lunes, 25 de febrero de 2002
domingo, 17 de febrero de 2002
Los Osos, a juicio del equipo de Lucrecia
Reparto salomónico entre denuncia y diversión
Berlín, 17 feb (EFE).- La 52 Berlinale partió salomónicamente en
dos su Oso de Oro, que se fue ex aequo para el político "Bloody Sunday", de Paul
Greengrass, y a los dibujos animados de "Spirited Away" de Hayao Miyazaki,
mientras que reservó su Premio Especial al cine "anfitrión", con "Halbe Treppe",
del alemán Andreas Dresen.
El jurado del Festival Internacional de Cine,
presidido por la directora india Mira Nair, hizo un esfuerzo de concentración
para responder a su propósito de "mimar" a lo innovador, al cine de alto voltaje
político y, además, a la maravillosa "Lundi matin", de Otar Iosseliani, que se
llevó el Oso de Plata al director Los premios de interpretación, a la actriz
Halle Berry, por "Monster`s Ball", y a Jacques Gamblin, por "Laissez-passer",
eran una manera indirecta de distinguir al alegato antirracista de Marc Forster,
así como de no hacer marchar de vacío a Bertrand Tavernier, a pesar de que su
película no convenció.
"El Oro a `Bloody Sunday` me llena casi de orgullo,
porque de alguna manera esa película no sólo refleja el conflicto norirlandés,
jamás extinguido, sino también otros conflictos de muchas partes del mundo y
muchas cosas que pasan ahora mismo en Argentina ", explicó a EFE la directora
argentina Lucrecia Martel, miembro del jurado.
La película de Paul
Greengrass, filmada en formato de documental, cámara en mano, y con un reparto
mixto entre actores profesionales y testigos presenciales, relata el baño de
sangre en que derivó la carga del ejército británico, en 1972, en Derry.
"El
otro Oro para Miyazaki es asimismo muy satisfactorio, por la pequeña revolución
que implica premiar a los dibujos animados en un gran festival internacional",
añadió Martel, quien calificó a su director de "Lewis Carroll japonés".
"Por
un lado, hemos premiado a la pura diversión; por la otra, el cine de alto
contenido político", explicó por su parte el director alemán Oskar Roehler,
asimismo miembro del jurado.
En un aparte, tras darse a conocer los premios
de esta 52 Berlinale, Martel
confesó asimismo que el premio que "más me ha salido del corazón" es el de
Iosseliani, quien el día anterior se llevó el premio de la Asociación de la
Crítica Internacional.
"Lundi matin", una película donde aparentemente no
ocurre nada y que tiene aires de Aki Kaurismaki, mezclado con Jacques Tati, es
un mosaico de personajes "que te quedan dentro y que reflejan un mundo con una
sonrisa, a veces un gesto", explicó Martel.
La directora, quien en 2001 se
llevó el Premio Alfred Bauer al mejor debut, con "La ciénaga", destacó asimismo
la importancia del Premio Angel Azul a la mejor película europa que recibió la
danesa Annette K. Olesen, por su primera película, "Minor Mishaps".
Martel
evitó diplomáticamente -tal como establece el reglamento del jurado
internacional de la Berlinale-
caer en "indiscreciones" sobre luchas internas del tribunal para el reparto de
premios.
Algo más explícito fue su compañero Roehler, quien pese a dejar
claro que "no se ha premiado a ninguna película que haya sido rechazada de plano
por uno de nosotros", sí que admitió la existencia de "ciertas presiones" en las
decisiones.
La 52 edición de la Berlinale era el "estreno" de Dieter Kosslick como
director del festival, debut que se caracterizó por la abultada presencia de
cine alemán, ya que los cuatro realizadores incluidos a concurso suponían la
mayor presencia germana desde 1990.
Se daba por hecho que el cine anfitrión
se iba a llevar un premio importante y "Halbe Treppe" -una excelente película
rodada como un vídeo doméstico en el económicamente deprimido este del país- se
recibió como un posible Oro para Alemania, que desde "Stammheim", de Reinhard
Hauff, en 1986, no se ha llevado el máximo galardón.
La película de Dresen
cayó bien entre el jurado -y se acentuó así la presión psicológica-, pero "nos
desprendimos elegantemente de argumentos ajenos para dejar vencer nuestra
intuición", explicó a EFE, oficiosamente y en tono irónico, un miembro de ese
tribunal.
