domingo, 17 de febrero de 2002

Los Osos, a juicio del equipo de Lucrecia

Reparto salomónico entre denuncia y diversión

Gemma Casadevall 

Berlín, 17 feb (EFE).- La 52 Berlinale partió salomónicamente en dos su Oso de Oro, que se fue ex aequo para el político "Bloody Sunday", de Paul Greengrass, y a los dibujos animados de "Spirited Away" de Hayao Miyazaki, mientras que reservó su Premio Especial al cine "anfitrión", con "Halbe Treppe", del alemán Andreas Dresen. 
El jurado del Festival Internacional de Cine, presidido por la directora india Mira Nair, hizo un esfuerzo de concentración para responder a su propósito de "mimar" a lo innovador, al cine de alto voltaje político y, además, a la maravillosa "Lundi matin", de Otar Iosseliani, que se llevó el Oso de Plata al director Los premios de interpretación, a la actriz Halle Berry, por "Monster`s Ball", y a Jacques Gamblin, por "Laissez-passer", eran una manera indirecta de distinguir al alegato antirracista de Marc Forster, así como de no hacer marchar de vacío a Bertrand Tavernier, a pesar de que su película no convenció. 
"El Oro a `Bloody Sunday` me llena casi de orgullo, porque de alguna manera esa película no sólo refleja el conflicto norirlandés, jamás extinguido, sino también otros conflictos de muchas partes del mundo y muchas cosas que pasan ahora mismo en Argentina ", explicó a EFE la directora argentina Lucrecia Martel, miembro del jurado. 
La película de Paul Greengrass, filmada en formato de documental, cámara en mano, y con un reparto mixto entre actores profesionales y testigos presenciales, relata el baño de sangre en que derivó la carga del ejército británico, en 1972, en Derry. 
"El otro Oro para Miyazaki es asimismo muy satisfactorio, por la pequeña revolución que implica premiar a los dibujos animados en un gran festival internacional", añadió Martel, quien calificó a su director de "Lewis Carroll japonés". 
"Por un lado, hemos premiado a la pura diversión; por la otra, el cine de alto contenido político", explicó por su parte el director alemán Oskar Roehler, asimismo miembro del jurado. 
En un aparte, tras darse a conocer los premios de esta 52 Berlinale, Martel confesó asimismo que el premio que "más me ha salido del corazón" es el de Iosseliani, quien el día anterior se llevó el premio de la Asociación de la Crítica Internacional. 
"Lundi matin", una película donde aparentemente no ocurre nada y que tiene aires de Aki Kaurismaki, mezclado con Jacques Tati, es un mosaico de personajes "que te quedan dentro y que reflejan un mundo con una sonrisa, a veces un gesto", explicó Martel. 
La directora, quien en 2001 se llevó el Premio Alfred Bauer al mejor debut, con "La ciénaga", destacó asimismo la importancia del Premio Angel Azul a la mejor película europa que recibió la danesa Annette K. Olesen, por su primera película, "Minor Mishaps". 
Martel evitó diplomáticamente -tal como establece el reglamento del jurado internacional de la Berlinale- caer en "indiscreciones" sobre luchas internas del tribunal para el reparto de premios. 
Algo más explícito fue su compañero Roehler, quien pese a dejar claro que "no se ha premiado a ninguna película que haya sido rechazada de plano por uno de nosotros", sí que admitió la existencia de "ciertas presiones" en las decisiones. 
La 52 edición de la Berlinale era el "estreno" de Dieter Kosslick como director del festival, debut que se caracterizó por la abultada presencia de cine alemán, ya que los cuatro realizadores incluidos a concurso suponían la mayor presencia germana desde 1990. 
Se daba por hecho que el cine anfitrión se iba a llevar un premio importante y "Halbe Treppe" -una excelente película rodada como un vídeo doméstico en el económicamente deprimido este del país- se recibió como un posible Oro para Alemania, que desde "Stammheim", de Reinhard Hauff, en 1986, no se ha llevado el máximo galardón. 
La película de Dresen cayó bien entre el jurado -y se acentuó así la presión psicológica-, pero "nos desprendimos elegantemente de argumentos ajenos para dejar vencer nuestra intuición", explicó a EFE, oficiosamente y en tono irónico, un miembro de ese tribunal. 
Menos sutiles fueron los "argumentos" a favor de "8 femmes", la película de Francois Ozon con Catherine Deneuve, Fanny Ardant y otras seis divas, que trajo el mayor desembarco de "glamour" y risas de esta Berlinale y a la que Kosslick quería ver con premio. 
La deliciosa comedia "kitsch" lideraba desde hacía días las quinielas de diversos medios alemanes acerca de quién se llevaría el Oro de Berlín. 
Todo quedó en un Oso de Plata para la "contribución artística individual al conjunto de sus actrices", una denominación de por sí ambigua, con aire de premio de consolación para una película contra la que, al parecer, se cuadraron varios miembros del jurado. EFE gc/dm/egn/cbm

sábado, 16 de febrero de 2002

Polvorón asiático

Un complot japonés cerrando el cierre 

Gemma Casadevall 

Berlín, 16 feb (EFE).- La japonesa "KT", sobre un complot contra el presidente coreano Kim Dae Jung, cerró hoy el desfile de las 23 candidatas a los Osos de la Berlinale, para los que se dan como favoritos a los franceses Francois Ozon y Otar Iosseliani o al joven cine alemán, con "Halbe Treppe", de Andreas Dresen. 


Sakamoto ofreció un exponente de cine denso, bien llevado, pero casi impenetrable, sobre todo en una Berlinale "cansada", tras semana y media a un ritmo de tres películas diarias en la sección oficial, además de las de Panorama, Forum y retrospectivas. 
La trama de "KT" se remite a 1972, cuando el ahora presidente y entonces gran esperanza de la democracia coreana, Kim Dae-Jung, fue secuestrado en su hotel de Tokio, donde se había escondido de sus múltiples enemigos. 
El film repasa un mosaico de confrontaciones latentes -las intercoreanas, sumadas a las coreano-japonesas, amén de las tensiones entre Asia y Estados Unidos-, guerras entre servicios de espionaje antagónicos y, cómo no, conflictos personales. 
En resumen: demasiado denso para el esprint de una Berlinale que encima tuvo que desperezarse con un film con pocos alicientes. 
Giannaris cuenta la salida de vacaciones de varios vecinos de un inmueble, que queda a merced de un "revienta pisos" decidido a probarse sus vestidos, comer de su despensa y hurgar en sus vídeos. 
El film avanza alternando los episodios de unos y otros, hasta desembocar en una final místico, con amagos de "milagro en Atenas". 
Ni la película de Sakamoto ni los retazos de la vida diaria griega afectaron las quinielas de esta Berlinale, para la que los medios alemanes dan como claro favorito al desfile de mujeres de "8 femmes", encabezadas por Catherine Deneuve y Fanny Ardant. 
La película de Ozon lidera el "hit parade" entre los críticos germanos del periódico berlinés "Der Tagesspiegel", seguida de cerca del drama antiracista "Monster`s Ball", del alemán-estadounidense Marc Foster. 
Sus colegas del resto del mundo no comparten tanta fascinación por la comedia "kitch" de Ozon -a la que algunos ven como un producto superficial- y favorecen al "Lundi Matin" de Iosseliani, a la que la Asociación de la Crítica Internacional (Fipresci) dio hoy su premio, adelantándose a los galardones oficiales del domingo. 
Las apuestas coinciden en vaticinar un "premio seguro" -aunque quizás no alcance para el Oro- para "Halbe Treppe", del mencionado Dresen, una película filmada con cámara digital y pocos medios, en la Alemania más pobre, la del este del país. 
Se baraja también entre las firmes aspirantes a galardón a la debutante danesa Annette Olesen, con "Minor Mishaps" y su nueva versión del "dogma" escandinavo, desde una perspectiva renovada. 
El "Bloody Sunday" de Paul Greengrass, sobre la violenta carga del ejército británico en Irlanda, hace treinta años, es otra representante del nuevo cine con opción a premio, mientras no se descarta una "decisión revolucionaria" a favor de "Spirited Away", el film de dibujos animados del japonés Hayao Miyazaki. 
Las interpretaciones más celebradas han sido las de James Nesbitt ("Bloody Sunday"), Kevin Spacey ("The shipping news"), Jacques Bidou ("Lundi Matin") y Gene Hackman (The Royal Tenenbaums", por parte masculina. 
Las divas francesas de Ozon, Judi Dench ("Iris"), Cate Blanchett ("Heaven) y Halle Berry ("Monster`s Ball") están entre las favoritas al Oso a la mejor actriz. 
La decisión está en manos del jurado presidido por la directora india Mira Nair, entre cuyos catorce miembros se encuentra asimismo su colega argentina Lucrecia Martel (premio Alfred Bauer al mejor debut, en la Berlinale 2001, por "La Ciénaga"). 
Los Osos del Festival se entregarán mañana, en la gala de clausura, donde se proyectará además, a modo de homenaje a Charles Chaplin, "El gran dictador". EFE gc/rz/aag/cbm

