sábado, 22 de febrero de 2025
Oso a Oso
viernes, 21 de febrero de 2025
Pobre Ucrania
Viernes, víspera de la gala de los premios, es jornada propicia a repescar la última aspirante a los Osos que no se logró ver en su pase para la prensa. O para empezar a repasar quinielas sobre los premios entre los colegas. La concursante a recuperar este año era una película en formato documental ucraniana, 'Timestamp'. El único documental de la sección oficial, firmado por una mujer, Kateryna Gornostai.
Recorre la vida diaria de una serie de escuelas de ciudades, pueblos o extrarradios, cuyo nombre hace unos años no decían nada al espectador europeo, pero que desde la guerra de agresión rusa son sinónimo de crímenes de guerra sobre la población civil ucraniana. Por ejemplo, Bucha. El suburbio de Kiev que sufrió uno de los primeros asedios y matanzas en el inicio de la invasión. La vida escolar retomó ahí su ritmo, salpicada por las alarmas antiaéreas que obligan a desplazar grandes o pequeños actos al refugio más cercano. De ahí se traslada la cámara a otras ciudades menos conocidas, algunas a pocos kilómetros del frente o en zonas temporalmente ocupadas por las tropas rusas. Las clases presenciales no se retomaron ahí. Oero se mantiene en pie la actividad online, entre las ruinas de escuelas comidas por los bombardeos y población que trata de sobreponerse a todo por la vía de lo cotidiano.
Se diría que es un documental predestinado a impactar en un festival con reputación de político. Se cumplirán el próximo lunes los tres años del inicio de la invasión a gran escala de febrero de 2022. Desde entonces, edición a edición, la Berlinale ha brindado su pantalla a filmes que reflejan los estragos de la guerra. En su mayoría, desde la estricta perspectiva ucraniana. En 2023 se incluyó incluso un falso documental calificable directamente de propaganda pro Kiev, con un penoso Sean Penn abrazándose a Volodímir Zelenski y otros ucranianos, del búnker a la barra del bar de su hotel. Una película llamada 'Superpower' que no le hacía favor alguno a la causa ucraniana. Hasta ahora, incluso el más dudoso de estos productos, cinematográficamente hablando, llenaba salas.
En 2025 parece que el compromiso con Zelenski tocó techo. Tanto entre el público, como en cuanto a su repercusión mediática. La sala donde se proyectaba el documental, con audiencia mixta entre público corriente y prensa rezagada, no había vendido ni un cuarto de las entradas. Algo revelador en un festival que presume de agotar las localidades de prácticamente todas las sesiones.
Probablemente sí hubo un público entusiasta en la gala del estreno. Pero si un ucraniano cualquiera entre las decenas de miles llegados a Berlín por la guerra hubiera estado este viernes en el Urania, la sala elegida para la repetición, se habría sentido muy solo. Abandonado, directamente. Las butacas vacías eran un preocupante reflejo de lo que ocurre a escala internacional con el apoyo a Kiev y mientras Donald Trump parece determinado a zanjar un conflicto con un apretón de manos con Vladímir Putin a espaldas de Kiev. O del ascenso de la ultraderecha prorrusa que el domingo aspira al segundo puesto en las elecciones nacionales. Su discurso contra la acogida de refugiados y contra el apoyo a Kiev parece haber cuajado.