Menos sutiles fueron los "argumentos" a favor de "8 femmes", la
película de Francois Ozon con Catherine Deneuve, Fanny Ardant y otras seis
divas, que trajo el mayor desembarco de "glamour" y risas de esta Berlinale y a la que Kosslick quería
ver con premio.
La deliciosa comedia "kitsch" lideraba desde hacía días las
quinielas de diversos medios alemanes acerca de quién se llevaría el Oro de
Berlín.
Todo quedó en un Oso de Plata para la "contribución artística
individual al conjunto de sus actrices", una denominación de por sí ambigua, con
aire de premio de consolación para una película contra la que, al parecer, se
cuadraron varios miembros del jurado. EFE gc/dm/egn/cbm
sábado, 16 de febrero de 2002
Polvorón asiático
Un complot japonés cerrando el cierre
Berlín, 16 feb (EFE).- La japonesa "KT",
sobre un complot contra el presidente coreano Kim Dae Jung, cerró hoy el desfile
de las 23 candidatas a los Osos de la Berlinale, para los que se dan como favoritos a los
franceses Francois Ozon y Otar Iosseliani o al joven cine alemán, con "Halbe
Treppe", de Andreas Dresen.
Sakamoto ofreció un
exponente de cine denso, bien llevado, pero casi impenetrable, sobre todo en una
Berlinale "cansada", tras semana
y media a un ritmo de tres películas diarias en la sección oficial, además de
las de Panorama, Forum y retrospectivas.
La trama de "KT" se remite a 1972,
cuando el ahora presidente y entonces gran esperanza de la democracia coreana,
Kim Dae-Jung, fue secuestrado en su hotel de Tokio, donde se había escondido de
sus múltiples enemigos.
El film repasa un mosaico de confrontaciones
latentes -las intercoreanas, sumadas a las coreano-japonesas, amén de las
tensiones entre Asia y Estados Unidos-, guerras entre servicios de espionaje
antagónicos y, cómo no, conflictos personales.
En resumen: demasiado denso
para el esprint de una Berlinale
que encima tuvo que desperezarse con un film con pocos alicientes.
Giannaris
cuenta la salida de vacaciones de varios vecinos de un inmueble, que queda a
merced de un "revienta pisos" decidido a probarse sus vestidos, comer de su
despensa y hurgar en sus vídeos.
El film avanza alternando los episodios de
unos y otros, hasta desembocar en una final místico, con amagos de "milagro en
Atenas".
Ni la película de Sakamoto ni los retazos de la vida diaria griega
afectaron las quinielas de esta Berlinale, para la que los medios alemanes dan como
claro favorito al desfile de mujeres de "8 femmes", encabezadas por Catherine
Deneuve y Fanny Ardant.
La película de Ozon lidera el "hit parade" entre los
críticos germanos del periódico berlinés "Der Tagesspiegel", seguida de cerca
del drama antiracista "Monster`s Ball", del alemán-estadounidense Marc Foster.
Sus colegas del resto del mundo no comparten tanta fascinación por la
comedia "kitch" de Ozon -a la que algunos ven como un producto superficial- y
favorecen al "Lundi Matin" de Iosseliani, a la que la Asociación de la Crítica
Internacional (Fipresci) dio hoy su premio, adelantándose a los galardones
oficiales del domingo.
Las apuestas coinciden en vaticinar un "premio
seguro" -aunque quizás no alcance para el Oro- para "Halbe Treppe", del
mencionado Dresen, una película filmada con cámara digital y pocos medios, en la
Alemania más pobre, la del este del país.
Se baraja también entre las firmes
aspirantes a galardón a la debutante danesa Annette Olesen, con "Minor Mishaps"
y su nueva versión del "dogma" escandinavo, desde una perspectiva renovada.
El "Bloody Sunday" de Paul Greengrass, sobre la violenta carga del ejército
británico en Irlanda, hace treinta años, es otra representante del nuevo cine
con opción a premio, mientras no se descarta una "decisión revolucionaria" a
favor de "Spirited Away", el film de dibujos animados del japonés Hayao
Miyazaki.
Las interpretaciones más celebradas han sido las de James Nesbitt
("Bloody Sunday"), Kevin Spacey ("The shipping news"), Jacques Bidou ("Lundi
Matin") y Gene Hackman (The Royal Tenenbaums", por parte masculina.
Las
divas francesas de Ozon, Judi Dench ("Iris"), Cate Blanchett ("Heaven) y Halle
Berry ("Monster`s Ball") están entre las favoritas al Oso a la mejor actriz.