Pronósticos

Las divas de Ozon y el antiglamour alemán, en las quinielas de la Berlinale


Gemma Casadevall



Bildergebnis für berlinale ozon deneuve

Berlín, 16 feb (EFE).- El desfile de divas de "8 femmes", de Francois Ozon, parte como gran favorita al Oso de Oro de la Berlinale, que concluye mañana, donde también han destacado "Halbe Treppe", del joven alemán Andreas Dressen, y "Lundi Matin", del veterano Ottar Iosseliani. 
"8 femmes", una deliciosa comedia "kitch" con Catherine Deneuve en un inusual devaneo lésbico con Fanny Ardant, amenizado con números musicales, ocupa la cabecera en las quinielas de esta 52 edición del Festival de Cine de Berlín, por encima de sus compatriotas "Laissez passer", de Bertrand Tavernier, y "Amen", de Costa Gavras. 
A falta de las dos últimas proyecciones, este sábado -"Dekapentavgoustos", del griego Constantin Giannaris, y "KT", del japonés Junji Sakamoto-, la suerte ya está echada en la carrera por los Osos que se ha librado entre las 23 películas a concurso. 
Los comentarios en la recta final de la Berlinale apuntan una victoria para Ozon, a no ser que el jurado presidido por la directora india Mira Nair -con su colega argentina Lucrecia Martel, entre sus 14 miembros-, se decida por el cine más joven, bandera con la que abrió este festival su nuevo director, Dieter Kosslick. 
La "cantera" de nuevos realizadores ha brindado las más agradables sorpresas de esta Berlinale, con permiso de la pequeña maravilla ofrecida por el veterano Iosseliani, con su "Lundi Matin". 
Entre los nuevos talentos que más han gustado en Berlín está el alemán-suizo-estadounidense Marc Foster, con "Monster`s Ball", un alegato antirracista y contra la pena de muerte que sorprendió por su intensidad. 
Asimismo, se da como "premio seguro" -aunque quizás no alcance el Oro- la ya mencionada alemana "Halbe Treppe", una película filmada con cámara digital y medios modestos, en la Alemania más pobre, la del este del país. 
La debutante danesa Annette Olesen, con "Minor Mishaps" y su nueva versión del "dogma" escandinavo, desde una perspectiva renovada y sin corsés, se cuenta asimismo entre las firmes aspirantes a galardón. 
El "Bloody Sunday" de Paul Greengrass, sobre la violenta carga del ejército británico en Irlanda hace treinta años, es otra representante del nuevo cine con opción a premio, mientras no se descarta una "decisión revolucionaria" a favor de "Spirited Away", el filme de dibujos animados del japonés Hayao Miyazaki. 
La española "Piedras", del debutante Ramón Salazar, fue acogida con cariño y simpatía por ser un producto en el que el público berlinés ve la huella de Pedro Almodóvar. 
Las interpretaciones más celebradas fueron las de James Nesbitt ("Bloody Sunday"), Kevin Spacey ("The shipping news") y Jacques Bidou ("Lundi Matin"), por parte masculina, mientras que las divas francesas de Ozon, Judi Dench ("Iris") y Cate Blanchett ("Heaven), están entre las favoritas al Oso a la mejor actriz. 
La cara opuesta de la moneda -la de las decepciones- viene encabezada por el cine alemán, puesto que sólo "Halbe Treppe" ha respondido a las expectativas del anfitrión. 
Kosslick había seleccionado para la sección a concurso un total de cuatro películas de directores alemanes, clasificables como "nuevos talentos" del cine. 
Su apuesta por la industria nacional era arriesgada, puesto que no se había visto tan abultada presencia alemana en una Berlinale desde 1990. 
La producción internacional "Heaven", de Tom Tykwer -uno de los valores más sólidos del ámbito germano-, gustó por su poética recreación del mundo de Krzystof Kieslowski, pero no convenció. 
Con "Der Felsen", de Dominik Graf, la cosa fue a peor y se escucharon los primeros abucheos. 
Ya en la recta final del festival, se llegó a la indignación con "Baader", de Christopher Roth, una supuesta recreación de la figura de Andreas Baader, fundador de la banda terrorista RAF, que cae en la tergiversación histórica. EFE gc/rz/ah/pq

