sábado, 15 de febrero de 2003

Análisis o crónica escoba

Bildergebnis für winterbottom berlinale
La Berlinale cumplió con el 

estrellato y con la militancia


Gemma Casadevall 

Berlín, 15 feb (EFE).- La Berlinale cumplió este año sus dos funciones principales: ofrecer glamour, con el mayor contingente de estrellas de los últimos años, y dar un mensaje político en tiempos de crisis internacional, con el Oso de Oro al drama de refugiados afganos "In this world", de Michael Winterbottom. 
Richard Gere, Catherine Zeta-Jones, George Clooney, Nicole Kidman, Nicolas Cage y Anouk Aimée aportaron el "glamour" y el jurado internacional, presidido por el armenio-canadiense Atom Egoyan pusieron el dedo en el llaga, con su apuesta por el cine militante de Winterbottom. 
"Me siento feliz como un niño. La Berlinale ha sido una fiesta y también un reflejo del sentimiento de muchos a favor de la paz", comentaba el director del festival, Dieter Kosslick, tras darse a conocer los galardones. 
En su segundo año al frente de la Berlinale, Kosslick logró atraer al más frío de los grandes festivales europeos -frente a Cannes y Venecia- un buen grupo de guapos de Hollywood, con filmes como "Chicago" y "Gang of New York" -con carácter de exhibición- o "The Hours", "Adaptation" y "Solaris", a concurso. 
Pero una cosa es el glamour y otra los contenidos. Kosslick había prometido cine de calidad y también carga política, con el tema de los refugiados y desplazados como señal de advertencia ante las consecuencias de todo conflicto. 
El director cumplió con esos objetivos, ya que el nivel de los 22 filmes a competición fue de los mejores que se recuerda y, además, concursaron tres filmes sobre el drama de los refugiados: el citado de Winterbottom, más "Lichter", del alemán Hans Christian Schmid, y "Rezervni Deli", del esloveno Damjan Kozole. 
Dos de ellos se van de la Berlinale con premio, ya que además del Oro, para "In this world", "Lichter" obtuvo el premio de la crítica internacional. 
Algunos de los premios repartidos son discutibles. El Oso de Plata para las actrices de "The Hours" -Meryl Streep, Julianne Moore y Nicole Kidman- suena a poco, para ese excelente film, mientras que el recibido por Sam Rockwell, por "Confessions of a dangerous mind" deja de lado actores superiores, como Edward Norton en "25th hours". 
Pero el veredicto del jurado es soberano y, por encima de todo, en la Berlinale se dio por buena esa clara apuesta por lo político y por lo innovador -cinematográficamente hablando- al menos en lo que respecta al principal de los galardones. 
"In this world" no es un film directamente relacionado con el conflicto iraquí, pero incide en el drama de los desplazados de guerra, a través de esos dos afganos que huyen de Peshawar, donde se hacinan más de un millón de refugiados llegados tras los bombardeos contra el Afganistán talibán. 
Será una larga odisea, desde el pedregal paquistaní hasta Europa. A medida que mejoran las carreteras, más inhumanas son las condiciones de su viaje, hasta llegar a la asfixia mortal del contenedor con que son introducidos ilegalmente en Europa. 
Además del Oro, el film de Winterbottom recibió el Premio de la Paz del festival, así como el del Jurado Ecuménico, dos de los galardones independientes paralelos a los oficiales de la Berlinale
El reparto de los Osos del festival coincidió con una jornada de protesta pacífica, en la que más de medio millón de personas desfilaron por Berlín para expresar su rechazo a una posible guerra contra Irak. 
Para Kosslick, esa coincidencia refuerza su convencimiento de que, en tiempos de crisis, "el mundo del cine, incluso el del cine más glamouroso, no vive de espaldas a la realidad de un mundo en conflicto". 
En los diez días de vida de la Berlinale, algunos de esos representantes del "glamour" de Hollywood aprovecharon su paso por la capital alemana para expresar, con mayor o menor contundencia, su rechazo a los planes de George Bush. 
Dustin Hoffman, Clooney y Gere fueron algunos de esos actores que hicieron apostolado por no dar por agotada la vía pacífica, mientras que Spike Lee dejó claro que una cosa es homenajear a las víctimas del 11 de septiembre -como hace en su film, "25th hour"- y otra apoyar a Bush. EFE gc/dm/pam

Premio de consolación a "Good bye Lenin"

La Berlinale le dio el Oso al valiente drama afgano de Winterbottom 

Gemma Casadevall

Berlín, 15 feb (EFE).- La Berlinale dio su Oso de Oro al film cinematográfica y políticamente más valiente en competición, "In this world", de Michael Winterbottom, y repartió otros grandes galardones a apuestas arriesgadas, como "Adaptation", de Spike Jonze, y "Son frére", de Patrice Chéreau, Premio del Jurado y Plata al director, respectivamente.
El jurado de la 53 edición del Festival de Berlín, presidido por el director armenio-canadiense Atom Egoyan, optó por pensar por sí mismo y olvidar, en lo posible, tanto a Hollywood como al cine anfitrión.
A "The Hours", la gran favorita, se la recompensó con un Oso de Plata que supo a poco por el trabajo de sus tres actrices -Nicole Kidman, Meryl Streep y Julianne Moore-, mientras que su equivalente al mejor actor fue para Sam Rockwell, por "Confession of a dangerous mind", debut en la dirección de George Clooney.
El nuevo cine chino fue galardonado con un Oso de Plata a la mejor contribución artística a "Blind Shaft", primer largometraje del joven Li Yang, mientras que su compatriota, el maestro Zhang Yimou, quedó relegado al Alfred Bauer, premio en memoria del fundador de la Berlinale, por su filigrana visual de "Hero".
"Good Bye, Lenin!", la excelente comedia sobre la reunificación alemana contada al revés por Wolfgang Becker, se quedó con "El ángel azul" al mejor film europeo, un galardón que, pese a su prestigio, tenía aire de "premio de consolación", puesto que se contaba con un Oso -quizás de plata- para el cine anfitrión.
El premio de la Federación Internacional de Críticos de Cine fue para una segunda producción germana, "Lichter", de Hans-Christian Schmid, otro de los filmes de la Berlinale sobre el drama de los desplazados, tanto económicos como de guerra.
Egoyan demostró así que no aceptó el encargo de presidir un festival para optar por lo fácil, sino para valorar el coraje, dentro y fuera del cine.
"La decisión a favor de `In this world` no es política. Obedece a razones puramente cinematográficas, en este caso perfectamente complementadas con el mensaje del film", manifestó el presidente del jurado a EFE, en un aparte de la rueda de prensa en la que dio a conocer los premios.
La película de Winterbottom, filmada en formato documental, recorre la larga epopeya de dos afganos refugiados del campo paquistaní de Peshawar, que huyen de ese pedregal de miseria en dirección a la Europa rica. "Es una apuesta por el cine innovador", continuó Egoyan.
El Oro para "In this world" encaja perfectamente en una Berlinale que, de entrada, había decantado sus preferencias por el tema de los refugiados, pues el director del certamen, Dieter Kosslick, incluyó tres películas con esa temática a concurso.
El mensaje político del film, una denuncia tanto de los "daños colaterales" de toda guerra como del trato que reciben quienes llegan a Europa huyendo de la miseria, venía como anillo al dedo a un festival marcado por las protestas antibelicistas de la jornada.
"No fue difícil ponernos de acuerdo. La película refleja el sentir de muchos de nosotros", explicó la actriz italiana Anna Galienna, integrante asimismo del jurado internacional.
El Oso de Oro a Winterbottom causó sorpresa, porque desbancó a "The Hours" o "Good Bye, Lenin", pero fue rápidamente digerido como lo que es: la opción de un jurado independiente que quiere descubrir su propia película, sin interferencias.
Más controversia -y abucheos- cosechó el Oso de Plata al director Patrice Chéreau, que hace dos años ya recibió envuelto en polémica el Oro de Berlín con "Intimacy" y este año se va de nuevo galardonado con su exploración cruda y dolorosa de un cuerpo humano minado por una enfermedad mortal.
Tampoco fue bien recibido el Premio Especial del Jurado a "Adaptation", una película de guión delirante debido a Charlie Kaufmann -el alter ego de su director, Jonze-, cuyo principal atributo es el excelente trabajo de Nicolas Cage, un auténtico hallazgo en este film, en su doble papel de dos gemelos.
La española "My life without me", de Isabel Coixet, se llevó asimismo uno de los galardones de jurados independientes paralelos al festival, el que otorga la Asociación de Filmotecas Alemanas.
Igualmente recompensado fue el documental sobre los gitanos del barrio sevillano de "las tres mil viviendas" titulado "Polígono Sur", de Dominique Abel, que recibió una mención de honor de la Confederación Internacional de Cines de Artes y Ensayo.
La mexicana "Mil nubes de amor cercan el cielo, amor, jamás acabarás de ser amor", de Julián Hernández, que se presentó en la sección fuera de concurso Panorama, se llevó el premio paralelo "Teddy" del cine gay y lésbico. EFE gc/gsm/jar