Pobre Ucrania, por partida múltiple. Trump tiene un aterrador buen radar para captar todo aquello que dejó de interesar y de lo que puede sacar bocado político. Europa mira desde la barrera, con Alemania a la espera de un relevo en la cancillería. Las reflexiones políticas ocuparon el resto de la jornada. No solo porque tocaba seguir completando previas e información electoral para el domingo, sino porque encima, una vez culminada esa tarea, saltó un urgente con el ataque a cuchilladas nada menos que en el monumento a la victimas del Holocausto. La víctima había ingresado con heridas de gravedad. El agresor había sido detenido, tras regresar horas después al lugar de los hechos que para entonces era escenario de un aparatoso operativo policiale. El monumento a los seis millones de judíos asesinados por el nazismo es un lugar especialmente expuesto. Sus 2.710 columnas de hormigón, repartidas en una inmensa explanada cercana a la Puerta de Brandeburgo y la embajada de EEUU es un espacio abierto día y noche al visitante, por deseo expreso del arquitecto que lo diseñó, Peter Eisenman. Un lugar al que unos acuden a posar para un selfie, otros para reflexionar, otros a merendar sin contemplaciones y alguno a vandalizarlo o dejar constancia del antisemitismo que sigue recorriendo Europa.Los 19.000 metros cuadrados del recinto quedaron vallados. Al día siguiente saltaron más detalles sobre la víctima, un turista vasco de 30 años, y sobre su agresor, un sirio de 19 años. El peor imposible para el final de una campaña que había quedado suficientemente salpicada por otros ataques a cuchilladas o atropellos múltiples cometidos por refugiados, algunos con víctimas mortales y decenas de heridos. Gasolina para la ultraderecha y para el trumpismo que la apoya.
jueves, 20 de febrero de 2025
La sosez de ser coreano
miércoles, 19 de febrero de 2025
El Día de la Muerte: entre el Palast y Springer
Toda Berlinale tiene su 'día de la muerte'. Es la jornada en que, porque se acumularon películas a repescar o porque hay ruedas de prensa intempestivas, todo periodista acreditado se pasará de las 08.30 a las 00.00, o más, maltratando sus ojos ante sucesivas pantallas. El día de la muerte de este 75 cumpleaños cayó en miércoles. Arrancó el maltrato con 'Drommer', concursante noruega con pase avanzado de sesión matinal. Y terminó con la repesca de 'La cache', ya sobre la medianoche. No todo fue cine. A estas alturas del festival, era ya impostergable lo de culminar y enviar reportajes, previas, perfiles y todo el comboluto propio de una cobertura electoral y por duplicado, por ser dos los medios a alimentar. Había tareas acumuladas tras haber ido capeando la situación en los días precedentes gracias Donald Trump, acaparador de toda la capacidad de escándalo mediático y privado con sus barbaridades.
'Drommer' se comportó. Ofreció uno de esos productos escandinavos que se dejan ver. Gira en torno al ambivalente enamoramiento de una estudiante respecto a su profesora y los dilemas entre sus emancipadas madre y abuela, que no saben si denunciar un presunto abuso de la docente o respaldar el amor. La tercera opción es declararse fascinadas por el talento literario de su chica, plasmado en su diario que no deja espacio para imaginar que tal vez todo fue platónico.La siguiente pantalla no fue para la Berlinale, sino para el grupo Springer. El imperio mediático del tabloide más leído del país, 'Bild', invitaba a asistir a la grabación del duelo entre Olaf Scholz, el canciller titular, y el aspirante Friedrich Merz, que como todo el mundo sabía a estas alturas estaba llamado a recuperar el poder perdido para los conservadores. Pusieron a disposición de los medios su pantalla y un catering que incluía ensalada de frutas, un regalo tras días alimentándose de porquerías. Seguías sin tener a los rivales a mano, apenas se les vio fugazmente entrar en el plató. Pero de algún modo te reafirmaste en que no es lo mismo 'estar ahí' que verlo luego por televisión y en casa. Del mismo modo que no es lo mismo ver una película en cine o en streaming. De Springer, como del cine, no se levanta una a poner una lavadora. Sentada entre colegas no tiene una más remedio que atender y tomar notas.
La tercera pantalla y aún más espléndida pantalla fue la del Berlinale Palast en sesión de gala. En rigor, la misma que la del pase de prensa del filme noruego. Pero compartida con el equipo de 'Yunan', por tratarse del estreno oficial. Entre ellos, la legendaria Hanna Schygulla, convertida en una especie de abuela castañera como la propia. Por supuesto se la recibió con honores. Pero lo más destacable del filme es la fotogenia de las islas frisias devoradas por el Mar del Norte. La historia del sirio emigrado a Alemania, enfermo de tristeza, o los dotes curativos de Schygulla es lo de menos.