La decisión está en manos del jurado presidido por la directora india Mira
Nair, entre cuyos catorce miembros se encuentra asimismo su colega argentina
Lucrecia Martel (premio Alfred Bauer al mejor debut, en la Berlinale 2001, por "La Ciénaga").
Los Osos del Festival se entregarán mañana, en la gala de clausura, donde se
proyectará además, a modo de homenaje a Charles Chaplin, "El gran dictador". EFE
gc/rz/aag/cbm
Pronósticos
Las divas de Ozon y el antiglamour alemán, en las quinielas de la Berlinale
Berlín, 16 feb (EFE).- El desfile de divas de
"8 femmes", de Francois Ozon, parte como gran favorita al Oso de Oro de la Berlinale, que concluye mañana,
donde también han destacado "Halbe Treppe", del joven alemán Andreas Dressen, y
"Lundi Matin", del veterano Ottar Iosseliani.
"8 femmes", una deliciosa
comedia "kitch" con Catherine Deneuve en un inusual devaneo lésbico con Fanny
Ardant, amenizado con números musicales, ocupa la cabecera en las quinielas de
esta 52 edición del Festival de Cine de Berlín, por encima de sus compatriotas
"Laissez passer", de Bertrand Tavernier, y "Amen", de Costa Gavras.
A falta
de las dos últimas proyecciones, este sábado -"Dekapentavgoustos", del griego
Constantin Giannaris, y "KT", del japonés Junji Sakamoto-, la suerte ya está
echada en la carrera por los Osos que se ha librado entre las 23 películas a
concurso.
Los comentarios en la recta final de la Berlinale apuntan una victoria para Ozon, a no ser que
el jurado presidido por la directora india Mira Nair -con su colega argentina
Lucrecia Martel, entre sus 14 miembros-, se decida por el cine más joven,
bandera con la que abrió este festival su nuevo director, Dieter Kosslick.
La "cantera" de nuevos realizadores ha brindado las más agradables sorpresas
de esta Berlinale, con permiso de
la pequeña maravilla ofrecida por el veterano Iosseliani, con su "Lundi Matin".
Entre los nuevos talentos que más han gustado en Berlín está el
alemán-suizo-estadounidense Marc Foster, con "Monster`s Ball", un alegato
antirracista y contra la pena de muerte que sorprendió por su intensidad.
Asimismo, se da como "premio seguro" -aunque quizás no alcance el Oro- la ya
mencionada alemana "Halbe Treppe", una película filmada con cámara digital y
medios modestos, en la Alemania más pobre, la del este del país.
La
debutante danesa Annette Olesen, con "Minor Mishaps" y su nueva versión del
"dogma" escandinavo, desde una perspectiva renovada y sin corsés, se cuenta
asimismo entre las firmes aspirantes a galardón.
El "Bloody Sunday" de Paul
Greengrass, sobre la violenta carga del ejército británico en Irlanda hace
treinta años, es otra representante del nuevo cine con opción a premio, mientras
no se descarta una "decisión revolucionaria" a favor de "Spirited Away", el
filme de dibujos animados del japonés Hayao Miyazaki.
La española "Piedras",
del debutante Ramón Salazar, fue acogida con cariño y simpatía por ser un
producto en el que el público berlinés ve la huella de Pedro Almodóvar.
Las
interpretaciones más celebradas fueron las de James Nesbitt ("Bloody Sunday"),
Kevin Spacey ("The shipping news") y Jacques Bidou ("Lundi Matin"), por parte
masculina, mientras que las divas francesas de Ozon, Judi Dench ("Iris") y Cate
Blanchett ("Heaven), están entre las favoritas al Oso a la mejor actriz.
La
cara opuesta de la moneda -la de las decepciones- viene encabezada por el cine
alemán, puesto que sólo "Halbe Treppe" ha respondido a las expectativas del
anfitrión.
Kosslick había seleccionado para la sección a concurso un total
de cuatro películas de directores alemanes, clasificables como "nuevos talentos"
del cine.
Su apuesta por la industria nacional era arriesgada, puesto que no
se había visto tan abultada presencia alemana en una Berlinale desde 1990.
La producción internacional
"Heaven", de Tom Tykwer -uno de los valores más sólidos del ámbito germano-,
gustó por su poética recreación del mundo de Krzystof Kieslowski, pero no
convenció.
Con "Der Felsen", de Dominik Graf, la cosa fue a peor y se
escucharon los primeros abucheos.