viernes, 14 de febrero de 2003

Balance

Berlinale, bajo la sombra de la guerra

Gemma Casadevall 

Berlín, 14 feb (EFE).- La sombra de una posible guerra contra Irak pesó sobre la Berlinale, convertida en plataforma de las protestas de actores y directores de EEUU y Europa contra la política de George W. Bush. 
La 53 edición del Festival de Berlín fue algo más que la habitual combinación entre un desfile de glamour y la muestra de cine de autor, en sus diez días de vida, desde la apertura con "Chicago" hasta el reparto de premios, mañana sábado. 
Tres de las veintidós películas a concurso -"In This World", de Michael Winterbottom; "Lichter", del alemán Hans Christian Schmid, y "Rezervni Deli", del esloveno Damjan Kozole- abordaron el drama de los refugiados y la lucha por alcanzar Europa, huyendo de sus países de origen, devastados por distintas guerras. 
No fue una casualidad. El director del Festival, Dieter Kosslick, quiso poner el acento de la Berlinale en el tema de los desplazados, una advertencia sobre los "daños colaterales" de toda guerra. 
Al margen del programa, tanto Spike Lee, Dustin Hoffman, George Clooney y Edward Norton, por parte estadounidense, como la diva francesa Anouk Aimée, por la europea, fueron algunos de los invitados que hicieron oír su protesta contra los planes de la administración de Bush. 
Lee, que presentaba a concurso "25th Hour", fue el más claro en sus críticas: "Estados Unidos no tiene ningún derecho moral a dictar a nadie en el mundo qué debe hacer", dijo, para llamar a la gente a manifestarse en la calle contra la guerra. 
El director dejó claro que lo suyo no es antiamericanismo (su película es un homenaje al Nueva York "superviviente" de los atentados del 11 de septiembre). 
Sin embargo, sentenció que Bush "es un sujeto que no debería ejercer, puesto que fue elegido gracias a un fraude". 
Menos duro, pero igual de claro, fue el protagonista de "25th Hour", Edward Norton, quien expresó su confianza en que la comunidad internacional siga actuando de contrapeso a la política de EEUU y advirtió que no se han agotado las alternativas a una intervención militar. 
La llamada contra la guerra adoptó rango de clamor en la gala "Cine por la Paz", celebrada durante la Berlinale y con la intervención de algunas de las estrellas invitadas por el Festival. 
"No soy antiamericano, pero sí contrario al actual gobierno", dijo Hoffman, que se ganó la mayor ovación de la noche. 
"Me gustaría preguntarle a mi gobierno por qué hace quince años apoyó en la guerra contra Irán a Sadam (Husein), el mismo hombre que hoy parece personificar al mal", continuó el actor, para comparar las protestas de hoy con las de los años 60, durante la guerra de Vietnam. 
Clooney, presente en la Berlinale por partida triple -como actor de "Solaris" y como director e intérprete en "Confessions of a Dangerous Mind"- lamentó la situación que se vive en su país, donde se acusa de no ser patriota a todo aquel que cuestiona los planes de Bush. 
Las estrellas de EEUU no estuvieron solas en sus protestas. La diva francesa Anouk Aimée, Oso de Oro de la Berlinale por su carrera, aludió a las críticas contra Berlín y París del jefe del Pentágono, Donald Rumsfeld, y dijo: "Espero que nosotros, la Vieja Europa, demos a los jóvenes un ejemplo de paz". 
Pero, a diferencia de sus vecinas de Cannes y Venecia, la Berlinale no es un festival reservado a estrellas y periodistas, sino abierto al ciudadano de a pie, a cuyo acceso se ponen a la venta 350.000 entradas para las más de trescientas películas del festival, fuera o dentro de competición. 
A ambos grupos, profesionales y aficionados, se dirigió la tribuna "Freedom2speak" ("libertad para hablar"), consistente en una serie de púlpitos en puntos estratégicos para que todo visitante diera su opinión sobre la guerra. Los resultados se convertirán en película, que se proyectará el última día de festival. 
La máxima expresión de la "connivencia" entre la Berlinale y las protestas contra la guerra tendrá lugar este sábado en numerosas ciudades del mundo, entre ellas Berlín. 
Los periodistas que pretendan lanzarse a informar sobre el veredicto del jurado -que se dará a conocer a las 13.00 GMT- deberán tener en cuenta que en ese momento confluirá en la puerta de Brandeburgo, cerca de la sede del Festival, una probablemente multitudinaria manifestación contra la guerra. EFE gc/dm/egn

Cómo meter a todos en la quiniela

"The Hours" lidera el palmarés virtual de la Berlinale

Gemma Casadevall 

Berlín, 14 feb (EFE).- La película "The Hours", de Stephen Daldry, es la clara favorita de la Berlinale, en cuyo "palmarés virtual", a la espera de que mañana se repartan los premios, figuran también "My life without me", de la española Isabel Coixet, la alemana "Good Bye, Lenin" y el "Ying Xiong", de Zhang Yimou. 

El film de Daldry, con una estupenda Nicole Kidman como Virginia Woolf y arropada por Meryl Streep y Julianne Moore, encabeza las apuestas de los medios berlineses y los elogios de la crítica internacional que sigue la 53 edición del Festival de Berlín. 
A juzgar por el ránking diario de la revista de la Berlinale -"Screen"-, confeccionada con las opiniones de críticos de todo el mundo, la "mejor dotada" para hacerse con el Oso de Oro es "The Hours". 
Pero la última palabra la tiene el jurado y, en festivales europeos, rige la norma no escrita de que el objetivo es "descubrir" su propia joya, a ser posible fuera de la órbita de Hollywood -y "The Hours" tiene el "regalo envenenado" de haber triunfado en la noche de los Globos de Oro y el reparto de candidaturas al Oscar. 
A ello se une, además, que Egoyan es un realizador que apuesta por un cine ajeno a los cánones de Hollywood, concepto muy bien representado por varias de las 22 películas a competición. 
A falta del pase del último film a competición -"Alexandra`s Project", del australiano Rolf de Heer-, la principal rival de Daldry en la carrera por el Oro es Zhang Yimou, un virtuoso film que convierte en magia las artes marciales, así como "In this world", la odisea de dos afganos en fuga por medio planeta, filmada en formato documental por Michael Winterbottom. 
"Adaptation", de Spike Jonze y sustentada en el delirante guión de Charlie Kaufmann, es uno de esos filmes que ha irritado a algunos pero fascinado a muchos otros, por su derroche de imaginación y el "hallazgo" de un genial Nicolas Cage. 
Firme candidata a premio es "My life without me", una película rodada en Canadá y en inglés por Coixet, que tocó la fibra de la Berlinale con su sencilla historia de una mujer joven enfrentada a su inminente muerte. 
El alemán Wolfgang Becker se ganó su lugar en las quinielas con su magnífica comedia agridulce "Good Bye Lenin", una parábola de la reunificación alemana contada al revés, a la que -como a Coixet- se le vaticina un lugar seguro en el palmarés de la Berlinale
Patrice Chéreau dividió, como es habitual, opiniones entre los adoradores y detractores de su cine retratista y duro, con el "Son frere" que explora la decadencia de un cuerpo al borde la muerte. 
Un premio de los importantes al realizador francés desataría la típica guerra entre ovaciones y abucheos. Pero eso no es nuevo para la Berlinale, que ya conoció esa situación al dar su Oso de Oro al "Intimacy" de Chéreau, hace dos años. 
Pero, si Egoyan opta por un golpe sorpresa, tiene también dónde elegir, entre el capítulo de los marginales, que pese a no figurar en el palmarés virtual tienen méritos suficientes para gustar al jurado: por ejemplo, "Mang Jing", del chino Li Yang, Los premios de interpretación apuntan asimismo a un éxito para la película de Coixet, ya que el nombre de Sarah Polley, la joven madre enferma de cáncer de "My life without me", suena incluso con más firmeza que el de Nicole Kidman. 
Edward Norton, puntal del "25th hour" de Spike Lee; Nicolas Cage, con su doble papel de dos gemelos dispares en "Adaptation", y Daniel Auteuil, por "Petites Coupures", de Pascal Bonitzer, son los actores a los que se reconocen más posibilidades de llevarse el Oso de Plata a la interpretación masculina. EFE gc/rz/mcd/pq