'La cache' no salió al rescate de los ojos cansados. O si, puesto que resultó ser una de esas películas de las que uno puede salirse a la mitad sin remordimientos. Mayo francés del 68 y una familia en formato de la serie española 'Cuéntame'. Habrá ocasión de recuperarla cuando la pasen, como ocurre con cualquier producción francesa, por alguna televisión pública alemana.
martes, 18 de febrero de 2025
De la aversión al cine 'con niño' al galán disfrazado de viejo

lunes, 17 de febrero de 2025
Las puertas correderas no dan la felicidad
domingo, 16 de febrero de 2025
La diosa Chastain y la violencia contra la mujer como género
sábado, 15 de febrero de 2025
La sonrisa de Pattinson y la camiseta imperio de Chalamet
Y sí: Pattinson cumplió con creces. En el filme, ante los medios y sobre a alfombra roja. Estuvo guapo, sonriente, simpático, encantador y hasta brillante. Impecable en su papel. Al director coreano se le recibió también de acuerdo al guión: como al esperado más esperado entre los cineastas presentes. No importaba que no compita. O quizás por eso. Porque tras el pase no hay que romperse la cabeza pensando en si un festín de muertes ingeniosas de Pattinson por el espacio sideral tendrá cabida en un palmarés. A quién le importa si se hace o no larga.
El segundo ser nacido para deslumbrar sobre la alfombra roja y poco fue Timothée Chalamet y su 'A complete Unknown', de James Mangold. El biopic con el que el ídolo de adolescentes y generación siguiente vuelve a aspirar al Oscar, tras su 'Call me by your name'.Seguramente Chalamet también estaba incluido en el programa por eso de que la Berlinale entra en el circuito promocional para los nominados a los Oscar. Hizo las delicias de quienes le adoran, que aparentemente son muchos y muchas. Desfiló por Berlinale de rosa, incluida la camiseta imperio bajo con que se exhibió tras el desfile por la alfombra roja. Como todo el mundo sabe, los actores de verdad no sienten el frío si de trata de mostrar su piel.
Pattinson camina firmemente hacia su redención incluso para quienes pensaban que nunca sería un actor, sino solo un vampiro. Chalamet sigue siendo insufrible para quienes no entienden qué le ven a ese adolescente. Hay abismos generacionales que no se superan ni en la Berlinale.viernes, 14 de febrero de 2025
Bienvenido el cine familiar chino y sus plañideras

miércoles, 12 de febrero de 2025
Abriendo la 75 edición: de nuevo, el trasero de Lars
sábado, 24 de febrero de 2024
Dahomey y el hipopótamo Pepe
La descolonización de los museos africanos se alzó con el Oro de la Berlinale
Joana Serra
También radical era “L’Empire”, de Bruno Dumont, que obtuvo el Premio del Jurado con un filme que juega a la ciencia ficción y convierte la parisina Notre Dame en una nave espacial. Menos arriesgado fue el Gran Premio Especial del Jurado para el coreano Hong Sangsoo, un habitual del festival alemán, que presentó su nuevo ejercicio de minimalismo titulado “A traveler´s needs” e interpretado por Isabelle Huppert.
El resto del palmarés incluyó al cine anfitrión a través de “Sterben”, del alemán Matthias Glasner, Oso de Plata al mejor guión; dio a la británica Emily Watson otra Plata como actriz de reparto por su cruel monja de “Small things like these”; y el correspondiente al mejor protagonista al estadounidense Sebastian Stan por “A different man”. La austriaca “Des teufels bad”, un magnífico filme sobre los estragos del fanatismo religioso en la Austria de 1750, ganó la siguiente plata para su impactante fotografía.
Apoyos a Gaza desde el corazón de Alemania
Pero el mensaje más político del festival se fue a Gaza. Fueron varios los miembros del jurado o premiados con los Osos quienes pidieron desde el escenario un alto el fuego inmediato. Y, en lo que concierne al palmarés, recibió el premio al mejor documental “No other land”, del duo israelí-palestino Yuval Abraham y Basel Adra. Se trata de una dura denuncia de la demolición de poblaciones palestinas de Cisjordania por Israel. El galardón plasmó la apuesta política de la Berlinale, especialmente destacable por ser Alemania un país donde, por responsabilidad histórica, su clase política evita criticar al gobierno israelí.