Ya en la recta final del festival, se
llegó a la indignación con "Baader", de Christopher Roth, una supuesta
recreación de la figura de Andreas Baader, fundador de la banda terrorista RAF,
que cae en la tergiversación histórica. EFE gc/rz/ah/pq
viernes, 15 de febrero de 2002
La perlita del cine anfitrión
El desfile alemán culmina con el despropósito de un "Baader" falseado
Berlín, 15 feb (EFE).- El desconcierto y la
indignación acompañaron a la exhibición de la última película alemana a concurso
de la 52 Berlinale, "Baader", una
supuesta recreación sobre el fundador de la banda terrorista RAF, Andreas
Baader, que cae en la tergiversación histórica.
Si "Halbe Treppe, de Andreas
Dresen, reconcilió a la crítica internacional con el cine alemán actual, por ser
un exponente de sensibilidad envuelta en modestia de medios, el nivel visto hoy
con "Baader" dejó de nuevo al cine "anfitrión" por los suelos.
Por primera
vez en los doce días de festival, la Berlinale olvidó su habitual regla del "fair play" y los
aplausos más o menos corteses, incluso para películas a las que vapulea la
crítica, para entrar en la abierta confrontación. La película, del joven
Christopher Roth, se centra en el periodo entre 1967, con la muerte del
estudiante Beno Ohnesorg por disparos de la Policía, y 1972, con la detención de
Andreas Baader, fundador con Ulrike Meinhoff de la Fracción del Ejército Rojo
(RAF).
Roth trató de explicar ante la prensa que lo suyo no es un
"docudrama" ni un intento de reconstruir lo ocurrido, sino una recreación del
personaje de Baader, desde sus inicios de delincuente común a su "reconversión"
en revolucionario.
Pero ni esas argumentaciones ni su inexperiencia -hasta
ahora, había hecho mayoritariamente anuncios publicitarios- le sirvieron de
excusa convincente ante los despropósitos de su película.
A Gudrun Ensslin,
la novia de Baader, se la representa como una especie de "chica ye-yé" en
minifalda que, de pronto, recita postulados marxistas; el personaje Ulrike
Meinhoff, la periodista que un día abandona a sus hijas y su existencia burguesa
para unirse a su lucha, es una figura desdibujada, a años luz del papel de líder
que tuvo.
El núcleo fundador de la RAF, cuyos atentados contra "intereses
capitalistas" y bases estadounidenses puso en jaque al Gobierno de Willy Brandt,
toma perfiles de "banda pop" liderada por un imitador de Mick Jagger, siempre en
la carretera o apurando droga.
Especialmente absurdo es el capítulo en que
los miembros de la RAF -ellas, con aires de modelo; ellos, en traje y corbata-
llegan a un campamento de entrenamiento palestino -rodado en el desierto de
Almería- para adiestrarse en el manejo de las armas.
A Roth se le hubieran
perdonado estas licencias, inclusive la flagrante invención final -en la
película, Baader cae acribillado como un gángster en un tiroteo policial, en
1972-, si al menos se entendiera el propósito de tal "recreación".
En la
rueda de prensa posterior al pase, Roth tuvo que enfrentarse a todo tipo de
preguntas acerca de por qué se había permitido transgredir la historia hasta ese
punto.
Un periodista alemán le recriminó "haber arruinado" su película con
un final que traiciona toda rigurosidad acerca del capítulo de la muerte del
terrorista, que para algunos nunca ha sido aclarado, pero que sin duda alguna
ocurrió cinco años después de lo que cuenta Roth y no fue en la calle, sino en
la prisión.
Baader y otros tres miembros de la banda fueron encontrados
muertos tras el baño de sangre en que derivó el secuestro de un avión por un
comando palestino, con el propósito de forzar su liberación, a lo que siguió el
asesinato del presidente de la patronal, Hans Martín Schleyer, a su vez en poder
de la RAF.
Más ilustrativa aún fue la pregunta de un periodista español,
quien le pidió a Roth que explicase a qué se refería exactamente al decir que
había pretendido "poner en cuestión" al personaje de Baader y su entorno.
El
joven realizador no supo encontrar un argumento convincente, más allá de dar
vueltas a su propósito recreador, mientras rechazaba que su película diera rango
de "perdedor simpático" al terrorista.
La segunda proyección a competición
de la jornada fue "Bad Guy" -"Na-Bbun-Nam-Ja", en el título original-, de Kim
Ki-Duk.
