sábado, 22 de febrero de 2003
sábado, 15 de febrero de 2003
Análisis o crónica escoba
Berlín, 15 feb (EFE).- La Berlinale cumplió este año sus dos funciones principales: ofrecer glamour, con el mayor contingente de estrellas de los últimos años, y dar un mensaje político en tiempos de crisis internacional, con el Oso de Oro al drama de refugiados afganos "In this world", de Michael Winterbottom.
Richard Gere, Catherine Zeta-Jones, George Clooney, Nicole
Kidman, Nicolas Cage y Anouk Aimée aportaron el "glamour" y el jurado
internacional, presidido por el armenio-canadiense Atom Egoyan pusieron el dedo
en el llaga, con su apuesta por el cine militante de Winterbottom.
"Me
siento feliz como un niño. La Berlinale ha sido una fiesta y también un reflejo del
sentimiento de muchos a favor de la paz", comentaba el director del festival,
Dieter Kosslick, tras darse a conocer los galardones.
En su segundo año al
frente de la Berlinale, Kosslick
logró atraer al más frío de los grandes festivales europeos -frente a Cannes y
Venecia- un buen grupo de guapos de Hollywood, con filmes como "Chicago" y "Gang
of New York" -con carácter de exhibición- o "The Hours", "Adaptation" y
"Solaris", a concurso.
Pero una cosa es el glamour y otra los contenidos.
Kosslick había prometido cine de calidad y también carga política, con el tema
de los refugiados y desplazados como señal de advertencia ante las consecuencias
de todo conflicto.
El director cumplió con esos objetivos, ya que el nivel
de los 22 filmes a competición fue de los mejores que se recuerda y, además,
concursaron tres filmes sobre el drama de los refugiados: el citado de
Winterbottom, más "Lichter", del alemán Hans Christian Schmid, y "Rezervni
Deli", del esloveno Damjan Kozole.
Dos de ellos se van de la Berlinale con premio, ya que además
del Oro, para "In this world", "Lichter" obtuvo el premio de la crítica
internacional.
Algunos de los premios repartidos son discutibles. El Oso de
Plata para las actrices de "The Hours" -Meryl Streep, Julianne Moore y Nicole
Kidman- suena a poco, para ese excelente film, mientras que el recibido por Sam
Rockwell, por "Confessions of a dangerous mind" deja de lado actores superiores,
como Edward Norton en "25th hours".
Pero el veredicto del jurado es soberano
y, por encima de todo, en la Berlinale se dio por buena esa clara apuesta por lo
político y por lo innovador -cinematográficamente hablando- al menos en lo que
respecta al principal de los galardones.
"In this world" no es un film
directamente relacionado con el conflicto iraquí, pero incide en el drama de los
desplazados de guerra, a través de esos dos afganos que huyen de Peshawar, donde
se hacinan más de un millón de refugiados llegados tras los bombardeos contra el
Afganistán talibán.
Será una larga odisea, desde el pedregal paquistaní
hasta Europa. A medida que mejoran las carreteras, más inhumanas son las
condiciones de su viaje, hasta llegar a la asfixia mortal del contenedor con que
son introducidos ilegalmente en Europa.
Además del Oro, el film de
Winterbottom recibió el Premio de la Paz del festival, así como el del Jurado
Ecuménico, dos de los galardones independientes paralelos a los oficiales de la
Berlinale.
El reparto de los
Osos del festival coincidió con una jornada de protesta pacífica, en la que más
de medio millón de personas desfilaron por Berlín para expresar su rechazo a una
posible guerra contra Irak.
Para Kosslick, esa coincidencia refuerza su
convencimiento de que, en tiempos de crisis, "el mundo del cine, incluso el del
cine más glamouroso, no vive de espaldas a la realidad de un mundo en
conflicto".
En los diez días de vida de la Berlinale, algunos de esos representantes del "glamour"
de Hollywood aprovecharon su paso por la capital alemana para expresar, con
mayor o menor contundencia, su rechazo a los planes de George Bush.
Dustin
Hoffman, Clooney y Gere fueron algunos de esos actores que hicieron apostolado
por no dar por agotada la vía pacífica, mientras que Spike Lee dejó claro que
una cosa es homenajear a las víctimas del 11 de septiembre -como hace en su
film, "25th hour"- y otra apoyar a Bush. EFE gc/dm/pam
Premio de consolación a "Good bye Lenin"
La Berlinale le dio el Oso al valiente drama afgano de Winterbottom
Gemma Casadevall
Berlín, 15 feb (EFE).- La Berlinale dio su Oso de Oro al film cinematográfica y políticamente más valiente en competición, "In this world", de Michael Winterbottom, y repartió otros grandes galardones a apuestas arriesgadas, como "Adaptation", de Spike Jonze, y "Son frére", de Patrice Chéreau, Premio del Jurado y Plata al director, respectivamente.
El jurado de la 53 edición del Festival de Berlín, presidido por el director armenio-canadiense Atom Egoyan, optó por pensar por sí mismo y olvidar, en lo posible, tanto a Hollywood como al cine anfitrión.
A "The Hours", la gran favorita, se la recompensó con un Oso de Plata que supo a poco por el trabajo de sus tres actrices -Nicole Kidman, Meryl Streep y Julianne Moore-, mientras que su equivalente al mejor actor fue para Sam Rockwell, por "Confession of a dangerous mind", debut en la dirección de George Clooney.
El nuevo cine chino fue galardonado con un Oso de Plata a la mejor contribución artística a "Blind Shaft", primer largometraje del joven Li Yang, mientras que su compatriota, el maestro Zhang Yimou, quedó relegado al Alfred Bauer, premio en memoria del fundador de la Berlinale, por su filigrana visual de "Hero".
"Good Bye, Lenin!", la excelente comedia sobre la reunificación alemana contada al revés por Wolfgang Becker, se quedó con "El ángel azul" al mejor film europeo, un galardón que, pese a su prestigio, tenía aire de "premio de consolación", puesto que se contaba con un Oso -quizás de plata- para el cine anfitrión.
El premio de la Federación Internacional de Críticos de Cine fue para una segunda producción germana, "Lichter", de Hans-Christian Schmid, otro de los filmes de la Berlinale sobre el drama de los desplazados, tanto económicos como de guerra.
Egoyan demostró así que no aceptó el encargo de presidir un festival para optar por lo fácil, sino para valorar el coraje, dentro y fuera del cine.
"La decisión a favor de `In this world` no es política. Obedece a razones puramente cinematográficas, en este caso perfectamente complementadas con el mensaje del film", manifestó el presidente del jurado a EFE, en un aparte de la rueda de prensa en la que dio a conocer los premios.
La película de Winterbottom, filmada en formato documental, recorre la larga epopeya de dos afganos refugiados del campo paquistaní de Peshawar, que huyen de ese pedregal de miseria en dirección a la Europa rica. "Es una apuesta por el cine innovador", continuó Egoyan.
El Oro para "In this world" encaja perfectamente en una Berlinale que, de entrada, había decantado sus preferencias por el tema de los refugiados, pues el director del certamen, Dieter Kosslick, incluyó tres películas con esa temática a concurso.
El mensaje político del film, una denuncia tanto de los "daños colaterales" de toda guerra como del trato que reciben quienes llegan a Europa huyendo de la miseria, venía como anillo al dedo a un festival marcado por las protestas antibelicistas de la jornada.
"No fue difícil ponernos de acuerdo. La película refleja el sentir de muchos de nosotros", explicó la actriz italiana Anna Galienna, integrante asimismo del jurado internacional.
El Oso de Oro a Winterbottom causó sorpresa, porque desbancó a "The Hours" o "Good Bye, Lenin", pero fue rápidamente digerido como lo que es: la opción de un jurado independiente que quiere descubrir su propia película, sin interferencias.
Más controversia -y abucheos- cosechó el Oso de Plata al director Patrice Chéreau, que hace dos años ya recibió envuelto en polémica el Oro de Berlín con "Intimacy" y este año se va de nuevo galardonado con su exploración cruda y dolorosa de un cuerpo humano minado por una enfermedad mortal.
Tampoco fue bien recibido el Premio Especial del Jurado a "Adaptation", una película de guión delirante debido a Charlie Kaufmann -el alter ego de su director, Jonze-, cuyo principal atributo es el excelente trabajo de Nicolas Cage, un auténtico hallazgo en este film, en su doble papel de dos gemelos.
La española "My life without me", de Isabel Coixet, se llevó asimismo uno de los galardones de jurados independientes paralelos al festival, el que otorga la Asociación de Filmotecas Alemanas.
