sábado, 14 de febrero de 2004

Argentina, Colombia y un germano-turco llamado Fatih


El cine joven alemán y América Latina acapararon el palmarés

Gemma Casadevall

Bildergebnis für fatih akin berlinale 2004




Berlín, 14 feb (EFE).- El cine joven de Alemania y Latinoamérica acumuló los Osos de la Berlinale, con el Oro para el turco-alemán Fatih Akin, y la Plata (Premio Especial del Jurado) para la argentina "El abrazo partido" de Daniel Burman. 
El film coronado mejor película de la Berlinale, "Gegen die Wand", una historia de amor entre desesperados, se llevó el máximo premio del Festival, que se rindió a las nuevas voces procedentes de Latinoamérica, como el director argentino Daniel Burman, cuya película partía como una de las favoritas en la carrera por los Osos. 
Los premios a los mejores actores fueron también para protagonistas del joven cine latinoamericano, Daniel Hendler actor principal de "El abrazo partido", la colombiana Catalina Sandino-Moreno, protagonista de "María, llena eres de gracia", quien obtuvo el premio conjuntamente con la impactante "Charlize Theron, de "Monster" (EEUU). 
El film sobre esa María convertida en "mula" -o correo de la droga de Colombia a EEUU- dirigida por el debutante estadounidense Joshua Marston, se llevó asimismo el premio creado en memoria del fundador del Festival, Alfred Bauer, por su aportación a las nuevas perspectivas del cine. 
El jurado de la Berlinale, presidido por la actriz y musa del cine independiente estadounidense Frances McDormand, ignoró a los maestros que concurrían en el Festival -como Ken Loach y Theo Angelopoulos-, en beneficio del coreano Kim Ki-Duk, Oso de Plata al mejor director por "Samaria". 
Asimismo se quedaron sin premio otros presuntos favoritos, como Patrice Leconte, cuya "Confidences trop intimes" lideraba las quinielas de los críticos. En cambio, la sueca "Om jag vaender mig om", de Bjroen Runge, de la que dejó de hablarse en cuanto se proyectó, se llevó otra Plata por el "extraordinario valor artístico" del film. 
Este film, representante de la escuela "dogma" escandinava, obtuvo asimismo el "Angel Azul" a la mejor película europea. 
"Hemos premiado cine joven y valiente, que es el espíritu que mueve el cine", explicó el director alemán Peter Rommel, miembro del jurado, tras conocerse el reparto de premios. 
El cine arrancado de la vida y rodado cámara al hombro -en unas galerías comerciales venidas abajo de Buenos Aire, en el caso de Burman, o entre Ecuador, Colombia y EEUU, en el de Marston-, representa a esa generación actual, de la misma manera que lo hace la alemana "Gegen die Wand". 
Joven es el cine representado por Akim, un germano-turco como los protagonistas de su película, quien la noche anterior a los veredictos estuvo actuando de "pincha discos" hasta altas horas de la madrugada, en una fiesta preludio del éxito de este sábado. 
Burman llevaba también días "oliendo" un galardón, tras la magnífica acogida de la Berlinale a su película, lo que le llevó a cambiar el billete de regreso a Buenos Aires -previsto para el viernes- para quedarse en la capital alemana hasta el final del Festival. 
Con la Plata compartida a Catalina Sandino-Moreno y Charlize Theron se premió la interpretación de "dos actrices jóvenes, que impactan por la mirada fresca, la primera, y por el dramatismo agudo, la segundo", explicó la directora etíope Maji-da Abbi, asimismo miembro del jurado. 
Los premios a producciones procedentes de Argentina -dos Plata para Burman, más otra a la película de Marston- son "el justo merecimiento a una manera de luchar por el cine", que va más allá de un "interés político" de la dirección del Festival, que había convertido a Latinoamérica en plato fuerte de la presente edición. 
"Somos un jurado independiente" y "no hemos dado a Akim el Oro que el pasado año se escapó a Wolgang Becker", comentó otro de los siete integrantes de ese gremio -que pidió no ser citado por su nombre-, a la pregunta de por qué el máximo premio al cine alemán. 
El Oso a "Gegen die Wand", una película que no contaba en las quinielas para los premios, se interpretó por algunos presentes como un regalo de "compensación" al cine doméstico, que el pasado año se tuvo que conformar con la Plata, para la excelente "Good bye Lenin", aclamada luego en otros festivales y certámenes internacionales. 
Desde 1986, con "Satmmheim de Reinhard Hauffs, el cine alemán no se llevaba el primer premio de una Berlinale y la impaciencia del país anfitrión por lograr semejante trofeo crecía de año en año. EFE gc/dm-c

viernes, 13 de febrero de 2004

Ken, contra el integrismo



La Berlinale entra en la recta final con buen cine de amor y denuncia de Loach


Gemma Casadevall 

Berlín, 13 feb (EFE).- La Berlinale entró en la recta final con "Ae Fond Kiss", una hermosa historia de amor y de denuncia contra el integrismo religioso de Ken Loach, y "Triple Agent", la cerebral historia de espías en el París de 1936, con el sello de Eric Rohmer. La película de Loach por la que el director del Festival de Cine, Dieter Kosslick, confesó que sentía una "especial debilidad" dio nuevo brío a la carrera por los Osos que se entregan mañana, sábado. 
Loach sedujo con su historia de amor entre una católica -Eva Birthistle- y un paquistaní -Atta Yaqub- que va más allá de la mera reedición del dilema entre asimilación y defensa de la identidad para incidir en la "confrontación entre fundamentalismos, sea el musulmán o el cristiano", en palabras del director. 
Un Glasgow gris, una escuela católica y la comunidad paquistaní son los escenarios en los que Loach sitúa un problema que califica de "lamentablemente universal". 
"Es difícil hablar de la gestación de una película. Quizás su origen esté en los atentados del 11 de septiembre, en el análisis del proceso de demonización de lo musulmán, cuando empezó a hablarse de eje del mal...", explicó Paul Laverty, autor del guión. 
Loach, exponente del cine comprometido, adoptó el tema y situó en Glasgow una dramática pero esperanzadora historia que tanto podría darse "en Escocia, como en Alemania u otro lugar del mundo". 
"Es una historia de amor y de lucha que podía decantarse por un lado o por el otro, por el final feliz o el menos feliz y que en ambos casos hubiera reflejado esa problemática compleja", explicó Yagub, un actor primerizo y debutante ante la prensa internacional. 
"Ae Fond Kiss" no es una película de buenos y malos, sino de realidades sociales. Por un lado, unos padres paquistaníes que defienden reglas anacrónicas por convicción y por temor a quedar proscritos de su comunidad. Por el otro, una sociedad católica, igualmente atrincherada en sus reglas. 
Loach, en su cuarta intervención en la Berlinale -la última, con "Ladybird", en 1994-, dejó un buen sabor de boca en el Festival, que en esta misma penúltima jornada encajó con penas y trabajos el ejercicio intelectual del "Triple Agent" de Rohmer. 
Basado en un suceso y personajes reales, la película se sitúa en el París eminentemente solidario con el bando republicano de la guerra civil española, a partir de la figura de un ruso zarista, presunto agente múltiple, y su esposa, una pintora griega. 
Teatral, anquilosada y sin conexión con el cine, para algunos, o test de inteligencia, para otros, "Triple Agent" trata de explicar el caso nunca aclarado de espionaje y traición, a partir del ámbito íntimo de esa pareja. 
"Es la historia de una mujer que no sabe exactamente lo que hace su marido, que aparentemente la ama, pero que se escuda en razones de estado para mantenerla al margen de su vida y, tal vez, utilizarla de pantalla", explicó la actriz Katerina Didaskalou. 
La película, una producción franco-hispano-italiana, se inspira en un "capítulo oscuro" en la historia del espionaje, explicó una de las responsables de la producción, Francoise Etchegaray, erigida en portavoz de Rohmer, ausente por prescripción facultativa. 
"Quería venir, pero sufre tremendos dolores de espalda que le impiden tanto estar sentado como permanecer de pie", explicó Etchegaray, acerca de la ausencia del director, de 83 años. 
Las dificultades de movilidad planean sobre el film, fundamentado en largos planos de diálogos entre la pareja y personajes secundarios, que construyen como un puzzle para el espectador una historia de espionaje a múltiples bandas, inclusive los pactos secretos entre la Unión Soviética de Stalin y la Alemania nazi. 
La jornada a competición se cerró con "20:30:40", de Sylvia Chang, una producción de Taiwán y Hong Kong, sobre mujeres en las franjas de edad aludidas en el título, entre cuyas intérpretes se encuentra la propia directora. 
La competición por los Osos del Festival se cerrará hoy con la presentación de "25 degres en hiver", una película del debutante Stéphane Vuillet, con Carmen Maura en su papel principal. EFE gc/ma