Su presencia en la Berlinale fue un acontecimiento para los fans del
realizador coreano y para quienes confiaban en el "factor sorpresa" en la recta
final del festival, que se cierra el domingo.
Pero Kim Ki-Duk no estuvo esta
vez a la altura de su impactante título anterior, "La isla".
Lo más
destacable de su historia de amor entre un chico malo y una colegiala, a la que
fuerza a la prostitución, es la "ensalada" de palizas y tortazos que se acumulan
en su última media hora. EFE gc/gsm/bjm/cbm
miércoles, 13 de febrero de 2002
Pedrusco español en la Berlinale
Salazar, con el entusiasmo del novato
Gemma Casadevall
Berlín, 13 feb (EFE).- Ramón Salazar, director de "Piedras", ha llegado a la Berlinale con todas sus "chicas" -Angela Molina, Antonia San Juan, Vicky Peña, Najwa Nimri y Mónica Cervera- y dispuesto a defender "con el entusiasmo del novato" la única película española a concurso en este festival internacional de cine.
Berlín, 13 feb (EFE).- Ramón Salazar, director de "Piedras", ha llegado a la Berlinale con todas sus "chicas" -Angela Molina, Antonia San Juan, Vicky Peña, Najwa Nimri y Mónica Cervera- y dispuesto a defender "con el entusiasmo del novato" la única película española a concurso en este festival internacional de cine.
"Ellas, especialmente Angela, tienen mucha más
experiencia que yo en todo esto", explica a EFE el realizador malagueño, poco
después de "desembarcar" con su equipo en la capital alemana ante la
presentación internacional de su primer largometraje mañana, jueves.
"Parece
que les he contagiado a todos algo de mi nerviosismo de debutante y se lo están
tomando como si para todas fuera la primera vez", añade Salazar, ansioso de ver
cómo reacciona la Berlinale ante
su historia de cinco mujeres y sus zapatos.
Sabe que su equipo llega a
Berlín con una buena "tarjeta de visita", Angela Molina, quien presidió el
jurado internacional de ese festival hace dos años.
Sin embargo, considera
que en su película "el protagonismo no se decanta hacia una u otra mujer, sino
hacia todo el universo femenino, incluida la componente femenina que tienen los
hombres".
Salazar es consciente, asimismo, de que el referente más inmediato
con que se le medirá es con Pedro Almodóvar, no sólo por su "batallón" de
chicas, sino porque a algunas de éstas se las identifica con el director
manchego.
"Está claro que pasará, pero es que casi todas la actrices
españolas de hoy han sido alguna vez `chicas Almodóvar`, qué le voy a hacer",
dice Salazar, para quien es "fenomenal" esa referencia, siempre que se hable de
comparación y no de copia.
El debutante no quiere pensar aún "en salir de
Berlín con premio", sino que se conforma con la proyección que el festival
alemán dio a Julio Medem y Alejandro Amenábar, para quienes el paso por la Berlinale -hace unos años y en ambos
casos fuera de concurso- actuó de rampa de lanzamiento internacional.
"Medem, Amenábar y otros directores jóvenes han conseguido romper con el
lastre de uniformidad con que se identificó al cine español", apunta Salazar,
quien se siente miembro de una generación que se presenta como un "abanico
amplio" de una nueva manera de hacer cine.
Con "Piedras" aspira a repetir la
suerte lograda con su corto anterior, "Hongos", que entretanto ha sido exhibido
en unos cincuenta festivales, en muchos casos con premio.
Su historia es una
metáfora "no fetichista" sobre la relación entre las personas y sus zapatos, en
la que trata de "romper con el dicho ese de que el calzado es un reflejo de la
personalidad", dice, mientras mira de reojo hacia sus pies.
Para ello cuenta
con Antonia San Juan -con pies planos, pero en incómodos zapatos de talón
aguja-, Najwa Nimri -una zapatillas deportivas-, Vicky Peña -calzada como una
mujer fatal-, Angela Molina -en babuchas- y Mónica Cervera -de rojo pasión-.
"Nada es lo que parece y ninguna calza aquello que supuestamente le
corresponde", dice Salazar, preparándose para explicar mañana, ante la prensa
internacional, ese universo metafórico que refleja "Piedras", "desde la
perspectiva de alguien que, como yo, no es fetichista", aclara.