jueves, 13 de febrero de 2003

El samurai enamorado

Crepúsculo japonés embellece una Berlinale exhausta de dramas

Gemma Casadevall 

Berlín, 13 feb (EFE).- El crepúsculo de un samurai enamorado, del japonés Yoji Yamada, y un nuevo drama de refugiados en el este de Europa, del esloveno Damjan Kozole, centraron hoy la competición de la Berlinale, que entra en su recta final algo exhausta tras una semana larga de cine intenso y muchas lágrimas. 
La 53 edición del Festival de Berlín quedará registrada en la memoria de los habituales al certamen como una de las mejores de los últimos años en cuanto a la calidad media de los filmes, pero también como una de las más concentradas en la muerte. 
La dirección de la Berlinale parece haber puesto un empeño especial en programar, para la sesión matinal, películas centradas en seres humanos enfrentados a una muerte inminente. 
Ese fue el caso de las excelentes "The Hours", de Stephen Daldry, alrededor de la figura de Virginia Woolf; de "My Life Without Me", de la española Isabel Coixet; o la dolorosa "Son frere", de Patrice Chéreau, sobre la decadencia física y agonía de un hombre enfermo. 
En todas ellas, la muerte del protagonista es el punto de arranque del film. Todas ellas -intercaladas con otros dramas- se proyectaron a las nueve de la mañana, ante una prensa que llegaba al cine con los ojos enrojecidos por el sueño o el frío berlinés, a varios grados bajo cero estos días. 
Por si fuera poco, el cine más vibrante se concentró en las primeras jornadas, con el desembarco de filmes estadounidenses, mientras que hacia el final se entró en la órbita del cine más reposado, preferentemente francés o asiático. 
En estas circunstancias, la programación de la jornada de hoy se perfilaba de pocas alegrías. 
"Rezervni deli" -título que podría traducirse como "Piezas de recambio"-, de Kozole, apuntaba a un drama de refugiados, tras los buenos ejercicios sobre el tema ofrecidos por Michael Winterbottom ("In This World") y el alemán Hans Christian Schmid ("Lichter"). 
El segundo filme a concurso era "Tasogare seibei" -traducible como "Samurai en el crepúsculo"-, de Yoji Yamada, que por el título hacía pensar en algo parecido a "Ying xiong" (estrenada en inglés como "Hero"), la irrupción en las artes marciales de Zhang Yimou, aunque probablemente sin la magia visual del maestro chino. 
Por lo menos en el caso del segundo, los pronósticos negativos fallaron. La melancólica historia de un samurai que no quiere serlo, porque sabe que la era de los guerreros se acerca a su fin, se ganó el aplauso de una Berlinale cansada, pero no insensible ante el bello filme japonés. 
Iguchi, el samurai en cuestión, no es un guerrero de rostro impávido y precisión mortal en sus golpes, como mandan los cánones, sino un padre todo ternura, viudo, que trabaja de sol a sol y cuya máxima preocupación es sacar adelante a sus hijas. 
Las estrictas reglas de honor y castas le impiden consagrarse a ver crecer a esas niñas o vivir un nuevo amor, como quisiera. 
La era feudal toca a su fin, pero ello no le servirá para obviar los últimos combates, que tanto él como sus contendientes saben inútiles. 
Por contra, la historia de Kozole sobre un cínico camionero marcado por el cáncer -de nuevo, una muerte anunciada- que noche a noche transporta emigrantes ilegales desde la frontera croata a Italia apenas consiguió ganarse la atención del Festival. 
La ronda de las veintidós aspirantes a premio de la 53 edición de la Berlinale se cerrará mañana con los pases de "Der alte Affe Angst", de Oskar Roehler, última de las tres películas alemanas a concurso, y "Alexandra`s Project", del australiano Rolf de Heer. EFE gc/rz/egn

De la sorpresa de "Good bye Lenin" a "Lichter"

El cine alemán despega de su crisis


Bildergebnis für good bye lenin berlinale

Gemma Casadevall Berlín, 13 feb (EFE).- El cine alemán despegó en la presente Berlinale del anquilosamiento de los últimos años, de la mano de una nueva generación de directores decididos a tratar con brío la realidad de la Alemania posterior a la reunificación, en la que nada es lo que fue. 
Mientras el país se está sumido en la peor crisis económica en años y afectado por unas complejas relaciones exteriores, debido a la posible guerra en Irak, el cine parece haber reencontrado el camino de la creatividad, completamente emancipado de los ya "clásicos" nombres de Wim Wenders o Werner Herzog. 
"Good Bye, Lenin", de Wolfgang Becker, abrió la ronda del cine nacional a competición de esta 53 Berlinale como una sorpresa que confirmó la sensación de aire fresco transmitida el pasado año con "Halbe Treppe", Oso de Plata al mejor director, Andreas Dresen. 
La película de Becker, una metáfora de la reunificación contada al revés - desde la fantasía de cómo hubiera querido vivirla una comunista ejemplar-, dejó claro que lo de Dresen no fue un espejismo, sino la irrupción en el festival de una serie de producciones excelentes y, sobre todo, exportables. 
A "Good Bye, Lenin" siguió "Lichter", de Hans Christian Schmid, sobre los problemas de la Alemania fronteriza y pobre, compuerta a la Europa rica para miles de indocumentados llegados del Este. 
"Lichter" no levantó ya los niveles de entusiasmo de Becker o su antecesor Dresen, pero fue recibida por la crítica internacional como un producto digno, que refleja la realidad oculta tras los rascacielos de la Postdamerplatz: una Alemania que poco tiene que ver con la sociedad de bienestar con la que se la identificó. 
Becker, como Dresen, Schmid y muchos otros representantes del nuevo cine alemán no se sienten llamados a seguir hurgando en la gran herida nacional -el nazismo- ni a ajustar las cuentas con la generación anterior, en busca de responsabilidades colectivas o individuales en el Holocausto. 
Tampoco han caído en la trampa de la comedia boba, una especie de epidemia frecuente entre jóvenes realizadores alemanes, ansiosos de romper con el estigma de la rigidez germana sin acertar en el cómo hacerlo. 
La realidad inminente se ha impuesto sobre los fantasmas del pasado y la superficialidad. La Alemania más pobre, antiguo territorio germano-oriental, castigada por un paro que se sitúa entre el 20 y 25 por ciento en algunas regiones, se ha convertido en su campo de batalla. 
Tras el éxito de "Halbe Treppe" -una comedia agridulce sobre dos parejas en crisis, en el más profundo e inhóspito este alemán-, Dresen no se ha dejado tentar por las producciones de alto presupuesto, sino que regresó a sus orígenes, el documental. 
"No me interesan los grandes vuelos. Soy una persona sencilla, que se rige a impulsos de lo que la conmueve", comentaba a EFE el director alemán, presente este año en la Berlinale con "Herr Wichmann vor der CDU". 
La cinta es un documental de 71 minutos sobre un candidato anónimo de la oposición conservadora en territorio "enemigo", el distrito de Uckermark (Brandeburgo), de claro dominio socialdemócrata. 
"Es un perdedor, por definición, con el que no comparto ni ideas políticas, ni de otro tipo. Mi intención no es ridiculizarlo, sino reflejar, a través de él, lo que ocurre en esa Alemania aún desconocida para los propios alemanes", dijo. 
El documental de Dresen sigue a Wichmann -un encorbatado estudiante de derecho de 25 años- en su campaña durante las elecciones legislativas del pasado septiembre -en que el canciller Gerhard Schroeder fue reelegido por la mínima ventaja-. 
A Wichmann todo le sale mal. El viento es inclemente con el parasol, las papeletas y demás mobiliario que planta de pueblo en pueblo en busca del elector, lo que convierte en pura parodia su lema electoral ("Viento fresco para la región"). 
Cae en lo políticamente incorrecto en sus intentos por convencer al ciudadano -bajo la consigna de que un voto es un voto, no importa que éste sea ultraderechista- y la novia se le duerme durante el "histórico" duelo televisivo entre Schroeder y su rival conservador, Edmund Stoiber. 
Pero, de puro torpe, acabó despertando la ternura del público que llenaba la sala de cine -en su mayoría, gente joven de izquierdas, que para nada simpatiza con la CDU. 
Dresen fue recibido en la Berlinale como un héroe, a pesar de su película se proyectaba fuera de competición, en la sección "Panorama-Documentos". La sala se llenó a rebosar, como ocurrió con las proyecciones de otros compañeros de generación, como Christian Petzold, con "Wolfburg". 
Su documental difícilmente pasará de ser un producto de consumo doméstico, pero está claro que con "Halbe Treppe" desatascó el cine alemán. "Good Bye, Lenin" tiene asegurada su distribución en varios países europeos y en Japón, como barco insignia de ese nuevo cine germano de bajo presupuesto y alta creatividad. 
Un buen panorama, complementado también estos días con la designación de la alemana "Nirgendwo in Africa", de Caroline Link, entre las candidatas a los Oscar. EFE gc/pe/mcd/pq

