domingo, 18 de febrero de 2001

Palmarés 2001





Y en eso llegó Martel, Lucrecia


La Intimidades de Chéreau ganaron en Oro en una Berlinale afín al riesgo

Gemma Casadevall 

Berlín, 18 feb (EFE).- "Intimacy", de Patrice Chéreau, ganó el Oso de Oro de la Berlinale por decisión de un jurado internacional que favoreció un proyecto atrevido, como es este controvertido filme de crudo contenido erótico, mientras que dio un premio de consolación al favorito, "Traffic". 
La inmersión de Chéreau en las citas sexuales de una pareja fue la gran vencedora del 51 Festival Internacional de Cine de Berlín, ya que además de conseguir el máximo premio dio a Kerry Fox el Oso de Plata a la mejor interpretación femenina y se llevó también el Angel Azul a la mejor película europea.

Bildergebnis für intimacy chereau berlinale

El Oso de Plata-Gran Premio del Jurado, segundo en importancia de la Berlinale, se fue hacia el ámbito asiático, con "Shi qi sui de dan che" ("Beijing bicycle", de Wang Xiaoshuai), mientras que la danesa "Italiensk for Begyndere" (Italiano para principiantes) se llevó otro Oso de Plata del jurado, sin la mención "gran premio". 
La Berlinale galardonó, asimismo, "La ciénaga", de la argentina Lucrecia Martel, con el premio Alfred Bauer al mejor debut cinematográfico, mientras que Raúl Pérez Cubero, director de fotografía de la española "You`re the one", de José Luis Garci, obtuvo un Oso de Plata a la mejor contribución individual. 
En cambio, "Traffic", aspirante a cinco Oscar y claro favorito también de todas las "quinielas" de la Berlinale, tuvo que conformarse con la plata para el actor Benicio del Toro. 
El jurado, presidido por el estadounidense William Mechanic, optó por lo difícil con su decisión a favor de Chéreau, puesto que la película había suscitado división de opiniones entre la crítica internacional e incluso fue catalogada por algunos de pornográfica. 
"¿Pornografía? ¿Pero dónde estamos? La Berlinale no es el Vaticano", exclamó Moritz de Hadeln, director del festival, en un aparte ante un reducido grupo de periodistas, inmediatamente después de darse a conocer el veredicto. 
Los 35 minutos de sexo tal cual, sin aditamentos ni falso "glamour", del total de 119 minutos del film habían causado cierto desconcierto en la Berlinale. 
Otros consideraban que Chéreau se había quedado meramente en la superficie en su irrupción en las intimidades de dos seres que se sumergen en su sesión semanal de sexo como lobos hambrientos hasta que descubren que ahí hay amor. 
Por si ello fuera poco, el filme se incluyó en la sección a concurso gracias a una cláusula de excepción de Hadeln, ya que según el reglamento de la Berlinale no puede concursar ningún filme proyectado ya en otro festival. 
"Intimacy" se había visto en Sundance, en enero, pero el director de la Berlinale recurrió a una fórmula del reglamento que le faculta para autorizar, a título de excepción, un filme ya exhibido. 
Al jurado no le ha afectado la división de opiniones en torno a ese filme, ya que su decisión fue por unanimidad, como explicaron a EFE dos de sus miembros, el crítico español Diego Galán y el director argentino-brasileño Héctor Babenco. 
"Un festival está para apoyar las películas que necesitan de ese apoyo y no a aquellas que, de por sí, lo tienen todo garantizado", explicó Galán. 
En cambio, la supuesta gran aspirante, "Traffic", no "apareció como tan completa ni indiscutible como otros creían o al menos no lo fue para todos nosotros", continuó Galán. 
El crítico español hizo hincapié en la palabra "unanimidad" y aseguró no estar impresionado por los abucheos recibidos al darse a conocer el veredicto. 
Babenco añadió que, de no haberse alzado ganadora "Intimacy", probablemente el gran beneficiado no hubiera sido el filme de Steven Soderbergh -"nunca estuvo entre los primeros"-, sino "La ciénaga". 
"El filme de Lucrecia Martel se hubiera llevado probablemente un segundo o tercer premio del escalafón del palmarés porque contó con la buena apreciación unánime, pero al aparecer `Intimacy` desbarató esa estructura de premios", explicó. 
Por otro lado, en el reparto de galardones menores se percibía asimismo un gesto de reconocimiento a De Hadeln, quien este año se despide como director tras veintidós años al frente de la Berlinale. 
Para el veterano máximo responsable del festival, el mundo asiático es una "segunda patria cinematográfica" y en este año de despedida había incorporado cinco producciones de ese ámbito entre los veintitrés títulos a concurso. 
Junto al Oso de Plata del jurado a la película de Wang Xiaoshuai -definida como una réplica u homenaje al "Ladrón de bicicletas"-, la taiwanesa "Ai ni ai wo" ("Betelnut beauty") mereció el Oso de Plata al mejor director, Ling Chen-Sheng. 
Asimismo, la protagonista femenina de ese film, Angelica Lee Sinje, se llevó el premio femenino para "nuevos talentos" de interpretación, mientras que el equivalente masculino fue, ex aequo, para Cui Lin y Lin Bin, por el ladrón de bicicletas pequinés. EFE gc/ih/egn/emr