jueves, 12 de febrero de 2004

Un bálsamo para el honor del cine anfitrión

Angelopoulus recrea la poética visual y Akin refresca el cine alemán

Gemma Casadevall

Berlín, 12 feb (EFE).- Theo Angelopoulos ofreció uno de sus recitales de cine poético con "Trilogia: to livadi pou Dakrisi", su última incursión en el drama de la historia griega reciente, en una Berlinale que se reconcilió con el cine alemán gracias al germano-turco Fatih Akin y su refrescante "Gegen die Wand". 
Angelopoulos llevó al Festival de Berlín una reedición de su cine eminentemente visual, hecho de imágenes de sábanas al viento y cielos plomizos, en la primera entrega de una nueva trilogía que el maestro del cine griego califica de "shock poético". 
Los dos personajes centrales -Alexandra Aidini y Nikos Poursanidis- son refugiados griegos en Odessa, víctimas de un exilio familiar y también del político, que se mueven a modo de comparsas de la gran tragedia colectiva de una Grecia escindida por la guerra. 
Angelopoulos vuelve sobre sus características imágenes en gris azulado, paisajes encharcados y cielos que se funden en el mar, con la música de Eleni Karaindrou, colaboradora en siete de sus filmes. 
Su propósito en esta nueva trilogía griega es "hacer balance de un siglo a través de la vida de una mujer", explicó Angelopoulos. 
Su primera parte arranca de 1919 y termina con el exiliado griego convertido en soldado estadounidense que escribe desde Okinawa. Le seguirán una nueva entrega, a partir de la muerte de Stalin y hasta la guerra de Vietnam, para iniciar luego lo que denominad un "viaje retrospectivo" o "regreso imposible" al pasado. 
La guerra contra el fascismo, la ocupación, la represión y los dramas personales de familias partidas en un país asimismo escindido se suceden en una atmósfera operística, más que cinematográfica, y con ese punto de teatro griego característico en Angelopoulos. 
Quilométrico como de costumbre -180 minutos-, el veterano director defendió el ritmo de una película excesiva para algunos, pero que él considera se corresponde al "movimiento interior" de lo que está relatando. 
La otra película a competición de la jornada, "Gegen die Wand", fue un bálsamo, especialmente para los medios alemanes, tras el resbalón del día anterior con la primera producción germana a concurso, "Die Nacht singt ihre Lieder", de Romuald Karmakar. 
Akin regresó al Festival de cuyo jurado formó parte hace unos años con una historia de amor trágica entre un perdedor alcoholizado y una muchacha germano-turca como él, que le pide se case con ella para poder emanciparse de un hogar en que el dominante padre impone las costumbres de su país de origen. 
Será un matrimonio de conveniencia entre un desesperado y una muchacha ávida de libertades, que evoluciona hacia el amor a golpe de broncas, navajazos, sangre y finalmente drama, desde Alemania a Turquía, sin billete de regreso. 
No es un film "de inmigrantes", sino del colectivo germano-turco actual, que ni es extranjero, ni 'alemán de primera clase' y que lleva bien que mal esa doble identidad. 
"La palabra inmigración ni siquiera existe en mi film. Es un término pasado de moda, nosotros no somos inmigrantes", cortó en seco Akim, nacido en Hamburgo de padres turcos, a un pregunta en esa dirección. 
Los protagonistas usan alternativamente el turco o el alemán o incluso el inglés en el caso del protagonista masculino -un excelente Birol Uenel-, que recurre a esa lengua franca cuando llega a Turquía, porque se siente inseguro en el idioma de sus padres. 
Uenel borda su papel de perdedor alcoholizado y redimido a golpes. Su compañera de reparto es Sibel Kekilli, una primeriza en el cine que hasta ahora trabajaba de empleada en un Ayuntamiento, quien da el contrapunto de espontaneidad que requiere su personaje. 
"Gegen die Wand" no es una comedia, pero resultó refrescante tras la impresión dejada el día anterior por Karmakar. No sólo porque su "Die nacht singht ihre Lieder" no gustó, sino por la respuesta del director, que convirtió su conferencia de prensa en una pelea con los periodistas por no haber sabido "captar" la grandeza de su film. 
Akin y su equipo fueron recibidos con vítores por una Berlinale necesitada de reconciliarse con el cine anfitrión y decidida a adoptar como "película muy alemana" esa producción germano-turca, espejo de una generación y colectivo que no responde ya al término "inmigrante". EFE gc/dm/av