viernes, 15 de febrero de 2002

La perlita del cine anfitrión


El desfile alemán culmina con el despropósito de un "Baader" falseado

Gemma Casadevall 

Berlín, 15 feb (EFE).- El desconcierto y la indignación acompañaron a la exhibición de la última película alemana a concurso de la 52 Berlinale, "Baader", una supuesta recreación sobre el fundador de la banda terrorista RAF, Andreas Baader, que cae en la tergiversación histórica. 
Si "Halbe Treppe, de Andreas Dresen, reconcilió a la crítica internacional con el cine alemán actual, por ser un exponente de sensibilidad envuelta en modestia de medios, el nivel visto hoy con "Baader" dejó de nuevo al cine "anfitrión" por los suelos. 
Por primera vez en los doce días de festival, la Berlinale olvidó su habitual regla del "fair play" y los aplausos más o menos corteses, incluso para películas a las que vapulea la crítica, para entrar en la abierta confrontación. La película, del joven Christopher Roth, se centra en el periodo entre 1967, con la muerte del estudiante Beno Ohnesorg por disparos de la Policía, y 1972, con la detención de Andreas Baader, fundador con Ulrike Meinhoff de la Fracción del Ejército Rojo (RAF). 
Roth trató de explicar ante la prensa que lo suyo no es un "docudrama" ni un intento de reconstruir lo ocurrido, sino una recreación del personaje de Baader, desde sus inicios de delincuente común a su "reconversión" en revolucionario. 
Pero ni esas argumentaciones ni su inexperiencia -hasta ahora, había hecho mayoritariamente anuncios publicitarios- le sirvieron de excusa convincente ante los despropósitos de su película. 
A Gudrun Ensslin, la novia de Baader, se la representa como una especie de "chica ye-yé" en minifalda que, de pronto, recita postulados marxistas; el personaje Ulrike Meinhoff, la periodista que un día abandona a sus hijas y su existencia burguesa para unirse a su lucha, es una figura desdibujada, a años luz del papel de líder que tuvo. 
El núcleo fundador de la RAF, cuyos atentados contra "intereses capitalistas" y bases estadounidenses puso en jaque al Gobierno de Willy Brandt, toma perfiles de "banda pop" liderada por un imitador de Mick Jagger, siempre en la carretera o apurando droga. 
Especialmente absurdo es el capítulo en que los miembros de la RAF -ellas, con aires de modelo; ellos, en traje y corbata- llegan a un campamento de entrenamiento palestino -rodado en el desierto de Almería- para adiestrarse en el manejo de las armas. 
A Roth se le hubieran perdonado estas licencias, inclusive la flagrante invención final -en la película, Baader cae acribillado como un gángster en un tiroteo policial, en 1972-, si al menos se entendiera el propósito de tal "recreación". 
En la rueda de prensa posterior al pase, Roth tuvo que enfrentarse a todo tipo de preguntas acerca de por qué se había permitido transgredir la historia hasta ese punto. 
Un periodista alemán le recriminó "haber arruinado" su película con un final que traiciona toda rigurosidad acerca del capítulo de la muerte del terrorista, que para algunos nunca ha sido aclarado, pero que sin duda alguna ocurrió cinco años después de lo que cuenta Roth y no fue en la calle, sino en la prisión. 
Baader y otros tres miembros de la banda fueron encontrados muertos tras el baño de sangre en que derivó el secuestro de un avión por un comando palestino, con el propósito de forzar su liberación, a lo que siguió el asesinato del presidente de la patronal, Hans Martín Schleyer, a su vez en poder de la RAF. 
Más ilustrativa aún fue la pregunta de un periodista español, quien le pidió a Roth que explicase a qué se refería exactamente al decir que había pretendido "poner en cuestión" al personaje de Baader y su entorno. 
El joven realizador no supo encontrar un argumento convincente, más allá de dar vueltas a su propósito recreador, mientras rechazaba que su película diera rango de "perdedor simpático" al terrorista. 
La segunda proyección a competición de la jornada fue "Bad Guy" -"Na-Bbun-Nam-Ja", en el título original-, de Kim Ki-Duk. 
Su presencia en la Berlinale fue un acontecimiento para los fans del realizador coreano y para quienes confiaban en el "factor sorpresa" en la recta final del festival, que se cierra el domingo. 
Pero Kim Ki-Duk no estuvo esta vez a la altura de su impactante título anterior, "La isla". 
Lo más destacable de su historia de amor entre un chico malo y una colegiala, a la que fuerza a la prostitución, es la "ensalada" de palizas y tortazos que se acumulan en su última media hora. EFE gc/gsm/bjm/cbm

miércoles, 13 de febrero de 2002

Pedrusco español en la Berlinale

Salazar, con el entusiasmo del novato

Gemma Casadevall

Berlín, 13 feb (EFE).- Ramón Salazar, director de "Piedras", ha llegado a la Berlinale con todas sus "chicas" -Angela Molina, Antonia San Juan, Vicky Peña, Najwa Nimri y Mónica Cervera- y dispuesto a defender "con el entusiasmo del novato" la única película española a concurso en este festival internacional de cine. 
"Ellas, especialmente Angela, tienen mucha más experiencia que yo en todo esto", explica a EFE el realizador malagueño, poco después de "desembarcar" con su equipo en la capital alemana ante la presentación internacional de su primer largometraje mañana, jueves. 
"Parece que les he contagiado a todos algo de mi nerviosismo de debutante y se lo están tomando como si para todas fuera la primera vez", añade Salazar, ansioso de ver cómo reacciona la Berlinale ante su historia de cinco mujeres y sus zapatos. 
Sabe que su equipo llega a Berlín con una buena "tarjeta de visita", Angela Molina, quien presidió el jurado internacional de ese festival hace dos años. 
Sin embargo, considera que en su película "el protagonismo no se decanta hacia una u otra mujer, sino hacia todo el universo femenino, incluida la componente femenina que tienen los hombres". 
Salazar es consciente, asimismo, de que el referente más inmediato con que se le medirá es con Pedro Almodóvar, no sólo por su "batallón" de chicas, sino porque a algunas de éstas se las identifica con el director manchego. 
"Está claro que pasará, pero es que casi todas la actrices españolas de hoy han sido alguna vez `chicas Almodóvar`, qué le voy a hacer", dice Salazar, para quien es "fenomenal" esa referencia, siempre que se hable de comparación y no de copia. 
El debutante no quiere pensar aún "en salir de Berlín con premio", sino que se conforma con la proyección que el festival alemán dio a Julio Medem y Alejandro Amenábar, para quienes el paso por la Berlinale -hace unos años y en ambos casos fuera de concurso- actuó de rampa de lanzamiento internacional. 
"Medem, Amenábar y otros directores jóvenes han conseguido romper con el lastre de uniformidad con que se identificó al cine español", apunta Salazar, quien se siente miembro de una generación que se presenta como un "abanico amplio" de una nueva manera de hacer cine. 
Con "Piedras" aspira a repetir la suerte lograda con su corto anterior, "Hongos", que entretanto ha sido exhibido en unos cincuenta festivales, en muchos casos con premio. 
Su historia es una metáfora "no fetichista" sobre la relación entre las personas y sus zapatos, en la que trata de "romper con el dicho ese de que el calzado es un reflejo de la personalidad", dice, mientras mira de reojo hacia sus pies. 
Para ello cuenta con Antonia San Juan -con pies planos, pero en incómodos zapatos de talón aguja-, Najwa Nimri -una zapatillas deportivas-, Vicky Peña -calzada como una mujer fatal-, Angela Molina -en babuchas- y Mónica Cervera -de rojo pasión-. 
"Nada es lo que parece y ninguna calza aquello que supuestamente le corresponde", dice Salazar, preparándose para explicar mañana, ante la prensa internacional, ese universo metafórico que refleja "Piedras", "desde la perspectiva de alguien que, como yo, no es fetichista", aclara. 
En estado avanzado tiene ya el guión de su próxima película: un musical, para el que cuenta también con Angela Molina, "quien siempre dice que, en realidad, a ella lo que realmente le gusta hacer es cantar". EFE gc/ih/mr

martes, 12 de febrero de 2002

Como de la nada, "Halbe Treppe"