sábado, 17 de febrero de 2001

Adiéu Moritz


De Hadeln pasa página con un festival de alto nivel

Por Gemma Casadevall 


Bildergebnis für moritz de hadeln

Berlín, 17 feb (EFE).- La Berlinale cerrará mañana un capítulo de la historia y dirá adiós a su director, Moritz de Hadeln, quien deja el cargo tras más de dos décadas de gestión con el orgullo de haber ofrecido un festival de alto nivel. 
De Hadeln se ha prometido no caer en la melancolía cuando mañana, con la proyección de "2.001: una odisea del espacio" y el reparto de los Osos, ponga fin a su etapa como "Señor de la Berlinale". 
Nacido en Gran Bretaña en 1940 y formado entre Italia, Francia y Suiza, desembarcó en la Berlinale en 1980 tras recibir una llamada del ministerio alemán del Interior, de quien dependía el festival. 
"Estaba haciendo la siesta y me sobresalté, porque pensaba que ese departamento solo se ocupaba de cosas relacionadas con la RAF (Fracción del Ejército Rojo)", explicó a EFE. 
A la enigmática llamada siguió su contratación y un largo periodo equivalente a "más de cinco legislaturas", dice, durante las cuales han pasado por sus manos más de 700 filmes. 
Sus 22 años de gestión han sido polémicos y le han llovido palos: en los 80 tuvo una "revuelta de directores alemanes" por su supuesta falta de apoyo al cine anfitrión; también se le ha acusado de estar "vendido" a Hollywood y no haber conseguido dar a su festival el "glamour" de su directo rival europeo, Cannes. 
Pero ni siquiera sus detractores negarán que la "era Moritz" se cierra con un festival redondo, donde ha habido lugar para el mejor cine de EEUU -"Traffic"-, producciones arriesgadas -la argentina "La ciénaga"- o de industrias aún en mantillas -la bellísima "Little Senegal"- y, por supuesto, cine europeo -"Intimacy" o "Chocolat"-. 
"Siempre he intentado ofrecer el mejor festival", responde de Hadeln, con una sonrisa de autocomplacencia, a la pregunta de si quiso hacerse un "regalo de despedida" y dar una lección, de paso, a quienes le han achacado en estos años falta de olfato para el cine. 
"Lo que se muestra no depende siempre del director, sino de lo que hay a mi disposición. Esta no ha sido una Berlinale fácil, porque muchas películas han estado a punto en el último minuto y otras sencillamente no estaban disponibles", continúa. 
Otra dificultad añadida fueron los "defectos formales" de su despedida, de los que responsabiliza a Michael Naumann, hasta hace unos meses responsable de Cultura del gobierno alemán. 
"La manera en que se puso fin a mi trabajo tuvo algo de golpe de estado a la soviética", dice de Haldeln, quien recuerda que la decisión de Naumann saltó a la prensa la pasada primavera, desde Cannes, sin serle consultada y ni darle opción a prepararse. 
"Hubiera sido mejor hablar conmigo, concertarlo, contactar con un sucesor...", dice de Hadeln, quien a duras penas puede disimiular su antipatía o rencor por Naumann. 
Al margen de su interés por constatar ese aire moscovita de su cese o de hablar del buen nivel de su última Berlinale, a de Hadeln se le notan ganas de presentar su "cuaderno de buenas notas". 
"Mi máximo logro ha sido sobrevivir", dice en broma, "pero quizás de lo que más orgulloso me siento es de haber abierto la Berlinale a Asia", añade. 
El cine asiático es su "segunda patria cinematográfica" y ello se ha reflejado en la sección a concurso año a año -este 2.001 hay cinco títulos entre 23 concursantes-, especialmente desde que Zhang Yimou se llevó el Oso de Oro con "Hong gaoliang", en 1988. 
Otro de sus logros, dice, es haber "actuado de eje" entre las cinematografías del este y el oeste de Europa y haber superado tanto las dificultades derivadas del aislamiento berlinés, durante la Guerra Fría, como la gran mudanza, tras al caída del Muro. 
"Desde aquí, ahora, todo se ve muy fácil", dice, en alusión a la Potsdamerplatz, el corazón del "nuevo Berlín" y también la actual sede de la Berlinale. 
"Sin embargo, trasladar el festival desde su emplazamiento en los años de división, en el oeste, hasta aquí no estaba exento de riesgos", apunta, en referencia a las incomodidades y algún que otro desliz ocurrido el pasado año, primero tras la mudanza. 
A pesar de que él ya no estará ahí, De Hadeln se muestra convencido de que la Berlinale seguirá siendo un festival de primer orden porque, por mucho que las productoras se gasten millones en otros tipos de promoción, "siempre es más barato concentrarse en un lugar al que acuden 3.500 periodistas". 
Eso sí, no esconde el riesgo derivado de la extensión de nuevas tecnologías, como la digitalización, que impondrán otros métodos de distribución. 
"Internet es más rápido que nosotros y las distribuidoras deberán estrenar sus películas en cuanto estén, sin esperar a un festival", dice, por lo que será más difícil para Berlín, Cannes o Venecia convencer a un productor de que se sujete a su calendario. 
A punto de concluir su "mandato", de Hadeln insiste en que no habrá lágrimas en su adiós ni siquiera en la ovación de gala, cuando caiga el último telón de "era Moritz". 
Sin embargo, esta claro que, en ese momento y por una vez, la "estrella" de la Berlinale no serán los actores o realizadores, sino su director. EFE gc/jdl