No fue el único alegato por Gaza sobre el escenario: la directora brasileña Juliana Rojas reclamó el alto el fuego al recoger su premio a la mejor dirección por “Cidade, Campo”, de la sección Encounters. Y el equipo entero de “Direct Action”, de Guillaume Cailleau, subió al escenario con el pañuelo palestino para recibir el de mejor filme de esa misma sección, dedicada a los nuevos lenguajes del cine.
No había películas españolas entre las 20 aspirantes a los Osos. Pero sí se colaron en el palmarés del festival dos producciones procedentes de la península, ambas dirigidas por mujeres. Fueron Anna Cornudella, cuyo film “The Human Hibernation” ganó el premio de la crítica internacional Fipresci, mientras que la producción hispano-costarricense "Memorias de un cuerpo que arde", de Antonella Sudasassi, ganó el premio del público de la sección Panorama.
Sin estar en la sección oficial, sino en las paralelas, perpetuaron el buen balance dejado en 2022 -con el Oro a “Alcarràs”, de Carla Simón- y en 2023 -con la Plata a Sofía Otero por “20.000 especies de abejas”-.
“The Human Hibernation” se exhibía en la sección Forum, destinada al cine experimental. Plantea la posibilidad de una hibernación humana por efecto del cambio climático. La costarricense Sudasassi reflexiona sobre la mujer y su liberación sexual, a través de tres personajes femeninos.
A la iraní “My favorite cake”, proyectada en ausencia de sus directores, Maryam Moghaddam y Behtash Sanaeeha, por imperativos del régimen de Teherán, se le reservó el Fipresci correspondiente a la sección oficial, así como el premio del jurado ecuménico. ERa la favorita de las quinielas, pero finalmente solo obtuvo galardones de estos jurados independientes.
Cambio de ciclo
La presente Berlinale cierra el ciclo de cuatro años bajo la dirección colegiada del italiano Carlo Chatrian y la neerlandesa Mariette Rissenbeek, a los que relevará la estadounidense Tricia Tutlle. Su gestión quedó marcada en su primer año por las restricciones por la pandemia y termina salpicada decríticas. En ese periodo el festival alemán ha perdido relevancia y visibilidad mediática frente a sus grandes rivales europeas, Cannes y Venecia.
También ha perdido algo de lo que fue su señal de identidad, el sello de festival popular. A diferencia del elitista festival francés, Berlín pone a la venta entradas para todas sus galas -unas 300.0000-. Las salas siguen llenándose, pero se critica que se haya suprimido la venta en taquilla de las localidades, ya que ahora solo pueden adquirirse online. Ello margina a quienes no dominan la dura competición por hacerse con las más preciadas -que se agotan en minutos-. Elimina, además ese “espacio de encuentro” que formaban los que guardaban cola ante la taquilla, algunos de ellos con sus termos de café, lo que daba aire de “normalidad ciudadana” a los diez días de vida del festival.
viernes, 23 de febrero de 2024
Será niño, será niña
La Berlinale, ante un Oso que tanto puede llamarse Pepe como Mahin
Joana Serra
La Berlinale cerró su desfile de 20 aspirantes al Oso con una hermosa y feminista película nepalí, “Shambhala”. Queda por desvelar quién recibe este sábado el Oro de esta 74 edición del festival alemán, que podría decantarse por un hipopótamo llamado “Pepe” como por la vital viuda iraní Mahin.