Un video casero resucita al cine alemán

Gemma Casadevall 

Bildergebnis für halbe treppe berlinale


Berlín, 12 feb (EFE).- El cine alemán "resucitó" con "Halbe Treppe", una película rodada como un vídeo casero en la deprimida Alemania del este, que cautivó por su sencillez a una Berlinale decidida a no tomarse en serio la lluvia de candidaturas al Oscar de "A beautiful mind". 
Los 105 minutos de imágenes en cámara digital, aparentemente sin guión y sobre un adulterio entre dos matrimonios amigos de clase obrera, fueron un bálsamo para los que temían otra dosis de cine germano como el que hasta ahora se había visto en este Festival. 
El escenario elegido por su director, Andreas Dresen, no es precisamente favorecedor: la inhóspita Fráncfort del Oder, ciudad fronteriza con Polonia, cuya imagen más característica son las largas colas de camiones que aguardan ante la aduana. 
Los protagonistas no ofrecen el menor atisbo de "glamour": el propietario de un puesto de salchichas entre bloques de viviendas prefabricadas -llamado "Halbe Treppe" o "A media escalera"-, un locutor-estrella de una radio local y sus respectivas esposas. 
Pero Dresen, quien hace dos años ya pasó por la Berlinale con "Nachtgestalten", saca el mejor partido a ese material y los pocos aditamentos que se permite, como la banda callejera que pone música y calor humano a la fría escalera urbana donde está el bar. 
"La constelación de los personajes estaba pre-establecida, pero el resto fue improvisación", explicó Dresen en la conferencia de prensa, donde fue acogido por los medios alemanes con una ovación al "héroe" que salva el pabellón nacional. 
La 52 Berlinale se abrió con un flojo "Heaven", de Tom Tykwer, y la cosa fue a mucho peor con "Der Felsen", de Dominik Graf. Se temía que el pseudo-vídeo casero de "Halbe Treppe" fuera un exponente de cine experimental farragoso, a la espera de lo que traerá la cuarta y última película alemana a concurso, "Baader", de Christopher Roth. 
"Halbe Treppe" despertó mucho más que la mera simpatía hacia el producto de bajo presupuesto que, además, juega en casa y pasó a engrosar la lista de filmes "sospechosos" a llevarse un premio. 
La película arrancó risas y tocó la fibra, no solo del público berlinés -más receptivo a los guiños domésticos-, sino también de los medios internacionales, que agradecieron ese soplo de brisa fresca, libre de tópicos y filmado en la Alemania más pobre. 
También se saltó los pronósticos -aunque en sentido inverso- "A beautiful mind", de Ron Howard, que se exhibía fuera de competición, pero se anunciaba como uno de los platos fuertes de la Berlinale. 
La producción sobre el genio de las matemáticas John Nash, que pasa de la esquizofrenia absoluta al Premio Nobel, había sido estratégicamente colocada en el programa este martes, coincidiendo con el anuncio de las candidaturas a los Oscar de Hollywood. 
El número de designaciones a la estatuilla sí respondió a las expectativas -un total de ocho, entre ellas la del mejor actor, para Russell Crowe-, pero el tipo de cine que representa dista mucho de lo que se espera encontrar en un festival, sobre todo en Europa. 
Se trata de una película "típicamente americana" -en su sentido peyorativo- plagada de clichés, donde se pisotea sin miramientos los hechos y personajes reales en que está basado el guión. 
La interpretación de Crowe es un recital de tics, que van en aumento a medida que el actor "envejece" a golpe de maquillaje. 
El film de Howard no encajó en los gustos de la Berlinale, pero sirvió para dar por aceptable a "Iris", de Richard Eyre, la segunda película a concurso de la jornada, tras "Halbe Treppe". 
Judi Dench, la actriz que da vida a la anciana escritora Iris Murdoch, está entre las candidatas al Oscar como mejor actriz por este film. 
Su interpretación de esa escritora inteligente y brillante, que de pronto descubre que se le escapan las palabras y los recuerdos por culpa del Alzheimer, fue el reverso de la medalla -en cuanto a moderación- al esquizofrénico que supuestamente es Crowe. 
El reparto de papeles entre Dench y Kate Winster, que interpreta a una Murdoch joven y llena de vida, resultó reconfortante, en contraste con el despilfarro cosmético que separa al John Nash joven y al anciano, ambos interpretados por Crowe. EFE gc/dm/mr

Dieter, ante su estreno

Kosslick: "Si las películas alemanas no gustan, mala suerte"

Gemma Casadevall Berlín, 12 feb (EFE).- Dieter Kosslick se ha estrenado como director de la Berlinale dispuesto a defender cada una de las 23 películas que luchan por los Osos de Oro, por encima de las malas críticas recibidas, especialmente, por el cine alemán, a las que responde con un: "Si los filmes alemanes no gustan, mala suerte". 
"Pongo la mano en el fuego por cada film a competición, no me arrepiento de ninguno y cada cual está ahí para representar a un ámbito concreto del cine de hoy", manifestó Kosslick a EFE, a la pregunta de por qué tanto representante alemán a concurso, hasta el momento con balance más bien pobre. 
La sección a concurso de la 52 Berlinale incluye la más numerosa presencia germana desde 1992, lo que responde a una apuesta personal de Kosslick en favor de la industria nacional. 
Transcurrida ya la mitad del festival, la acogida a tal empeño ha ido de la decepción a la indignación, pasando por las acusaciones de proteccionismo mal entendido. 
"Haeven", de Tom Tykwer, fue recibida como un producto flojo para la inauguración de un festival, mientras que con "Der Felsen", de Dominik Graf, se produjeron los primeros abucheos del festival. 
La tercera entrega "nacional" llega hoy, con "Halbe Treppe", de Andreas Tresen, rodada en una desolada ciudad germano-oriental, a lo que seguirá "Baader", de Christpoher Roth, sobre la figura del fundador de la Fracción del Ejército Rojo (RAF), Andreas Baader. 
"Nadie está obligado a verlas. No está escrito en ninguna Carta de las Naciones Unidas. Si a este o aquel crítico no le gustan o indignan, que se las salte", responde. 
Su respuesta es contundente, aunque dulcificada por el tono campechano y sin acritud de este hombre cordial y decidido a romper -también ahí- los moldes de su envarado predecesor, Moritz de Hadeln, director de la Berlinale durante más de 20 años. 
"Mire: uno selecciona entre lo que hay. No puedo traer cosas que ya han sido estrenadas o no están terminadas", admite, a pesar de insistir en que todas esas producciones -incluso las más vapuleadas- son dignas "de pisar la alfombra roja del festival". 
Kosslick, de 53 años, se colocó al frente de la Berlinale tras veinte años entre productoras alemanas. Se le califica de "manager" suelto, decidido a apostar por la diversión en el más gris -desde el punto de vista climatológico- de los grandes festivales europeos. 
"El 11 de septiembre dio un vuelco a ese propósito inicial. Ahí me di cuenta de que, por lo menos este año, la Berlinale debía contribuir al entendimiento entre los pueblos", explica. 
Kosslick anunció entonces una fuerte presencia de producciones que hicieran reflexionar acerca de lo sucedido en Nueva York -"no hay películas directamente relacionadas con los atentados, puesto que no están aún listas", explica- y también de otros conflictos. 
"Filmes como `Bloody Sunday` -sobre el dramático baño de sangre de Irlanda del Norte, en 1972- nos demuestran hasta qué punto es difícil apagar un conflicto que aflora de repente y que 30 años después sigue latente", continúa. 
El director se propuso que su "estreno" en el cargo ofreciera una dosis equilibrada entre cine independiente y grandes productoras y en evitar el eterno conflicto entre Europa y Estados Unidos. 
"También ahí he seguido la línea del `fair play`", dice, para lamentar no haber podido dar cabida en la sección oficial a industrias desfavorecidas, como la latinoamericana. 
"No tenía dónde seleccionar...", insiste, en alusión a que no puede mostrar más que producciones puntualmente terminadas. 
A modo de compensación, incluyó en el jurado a la argentina Lucrecia Martel -premio Alfred Bauer en 2001 por su primera película, "La ciénaga"-. 
"Le rogué que accediera a estar aquí, como apoyo simbólico al ámbito latinoamericano", explica, para declararse a continuación un entusiasta del cine de esa región. 
Pese al traspiés del cine alemán y de los inevitables problemas iniciales de coordinación -"cada cinco o diez minutos tengo un asunto protocolario que atender"-, Kosslick se siente satisfecho, también respecto al tema "glamour". 
A la Berlinale se la tacha de festival poco frecuentado por las grandes estrellas -sobre todo en contraste con Cannes-, pero Kosslick da por bueno el desfile de estrellas logrado hasta ahora