viernes, 16 de febrero de 2001

Huraño Sean


Connery aporta un toque de veteranía en una historia de amistad interracial

Gemma Casadevall 

Berlín, 16 feb (EFE).- El actor Sean Connery dio un toque de veteranía de rango internacional a la lucha por los Osos de la Berlinale con "Finding Forrester", una historia de amistad entre un escritor blanco retirado y un chico negro del Bronx, que, además de hacer prodigios en baloncesto, tiene dotes para la literatura.
La película, dirigida por Gus Van Sant, trajo hoy a Berlín un aire de reencuentro entre viejos conocidos, en parte porque su temática recuerda peligrosamente a "El indomable Will Hunting" ("Good Will Hunting") que ese mismo realizador presentó en el festival hace tres años y dio un Oso de Plata a su protagonista, Matt Damon.
Ambos filmes parten de la situación del muchacho talentoso, pero pobre, que sale adelante con la ayuda de un veterano que lucha por él.
"Finding Forrester" aporta a esa temática varios puntos que no tenía su antecesora -como la diferencia racial, por ejemplo- pero se mantiene en la línea del cine "de buenos sentimientos".
Connery acudió a defender la película, de la que además de protagonista es productor, sin Van Sant y acompañado de Rob Brown, el muchacho de 16 años que un día irrumpe en la vivienda de un huraño escritor, jubilado de la literatura y también de la vida.
El actor escocés se presentó en la Berlinale dispuesto a mantener su papel y posó pacientemente con el brazo sobre el hombro de su debutante compañero de reparto, estupendo en su papel de silencioso e inteligente cómplice de un cascarrabias que no sale de casa ni para comprarse calcetines.
Pero la paciencia de Connery se acabó al ver que los flashes de los fotógrafos se prolongaban más allá de los cinco minutos pactados y protestó: "Por favor, esto es una democracia y a mí me fastidia la vista".
Tampoco parecía muy dispuesto a ofrecer un "show" de respuestas simpáticas o brillantes, como el protagonizado el jueves por otro "clásico", Kirk Douglas, quien esta noche recibe el Oso de Oro de la Berlinale al conjunto de su carrera, en una gala donde se proyectará "Senderos de gloria", de Stanley Kubrick.
La única concesión de Connery ante la prensa fue la exhibición de su característico "alzamiento de ceja" y algún que otro chiste cortés a preguntas como cuál es su secreto para ser el hombre más sexy del mundo: "Me temo que me lo llevaré (el secreto) a la tumba", contestó.
A Connery se le perdonó la falta de entusiasmo y se le festejaron cada una de sus ironías, de la misma manera que a "Finding Forrester" se le disculparon las referencias al anterior film de Van Sant.
El detalle de incorporar al final a Matt Damon -que repite, además, su papel de "El indomable Will Hunting"- se tomó como un guiño al espectador, como la ocurrencia de ilustrar un viejo libro del escritor -Connery- con una fotografía rescatada de sus tiempos de James Bond.
A pesar de su parquedad, el veterano actor escocés llenó con su presencia la Berlinale y protagonizó la más concurrida conferencia de prensa de este festival, ya que atrajo a más periodistas que el hasta entonces "récord" de asistencia, Kirk Douglas.
"Finding Forrester" compartió jornada con la única representante alemana en competición, "My Sweet Home", un filme dirigido por el griego Filippos Tsitos que pretende dar una imagen del Berlín multiétnico y multicultural de hoy.
Este largometraje cuenta el ir y venir de una pareja -él, estadounidense y ella, alemana- que no sabe si quiere casarse o no y monta una improvisada fiesta en un bar con unos personajes que parecen querer reflejar el mapamundi, ya que entre ellos se encuentran un brasileño, dos rusos, un marroquí, una griega o dos japoneses.
El filme tiene alguna escena simpática y la intención de representar a la constelación humana de los grandes núcleos urbanos, poblados por "personas que han perdido el sentido de la orientación y no saben a ciencia cierta si su país y su hogar es el que dejaron o aquél donde tienen a sus amigos", explicó Tsitos. EFE gc/cv/bjm/acm