Igualmente recompensado fue el documental sobre los gitanos del barrio sevillano de "las tres mil viviendas" titulado "Polígono Sur", de Dominique Abel, que recibió una mención de honor de la Confederación Internacional de Cines de Artes y Ensayo.
La mexicana "Mil nubes de amor cercan el cielo, amor, jamás acabarás de ser amor", de Julián Hernández, que se presentó en la sección fuera de concurso Panorama, se llevó el premio paralelo "Teddy" del cine gay y lésbico. EFE gc/gsm/jar
Gemma Casadevall
Berlín, 15 feb (EFE).- La Berlinale dio su Oso de Oro al film cinematográfica y políticamente más valiente en competición, "In this world", de Michael Winterbottom, y repartió otros grandes galardones a apuestas arriesgadas, como "Adaptation", de Spike Jonze, y "Son frére", de Patrice Chéreau, Premio del Jurado y Plata al director, respectivamente.
El jurado de la 53 edición del Festival de Berlín, presidido por el director armenio-canadiense Atom Egoyan, optó por pensar por sí mismo y olvidar, en lo posible, tanto a Hollywood como al cine anfitrión.
A "The Hours", la gran favorita, se la recompensó con un Oso de Plata que supo a poco por el trabajo de sus tres actrices -Nicole Kidman, Meryl Streep y Julianne Moore-, mientras que su equivalente al mejor actor fue para Sam Rockwell, por "Confession of a dangerous mind", debut en la dirección de George Clooney.
El nuevo cine chino fue galardonado con un Oso de Plata a la mejor contribución artística a "Blind Shaft", primer largometraje del joven Li Yang, mientras que su compatriota, el maestro Zhang Yimou, quedó relegado al Alfred Bauer, premio en memoria del fundador de la Berlinale, por su filigrana visual de "Hero".
"Good Bye, Lenin!", la excelente comedia sobre la reunificación alemana contada al revés por Wolfgang Becker, se quedó con "El ángel azul" al mejor film europeo, un galardón que, pese a su prestigio, tenía aire de "premio de consolación", puesto que se contaba con un Oso -quizás de plata- para el cine anfitrión.
El premio de la Federación Internacional de Críticos de Cine fue para una segunda producción germana, "Lichter", de Hans-Christian Schmid, otro de los filmes de la Berlinale sobre el drama de los desplazados, tanto económicos como de guerra.
Egoyan demostró así que no aceptó el encargo de presidir un festival para optar por lo fácil, sino para valorar el coraje, dentro y fuera del cine.
"La decisión a favor de `In this world` no es política. Obedece a razones puramente cinematográficas, en este caso perfectamente complementadas con el mensaje del film", manifestó el presidente del jurado a EFE, en un aparte de la rueda de prensa en la que dio a conocer los premios.
La película de Winterbottom, filmada en formato documental, recorre la larga epopeya de dos afganos refugiados del campo paquistaní de Peshawar, que huyen de ese pedregal de miseria en dirección a la Europa rica. "Es una apuesta por el cine innovador", continuó Egoyan.
El Oro para "In this world" encaja perfectamente en una Berlinale que, de entrada, había decantado sus preferencias por el tema de los refugiados, pues el director del certamen, Dieter Kosslick, incluyó tres películas con esa temática a concurso.
El mensaje político del film, una denuncia tanto de los "daños colaterales" de toda guerra como del trato que reciben quienes llegan a Europa huyendo de la miseria, venía como anillo al dedo a un festival marcado por las protestas antibelicistas de la jornada.
"No fue difícil ponernos de acuerdo. La película refleja el sentir de muchos de nosotros", explicó la actriz italiana Anna Galienna, integrante asimismo del jurado internacional.
El Oso de Oro a Winterbottom causó sorpresa, porque desbancó a "The Hours" o "Good Bye, Lenin", pero fue rápidamente digerido como lo que es: la opción de un jurado independiente que quiere descubrir su propia película, sin interferencias.
Más controversia -y abucheos- cosechó el Oso de Plata al director Patrice Chéreau, que hace dos años ya recibió envuelto en polémica el Oro de Berlín con "Intimacy" y este año se va de nuevo galardonado con su exploración cruda y dolorosa de un cuerpo humano minado por una enfermedad mortal.
Tampoco fue bien recibido el Premio Especial del Jurado a "Adaptation", una película de guión delirante debido a Charlie Kaufmann -el alter ego de su director, Jonze-, cuyo principal atributo es el excelente trabajo de Nicolas Cage, un auténtico hallazgo en este film, en su doble papel de dos gemelos.
La española "My life without me", de Isabel Coixet, se llevó asimismo uno de los galardones de jurados independientes paralelos al festival, el que otorga la Asociación de Filmotecas Alemanas.
Igualmente recompensado fue el documental sobre los gitanos del barrio sevillano de "las tres mil viviendas" titulado "Polígono Sur", de Dominique Abel, que recibió una mención de honor de la Confederación Internacional de Cines de Artes y Ensayo.
La mexicana "Mil nubes de amor cercan el cielo, amor, jamás acabarás de ser amor", de Julián Hernández, que se presentó en la sección fuera de concurso Panorama, se llevó el premio paralelo "Teddy" del cine gay y lésbico. EFE gc/gsm/jar
viernes, 14 de febrero de 2003
Balance
Berlinale, bajo la sombra de la guerra
Berlín, 14 feb (EFE).- La sombra de una
posible guerra contra Irak pesó sobre la Berlinale, convertida en plataforma de las protestas de
actores y directores de EEUU y Europa contra la política de George W. Bush.
La 53 edición del Festival de Berlín fue algo más que la habitual
combinación entre un desfile de glamour y la muestra de cine de autor, en sus
diez días de vida, desde la apertura con "Chicago" hasta el reparto de premios,
mañana sábado.
Tres de las veintidós películas a concurso -"In This World",
de Michael Winterbottom; "Lichter", del alemán Hans Christian Schmid, y
"Rezervni Deli", del esloveno Damjan Kozole- abordaron el drama de los
refugiados y la lucha por alcanzar Europa, huyendo de sus países de origen,
devastados por distintas guerras.
No fue una casualidad. El director del
Festival, Dieter Kosslick, quiso poner el acento de la Berlinale en el tema de los desplazados, una advertencia
sobre los "daños colaterales" de toda guerra.
Al margen del programa, tanto
Spike Lee, Dustin Hoffman, George Clooney y Edward Norton, por parte
estadounidense, como la diva francesa Anouk Aimée, por la europea, fueron
algunos de los invitados que hicieron oír su protesta contra los planes de la
administración de Bush.
Lee, que presentaba a concurso "25th Hour", fue el
más claro en sus críticas: "Estados Unidos no tiene ningún derecho moral a
dictar a nadie en el mundo qué debe hacer", dijo, para llamar a la gente a
manifestarse en la calle contra la guerra.
El director dejó claro que lo
suyo no es antiamericanismo (su película es un homenaje al Nueva York
"superviviente" de los atentados del 11 de septiembre).
Sin embargo,
sentenció que Bush "es un sujeto que no debería ejercer, puesto que fue elegido
gracias a un fraude".
Menos duro, pero igual de claro, fue el protagonista
de "25th Hour", Edward Norton, quien expresó su confianza en que la comunidad
internacional siga actuando de contrapeso a la política de EEUU y advirtió que
no se han agotado las alternativas a una intervención militar.
La llamada
contra la guerra adoptó rango de clamor en la gala "Cine por la Paz", celebrada
durante la Berlinale y con la
intervención de algunas de las estrellas invitadas por el Festival.
"No soy
antiamericano, pero sí contrario al actual gobierno", dijo Hoffman, que se ganó
la mayor ovación de la noche.
"Me gustaría preguntarle a mi gobierno por qué
hace quince años apoyó en la guerra contra Irán a Sadam (Husein), el mismo
hombre que hoy parece personificar al mal", continuó el actor, para comparar las
protestas de hoy con las de los años 60, durante la guerra de Vietnam.
Clooney, presente en la Berlinale por partida triple -como actor de "Solaris" y
como director e intérprete en "Confessions of a Dangerous Mind"- lamentó la
situación que se vive en su país, donde se acusa de no ser patriota a todo aquel
que cuestiona los planes de Bush.