lunes, 11 de febrero de 2002

Porque Mika no es Aki



Kaurismäki paseó el Brasil visto por un exótico finlandés

Gemma Casadevall

Berlín, 11 feb (EFE).- Mika Kaurismäki paseó por la Berlinale a su "país de adopción" a través de "Moro no Brasil", un documental sobre el universo musical brasileño, más allá de la samba y con la perspectiva de un "exótico" llegado de la órbita opuesta, Finlandia.
Los sones del maracatú, el frevo, el coro, el forró y la embolada recorrieron el Festival de Cine, de la mano del "hermano mayor" de Aki Kaurismäki, con quien además de parentesco y productora comparte las simpatías de los circuitos alternativos berlineses.
El documental de Mika se proyectó en la sección Panorama Documentos, fuera de concurso, pero ello no evitó que las entradas se agotaran como si fuera un estreno en competición y que parte del público tuviera que buscar acomodo en los pasillos de la sala.
Los berlineses estaban ansiosos de asistir al prodigio de ver cómo se mueve alguien surgido del hielo al ritmo cálido de Brasil y de comprobar si el finlandés errante consigue evitar la mera repetición del esquema marcado por Wim Wenders en "Buena Vista Social Club".
"A diferencia de aquel, yo pretendo retratar un país en su totalidad", había explicado Kaurismaki, marcando distancias respecto al exitoso precedente de Wenders, centrado sólo en la legendaria banda.
El film del finlandés es, efectivamente, mucho más ambicioso: su "Moro no Brasil" es el resultado de un recorrido por 4.000 kilómetros de país inmenso, en pos de esa música que estalla en cualquier esquina de una calle y que abraza un compendio de ritmos africanos, indígenas y europeos.
Sus protagonistas ocasionales son tanto músicos como Walter Alfaite, Margareth Menezes, Ivo Meirelles, Jackson do Pandeiro o la Velha Guarda da Mangueira, como los niños que le salen al encuentro o los fabricantes de instrumentos artesanales de los mercados en la calle.
Ni samba ni bossa nova, mucho menos carnaval: a Kaurismaki no le interesan los tópicos brasileños, sino las raíces y el mosaico cultural que confluye en un país de una riqueza multiétnica tan diametralmente opuesta a la realidad finlandesa.
A Mika tampoco parece dominarle el afán de protagonismo. Al margen de algunas imágenes, con sus rubios antebrazos al sol por las calles de Brasil, el realizador prefiere dar un tono de "neutralidad" narrativa a su documental.
"Moro no Brasil" arranca con una imagen de la glacial Finlandia, bajo el implacable frío del mes de diciembre, como referente a ese "visitante llegado del frío" que a continuación cede la atención a los personajes que conoce al otro extremo del mundo.
El realizador vive desde hace diez años en Río de Janeiro, donde tiene un club musical, pero ello no evita que siga siendo un elemento "exótico" en ese país de adopción que, para muchos, es precisamente sinónimo de exotismo.
"Somos dos mundos extremos", reconoce Mika Kaurismaki, respecto a la realidad natal a la que, por ahora, ha dejado algo aparcada, y al Brasil que recorre su cámara durante un tórrido verano.
El documental del finlandés fue acogido en su presentación, la noche del domingo, con mucha simpatía por ese público berlinés fiel, que hace unos años ya dio rango de "gran acontecimiento secreto" la proyección de su documental "Tigrero, A film That Was Never Made", sobre las andanzas de Sam Fuller y Jim Jarmusch.
Los que esperaban de "Moro no Brasil" un sucedáneo de las rúas de Río en medio del lluvioso carnaval berlinés quedaron algo decepcionados: eso es, precisamente, lo que menos interesa mostrar a Mika.
Quienes se sintieron mareados con los movimientos circulares de cámara de Wenders, en "Buena Vista Social Club", encontraron en el esquematismo neutral de Kaurismaki el bálsamo adecuado a los males pasados. EFE gc/ih/tcr/pq

domingo, 10 de febrero de 2002

De nuevo, Lucrecia

Martel: "Estar en Berlín es un guiño en tiempos de crisis"


Gemma Casadevall

Berlín, 10 feb (EFE).- La directora argentina Lucrecia Martel está de nuevo en la Berlinale, un año después de su éxito con "La ciénaga", esta vez como miembro del jurado del festival, una función que ella califica de "un guiño de apoyo desde Europa a la nueva generación de cineastas argentinos, en estos tiempos de crisis". 
"Estar aquí es un reconocimiento personal, puesto que supone incluirme en la comunidad internacional del cine, pero sobre todo es una señal indirecta de apoyo a lo que se está haciendo desde allá", explicó Martel a EFE en una pausa de las proyecciones de las 23 películas a concurso de esta 52 Berlinale
La directora argentina compitió el pasado año en la sección oficial con su inquietante "La Ciénaga", su primer largometraje, que se llevó el premio especial Alfred Bauer al debut cinematográfico. 
Martel está de nuevo en el festival ya sin los nervios de entonces, instalada entre el "tribunal" que preside la directora india Mira Nair y que repartirá los Osos de la Berlinale
La realizadora, de 36 años, califica ese trabajo de "responsabilidad histórica" y, aunque se confiesa "algo triste" por la ausencia de filmes latinoamericanos a concurso -"eso es cosa de la dirección...", dice-, considera que la actual situación de su país es favorable a la creación. 
"Es un buen momento para los creadores, escritores o directores, pero una situación pésima para los productores nacionales", explica. 
"Si yo tuviera una productora extranjera, invertiría ahí, puesto que, con el cambio, una película le cuesta ahora a una casa internacional un tercio de lo habitual y estamos viviendo un momento emergente de creatividad", añade. 
Martel apunta al éxito internacional que está teniendo en estos momentos el cine argentino y dice que la mayoría de esas películas, producidas el pasado año, reflejan un caos que "se mascaba desde largo y que ahora estalló". 
"Es lo que yo traté de transmitir con `La Ciénaga`, donde el espectador percibe que algo atroz está a punto de pasar, hasta que finalmente todo se va al diablo", señaló. 
Desde la "modesta opinión" de alguien que no está sufriendo las peores consecuencias de la crisis -"soy de clase media"-, Martel dice, sin embargo, que prefiere lo de ahora a la situación de "complicidad mentirosa con la corrupción" de los años pasados. 
"Lo de ahora es mucho más real que esos tiempos de regocijo y supuesta democracia que sucedieron a la tragedia de la dictadura", dice, aunque el reverso de la moneda es que "evidentemente, en un país empobrecido la gente no va al cine, porque no tiene plata". 
Martel considera que en estos momentos de crisis "el estado no puede dejar abandonado al cine", una industria que sólo puede funcionar "si se la protege", ya que en caso contrario "quedamos aplastados" por el cine estadounidense. 
"El Gobierno argentino tiene una enorme responsabilidad sobre la industria del cine. Si pierde la oportunidad de ayudarnos ahora a remontar la situación, habrá cometido un tremendo crimen contra la cultura argentina", subraya. 
Junto a su función en el jurado, Martel se encuentra en Berlín en busca de apoyos para la que será su segunda película, "La niña santa", un proyecto que ha sido seleccionado entre los seis incluidos en el programa Rotterdam-Berlinale Express, para promocionar proyectos de jóvenes realizadores. 
"Es una plataforma para hallar financiación", cuenta la directora, quien confiesa que el pasado año consiguió "ahorrar mucho" para sus proyectos, ya que su existencia discurrió entre una beca en París y otras invitaciones.