miércoles, 11 de febrero de 2004

62 cápsulas de droga en el estómago

La dura vida de una "mula" colombiana y un irritante filme alemán

Gemma Casadevall 

Berlín, 11 feb (EFE).- "María, llena de gracia", una película sobre las "mulas" o correos de droga colombianas, conmovió a una Berlinale ávida de películas arrancadas de la vida misma y que recibió como una bofetada al primer representante alemán, Romuald Karmakar, con un film que no se sabía si era de horror o de humor. 
El debutante Joshua Marston, con la asimismo novel Catalina Sandino Moreno en el papel de "María", aportaron la segunda dosis de cine joven procedente de Latinoamericana, tras la excelente acogida brindada a "El abrazo partido", del argentino Daniel Burman, en el Festival de Cine de Berlín. 
La historia de la muchacha embarazada, que se convierte en "mula" como tantas otras colombianas para huir de la pobreza y entra en EEUU con 62 cápsulas de droga en el estómago, no tiene el ritmo ágil ni la carga de optimismo vital de su predecesora argentina. 
Es un film dramático, como obliga el tema, sobre unas mujeres dispuestas a arriesgar algo más que la cárcel para salir de la miseria y que en ocasiones pagan con su vida esa decisión. 
"Mi película es el compendio de muchas historias que escuché de mujeres colombianas en Nueva York", explicó Marston. 
Junto al grupo de "mulas" formado por María y otras muchachas de su población, Marston dota a su película de una serie de personajes igualmente sacados de la vida real, como Don Fernando, una especie de "one-man-show" de la colonia colombiana en Nueva York. 
"María, llena eres de gracia" retrata el aprendizaje de esas chicas engullendo cápsulas, la tortura de volar EEUU con una carga que puede ser mortal en el estómago, esa mirada de desconfianza de la policía que "todo colombiano siente al pasar una frontera, aunque nunca hayamos tenido nada que ver con la droga", explicó la actriz. 
Sin cargar tintas, la producción estadounidense-colombiana -rodada principalmente en Ecuador y no en Colombia "por razones de seguridad"- adolece quizás de excesiva ingenuidad en el tratamiento. 
Pero ese punto de inexperiencia le da una frescura especial y la coloca en las antípodas del cine pretencioso que a menudo copa la sección oficial de la Berlinale
"María" fue lo más gratificante de una jornada que incluyó la floja "The final cut", de Omar Naim, con Robin Williams dando vida a un técnico en reconstruir el pasado de su prestigiosa clientela, gracias a un chip que llevan implantado desde el nacimiento y del que, por supuesto, se pueden borrar los sucesos vergonzantes. 
Naim, asimismo un debutante, no logra dominar el film y tampoco a Williams y Mira Sorvino, más estirada y almidonada que nunca. 
Peor aún fue la acogida al film de Karmakar "Die nacht singt ihre lieder", primera película alemana a concurso, basada en una pieza teatral del noruego Jon Fosse y que el realizador germano-iraní cree enmarcada en el espíritu de Rainer W. Fassbinder. 
Una joven pareja, formada por un hombre depresivo y una mujer frustrada por la apatía de éste, es el eje de esa historia oscura. 
Ella se pasa el film repitiendo frases recriminatorias -que está harta, que una cosa es que no trabaje y otra que no baje ni a vaciar el buzón-. El se atrinchera en la pasividad. 
Tal tragedia no tocó la fibra del espectador, que a partir de cierto momento empieza a tomárselo en broma y salpicar con carcajadas los lamentos reticentes de ella o el rostro vacío de él. A las risas durante la proyección siguieron abandonos más elocuentes de la sala y, finalmente, abucheos. 
Karmakar respondió con agresividad a la "insolencia" de no haber sabido captar el propósito del film. "Lo que pasa es que los periodistas ven demasiado cine americano. Y eso es muy dramático, no es para reirse", respondió, a la pregunta de un estadounidense de si su película era un exponente del típico "cine oscuro alemán". 
"Todo esto es primitivo, estoy harto", estalló luego, a la pregunta de cómo interpretaba esas risas y abandonos en la sala. 
Karmakar amenazó dejar ahí la conferencia de prensa, pero luego siguió respondiendo con nuevos arranques de agresividad en cuanto se insistía en pretender que definiera si lo suyo era o no una comedia. 
Una y otra vez se refugiaba en que en un festival tiene que haber de todo, no sólo cine comercial, y asegurando que, por lo demás, él estaba acostumbrado a ser un "incomprendido", "siempre ha sido así". 
"No veo por qué los alemanes tenemos que repetir toda esa mierda que hacen en otros sitios, pero con actores y técnicos de aquí. Tiene que haber lugar para el cine distinto", dijo, mientras un periodista alemán, harto de sus desplantes, le gritó que lo mejor que podía hacer era aceptar que había hecho una película mala. 
Mal comienzo para el cine alemán en esta Berlinale, que el pasado año sirvió de catapulta internacional a "Goodbye Lenin", la comedia de Wolfgang Becker que hizo lanzar a muchos cohetes al aire anunciando el "renacimiento" del cine germano. EFE gc/cv/jar

martes, 10 de febrero de 2004

Segunda ronda de paseo romántico con Linklater


Berlín redescubre el encanto de Hawke yDelpy

Gemma Casadevall 

Berlín, 10 feb (EFE).- Los actores fueron hoy protagonistas con mayúsculas de la Berlinale, con Ethan Hawke y Julie Delpy en "Before Sunset", y Jean-Pierre Darroussin y Carole Bouquet en "Feux Rouges", mientras que el coreano Kim Ki-Duk dividió opiniones con su mística "Samaria". 
El romántico dúo Hawke-Delpy retomó el idilio hilvanado diez años atrás en "Before sunrise" para reencontrarse con el Festival de Cine de Berlín, que ya entonces se rindió a sus encantos y premió con un Oso de Plata a su director, Richard Linklater. 
Casi una década después de ese romance de 14 horas, con inicio y final en una estación de Viena, Linklater llegó con la segunda ronda, bajo la misma premisa de film rodado casi en tiempo real, como un paseo por una capital europea más romántica si cabe, París. 
"Había dos opciones: o los reencontrábamos como los románticos de entonces, o convertidos por el tiempo en dos cínicos. Optamos por lo que somos: por presentarlos como dos románticos más realistas", explicó Linklater, secundado por Hawke y Delpy. 
Igual de guapos, igual de dulces, pero más maduros y con notables cicatrices en los asuntos del corazón, pero sin cinismo: así es esa pareja, en 2004, a la que el destino vuelve a juntar, con más premura de tiempo aún que en la anterior cita de Viena y con desenlace con claro mensaje de "continuará...". 
El paseo por París tiene esquema de pieza teatral, con dos únicos personajes que conversan sin pausa de lo propio y lo ajeno: "trabajamos muy duro para aprendernos todo ese guión y lograr la apariencia de un diálogo espontáneo", explicó la actriz. 
Linklater, Hawke y Delpy funcionan como un equipo compacto, en que los actores son mucho más que meros intérpretes, ya que ambos han trabajado en el guión y, además, ella ha escrito la música. 
A cambio, el director entrega el film a unos encantadores actores que, además de armónicos hasta en el vestuario -comparecieron ante la prensa con espectacular camisa negra con rosas rojas bordadas, él, y vestido asimismo negro, con flores amarillas, ella- saben hacer su trabajo. 
Mucho menos adorable es la pareja formada por Jean-Pierre Darrausin y Carole Bouquet en "Feux Rouges", una película de Cédric Kahn que somete al espectador a un ejercicio mental del que sólo es posible sacar placer si uno está dispuesto a integrarse en el juego. 
Su peso recae principalmente en Darrausin, un esposo colérico que dinamita primero lo que debería ser la regla de oro de todo código de circulación -si bebes, no conduzcas- y acaba saltándose, por azar, el principio sacrosanto de no tomarse la justicia por su mano. 
Kahn, como Linklater, apuntala su película, adaptación de una novela de Georges Simenon, en el buen hacer de sus intérpretes. En el caso del realizador francés, lo que prima no es precisamente la calidez o el romanticismo, sino la crispación y la impaciencia. 
Y, mientras la Berlinale en pleno se dejaba mecer por el encanto de "Before Sunset", Kim Ki-Duk sembró de nuevo disidencias con la deliberadamente rara "Samaria". 
"Yo no vengo a por premios, porque si me los dieran cedería parte de mi libertad creadora. Sé que sólo puedo gustar a un 50 por ciento de quienes ven mis películas, mientras que el otro 50 por ciento me detesta. Así quiero seguir siendo", dijo el coreano, quien en 2002 concursó en la Berlinale con "Bad Guy". 
"Samaria" es una historia de escolares en uniforme que duermen abrazadas a sus osos de peluche, pero que al salir del instituto ejercen la prostitución "a menudo para pagarse sus caprichos o lo que entienden por necesidades, sea un teléfono móvil o un viaje a Europa", en palabras en Kim. 
Sus clientes no son necesariamente depravados, sino hombres incluso amables, que conducen autos de lujo y que tras el polvo en el hotel sienten la necesidad de usar su móvil para asegurarse de que sus hijas sí están en la escuela. 
Uno de esos padres se lanza a dar su merecido a cada uno de esos más o menos afectuosos o brutales clientes, en una extraña combinación de baño de sangre y camino de redención inspirada en milagros de Teresa de Calcuta. 
"No es film moralista, pero sí trato de abordar el tema bajo nuevos cánones. Vivimos en unos tiempos en que hay que aprender a perdonar incluso lo que parece imperdonable", afirmó el director. 
Kim Ki-Duk dejó a la Berlinale dividida entre los que ven su film como merecedor de premio seguro -le guste o no al director- y los que tachan de absurda su visión del buen samaritano. EFE gc/gsm/jam