Las estrellas de EEUU no estuvieron solas
en sus protestas. La diva francesa Anouk Aimée, Oso de Oro de la Berlinale por su carrera, aludió a
las críticas contra Berlín y París del jefe del Pentágono, Donald Rumsfeld, y
dijo: "Espero que nosotros, la Vieja Europa, demos a los jóvenes un ejemplo de
paz".
Pero, a diferencia de sus vecinas de Cannes y Venecia, la Berlinale no es un festival
reservado a estrellas y periodistas, sino abierto al ciudadano de a pie, a cuyo
acceso se ponen a la venta 350.000 entradas para las más de trescientas
películas del festival, fuera o dentro de competición.
A ambos grupos,
profesionales y aficionados, se dirigió la tribuna "Freedom2speak" ("libertad
para hablar"), consistente en una serie de púlpitos en puntos estratégicos para
que todo visitante diera su opinión sobre la guerra. Los resultados se
convertirán en película, que se proyectará el última día de festival.
La
máxima expresión de la "connivencia" entre la Berlinale y las protestas contra la guerra tendrá lugar
este sábado en numerosas ciudades del mundo, entre ellas Berlín.
Los
periodistas que pretendan lanzarse a informar sobre el veredicto del jurado -que
se dará a conocer a las 13.00 GMT- deberán tener en cuenta que en ese momento
confluirá en la puerta de Brandeburgo, cerca de la sede del Festival, una
probablemente multitudinaria manifestación contra la guerra. EFE gc/dm/egn
Cómo meter a todos en la quiniela
"The Hours" lidera el palmarés virtual de la Berlinale
Berlín, 14 feb (EFE).- La película "The
Hours", de Stephen Daldry, es la clara favorita de la Berlinale, en cuyo "palmarés virtual", a la espera de
que mañana se repartan los premios, figuran también "My life without me", de la
española Isabel Coixet, la alemana "Good Bye, Lenin" y el "Ying Xiong", de Zhang
Yimou.
El film de Daldry, con una
estupenda Nicole Kidman como Virginia Woolf y arropada por Meryl Streep y
Julianne Moore, encabeza las apuestas de los medios berlineses y los elogios de
la crítica internacional que sigue la 53 edición del Festival de Berlín.
A
juzgar por el ránking diario de la revista de la Berlinale -"Screen"-, confeccionada con las opiniones de
críticos de todo el mundo, la "mejor dotada" para hacerse con el Oso de Oro es
"The Hours".
Pero la última palabra la tiene el jurado y, en festivales
europeos, rige la norma no escrita de que el objetivo es "descubrir" su propia
joya, a ser posible fuera de la órbita de Hollywood -y "The Hours" tiene el
"regalo envenenado" de haber triunfado en la noche de los Globos de Oro y el
reparto de candidaturas al Oscar.
A ello se une, además, que Egoyan es un
realizador que apuesta por un cine ajeno a los cánones de Hollywood, concepto
muy bien representado por varias de las 22 películas a competición.
A falta
del pase del último film a competición -"Alexandra`s Project", del australiano
Rolf de Heer-, la principal rival de Daldry en la carrera por el Oro es Zhang
Yimou, un virtuoso film que convierte en magia las artes marciales, así como "In
this world", la odisea de dos afganos en fuga por medio planeta, filmada en
formato documental por Michael Winterbottom.
"Adaptation", de Spike Jonze y
sustentada en el delirante guión de Charlie Kaufmann, es uno de esos filmes que
ha irritado a algunos pero fascinado a muchos otros, por su derroche de
imaginación y el "hallazgo" de un genial Nicolas Cage.
Firme candidata a
premio es "My life without me", una película rodada en Canadá y en inglés por
Coixet, que tocó la fibra de la Berlinale con su sencilla historia de una mujer joven
enfrentada a su inminente muerte.
El alemán Wolfgang Becker se ganó su lugar
en las quinielas con su magnífica comedia agridulce "Good Bye Lenin", una
parábola de la reunificación alemana contada al revés, a la que -como a Coixet-
se le vaticina un lugar seguro en el palmarés de la Berlinale.
Patrice Chéreau dividió, como es
habitual, opiniones entre los adoradores y detractores de su cine retratista y
duro, con el "Son frere" que explora la decadencia de un cuerpo al borde la
muerte.
Un premio de los importantes al realizador francés desataría la
típica guerra entre ovaciones y abucheos. Pero eso no es nuevo para la Berlinale, que ya conoció esa
situación al dar su Oso de Oro al "Intimacy" de Chéreau, hace dos años.
Pero, si Egoyan opta por un golpe sorpresa, tiene también dónde elegir,
entre el capítulo de los marginales, que pese a no figurar en el palmarés
virtual tienen méritos suficientes para gustar al jurado: por ejemplo, "Mang
Jing", del chino Li Yang, Los premios de interpretación apuntan asimismo a un
éxito para la película de Coixet, ya que el nombre de Sarah Polley, la joven
madre enferma de cáncer de "My life without me", suena incluso con más firmeza
que el de Nicole Kidman.
Edward Norton, puntal del "25th hour" de Spike Lee;
Nicolas Cage, con su doble papel de dos gemelos dispares en "Adaptation", y
Daniel Auteuil, por "Petites Coupures", de Pascal Bonitzer, son los actores a
los que se reconocen más posibilidades de llevarse el Oso de Plata a la
interpretación masculina. EFE gc/rz/mcd/pq
jueves, 13 de febrero de 2003
El samurai enamorado
Crepúsculo japonés embellece una Berlinale exhausta de dramas
Berlín, 13 feb (EFE).- El crepúsculo de un
samurai enamorado, del japonés Yoji Yamada, y un nuevo drama de refugiados en el
este de Europa, del esloveno Damjan Kozole, centraron hoy la competición de la
Berlinale, que entra en su recta final algo exhausta tras una semana larga de
cine intenso y muchas lágrimas.
La 53 edición del Festival de Berlín quedará
registrada en la memoria de los habituales al certamen como una de las mejores
de los últimos años en cuanto a la calidad media de los filmes, pero también
como una de las más concentradas en la muerte.
La dirección de la Berlinale parece haber puesto un
empeño especial en programar, para la sesión matinal, películas centradas en
seres humanos enfrentados a una muerte inminente.
Ese fue el caso de las
excelentes "The Hours", de Stephen Daldry, alrededor de la figura de Virginia
Woolf; de "My Life Without Me", de la española Isabel Coixet; o la dolorosa "Son
frere", de Patrice Chéreau, sobre la decadencia física y agonía de un hombre
enfermo.
En todas ellas, la muerte del protagonista es el punto de arranque
del film. Todas ellas -intercaladas con otros dramas- se proyectaron a las nueve
de la mañana, ante una prensa que llegaba al cine con los ojos enrojecidos por
el sueño o el frío berlinés, a varios grados bajo cero estos días.
Por si
fuera poco, el cine más vibrante se concentró en las primeras jornadas, con el
desembarco de filmes estadounidenses, mientras que hacia el final se entró en la
órbita del cine más reposado, preferentemente francés o asiático.
En estas
circunstancias, la programación de la jornada de hoy se perfilaba de pocas
alegrías.
"Rezervni deli" -título que podría traducirse como "Piezas de
recambio"-, de Kozole, apuntaba a un drama de refugiados, tras los buenos
ejercicios sobre el tema ofrecidos por Michael Winterbottom ("In This World") y
el alemán Hans Christian Schmid ("Lichter").
El segundo filme a concurso era
"Tasogare seibei" -traducible como "Samurai en el crepúsculo"-, de Yoji Yamada,
que por el título hacía pensar en algo parecido a "Ying xiong" (estrenada en
inglés como "Hero"), la irrupción en las artes marciales de Zhang Yimou, aunque
probablemente sin la magia visual del maestro chino.
Por lo menos en el caso
del segundo, los pronósticos negativos fallaron. La melancólica historia de un
samurai que no quiere serlo, porque sabe que la era de los guerreros se acerca a
su fin, se ganó el aplauso de una Berlinale cansada, pero no insensible ante el bello
filme japonés.
Iguchi, el samurai en cuestión, no es un guerrero de rostro
impávido y precisión mortal en sus golpes, como mandan los cánones, sino un
padre todo ternura, viudo, que trabaja de sol a sol y cuya máxima preocupación
es sacar adelante a sus hijas.
Las estrictas reglas de honor y castas le
impiden consagrarse a ver crecer a esas niñas o vivir un nuevo amor, como
quisiera.
La era feudal toca a su fin, pero ello no le servirá para obviar
los últimos combates, que tanto él como sus contendientes saben inútiles.