Bildergebnis für lucrecia martel berlinale

Pese a las dificultades, Martel está determinada a rodar "La niña santa" en Argentina, como "La Ciénaga", lo que de paso le permitirá "tocar de nuevo con los pies al suelo", tras el vertiginoso año que siguió al premio de la Berlinale en el 2001. 
"Fue una locura. Fue algo más que una plataforma de lanzamiento. Entre esa estancia de entonces en Berlín y mi regreso ahora han mediado 62 vuelos por todo mundo", recuerda Martel, para quien la cuestión tuvo "efectos medicinales", pues perdió el pánico a volar. 
La directora argentina se toma al pie de la letra las reglas de su "juramento" como parte del tribunal de la Berlinale y dice que no puede "revelar absolutamente nada" de la acogida que están teniendo entre los miembros del jurado las películas hasta ahora vistas. 
"Si me salto las reglas, me expulsan y tengo que pagar la factura de esto", bromea Martel, sentada en uno de los sillones del "lobby" del hotel Hyatt donde está alojada y que hace, a la vez, las funciones de centro de prensa de la Berlinale. EFE gc/gsm/sc/emr

Una dosis de dogma



Una debutante danesa anima la competición y Altman exhibe su veteranía

Por Gemma Casadevall Berlín, 10 feb (EFE).- La debutante danesa Annette Olesen animó la competición de la Berlinale con "Minor Mishaps", una película de bajo presupuesto y alta sensibilidad, mientras Robert Altman dio un toque de maestría con "Gosford Park", un film clásico apuntalado en la mejor escuela de actores británicos, que iba fuera de concurso.
La dirección del 52 Festival de Cine había anunciado el film de Olesen como esa "pequeña sorpresa" llegada de Dinamarca, con reminiscencias de la escuela "dogma" y en la línea del "Italiano para principiantes" que tanto gustó el pasado año.
"Minor Mishaps" o "Sma Ulykker", título original, traducible por "Incidentes menores"- sorprendió, efectivamente, a los que esperaban una mera repetición de esos esquemas o la habitual dosis de "cine modesto, pero simpático", llegada de Escandinavia.
Olesen, nacida en 1965 en Copenhague, no se ha sujetado tanto a los precedentes del "dogma" escandinavo, sino que se ha adherido al método de Mike Leigh de dejar a medias el guión para dar un voto de confianza a la improvisación.
El resultado es un magnífico cuadro familiar, al estilo del "Secretos y mentiras" de Leigh, alrededor de un padre bueno de humor cáustico que provoca ataques mutuos de celos en sus dos hijas y ayuda a reflexionar a sus dos hijos sobre sus problemas domésticos.
De acuerdo al método Leigh, Oleson persigue con su cámara los gestos de cada cual de sus actores, que son a su vez "agentes" de la historia que se va tejiendo.
"Ninguno de ellos conocía más que su papel. Les prohibimos hablar entre sí sobre qué hacía el otro o como reaccionaría a tal frase", explica Olesen.
La directora danesa admite que su experimento no siempre sale bien -"existe el riesgo de que el proyecto fracase, que haya pinchazo o se convierta en impracticable", dice- o que acabe derivando en un "pulso entre actores y director".
Ninguno de esos peligros se cebó en su film, una de esas películas de las que uno sale con la sonrisa puesta, sin que ello signifique que se haya presentado una realidad edulcorada.
La sorpresa de Olesen no fue tan pequeña y estuvo enmarcada en una buena jornada de cine, gracias al veterano Altman.
Al frente de un convoy de magníficos actores -Maggie Smith borda el papel de insoportable snob, Alan Bates hace lo propio con su envarado mayordomo y Emily Watson en la criada rebelde-, Altman pone en danza los universos paralelos de aristócratas y servidumbre.
Sigue la pauta de la famosa serie "Arriba y abajo", pero a lo grande y convertido en concierto de idas y venidas, sólo digeribles si detrás hay un pulso firme en su dirección.
Altman disfraza su film con una atmósfera a lo Agatha Christie, aunque en realidad se salta los esquemas policiales.
El crimen, supuesto objeto de la película, se produce tras hora y veinte minutos de preámbulo; el detective es una parodia de Hércules Poirot, que en lugar de recoger pistas borra huellas dactilares, desestima personajes esenciales y se centra en falsos indicios.
Altman estuvo en la sección oficial de la Berlinale no con rango de concursante, sino para exhibir su película y recibir el homenaje del festival a toda su carrera, en la sesión de gala, por la noche.
El reverso de la medalla a la agradable sorpresa de Olesen y la veteranía de Altman fue la alemana "Der Felsen", segunda película a concurso en la jornada de este domingo.
El film, dirigido por Dominik Graf, es el segundo representante del cine germano en esta Berlinale, tras "Heaven", que abrió el festival, y a la espera de las restantes "Halbe Treppe", de Andeas Dresen, y "Baader", de Christopher Roth.
Si "Heaven" supo a poco o incluso enojó a los que esperaban algo más consistente para una inauguración del festival, "Der Felsen" fue recibido incluso con algún abucheo -aunque mezclado con aplausos-.
Filmada con cámara digital y con amagos de cine experimental, la película trata de escrutar la desesperación de una turista alemana en Córcega, a la que acaba de dejar su amante y que encuentra rápido repuesto en un delincuente juvenil.
El resultado es un despropósito, que va de lo pretencioso a lo absurdo, basado en la exhibición de una chica boba y rubia, que echa por tierra los esfuerzos por reintegrar a la sociedad a muchachos perdidos, solo porque la ha dejado plantada un novio al que finalmente parece que ni siquiera quería. EFE gc/ma/emr

jueves, 7 de febrero de 2002

Vamos a lo serio


"Bloody Sunday" y hang Yimou imprimen buen rumbo a la Berlinale

por Gemma Casadevall
 
Berlín, 7 feb (EFE).- La Berlinale tomó buen rumbo hoy con un impactante exponente de cine político, "Bloody Sunday", mientras Zhang Yimou dio una nueva lección de maestría en "Happy Times", que pese a exhibirse fuera de competición eclipsó a la concursante "Bridget", de Amos Kollek.
La película del director británico Paul Greengrass sobre los orígenes del conflicto norirlandés subsanó el traspiés de la jornada inaugural -con una floja "Heaven", del alemán Tom Tykwer- y arrancó la primera ovación del 52 Festival de Cine de Berlín.
Filmada en formato "falsamente" documental, "Bloody Sunday" dio la nota de autenticidad y dramatismo que la Berlinale necesitaba para dar por realmente abierta la competición por los Osos.
Lo que se relata son hechos sabidos -el baño de sangre en que derivó una manifestación pacífica, en Derry, con 13 muertos y 14 heridos-, hace ahora treinta años.
Greengrass pone en escena un equipo mixto de actores y testigos reales e irrumpe, cámara al hombro, en el caos de los disturbios que empezaron como "habituales" en una Irlanda escindida entre católicos y protestantes, pero que han quedado inscritos en la historia como inicio de una guerra civil.
Entre los actores profesionales está James Nesbitt, en el papel del diputado Ivan Cooper, quien lucha por impedir que alborotadores, francotiradores del IRA, el ejército británico o sus propios sentimientos echen por la borda la marcha por los derechos cívicos.
Entre los que vivieron esa realidad está Simon Mann, en el papel de coronel Wilford, quien como soldado británico sirvió en Irlanda, así como ciudadanos de Derry, que participaron activa o involuntariamente en los disturbios.
"Trabajamos con gente que estuvo ahí, hace treinta años. No actúan, sino que reviven la desesperación de entonces, la rabia, la impotencia", explicó Greengrass, ante la prensa de la Berlinale.
"Nadie puede decir a ciencia cierta qué ocurrió. Fue una mezcla de caos, desorden y miedo, también por parte de los soldados", dijo.
Su "Bloody Sunday" es un intento de reconstrucción de una realidad manipulada por Londres -para justificar un baño de sangre derivado del desproporcionada operativo militar- y convertida en leyenda heroica en Irlanda del Norte.
A Greengrass podría reprochársele que tira la piedra y esconde la mano en las situaciones más difíciles -como el papel del IRA como agente provocador- y que disfraza su película de "documental", cuando en realidad toma partido y asume el papel de la denuncia.
Por suerte, la prodigiosa cámara de Ivan Strasburg hace algo más que plasmar el caos de ese 30 de enero de 1972: es un "transmisor" de tantos otros conflictos, en que la población civil lucha con argumentos o con las armas contra un ejército ajeno.
Greengrass compartió el protagonismo con Zhang Yimou, de quien se exhibió "Happy Times", un nuevo ejemplo de cómo de puede tocar la fibra a través de la sencillez.
El nombre del director chino tiene connotaciones legendarias en la Berlinale, que "presume" de haber descubierto el cine asiático desde que en 1987 Zhang se llevó el Oso de Oro con "Sorgo Rojo".
Los veteranos recuerdan que el pase para la prensa se hizo con una sala casi vacía, puesto que muchos optaron ese día por darse un respiro ante el anuncio de "una película china" de un desconocido.
Quince años después, la historia de una tropa de desarrapados que monta un simulacro de salón de masajes para que una muchacha ciega viva la ilusión de tener trabajo se incluye en la sección oficial, aunque fuera de concurso, como una de las joyas de esta Berlinale.
El contrapunto fue "Bridget", del israelí-estadounidense Amos Kolleck, quien insiste en su serie de culto a su musa, Anna Thomson, convertida en mujer castigada por las drogas, el sexo y la vida misma en un Nueva York agresivo y poblado de perdedores.
"Es una película hecha de personajes desesperados, al borde del abismo pero con el impulso de salir adelante", explicó Kollek.
Kollek exprime la morbosidad física de Thomson -extrema delgadez y busto igualmente extremo- para abundar en su versión de mujer maltratada.
Ver a Thomson por cuarta vez al servicio del director -tras "Sue lost in Manhattan", "Fiona" y "Fast food, fast woman"- se recibió como un exhibicionismo monótono, destinado a los incondicionales de la actriz. EFE gc/gsm/mr