lunes, 9 de febrero de 2004

El delicioso "Abrazo partido" argentino



Burman trajo aire fresco y Gutiérrez Aragón una mirada al pasado

Gemma Casadevall 


Berlín, 9 feb (EFE).- El argentino Daniel Burman trajo aire fresco a la Berlinale con su deliciosa película "El abrazo partido", mientras que el español Manuel Gutiérrez Aragón aportó su mirada al mundo en extinción de los pasiegos, en "La vida que te espera". 
Burman dejó literalmente enamorado al Festival de Cine de Berlín, en una jornada dominada por el cine en español, con esa mezcla de cine irónico y melancólico al mismo tiempo, representante de la nueva generación de cineastas argentinos. 
Bildergebnis für abrazo partido  berlinale

Gutiérrez Aragón presentó un film calificado de antropológico, dividido entre la fascinación por el paisaje cantábrico y la brutalidad del mundo semiprimitivo que esconde. 
"El abrazo partido", calificada por Burman de una especie de "dogma hedonista" -es decir, filmada cámara al hombro, como manda la escuela escandinava, pero sin torturas para el espectador-, tocó la fibra con un exponente de cine-verdad arrancado de Buenos Aires. 
La película lo tiene todo: ritmo, tema y magníficos actores. Tras varias jornadas de marcado tempo lento, a la Berlinale le vino como anillo al dedo las vibraciones de esas galerías comerciales y su tienda de lencería -"Creaciones Elías- en que se cuela el film. 
El tema encajaba también a la perfección en el Festival: un muchacho judío en busca de sus raíces polacas para poder saltar a Europa, con incursiones desacralizadas pero afectuosas a temas como el Holocausto o la marcha del padre a combatir por Israel. 
Y, encima, Burman se rodea de actores como el joven Daniel Hendler o la excelente Adriana Aizemberg -la madre del muchacho-, tal vez la mejor interpretación femenina de la presente Berlinale
Con este material, Burman se dedica a "integrar la ficción en la realidad que le envuelve", esas galerías donde todo parece amenazado de derrumbe, menos la vitalidad de sus seres de carne y hueso, tanto los actores como la propia gente del barrio. 
"La realidad estaba ahí y, encima, no tuvimos ni siquiera que preocuparnos por captarla sin estorbar, porque a la gente no le importaba en absoluto tenernos ahí filmando", explicó Burman, quien el pasado año estuvo en la Berlinale, en la sección Panorama, con "Todas las azafatas van al cielo". 
En esa mezcla entre película arrancada de la vida, cámara al hombro, y de ficción, Burman aborda con ternura y seriedad temas como puños, como el dilema moral del padre que abandona a su familia supuestamente por un ideal -Israel-. 
Del microcosmos en estado de semiderrumbe de las "Creaciones Elías", pasó la Berlinale al mundo amenazado de extinción de "La vida que te espera", la película con la que Gutiérrez Aragón regresa por sexta vez a la sección oficial de la Berlinale
Del Buenos Aires vibrante a la España verde de los pasiegos, "un universo desconocido, oculto y casi olvidado, que probablemente no resistirá a la globalización", en palabras de su director. 
Ni un claxon de coche, menos aún ese caos constante de personajes hablando todos a la vez o la mezcla de culturas, procedencias y religiones que pasan ante la puerta de las "Creaciones Elías". 
En el Valle del Pas todo o casi todo es silencio, mugir de vacas y, de vez en cuando, la brutalidad latente que se dispara y acaba en crimen. 
Los actores Juan Diego, Luis Tosar, Marta Etura y Clara Lago dan vida a personajes primitivos o a jóvenes que quieren alzar el vuelo, contrapunto de esos bonaerenses que, ancianos o no, jamás se rinden al desánimo. 
"El abrazo partido" y "La vida que te espera" aportaron a la Berlinale su dosis de cine "en español" desde dos esferas diversas -la Argentina en crisis permanente, la España semiprimitiva y rural-. 
Completó la jornada a competición el film italiano "Primo Amore", una historia de nuevo de ritmo lento, dirigida por Matteo Garrone, quien hace dos años sorprendió con su peculiar forma de manejar la imagen en "L'Imbalsamatore". 
La película gira en torno a un hombre que busca pareja en función de una prioridad absoluta: debe estar famélica. 
Bajo esta premisa estética, someterá a la única mujer con la que consigue interesarse -simplemente esbelta, pero no anoréxica- a una tortura psicológica para bajar a su criterio de lo que es el peso ideal. 
Una historia algo artificial, enmarcada en una Italia de diseño y alrededor de un personaje que, definitivamente, ha roto con el cliché de la "maggiorata" rica en curvas.EFE gc/cv/cbm

domingo, 8 de febrero de 2004

El monstruo Charlize


Los demonios femeninos y la poética vietnamita impactan en la Berlinale

 Gemma Casadevall 

Bildergebnis für charlize theron berlinaleBerlín, 8 feb (EFE).- La danesa "Forbrydelser", exponente fiel del "Dogma" escandinavo, y la impactante Charlize Theron de "Monster" desataron en la Berlinale los demonios interiores femeninos, en una jornada embellecida por la odisea de un muchacho vietnamita en pos del "Beautiful Country" y de un padre tejano.
La hermosa Charlize, embrutecida, con muchos kilos encima para ponerse en la piel de una lesbiana alcoholizada y apuntalada en una Christina Ricci con menos efectos especiales caracterizadores, pero más actriz, descargaron en el Festival de Cine el drama de una asesina múltiple, dirigido por la debutante Patty Jenkins. 