Por contra, la historia de Kozole sobre un cínico camionero marcado por el
cáncer -de nuevo, una muerte anunciada- que noche a noche transporta emigrantes
ilegales desde la frontera croata a Italia apenas consiguió ganarse la atención
del Festival.
De la sorpresa de "Good bye Lenin" a "Lichter"
El cine alemán despega de su crisis
Gemma Casadevall Berlín, 13 feb (EFE).- El cine alemán despegó
en la presente Berlinale del
anquilosamiento de los últimos años, de la mano de una nueva generación de
directores decididos a tratar con brío la realidad de la Alemania posterior a la
reunificación, en la que nada es lo que fue.
Mientras el país se está sumido
en la peor crisis económica en años y afectado por unas complejas relaciones
exteriores, debido a la posible guerra en Irak, el cine parece haber
reencontrado el camino de la creatividad, completamente emancipado de los ya
"clásicos" nombres de Wim Wenders o Werner Herzog.
"Good Bye, Lenin", de
Wolfgang Becker, abrió la ronda del cine nacional a competición de esta 53 Berlinale como una sorpresa que
confirmó la sensación de aire fresco transmitida el pasado año con "Halbe
Treppe", Oso de Plata al mejor director, Andreas Dresen.
La película de
Becker, una metáfora de la reunificación contada al revés - desde la fantasía de
cómo hubiera querido vivirla una comunista ejemplar-, dejó claro que lo de
Dresen no fue un espejismo, sino la irrupción en el festival de una serie de
producciones excelentes y, sobre todo, exportables.
A "Good Bye, Lenin"
siguió "Lichter", de Hans Christian Schmid, sobre los problemas de la Alemania
fronteriza y pobre, compuerta a la Europa rica para miles de indocumentados
llegados del Este.
"Lichter" no levantó ya los niveles de entusiasmo de
Becker o su antecesor Dresen, pero fue recibida por la crítica internacional
como un producto digno, que refleja la realidad oculta tras los rascacielos de
la Postdamerplatz: una Alemania que poco tiene que ver con la sociedad de
bienestar con la que se la identificó.
Becker, como Dresen, Schmid y muchos
otros representantes del nuevo cine alemán no se sienten llamados a seguir
hurgando en la gran herida nacional -el nazismo- ni a ajustar las cuentas con la
generación anterior, en busca de responsabilidades colectivas o individuales en
el Holocausto.
Tampoco han caído en la trampa de la comedia boba, una
especie de epidemia frecuente entre jóvenes realizadores alemanes, ansiosos de
romper con el estigma de la rigidez germana sin acertar en el cómo hacerlo.
La realidad inminente se ha impuesto sobre los fantasmas del pasado y la
superficialidad. La Alemania más pobre, antiguo territorio germano-oriental,
castigada por un paro que se sitúa entre el 20 y 25 por ciento en algunas
regiones, se ha convertido en su campo de batalla.
Tras el éxito de "Halbe
Treppe" -una comedia agridulce sobre dos parejas en crisis, en el más profundo e
inhóspito este alemán-, Dresen no se ha dejado tentar por las producciones de
alto presupuesto, sino que regresó a sus orígenes, el documental.
"No me
interesan los grandes vuelos. Soy una persona sencilla, que se rige a impulsos
de lo que la conmueve", comentaba a EFE el director alemán, presente este año en
la Berlinale con "Herr Wichmann
vor der CDU".
La cinta es un documental de 71 minutos sobre un candidato
anónimo de la oposición conservadora en territorio "enemigo", el distrito de
Uckermark (Brandeburgo), de claro dominio socialdemócrata.
"Es un perdedor,
por definición, con el que no comparto ni ideas políticas, ni de otro tipo. Mi
intención no es ridiculizarlo, sino reflejar, a través de él, lo que ocurre en
esa Alemania aún desconocida para los propios alemanes", dijo.
El documental
de Dresen sigue a Wichmann -un encorbatado estudiante de derecho de 25 años- en
su campaña durante las elecciones legislativas del pasado septiembre -en que el
canciller Gerhard Schroeder fue reelegido por la mínima ventaja-.
A Wichmann
todo le sale mal. El viento es inclemente con el parasol, las papeletas y demás
mobiliario que planta de pueblo en pueblo en busca del elector, lo que convierte
en pura parodia su lema electoral ("Viento fresco para la región").
Cae en
lo políticamente incorrecto en sus intentos por convencer al ciudadano -bajo la
consigna de que un voto es un voto, no importa que éste sea ultraderechista- y
la novia se le duerme durante el "histórico" duelo televisivo entre Schroeder y
su rival conservador, Edmund Stoiber.
Pero, de puro torpe, acabó despertando
la ternura del público que llenaba la sala de cine -en su mayoría, gente joven
de izquierdas, que para nada simpatiza con la CDU.
Dresen fue recibido en la
Berlinale como un héroe, a pesar
de su película se proyectaba fuera de competición, en la sección
"Panorama-Documentos". La sala se llenó a rebosar, como ocurrió con las
proyecciones de otros compañeros de generación, como Christian Petzold, con
"Wolfburg".
Su documental difícilmente pasará de ser un producto de consumo
doméstico, pero está claro que con "Halbe Treppe" desatascó el cine alemán.
"Good Bye, Lenin" tiene asegurada su distribución en varios países europeos y en
Japón, como barco insignia de ese nuevo cine germano de bajo presupuesto y alta
creatividad.
Un buen panorama, complementado también estos días con la
designación de la alemana "Nirgendwo in Africa", de Caroline Link, entre las
candidatas a los Oscar. EFE gc/pe/mcd/pq
miércoles, 12 de febrero de 2003
Norton y Auteuil, el arte de llenar pantallas
Dos actores eclipsando a sus directores
Berlín, 12 feb (EFE).- La sección a
competición de la Berlinale quedó
marcada hoy por dos grandes interpretaciones: la de Edward Norton, un condenado
a la espera de ingresar en la cárcel en "25th Hour", y Daniel Auteuil, recreando
en "Petites coupures" el papel de un hombre al que cualquier mujer definiría
como un gusano.
Norton y Auteuil, cada uno a su manera, eclipsaron a sus
directores, Spike Lee y Pascal Bonitzer, y contribuyeron a hacer "perdonar"
algunas lagunas de sus respectivas películas.
Auteuil borda literalmente un
papel como hecho a su medida: Bruno, un ex comunista pseudointelectual y
seductor que va de mujer en mujer, traiciona relaciones y ni siquiera está a la
altura de lo que requiere la amistad.
No es malvado. Más bien un buscador de
amor, uno de esos individuos de los que uno no debe fiarse, especialmente si se
es del sexo femenino, porque incluso él cree que lo suyo es auténtico, sin
importarle la celeridad con que salta de episodio en episodio.
"Sí, yo
también me he encontrado este tipo de hombres en mi vida, de esos que se merecen
una bofetada", confesó tras la proyección Kristin Scott-Thomas, una de las
varias mujeres a las que Bruno regala el anillo de su ex esposa, a modo de
prueba de amor, en las poco menos de 48 horas en las se desarrolla la acción.
"Mi propósito no era hacer ni un drama ni un vodevil. Quizás buscar la
mezcla entre ambos términos, un puente entre lo dramático y lo grotesco de esta
vida", afirmó Bonitzer.
"Petites coutures" -"Pequeñas heridas"-, a menudo
incluso físicas, es lo que Bruno cree que va causando en cada una de sus
"víctimas" y también las que se lleva él mismo, cada vez que se siente tocado
por el amor.
"Eres un gusano y tú lo sabes", acaba resumiendo una de sus
mujeres, que con ello sintetiza el sentir general.
Junto a la interpretación
de Auteuil destaca la de Scott-Thomas, en su papel de aparentemente distante
pero en el fondo apasionada esposa de un anciano agónico.
"Es una actriz
perfecta para mi película por su capacidad natural para saltar de lo cómico al
drama, de la distancia a la locura", explicó Bonitzer.
La ausencia de
Auteuil de la Berlinale deslució
algo la presentación del tercer filme francés a concurso, tras "La fleur du mal"
de Claude Chabrol y "Son frere", de Patrice Chereau.
Sobre todo porque, de
no ser por el trabajo del actor, la película de Bonitzer no pasaría de ser una
más en la tradición de comedias de lo grotesco "a la francesa", deliciosas pero
ligeras.
Algo parecido ocurre con el otro filme a concurso, "25th Hours" la
desigual -como tantas veces- película de Lee, un asiduo de la Berlinale, que el año pasado ya
compitió con "Bomboozled" y fue vapuleado por la critica.