miércoles, 12 de febrero de 2003

Norton y Auteuil, el arte de llenar pantallas

Dos actores eclipsando a sus directores

Gemma Casadevall

Berlín, 12 feb (EFE).- La sección a competición de la Berlinale quedó marcada hoy por dos grandes interpretaciones: la de Edward Norton, un condenado a la espera de ingresar en la cárcel en "25th Hour", y Daniel Auteuil, recreando en "Petites coupures" el papel de un hombre al que cualquier mujer definiría como un gusano. 
Norton y Auteuil, cada uno a su manera, eclipsaron a sus directores, Spike Lee y Pascal Bonitzer, y contribuyeron a hacer "perdonar" algunas lagunas de sus respectivas películas. 
Auteuil borda literalmente un papel como hecho a su medida: Bruno, un ex comunista pseudointelectual y seductor que va de mujer en mujer, traiciona relaciones y ni siquiera está a la altura de lo que requiere la amistad. 
No es malvado. Más bien un buscador de amor, uno de esos individuos de los que uno no debe fiarse, especialmente si se es del sexo femenino, porque incluso él cree que lo suyo es auténtico, sin importarle la celeridad con que salta de episodio en episodio. 
"Sí, yo también me he encontrado este tipo de hombres en mi vida, de esos que se merecen una bofetada", confesó tras la proyección Kristin Scott-Thomas, una de las varias mujeres a las que Bruno regala el anillo de su ex esposa, a modo de prueba de amor, en las poco menos de 48 horas en las se desarrolla la acción. 
"Mi propósito no era hacer ni un drama ni un vodevil. Quizás buscar la mezcla entre ambos términos, un puente entre lo dramático y lo grotesco de esta vida", afirmó Bonitzer. 
"Petites coutures" -"Pequeñas heridas"-, a menudo incluso físicas, es lo que Bruno cree que va causando en cada una de sus "víctimas" y también las que se lleva él mismo, cada vez que se siente tocado por el amor. 
"Eres un gusano y tú lo sabes", acaba resumiendo una de sus mujeres, que con ello sintetiza el sentir general. 
Junto a la interpretación de Auteuil destaca la de Scott-Thomas, en su papel de aparentemente distante pero en el fondo apasionada esposa de un anciano agónico. 
"Es una actriz perfecta para mi película por su capacidad natural para saltar de lo cómico al drama, de la distancia a la locura", explicó Bonitzer. 
La ausencia de Auteuil de la Berlinale deslució algo la presentación del tercer filme francés a concurso, tras "La fleur du mal" de Claude Chabrol y "Son frere", de Patrice Chereau. 
Sobre todo porque, de no ser por el trabajo del actor, la película de Bonitzer no pasaría de ser una más en la tradición de comedias de lo grotesco "a la francesa", deliciosas pero ligeras. 
Algo parecido ocurre con el otro filme a concurso, "25th Hours" la desigual -como tantas veces- película de Lee, un asiduo de la Berlinale, que el año pasado ya compitió con "Bomboozled" y fue vapuleado por la critica. 
Edward Norton se pone en la piel de Monty, un traficante de drogas de lujo condenado a siete años de cárcel, en su última jornada antes de ingresar en prisión. Un paseo por sus reflexiones, su reencuentro con viejos amigos, con el padre, y también con su estupenda esposa, Rosario Dawon, quien supuestamente está en la lista de "sospechosos" de haberle delatado. 
Norton y Auteuil, convierten en bueno todo -o casi todo- lo que tocan. En ambos casos se cumplió en esta Berlinale esta tradición. 
La película de Lee tiene buenos momentos, fundamentalmente los que quedan en manos de Norton. 
La larga secuencia en que Monty suelta todo su odio ante el espejo de un lavabo, maldiciendo a todo bicho viviente -desde vendedores de fruta orientales a judíos, negros o rusos-, en el mejor estilo de un rapero del Bronx, es toda una prueba de fuego para un actor. 
Por contra, lo que depende del director -por ejemplo, el saber cortar a tiempo esa misma escena- estropea el conjunto de una película con un punto de partida más que interesante, pero que acaba resultando excesivamente discursiva. 
La tercera película de la jornada fue uno de esos productos asiáticos destinados a no hacer historia en la Berlinale, "Mang Jing" -traducible por "Golpe ciego"-, una producción entre Hong Kong, China y Alemania. 
Li Yang, su director, opta por la linealidad absoluta para relatar la historia de una pareja de mineros que recluta a un muchacho sin dinero con el propósito de hacerlo pasar por el sobrino de uno de ellos, matarlo en la mina y cobrar la correspondiente indemnización del minero. 
Cuanto más tiempo pasan juntos, mas difícil resulta llevar adelante el plan, no porque el muchacho descubra el propósito, sino porque la propia inocencia de un chico que se resiste a ser hombre es su mejor arma contra el crimen. EFE gc/ih/egn

martes, 11 de febrero de 2003

Del sexo explícito de 2001 a la hemorragia de 2003

Chéreau retrata la decrepitud y Schmid muestra la otra Alemania

Gemma Casadevall 

Bildergebnis für son frere berlinale

Berlín, 11 feb (EFE).- Patrice Chéreau dio una de sus lecciones de retratismo, aplicada a la degradación física por una enfermedad mortal, mientras que Hans-Christian Schmid mostró la Alemania pobre y fronteriza en una jornada que se completó con una especie de "Mortadelo y Filemón" holandés que desconcertó a la Berlinale. 