La danesa Annette K. Olesen, desde la desnudez de todo artilugio cinematográfico, tal como manda el movimiento "Dogma", desplegó con dureza temas como el aborto terapéutico, la droga y el amor imposible en una cárcel de mujeres. 
Por dilemas no quedó: una pastora protestante felizmente casada queda embarazada cuando casi había renunciado a tal milagro, pero se ve confrontada a un diagnóstico de malformación del feto. 
En la cárcel donde predica, un funcionario se enamora de una presa con supuestos poderes paranormales, que salva de la drogadicción a sus compañeras de celda. 
"Rodar bajo el esquema del 'Dogma' fue una ventaja: quedé obligada a renunciar a apoyos, incluso a la música, para reflejar problemas como piedras, física y espiritualmente, en los que no quería recurrir a refugios desvirtuadores", explicó Olesen, quien hace dos años se llevó de la Berlinale el Angel Azul con "Sma ulykker". 
Olesen aborda desde esa desnudez de medios el demonio interno que recorre a esa mujer de la iglesia -Ann Eleonora Joergensen-, formada para socorrer espíritus, de pronto tentada a odiar a esas otras mujeres teóricamente menos afortunadas -traficantes, asesinadas-, que han traído al mundo a hijos sanos. 
Otro demonio, el "Monstruo" de Theron, sacudió asimismo a la Berlinale, con esa historia de una mujer hecha a hachazos, que responde a hachazos para defender el único reducto de ternura de su vida: una muchacha que conoció una noche en la barra de un bar. 
Jenkins, en su primer largometraje, se atreve con un episodio real de la historia criminal de EEUU -el de la prostituta Aileen Wuornos, ejecutada en 2002 por el asesinato de ocho hombres-. 
"Monster" se sitúa en las antípodas de la contención representada por el "Dogma" danés. El trabajo de Theron queda salpicado por la sobreactuación y el abuso de prótesis interpretativas, más evidentes aún cuando comparte jornada en la Berlinale con Joergensen y demás equipo de Olesen -entre otras, Trine Dyrholm-. 
Pero, al margen de los estilos divergentes de entender el cine, tanto la estadounidense Jenkins como la danesa Olesen dejaron al Festival bajo el impacto de sus torturados retratos de mujer. 
En buena lógica, la tercera película a concurso debería haber quedado eclipsada. No fue así: ahí estaba "Beautiful Country", a la que nadie otorgaría "ascendencia noruega" por parte de su director, Hans Petter Moland. 
El largo camino de un muchacho y su recién conocido hermano pequeño desde un pueblo vietnamita hasta un rancho semiabandonado de Texas (EEUU) en busca del soldado que se casó con su madre, embelleció el domingo berlinés. 
Con sensibilidad de un "noruego enamorado de Vietnam" y sin grandes alardes de medios, Moland consigue conciliar el trazo bello con el drama humano y cada vez más universal de esos seres, sean "boat people" asiáticos o balseros cubanos, en busca del "beautiful country" (hermoso país) que tanto puede ser Estados Unidos como Europa. 
Nick Nolte, en sus apenas quince minutos finales de intervención, redondea una película a la que podría achacársele exceso de amor a lo filmado y, por extensión, alergia a la tijera. 
"Quise hacer un filme bello, no un filme bonito. Un filme que reflejase mi amor por Vietnam, pero también la miseria, el horror, los padecimientos y la muerte que acompañan esas odiseas de seres en busca de una vida digna", dijo Moland, visiblemente emocionado y sin poder contener el llanto en su comparecencia ante la prensa. 
"Lo siento: es una historia que me desborda, ante la que siento pudor porque pienso que no deberíamos contarla nosotros, sino sus protagonistas. Sólo que éstos no tienen los medios", añadió con voz entrecortada un director llegado del gélido mundo escandinavo. EFE gc/ih/egn

sábado, 7 de febrero de 2004

Ni Binoche se salvó

Boorman mostró una Sudáfrica endulzada y Howard emuló a Marlboro

Gemma Casadevall 
Berlín, 7 feb (EFE).- La Berlinale incidió en las heridas de Sudáfrica y los Balcanes, de la mano de John Boorman y Vinko Bresan, y completó la jornada a concurso con un western de Ron Howard, tres filmes que evidencian que el despliegue de actores y buenas intenciones no son garantía de filme redondo.
 "Country of my Skull", la esperada película de Boorman, con Juliette Binoche y Samuel L. Jackson, llegó al Festival Internacional de Cine de Berlín amparada en el áurea de cine de alto voltaje político y con el desafío de estar a la altura del gran tema que aborda: la reconciliación en la Sudáfrica de Nelson Mandela. 
El trasfondo es ambicioso: el trabajo de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación, explicado por una comprometida periodista blanca sudafricana -Binoche- y un algo cínico enviado especial del diario Washington Post -Jackson-. 
"Es un filme con un mensaje claramente esperanzador, de apoyo al trabajo de comisiones como la instituida en Sudáfrica como vía a la auténtica reconciliación", dijo Boorman, por segunda vez en la Berlinale, tras "The Taylor of Panama", en 2001. 
"Sudáfrica marcó el camino a seguir con esa comisión, que brindó a los culpables de atroces crímenes la posibilidad de pedir perdón y ser amnistiados, caso de demostrarse que cumplieron órdenes. Es un ejemplo para cerrar las heridas en tantos otros conflictos, como Irlanda del Norte, Oriente Medio, Bosnia", apuntó el director. 
Un filme cargado de buenas intenciones, con un atractivo reparto dominado por la presencia de Binoche y espléndidamente filmado, que sin embargo quedó por debajo de lo esperado en una Berlinale que había anunciado la búsqueda de la reconciliación en la Sudáfrica de Mandela como plato fuerte temático del Festival. 
Boorman ofrece un retrato infantilista de los negros sudafricanos, a los que presenta como seres ingenuos, cantando y bailando o bebiendo hasta caer tumbados. 
Probablemente por un afán de no caer en el linchamiento cinematográfico de la minoría blanca, convierte las sesiones públicas de la Comisión de la Verdad en una especie de juicios populares con mujeres desmayándose de dolor y niños abrazando a los verdugos de sus padres, siempre en aras de la reconciliación. 
Todo en el filme es previsible: el romance entre el avezado corresponsal del Washington Post y la bienintencionada periodista blanca que nunca atisbó que entre los torturadores hubo algunos de sus seres queridos, la hiriente verdad familiar que sale a flote, etcétera. 
Y, puestos a confesar y asumir verdades de crímenes contra la humanidad, también habrá que afrontar las mentiras privadas, por encima del dolor que causen y si hay o no amnistía para ellos, es el mensaje de Boorman. 
El despliegue de medios, fotografía y, en general, inteligentes actores al servicio de Boorman no da como resultado el filme poderoso que pretendía el festival. 
En el extremo opuesto se encuentra "Svejedoci", del croata Vinko Bresan, una película de bajo presupuesto, sobre un crimen perpetrado por tres soldados en un pueblo de Croacia en el que nadie quiere escarbar puesto que el muerto es serbio. 
Bresan, un director de 39 años que hace cuatro presentó en Berlín, fuera de concurso, "Marshall Tito's Spirit", construye una sensible historia que también habla de reconciliación, de heridas y de cicatrices por cerrar en el campo aún minado de Bosnia. 
"Es un filme hecho desde varios puntos de vista entrecruzados, porque así son los Balcanes", explicó Bresan acerca de los saltos en el tiempo y perspectivas, a modo de puzzle para el espectador. 
Y ya lejos de los conflictos de estos tiempos, Howard presentó en la Berlinale su "The Missing", un western con Tommy Lee Jones convertido en indio de adopción en misión de rescate junto a su hija blanca que abandonó años atrás -Cate Blanchett-. 
Largos y bellísimos planos de caballos y jinetes cabalgando por las montañas, en el mejor estilo de los anuncios de Marlboro, alternados con cruentas escenas de lucha entre perseguidos y perseguidores forman una especie de balada al hombre de espíritu libre. 
Howard saca un excelente partido de sus actores, lo mejor de la película, además de esas escenas "marlboronianas" que invitan a dar la espalda a la civilización. EFE gc/ih/egn