Edward Norton se
pone en la piel de Monty, un traficante de drogas de lujo condenado a siete años
de cárcel, en su última jornada antes de ingresar en prisión. Un paseo por sus
reflexiones, su reencuentro con viejos amigos, con el padre, y también con su
estupenda esposa, Rosario Dawon, quien supuestamente está en la lista de
"sospechosos" de haberle delatado.
Norton y Auteuil, convierten en bueno
todo -o casi todo- lo que tocan. En ambos casos se cumplió en esta Berlinale esta tradición.
La
película de Lee tiene buenos momentos, fundamentalmente los que quedan en manos
de Norton.
La larga secuencia en que Monty suelta todo su odio ante el
espejo de un lavabo, maldiciendo a todo bicho viviente -desde vendedores de
fruta orientales a judíos, negros o rusos-, en el mejor estilo de un rapero del
Bronx, es toda una prueba de fuego para un actor.
Por contra, lo que depende
del director -por ejemplo, el saber cortar a tiempo esa misma escena- estropea
el conjunto de una película con un punto de partida más que interesante, pero
que acaba resultando excesivamente discursiva.
La tercera película de la
jornada fue uno de esos productos asiáticos destinados a no hacer historia en la
Berlinale, "Mang Jing"
-traducible por "Golpe ciego"-, una producción entre Hong Kong, China y
Alemania.
Li Yang, su director, opta por la linealidad absoluta para relatar
la historia de una pareja de mineros que recluta a un muchacho sin dinero con el
propósito de hacerlo pasar por el sobrino de uno de ellos, matarlo en la mina y
cobrar la correspondiente indemnización del minero.
Cuanto más tiempo pasan
juntos, mas difícil resulta llevar adelante el plan, no porque el muchacho
descubra el propósito, sino porque la propia inocencia de un chico que se
resiste a ser hombre es su mejor arma contra el crimen. EFE gc/ih/egn
martes, 11 de febrero de 2003
Del sexo explícito de 2001 a la hemorragia de 2003
Chéreau retrata la decrepitud y Schmid muestra la otra Alemania
Berlín, 11 feb (EFE).- Patrice Chéreau dio
una de sus lecciones de retratismo, aplicada a la degradación física por una
enfermedad mortal, mientras que Hans-Christian Schmid mostró la Alemania pobre y
fronteriza en una jornada que se completó con una especie de "Mortadelo y
Filemón" holandés que desconcertó a la Berlinale.
"Es la
historia de una agonía, de la decrepitud física hasta la muerte", explicó
Chéreau tras el pase de esa película, rodada en escenarios que van de una
habitación compartida de un hospital a la playa donde el protagonista decide
apurar sus últimos días.
"Me surgió ese guión en un momento de vacío, con
seis meses por delante sin un proyecto concreto, y me lancé a él", dijo Chéreau.
El retrato de la agonía, narrada desde la perspectiva del hermano del
enfermo, no da ni un momento placer o relax al espectador.
Chéreau refleja
en toda su crudeza la vida interna hospitalaria, con rostros, dependencias y
puertas que recuerdan a una institución penitenciaria. El hombre joven que
ingresó en el hospital queda despojado de todo derecho a la intimidad y obligado
a convivir con las heridas y visitas familiares de sus compañeros de habitación.
El director francés no ahorra al espectador largas secuencias del rasurado
integral del enfermo -tórax, axilas y pubis- por dos enfermeras que actúan con
esa eficiencia fría requerida por el personal hospitalario para no desmoronarse.
Implicarse excesivamente en el dolor es tabú en esa profesión, como lo es
para Chéreau, que se queda con su tarea de "retratista".
Para algunos, "Son
frere" es una nueva exhibición de sus temas recurrentes -incluida su obsesión
por el cuerpo masculino y las escenas homosexuales-. Para otros, un exponente de
la realidad del desmoronamiento de un ser humano, minado por la enfermedad.
Al veterano Chéreau siguió un joven valor alemán, Schmid, quien recordó a la
Berlinale que la Potsdamerplatz,
territorio de flashes y "glamour" estos días, es también el destino de
inmigrantes ilegales polacos, ucranianos y rusos que buscan un puesto de
trabajo, generalmente en la construcción, entre los rascacielos del nuevo
Berlín.
La capital alemana es solo un referente en el filme, puesto que
"Lichter" -"Luces lejanas"- discurre principalmente entre Fráncfort del Oder y
Slubice, a uno y otro lado de la frontera germano-polaca.
"Quise reflejar
una realidad para muchos desconocida, pese a estar a menos de una hora de
trayecto en coche", explicó Schmid.
El joven director alemán logra su
propósito. El Festival de Cine quedó confrontado, de pronto, con una Alemania
que nada tiene que ver con la imagen de una sociedad de bienestar.
En
Fráncfort del Oder el paro está en el 20 por ciento, recuerda el film. Y los que
tienen trabajo, no están tampoco a cubierto, como comprueba un sufrido vendedor
de colchones en la ruina, desahuciado por unos créditos que no podrá asumir.
El panorama laboral y humano en esa región fronteriza alemana no es mucho
mejor que en el lado polaco. Pero ello no frena el flujo de inmigrantes a través
de Polonia. Unos acaban en manos de traficantes humanos sin escrúpulos, a otros
les sale al paso un alma generosa.
La Alemania pobre se asomó con "Lichter"
a la Berlinale, un festival que
no disimula ya sus estrecheces presupuestarias -esa es la explicación oficial a
todos sus recortes de este año, como supresión de intérpretes y recortes de
otros gastos-.
"Bienvenido a la realidad", se dice en el film de Schmid.
Alemania no es lo que era y los recortes y molestias que percibe el visitante
internacional en los diez días de vida de la Berlinale, no es más que su superficie.
La crudeza
de Chéreau y de Schmid tuvieron un contrapunto: "Ja zuster, nee zuster", un
musical holandés de Peter Kramer, que fue recibido en la Berlinale como lo hubiera sido la inclusión a concurso
de "Mortadelo y Filemón": como un cuerpo extraño.
La estridente parodia
somete al espectador a curiosas réplicas de "Singing in the Rain", cantados en
un exageradamente gutural holandés y con mímica y vestuarios propios de un
carnaval gay.
Quizás se incluyó para aligerar una sección oficial
sobrecogida por películas alrededor de la muerte, la enfermedad o el suicidio,
como el "Son frere" de hoy, o "My Life Without Me", de Isabel Coixet, y "The
Hours", de Stephen Daldry. La Berlinale lo acogió con una desbandada general, hasta el
punto de que en el primer pase de prensa la sala quedó vacía. EFE gc/gsm/egn
lunes, 10 de febrero de 2003
Coixet: "Huí de la autocompasión"
Berlín, 10 feb (EFE).- Isabel Coixet regresó con "My Life Without Me" a la Berlinale, esta vez a la sección a concurso y en pos de los Osos, siete años después de presentar en ese festival con carácter de exhibición "Cosas que nunca te dije" y decidida a apostar por el cine con sensibilidad, pero no por las sensiblerías.
"Afronté la película convencida en que la respuesta ante la propia muerte, sin opción a esperanza de vida, no debe ser la autocompasión", afirmó la realizadora catalana.
El riesgo a caer en dramatismos lacrimógenos era grande, teniendo en cuenta los ingredientes del filme: mujer de 23 años de clase obrera, que vive en una caravana, con dos niñas y un esposo a los que adora, un padre al que no ve porque está en la cárcel y una madre con la que no puede contar.
"No quería exponer en mi película la decadencia física, la agonía, las distintas despedidas -del esposo, de las niñas...- Quería presentar a una mujer que, ante el anuncio de su muerte, se da cuenta de que apenas ha vivido, porque solo se ha quedado en la superficie de la vida", continuó la directora.
Ann, personaje interpretado por Sarah Polley, optará por esconder ese secreto -"a veces, la mentira es saludable"- y no dejarse hundir por la terrible realidad. Solo en una ocasión, ante el caso de una vecina que le cuenta la muerte de sus dos hijos siameses, se deja vencer por el llanto no a escondidas.
Rehusará, asimismo, a someterse a tratamientos, más allá que tomar calmantes, "por temor, y con razón, a que las terapias a la desesperada se conviertan en la cárcel donde transcurriría el poco tiempo que la queda".