De 1927 a 2001





La Berlinale se olvida del cine de hoy para sumergirse en Metròpolis

Por Gemma Casadevall 

Berlín, 16 feb (EFE).- La Berlinale se olvidó por unas horas de su propósito de mostrar lo más nuevo del cine para sumergirse en "Metrópolis", la obra maestra de Fritz Lang, que el festival alemán recuperó en la versión más extensa y fiel al original que se ha visto en los últimos setenta años. 
Alrededor de un millar de espectadores se sumaron anoche al núcleo de privilegiados que, en 1927, asistieron el estreno de esta joya del cine mudo alemán tal y como la quiso hacer Lang. 
La proyección de la versión reconstruida de "Metrópolis" gracias a la técnica digital fue al apogeo del homenaje al genio de Lang de esta 51 Berlinale, cuyo programa incluye una exhaustiva retrospectiva del cineasta. 
El Berlinale Palast, corazón del festival, se llenó a rebosar para ver esa filigrana técnica con un nueva banda musical, interpretada en directo por la Orquesta Sinfónica de la Radio berlinesa. 
Se trataba de una ocasión única para contemplar un "Metrópolis" lo más parecido posible al que filmó Lang entre 1925 y 1926, ya que desde 1927 y hasta ahora las copias que se pueden ver en filmotecas, televisión o vídeo corresponden a versiones posteriores a la "amputación" que sufrió por razones comerciales. 
Al original de Lang, con 153 minutos de duración y 4.189 metros, se le recortó una cuarta parte tras su estreno, en Berlín, porque a sus productores de Ufa les parecía excesivamente larga e imposible de comercializar dentro o fuera de las fronteras alemanas. 
La producción más cara de la historia del cine alemán de la época quedó no solo rebajada en cuanto imágenes, sino también en contenido -se quitó parte del texto, por atribírsele "tendencias comunistas"-, pero lo peor del caso fue que se destruyó el original. 
La Berlinale de este 2001 tuvo el honor de retroceder en el tiempo hasta 1927 para presentar un producto fruto de años de investigación a cargo de Enno Patalas, al que se califica de "detective del cine". 
El millar largo de berlineses e invitados internacionales se sentaron en el Berlinale Palast con una mezcla de veneración y curiosidad ante el prodigio, para soltarse progresivamente a la espontaneidad a lo largo de los 147 minutos de proyección -6 menos que el original, a pesar de todo-. 
Por mucho rigor histórico y ánimo general de homenaje, más de uno no pudo evitar soltar risas en los momentos más dramáticos de la película ante la gesticulación propia del cine mudo y algunos "efectos especiales", que al espectador de hoy le provocan cierta dosis de hilaridad o ternura. 
La orquesta, colocada "a pie de pantalla" para interpretar la nueva banda obra del compositor berlinés Bernd Schultheis, daba al conjunto más aire de solemnidad todavía, pero el público también necesitó su tiempo para acostumbrarse a la presencia de unos músicos "intrusos" e ignorar el crujir del paso de sus partituras. 
A pesar de esos detalles distorsionadores, el "Metrópolis" reconstruido arrancó una ovación entusiasta e iluminó los rostros más cansados de críticos y profesionales, algo fatigados ya en la recta final de un festival con más de 680 películas dentro. 
El aplauso final se dirigía tanto a la labor de Patalas, como a la posterior de Martin Koerber, el responsable del montaje último y de la incorporación de prodigios digitales que han permitido a "Metrópolis" recuperar la nitidez perdida con el paso del tiempo. 
Patalas consiguió tener prácticamente montado su rompecabezas de fragmentos y partituras, casi milimétricamente fiel, en 1986. 
El equipo de Koerber ha continuado el trabajo hasta enriquecer visualmente ese conjunto y recuperar el máximo el trabajo de los cámaras de entonces, Karl Freund y Günter Rittau. 
La rebelión de los esclavos humanos y la avalancha que se abate sobre la visionaria metrópolis creada por Lang y su esposa, Thea Von Harbou, revivieron así para la Berlinale. 
La exhibición de este clásico se enmarcó en la retrospectiva de completa de Lang, el director más emblemático de la República de Weimar de entreguerras, quien se exilio a Hollywood tras la irrupción en el poder de Hitler. 
No es que fuera un "perseguido" del nazismo -el Tercer Reich le ofreció un puesto de dirección para la industria del cine y su esposa ingresó en el partido nazi-, pero Lang sintió que no era en esa órbita donde quería plasmar su genio. 
El ciclo ha discurrido simultáneamente al festival, aunque el homenaje al cineasta empezó antes de la apertura de la Berlinale -el 7 de febrero- y se prolongará también más allá del cierre de éste -el domingo-. 
Desde enero y hasta abril, el Museo del Cine de Berlín exhibe una exposición monográfica, confeccionada con material de su propio fondo museístico, que recorre toda su obra, desde los visionarios "Dr. Mabuse" o "Mujer en la Luna", a su estancia en Hollywood y su retiro del cine, en los 60, así como su fugaz reaparición, de la mano de Jean-Luc Godard, para "El desprecio". EFE gc/mcd/pq