viernes, 6 de febrero de 2004

Un recital de estereotipos

Las gracias de Jack Nicholson

Gemma Casadevall 

Berlín, 6 feb (EFE).- Jack Nicholson dio un recital de galanteos, incluidos los dirigidos a su trasero, en la presentación ante el Festival de Cine de Berlín de "Something's Gotta Give", mientras su compañera de filme, Diane Keaton, aparecía ante la Berlinale como desconcertada bajo la lluvia de flashes.
 "Por supuesto estoy orgulloso de mi trasero. Incluso propuse que lo utilizasen para el cartel de la película. Pero se me dijo que era ilegal...", bromeó el actor sobre la escena en que aparece con una bata de enfermo que deja al aire esa comprometida parte del cuerpo. 
Pletórico de facultades, parapetado tras sus inseparables gafas de sol y luciendo corbata gansteril sobre camisa a cuadros, Nicholson se medió en el bolsillo a la Berlinale, a la que su filme acude con carácter de exhibición. 
"Something's Gotta Give", de Nancy Meyers, es una comedia sentimental de corte convencional sobre un hombre de 63 años al que solo le gustan las mujeres jóvenes, pero que de repente sufre un infarto y debe ser atendido por la madre de su última novia. 
Al margen del trasero, en el filme exhibe ese característico sonreír sardónico, su señal de identidad interpretativa. 
"Estoy muy contento con mi sonrisa. Amo a mi dentista, lástima que ahora se jubile. ¿Sabe usted de un buen dentista?", prosiguió, mostrando casi automáticamente -y en ocasiones al vacío- ese gesto. 
Nicholson, quien en los dos días que llevaba en Berlín se había prodigado ya en festejos y visitas a restaurantes, respondió a cuantas preguntas le lanzaron los centenares de periodistas antes de la proyección de gala del filme. 
Muchos menos soberana apareció Keaton, quien en la película interpreta a una dramaturga de éxito, segura de sí misma y en perfecta forma, pero que en Berlín casi se desmoronó ante lo que consideraba "excesiva presión" de tantas "preguntas difíciles". 
Con guantes rojos -en la mayoría de las entrevistas de estos días aparece asimismo con las manos enfundadas- y elegantes gafas, Keaton respondió sin problemas a la inevitable pregunta sobre su desnudo. 
"Fue un placer rodar desnuda", dijo, desafiante, respecto a uno de los momentos más hilarantes de la comedia, en que Nicholson se tropieza con ella, en cueros de pies a cabeza, para horror mutuo. 
"En todas las tomas nos reímos mucho, siempre a costa mía. Fue un placer", aseguró con buen humor, mientras tomaba algún que otro sorbo de una copa de vino. 
"A menudo conseguí que se sonrojara. Es muy fácil, es una delicia", apuntó Nicholson, derrochando galantería a su compañera, al resto del equipo, al público de Berlín y a toda Alemania. 
"Nosotros no votamos en Alemania, los alemanes no votan en EEUU. Pero entendemos la posición de (el jefe del gobierno germano Gerhard) Schroeder. También la de (el presidente francés Jacques) Chirac, que trata de lograr la cuadratura del círculo", dijo, al ser preguntado sobre las relaciones transatlánticas. 
Nicholson salió en auxilio de Keaton cuando ésta se vio en un aprieto al tener que explicar qué le parece el "Nuevo Hollywood". 
La actriz no sabía a qué se refería ese término y su compañero le aclaró que a la retrospectiva que se pasa en la Berlinale, entre cuyos filmes están "Easy Reader", con un Nicholson treinta años más joven, pero idéntica sonrisa sardónica. 
De poco le sirvió a Keaton esa ayuda, que siguió respondiendo con balbuceos y una sonrisa nerviosa. 
Finalmente, la actriz cayó al borde del llanto al evocar una escena entre madre e hija -ella misma y Amanda Peet-. "Estoy tan cansada, que estoy casi como loca", dijo, mientras repetía lo de las "difíciles preguntas" a que se veía sometida. 
Nicholson la tomó de la mano, la disculpó diciendo que así es "nuestra Diane, de pronto sonriente y de repente emocionada", lo que dio pie a que el moderador de la Berlinale diese por cerrada la conferencia de prensa. EFE gc/egn