"Es la historia de una agonía, de la decrepitud física hasta la muerte", explicó Chéreau tras el pase de esa película, rodada en escenarios que van de una habitación compartida de un hospital a la playa donde el protagonista decide apurar sus últimos días. 
"Me surgió ese guión en un momento de vacío, con seis meses por delante sin un proyecto concreto, y me lancé a él", dijo Chéreau. 
El retrato de la agonía, narrada desde la perspectiva del hermano del enfermo, no da ni un momento placer o relax al espectador. 
Chéreau refleja en toda su crudeza la vida interna hospitalaria, con rostros, dependencias y puertas que recuerdan a una institución penitenciaria. El hombre joven que ingresó en el hospital queda despojado de todo derecho a la intimidad y obligado a convivir con las heridas y visitas familiares de sus compañeros de habitación. 
El director francés no ahorra al espectador largas secuencias del rasurado integral del enfermo -tórax, axilas y pubis- por dos enfermeras que actúan con esa eficiencia fría requerida por el personal hospitalario para no desmoronarse. 
Implicarse excesivamente en el dolor es tabú en esa profesión, como lo es para Chéreau, que se queda con su tarea de "retratista". 
Para algunos, "Son frere" es una nueva exhibición de sus temas recurrentes -incluida su obsesión por el cuerpo masculino y las escenas homosexuales-. Para otros, un exponente de la realidad del desmoronamiento de un ser humano, minado por la enfermedad. 
Al veterano Chéreau siguió un joven valor alemán, Schmid, quien recordó a la Berlinale que la Potsdamerplatz, territorio de flashes y "glamour" estos días, es también el destino de inmigrantes ilegales polacos, ucranianos y rusos que buscan un puesto de trabajo, generalmente en la construcción, entre los rascacielos del nuevo Berlín. 
La capital alemana es solo un referente en el filme, puesto que "Lichter" -"Luces lejanas"- discurre principalmente entre Fráncfort del Oder y Slubice, a uno y otro lado de la frontera germano-polaca. 
"Quise reflejar una realidad para muchos desconocida, pese a estar a menos de una hora de trayecto en coche", explicó Schmid. 
El joven director alemán logra su propósito. El Festival de Cine quedó confrontado, de pronto, con una Alemania que nada tiene que ver con la imagen de una sociedad de bienestar. 
En Fráncfort del Oder el paro está en el 20 por ciento, recuerda el film. Y los que tienen trabajo, no están tampoco a cubierto, como comprueba un sufrido vendedor de colchones en la ruina, desahuciado por unos créditos que no podrá asumir. 
El panorama laboral y humano en esa región fronteriza alemana no es mucho mejor que en el lado polaco. Pero ello no frena el flujo de inmigrantes a través de Polonia. Unos acaban en manos de traficantes humanos sin escrúpulos, a otros les sale al paso un alma generosa. 
La Alemania pobre se asomó con "Lichter" a la Berlinale, un festival que no disimula ya sus estrecheces presupuestarias -esa es la explicación oficial a todos sus recortes de este año, como supresión de intérpretes y recortes de otros gastos-. 
"Bienvenido a la realidad", se dice en el film de Schmid. Alemania no es lo que era y los recortes y molestias que percibe el visitante internacional en los diez días de vida de la Berlinale, no es más que su superficie. 
La crudeza de Chéreau y de Schmid tuvieron un contrapunto: "Ja zuster, nee zuster", un musical holandés de Peter Kramer, que fue recibido en la Berlinale como lo hubiera sido la inclusión a concurso de "Mortadelo y Filemón": como un cuerpo extraño. 
La estridente parodia somete al espectador a curiosas réplicas de "Singing in the Rain", cantados en un exageradamente gutural holandés y con mímica y vestuarios propios de un carnaval gay. 
Quizás se incluyó para aligerar una sección oficial sobrecogida por películas alrededor de la muerte, la enfermedad o el suicidio, como el "Son frere" de hoy, o "My Life Without Me", de Isabel Coixet, y "The Hours", de Stephen Daldry. La Berlinale lo acogió con una desbandada general, hasta el punto de que en el primer pase de prensa la sala quedó vacía. EFE gc/gsm/egn

lunes, 10 de febrero de 2003

Coixet: "Huí de la autocompasión"


Gemma Casadevall

Berlín, 10 feb (EFE).- Isabel Coixet regresó con "My Life Without Me" a la Berlinale, esta vez a la sección a concurso y en pos de los Osos, siete años después de presentar en ese festival con carácter de exhibición "Cosas que nunca te dije" y decidida a apostar por el cine con sensibilidad, pero no por las sensiblerías. 


"Afronté la película convencida en que la respuesta ante la propia muerte, sin opción a esperanza de vida, no debe ser la autocompasión", afirmó la realizadora catalana. 
El riesgo a caer en dramatismos lacrimógenos era grande, teniendo en cuenta los ingredientes del filme: mujer de 23 años de clase obrera, que vive en una caravana, con dos niñas y un esposo a los que adora, un padre al que no ve porque está en la cárcel y una madre con la que no puede contar. 
"No quería exponer en mi película la decadencia física, la agonía, las distintas despedidas -del esposo, de las niñas...- Quería presentar a una mujer que, ante el anuncio de su muerte, se da cuenta de que apenas ha vivido, porque solo se ha quedado en la superficie de la vida", continuó la directora. 
Ann, personaje interpretado por Sarah Polley, optará por esconder ese secreto -"a veces, la mentira es saludable"- y no dejarse hundir por la terrible realidad. Solo en una ocasión, ante el caso de una vecina que le cuenta la muerte de sus dos hijos siameses, se deja vencer por el llanto no a escondidas. 
Rehusará, asimismo, a someterse a tratamientos, más allá que tomar calmantes, "por temor, y con razón, a que las terapias a la desesperada se conviertan en la cárcel donde transcurriría el poco tiempo que la queda". 
Para Coixet, el mensaje es que "la vida es corta, para algunos dramáticamente corta" y por lo tanto no hay que desperdiciarla ni amargando a los demás ni con sacrificios propios. 
La opción de su personaje es la exploración de todo eso que hasta entonces no ha vivido, incluido el sexo con alguien que no sea su esposo, a pesar de que ama y se sabe amada en su matrimonio. 
Ann incluye en la lista de "deberes" que se impone, ante la muerte que acecha, acostarse con otro hombre, "lo que tiene mucho más valor que si hubiera elegido a una mujer infeliz en el matrimonio, que echa todo por la borda al enterarse de su muerte inminente". 
Coixet afirmó que la experiencia extremadamente dolorosa de su película le ha servido a ella misma para "ayudar a superar las propias angustias", pero también que la ha marcado profundamente, hasta el punto de que por ahora no tiene otros proyectos "porque aún tengo que asimilar" el resultado final de lo que cuenta ésta. 
Tampoco sabe si la próxima película será también "en inglés y "rodada en algún lugar del extranjero, quizás Islandia" -bromeó-, tras haberlo hecho en Estados Unidos, con "Cosas que nunca te dije" y en Canadá, con "My Life Without Me". 
"La cuestión del idioma y el lugar no son determinantes. Una de las cosas buenas que tiene el cine es que te da esa libertad de expresarte, no importa dónde o cómo", argumentó. "Sería una pena que solo pudiéramos filmar en nuestro barrio, en nuestra ciudad o en nuestro país". 
Coixet se confesó cansada de tener que responder "treinta veces" al día a esa eterna cuestión y explicó, asimismo, que tal pregunta se le formula casi siempre en su país, pero no fuera de él. 
"Cuando ruedo en Estados Unidos, como en Canadá, nadie me pregunta qué hace una chica como yo en un país como ese. En España, es una especie de curiosidad constante", dijo la cineasta, quien rodó en Galicia su anterior cinta, "A los que aman" (1998). 
Pese a la cálida acogida a "My Life Without Me", Coixet aseguró que no sueña con llevarse un Oso de la Berlinale
"Con las películas que se están viendo aquí, con ese `The Hours` y esa Virginia Woolf, cómo me lo van a dar a mí", dijo, para ironizar luego acerca de la prótesis nasal usada por Nicole Kidman para caracterizarse como esa escritora británica. 
"Esa nariz tiene muy mala leche, sí señor. ¿Cómo voy a competir yo con esa nariz?", bromeó, antes de asegurar que iba a tomar un vuelo de regreso a España el miércoles, sin esperar al veredicto de los premios, el sábado. 
"My Life Without Me" se estrenará en España el 7 de marzo y, según la productora, El Deseo, estos días, en el Mercado Europeo que discurre paralelamente a la Berlinale, se están concretando fechas y distribuidoras para varios países europeos -entre ellos Alemania-, así como Estados Unidos y Japón. EFE gc/pe/egn

Emotiva reflexión sobre una enferma terminal


El canto a la vida de Coixet

Gemma Casadevall 

Berlín, 10 feb (EFE).- Isabel Coixet tocó la fibra sensible de la Berlinale con "My Life without me", la historia de una joven madre marcada, que ante la inminencia de su muerte anunciada opta por no despedirse de la vida, sino abrirse a los capítulos hasta entonces no explorados de su existencia.
El Festival de Cine de Berlín brindó una cálida acogida a la emotiva película de Coixet, rodada en inglés, en Vancouver, y que se convirtió hoy en la segunda producción con participación española a concurso en esta 53 edición del festival, tras "Io non ho paura", de Gabriele Salvatore.
"My life without me" cuenta la historia de Anna, una mujer de 23 años, que se gana la vida fregando suelos en la universidad y vive en un trailer de un suburbio, con dos preciosas niñas y un marido que la quiere.
De pronto descubre le quedan unos meses de vida y opta por no compartir con nadie ese secreto, para evitar que otros empiecen a hablarle de su muerte.
Se escribe una lista de las cosas que no quiere dejar de hacer antes de morir -desde visitar a su padre en la cárcel o tener sexo con alguien que no sea su esposo, hasta pintarse las uñas con colores improcedentes, y se lanza a lo que otros descartarían: vivir.
"Es una película sobre un personaje que no quiere despedirse de su vida, sino aprovechar lo que le queda, porque se da cuenta de que hasta entonces no ha vivido realmente, sino que se ha quedado en la superficie de su existencia", explicó Coixet, tras la proyección del film y escuchar la primera ovación, ya en el pase de prensa.