Para Coixet, el mensaje es que "la vida es corta, para algunos dramáticamente corta" y por lo tanto no hay que desperdiciarla ni amargando a los demás ni con sacrificios propios.
La opción de su personaje es la exploración de todo eso que hasta entonces no ha vivido, incluido el sexo con alguien que no sea su esposo, a pesar de que ama y se sabe amada en su matrimonio.
Ann incluye en la lista de "deberes" que se impone, ante la muerte que acecha, acostarse con otro hombre, "lo que tiene mucho más valor que si hubiera elegido a una mujer infeliz en el matrimonio, que echa todo por la borda al enterarse de su muerte inminente".
Coixet afirmó que la experiencia extremadamente dolorosa de su película le ha servido a ella misma para "ayudar a superar las propias angustias", pero también que la ha marcado profundamente, hasta el punto de que por ahora no tiene otros proyectos "porque aún tengo que asimilar" el resultado final de lo que cuenta ésta.
Tampoco sabe si la próxima película será también "en inglés y "rodada en algún lugar del extranjero, quizás Islandia" -bromeó-, tras haberlo hecho en Estados Unidos, con "Cosas que nunca te dije" y en Canadá, con "My Life Without Me".
"La cuestión del idioma y el lugar no son determinantes. Una de las cosas buenas que tiene el cine es que te da esa libertad de expresarte, no importa dónde o cómo", argumentó. "Sería una pena que solo pudiéramos filmar en nuestro barrio, en nuestra ciudad o en nuestro país".
Coixet se confesó cansada de tener que responder "treinta veces" al día a esa eterna cuestión y explicó, asimismo, que tal pregunta se le formula casi siempre en su país, pero no fuera de él.
"Cuando ruedo en Estados Unidos, como en Canadá, nadie me pregunta qué hace una chica como yo en un país como ese. En España, es una especie de curiosidad constante", dijo la cineasta, quien rodó en Galicia su anterior cinta, "A los que aman" (1998).
Pese a la cálida acogida a "My Life Without Me", Coixet aseguró que no sueña con llevarse un Oso de la Berlinale.
"Con las películas que se están viendo aquí, con ese `The Hours` y esa Virginia Woolf, cómo me lo van a dar a mí", dijo, para ironizar luego acerca de la prótesis nasal usada por Nicole Kidman para caracterizarse como esa escritora británica.
"Esa nariz tiene muy mala leche, sí señor. ¿Cómo voy a competir yo con esa nariz?", bromeó, antes de asegurar que iba a tomar un vuelo de regreso a España el miércoles, sin esperar al veredicto de los premios, el sábado.
"My Life Without Me" se estrenará en España el 7 de marzo y, según la productora, El Deseo, estos días, en el Mercado Europeo que discurre paralelamente a la Berlinale, se están concretando fechas y distribuidoras para varios países europeos -entre ellos Alemania-, así como Estados Unidos y Japón. EFE gc/pe/egn
Emotiva reflexión sobre una enferma terminal
domingo, 9 de febrero de 2003
Una de esas jornadas redondas
"The Hours", cine con mayúscula, combinado con "Good bye, Lenin"
Berlín, 9 feb (EFE).- La Berlinale entró por fin en la órbita
del cin e con mayúsculas con "The Hours", un drama alrededor del mundo de
Virginia Woolf, y brindó además un excelente producto doméstico, "Good bye,
Lenin", la primera de las tres películas alemanas a competición de este Festival
de Cine de Berlín.
Tres mujeres -entre ellas Woolf-, de épocas y condición
distinta, pero unidas por el libro "Mrs. Galloway", son los ejes del segundo
largometraje de Stephen Daldry, tras su debut con "Billy Elliot".
"Se trata
de tres mujeres valientes en sus decisiones, que optan por un camino
determinado, a pesar del dolor propio y ajeno que éste entrañe", explicó Daldry,
quien como Rob Marshall y Spike Jonze -por "Chicago y "Adaptation",
respectivamente- llegó a la Berlinale como firme apuesta para los próximos Oscar.
"The Hours" es una proyección en una ama de casa de los años 50 y una mujer
emancipada de hoy del espíritu de Woolf y su "Mrs Galloway", de la idea
persistente de la muerte y del suicidio.
Los papeles protagonistas
corresponden a Julianne Moore, Meryl Streep y Nicole Kidman, irreconocible con
la prótesis nasal que la caracteriza como Virginia e igual de magnífica que sus
compañeras.
"The Hours" está poblada de personajes -y no sólo esas tres
mujeres- atados a una serie de "santos", sean cónyuges u otro tipo de relación,
que les organizan abnegadamente la vida, sus momentos de felicidad o reflexión.
Pero, como dice Woolf, incluso los locos tienen derecho a que se les
pregunte, a que no se decida por ellos. Y sólo quienes rompen la atadura dan con
su camino, a menudo a un precio altísimo.
"Los momentos de felicidad pueden
ser pocos. Hay que agarrarlos", explicó Daldry, quien arropa al trío
protagonista con secundarios de lujo, como Ed Harris, Stephane Dillane o Jack
Rovello.
Se trata de un compendio, más que de un film, que entra a saco, en
temas como la depresión, el suicidio, la homosexualidad o el SIDA.
Aparentemente, cada una de las tres mujeres representa a tipos distintos, pero
las conclusiones que extraen de su experiencia vital se cruzan y complementan
entre sí.
Kidman fue la única de esas tres actrices que se acercó a Berlín,
acompañada de Ed Harris y el director, y reconoció que el film había tenido un
papel fundamental para ella en un momento de su vida algo convulso
-supuestamente, la ruptura con Tom Cruise-.
No puede decirse que "The Hours"
tuviera para ella un "factor terapéutico", dijo, pero sí que la ayudó a dar con
un "nuevo equilibrio" en sus relaciones, incluida la relación consigo misma.
Daldry dejó a la Berlinale en
estado de conmoción, por la intensidad de lo que pasa por la pantalla y sirvió
para recordar que no todo lo que lleva el envoltorio "made in USA" es
superficial.
La jornada a competición se completó con uno de esos productos
que devuelven la confianza en el cine alemán.
Wolfgang Becker, quien en 1996
ya sorprendió agradablemente a la crítica internacional de la Berlinale con "Das Leben ist eine
Baustelle", regresó al Festival con "Good bye Lenin".
El film traslada al
espectador, con un par de pinceladas documentales, a los últimos meses de la
Alemania comunista, cuando la población perdió la paciencia y el miedo al Muro
para salir a la calle al grito de "Nosotros somos el pueblo".
Una madre,
supuestamente una comunista modélica, cae en coma, del que despierta cuando su
amado país ya no existe. La maquinaria reunificadora empieza con la operación
limpieza de símbolos soviéticas y Coca Cola y McDonalds hacen el resto.
Ella
se ahorrará el trauma, puesto que su hijo se encargará de ocultarle lo ocurrido,
en el microcosmos de su dormitorio de un bloque de viviendas prefabricadas del
sector este.
El film de Becker es sencillo, tierno e inteligente, bien
rodado y con magníficos actores -encabezados por Katrin Sass y Daniel Brüehl-.
El cine alemán entró así con bien pie en esta Berlinale, donde también compiten sus compatriotas Hans
Christian Schmid, con "Lichter", y Oskar Roehler, con "Der alte Affe Angst".
El tercer film del día fue "Madame Brouette", del senegalés Moussa Sene
Absa, única presencia africana a concurso.
La suya es la historia de una
mujer libre, en un mundo en que la violencia doméstica es el pan de cada día,
tratada con absoluta simplicidad de medios y bajo el encanto de la luminosidad
de las sonrisas, ojos y cuerpos africanos.
Absa hace de la precariedad de
medios y la presunta ingenuidad sus mejores armas y "Madame Brouette" se ganó
más que la simpatía solidaria, con una historia aparentemente simple de que,
también en Africa, la rebelión femenina es posible. EFE gc/ih/ma
sábado, 8 de febrero de 2003
Pobreza a la italiana, entre Nicolas Cage y Clooney
Italia convierte en poético un drama rural y Clooney se transforma en reflexivo astronauta
Berlín, 8 feb (EFE).- Gabriele Salvatores
convirtió en poético el brutal episodio rural de "No tengo miedo", la primera
producción con participación española a competición de esta Berlinale, que compartió honores con
el imaginativo Spike Jonze de "Adaptation" y el filosófico "Solaris" de Steven
Soderbergh.
Salvatores transformó en poesía, sobre vastos
campos de trigo quemados por el sol de Italia, la historia de un niño de diez
años, sepultado bajo tierra a pan y agua, no por delincuentes desalmados, sino
por padres y madres de familia, embrutecidos por la pobreza.