Impecables Bonnaire y Luchini


Las sutilezas de Leconte y el rudo cine escandinavo abren la competición 

Gemma Casadevall 

Bildergebnis für sandrine bonnaire berlinale
Berlín, 6 feb (EFE).- El juego de sutilezas de Patrice Leconte y la rudeza escandinava de Bjoern Runge iniciaron hoy la ronda de los veintitrés competidores del 54 Festival de Cine de Berlín, la Berlinale, amenizada con la exhibición de "gracias" de Jack Nicholson y Diane Keaton, en "Something's Gotta Give". 
"Confidences trop intimes", apuntalada en el impecable dúo de actores Sandrine Bonnaire y Fabrice Luchini, permitió a la Berlinale imprimir buen rumbo desde esta primera jornada a competición. 
Leconte regresa en ese filme a uno de sus temas favoritos, lo que denominada la "intimidad entre extraños" o la metamorfosis de dos desconocidos que derivan en confidentes. 
"El detonante es uno de esos trucos tópicos en el cine: una mujer llama a la puerta equivocada y el azar se convierte en arquitecto de su destino", explicó Leconte, por segunda vez en la Berlinale, tras "Felix et Lola", tres años atrás. 
Un asesor fiscal, agarrotado en su timidez, se encuentra a una mujer que le desnuda su alma porque cree haber llamado a la puerta de un psiquiatra. Cada mirada de ella es una descarga sensual, cada vez que toma un cigarrillo una invitación a probar. 
"Tuvimos la oportunidad, el privilegio, diría, de poder rodar prácticamente toda la película en el orden de la historia, sin saltos de escenarios o cronológicos", explicó Leconte. 
Este método de rodaje favoreció una evolución casi "natural" de la relación entre esa mujer que entra llorando en un despacho equivocado y el hombre de ojos atónitos, cuyo mejor aliado es su impotencia para reaccionar. 
"En los primeros encuentros del equipo, Fabrice fue tan retraído conmigo que casi pensé que estaba ensayando ya su papel para mí", añadió Bonnaire, quien desplegó en la Berlinaleese halo de elegante exquisitez que tan bien transmite en pantalla. 
El equívoco inicial de "Confidences trop intimes" no se pone al servicio de una comedia ligera al uso, sino que es detonante de un "thriller amoroso" -en palabras de Leconte- apuntalado en la maestría de sus actores. 
Todo en la película es contención: una mirada de Bonnaire, un no saber qué hacer con un vaso de Luchini, el tecleo impertinente de su secretaria de toda la vida son señales suficientes al espectador. El gesto, no la estridencia, marcan la metamorfosis de los confidentes. 
En otra órbita, la de la rudeza, el sueco Runge presentó "Om jag vaender mig on", una película basada, asimismo, en una situación estándar -un esquema de vidas cruzadas-, poblada por matrimonios que no se hablan entre sí y ex esposos en conflicto. 
"Elegí un esquema de tres núcleos de seres enfermos de incomunicación", explicó el director. 
Un médico en crisis, que deja embarazada a la mujer de su amigo, quien a su vez le quita el empleo y la casa; una mujer que vende a drogadictos las medicinas que le da seguridad social y que secuestra a su ex esposo con su actual mujer; un matrimonio, que contrata a un obrero para que convierta su hogar en un búnker sin ventanas. 
"Se trata de seres autocastigados a la incomunicación. Quemados por dentro y sin capacidad de expresarse", según su director. 
"Confidences trop intimes", exponente del cine francés sugerente que no atiborra al espectador con guiños recurrentes, junto con "Om jag vaender mig om", un buen ejemplo de un manera de hacer "cine verdad" a hachazos, con excelentes actores de mirada amarga. 
Puso el contrapunto frívolo a esas dos primeras películas a competición, "Something's Gotta Give", una comedia de corte más que convencional con Nicholson y Keaton rivalizando en sus "monadas". 
La comedia de Nancy Meyers se exhibía fuera de concurso y sirvió no solo para limar la jornada de rudezas escandinavas y malignidades francesas. 
Nicholson le había puesto salsa al festival prematuramente, ya que desde hace un par días pululaba de festejo en festejo parapetado en sus gafas de sol y soltando alguna de sus frescuras. 
Keaton, más discreta, se prodigó en entrevistas promocionales para los medios, quizás para sacar partido a su recién recuperado espléndido estado físico, mucho más delgada y rejuvenecida que en los últimos tiempos. EFE gc/cv/egn

jueves, 5 de febrero de 2004

3.000 kilómetros épicos en busca de un beso

Minghella exhibe su "Cold Mountain", con el guapo Jude Law y la cristalina Nicole Kidman

 Gemma Casadevall

 Berlín, 5 feb (EFE).- El 54 Festival de Cine de Berlín tendió hoy su alfombra roja inaugural para "Cold Mountain", un melancólico filme de amor y guerra con el sello de Hollywood, aunque su director Anthony Minghella impute la tibia acogida ahí a un castigo de la industria estadounidense por haberla rodado en Rumanía. 
El filme del desertor -Jude Law- que recorre más de tres mil kilómetros a pie, herido y acosado, para reunirse con su amada -Nicole Kidman- llegó a la Berlinale marcada por el estigma de su tropiezo en el reparto de designaciones al Oscar, en cuya carrera partía como favorita. 
"Cold Mountain", que acude a Berlín fuera de concurso pero con el honor de abrir el Festival, se llevó "sólo" seis candidaturas al Oscar, en las que no están las principales que se le daban por cantadas -mejor película, director y actriz-. 
"No hablo de boicot, pero sí de una campaña para tratar de impedir que el filme llegase a donde tenía que llegar", dijo Minghella, quien insistía en que quería hablar únicamente de su filme, pero no pudo evitar un bombardeo de preguntas en ese sentido. 
"Entiendo la frustración de sindicatos, gente sin empleo, etcétera, porque nos llevamos la producción a Europa. Pero así son las cosas. Soy un internacionalista, me gusta producir en Europa y seguiré haciéndolo", apostilló Harvey Weinstein, jefe de la productora independiente Miramax, proscrita este año de la lista de los principales aspirantes a Oscar. 
Rumanía fue el lugar principal de rodaje de este drama sobre la guerra civil estadounidense, con un hermoso Law que en su huida del frente topa con esclavos, rebeldes, cazadores de desertores y almas buenas, y una más hermosa aún Kidman a quien pese a todas las calamidades no le salta una arruga en su cutis de cristal. 
"Aprendimos mucho de Rumanía, un país ideal para un director para construir el escenario que necesite", dijo Minghella, que "disfraza" el paisaje de Transilvania a imagen de Carolina del Norte. 
Para Minghella, el filme es británico -como él-, rumano -como su paisaje-, europeo, por afinidad, y universalista, por extensión. 
El guión, basado en la novela de Charles Frazier, presenta lo que, a juicio de Minghella, es un tema universal y, lamentablemente, actual: "El destino de una gente que se ve arrastrada a una guerra por seguir una bandera, por seguir una mentira". 
El dúo protagonista -acompañado por Renée Zellwegger, aspirante a Oscar como secundaria- tejen una historia de amor épica. Entre el primer beso de la pareja y el siguiente median esos 3.000 kilómetros de tortuoso regreso a casa y dos tercios del total de 155 minutos de duración del filme. 
"Es, además, la historia de la amistad entre dos mujeres, que aprenden la una de la otra", explicó Minghella, acerca de la relación entre Kidman y Zellwegger. 
La chica de piel y ojos cristalinos, que en toda su vida no aprendió más que cosas bonitas pero inútiles -como tocar el piano o leer en francés-, debuta en el mundo de lo práctico construyendo una valla de su granja, de la mano de su masculina amiga. 
"Es una relación de igual a igual, de la que ambas salen cambiadas", apuntó Minghella, para quien en ese aprendizaje mutuo está el mensaje de esperanza de su dramático filme. 
"Cold Mountain" no tuvo la respuesta ansiada de Hollywood y dejó en la Berlinale sabor a poco para la apertura de los once días de cine intenso que se esperan del Festival. Demasiado larga y falta de ritmo, para el gusto de Hollywood; demasiado caramelo, para un festival europeo. 
Berlín pareció, además, reprochar a Minghella que se presentase sobre la alfombra roja sin sus anunciadas estrellas. A la primera cancelación de Kidman -al parece, no restablecida de su decepción por no luchar por su Oscar-, siguió la de Law -que trabaja en su próxima película- y luego la de Zellweger -también en pleno rodaje-. 
Tanto Law como Zellweger han prometido pasarse por la Berlinale la próxima semana, aseguró Minghella, quien se deshizo en alabanzas hacia la Berlinale, un festival del que en 1997 salió con un Oso de Plata para la actriz Juliette Binoche por "The English Patient". 
Al director de la Berlinale, Dieter Kosslick, le debió resonar en los oídos el desafío lanzado por él mismo unos días antes: "Hay un lema en el sector que recomienda no empezar nunca un festival con un filme de guerra. Pero hay casos y casos". 
La fría acogida a "Cold Mountain" en el pase de prensa, seguida de los corteses aplausos al director en la conferencia posterior, demostraron que no se rompió el maleficio de "Enemy at the Gates", la película bélica que abrió el festival hace tres años -también con Law de protagonista- con vapuleo de crítica y público