miércoles, 14 de febrero de 2001

Cine carnal



Chereau asombra con su irrupción en intimidades de sexo explícito

Por Gemma Casadevall 

Berlín, 14 feb (EFE).- El francés Patrice Chéreau desconcertó en la Berlinale con "Intimacy", una película de amor con muchas dosis de sexo explícito, mientras la polaca "Weiser" causó perplejidad por la oscuridad de un contenido que ni siquiera consiguió desentrañar su director, Wojciech Marczewski.
Los 35 minutos de sexo tal cual, sin trampa ni cartón ni atisbos de "glamour", del total de 119 minutos que dura la película, marcaron el paso de "Intimacy" por Berlín y probablemente también sus posibilidades de estreno en salas comerciales de ciertos países.
Chéreau tuvo que invertir buena parte de su rueda de prensa en explicar que la película "no va de sexo", sino de la relación entre un hombre y una mujer que cada miércoles se encuentran en un subterráneo de Londres para mantener una relación meramente carnal, sin hablarse ni intentar saber nada el uno del otro.
"Mi película se llama intimidad y va de eso", argumentó hoy, miércoles, el director francés, tras el pase de su largometraje para la prensa de la Berlinale.
"Hay sexo explícito, porque ese es el modo de comunicación entre ambos personajes, por lo menos hasta que se rompe ese pacto de silencio y uno busca saber más del otro", prosiguió.
Pero Chéreau no pudo evitar que, al margen de alguna pregunta a la "secundaria de lujo" que le acompañaba, la ex-musa de los Rolling Stones Marianne Faithful, prácticamente todas las cuestiones se refirieran a supuestos toques pornográficos -en opinión de algún periodista estadounidense- u otros aspectos epidérmicos del film.
Basada en la novela del mismo título de Hanif Kureishi, "Intimacy" recorre una relación que empieza como un desfogue sexual semanal entre dos adultos -ambos, padres de familia- para desembocar en confrontación, con un drama de Tennessee Williams como trasfondo.
Las escenas amorosas y también el hecho de que las imágenes más explícitas corresponden al sexo masculino -y no al femenino, como es habitual- hicieron mella en la Berlinale.
"Mi cuerpo no es perfecto, como tampoco lo es el suyo", respondió Chéreau, a la pregunta de una periodista acerca de por qué no dio algo más de "glamour" a su actriz -Kerry Fox-, frente al innegable atractivo físico de su amante -Mark Rylance-.
"Yo no hago cine con maniquíes como Claudia Schiffer, sino con personas de verdad, reales, como usted o como yo", dijo el director.
Chéreau trató de deshacer esos malentendidos y también los derivados de su decisión de rodar en inglés, y no en francés.
"No creo que el cine de amor sea una `specialité` francesa. Soy un director europeo y elijo el idioma en función del lugar en que transcurre mi historia", dijo Chéreau, quien hizo gala de sus dotes políglotas al responder alternativamente en su idioma natal, en inglés o en alemán, además de recordar que también habla español.
Al margen de esos equívocos, "Intimacy" dejó la sensación de haberse quedado a medio camino o, cuando menos, algo por debajo de la gran película que hubiera podido ser, a juzgar por la novela en que está basada y el microcosmos de personajes que surgen fuera de las paredes del subterráneo londinense.
Chéreau no consiguió un film redondo, pero sí dejó claro cuál era el mensaje de la producción con que compite en esta Berlinale.
"Weiser", en cambio, dejó una estela de confusión y hasta de impaciencia por la sobredosis de oscuridad de su contenido.
La película de Marczewski parte de los intentos de un adulto de desentrañar la enigmática desaparición, treinta años atrás, de un compañero de escuela, un niño judío marginado y vapuleado.
Ambos, el desaparecido y el que ahora le busca, pertenecían a un quinteto de chicos que se dedicaba a provocar explosiones con munición hallada en un antiguo arsenal y fue precisamente en una de esas detonaciones donde se "evaporó" aquél.
La película de Marczewski refleja el "antisemitismo latente, no virulento" -en palabras del director- que persiste en la sociedad polaca de hoy.
Pero, al margen de ese mensaje, no desvela qué ocurrió con ese muchacho, cuya última imagen le muestra entre descargas explosivas, o con la niña que fue su cómplice de malignos juegos infantiles.
"No todas las preguntas tienen respuesta. Si yo la tuviera para ésta, el final de mi película hubiera sido otro", fue la explicación de Marczewski.
La jornada de la sección oficial de la Berlinale se completó con la exhibición, fuera de concurso, de la película de Emir Kosturica "Super 8 Stories", un documental sobre la banda musical fundada por él mismo en 1986, de la que su hijo Stribor es el "cerebro".
El film es exactamente lo que sugiere el título: un reportaje con aire de fiesta familiar con diversas actuaciones y giras del grupo, bautizado como "No Smoking", intempestivas broncas de camerino entre sus miembros y algún toque "social" sobre la situación en Serbia, el polvorín de los Balcanes. EFE gc/dm/bjm/cbm

lunes, 12 de febrero de 2001

La sutileza no es lo suyo


Spike Lee desembarca en la Berlinale con una nueva muestra de cine negro militante