Nunca hay quinielas fiables en el festival alemán. Se atribuye al jurado la tarea de encontrar su propia película, dar la sorpresa y acarrear con el disgusto general, si resulta que el palmarés no complace a la mayoría. El jurado de la presente edición está presidido por la actriz keniano-mexicana Lupita Nyong’o, pero los motores del veredicto final pueden ser dos cineastas de su equipo: el alemán Christoph Petzold y el español Albert Serra. Ambos representan una perspectiva del cine radical e innovadora, lo que favorece al dominicano “Pepe”. La película, dirigida por Nelson Carlos de los Santos Arias, convierte en narrador al fantasma de un hipopótano huido del zoo del patrón de la droga colombiano Pablo Escobar. Es una historia fascinante, centrada en el destino de un ejemplar entre los centenares de hipopótamos diseminados por el río Magdalena, descendientes de congéneres africanos.
No es una película para todos los gustos. Mucho más fácil para el equipo de Nyong’o sería optar por la iraní “My favorite cake” y su liberada viuda de 70 años que no renuncia al amor. Fue proyectada en ausencia de sus directores, Maryam Moghaddam y Behtash Sanaeeha, por imperativos del régimen de Teherán. Seguiría así la estela de anteriores Oros que la Berlinale ha entregado al cine iraní “resistente”: en 2020 lo ganó "There is no Evil" sin la presencia de su director, Mohammad Rasoulof, mientras que en 2015, fue la sobrina de Jafar Panahi, inhabilitado para rodar, quien recogió el Oro por "Taxi".
Entre las películas favoritas de la crítica internacional, según recoge la revista “Screen”, está la austríaca “The devil’s bath”, con un impresionante Anja Plaschg poniendo el rostro de una mujer sometida al fanatismo religioso y ancentral del siglo XVIII. La alemana “Sterben” bien situada por el trabajo de sus actores, entre ellos Lars Eilinger. Es una cinta de tres horas por capítulos entorno a la demencia, la vejez, el alcoholismo y el suicido, que curiosamente no aboca al espectador a la depresión.
Ya en la última jornada, “Shambhala” fascinó con su historia de una embarazada recorriendo a pie el pedregal nepalí para explicarse a uno de sus esposos -tiene tres, aunque solo uno ejerce de marido-. Su antecedente en el palmarés sería “La boda de Tuya”, Oro en 2007 y rodada en escenarios parecidos, pero en Mongolia. Otra firme candidata a premio estrenada en el tramo final fue la tunecina “Who do I belong to”, una dramática historia de una familia partida por el terrorismo islámico y la brutalidad yihadista contra la mujer.
Han sido varias las historias femeninas de este festival. Entre ellas, la italiana “Gloria”, de Margherita Vicario. Dio alas al festival, especialmente en lo musical, a través de las muchachas de la escuela de música de San Ignacio, en la Venecia de 1800, que descubren el “Pianoforte” y estrenan ante el Papa una pieza pop que podría ir al festival de Eurovisión de Malmö.
El resto del cine europeo aportó sólidas películas como la danesa “Vogter”, con una impactante funcionaria de prisiones ajustando las cuentas a un preso. La francesa “L’Empire” hizo las delicias de los devotos de Bruno Dumont con un irónico tributo a pie de playa de la “Guerra de las Galaxias” o “Juego de Tronos”. No se descarta un puesto en el palmarés para “Langue étrangere”, de la francesa Clarie Burguer, una inteligente película que combina los dilemas de la adolescencia actual con los del mundo adulto.
Menos convincentes resultaron “Small things like these”, pese a la presencia del irlandés Cillian Murphy, o “Hors du temps”, de Olivier Assayas, que acudía a la Berlinale como teórico favorito.
Algo parecido ocurrió con otros dos directores habituales de la Berlinale, el mexicano Alonso Ruizpalacios, que compitió con su multiétnica “La cocina”, o el coreano Hong Sangsoo, con su “A traveleer’s needs”, interpretado por Isabelle Huppert.
La gala de los Osos cerrará el sábado un festival sin títulos españoles a competición. Tras el Oro en 2022 a “Alcarrás”, de Carla Simón, y la Plata de 2023 a Sofía Otero, por “20.000 especies de abejas”, al cine de la península le correspondió mirar el desfile de aspirantes desde la barrera.
jueves, 22 de febrero de 2024
Del astronauta Sandler a la lésbica Steward
Egoyan „psicoanaliza” el abuso sexual con Amanda Seyfeld
Joana Serra
El director armenio-canadiense Atom Egoyan presentó en la Berlinale uno de sus psicoanálisis cinematográficos, esta vez aplicado al trauma de los abusos sexuales y con Amanda Seyfried de protagonista. “Seven veils”, la película del cineasta, se exhibía fuera de concurso, pero era el plato fuerte al menos en lo mediático de la penúltima jornada a competición.