miércoles, 4 de febrero de 2004

La previa

"Cold Mountain" abre el desfile de estrellas de la Berlinale, a la espera 

Gemma Casadevall 
Berlín, 4 feb (EFE).- "Cold Mountain", de Anthony Minghella, abre mañana el 54 Festival Internacional de Cine de Berlín, entre cuyos aspirantes a los Osos destacan el español Manuel Gutiérrez Aragón y el argentino Daniel Burman, en reñida competencia con nombres como Ron Howard, Eric Rohmer, Ken Loach o Theo Angelópulos. La Berlinale abrirá la veda a sus once días de cine intenso con ese drama de amor y guerra, con Nicole Kidman y Jude Law de protagonistas, que se exhibe fuera de competición, pero que brinda esa "parcela de Hollywood" habitual en el festival. 
Habrá menos "glamour" que el deseado por el director de la Berlinale, Dieter Kosslick, puesto que Kidman ha excusado su presencia en la apertura. 
Sin embargo, cuenta con que lo compensen en los días sucesivos Jack Nicholson y Diane Keaton -por "Something's gotta give", asimismo fuera de competición- o, dentro de la sección a concurso, Juliette Binoche, Carole Bouquet, Robin Williams y Nick Nolte. 
La Berlinale suele presumir de que, pase lo que pase con el "glamour", las auténticas estrellas del festival son los directores. 
En la lista de los aspirantes a premio hay veteranos como Gutiérrez Aragón, que con "La vida que te espera" acude por sexta vez en la sección oficial y que ya en dos ocasiones salió de Berlín premiado -"Habla Mudita" y "Camada negra", en 1973 y 1977-. 
Con menos bagaje, pero también experiencia en la Berlinale, acude Burman al festival con "El abrazo partido", un año después de que se exhibiera en Panorama "Todas las azafatas van al cielo". 
Para Kosslick, la película de Gutiérrez Aragón está llamada a causar en Berlín "sorpresa y admiración", por su mezcla de "thriller" rural y maestría fílmica. 
Burman representa ese nuevo cine latinoamericano que Kosslick ha querido que sea uno de los platos fuertes de esta Berlinale, en la que se rendirá homenaje, con el Oso de Oro de Honor, al argentino Fernando Solanas y su "Memoria del saqueo". 
Un debutante, Joshua Marston, concurre con "María, llena eres de gracia", la producción estadounidense-colombiana ambientada en Bogotá, con una muchacha metida a traficante para huir de la miseria, que se llevó el premio del público en la meca del cine independiente, Sundance. 
La cuarta película a concurso en español -en este caso, alternado con el francés y el ruso- es asimismo de una primeriza, Stéphane Vuillet, con "25 degrés en hiver", apuntalada en Carmen Maura, que da vida a vaivenes amorosos entre inmigrantes. 
La batalla entre debutantes y viejos conocidos de Berlín se decanta, al menos en términos numéricos, por estos últimos. 
Ahí están Rohmer, con el thriller "Triple Agent"; Angelópulos, con su extensa "Trilogía" (170 minutos); o Loach, con "Ae fond kiss", la historia de amor entre una católica y un pakistaní en Glasgow, por el que Kosslick confiesa especial debilidad. 
Richard Linklater, quien en 1995 ya estuvo en Berlín con "Before Sunrise", regresa con la segunda parte de ese film, "Before Sunset", con los de nuevo encandilados de amor Ethan Hawke y Julie Delpy. 
Otras dosis de Hollywood la aportan Howard, con el western "The missing", con Tommy Lee Jones y Cate Blanchett. Asimismo de EEUU concurren "Monster", de Patty Jenkins, con Charlinze Theron, y "The final cut", de Omar Naim, con Robin Williams. 
Más presencias codiciadas en Berlín vendrán a bordo de "Country of my Skull", de John Boorman, interpretada por Samuel L. Jackson y Juliette Binoche, sobre el trasfondo de la Sudáfrica post-apartheid, el otro gran eje temático de esta Berlinale, junto a Latinoamérica. 
Rohmer tiene entre sus rivales franceses a Patrice Leconte, con "Confidences trop intimes", con Sandrine Bonaire, y Cédric Kahn, con "Feux Rouges", con Carole Bouquet. 
La Berlinale, que el pasado año catapultó al éxito "Good Bye, Lenin!", ha reservado ahora una parcela modesta al cine doméstico: dos únicas producciones: "Die Nacht singt ihre Lieder", de Romuald Karmakar, y "Gegen die Wand", del germano-turco Fatih Akin. 
Asimismo menos generosas de lo habitual son las dosis de cine asiático: "20:30:30", de Sylvia Chang, una producción de Taiwán y Hong-Kong, así como la coreana "Samaria", de Kim Ki-Duk. 
Por parte escandinava, otra cinematografía generalmente mimada en Berlín, acuden la noruega "Beautiful Country", de Hans Petter Molans, con Nick Nolte y Tim Roth, la danesa "Forbrydelser", de Annette Olesen, y la sueca "Om jag vaender mig om", de Bjoern Runge. 
Cierran la lista de las 23 concursantes la croata "Svjedoce", de Vinko Breoan, y la italiana "Primo amore", de Matteo Garrone. EFE gc/tcr