ante las excentricidades del hermano sale indemne de la prueba. Hoss absorbe el filme, desde el minuto cero al final, al son de la música de Johannes Brahms y su "Schwesterlein, Schwesterlein". EFE
gc/icn

Dafoe, extensión obediente de Abel Ferrara


Gemma Casadevall


Berlín, 24 feb (EFE).- El actor estadounidense Willem Dafoe acudió hoy a la Berlinale como una "extensión" del director Abel Ferrara, con quien ha trabajado ya en seis ocasiones, la última de las cuales al frente de "Siberia", en la sección oficial a competición.

"Soy un actor obediente", explicó Dafoe ante los medios que siguen el festival. "Soy una extensión de lo que Abel trata de expresar", añadió el intérprete, considerado una especie de "alter ego" fílmico del director.

"Siberia" es una co-producción ítalo-alemana-mexicana, rodada entre paisajes nevados y cuevas lúgubres. Para Dafoe supone un nuevo "desafío", encajado con agrado. "Me gustan las cosas desafíos. Solo así se aprende, solo así se tiene la posibilidad de transformarse", afirmó.

La película de Ferrara, una de las 18 cintas incluidas en la competición oficial de la 70 edición del Berlinale, coloca al espectador ante imágenes a veces tortuosas, a veces bellas, con un Clint -el personaje de Dafoe- recorriendo en procesión sus fantasmas interiores.
Es un personaje en que se mezclan "locura y espíritu de supervivencia", explicó Ferrara. Una película al servicio de la versatilidad de Dafoe, en un entorno siberiano que significa, para el director, "exilio, soledad y lejanía".


INCÓGNITAS RUSAS


El Clint de Dafoe es un hombre perseguido por sí mismo, por las mujeres que amó o creyó amar, incluida una exesposa, por el hermano, por el padre o la madre. Sirve vodka a la escasa clientela que acude a su remota barraca bajo las nieves.

Su relación más humana es con los perros que tiran de su trineo. De su clientela simplemente intuye lo que le piden, ya que no habla su idioma -el ruso-.

También al espectador le corresponde la tarea de tratar de entender. Ferrara optó por no incluir subtítulos en ese idioma -"no me gustan", explicó el director, para añadir que, si su personaje no entiende lo que le dicen tampoco debe hacerlo el público-.

Que ni Clint ni el espectador comprendan esa parte de los diálogos no significa que sean irrelevantes, a juzgar por los comentarios y algunas risas que se escuchaban entre el público o representantes de los medios rusos presentes en la sala.



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EL AMIGO WILLEM

El enigma de esos fragmentos en ruso es solo una de las incógnitas que dejó la película. Ferrara hace discurrir a Dafoe entre imágenes oníricas, delirios y cambios de paisaje, con incursiones desérticas.

El festival recibió a ambos, actor y director, como amigos. En el caso del cineasta, la relación es algo remota, ya que la última vez acudió a Berlín para competir por los Osos queda ya lejos: 1996, con "The Addiction".

Dafoe, en cambio, ha sido una presencia casi constante en los últimas años en ese festival, en el que incluso ejerció como jurado en 2007 y del que recibió un Oso de Oro de Honor al conjunto de su carrera, en 2018.

La de este año es su undécima visita a la Berlinale, nueve de ellas defendiendo una película. La antecesora de "Siberia" a competición fue "The Grand Budapest Hotel", de Wes Anderson, en 2014, que recibió el Premio Especial del Jurado-.

Independientemente de lo que le ocurra a "Siberia" en la lucha por los Osos, la característica sonrisa de oreja a oreja de Dafoe tenía más que asegurada la bienvenida del festival.
Él se mostró simpático y accesible, como siempre se le vio en Berlín. Esta vez, sonriente bajo un enorme bigote e intercambiando guiños de complicidad no solo con los medios, sino con su amigo, Ferrara. EFE
gc/icn
(foto) (vídeo)




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