“Es una especie de ajuste de cuentas entre los traumas del presente y los del pasado, entre la pérdida dejada por la muerte de un mentor y amante y las secuelas que aún arrastra de la figura del padre”, explicó Seyfried. “La historia de Salomé es fascinante. Confluyen en este mito del deseo y el ansia ante lo que te falta y crees que necesitas”, resumió por su parte Egoyan, de nuevo en la Berlinale tras haber sido hace veinte años presidente de su jurado internacional.
“Seven veils” es una revisión del mito de Salomé a través de la historia en que se tejen la realidad y la ópera que trata de poner en escena el personaje que interpreta Seyfried. Es una directora escénica con problemas con su esposo, con sus solistas, con la sombra del mentor fallecido y con la personalidad de su padre. La crisis matrimonial es un precipicio más al que se asoma, aunque probablemente lo más perturbador es el trauma que arrastra desde su infancia. Para Egoyan, la película es un reencuentro con una versión anterior de esa misma ópera de Richard Strauss que dirigió en 1996. Es su octava incursión en ese mito bíblico y la obsesión por el deseo.
Seyfried se convirtió en el ser más buscado de la jornada sobre la alfombra roja. Su filme se proyectó en la sección Berlinale Special, principal fuente de estrellato en el festival, mientras que la sección oficial a competición ha sido más bien discreta en cuanto a celebridades.
En esa misma sección fuera se concurso se proyectó el “Spaceman” protagonizado por Adam Sandler, que abandona la comedia para convertirse en un astronauta solitario y deprimido que ha perdido la conexión con su mujer -Carey Mulligan-. Ambos, Sandler y Mulligan, acapararon los flashes del miércoles. Unos días antes, el máximo imán mediático fue Kristin Steward -presidenta del jurado en 2023-, protagonista ahora de una explícita historia de amor lésbico con una culturista -Katy O'Brian-, en “Love Lies Bleeding”.
Nadie, sin embargo, llenó tanto la Berlinale como el director Martin Scorsese, Oso de Oro de Honor de la Berlinale, quien además de acudir para recibir ese galardón participó en actos paralelos junto a Sharon Stone, su protagonista de “Casino”.
La Berlinale se cerrará el sábado con la entrega de sus preciados Osos entre los 20 aspirantes incluidos en la sección a concurso.
miércoles, 21 de febrero de 2024
Pañuelos palestinos y exclusión ultra
Gaza sacude una Berlinale „políticamente correcta“
Un grupo de activistas pro-Palestina afeando a la exsecretaria de Estado de EEUU, Hillary Clinton, su fidelidad al compromiso con la defensa de Israel; una película grabada en octubre que denuncia el „apartheid“ que, a juicio de sus autores, se practica contra los palestinos; o varios manifestantes irrumpiendo en el European Market al grito de „Free Palestine“: son algunos de los problemas que está teniendo una Berlinale que presume de festival político, pero que no acaba de afrontar los conflictos que no son „políticamente correctos“ para el establisment alemán.
martes, 20 de febrero de 2024
El gran Martin y una foto triunfal
Scorsese: “El cine no muere: se transforma”
Joana Serra
La presente Berlinale tal vez está ofreciendo poco brillo sobre la alfombra roja en su competición oficial. Pero al menos se aseguró un espacio de lujo para el Oso de Oro de Honor del año: Martin Scorsese. El director estadounidense compareció ante los medios vital, simpático y dispuesto a responder cualquier pregunta, aunque esquivando la cuestión de si volvería a rodar con “The Rolling Stones”.