Bildergebnis für my life without me berlinale coixet

Acompañada por varios de sus actores, como Sarah Polley (la protagonista), Scott Speedmann (el marido), y Leonor Watling (una vecina), Coixet afirmó que rodar esa película había sido una "experiencia sentimental" para ella misma.
"Me emocionaba viendo a Sarah jugando y despidiéndose de sus hijas", dijo la directora, quien destacó el trabajo de "valentía interpretativa" de esa actriz -que conoce de cerca lo que es la muerte prematura de una madre, puesto que perdió a la suya con 10 años.
Coixet no quiere plasmar en su película el retrato de una especie de súper mujer, fuerte y abnegada ante la adversidad, sino de un ser humano que no quiere irse de este mundo sin vivir nuevas experiencias.
Entre éstas, se incluye el amor con otro hombre "una situación para ella nueva, porque conoce y ama a su marido desde la adolescencia".
"My life without me" no es un melodrama, aunque su temática podría abocarlo en esa dirección. Coixet ahorra deliberadamente al espectador agonías y escenas de decadencia física.
"Fue fácil hacerlo así, puesto que nos encontramos con el caso de una mujer joven, en quien el proceso de su enfermedad es muy rápido. Pero además hay en ello un propósito mío, que no quería caer en cosas lacrimógenas".
"My life without me" es una producción de El Deseo -la casa de Pedro y Agustín Almodóvar-, en colaboración con la canadiense Milestone Productions.
Fue filmada en Vancouver, en un suburbio obrero poblado de caravanas y trailers, en inglés, al igual que su anterior "Cosas que nunca te dije", que ya se proyectó con carácter de exhibición en la Berlinale, en 1996.
Ya entonces Coixet se ganó los aplausos y el respeto del Festival y, también como en esa ocasión, tuvo que explicar ahora de nuevo la pregunta de por qué rueda en un idioma y un país que no es el suyo.
"Me gusta mi país. Amo mi ciudad, Barcelona. Pero a través del cine no expreso tal o cual idioma o país, sino a mi misma", manifestó.
Su película no es de uno u otro lugar, sino un producto "internacional", cuenta, con participación de personas de distintas procedencias, incluida la suya.
Ahí están, en papeles secundarios, la estupenda "peluquera" María de Medeiros, una portuguesa que presume de rodar en cualquier país o idioma.
También, a título de "extra", Esther García, por parte de productora El Deseo, quien una vez más -de acuerdo a su tradición- pidió un papel en "su" película y obtuvo el de manicura originaria de Segovia, la ciudad donde nació.
Con "My life without me", tras la italo-hispana "Io non ho paura", se cerró el capítulo de presencias con participación española a concurso en esta Berlinale. EFE gc/rz/mcd/pq


     

domingo, 9 de febrero de 2003

Una de esas jornadas redondas


"The Hours", cine con mayúscula, combinado con "Good bye, Lenin"

Gemma Casadevall 

Berlín, 9 feb (EFE).- La Berlinale entró por fin en la órbita del cin e con mayúsculas con "The Hours", un drama alrededor del mundo de Virginia Woolf, y brindó además un excelente producto doméstico, "Good bye, Lenin", la primera de las tres películas alemanas a competición de este Festival de Cine de Berlín. 
Tres mujeres -entre ellas Woolf-, de épocas y condición distinta, pero unidas por el libro "Mrs. Galloway", son los ejes del segundo largometraje de Stephen Daldry, tras su debut con "Billy Elliot". 
"Se trata de tres mujeres valientes en sus decisiones, que optan por un camino determinado, a pesar del dolor propio y ajeno que éste entrañe", explicó Daldry, quien como Rob Marshall y Spike Jonze -por "Chicago y "Adaptation", respectivamente- llegó a la Berlinale como firme apuesta para los próximos Oscar. 
"The Hours" es una proyección en una ama de casa de los años 50 y una mujer emancipada de hoy del espíritu de Woolf y su "Mrs Galloway", de la idea persistente de la muerte y del suicidio. 
Los papeles protagonistas corresponden a Julianne Moore, Meryl Streep y Nicole Kidman, irreconocible con la prótesis nasal que la caracteriza como Virginia e igual de magnífica que sus compañeras. 
"The Hours" está poblada de personajes -y no sólo esas tres mujeres- atados a una serie de "santos", sean cónyuges u otro tipo de relación, que les organizan abnegadamente la vida, sus momentos de felicidad o reflexión. 
Pero, como dice Woolf, incluso los locos tienen derecho a que se les pregunte, a que no se decida por ellos. Y sólo quienes rompen la atadura dan con su camino, a menudo a un precio altísimo. 
"Los momentos de felicidad pueden ser pocos. Hay que agarrarlos", explicó Daldry, quien arropa al trío protagonista con secundarios de lujo, como Ed Harris, Stephane Dillane o Jack Rovello. 
Se trata de un compendio, más que de un film, que entra a saco, en temas como la depresión, el suicidio, la homosexualidad o el SIDA. Aparentemente, cada una de las tres mujeres representa a tipos distintos, pero las conclusiones que extraen de su experiencia vital se cruzan y complementan entre sí. 
Kidman fue la única de esas tres actrices que se acercó a Berlín, acompañada de Ed Harris y el director, y reconoció que el film había tenido un papel fundamental para ella en un momento de su vida algo convulso -supuestamente, la ruptura con Tom Cruise-. 
No puede decirse que "The Hours" tuviera para ella un "factor terapéutico", dijo, pero sí que la ayudó a dar con un "nuevo equilibrio" en sus relaciones, incluida la relación consigo misma. 
Daldry dejó a la Berlinale en estado de conmoción, por la intensidad de lo que pasa por la pantalla y sirvió para recordar que no todo lo que lleva el envoltorio "made in USA" es superficial. 
La jornada a competición se completó con uno de esos productos que devuelven la confianza en el cine alemán. 
Wolfgang Becker, quien en 1996 ya sorprendió agradablemente a la crítica internacional de la Berlinale con "Das Leben ist eine Baustelle", regresó al Festival con "Good bye Lenin". 
El film traslada al espectador, con un par de pinceladas documentales, a los últimos meses de la Alemania comunista, cuando la población perdió la paciencia y el miedo al Muro para salir a la calle al grito de "Nosotros somos el pueblo". 
Una madre, supuestamente una comunista modélica, cae en coma, del que despierta cuando su amado país ya no existe. La maquinaria reunificadora empieza con la operación limpieza de símbolos soviéticas y Coca Cola y McDonalds hacen el resto. 
Ella se ahorrará el trauma, puesto que su hijo se encargará de ocultarle lo ocurrido, en el microcosmos de su dormitorio de un bloque de viviendas prefabricadas del sector este. 
El film de Becker es sencillo, tierno e inteligente, bien rodado y con magníficos actores -encabezados por Katrin Sass y Daniel Brüehl-. El cine alemán entró así con bien pie en esta Berlinale, donde también compiten sus compatriotas Hans Christian Schmid, con "Lichter", y Oskar Roehler, con "Der alte Affe Angst". 
El tercer film del día fue "Madame Brouette", del senegalés Moussa Sene Absa, única presencia africana a concurso. 
La suya es la historia de una mujer libre, en un mundo en que la violencia doméstica es el pan de cada día, tratada con absoluta simplicidad de medios y bajo el encanto de la luminosidad de las sonrisas, ojos y cuerpos africanos. 
Absa hace de la precariedad de medios y la presunta ingenuidad sus mejores armas y "Madame Brouette" se ganó más que la simpatía solidaria, con una historia aparentemente simple de que, también en Africa, la rebelión femenina es posible. EFE gc/ih/ma

sábado, 8 de febrero de 2003

Pobreza a la italiana, entre Nicolas Cage y Clooney


Italia convierte en poético un drama rural y Clooney se transforma en reflexivo astronauta

Gemma Casadevall

Berlín, 8 feb (EFE).- Gabriele Salvatores convirtió en poético el brutal episodio rural de "No tengo miedo", la primera producción con participación española a competición de esta Berlinale, que compartió honores con el imaginativo Spike Jonze de "Adaptation" y el filosófico "Solaris" de Steven Soderbergh. 