En estado
avanzado tiene ya el guión de su próxima película: un musical, para el que
cuenta también con Angela Molina, "quien siempre dice que, en realidad, a ella
lo que realmente le gusta hacer es cantar". EFE gc/ih/mr
martes, 12 de febrero de 2002
Como de la nada, "Halbe Treppe"
Un video casero resucita al cine alemán
Berlín, 12 feb (EFE).- El cine alemán
"resucitó" con "Halbe Treppe", una película rodada como un vídeo casero en la
deprimida Alemania del este, que cautivó por su sencillez a una Berlinale decidida a no tomarse en
serio la lluvia de candidaturas al Oscar de "A beautiful mind".
Los 105
minutos de imágenes en cámara digital, aparentemente sin guión y sobre un
adulterio entre dos matrimonios amigos de clase obrera, fueron un bálsamo para
los que temían otra dosis de cine germano como el que hasta ahora se había visto
en este Festival.
El escenario elegido por su director, Andreas Dresen, no
es precisamente favorecedor: la inhóspita Fráncfort del Oder, ciudad fronteriza
con Polonia, cuya imagen más característica son las largas colas de camiones que
aguardan ante la aduana.
Los protagonistas no ofrecen el menor atisbo de
"glamour": el propietario de un puesto de salchichas entre bloques de viviendas
prefabricadas -llamado "Halbe Treppe" o "A media escalera"-, un locutor-estrella
de una radio local y sus respectivas esposas.
Pero Dresen, quien hace dos
años ya pasó por la Berlinale con
"Nachtgestalten", saca el mejor partido a ese material y los pocos aditamentos
que se permite, como la banda callejera que pone música y calor humano a la fría
escalera urbana donde está el bar.
"La constelación de los personajes estaba
pre-establecida, pero el resto fue improvisación", explicó Dresen en la
conferencia de prensa, donde fue acogido por los medios alemanes con una ovación
al "héroe" que salva el pabellón nacional.
La 52 Berlinale se abrió con un flojo "Heaven", de Tom Tykwer,
y la cosa fue a mucho peor con "Der Felsen", de Dominik Graf. Se temía que el
pseudo-vídeo casero de "Halbe Treppe" fuera un exponente de cine experimental
farragoso, a la espera de lo que traerá la cuarta y última película alemana a
concurso, "Baader", de Christopher Roth.
"Halbe Treppe" despertó mucho más
que la mera simpatía hacia el producto de bajo presupuesto que, además, juega en
casa y pasó a engrosar la lista de filmes "sospechosos" a llevarse un premio.
La película arrancó risas y tocó la fibra, no solo del público berlinés -más
receptivo a los guiños domésticos-, sino también de los medios internacionales,
que agradecieron ese soplo de brisa fresca, libre de tópicos y filmado en la
Alemania más pobre.
También se saltó los pronósticos -aunque en sentido
inverso- "A beautiful mind", de Ron Howard, que se exhibía fuera de competición,
pero se anunciaba como uno de los platos fuertes de la Berlinale.
La producción sobre el genio de las
matemáticas John Nash, que pasa de la esquizofrenia absoluta al Premio Nobel,
había sido estratégicamente colocada en el programa este martes, coincidiendo
con el anuncio de las candidaturas a los Oscar de Hollywood.
El número de
designaciones a la estatuilla sí respondió a las expectativas -un total de ocho,
entre ellas la del mejor actor, para Russell Crowe-, pero el tipo de cine que
representa dista mucho de lo que se espera encontrar en un festival, sobre todo
en Europa.
Se trata de una película "típicamente americana" -en su sentido
peyorativo- plagada de clichés, donde se pisotea sin miramientos los hechos y
personajes reales en que está basado el guión.
La interpretación de Crowe es
un recital de tics, que van en aumento a medida que el actor "envejece" a golpe
de maquillaje.
El film de Howard no encajó en los gustos de la Berlinale, pero sirvió para dar por
aceptable a "Iris", de Richard Eyre, la segunda película a concurso de la
jornada, tras "Halbe Treppe".
Judi Dench, la actriz que da vida a la anciana
escritora Iris Murdoch, está entre las candidatas al Oscar como mejor actriz por
este film.
Su interpretación de esa escritora inteligente y brillante, que
de pronto descubre que se le escapan las palabras y los recuerdos por culpa del
Alzheimer, fue el reverso de la medalla -en cuanto a moderación- al
esquizofrénico que supuestamente es Crowe.