“El cine no muere, solo se transforma. La tecnología evoluciona, ello implica cambios… Pero lo importante es no temerle, ni a la tecnología ni a los cambios. No somos sus esclavos”, respondió Scorsese, ante una sala de prensa abarrotada, por primera vez en esta edición del festival berlinés.
Decenas de teléfonos móviles en alto le recibieron. Quien más quien menos, todos querían llevarse su foto “individual”, independientemente de las que transmitirían al mundo el muro de cámaras profesionales de la prensa gráfica en primera fila.
“El ego estorba”, aseguró en otro momento, a propósito de cómo se siente alguien que ha recibido todos los premios posibles. “Cuando era joven lo tuve. Y no se acaba de perder nunca. Pero hay que tener una relación saludable con él”, añadió entre risas, custodiado por el presidente de la Berlinale, Carlo Chatrian.
La presencia de Scorsese en la Berlinale era el plato fuerte de esta edición. Nadie, menos aún Chatrian, se molestó en tratar de enumerar algunos de los títulos míticos del maestro -de „Taxi Driver” (1975), “Cape Fear” (1991), “Casino” (1995) o “Gánsters de Nueva York” (2002) hasta “Los asesinos de la luna” (2023). Es un director longevo y en activo, cuyo último filme es, según Steven Spielberg -Oro de Honor de 2023-, el mejor de su carrera.
Las respuestas del director estadounidense fueron de lo personal -”mi plato preferido es la lasaña. Y nadie las cocinaba mejor que mi madre”- a los planes para el futuro -”tengo 81 años, gestionar el tiempo es importante para mi”-. Reaccionó con irónicas sonrisas a un periodista búlgaro que trató de “improvisar” una imitación de una escena de Jack Nicholson en “Departed”. Y aludió a su dentista cuando alguien le preguntó si volvería a rodar con Mick Jagger.
Scorsese fue recibido como un amigo en la capital alemana. No solo por representar por sí solo una página grandiosa de la historia del cine, sino porque sus útimas apariciones en otras ediciones de la Berlinale llevaron sobre la alfombra roja a máximas figuras: en 2010 lo hizo acompañado de Leonardo di Caprio para presentar su “Shutter Island”; dos años antes había acudido con los “Rolling” al completo, los protagonistas de su icónico documental “Shine a light” que puso la Berlinale patas arriba.
En la presente edición le corresponde el papel de máximo homenajeado del año. Para la entrega del Oso de Oro de Honor se programó una gala con la proyección de la película “Departed” (2006), una historia tejida sobre uno de sus géneros favoritos -las películas de gansters- y con Di Carpio, Nicholson, Matt Damon, Martin Sheen y Mark Wahlberg. Tras esa sesión de gala, tendrá lugar este miércoles una conversación entre el director y la cineasta Joanna Hogg en el apartado “Talents” del festival, a modo de taller para jóvenes creadores.
Un gran homenajeado para un año de transición
Los dos co-directores de la Berlinale, Carlo Chatrian y Mariette Rissenbeek, se despedirán este año de su cargo tras cuatro años de liderazgo bicéfalo que han sido un poco de capa caída para la Berlinale. Lo que se ha visto hasta ahora de sus 20 aspirantes al Oso no ha sido muy brillante y ha incluido algunas decepciones. Se recibió casi como un bálsamo al coreano Hong Sangsoo, porque además de satisfer a los amantes de su cine minimalista acudió junto a Isabelle Huppert, su protagonista. Otras presencias esperadas, como el francés Olivier Assayas, no acabó de convencer.
A falta de lo que se estrena en las tres últimas jornadas, encabeza las quinielas de la revista “Screen” para el Oso del festival la película iraní “My Favorite Cake”. Sus directores, Maryam Moghaddam y Behtash Sanaeeha, no pudieron acudir a Berlín por imperativo del régimen de Teherán. De la falta de grandes películas a concurso se responsabiliza al tándem formado por Chatrian y Rissenbeek. Pero al menos dejaron para el album de su último festival un Oso honorífico irreprochable, además de carismático y pletórico, a sus 81 años.
