Por Gemma Casadevall 

Berlín, 12 feb (EFE).- "Bamboozled", el último exponente de cine "negro militante" de Spike Lee, y "Joint security area", sobre el conflicto intercoreano, dieron hoy el toque político a la Berlinale con dos perspectivas opuestas sobre las posibilidades de superar -o no- las fronteras entre vecinos.
Ocho años después de pasear con éxito en Berlín su "Malcolm X" -Oso de Plata al actor Denzel Washington, en 1993-, Lee regresó con otra dosis de denuncia contra el racismo en Estados Unidos.
Su historia no gira esta vez en torno a un héroe de la comunidad negra, sino a un guionista de color necesitado de diseñar un producto capaz de disparar los índices de audiencia de una cadena de televisión.
Pero su intención sigue siendo la de entonces: mostrar la "opresión permanente de un pueblo, 400 años después de la abolición de la esclavitud", según palabras del director.
Con ese mensaje presentó Lee su "Bamboozled", una película rodada con técnica digital por razones de presupuesto, porque, según el director, no se encontró un productor dispuesto a arriesgar más dinero en el proyecto.
Los imperativos económicos no han estropeado el producto, sino todo lo contrario, ya que en el aire experimental y "barato" del filme está precisamente su mayor encanto.
Al máximo representante del cine afroamericano se le aguardaba en Berlín con escepticismo, ya que su película fue recibida en su país con críticas de exagerada y excesivamente brutal.
Esta fue también la impresión que dejó en Berlín, sobre todo por el baño de sangre en que acaba la idea del guionista de resucitar los antiguos shows de actores con el rostro embadurnado de negro, inmensos labios pintarrajeados "de rojo amapola" y bailando claqué en los campos de algodón para divertir a los blancos.
Lee se defendió de quienes le acusan de haber exagerado el tono y ser poco sutil -por no decir dogmático-, con una arriesgada comparación entre la situación de los negros y la persecución nazi.
"En mi país oigo a diario cientos de veces la palabra Holocausto y a nadie le parece excesivo. ¿Por qué debo justificar ahora que vuelva a tratar de la opresión de otros pueblos?", dijo Lee.
El realizador entró igualmente en terreno pantanoso al ser preguntado sobre uno de sus personajes, una relaciones públicas, de ascendencia judía, a la que se adjudica la misión de poner remedio a la indignación que causa el "show" entre los negros.
"No hay ninguna regla que obligue a presentar a un judío como un ser cien por cien perfecto", fue la respuesta de Lee, que a pesar de ello dio la sensación de antisemitismo mejor o peor disimulado.EFE
gc

viernes, 9 de febrero de 2001

Brigadistas de la Guerra Civil española


"Extranjeros de sí mismos", aire de veracidad en la Berlinale

Por Gemma Casadevall 

Berlín, 9 feb (EFE).- Los españoles José Luis López-Linares y Javier Rioyo trajeron a la Berlinale el rostro más humano y veraz de la guerra, con "Extranjeros de si mismos", un documental sobre los voluntarios extranjeros que combatieron en la Guerra Civil y los españoles que lo hicieron en Stalingrado. 
Los recuerdos de los italianos que llegaron para "morir por el fascismo", de los británicos o mexicanos que querían defender la República y de los españoles que, aún en plena posguerra, se colocaron el uniforme alemán para luchar con los nazis, forman el reportaje de 84 minutos de este tándem de documentalistas. 
Los muchachos de entonces, hoy abuelos, reconstruyen ante la cámara los momentos más duros de la guerra, el frío ruso o el hambre en las trincheras, y también anécdotas, así como sus tanteos con las chicas que los recibían como héroes. "Es una historia de perdedores, ya que esos voluntarios regresaron a sus casas derrotados, bien porque en Italia ser fascista ya no era un honor, fuera por los aviones de la Legión Cóndor o por las tropas soviéticas", explicó López-Linares tras el primer pase en la Berlinale, el jueves por la noche. 
"Extranjeros de sí mismos" se proyectó en Panorama, la primera sección de la Berlinale fuera de concurso, ante un público joven que acogió con aplausos la película y mostró su interés por entrar en los "secretos" del filme en el coloquio posterior. 
Rioyo se presentó como "el encargado de la parte técnica" del tándem -fotografía, cámara, etc.- y adjudicó a su compañero las "funciones periodísticas", reparto que el aludido matizó al decir que "tras 20 años juntos uno ya no sabe quién hace qué". De su trabajo en común han surgido documentales como "Asaltar los cielos", que tuvo también su estreno en la Berlinale hace cuatro años, y el más reciente "A propósito de Buñuel". 
Tras los 84 minutos de "Extranjeros de sí mismo" se esconden más de 60 horas de rodaje "por medio planeta", explicó López-Linares, desde México y Estados Unidos a Rusia, París y Londres. 
A lo largo de dos años, los reporteros han "visitado" en sus casas a brigadistas internacionales británicos, franceses y mexicanos y han seguido a los antiguos fascistas italianos en sus "peregrinaciones nostálgicas" al Valle de los Caídos y Guadalajara. 
Para el público berlinés, lo más destacable es la naturalidad con que los personajes dan rienda suelta a expresiones "políticamente incorrectas", como el ex-fascista que proclama su fascinación por la guerra -"ahí aprendí a fumar, a beber y a joder..."-. 
"No todo es tan espontáneo. Hay quien te quiere matar cuando le hablas del proyecto y luego, con horas de charla, mintiendo y engañándole un poco, acaba soltando lo peor o lo mejor que llevan dentro...", aclaró López-Linares, quien confesó que esperaba que algunos de esos entrevistados no vaya a ver nunca el film. 
Otro asistente preguntó por qué, en lugar de presentar tres grupos de personas -fascistas italianos, brigadistas internacionales y División Azul-, no se había pensado hacerlos dialogar. 
"La verdad es que tuvimos esa intención, pero vimos que hubiera sido como una película de Walt Disney, todos abrazándose y llorando...", admitió, Rioyo entre las risas de los asistentes. 
Alguno sorprendió por su desconocimiento del pasado alemán al preguntar por qué la película se cierra con una canción "fascista" y no del bando rojo, en alusión al "Lili Marlene" de Marlene Dietrich. 
López-Linares corrigió a su interlocutor y dijo que esa pieza, aunque fue usada por la propaganda nazi, no pertenecía a ese bando y que Dietrich -a quien ciertos alemanes no perdonaron nunca que abandonara la Alemania nazi- la cantaba para los aliados. 
Tras el coloquio, el realizador español expresó a EFE su extrañeza por esas "lagunas de conocimiento", pero en conjunto se mostró satisfecho por el interés generado por su película. 
"En general, y más en un festival como éste tan cargado de películas, la gente se va en cuanto acaba la proyección para meterse en la siguiente. Aquí se han quedado más de la mitad hasta el final del coloquio y cuando éste se cerró, por cuestión de tiempo, aún había preguntas en el tintero", dijo. 
"Extranjeros de sí mismo" sólo se había proyectado hasta ahora en el Festival de Cine de Valladolid, en octubre, y según López-Linares se espera su próximo estreno en las salas comerciales. 
"Para nosotros, un documental es como un film de ficción: algo que se produce para pasar por todos los circuitos comerciales, sean cines o televisión. No es un reducto para cinéfilos", añadió. EFE gc/ih-op