El reparto de papeles entre Dench
y Kate Winster, que interpreta a una Murdoch joven y llena de vida, resultó
reconfortante, en contraste con el despilfarro cosmético que separa al John Nash
joven y al anciano, ambos interpretados por Crowe. EFE gc/dm/mr
Dieter, ante su estreno
Kosslick: "Si las películas alemanas no gustan, mala suerte"
Gemma Casadevall Berlín, 12 feb (EFE).- Dieter Kosslick se ha
estrenado como director de la Berlinale dispuesto a defender cada una de las 23
películas que luchan por los Osos de Oro, por encima de las malas críticas
recibidas, especialmente, por el cine alemán, a las que responde con un: "Si los
filmes alemanes no gustan, mala suerte".
"Pongo la mano en el fuego por cada
film a competición, no me arrepiento de ninguno y cada cual está ahí para
representar a un ámbito concreto del cine de hoy", manifestó Kosslick a EFE, a
la pregunta de por qué tanto representante alemán a concurso, hasta el momento
con balance más bien pobre.
La sección a concurso de la 52 Berlinale incluye la más numerosa
presencia germana desde 1992, lo que responde a una apuesta personal de Kosslick
en favor de la industria nacional.
Transcurrida ya la mitad del festival, la
acogida a tal empeño ha ido de la decepción a la indignación, pasando por las
acusaciones de proteccionismo mal entendido.
"Haeven", de Tom Tykwer, fue
recibida como un producto flojo para la inauguración de un festival, mientras
que con "Der Felsen", de Dominik Graf, se produjeron los primeros abucheos del
festival.
La tercera entrega "nacional" llega hoy, con "Halbe Treppe", de
Andreas Tresen, rodada en una desolada ciudad germano-oriental, a lo que seguirá
"Baader", de Christpoher Roth, sobre la figura del fundador de la Fracción del
Ejército Rojo (RAF), Andreas Baader.
"Nadie está obligado a verlas. No está
escrito en ninguna Carta de las Naciones Unidas. Si a este o aquel crítico no le
gustan o indignan, que se las salte", responde.
Su respuesta es contundente,
aunque dulcificada por el tono campechano y sin acritud de este hombre cordial y
decidido a romper -también ahí- los moldes de su envarado predecesor, Moritz de
Hadeln, director de la Berlinale
durante más de 20 años.
"Mire: uno selecciona entre lo que hay. No puedo
traer cosas que ya han sido estrenadas o no están terminadas", admite, a pesar
de insistir en que todas esas producciones -incluso las más vapuleadas- son
dignas "de pisar la alfombra roja del festival".
Kosslick, de 53 años, se
colocó al frente de la Berlinale
tras veinte años entre productoras alemanas. Se le califica de "manager" suelto,
decidido a apostar por la diversión en el más gris -desde el punto de vista
climatológico- de los grandes festivales europeos.
"El 11 de septiembre dio
un vuelco a ese propósito inicial. Ahí me di cuenta de que, por lo menos este
año, la Berlinale debía
contribuir al entendimiento entre los pueblos", explica.
Kosslick anunció
entonces una fuerte presencia de producciones que hicieran reflexionar acerca de
lo sucedido en Nueva York -"no hay películas directamente relacionadas con los
atentados, puesto que no están aún listas", explica- y también de otros
conflictos.
"Filmes como `Bloody Sunday` -sobre el dramático baño de sangre
de Irlanda del Norte, en 1972- nos demuestran hasta qué punto es difícil apagar
un conflicto que aflora de repente y que 30 años después sigue latente",
continúa.
El director se propuso que su "estreno" en el cargo ofreciera una
dosis equilibrada entre cine independiente y grandes productoras y en evitar el
eterno conflicto entre Europa y Estados Unidos.
"También ahí he seguido la
línea del `fair play`", dice, para lamentar no haber podido dar cabida en la
sección oficial a industrias desfavorecidas, como la latinoamericana.
"No
tenía dónde seleccionar...", insiste, en alusión a que no puede mostrar más que
producciones puntualmente terminadas.
A modo de compensación, incluyó en el
jurado a la argentina Lucrecia Martel -premio Alfred Bauer en 2001 por su
primera película, "La ciénaga"-.
"Le rogué que accediera a estar aquí, como
apoyo simbólico al ámbito latinoamericano", explica, para declararse a
continuación un entusiasta del cine de esa región.