Para un adulto,
un crimen atroz, solo posible en mentes enfermas. Para los dos niños de la
historia -la víctima y otro chico de su edad, su único aliado- una experiencia
vivida desde perspectivas distintas: la del muerto en vida, la del ángel de la
guarda o el libertador, atenazado por juramentos de lealtad.
"Cada film
lleva una idea poética en su interior", explicó Salvatores, quien realizó un
casting entre 540 niños, hasta dar con esas miradas de Giuseppe Cristiano y
Mattia di Pierre, que dan vida a una historia que circula entre dorados trigales
y penumbras.
"No tengo miedo" -"Io non ho paura", en su título original- es
una producción italo-española-británica, con Aitana Sánchez Gijón en el papel de
madre italiana, tanto más guapa por los surcos dejados en su rostro por el
asfixiante sol y los estragos de la pobreza.
Igualmente hermosa, pero en
rubio y maduro, está en "Adaptation" Meryl Streep en su papel de fría reportera
en busca de los secretos de la orquídea, primero, y apasionada rastreadora de
pantanales plagados de cocodrilos, después.
El artífice de su metamorfosis
es un desdentado Chris Cooper, que borda su papel de descerebrado con moral de
vencedor. Pero el principal hallazgo es Nicolas Cage, que da vida a los gemelos
Charlie y Douglas Kaufman -un apocado guionista en crisis, el primero, y un
vividor que arrebata el oficio a su hermano, el otro.
Jonze y su alter-ego,
el "auténtico" guionista Charlie Kaufman, retoman con "Adaptation" esa
genialidad rayana en la locura que fue "Being John Malkovich".
Ambos
elementos del tándem, cada uno en su particular idea de la creatividad
desbocada, siguen un lema: "no frenarnos mutuamente", como explica de Jonze.
El resultado es un film donde se cruzan historias y duplicidades, ocurrente
y poblado de personajes que destilan ternura, encabezados por esos gemelos que
no son un sola persona desdoblada en dos personajes, sino dos seres humanos
redondos.
Jonze deja claro que su creatividad no se agotó con "Being John
Malkovich". Pero cae en la trampa que el gemelo buenazo entre los Cage
recomienda debe evitar todo guionista: cargar pilas al final.
El director no
llegó a explicar el por qué de esa concesión a una regla defendida tanto por el
Kaufman real como por el del guión. "No lo sé", fue su respuesta, a la pregunta
de si se trataba de una concesión a la maquinaria de Hollywood.
El presunto
desliz de última hora causó cierta decepción en la Berlinale, a pesar de que quizás ello refuerce las
posibilidades de "Adaptation" en la carrera por los Oscar.
"Solaris", de
Soderbergh, ofreció una versión mucho más digerible para el público corriente
que su antecesora de Andrei Tarkowski, igualmente basada en la novela de
Stanislaw Lem.
George Clooney es el melancólico astronauta prisionero del
recuerdo de su esposa, Rheya -la glacial Natascha McElhone-, escindido entre la
renuncia a un amor que es puro espejismo o dejarse mimar eternamente por él.
viernes, 7 de febrero de 2003
Intérpretes de sí mismos
Winterbottom documenta el drama afgano y Zhang da lección de maestría
Berlín, 7 feb (EFE).- Michael Winterbottom
abrió la ronda de competición de la Berlinale con "In This World", un ejercicio de
autenticidad sobre refugiados afganos en fuga, que contrastó con un "thriller"
de Alan Parker sobre la pena de muerte y una virtuosa filigrana sobre el
nacimiento de la gran China, obra de Zhang Yimou.
La odisea dos muchachos
que huyen de la miseria del campamento de refugiados paquistaní de Peshawar en
dirección a Londres, rodada en formato documental, recordó al Festival de Cine
de Berlín que no todo lo que se ve en una pantalla es ficción, aunque detrás
tenga un guión.
"In This World" es una historia "cosida" a partir del
testimonio de cientos de personas, personajes anónimos del millón de refugiados
concentrados en Peshawar desde octubre de 2001, cuando empezaron los bombardeos
estadounidenses contra el Afganistán talibán.
Jamal y Enayat -dos refugiados
convertidos por Winterbottom en intérpretes de sí mismos- dejan atrás esa
realidad, rumbo a Europa, sin papeles y con la única ayuda del más o menos
fluido inglés del primero de ellos, el más joven, despierto y preparado.
Empieza un largo viaje, primero entre los pedregales llamados pistas que
parten de Peshawar, luego a través de Irán, Turquía y Europa, sorteando
fronteras y alguna devolución al punto de partida.
Cuanto más se alejan de
Pakistán, mejores son las carreteras y más inhumano el trato. De viajar
camuflados entre cajas de fruta pasan a la travesía en contenedores cerrados a
cal y canto.
Unos mueren de asfixia, otros se acercan a su destino, la
confortable Europa, convertidos en inmigrantes sin papeles que ofrecen baratijas
a los turistas, a los que de vez en cuando se les "vuela" el bolso.
"Mi
película nació como reacción a esa Europa que se cierra al drama de millones de
refugiados. Y no creo en las distinciones entre refugiados políticos y los
otros", explicó Winterbottom.
El director británico, quien ya se acercó al
tema en "Welcome to Sarajevo" (1997), rodó su película con un equipo reducido
-unas diez personas- y con un obstáculo no incluido en la mayoría de filmes del
mercado: dotar de la documentación precisa a sus dos "sin papeles", uno de los
cuales es hoy, en la vida real, un asilado en Londres.
El largo viaje de
Winterbottom desde los pedregales paquistaníes a las autopistas europeas pasa
algo de puntillas sobre aspectos como el tráfico de personas.
Pero, así y
todo, el filme responde al título de "In This World" y evidencia que "la línea
divisoria entre realidad y ficción puede ser muy fina, quizás inexistente", como
explicó Winterbottom.
En otra órbita, muy distinta al documental ajeno a
toda floritura técnica de Winterbottom, se sitúa "Ying Xiong" -traducido como
"Hero" en inglés-, la última lección de maestría de Zhang Yimou.
Se trata de
narrar una leyenda remota, de los tiempos de la China dividida en estados
antagónicos en permanente y sangrienta batalla. El rey está obsesionado por
acabar con tres asesinos, virtuosos de las artes marciales, a su vez
determinados a liquidarlo.
Sobre este cuento, Zhang monta un espectáculo
bellísimo de luchadores voladores e impresionantes juegos cromáticos, con la
técnica digital como principal aliado de sus legiones de soldados.
El
discurrir es lento y la trama reiterativa hasta la exasperación. El resultado,
una película donde Zhang revalida su título de mago de la exquisitez estética.
El tercer filme en liza en esta primera jornada a competición era el
esperado "The Life of David Gale", de Alan Parker, con Kevin Spacey, Kate
Winslet y Lara Linney como reclamos para el espectador.
Parker, desde su
condición de decidido enemigo de la pena de muerte, traza un alegato contra
ésta, apuntalado en los errores judiciales y las condenas a inocentes.
"Sé
que es un film provocativo, que encenderá polémica. Pero estamos preparados",
aseguró el veterano director, quien se presentó custodiado por Spacey, que
respondió con evasivas a sí está a favor o en contra de la pena capital, y
Linney, quien dijo estar ahí a título de actriz, no para pronunciarse al
respecto.
"No, un director no tiene por qué guardar las distancias respecto
a su film", afirmó Parker en defensa de sus convicciones y de su apuesta por el
activista-mártir que interpreta Spacey, quien de atractivo y comprometido
catedrático pasa a condenado a muerte, tras un descenso a los infiernos a
velocidad récord.
"The Life of David Gale" no está basado en personajes
reales, dijo Parker. En realidad, la aclaración era innecesaria, puesto que su
filme, más que un alegato contra las ejecuciones, deriva en "thriller" de género
sobre el trasfondo de la pena capital. EFE gc/rz/egn
jueves, 6 de febrero de 2003
Un musical de los de toda la vida
Vibrante "Chicago" abre la Berlinale con aires de "Cabaret"
Un guión brillante, plagado de ocurrentes diálogos, y la eficiente exhibición de piernas y talento consiguió el prodigio. Zeta-Jones y Zellweger, implacables rivales en el film, derrocharon "juego limpio" ante la prensa -"no competimos en absoluto, ¿verdad que no, cariño?", preguntó la espléndida Catherine a su compañera, quien por supuesto corroboró esa versión Gere galanteó con ambas -"lo que más me gusta es trabajar con mujeres con talento", dijo- y Marshall se deshizo en elogios sobre el tesón aplicado por todos ellos para cantar y bailar como profesionales, a pesar de partir de la condición de debutantes.