Salvatores transformó en poesía, sobre vastos campos de trigo quemados por el sol de Italia, la historia de un niño de diez años, sepultado bajo tierra a pan y agua, no por delincuentes desalmados, sino por padres y madres de familia, embrutecidos por la pobreza. 
Para un adulto, un crimen atroz, solo posible en mentes enfermas. Para los dos niños de la historia -la víctima y otro chico de su edad, su único aliado- una experiencia vivida desde perspectivas distintas: la del muerto en vida, la del ángel de la guarda o el libertador, atenazado por juramentos de lealtad. 
"Cada film lleva una idea poética en su interior", explicó Salvatores, quien realizó un casting entre 540 niños, hasta dar con esas miradas de Giuseppe Cristiano y Mattia di Pierre, que dan vida a una historia que circula entre dorados trigales y penumbras. 
"No tengo miedo" -"Io non ho paura", en su título original- es una producción italo-española-británica, con Aitana Sánchez Gijón en el papel de madre italiana, tanto más guapa por los surcos dejados en su rostro por el asfixiante sol y los estragos de la pobreza. 
Igualmente hermosa, pero en rubio y maduro, está en "Adaptation" Meryl Streep en su papel de fría reportera en busca de los secretos de la orquídea, primero, y apasionada rastreadora de pantanales plagados de cocodrilos, después. 
El artífice de su metamorfosis es un desdentado Chris Cooper, que borda su papel de descerebrado con moral de vencedor. Pero el principal hallazgo es Nicolas Cage, que da vida a los gemelos Charlie y Douglas Kaufman -un apocado guionista en crisis, el primero, y un vividor que arrebata el oficio a su hermano, el otro. 
Jonze y su alter-ego, el "auténtico" guionista Charlie Kaufman, retoman con "Adaptation" esa genialidad rayana en la locura que fue "Being John Malkovich". 
Ambos elementos del tándem, cada uno en su particular idea de la creatividad desbocada, siguen un lema: "no frenarnos mutuamente", como explica de Jonze. 
El resultado es un film donde se cruzan historias y duplicidades, ocurrente y poblado de personajes que destilan ternura, encabezados por esos gemelos que no son un sola persona desdoblada en dos personajes, sino dos seres humanos redondos. 
Jonze deja claro que su creatividad no se agotó con "Being John Malkovich". Pero cae en la trampa que el gemelo buenazo entre los Cage recomienda debe evitar todo guionista: cargar pilas al final. 
El director no llegó a explicar el por qué de esa concesión a una regla defendida tanto por el Kaufman real como por el del guión. "No lo sé", fue su respuesta, a la pregunta de si se trataba de una concesión a la maquinaria de Hollywood. 
El presunto desliz de última hora causó cierta decepción en la Berlinale, a pesar de que quizás ello refuerce las posibilidades de "Adaptation" en la carrera por los Oscar. 
"Solaris", de Soderbergh, ofreció una versión mucho más digerible para el público corriente que su antecesora de Andrei Tarkowski, igualmente basada en la novela de Stanislaw Lem. 
George Clooney es el melancólico astronauta prisionero del recuerdo de su esposa, Rheya -la glacial Natascha McElhone-, escindido entre la renuncia a un amor que es puro espejismo o dejarse mimar eternamente por él.

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Soderbergh pasó hace dos años por la Berlinale con un "Traffic" al que se le vaticinó -y acabó no llevándose- el Oso de Oro. El "Solaris" de esta 53 edición del Festival dejó la sensación de filme insulso, a pesar incluso de las generosas exhibiciones físicas de Clooney. EFE gc/ih/ma !N:C!

viernes, 7 de febrero de 2003

Intérpretes de sí mismos

Winterbottom documenta el drama afgano y Zhang da lección de maestría

Gemma Casadevall 

Berlín, 7 feb (EFE).- Michael Winterbottom abrió la ronda de competición de la Berlinale con "In This World", un ejercicio de autenticidad sobre refugiados afganos en fuga, que contrastó con un "thriller" de Alan Parker sobre la pena de muerte y una virtuosa filigrana sobre el nacimiento de la gran China, obra de Zhang Yimou. 
La odisea dos muchachos que huyen de la miseria del campamento de refugiados paquistaní de Peshawar en dirección a Londres, rodada en formato documental, recordó al Festival de Cine de Berlín que no todo lo que se ve en una pantalla es ficción, aunque detrás tenga un guión. 
"In This World" es una historia "cosida" a partir del testimonio de cientos de personas, personajes anónimos del millón de refugiados concentrados en Peshawar desde octubre de 2001, cuando empezaron los bombardeos estadounidenses contra el Afganistán talibán. 
Jamal y Enayat -dos refugiados convertidos por Winterbottom en intérpretes de sí mismos- dejan atrás esa realidad, rumbo a Europa, sin papeles y con la única ayuda del más o menos fluido inglés del primero de ellos, el más joven, despierto y preparado. 
Empieza un largo viaje, primero entre los pedregales llamados pistas que parten de Peshawar, luego a través de Irán, Turquía y Europa, sorteando fronteras y alguna devolución al punto de partida. 
Cuanto más se alejan de Pakistán, mejores son las carreteras y más inhumano el trato. De viajar camuflados entre cajas de fruta pasan a la travesía en contenedores cerrados a cal y canto. 
Unos mueren de asfixia, otros se acercan a su destino, la confortable Europa, convertidos en inmigrantes sin papeles que ofrecen baratijas a los turistas, a los que de vez en cuando se les "vuela" el bolso. 
"Mi película nació como reacción a esa Europa que se cierra al drama de millones de refugiados. Y no creo en las distinciones entre refugiados políticos y los otros", explicó Winterbottom. 
El director británico, quien ya se acercó al tema en "Welcome to Sarajevo" (1997), rodó su película con un equipo reducido -unas diez personas- y con un obstáculo no incluido en la mayoría de filmes del mercado: dotar de la documentación precisa a sus dos "sin papeles", uno de los cuales es hoy, en la vida real, un asilado en Londres. 
El largo viaje de Winterbottom desde los pedregales paquistaníes a las autopistas europeas pasa algo de puntillas sobre aspectos como el tráfico de personas. 
Pero, así y todo, el filme responde al título de "In This World" y evidencia que "la línea divisoria entre realidad y ficción puede ser muy fina, quizás inexistente", como explicó Winterbottom. 
En otra órbita, muy distinta al documental ajeno a toda floritura técnica de Winterbottom, se sitúa "Ying Xiong" -traducido como "Hero" en inglés-, la última lección de maestría de Zhang Yimou. 
Se trata de narrar una leyenda remota, de los tiempos de la China dividida en estados antagónicos en permanente y sangrienta batalla. El rey está obsesionado por acabar con tres asesinos, virtuosos de las artes marciales, a su vez determinados a liquidarlo. 
Sobre este cuento, Zhang monta un espectáculo bellísimo de luchadores voladores e impresionantes juegos cromáticos, con la técnica digital como principal aliado de sus legiones de soldados. 
El discurrir es lento y la trama reiterativa hasta la exasperación. El resultado, una película donde Zhang revalida su título de mago de la exquisitez estética. 
El tercer filme en liza en esta primera jornada a competición era el esperado "The Life of David Gale", de Alan Parker, con Kevin Spacey, Kate Winslet y Lara Linney como reclamos para el espectador. 
Parker, desde su condición de decidido enemigo de la pena de muerte, traza un alegato contra ésta, apuntalado en los errores judiciales y las condenas a inocentes. 
"Sé que es un film provocativo, que encenderá polémica. Pero estamos preparados", aseguró el veterano director, quien se presentó custodiado por Spacey, que respondió con evasivas a sí está a favor o en contra de la pena capital, y Linney, quien dijo estar ahí a título de actriz, no para pronunciarse al respecto. 
"No, un director no tiene por qué guardar las distancias respecto a su film", afirmó Parker en defensa de sus convicciones y de su apuesta por el activista-mártir que interpreta Spacey, quien de atractivo y comprometido catedrático pasa a condenado a muerte, tras un descenso a los infiernos a velocidad récord. 
"The Life of David Gale" no está basado en personajes reales, dijo Parker. En realidad, la aclaración era innecesaria, puesto que su filme, más que un alegato contra las ejecuciones, deriva en "thriller" de género sobre el trasfondo de la pena capital. EFE gc/rz/egn


jueves, 6 de febrero de 2003

Un musical de los de toda la vida

Vibrante "Chicago" abre la Berlinale con aires de "Cabaret"