Pese al traspiés del cine
alemán y de los inevitables problemas iniciales de coordinación -"cada cinco o
diez minutos tengo un asunto protocolario que atender"-, Kosslick se siente
satisfecho, también respecto al tema "glamour".
lunes, 11 de febrero de 2002
Porque Mika no es Aki
domingo, 10 de febrero de 2002
De nuevo, Lucrecia
Martel: "Estar en Berlín es un guiño en tiempos de crisis"
Berlín, 10 feb (EFE).- La directora argentina
Lucrecia Martel está de nuevo en la Berlinale, un año después de su éxito con "La ciénaga",
esta vez como miembro del jurado del festival, una función que ella califica de
"un guiño de apoyo desde Europa a la nueva generación de cineastas argentinos,
en estos tiempos de crisis".
"Estar aquí es un reconocimiento personal,
puesto que supone incluirme en la comunidad internacional del cine, pero sobre
todo es una señal indirecta de apoyo a lo que se está haciendo desde allá",
explicó Martel a EFE en una pausa de las proyecciones de las 23 películas a
concurso de esta 52 Berlinale.
La directora argentina compitió el pasado año en la sección oficial con su
inquietante "La Ciénaga", su primer largometraje, que se llevó el premio
especial Alfred Bauer al debut cinematográfico.
Martel está de nuevo en el
festival ya sin los nervios de entonces, instalada entre el "tribunal" que
preside la directora india Mira Nair y que repartirá los Osos de la Berlinale.
La realizadora, de 36
años, califica ese trabajo de "responsabilidad histórica" y, aunque se confiesa
"algo triste" por la ausencia de filmes latinoamericanos a concurso -"eso es
cosa de la dirección...", dice-, considera que la actual situación de su país es
favorable a la creación.
"Es un buen momento para los creadores, escritores
o directores, pero una situación pésima para los productores nacionales",
explica.
"Si yo tuviera una productora extranjera, invertiría ahí, puesto
que, con el cambio, una película le cuesta ahora a una casa internacional un
tercio de lo habitual y estamos viviendo un momento emergente de creatividad",
añade.
Martel apunta al éxito internacional que está teniendo en estos
momentos el cine argentino y dice que la mayoría de esas películas, producidas
el pasado año, reflejan un caos que "se mascaba desde largo y que ahora
estalló".
"Es lo que yo traté de transmitir con `La Ciénaga`, donde el
espectador percibe que algo atroz está a punto de pasar, hasta que finalmente
todo se va al diablo", señaló.
Desde la "modesta opinión" de alguien que no
está sufriendo las peores consecuencias de la crisis -"soy de clase media"-,
Martel dice, sin embargo, que prefiere lo de ahora a la situación de
"complicidad mentirosa con la corrupción" de los años pasados.
"Lo de ahora
es mucho más real que esos tiempos de regocijo y supuesta democracia que
sucedieron a la tragedia de la dictadura", dice, aunque el reverso de la moneda
es que "evidentemente, en un país empobrecido la gente no va al cine, porque no
tiene plata".
Martel considera que en estos momentos de crisis "el estado no
puede dejar abandonado al cine", una industria que sólo puede funcionar "si se
la protege", ya que en caso contrario "quedamos aplastados" por el cine
estadounidense.
"El Gobierno argentino tiene una enorme responsabilidad
sobre la industria del cine. Si pierde la oportunidad de ayudarnos ahora a
remontar la situación, habrá cometido un tremendo crimen contra la cultura
argentina", subraya.
Junto a su función en el jurado, Martel se encuentra en
Berlín en busca de apoyos para la que será su segunda película, "La niña santa",
un proyecto que ha sido seleccionado entre los seis incluidos en el programa
Rotterdam-Berlinale Express, para
promocionar proyectos de jóvenes realizadores.
"Es una plataforma para
hallar financiación", cuenta la directora, quien confiesa que el pasado año
consiguió "ahorrar mucho" para sus proyectos, ya que su existencia discurrió
entre una beca en París y otras invitaciones.
Pese a las dificultades, Martel está determinada a rodar "La niña santa" en Argentina, como "La Ciénaga", lo que de paso le permitirá "tocar de nuevo con los pies al suelo", tras el vertiginoso año que siguió al premio de la Berlinale en el 2001.
"Fue una locura. Fue algo más
que una plataforma de lanzamiento. Entre esa estancia de entonces en Berlín y mi
regreso ahora han mediado 62 vuelos por todo mundo", recuerda Martel, para quien
la cuestión tuvo "efectos medicinales", pues perdió el pánico a volar.
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miércoles, 6 de febrero de 2002
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