miércoles, 7 de febrero de 2001

El guapo francotirador Jude

Gemma Casadevall

Berlín, 7 feb (EFE).- La 51 edición de la Berlinale se estrenó con "Enemy at the Gates", una película de amor y guerra con aires de "cine de toda la vida", anunciada como el filme más caro jamás rodado en Europa, pero que tiene el sabor de producto hollywoodiense. 
El duelo entre dos tiradores de precisión -un inexperto soldado soviético y un oficial alemán cargado de condecoraciones-, en el Stalingrado acosado por los nazis, abrió el fuego cinematográfico del Festival Internacional de Berlín. 
Para su director, Jean-Jacques Annaud, la película es el resultado de la afición de sus años estudiantiles "por el cine épico ruso" y un intento de reflejar la guerra desde "una perspectiva íntima de unas personas en conflicto", según explicó en la conferencia de prensa posterior al pase de la película.



Annaud se propuso filmar una nueva versión de la más sangrienta derrota de las tropas nazis y "levantó" para ello un nuevo Stalingrado en las inmediaciones de Berlín, entre los remozados estudios Babelsberg y algunos escenarios naturales del estado de Brandeburgo. 
"Elegí Berlín para el rodaje entre un total de otras 18 posibles candidatas, entre otras cosas porque así tuve oportunidad de contar con numerosos extras alemanes y emigrantes rusos", continuó el director. 
De Alemania procedió, asimismo, el 70 por ciento del capital necesario para una coproducción franco-germana-estadounidense presupuestada en 90 millones de dólares. 
Pero ni los escenarios, ni el dinero alemán, ni los extras han sido suficientes para borrar del resultado final la sensación de que es una tópica "visión made in USA" de los 180 días de acoso de Hitler a la ciudad de Stalin. 
El reparto de protagonistas está formado por guapos y guapas del firmamento estadounidense: Jude Law, en el papel de tirador ruso; Joseph Fiennes, como su rival de amores; Rachel Weisz, en el de la chica en liza. 
El tirador de elite nazi es un frío y marcial Ed Harris que paladea vino del Rhin, mientras un genial y casi caricaturesco Bob Hoskins, en el papel de Kruschev, apremia a sus subordinados a gritos de: "Podemos permitirnos el lujo del caviar y del vodka, pero no de perder el tiempo". 
Para el espectador alemán, en "Enemy at the Gates" hay pocos trazos germánicos y mucha atmósfera de lo que, durante décadas, han sido las producciones norteamericanas sobre la II Guerra Mundial. 
"No he puesto actores alemanes interpretando a nazis o a rusos para los soviéticos porque quería huir de clichés engorrosos y también por razones de idioma, ya que quería una película de habla inglesa, sin acentos poco naturales", se justificó el director. 
Además del poco sabor europeo y el exceso de convencionalismos, en la película de Annaud se echa de menos la intensidad de títulos anteriores del director, como "El nombre de la rosa". 
"Enemy at the Gates" toma el duelo entre los dos tiradores de precisión enemigos como referente para el otro gran combate entre Hitler y Stalin. 
Coloca, además, a dos compañeros de filas al borde de la traición a su amistad y a la bandera, por culpa de la mujer que -lógicamente- prefiere al guapo héroe de ojos azules que es Law, frente al galán en la retaguardia que interpreta Fiennes. 
Pero, finalmente, toda la encrucijada de conflictos personales y guerreros se queda en el terreno de lo más "previsible" dentro del género bélico, con atisbos de duelo entre "cow-boys". 
Annaud acudió a Berlín acompañado de Law, Hoskins y Weisz y su conferencia de prensa, la primera de esta Berlinale, entró también en el terreno de lo más habitual. 
Todos los actores hicieron gala de estar "encantados" con el "honor" de haber trabajado en ese filme, mientras Annaud, a su vez, manifestaba su admiración por sus intérpretes. 
"Enemy at the Gates" inauguró la Berlinale, pero su proyección tenía solo carácter de exhibición, ya que la fase de competición se abrirá mañana, jueves, con "La ciénaga", de la argentina Lucrecia Martel, a la que seguirá "Traffic", con Michael Douglas. EFE gc/dm/mt/cbm