miércoles, 6 de febrero de 2002

Apuesta prematura



Tykwer abrió el desfile con un tributo a Kieslowski

Por Gemma Casadevall Berlín, 6 feb (EFE).- El alemán Tom Tykwer abrió hoy la Berlinale con "Heaven", un cuento romántico con esencias de Krzystof Kieslowski, fotografía mística y ritmo exasperantemente lento, que supo a poco para la inauguración de un Festival Internacional en el que algunos pronostican una victoria del cine local.
El amor como fuerza superior a cualquier cosa -incluida la culpabilidad de una guapa terrorista que mata a cuatro inocentes- es el tema del film con que se inició la carrera de las 23 candidatas a llevarse los premios de esta LII Berlinale.
La elección de Tykwer se inscribe en la apuesta a favor del cine alemán actual del nuevo director del festival, Dieter Kosslick, que ha incluido la mayor representación germana a concurso -nada menos que cuatro filmes- de los últimos doce años.
"Deseaba estar a toda costa en la Berlinale", admitió Tykwer, al término del pase para la prensa, donde presentó "Heaven" como una amalgama "multinacional".
Su protagonista es australiana -Cate Blanchet-, los guionistas polacos -el fallecido Kieslowski y su continuador, Kryzsztf Pieseiewicz-, ha sido rodada en Italia, los diálogos alternan en inglés y en italiano y ha sido producida entre Berlín -la modesta X-Filme de Tykwer- y EEUU -nada menos que por Anthony Minghella, el director de "El paciente inglés." La suma de todos estos ingredientes y la reputación de Tykwer como joven talento -su anterior "Corre, Lola, corre" se recibió como un revulsivo frente al anquilosado panorama alemán-, hacía prever un buen comienzo para el desfile de realizadores germanos.
"Heaven" arranca bien, con una convincente Blanchet convertida en terrorista accidental y un bien filmado atentado a la desesperada, contra el jefe de una mafia que vende drogas a escolares, pero en el que mueren un padre, dos niños y una mujer de la limpieza.
Lo siguiente es una historia de amor entre un inexperto "carabiniere" y la chica en cuestión, que deriva en fuga poética de ribetes místicos por la cuadriculada topografía urbana de Turín, primero, y las suaves colinas de la Toscana, después.
"Por encima de la culpa, de la responsabilidad sobre un acto terrible o la expiación de ese pecado, me interesaba plasmar la fuerza del amor como algo capaz de trastocar hacia lo positivo lo más negativo de uno mismo", explicó Tykwer, quien se definió como un "ateo espiritualista".
El realizador descartó cualquier influencia de los atentados del 11 de septiembre contra Estados Unidos para el arranque de su historia: la chica, a la que se ha visto tomando clases para pilotar helicópteros por ordenador, hace estallar su bomba en un rascacielos.
"Para cuando ocurrieron esos horribles atentados la película estaba en su fase final", aseguró, a la pregunta de un periodista norteamericano acerca de si semejante motivo no iba a provocar reacciones de rechazo ante el público estadounidense.
Pero, más allá de los paralelismos concretos con los atentados contra las Torres Gemelas o la insistencia de Tykwer en mantener que "no es una película sobre terroristas", "Heaven" dejó en la Berlinale cierta sensación de cuento bien filmado, pero flojo.
Tykwer cae en el tópico cuando recorre la "Bella Italia" -de la boda de pueblo en la Toscana a los mafiosos vínculos de los "carabinieri", pasando por el "revolcón" de un lechero y su novia, a pleno sol y en medio de Turín-.
La poética fuga de la chica y su enamorado carcelero, con parada en una peluquería de pueblo donde se someten a un simbiótico rapado capilar, se resuelve con una lentitud extrema, que trata de rendir tributo a Kieslowski, pero resulta exasperante.
Tykwer se ha arriesgado y ha pasado del ritmo trepidante de "Corre, Lola, corre", su película revelación, a este viaje místico por los paisajes italianos.
La prensa internacional acogió "Heaven" con simpatía, como valorando la valentía de Tykwer en su elección del fallecido director polaco para su primera película con un guión ajeno.
Pero, pese a "jugar en casa" y presentarse apuntalado por Blanchet, su simpático protagonista masculino -Giovanni Ribisi- y el propio Minghella, el pase de "Heaven" dejó la sensación de que los esfuerzos de Kosslick por favorecer a la industria nacional no cuadran para una apertura internacional. EFE gc/dm/fpa