Gemma Casadevall 

Berlín, 6 feb (EFE).- La vibrante "Chicago", de Rob Marshall, cargó de energía y reminiscencias de "Cabaret" la apertura de la Berlinale, con un desembarco de estrellas liderado por Richard Gere, Catherine Zeta-Jones y Reneé Zellweger, decididos a mostrar por qué su film encabeza la carrera hacia los Oscar.
Marshall y sus actores desataron el primer chaparrón de flashes con su irrupción inaugural en la 53 edición del Festival de Cine de Berlín, luciendo encantos y presentándose como un equipo compacto, capaz de llevar a buen puerto un musical redondo en la mejor tradición de Hollywood. 
"Chicago", un tributo a Bob Fosse que pasa de "All That Jazz" (1979) a "Cabaret" (1972), abrió la Berlinale a título de exhibición, con el áurea de sus tres Globos de Oro ya recogidos y el ánimo expectante ante las candidaturas de los Oscar, que se sabrán el próximo día 11. 
La historia de dos presas que convierten su cárcel en campo de batalla por el estrellato, alimentadas por un abogado tanto o más hermoso y ávido de notoriedad, dejó felices a los amantes del musical y neutralizó los reparos de los menos adictos al género.



Bildergebnis für chicago berlinale




Un guión brillante, plagado de ocurrentes diálogos, y la eficiente exhibición de piernas y talento consiguió el prodigio. Zeta-Jones y Zellweger, implacables rivales en el film, derrocharon "juego limpio" ante la prensa -"no competimos en absoluto, ¿verdad que no, cariño?", preguntó la espléndida Catherine a su compañera, quien por supuesto corroboró esa versión Gere galanteó con ambas -"lo que más me gusta es trabajar con mujeres con talento", dijo- y Marshall se deshizo en elogios sobre el tesón aplicado por todos ellos para cantar y bailar como profesionales, a pesar de partir de la condición de debutantes. 
"Si hubiéramos seguido una semana más, hubiéramos sido capaces de aparecer en un auténtico musical, sobre el escenario", sentenció el director, flanqueado por sus tres actores principales, acompañados por John C. Reilly, intérprete del calzonazos esposo de la asesina Zellweger. 
Los actores pusieron tanto empeño en hablar del espíritu de equipo creado por Marshall -Gere afirmó que había sido el mejor de "mi larga experiencia en este negocio"- que finalmente parecía que la cosa iba en serio y no se trataba de repetir el ritual de los halagos, tópico de esa profesión. 
Marshall, con más currículum como coreógrafo que como director, tiene que haberse empleado efectivamente a fondo hasta lograr esa sincronía entre diálogos brillantes, números musicales perfectos y rápidos juegos de cámara de que hace alarde su "Chicago". 
Al director corresponde el mérito de conjugar, sin que nadie quede eclipsado, a un Gere convenciendo a ritmo de claqué de que la justicia es un circo, a Zeta-Jones con su grandiosa exhibición de ojos y piernas y a Zellweger, que sabe sacar máximo partido de su clara inferioridad física respecto a la actriz galesa. 
La producción hollywoodiense convirtió la inauguración del Festival en una exhibición de cine-espectáculo en su sentido más puro, con claras alusiones a "Cabaret", pese a las distancias entre la película basada en la novela de Christopher Isherwood y el "Chicago" concebido como un musical. 
El público del Festival no tuvo que esforzarse demasiado para dar con los paralelismos entre el mítico musical escenificado sobre el Berlín nazi -incluido el número de la silla- y el Chicago donde quien más quien menos parece haber asesinado a un esposo o un amante. 
Tras la exhibición de piernas -por parte de ellas- y amago de striptease -por parte de Gere-, la Berlinale entrará el viernes en la fase más propia de todo Festival: la competitiva. 
"In This World", de Michael Winterbottom, abrirá el fuego entre las veintidós concursantes de este año -entre ellas, "My Life Without Me", de la española Isabel Coixet- con la fuga de dos afganos en dirección a Londres, en formato de documental ficticio. 
Le seguirán, esa misma jornada, Alan Parker, con "The Life of David Gale", con la pena de muerte como trasfondo, y el maestro Zhang Yimou, con su debut en el cine de artes marciales, "Ying Xiong", traducida en su versión internacional inglesa como "Hero". 
EFE gc/dm/egn

miércoles, 5 de febrero de 2003

La previa

"Chicago" abre una Berlinale profusa en estrellato y cine de autor

Gemma Casadevall

Berlín, 5 feb (EFE).- El "Chicago" de Rob Marshall abre mañana el Festival de Cine de Berlín, la Berlinale, que en sus diez días de vida repartirá dosis equilibradas de cine de autor y mucho "glamour", siempre que el conflicto de Irak no derive en desbandada de estrellas. 
Richard Gere, Catherine Zeta-Jones, George Clooney, Nicole Kidman, Nicolas Cage y Kevin Spacey son algunos de los nombres con que Dieter Kosslick, director de la Berlinale, espera contar para animar el desfile de las 22 películas aspirantes a concurso. 
En la lista de directores en pos de los Osos figuran Claude Chabrol, Zhang Zimou, Steven Soderberg, Patrice Chéreau, Spike Jonze, Alan Parker y Spike Lee, además de invitados ilustres fuera de competición como Martin Scorsese y Oliver Stone. 
Kosslick se ha asegurado un porcentaje de "glamour" suficiente para que la Berlinale se quite la etiqueta de "festival gélido" que se le suelen colgar, en comparación con Cannes y Venecia. 
Todo ello, siempre que los vientos de guerra no arrecien y acarreen cancelaciones de viajes por parte de las estrellas, temerosas de cruzar el Atlántico. 
Kosslick admite que no tiene un "plan B" en caso de que estalle el conflicto, pero sí cuenta con que la Berlinale se convierta en una "espontánea" plataforma de discusión sobre el tema. 
La Berlinale abre con sabor a Hollywood, con "Chicago" -fuera de competición-, pero promete ofrecer cine comprometido, de acuerdo al lema de su 53 edición, "Towards Tolerance" -"Hacia la tolerancia"-. 
Michael Winterbottom compite con "In this world", un film en formato documental sobre dos afganos en fuga a Londres; Parker lo hace con "The life of David Gale", sobre la pena de muerte, y Lee recorre en "25 hours" la última jornada en libertad de un condenado. 
Desde una órbita distinta concursan Zhang, que irrumpe en las artes marciales con "Ying Xiong"; Soderberg, que entra en la galaxia de Stanislaw Lem con "Solaris", y Spike Jonze, con su "Adaptation". 
Clooney tiene una doble cita con la Berlinale, ya que además de protagonizar el film de Soderberg lucha por un Oso con su debut como director en "Confessions of a dangerous mind". 
"The Hours", de Stephen Daldry, y la hispano-canadiense "My life without me", de Isabel Coixet, completan la ronda de títulos anglosajones. 
La respuesta francesa la darán "La fleur du mal", de Chabrol, "Son frere", de Chéreau, y Pascal Bonitzer, con "Petites Coupures", mientras que Gabriele Salvatores presenta "Io non ho paura", la producción hispano-italiana con Aitana Sánchez Gijón. 
El anfitrión se ha reservado una digna parcela con una comedia en la Alemania comunista "resucitada" -"Good bye Lenin", de Wolfgang Becker-, ambientada en la frontera polaca -"Lichter", de Hans Christian Schmid- y una historia de amor -"Der alte Affe Angst", de Oskar Roehler. 
El resto de aspirantes procede de Japón -Yoji Yamada-, Holanda