Berlín, 6 feb (EFE).- La vibrante "Chicago",
de Rob Marshall, cargó de energía y reminiscencias de "Cabaret" la apertura de
la Berlinale, con un desembarco
de estrellas liderado por Richard Gere, Catherine Zeta-Jones y Reneé Zellweger,
decididos a mostrar por qué su film encabeza la carrera hacia los Oscar.
Marshall y sus actores desataron el primer chaparrón de flashes con su irrupción inaugural en la 53 edición del Festival de Cine de Berlín, luciendo encantos y presentándose como un equipo compacto, capaz de llevar a buen puerto un musical redondo en la mejor tradición de Hollywood.
Marshall y sus actores desataron el primer chaparrón de flashes con su irrupción inaugural en la 53 edición del Festival de Cine de Berlín, luciendo encantos y presentándose como un equipo compacto, capaz de llevar a buen puerto un musical redondo en la mejor tradición de Hollywood.
"Chicago", un tributo
a Bob Fosse que pasa de "All That Jazz" (1979) a "Cabaret" (1972), abrió la Berlinale a título de exhibición,
con el áurea de sus tres Globos de Oro ya recogidos y el ánimo expectante ante
las candidaturas de los Oscar, que se sabrán el próximo día 11.
La historia
de dos presas que convierten su cárcel en campo de batalla por el estrellato,
alimentadas por un abogado tanto o más hermoso y ávido de notoriedad, dejó
felices a los amantes del musical y neutralizó los reparos de los menos adictos
al género.
Un guión brillante, plagado de ocurrentes diálogos, y la eficiente exhibición de piernas y talento consiguió el prodigio. Zeta-Jones y Zellweger, implacables rivales en el film, derrocharon "juego limpio" ante la prensa -"no competimos en absoluto, ¿verdad que no, cariño?", preguntó la espléndida Catherine a su compañera, quien por supuesto corroboró esa versión Gere galanteó con ambas -"lo que más me gusta es trabajar con mujeres con talento", dijo- y Marshall se deshizo en elogios sobre el tesón aplicado por todos ellos para cantar y bailar como profesionales, a pesar de partir de la condición de debutantes.
"Si hubiéramos seguido una semana más, hubiéramos
sido capaces de aparecer en un auténtico musical, sobre el escenario", sentenció
el director, flanqueado por sus tres actores principales, acompañados por John
C. Reilly, intérprete del calzonazos esposo de la asesina Zellweger.
Los
actores pusieron tanto empeño en hablar del espíritu de equipo creado por
Marshall -Gere afirmó que había sido el mejor de "mi larga experiencia en este
negocio"- que finalmente parecía que la cosa iba en serio y no se trataba de
repetir el ritual de los halagos, tópico de esa profesión.
Marshall, con más
currículum como coreógrafo que como director, tiene que haberse empleado
efectivamente a fondo hasta lograr esa sincronía entre diálogos brillantes,
números musicales perfectos y rápidos juegos de cámara de que hace alarde su
"Chicago".
Al director corresponde el mérito de conjugar, sin que nadie
quede eclipsado, a un Gere convenciendo a ritmo de claqué de que la justicia es
un circo, a Zeta-Jones con su grandiosa exhibición de ojos y piernas y a
Zellweger, que sabe sacar máximo partido de su clara inferioridad física
respecto a la actriz galesa.
La producción hollywoodiense convirtió la
inauguración del Festival en una exhibición de cine-espectáculo en su sentido
más puro, con claras alusiones a "Cabaret", pese a las distancias entre la
película basada en la novela de Christopher Isherwood y el "Chicago" concebido
como un musical.
El público del Festival no tuvo que esforzarse demasiado
para dar con los paralelismos entre el mítico musical escenificado sobre el
Berlín nazi -incluido el número de la silla- y el Chicago donde quien más quien
menos parece haber asesinado a un esposo o un amante.
Tras la exhibición de
piernas -por parte de ellas- y amago de striptease -por parte de Gere-, la Berlinale entrará el viernes en la
fase más propia de todo Festival: la competitiva.
"In This World", de
Michael Winterbottom, abrirá el fuego entre las veintidós concursantes de este
año -entre ellas, "My Life Without Me", de la española Isabel Coixet- con la
fuga de dos afganos en dirección a Londres, en formato de documental ficticio.
Le seguirán, esa misma jornada, Alan Parker, con "The Life of David Gale",
con la pena de muerte como trasfondo, y el maestro Zhang Yimou, con su debut en
el cine de artes marciales, "Ying Xiong", traducida en su versión internacional
inglesa como "Hero".
EFE gc/dm/egn
miércoles, 5 de febrero de 2003
La previa
"Chicago" abre una Berlinale profusa en estrellato y cine de autor
Gemma Casadevall
Berlín, 5 feb (EFE).- El "Chicago" de Rob Marshall abre mañana el Festival de Cine de Berlín, la Berlinale, que en sus diez días de vida repartirá dosis equilibradas de cine de autor y mucho "glamour", siempre que el conflicto de Irak no derive en desbandada de estrellas.
Richard Gere, Catherine Zeta-Jones, George Clooney, Nicole Kidman, Nicolas Cage y Kevin Spacey son algunos de los nombres con que Dieter Kosslick, director de la Berlinale, espera contar para animar
el desfile de las 22 películas aspirantes a concurso. Berlín, 5 feb (EFE).- El "Chicago" de Rob Marshall abre mañana el Festival de Cine de Berlín, la Berlinale, que en sus diez días de vida repartirá dosis equilibradas de cine de autor y mucho "glamour", siempre que el conflicto de Irak no derive en desbandada de estrellas.
En la lista de
directores en pos de los Osos figuran Claude Chabrol, Zhang Zimou, Steven
Soderberg, Patrice Chéreau, Spike Jonze, Alan Parker y Spike Lee, además de
invitados ilustres fuera de competición como Martin Scorsese y Oliver Stone.
Kosslick se ha asegurado un porcentaje de "glamour" suficiente para que la
Berlinale se quite la etiqueta de
"festival gélido" que se le suelen colgar, en comparación con Cannes y Venecia.
Todo ello, siempre que los vientos de guerra no arrecien y acarreen
cancelaciones de viajes por parte de las estrellas, temerosas de cruzar el
Atlántico.
Kosslick admite que no tiene un "plan B" en caso de que estalle
el conflicto, pero sí cuenta con que la Berlinale se convierta en una "espontánea" plataforma de
discusión sobre el tema.
La Berlinale abre con sabor a Hollywood, con "Chicago"
-fuera de competición-, pero promete ofrecer cine comprometido, de acuerdo al
lema de su 53 edición, "Towards Tolerance" -"Hacia la tolerancia"-.
Michael
Winterbottom compite con "In this world", un film en formato documental sobre
dos afganos en fuga a Londres; Parker lo hace con "The life of David Gale",
sobre la pena de muerte, y Lee recorre en "25 hours" la última jornada en
libertad de un condenado.
Desde una órbita distinta concursan Zhang, que
irrumpe en las artes marciales con "Ying Xiong"; Soderberg, que entra en la
galaxia de Stanislaw Lem con "Solaris", y Spike Jonze, con su "Adaptation".
Clooney tiene una doble cita con la Berlinale, ya que además de protagonizar el film de
Soderberg lucha por un Oso con su debut como director en "Confessions of a
dangerous mind".
"The Hours", de Stephen Daldry, y la hispano-canadiense "My
life without me", de Isabel Coixet, completan la ronda de títulos anglosajones.
La respuesta francesa la darán "La fleur du mal", de Chabrol, "Son frere",
de Chéreau, y Pascal Bonitzer, con "Petites Coupures", mientras que Gabriele
Salvatores presenta "Io non ho paura", la producción hispano-italiana con Aitana
Sánchez Gijón.
El anfitrión se ha reservado una digna parcela con una
comedia en la Alemania comunista "resucitada" -"Good bye Lenin", de Wolfgang
Becker-, ambientada en la frontera polaca -"Lichter", de Hans Christian Schmid-
y una historia de amor -"Der alte Affe Angst", de Oskar Roehler.
El resto de
aspirantes procede de Japón -Yoji Yamada-, Holanda
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