Insistiendo en Tykwer

Tykwer inaugura la Berlinale y el desfile de nuevos talentos

por Gemma Casadevall Berlín, 6 feb (EFE).- La película "Heaven", del alemán Tom Tykwer abre hoy la 52 edición del Festival de Cine de Berlín, la Berlinale, y también la carrera por los Osos del certamen, en la que competirán 23 filmes, entre ellos "Piedras", del español Ramón Salazar.
Tykwer, uno de los valores más sólidos de la actual generación del cine alemán, romperá el hielo de la ronda de competición con una historia de amor y suspense, en la gala inaugural de esta noche para la que está anunciada la presencia del canciller Gerhard Schroeder.
La película ha sido rodada en Italia, en inglés e italiano, y está basada en un guión del polaco Krzistof Kieslowski, con la australiana Cate Blanchett en el papel principal.
A pesar de esa mezcla de idiomas y paternidades y de tratarse de una coproducción germano-estadounidense, la elección de ese film para la apertura es una clara apuesta por la industria nacional.
Dieter Kosslick, quien este año se estrena en la dirección de la Berlinale, anunció hace meses su propósito de dar un papel relevante al cine alemán y ha cumplido esa promesa.
Cuatro películas alemanas a competición, más la inclusión en la sección oficial, aunque con carácter de exhibición, de "Viel passiert", de Wim Wenders, son más que un gesto de buena voluntad, tras los veinte años con Moritz de Hadeln como director, en que Alemania se sentía maltratada por su festival más internacional.
De Hadeln justificaba la falta de presencia autóctona en la Berlinale con el argumento de que la gran mayoría de productos nacionales son comedias "domésticas" de consumo interno, en los que "éxitos sorpresa", como "Corre Lola corre", del mismo Tykwer, eran excepciones que confirmaban la regla.
Las cuatro películas a concurso en esta 52 edición forman la representación alemana más generosa en una Berlinale desde hace doce años y coincide, precisamente, con el fin de la "era de Hadeln".
Junto a Tykwer competirá Christopher Roth, con "Baader", un film sobre el líder de la RAF, Andreas Baader, que apuntala la sensación de que a la racha de películas "sobre nazis", como tema obligado alemán, sigue la del terrorismo -el precedente más cercano fue "La leyenda de Rita", de Volker Schloendorff, hace dos años-.
Los otros dos filmes alemanes son "Der Felsen", de Dominik Graf, y "Halbe Treppe", de Andreas Dresen -quien hace un par de años pasó ya por la Berlinale con "Nachtgestalten"-.
Por si faltaba "sabor germano", Costa Gavras presentará "Amen", basada en la obra "Der Stellvertreter", del alemán Ralf Hochhuth, y sobre las relaciones entre la iglesia católica y el Tercer Reich, sin olvidar a otro maestro, Bertrand Tavernier, con "Laissez passer", sobre la resistencia antinazi en la Francia ocupada.
La "segunda" gran protagonista europea será el vecino francés, representada por Tavernier y el mismo Costa Gavras -acude al frente de una producción gala-, así como por Francois Ozon -con "8 femmes"- y Otar Iosseliani -"Lundi Matin"-.
Italia tendrá un solo defensor, Silvio Soldini -"Brucio nel vento"-, al igual que Grecia -"Dekapentavgoustos", de Constantinos Giannaris-, Irlanda -"Bloody Sunday", de Paul Greengrass- y Gran Bretaña -"Iris", de Richard Eyre-.
Más llamativa aún es la escasa presencia de Estados Unidos, con tres producciones cien por cien "made in USA" -"The shipping news", de Lasse Hallstroem; "The royal Tenenbaums", de Wes Anderson, y "Monster`s Ball", de Marc Foster.
Pese a su pobre presencia en competición, al cine americano no le faltará atención informativa, puesto que uno de los platos fuertes de esta Berlinale será la proyección, fuera de concurso, de "A beautiful mind", de Ron Howard, presente en Berlín poco después de las designaciones a los Oscar.
También como exhibición se proyectará "Gosford park", de Robert Altman, quien será uno de los homenajeados de esta Berlinale, junto con Milos Forman, Claudia Cardinale y, a título póstumo, Charlie Chaplin, algunos de cuyos descendientes estarán en Berlín para la proyección de "El gran dictador", que cerrará el festival.
La Berlinale tiene, pues, garantizado el desfile de estrellas y "glamour" en sus doce días de vida, sea gracias a las concursantes francesas -que traerán la presencia de Catherine Deneuve, Fanny Ardant y algunas divas más-, o de los "invitados" de EEUU, como Russel Crowe -por parte de la película de Howard-. EFE gc/ih-op

martes, 5 de febrero de 2002

La previa


Cine de contenido político y jóvenes talentos, a por los Osos

por Gemma Casadevall Berlín, 5 feb (EFE).- El Festival de Berlín, la Berlinale, entra en una nueva etapa en su 52 edición, en la que asume sus riendas el director Dieter Kosslick con el desafío de regresar al cine de contenido sin renunciar al espectáculo, con "A beautiful mind" entre los focos de atención, aunque se proyecte fuera de concurso. 
"Heaven", del alemán Tom Tykwer, abrirá mañana el desfile de las 23 películas a concurso, como claro exponente de uno de los propósitos "confesos" de Kosslick: dar protagonismo a la nueva generación de talentos. 
Los doce días de vida de la Berlinale brindarán la oportunidad de debutar en un escaparate internacional a Ramón Salazar, con "Piedras" -única producción española a competición- o al australiano Ivan Sen, con "Beneath Clouds". 
Estarán en reñida competencia con grandes nombres, como Bertrand Tavernier o Costa Gavras, con cine de alto voltaje político: el primero, con "Laissez passez", un film sobre resistencia y colaboracionismo en la Francia ocupada, y el segundo con "Amen", sobre las relaciones entre la Iglesia y el Tercer Reich. 
También como cine de contenido vienen etiquetadas "Bloody Sunday", de Paul Greengrass, sobre la brutal carga británica de 1972 en Irlanda del Norte, o "Baader", de Christopher Roth, sobre el fundador de la banda terrorista RAF, Andreas Baader. 
Marc Foster presentará "Monster`s ball", un film sobre un verdugo que se enamora de la mujer de uno de sus ejecutados, con el racismo latente en el sur de EEUU como telón de fondo. 
Kosslick parece decidido a romper con la tónica de su predecesor, Moritz de Hadeln, que en sus más de dos décadas en el cargo centró sus esfuerzos en traerse al gélido Berlín algo del "glamour" de su rival, Cannes, generalmente con escaso éxito. 
La 52 Berlinale tiene asegurada su porción de divismo, gracias en primera línea a Francois Ozon, quien concentra en "8 femmes" a varias generaciones de hermosuras galas, como Catherine Deneuve, Fanny Ardant, Danielle Darrieux e Isabelle Huppert, a las órdenes de un musical sólo para mujeres con asesina dentro. 
El sueco Lasse Hallstroem aportará rostros "made in USA" en "The shipping news", con Kevin Spacey, Julianne Moore y Judi Dench, quien además comparte con Kate Winslet el papel protagonista de "Iris", de Richard Eyre, sobre la escritora Iris Murdoch. 
El resto de presencias estadounidenses a concurso corresponderá a "The royal Tennenbaums", de Wes Anderson, con Gene Hackman, Anjelica Huston y Ben Stiller, así como "Bridget", de Amos Kollek, con Anna Thomson, que a pesar de transcurrir en Nueva York lleva sello franco-japonés. 
Sólo tres producciones estadounidenses -las de Hallstroem, Anderson y Forster-, entre el total de 23 filmes a competición, parece poco para librar a la Berlinale del reproche de provincianismo contra el que luchó de Hadeln. 
Kosslick ha apostado claramente por lo europeo, sin temor a que se le tache incluso de doméstico por la inusual inclusión de hasta cuatro alemanes en pos de los Osos -"Halbe Treppe" y "Der Felsen", además de las citadas "Heaven" y "Baader"-. 
Pero el nuevo director tiene garantizada la expectación con "A beautiful mind", de Ron Howard, que se deslizará por la Berlinale fuera de concurso, pero cuya proyección en la capital alemana tendrá lugar pocos días después de las designaciones a los Oscar. 
Igualmente "glamourosa" se presenta la sesión de homenaje a Robert Altman, de quien se proyecta fuera de competición "Gosford Park", con Kristin Scott-Thomas y Emily Watson. 
Altman será, junto con Claudia Cardinale, uno de los homenajeados de esta 52 Berlinale, que tendrá también un lugar emotivo para Zhang Yimou, que presentará "Happy Times" -"Xingfu Shiguang"-. El debut del español Salazar devolverá a la Berlinale la presencia de Angela Molina -presidenta del jurado del festival en 1999-, a quien se espera acompañen algunas compañeras de rodaje, como Antonia San Juan y Najwa Nimri. 
"Piedras" irá custodiada por otras producciones españolas, fuera de competición, en las secciones Panorama y Forum. 
Ahí estarán el documental "Los niños de Rusia", de Jaime Camino; "En la ciudad sin límites", de Antonio Hernández; la hispano-argentina "Todas las azafatas van al cielo", de Daniel Burman, o la hispano-mexicana-alemana "Francisca", de Eva López. 
El realizador catalán Ventura Pons acude, por quinto año consecutivo, a la sección Panorama de la Berlinale con "Food of love", rodada en inglés y basada en una novela de David Leavitt. EFE gc/gsm/pq