martes, 6 de febrero de 2001

La previa

El duelo de Stalingrado abre la batalla por el Oso

Gemma Casadevall 

Berlín, 6 feb (EFE).- El 51 Festival Internacional de Cine de Berlín abre mañana sus puertas con "Enemy at the Gates", una costosa superproducción europea sobre la batalla de Stalingrado, a la que seguirá el desfile de las 23 aspirantes a los Osos berlineses. 
Un duelo bélico y amoroso entre dos tiradores de elite -un soviético y un alemán-, en el marco histórico de la derrota hitleriana, inaugurará el miércoles la Berlinale, cuyos platos fuertes serán "Traffic", de Michael Soderbergh, y el estreno de "Hannibal", de Ridley Scott. "Enemy at the Gates", la película más cara jamás rodada en Europa -90 millones de dólares-, ha sido dirigida por Jean-Jacques Annaud y filmada en las inmediaciones de la capital alemana, pero acude a la Berlinale fuera de concurso. 
La ronda a competición se inicia el jueves con "La ciénaga", la ópera prima de la cineasta argentina Lucrecia Martel, que compartirá jornada con "Traffic" con Michael Douglas y Catherine-Zeta-Jones. 
La película de Soderbergh, junto a "Bamboozled" de Spike Lee, y "Forrester" de Gus Van Sant, son las tres aspirantes de Estados Unidos, frente a un total de trece filmes europeos -entre ellos, el español "You`re the One", de José Luis Garci-, cinco asiáticos y uno africano, "Little Senegal". 
La presencia de cine estadounidense es numéricamente baja, pero ello no implica que la Berlinale renuncie a su desfile de estrellas. 
Ahí estarán dos ex James Bond: Sean Connery, en "Forrester", y Pierce Brosnan, en la británica "The Tailor of Panama". 
También por parte británica, "Chocolat", de Lasse Hallstroem, traerá a Johnny Deep y Juliette Binoche; "Wit", de Mike Nichols, a Emma Thompson, y "The Claim", de Michael Winterbottom, incorpora a Nastassia Kinski. 
También fuera de concurso llegarán "Hannibal" -segunda parte de "El silencio de los Corderos"-, así como "Quills", de Philip Kaufman, con Kate Winslet poniendo su cuerpo al servicio de las obsesiones del Marques de Sade. 
El pase de "Hannibal" se anuncia como la primera ocasión de descubrir la nueva dosis de canibalismo de Anthony Hopkins, aunque para cuando llegue a Berlín ya se habrá visto en Estados Unidos. 
La 51 edición del festival será la última que dirija Moritz de Hadeln, quien se despide tras 22 años en el cargo entre críticas por el escaso papel que da al país anfitrión -solo una película alemana, "My Sweet Home", dirigida por el griego Filippos Tsitos. 
El director de la Berlinale asegura que no ha encontrado nada más en el ámbito germano listo para ser programado y ha compensado ese vacío local con abultada presencia de otras filmografías europeas. 
Además de las citadas producciones británicas y la española de Garci, estarán a concurso tres francesas -"Felix et Lola", de Patrice Leconte, "Intimacy", de Patrice Chereau, y "A ma soeur", de Catherine Briellat- así como dos italianas -"La fate Ignoranti", de Ferzan Ozpetek, y "Malena", de Giuseppe Tornatore-. 
Completan el ámbito europeo la polaca "Weiser", de Wojciech Marczewski, y la danesa "Italiensk for Begyndere", de Lone Scherfig. 
La "segunda patria" cinematográfica de de Hadeln, el cine asiático, contará con cinco aspirantes a premio: la china "Beijing Bicycles", la taiwanesa "Bettelnut Beaty", las japonesas "Chloe" y "Nue", así como la surcoreana "Gong Dong Kyung". 
Para el veterano director de la Berlinale del ámbito asiático es de donde llegan las producciones más innovadoras e interesantes. 
Sin embargo, el reparto de Osos no le compete a él, sino a un jurado encabezado por el estadounidense William M. Mechanic, entre cuyos miembros están la actriz Jacqueline Bisset, el director argentino residente en Brasil Héctor Babenco y el crítico español Diego Galán. 
Además de la sección oficial, la Berlinale incluye cerca de 700 filmes con carácter de exhibición en sus diferentes apartados, entre las que se incluyen quince representantes del ámbito iberoamericano. 
Panorama mostrará las españolas "Anita no perd el tren" -Ventura Pons-, "Las razones de mis amigos" -Gerardo Herrero-, y "Extranjeros de sí mismos" -Javier Rioyo y José Luis L. Linares-; las brasileñas "Latitude Zero" -de Toni Venturi- y "Memórias póstumas" -de André Klotzel- y la argentina "Sólo por hoy" -de Ariel Rotter. 
También en Panorama se verán los cortos "El séptimo día", de Gabriel Lichtmann (Argentina), "Los Rebeldes", de Ariane Kessissoglou (Cuba), "Palíndromo" de Philippe Barcinski (Brasil), y "Lo básico", de José García Hernández (España). 
Forum incluirá "Tocá para mí", del argentino Rodrigo Fürth, y "Crónica de un desayuno", del mexicano Benjamín Cann. 
Finalmente, el Festival de Cine Infantil, lleva a concurso tres cortos iberoamericanos: los españoles "La nota final", de Maite Rivera Carbonell, y "Lalia", de Silvia Munt y el brasileño "O branco", de Angela Pires y Liliana Sulzbach. EFE gc/dm-op



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